Berenice, una niña curiosa. Capitulo 6
Mi primera vez.
Cuando leo los relatos y veo frases como:
-«Mi primita tenía 7 años, pero ya le entraban mis 18 centímetros de pene» -.
Simplemente me doy cuenta que los que los escriben son en su mayoría fantasías sin sentido. Entre las lectoras se que habrá algunas que hayan compartido un momento sexual con algún chico con un pene grande y sabrán tanto como yo que incluso siendo adulta es difícil recibir algo tan grande dentro de nuestro cuerpo; mucho más difícil o imposible para una niña, y menos si no ha habido una preparación previa.
Afortunadamente para mi si hubo preparación; los orgasmos que tuve mientras I me hacía sexo oral en la mesa me relajaron, la excitación me tenía lubricada y de la punta de su pene manaba un líquido viscoso que me lubricaba aún más.
Sujetaba su pene con una de sus manos y lo empujaba lento, pero con firmeza entre mis labios vaginales, yo simplemente miraba mientras el dolor aumentaba. Se sentía una enorme presión en el interior de mi vientre, tense las piernas y estire los pies porque de repente el dolor se convirtió en una punzada horrible y penetrante, fue solo unos segundos, pero lo que duro fue insoportable; su pene había desgarrado por fin mi himen y se internaba más en mi cuerpo. Empecé a llorar y me aferre a I, lo abrace con fuerza y le enterré las uñas en la piel, me pegue a su cuerpo buscando consuelo.
-«Tranquila mi cielo, en un momento dejara de doler, te lo prometo”-
Ya no entro más ni salió mí, solo se quedó quieto dentro mientras me besaba las mejillas y los labios.
Lentamente el dolor comenzó a ceder, la sensación de presión persistía, pero ya era más tolerable. Mi vagina estaba tan ajustada a su pene que podía sentir las palpitaciones de este. Nos quedamos un rato así, inmóviles; I me consolaba con caricias y trataba de hacerme reír. Aun entre mis dolores y llanto no pude evitar reírme entre pucheros; amaba eso de él, su boba facilidad para causarme risas. Poco a poco mi cuerpo se relajó y la sensación de presión se hizo totalmente resistible.
– «Aun duele?»- pregunto.
Le dije que no, que solo se sentía raro. Empezó a acomodarse, me dijo que abrieras más las piernas y que no me tensara o volvería a doler. Su pene empezó el vaivén dentro de mí, como I estaba encima mío no podía ver cuánto de su pene había entrado, solo podía sentir que entraba y salía lentamente. El aroma a sexo era muy intenso, lo que antes era dolor e incomodidad se empezó a volver una sensación placentera que aumentaba mientras la molestia cedía, mis pujidos se volvieron jadeos, no atinaba a que hacer así que me quede quieta con las piernas abiertas y mirando como I me hacia su mujer. Poco apoco su movimiento lento se fue acelerando, paso de entrar y salir despacio a empujar con más fuerza, podía sentir su pene moviéndose dentro de mí, abriendo la tierna carne de mi interior, moldeándome a su forma. Su respiración se hizo más rápida al igual que sus embestidas, lo metía tan rápido que ocasionalmente metía más de lo que yo podía recibir y una punzada en mi interior me hacía soltar un quejido, cuando eso pasaba me decía:
-«Ay perdón»-
– “Tonto”- le respondía, y lo golpeaba en los costados de su cuerpo.
Se acomodaba y volvía a entrar hasta la «zona segura». Su pene me llenaba entera así que me estimulaba por completo, no solo lo sentía en lo profundo también en lo ancho. El tronco de su miembro rozaba continuamente mi clítoris y algo dentro de mí que me ocasionaba un placer inmenso, tense mi vientre cuando empezó la sensación de querer orinar.
– “No te tenses, no te aguantes, solo déjalo salir”-
Ese fue el mas grande consejo que recibí. Deje de resistirme, solo me abandone a la exquisita sensación. Tuve mi primer orgasmo por penetración, fue delicioso, sentí que el interior de mi vagina se contraía y aprisionaba más a mi querido I, como no queriendo soltarlo, que se quedara dentro de mi para siempre…
-«Me voy a venir Bere»-, grito entre jadeos.
Entro hasta donde ya sabía que aguantaba, se quedó quieto dentro de mi mientras yo sentía su pene palpitando más fuerte que cuando se quedó quieto al penetrarme la primera vez, entre jadeos empezó a llenar mi pequeña vagina de 10 años con una abundante eyaculación; recordé la escena del día anterior, cuando se vino entre mis nalgas, y si había echado tanto dentro de mi como en el baño seguro tenía la vagina inundada. Ambos estábamos empapados de sudor, todo el cuarto olía a sexo y las cobijas de mi cama estaban húmedas.
Empezó a sacar su pene de mi lentamente y fue hasta ese momento que pude ver que apenas había entrado menos de la mitad, lo vi salir completamente, lo tenía enrojecido y estaba brilloso por el semen que tenía encima. Se quedo viendo a mi vagina unos momentos y la abrió un poco con sus dedos; tomo toallitas húmedas del tocador y comenzó a limpiarme suavecito, con gentileza, alcance a ver que una de ellas tenia una pequeña mancha de sangre, era muy poca, tampoco sangre montones como suelen describir en otros lados.
Ya sin la estimulación del momento note lo adolorida que estaba, me dolía la ingle en ambas piernas, me ardía la vagina y me sentía inflamada del vientre. Cuando acabo de limpiarme se acostó a mi lado, no me dejo taparme ni vestirme, solo me acurruco y me masajeaba la pancita.
-«Descansa princesa, porque esto apenas empieza»- me dijo.
Me sentía tan bien entre sus brazos, sintiendo su piel con la mía, tan relajada y tan aliviada de por fin haber tenido sexo con I, sumado a todo lo que me había hecho desde la mañana, el desvelo por el ansia de estar en el mismo cuarto y aparte levantarme temprano a despedir a mamá que me gano el sueño… y ahí quede, tenía 10 años, pero estaba feliz durmiendo desnuda, con el vientre lleno de esperma y entre los brazos de mi primonovio…
No dormí mucho, menos de una hora, cuando abrí los ojos ahí estaba I viendo tele con el volumen bajo, me tenía acurrucada y ya me había tapado con la sabana. Al tratar de moverme me sentía muy adolorida, la parte interna de mis piernas me molestaba bastante y ni decir mi vientre que punzaba como si me picaran con agujas. Le dije a I y me respondió que era normal
-«Fue tu primera vez muñeca, siempre duele, pero la ventaja es que nunca más volverá a doler»-
Me quito la sabana de encima y abrió mis piernas, me dolían horrible, pensé que iba a volver a penetrarme, pero solo se limitó a limpiar mi vagina con las mismas toallitas húmedas de antes, bajo mis nalgas sentía mojado, no era orina, era el semen de I que salió mientras dormía.
No es que estuviera invalida, pero sentía una molestia fuerte si caminaba, aun así, tenía la curiosidad de cómo me había dejado así que fui al baño y en cuanto me senté en el inodoro me revise, tenía la vagina enrojecida y aun salía un poco de un líquido viscoso y transparente, eran los restos de su eyaculación.
Cuando regrese al cuarto iba caminando despacito, me dijo que me recostara y dedico el día a consentirme, me dio un par de pastillas para el dolor y me explico que la molestia de mis piernas era por la posición en la que lo hicimos y la corpulencia de él (como ya les había dicho I era muy alto, pero también era corpulento, 1.87 m y 110 kilos de peso, era enorme para mis modestos 1.37 m).
-«Mañana probamos otras posiciones peque (también me decía así), a muchas parejas les toma un tiempo acostumbrarse y saber la mejor forma de hacerlo”-
Me encantaba que dijera que éramos pareja.
C regreso más tarde y cuando me vio en cama le dijimos que me dolía el estómago pero que estaba bien. No hizo más preguntas, no tenía noción ni sospecha de lo que había pasado. El día se fue normal entre juegos y bobadas normales de niños y ocasionales manoseos de él a mí y de mí a él, la molestia que sentía no me quitaba el deseo…
Para la noche el dolor había disminuido bastante y la punzada en mi vientre ya solo era una ligera molestia.
I le llamo a mamá para decirle que todo iba bien (y más que nada para confirmar que seguía allá) y nos preparó la cena.
Mientras veíamos una película C se quedó dormido y como ya era tarde I lo tapo y lo dejo en la cama de mamá
– “¿Te quieres bañar conmigo?”-
Le dije que sí y nos fuimos directo a la tina de baño. Era muy erótico bañarnos juntos, verlo desnudo me excitaba (ahora sabía lo que significaba), el agua caliente me relajo el cuerpo y alivio aún más la molestia que tenía.
-«¿Lo hacemos de nuevo?»- le pregunte.
-«Si ya no te duele, si»- me contesto.
Le dije que no y me pidió que me diera la vuelta ya que estaba prácticamente sentada entre sus piernas con mi espalda recargada en su pecho, el cerro las piernas y me dijo que abriera las mías, lo obedecí y las abrí tanto como me permitía el ancho de la tina mientras el me atraía hacia su cuerpo, quede hincada, viéndolo de frente, con sus manos en mi cadera y mi pecho pegado al suyo.
Una de sus manos fue bajo el agua y directo a su pene que empezó a guiar hacia mi vagina. Aprete los ojos y los labios, sentía miedo de volver a tener el mismo dolor de cuando me penetro en la tarde, pero nada que ver… empezó a entrar lentamente bajando mi cadera, volví a sentir la presión, pero ya no era algo insoportable y si sentí un poco de dolor, pero más que nada era esa «resaca» de dolor que queda.
-«Me dices hasta donde ya no lo aguantes»-
Siguió entrando lento, me encantaba la sensación de su pene abriendo la carne de mi vientre, una pequeña punzada me indico que ya se acercaba hasta donde la había metido esa tarde, pero quería ver si podía resistir más.
-«¿Todavía no te duele? – me pregunto.
Le dije que aun aguantaba y siguió entrando muy despacio.
-«Ya, ya, hasta ahí»- casi grite.
La punzada se estaba haciendo más fuerte. Había entrado un poco más que en la tarde, pero aún no podía aguantarlo todo dentro.
Nos quedamos así unos momentos, quietos, unidos. Le pregunte que como lo haríamos y me dijo que pusiera mis manos en su pecho y las suyas se fueron a mis nalgas, pensé que me haría subir y bajar sobre la fuerte erección que tenía en mi interior, pero en lugar de eso me empezó a mover en círculos y de adelante a atrás.
Wow… sentía ese duro y caliente trozo de carne moviéndose dentro de mí, como si revolviera todo dentro de mi vientre, era exquisito. Me dijo que me moviera sola, que tenía que aprender.
-«Para que no te entre más acomódate así»- dijo.
Me inclino hacia él, mis manos estaban bajo mi pecho y recargadas en el suyo lo que hizo que mis nalgas se levantaran y su pene saliera de mí, uso una de manos para volverlo a poner en la entrada de mi vagina.
-«Ahora métetelo tu solita, hasta donde te guste y hasta donde aguantes»-
Así lo hice, lo metí hasta donde sabía que aguantaba y comencé a mover mi cadera. No eran movimientos sexys y super rítmicos, no, eran movimientos torpes y propios de una chiquilla que estaba teniendo apenas su segunda relación sexual. El agua salpicaba porque más que mover solo mi cadera movía todo mi cuerpo, cada que restregaba mi plano pecho contra el vello de su pecho me hacía cosquillas y se mezclaba con la sensación del pene que se movía dentro de mí. Comencé a pujar, no sabía cómo gemir. Había muchas cosas que me estimulaban, estábamos desnudos en la tina, solos, de noche, haciendo algo que no deberíamos hacer por edad ni por lo cercana que era nuestra línea de sangre, el ruido del agua que chapoteaba entre mis movimientos torpes y también el sonido morboso de su pene entrando y saliendo de mí, estaba excitadísima, muchísimo, sentí ese delicioso cosquilleo en mi vientre, estaba por venirme y acelere mis movimientos, ya no solo me movía a los lados y de adelante a atrás, también subía y bajaba mi cadera. No resistí más, me vine fuertísimo, levante mi cuerpo y quede hincada sintiendo los deliciosos espasmos de mi vientre. I no me dio tregua, también estaba por eyacular y mientras me venía siguió embistiendo mi interior hasta que vacío su cálido semen dentro de mí. Me encantaba tanto la forma en que entraba hasta donde podía y lo soltaba todo, así como el sentir las palpitaciones de su pene mientras lo hacía.
Estábamos muy agitados, nos quedamos así mientras recuperábamos el aliento.
Comencé a levantarme mientras miraba hacia mi entrepierna, observe su pene saliendo de mi cuerpo, ya estaba un poco flácido y al final se resbalo de golpe y cayó sobre su estómago. De mi vagina salió un chorrito de semen que cayó al agua y el resto empezó a salir y correr por mis piernas.
I salió de la tina y preparo la regadera para volver a bañarnos, el agua de la tina ya no servía para eso.
Nos metimos bajo el chorro de la regadera, nos lavamos el uno al otro, se veía que I disfrutaba mucho el pasarme las manos por todo el cuerpo. Después de lavar su pene le pregunte si quería que lo chupara como me había dicho el día anterior, me explico que no debía morderlo ni usar los dientes para nada o podía lastimarlo. Lo tomé con ambas manos y me lo metí a la boca; tenía un ligero sabor a jabón que cambio por uno salado después de un par de minutos, no era un sabor desagradable, solo era raro. Me dijo que para no cansarme la boca que lo sacara de vez en cuando y lo lamiera en la punta y el tronco. Estaba fascinada por la nueva experiencia, era como «pagarle» las veces que me hizo sexo oral. Usaba mis manos para retraer la piel de la punta y me la metía a la boca, ya dentro le pasaba la lengua en los espacios que quedaban libres, cuando me empezaba a doler la quijada lo sacaba y lamia por fuera, me enseño como pasar la lengua por la punta y sabia que le encantaba por lo mucho que jadeaba. Seguí así varios minutos hasta que me lo metió a la boca y empecé a sentir que algo salía de él; era semen, y como no sabía si debía detenerme seguí chupándolo mientras eyaculaba, era algo amargo y sabia super raro, pero no lo suficiente como para botarlo.
-«Pásatelo»- me dijo.
Me lo bebi.
Cuando saque su pene de mi boca note algo, lo poco que quedo se había hecho grumoso. Abrí la boca para que entrara agua de la regadera y me enjuague, me tomo un par de intentos y usar la lengua para remover esas bolitas que se habían formado. Aun así, me cepille los dientes por si había más besos.
Terminamos de bañarnos y nos fuimos a la recamara de mi papá, cerramos por dentro, nos secamos, y nos acostamos sin vestirnos. Era muy gracioso ver su pene levantando la sabana, simplemente no le bajaba la erección cuando estábamos juntos. Me acomode de lado y se puso atrás de mí.
-«Mételo si quieres» le dije en voz baja.
Levanto una de mis piernas e introdujo su pene, era delicioso sentirlo dentro de mí. Volvió a acomodarme, me abrazo y comenzamos a quedarnos dormidos.
-«Apenas 1 de 5 días»-.
No podía dejar de pensar en todo lo que me haría mientras me iba ganando el sueño.
En lo dicho! Es un relato maravilloso!!! De nuevo muchas gracias por compartir tu historia, me alegra que somos varias las mujeres que nos animamos a contar nuestras experiencias tal cual fueron, sin caer en exageraciones ni en fantasías que nadie cree. Saludos!
¡Gracias por continuar leyéndolos! Estaré publicando continuamente
Woow!!!
Magnífico relato .
Creo que aquí podré expresarme sin la censura de otros lados pues a mí me pasó algo parecido
¡Me encanta que te haya gustado!