Bisabuela de mi hijo (Parte I y II)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Till_Marqueze.
Hola, mi nombre es Teresa, tengo 46 años y un pasado un poco complicado.
Ahora, a mi edad soy una mujer esbelta, de pelo negro azabache medio ondulado y largo por debajo de los omóplatos, tez caucásica (con un poco de pigmentación, como con un bronceado leve constante), ojos verdes, una muy buena silueta para mi edad, aproximadamente tendré 110-65-93 de medidas.
No me faltan pretendientes, pero yo a esta edad ya he conocido el verdadero amor y no lo cambio por nada ni nadie…
Todo comenzó cuando era niña, mi padre era peón en un campo, hoy sigue trabajando en el campo, pero ya es encargado de varias estancias (siempre para el mismo dueño).
Como les iba contando, provenimos de un pueblo humilde en una localidad de la Provincia de Buenos Aires, a mis 13 años, mi padre de 33 (Domingo) y mi madre de 31 (Carmen).
Mi padre trabajaba de sol a sol en el campo de Don Zoilo, un señor muy adinerado pero también así muy humano, compasivo y dadivoso para los suyos, aunque tenía la edad de mi madre, Don Zoilo heredó varios campos y era muy común que organizara fiestas en alguno de ellos para sus trabajadores y/o para el pueblo.
Recuerdo una Navidad donde nos compró regalos a todos los familiares de sus empleados y, además a los niños pequeños del pueblo.
En una de las fiestas que organizó Don Zoilo es donde comienza mi historia…
Era una celebración del pueblo, yo tenía 13 años, en esa fiesta estaban todos, no faltaba ni un alma.
La reunión comenzó alrededor de las 18hs y a eso de las 22hs mi padre nos dice a mi madre y a mí que nos volvamos a la casa, que él nos alcanzaría a eso de media noche, pero que como había muchos hombres pasados de copas (mi padre era uno) no quería que haya percances.
Mi madre y yo obedecimos, salimos de la estancia, Don Zoilo nos saluda afectuosamente ya que éramos de mucha confianza para él, y partimos la vuelta a nuestra casa.
De la estancia hasta nuestra vivienda habría unos 500 metros, pero al faltar unos 200 metros de nuestra casa nos cruzamos con 2 jóvenes (entre 18 y 20 años).
Al pasar por al lado de ellos nos silban y admiraron nuestra belleza.
Mi madre era delgada y con buena figura, y como no era menos, morocha y de ojos verdes como yo (de alguien lo tuve que heredar).
Intentamos seguir caminando pero uno de los muchachos se paró delante nuestro y sacó una faca (cuchillo) y el otro lo mismo pero desde atrás.
Nos dijeron que si estábamos calladas y tranquilas nada nos iba a pasar (se notaba que estaban nerviosos y un poco tomados, aunque no mucho), nos mandaron entrar en los pastizales mientras uno agarraba a mi madre y el otro a mí, y así hicimos.
Nos pidieron que nos levantemos los vestidos mientras ellos se bajaban los pantalones, nosotras obedecimos sin protestar, en eso nos tiran al piso y abusan de nosotras, mi madre dura como una estatua y yo sin entender nada, en ese momento estaba perdiendo mi virginidad (la cual pensaba guardar a mi futuro esposo en esa época).
Se podía apreciar que eran inexpertos ya que no sabían moverse bien, pero dentro de todo fueron “cariñosos” si es que se le puede dar esa característica a unos violadores.
Ambos dos terminaron eyaculando dentro de nosotras y como parecía que no estaban satisfechos intercambiaron de víctima, culminando como antes, eyaculando dentro de nuestras vaginas.
Al terminar toda esa situación traumática los muchachos se subieron los pantalones y se fueron corriendo.
Mi madre no se movía a causa del shock, así que tuve que levantarla y llevarla hasta nuestra casa.
Una vez allí me dispuse a sacarle la ropa a mi madre y sacármela a mí también y meternos en la ducha para limpiarnos.
Dentro de la bañera mi madre reacciona y entre llantos me abraza y pide perdón por no haberme cuidado y protegido.
Le dije “No te preocupes mamá, ya pasó.
Ahora estamos a salvo en casa”.
Nos abrazamos fuerte, terminamos de bañarnos y luego salimos a secarnos, vestirnos y dirigirnos a la cama que, por cuestiones del suceso, compartimos.
A la mañana siguiente me despierto y noto que mi madre ya se había levantado, voy a nuestro comedor y encuentro a mi madre llorando abrazada a mi padre.
Ambos me ven y entre lágrimas me hacen señas que me acerque para que nos abracemos los 3.
Mi padre, que era un hombre muy duro, nos dijo con una voz entrecortada que todo era su culpa, que si él no hubiera dicho que nos volvamos solas eso no hubiera pasado.
Cuando se enteró Don Zoilo puso el grito en las nubes, creo que hasta San Pedro lo escuchó, inmediatamente mandó a buscar a esos delincuentes pero nunca hubo rastro de ellos.
Al parecer eran de otro pueblo o estaban de pasada y aprovecharon la oportunidad al ver la fiesta.
Al cabo de unas semanas mi madre nos da la noticia que estaba embarazada, claro que al sacar los cálculos mi madre supuso que fue por la violación, mis padres decidieron tener a mi hermano y decidieron callar la posibilidad de que fuera cierta la sospecha ya que si se llegase a saber seria una deshonra para la familia.
Un domingo cuando nos sentamos a almorzar un delicioso asado en el campo con Don Zoilo, ni bien me ponen la carne en frente me dieron nauseas y tuve que salir corriendo al baño a vomitar.
Mi madre que no era ninguna tonta corrió tras de mí, y al salir del baño me pregunta “Hija, ¿hace cuanto no tienes tu período?” a lo cual le contesto que no lo sé, y con una cara de tristeza me dice “Hijita, no sé como decírtelo, pero creo que estás embarazada, ¿lo has hecho con algún muchacho?”.
Ante tal pregunta le respondo a los gritos que no, que como podía pensar así de mí.
Ante tales alaridos veo que se acerca Don Zoilo…
DZ: Disculpen mi intromisión, pero no pude dejar de escuchar los gritos ¿Sucede algo?
T: ¡Claro que pasa Don Zoilo! Mi madre piensa que yo soy una cualquiera y que tengo relaciones con cualquiera.
C: No hija, no quise decir eso, no me malinterpretes, solo pregunte si habías tenido relaciones con algún muchacho, y de no ser así creo que en esa maldita noche tu también pudiste haber quedado en cinta ya que tus vómitos no son normales.
DZ: Miren, no dejo de sentirme culpable y responsable por lo sucedido – en eso mi madre trata de interrumpirlo pero él le hace una seña para que se calle – Espera Carmen, no me interrumpas.
Les decía, sigo sintiéndome culpable y responsable por lo sucedido, así que me gustaría hacerme cargo de los gastos médicos.
Tengo una amiga que es doctora, si la llamo y le cuento la situación sé que podrá mantener el silencio, lo único malo es que atiende en la capital, pero no se preocupen porque yo las llevo.
Y no Carmen, no acepto un no como respuesta.
Así hicimos el martes de esa semana Don Zoilo nos llevó a la Capital a ver a su amiga quien nos hizo una serie de estudios a mi madre y a mí.
Al darnos los resultados nos corroboró lo que suponíamos pero que a su vez temíamos, ambas estábamos embarazadas de 6 semanas dando el tiempo justo para ser fruto de la violación…
Al volver al pueblo Don Zoilo pide hablar con mis padres y que si yo quisiera estuviese presente.
Resumiendo, lo que acordaron fue que hasta que sea evidente mi panza yo haga una vida normal, luego que sea vista lo menos posible por los vecinos y para así hacerles pensar a todos que mi madre tuvo gemelos, Don Zoilo iba a pagar por profesores particulares para mi así no perdía el año de estudio y claro también los gastos médicos.
Fue pasando el tiempo y mi madre dio a luz a un muchacho, Felipe, y yo a mis 14 años di a luz a una niña, Lucía y Don Zoilo fue el padrino de ambos.
Al principio hicimos como habíamos acordado, decir que Lucía era mi hermana, resultó por un tiempo, pero llegados mis 18 y habiendo terminado el secundario quería salir del pueblo y llevarme a mi hija conmigo, se lo plateé a Don Zoilo el cual aceptó y me aconsejó que primero me estabilice donde quiera estar y luego, ya estable me lleve a mi hija, un hombre muy sabio era él, así que seguí su consejo.
Me vine a la Capital, al principio era complicado encontrar trabajo y vivienda, pero por medio de unos conocidos de Don Zoilo pude acomodarme para dar los primeros pasos.
Al año de haber llegado a esta ciudad ya me había establecido, me puse de novia con Claudio, un muchacho maravilloso, el cual entendió mi historia y, lejos de juzgarme, me acompañó en todo.
Un día volví al pueblo (al cual iba cada 2 semanas) con la intención de volverme con mi pequeña, mis padres al principio no quisieron pero terminaron aceptándolo; así que las dos nos vinimos para Capital.
Fue un poco raro el acomodarnos con los horarios pero lo logramos al poco tiempo.
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Ya con 21 años, Claudio me propuso matrimonio, el cual acepté.
Lucía lo quería como si fuese el padre y por un tiempo fue un matrimonio hermoso, yo me recibí de contadora y Claudio de ingeniero, buscamos por mucho tiempo tener más hijos, pero nunca le llegaba la carta a la cigüeña, hasta que un día Claudio me dice que vaya a ver si no tenía algún problema, cosa que dudaba, ya que yo ya había tenido una hija, pero le di el gusto y fui.
Los exámenes me dieron normales en lo que a fertilidad se referían, y ahí comenzó mi calvario.
Claudio se volcó a la bebida, al juego y a las mujeres, pero traté de entenderlo, entendí que ese resultado había destruido su hombría.
Pero el punto final llego cuando borracho me levantó la mano y me dejó el ojo negro, a mis 30 años no iba a permitir eso y me divorcié.
Ahí mismo dejé de creer en el amor.
Lucía a sus 14 se puso de novia con un chico 2 años mayor que ella y a los 16 (meses después del divorcio) me vino con la noticia… ¡Iba a ser abuela!
Por suerte Pablo (así se llama el novio de Lucía) se hizo cargo de todo y en un acto muy tierno me pidió su mano para cuando Lu cumpliera 18.
Claro que la respuesta final iba a ser de ella, pero yo les di mi aprobación.
A los meses, Pablo encontró un muy buen trabajo y, algo que me sorprendió mucho de un joven de su edad, la gran mayoría de su sueldo lo gastaba en mi hija y el futuro bebé, pudo haberse comprado un auto, una moto pero no, el se administraba el dinero para Lucía, el bebé, una casa y por último el casamiento.
Fueron pasando los meses y Lu, con 16 años y 9 meses de gestación empezó el trabajo de parto en el living de mi casa.
Urgente llamé a Pablo que estaba trabajando y nos fuimos al hospital, el nos alcanzó allí.
Luego de unas cuantas horas conocí a mi nietito, Ignacio o Nacho, la vida se tornó de una luz tan clara para mí al ver sus manitos, sus ojitos, me volví una abuela babosa…
Pasó el tiempo y todo siguió su curso.
Lucía se casó y se fue con Pablo y Nacho, quedándome sola a los 32 años.
Así que aproveché y comencé a salir y conocer un poco la vida, conocía hombres, pero ninguno me llenaba, no eran lo que yo buscaba o necesitaba.
Fueron pasando los años, seguía en contacto con Lu, con Nacho y con mis padres (a cuales iba a visitar cuando podía), intenté volver a formar pareja pero siempre terminaba decepcionada así que preferí quedarme sola.
Pasado un tiempo recibí una llamada de Lucía.
L: Hola ma, ¿podes hablar?
T: Si hija, ¿Qué pasa? ¿Están bien?
L: Si ma, tranquila, tengo que contarte dos cosas…
T: Bueno… ¿y qué esperas?
L: La primera es que Pablo recibió un ascenso gerencial, pero para ello tiene que estar entre 1 y 2 años en el exterior.
Nacho no se quiere ir y separarse de sus amigos, el cole y demás cosas a las que se acostumbró.
¿Te jodería que se quede con vos?
T: ¡Ay! Felicitalo a Pablo de mi parte, no hija, mi nieto nunca va a ser una molestia, yo voy a estar feliz de recibirlo, hay que ver si quiere venir a quedarse acá conmigo.
L: Si mamá, sabes que él te ama con locura, es más fue de él la idea de decirte.
T: Bueno, y ¿cuál es la segunda noticia?
L: ¿Estás sentada? ¡¡¡VAS A SER ABUELA POR SEGUNDA VEZ!!!
T: ¿En Serio? ¡¡¡Que felicidad!!! Tenemos que celebrarlo esto, vengan el sábado a cenar.
L: Es que… salimos el sábado a la tarde pensamos en ir el viernes y así nacho ya se queda con vos.
T: Dale, dale, los espero el viernes.
Llego ese día tan esperado, como estoy en un alto cargo en la empresa donde trabajo pude, sin problema, pedirme el día para así preparar todo para la noche y para la estadía de nacho conmigo.
La hora llegó y el timbre sonó, feliz fui a abrir la puerta y ahí estaban los 3 contentos y radiantes.
Nachito era en ese entonces un chico de 14 años, en desarrollo pero se notaba que hacía deporte, era alto, a esa edad ya media 1.
70 (sacó la altura de su padre) pelo negro y ojos verdes, tengo que admitir que al verlo se me cruzó por la cabeza un *ay, si no fueras tan chico…*.
Mientras Lu y yo hablábamos y preparábamos la mesa Pablo e Ignacio iban trayendo e instalando las cosas para la habitación de mi nieto.
La velada fue hermosa, me contaron de los proyectos de la empresa donde trabaja Pablo y me empecé a poner al corriente con nacho.
Ya pasada la media noche mi hija y su marido se retiraron, nos dimos un fuerte abrazo y se despidieron.
Yo agarré y pasé a mostrarle donde guardaba las cosas importantes de la casa ante cualquier emergencia, nacho aprendió al instante.
Hablamos por un rato más y luego llegó la hora de dormir en la cual nos fuimos cada quien a su respectiva cama.
Los días y semanas fueron pasando con normalidad, éramos casi como madre e hijo, nos comenzamos a contar sobre nuestras vidas cotidianas, problemas, situaciones graciosas; yo hacía por esa época gimnasia de 3 a 5 veces por semana y nacho siempre sacaba alguna actividad debajo de la manga, así que podríamos decir que ambos estábamos en un buen estado físico.
Poco a poco, con el pasar de las semanas, empecé a darme cuenta de unas miradas pícaras por parte de mi nieto, mirándome el escote, las piernas y a veces llegaba a engancharlo relojeándome el culo.
Lo tomé como algo natural de la edad, no voy a mentir y decir que no me gustó que un joven de 14 años me mirara a mí de 44, por un lado me sentía halagada, por otro incómoda porque era mi nieto, pero también estaba intrigada ya que no sabía si me miraba porque le gustara, lo excitara o simplemente por un reflejo hasta que un día mis dudas se esfumaron por completo…
Un sábado, temprano, fui al lavadero a poner a lavar la ropa de la semana, tanto de Ignacio como la mía.
Mientras iba separando y poniendo la ropa en el lavarropas encuentro una tanga mía húmeda, la que me había quitado la noche anterior antes de acostarme.
Cuando la reviso percibo un aroma que hace tiempo no olía, era semen, al mirar en la zona interna donde hace contacto mi vagina veo que todavía estaba ahí una acabada grande y espesa.
No cabía duda que era de mi nieto, un impulso inconsciente me llevó a sacar la lengua para probar ese néctar que hizo que todo el mundo se volteara, de inmediato me empapé y tuve que dirigirme a mi habitación a masturbarme para descargar las ganas.
Pasado un rato y ya más calmada salí nuevamente para continuar con mis labores hogareños.
Al escuchar que se abría la puerta de la habitación de nacho mi corazón se aceleró, no sabía cómo reaccionar, acababa de masturbarme pensando en él, en mi nieto, probé su semen en mi tanga, ¿cómo podía actuar con normalidad? Al acercarse nachito me da un beso en la mejilla y noto una erección importante proviniendo de alguien que no estaba completamente desarrollado… “Bu buen día, ¿cómo amaneciste nachi?” es lo único que me salió, temblaba nerviosa y no sabía el por qué, lo peor es que se dio cuenta “bien abu, ¿por, pasó algo?” a lo cual, tratando de calmarme, le dije que no y preparé el desayuno para los dos.
Mientras calentaba el café quise ver si podía calentar algo más así que empecé a hacer posiciones un poco excitantes (recostarme sobre la mesada o agacharme para que me mirara el culo) aprovechando que yo seguía con una remera larga como camisón sin nada abajo.
Por el rabillo del ojo o por algún reflejo podía ver que cumplía mi cometido, así que decidí dejarlo en paz, por ahora.
El día continuó tranquilo, en algún que otro momento hacía algún movimiento o comentario sugerente para llamar su atención, pero nada demasiado obvio.
Fuimos a comprar, y le propuse ir al cine ya que me había dicho que se había estrenado una película que quería ver, una de un superhéroe que se hacía del tamaño de una hormiga, “¿En serio abu? Dale, vamos… Para… ¿No tendrás ganas de comprarte ropa y necesitas que alguien lleve las bolsas, no?”, el pendejo era chico pero muy rápido a lo cual, con una sonrisa le dije “bueno… favor con favor se paga” nos reímos y luego nos alistamos para salir.
Las cosas siguieron aumentando el tono de excitación, cada vez era más frecuente el encontrar mi ropa interior con sus “regalos” pero yo no me quedaba atrás, no solo trataba de saborear esos fluidos sino que también aprovechaba para oler sus calzones.
Una noche en la que no podía conciliar el sueño comencé a oír ruidos, así que me levante de la cama y salí a investigar, los ruidos salían de la habitación de mi nieto, me acerqué y miré por la rendija de la llave a ver que se veía y ahí lo vi.
Estaba la luz prendida así que pude verlo bien, era nacho, masturbándose sentado al borde de su cama y diciendo “Te amo abu, mira como me pones, ahora te voy a acabar y llenar toda, mira miraaaaa” y en eso veo como llena la tanga, que me había sacado hace unas horas, de su semen recién fabricado con tanto amor para mí.
Ahí mismo me dije para mí *ahora me tiene que ver él* así que pasando unas noches, sabiendo que estaba despierto, dejé la puerta de mi habitación semi-abierta y comencé a masturbarme oliendo uno de sus bóxers.
De a poco empecé a gemir y levantar muy poco la voz de mis gemidos, solo para invitarlo a asomarse y mirar, tenía un velador prendido.
Al cabo de unos minutos noto la presencia de alguien tras la puerta, efectivamente, ahí estaba mi niño, así que me esforcé para darle un espectáculo de maravilla “Ah nachi, si, bebé, como me encanta esa pija que tenés”… pasado un rato acabé con un orgasmo maravilloso, fue tan intenso que quedé boba por un instante.
Al mirar a la puerta mi espectador ya se había retirado, no sin antes haber dejado “sus renacuajos” en el piso…
A la mañana siguiente traté de comenzar el día como si nada, hice el desayuno, lo desperté a nacho para que se aliste y así ir al colegio y demás.
Podría decirse que de cierta manera nos “liberamos” sacando un poco de nuestras ganas.
Un viernes de septiembre mi hija nos hizo una video llamada por la PC, si bien hablábamos seguido por whatsapp y me preguntaba por el hijo, esta video llamada era especial dado que nos iba a mostrar ya la panza de 5 meses de embarazo, en ese entonces estaban en Houston terminando las capacitaciones para el ascenso correspondiente de Pablo.
La charla fue muy amena y cálida, Ignacio le comentó como le estaba yendo en la escuela, del deporte, y demás cosas; luego me tocó hablar a mí con ella pero quisimos hacerlo a solas, ya que ella quería preguntarme cosas más intimas, sin importancia relevante pero no quería que su hijo escuchase, terminamos de hablar a eso de la 1:30 am y nos fuimos a dormir.
Al rededor de las 3 de la mañana tocan mi puerta.
Bueno queridos lectores, este capítulo culmina aquí.
Espero que les haya gustado.
Les informo, este relato (todas sus partes) estoy subiéndolo el mismo día, si no se ve alguna parte es porque falta que la aprueben, así que, por favor tengan paciencia.
Saludos!!!
-Till-
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