Bisabuela de mi hijo (Parte IV)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Till_Marqueze.
Esa noche en nuestra habitación me puse un baby doll de seda y encaje negro, sin nada abajo.
Al verme, Ignacio, no lo podía creer, noté como su verga se paró, me acerqué a él gateando en la cama, lentamente le desabroché el pantalón y lo fui bajando junto con su calzón, al ver ese miembro me prendí a él con la boca, nacho me agarro de la cabeza con una mano y empezó a marcar el ritmo, con la otra recorría mi espalda tratando de llegar a mis nalgas, cuando alcanzó a una me dio un chirlo (cachetazo), lejos de molestarme me incitó a chupársela con más ganas, y así hice hasta que recibí mi premio, como en ese momento la tenía tan metida en la boca mi nieto me depositó sus “chicos” directamente en la garganta.
Retiré mi boca de su miembro y me dirigí a besarlo, “veni, tu abuela tiene tu premio por haber limpiado el living”, mi hombrecito fue a buscar los condones, pero lo detuve, le dije que para esto no era necesario, agarré un potecito de vaselina, le pasé muy poco por el pito a nacho, me di vuelta, le pedí que me ponga vaselina en el ano porque no quería que me lo desgarre ya que hacía mucho que no lo hacía por ahí, y deje mi cola a su disposición.
Le pedí que sea gentil que tiene que ser más cuidadoso que por delante.
Poco a poco apoyó su miembro y lentamente fue presionando.
Su miembro fue abriéndose paso por mi ano y paulatinamente por mi recto, al principio sentí una presión incómoda, pero de a poco me acostumbré y comencé a disfrutar y gozar.
Los gemidos invadían la habitación hasta que llegando al climax mi nieto me dice “Te amo abu” y descargo todo en mi recto.
Para serles sincera no acabé en esa ocasión, pero tuve una satisfacción mayor, por primera vez sentí que alguien me dijo TE AMO con todo su ser.
Nacho sacó su pene de mi ano y me abrazó, nos acostamos y nos dormimos.
Los días y semanas continuaron sin percances, de las puertas para afuera éramos abuela y nieto y dentro de la casa éramos marido y mujer.
Al principió costó el separar y diferenciar las cosas, pero lo conseguimos al poco tiempo.
Nosotros seguíamos teniendo relaciones casi a diario, a veces el llegaba muy cansado del colegio y de deportes o yo de mi trabajo, pero siempre una atención había, o yo lo esperaba con la ducha caliente o el me recostaba en la cama y me hacía masajes en los pies y piernas, esas eran otras formas de hacer el amor sin necesidad del coito.
Pasaron los meses y, ni él ni yo, nos podíamos sentir tan complementados, pero a la vez nos faltaba algo así que un día en la cena le dije que teníamos que hablar.
T: Mi amor, sabes lo feliz que me haces, ¿No?
I: Si, y vos a mi abu.
¿Pasa algo?
T: Es que, y no quiero que lo tomes a mal, siento que nos falta algo.
Y no hablo del sexo o de compañía ya que en estos 3 meses que empezamos nuestra relación fuiste adquiriendo una experiencia y madurez inigualable.
I: ¿Entonces?
T: Prometeme que no vas a enojarte con lo que voy a decirte.
I: Si abu, sabes que te amo y que doy todo por vos.
T: Creo que lo que nos falta es un bebé en la familia, en nuestra familia, la que estamos formando los dos.
I: ¿Qué? Perdón pero no te entiendo.
T: Bobo.
Que quiero tener un hijo con vos nacho, quiero que me hagas madre, que demos vida a un nuevo ser.
Sé que sos muy joven y puede que te asuste, pero es algo que realmente me gustaría ya que no me queda mucha fertilidad.
I: Es que, la verdad, me cayó como un balde de agua helada la idea.
No es que no te ame, sólo me tomaste por sorpresa.
Si mi amor, quiero que tengamos hijos juntos.
Te amor ahora y siempre.
T: ¡Me acabas de hacer la mujer más feliz del universo!
Esa misma noche comenzamos a tener relaciones sin protección, lamentablemente a la semana vino mi período, pero eso no nos detuvo, nuestra libido y energías estaban puestas en eso.
Luego que se me haya ido mi período fui a una ginecóloga, le pregunté por las posibilidades de quedar embarazada y haciéndome análisis me dijo que gozaba de una excelente salud, que no habría problema alguno, esa noticia me llenó de una mayor felicidad a la que tenía, así que le pedí si me podía hacer un calendario de ovulación, me lo hizo sin chistar y al instante, con el calendario en mano me fui feliz a casa.
Ya habíamos llegado a Noviembre y estaba ansiosa por mi fecha de ovulación, le comenté a mi nieto que por uno o dos días antes a mi fecha no hagamos nada, así sus soldaditos tienen más fuerza, mucho la idea no le gustó, pero aceptó.
Llegó el día y me puse a prepara todo el clima de la habitación, velas aromáticas, sábanas, comida afrodisíaca, etc.
Al caer la noche cenamos con Ignacio y nos fuimos a la habitación, al ver toda la decoración, mi nieto, me miro y me empezó a llenar de besos, lo detengo y me voy al baño, cuando salgo, lo hago completamente desnuda, lo miro y le digo “¿Aún deseas a este vejestorio? ¿Todavía querés que embarazarme y que tenga a tu hijo?” a lo cual l me responde:”Te deseo más que nunca, no podría querer embarazar a nadie más, pero no, no quiero que tengas a mi hijo”.
Eso me sobresaltó, me paralizó, pero me abrazó y completó “Quiero que tengas a MIS HIJOS, no quiero conformarme con sólo uno” y me besó.
Esa sesión de mimos y caricias fue diferente al resto, estaban llenas de amor y deseo, pero de una lujuria diferente, altamente excitante.
Comenzamos a besarnos y me fue dirigiendo a la cama, me recostó y sin detener sus besos, mientras se sacaba la ropa, mi nieto fue bajando por mis pechos, los cuales besó y succionó un poco, continuó por mi vientre hasta que llego a mi entre piernas, ahí se dedicó pura y exclusivamente a lamer mi clítoris y darme el mejor sexo oral que recuerdo, yo tomaba su cabeza para que no aleje su lengua de mi vagina, con sus manos me acariciaba las piernas, la cola, las tetas, mi panza, se había vuelto un profesional, ya no resistí más y acabé soltando gemidos y alaridos de placer.
Lentamente nacho fue subiendo, besándome nuevamente; al llegar a mi cara me dice: “¿Lista para cruzar el punto de no retorno? ¿Para convertirte completamente en mi mujer y darme hijos?”.
Lo beso y contesto: “Hoy más que nunca mi amor”, nos fundimos en un beso mientras que lentamente nuestros sexos también se unían.
Como les comenté antes, esa sesión de sexo era más amor y deseo que lujuria, no hacíamos posiciones raras, solo nos entregábamos en cuerpo, alma y esencia.
Al rato siento que mi hombre estaba por acabar y le digo “Llena el vientre de tu abuela, embarázame, haceme bisabuela y madre nuevamente, infestá mi óvulo con tus bebés”, rodeo su cadera con mis piernas para que no pueda salirse y es en ese último empujón donde mi nieto mete toda su pija hasta el fondo, llegando su glande a tocar mi útero, donde dejó a todos sus espermatozoides.
Toda esa noche seguimos así, y como la ginecóloga me dijo que la ovulación son casi como 5 días, así lo hicimos por esa cantidad de tiempo.
Seguimos como siempre, amándonos puertas adentro.
Pasados unos 15 días noto que no me viene el período, así que voy a la farmacia a pedir un test… lo realizo pero me da negativo.
Tanto mi marido/nieto como yo nos bajoneamos, así que él me hizo un pollo a la parrilla que tanto me gustaba (si, aprendió a cocinar para mimar a su mujer/abuela), pero al sentir el olor al pollo me dieron unas nauseas que tuve que ir al baño, con nacho nos miramos y no entendimos nada a lo cual me dice “Abu, ¿y si vamos a que te hagan la prueba en el hospital? Escuché que las pruebas caseras pueden fallar, mientras que las de hospitales, al hacerse con sangre, son infalibles”.
Las esperanzas volvieron a mí como con una inyección de adrenalina, me limpié, me vestí y nos fuimos al hospital, me hicieron el análisis y una hora después nos llama, Como mi nieto parece mayor de edad no preguntaron por él, así que nos pide que tomemos asientos, nos mira y dice: “Señora Teresa, felicidades, está usted embarazada.
Felicidades también al nuevo padre”.
Ahí mismo quebré en llanto por la alegría, mi nieto/marido me contenía.
Agradecimos, y volvimos a casa, no sin antes pedir turno con un médico para que siga todos los pasos del embarazo, por suerte lo hizo mi ginecóloga.
Los meses fueron pasando, Ignacio cumplió 15 años, mi hija tuvo una nena, Ludmila, hermosa, rubiecita como el padre y de ojos claros.
A mi hija y a mis padres en el pueblo les dijimos que su nuevo hermano (y nieto) era producto de una mala elección que tuve y me tengo que bancar sola esto.
Lucía nos comenta que a Pablo le ofrecieron un puesto fijo en la sucursal de Madrid de esa empresa, así que se iban a vivir allí en un tiempo y le propuso a nacho irse con ellos, a lo cual él rechazó: “No te enojes ma, pero con lo buena que fue y es la abuela conmigo, no puedo dejarla sola, me sentiría una mierda” le dijo.
Mi hija lo entendió y no se opuso, ella sabía que él siempre estuvo enamorado de mí.
Mi hija me agradeció por como cuidaba a su hijo, hablamos de otras cosas y quedamos para tratar de vernos pronto.
Los meses pasaron, llegó agosto y mi fecha de parto con él.
Ya de licencia por maternidad, un miércoles siento que rompí bolsa, lo llamo a nacho, que ese día se había quedado por mi situación, agarramos el bolso y nos fuimos al hospital.
Pasadas las 12:30 nace mi hijo/bisnieto, con Nacho decidimos llamarlo Miguel, mi nieto cargó a su primogénito y luego me lo entregó, la felicidad no nos cabía en nuestros cuerpos.
Vinieron mis padres y Don Zoilo a conocer a mi niño, se quedaron unos días y volvieron al pueblo.
Una vez ya en casa los 3 nuestra vida volvió a ser como antes.
Pasaron unos 4 meses, Miguel seguía lactando, y veo que no me baja mi período.
No me preocupé ya que creí que por mi edad me estaba llegando la menopausia, seguimos una vida normal en familia los 3 cuando, por diciembre, me noto rara, mi leche no deja de fluir, las mamas crecieron aun más, saco turno con mi ginecóloga a ver qué me dice, la noticia fue inesperada… Estaba embarazada de 7 semanas, iba a volver a ser madre.
Un sentimiento de felicidad me invadía, pero con él uno de nervios, ¿cómo era posible este embarazo? Y ahí recordé, ni bien nació Miguel no me vino hasta un mes y medio después (octubre) y los médicos me dijeron que era porque los órganos debían volver a regularizarse entonces con mi nieto no nos preocupamos y lo hicimos sin cuidarnos… Ahí estaba el cómo… Llegué a casa y le di la noticia a mi marido/nieto, él no lo entendía así que le expliqué, se puso feliz y me dijo “El regalo de navidad se me adelantó, te dije que ibas a ser madre de más de un hijo mío”.
Nos besamos y empezamos a decidir cómo lo o la íbamos a llamar.
En eso me llega un mensaje de Lucía diciendo que iban a venir a pasar las fiestas con nosotros.
¿Cómo se lo iba a decir lo de mi embarazo, qué excusa le iba a poner ahora?
Bueno gente, aquí concluye esta parte.
Ya la próxima será la última.
Espero que la historia les esté gustando, Si es así, por favor puntuen y comenten.
Saludos
-Till-
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