Borracha
Aprovecho la ocasión en que mi hijastra se pasa de copas.
Cierto día Lis pidió permiso para salir con unos amigos , así que mi esposa no tuvo ningún problema en dejarla ir ya que Lis siempre se portaba bien. Ese día cuando pasé a recogerla y tenía un fuerte aliento alcohólico.
En otra ocasión salió con sus amigas y por la noche le llamaron a mi esposa porque Lis; mi hijastra, se había pasado de copas. Fuimos a traerla y apenas se podía mantener en pie.
Lis ya estaba creciendo y a sus 18 años era una muñeca de piel blanca, delgadita con piernas magras, largas y torneadas deliciosas y unas tetas medianas súper duras y firmes que hacían babear a cualquiera.
En estas nuevas salidas era evidente que había empezado a probar el alcohol, eran sus pininos en el mundo adulto. A los pocos días la historia se repitió. Salió con amigos y después de horas llamaron a su mamá para ir por ella. Cuando llegamos la acompañaban una amiga y un amigo que la sostenían para que no se cayera de ebria.
La llevamos a casa y estaba tan mal que, se quedó dormida en el auto y la tuve que cargar para meterla a su cuarto. Mi esposa muy enojada por la acción, tomó la delantera y se metió a casa sin más. Ahí me quedé solo con ella. Mientras la cargaba recordaba la cara del amigo que nos la entregó. Pensaba que ese tipo tal vez la emborrachó para poder cogérsela después, pero por algún motivo no pudo completar su plan. Y es que, tenía a su merced una linda mujercita completamente ebria a la que le podría haber hecho todo cuanto quisiera, pero afortunadamente para mí, no lo había logrado.
Ahí estaba yo en esos pensamientos mientras me echaba a Lis en hombros para meterla a dormir. Sentí sus redondas piernas en mi cuerpo y aproveché para pasar mis manos por sus nalgas y sus tetas. Ella estaba profundamente dormida. Llegamos a su cuarto y la dejé en su cama, le sobé un poco la concha y ella ni se movió. Me acerque a su oído y le susurré: Regresaré en un rato para darte verga, princesa. Y salí de ahí con una erección tremenda.
Fui a mi habitación y mi esposa se estaba poniendo la pijama para dormir. Murmuraba enojada el castigo que le pondría a Lis mañana por la mañana cuando despertara. Yo me puse pijama y le dije que no se preocupara que son cosas de adolecentes.
Nos metimos a la cama y espere paciente alrededor de una hora, hasta que escuche profunda la respiración de mi mujer. Muy despacio pero de manera natural me levanté como para ir al baño, salí del cuarto y me quedé un par de minutos junto a la puerta entreabierta esperando que mi esposa despertará o diera alguna señal. Mi corazón comenzó a latir muy fuerte y mi respiración se hizo más difícil pero la de ella no. Se mantenía serena y profunda. Me alejé despacio en dirección del cuarto de Lis llegué a la puerta que yo mismo había dejado sin cerrar hace un rato y mi corazón brincaba muy fuerte como queriendo salirse de mi pecho. Llevaba la verga muy dura y podía sentir grandes gotas de líquido seminal mojabando mis calzones y mi vientre. Eche un ojo hacia dentro del cuarto; la luz de la ventana permitía ver que mi hijastra ni siquiera se había movido de la posición en que la había dejado. Afine el oído lo más que pude para percibir la respiración de mi esposa en el otro cuarto y con decisión firme entre. Empareje la puerta y fui directo al oído de Lis y le dije con voz entrecortada «ya vine a darte verga perrita» ella ni se movió. Comencé a chupar su cuello y su oreja con toda la confianza del mundo y uno tardo mucho en lo que ella se empezó a retorcer y a buscar besarme. Metí mi lengua en su boca y con avidez nos tragábamos el uno al otro. Mis manos se metieron por debajo de su blusa y apretaba sus tetas, las pasaba por su abdomen, ida y vuelta. Me saque la verga con toda la confianza del mundo y se la di en la boca para que me diera una mamada con sus deliciosos labios rojos. La agarre por la cabeza y la follaba por la boca como si se tratara de mi puta personal. Mama verga muñeca, mama como te gusta putita. Le decía mientras la jalaba de los cabellos para que se tragara todo mi camote.
Sin más la voltee y le baje los leggins negros que traía con todo y calzones y la puse en cuatro en la orilla de la cama. Empiné su cabeza en el colchón y deje sus nalgotas expuestas y abiertas para mí. Apunte mi verga y se la dejé ir sin piedad en su chocho mojado y comencé un mete-saca duro y rápido. Al sentir mi verga mi pequeña Lis comenzó a gemir cómo puta en celo y para que no se escucharan sus ruidos en la otra habitación le coloque una almohada en la cara y me la seguí cogiendo lo más fuerte que podía mientras le decía. Comete mi verga mami, come verga puta, moja tu peluda pucha para que se trague mi verga completa. Ella gemía y entre la almohada podía ver su boca abierta respirando fuerte mientras yo abría sus nalgas para empujar más mi pene. No aguante más y un gran orgasmo invadió mi cuerpo y dispare grandes chorros de semen hasta el fondo de la vagina de mi hija. Sentí como se mezcló mi leche con sus fluidos y mi verga que no dejaba de empujar se empapó de toda esta mezcolanza. Seguí dándole hasta que mi verga perdió su dureza y la saqué empapada. Le di unas lamidas a su ano, subí sus calzones y sus leggins y la metí a las cobijas para que descansará. Le di un beso en la frente y ella con lo ojos desorbitados y respiración agitada me intentó decir unas palabras y dar un beso en la boca para luego seguir durmiendo la borrachera que se puso.
Al día siguiente despertó muy tarde y aunque no me dijo nada, traía una gran sonrisa y seguramente su conchita seguía llena de mis mecos.
Yo tampoco dije nada de lo sucedido pero tomé la precaución de hacer un pequeño video mientras me mamaba la verga para poder mostrárselo después.
Muy buen relato te la seguiste cogiendo?
Hola, me encanta tu relato, espero seguir leyendo la continuación, me super calentó
Woooooooooooooww! qué delicioso relatoooo!