C A R O L I N A – 2 – Aparecen nuevos personajes.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ya1gor9di4si.
COMO TERMINO LA FIESTA EL VIERNES
Después de disfrutar del primer polvo, mi padre y yo nos tumbamos boca arriba sobre la cama descansando un poco para recuperarnos.
Eran más o menos las 11 de la noche, pero continuaba haciendo calor y seguimos los dos en pelotas.
Me puse a juguetear con su polla mientras bebía pequeños sorbos de la botella de whisky.
Ya había perdido la cuenta de lo que había bebido, -que era mucho-, pero me encontraba bastante bien.
–¿Cómo estás, Carol? ¿Te ha gustado la experiencia que acabas de vivir?
–Estoy cojonudamente bien, perdona la palabrota; me lo he pasado guay, sobre todo después de que me dieras la cocaína, porque ahora ya no me mareo tanto con el whisky.
Pero tengo una pregunta que hacerte.
–Adelante; desembucha.
–¿Antes habías deseado alguna vez joder conmigo, o se te ha ocurrido esta tarde sobre la marcha?
–Joderte, exactamente joderte, no.
Pero sí que desde hace unos cuantos meses te estaba viendo ya de una forma muy diferente.
Ya no te veía como a mi niña; me parecías ya una jovencita muy apetecible, una mujercita y… sí… claro que sí… empecé a tener alguna que otra fantasía erótica contigo; suponía las cosas que tú podrías estar haciendo ya con los chicos y, muchas veces, me ponía bastante cachondo al imaginarlo.
No lo podía evitar.
–En esas ocasiones ¿Fantaseabas con que me jodías?
–Sí, claro.
Varias veces me he masturbado pensando que estabas conmigo en pelotas y que eras tú la que me estaba meneando la polla.
–Así que me imaginabas a mí, desnuda, haciéndote una paja y eso te excitaba.
¿Hasta el punto de querer joderme?
–Claro, pero enseguida pensaba que eres mi hija y que no debía pensar en hacer esas cosas contigo.
–¡Joder, papi! Nunca habría imaginado que fueras tan reprimido.
Entonces, como soy tu hija, lo que hemos hecho esta tarde no lo deberíamos repetir, ¿no?
–No lo sé.
¿A ti te gustaría volver a hacerlo, Carol?
–¡Hostias!; ya lo creo.
A mí no me importa nada que seas mi padre.
¡Con lo guay que me has jodido esta noche! Me gustaría hacerlo todos los días.
Y más de una vez cada día.
¡Ha sido una pasada!
–Pues va a ser difícil, Carol.
Con tu madre en casa no vamos a tener muchas oportunidades más como la de hoy.
–Pero, papi, sabiendo que a mí me gusta y que no me importa, ¿Tú querrías joderme más veces?
–Con mucho cuidado y tomando las precauciones que sean necesarias, por supuesto que te jodería más veces.
–Pues entre hoy y mañana podemos hacerlo muchas.
Hasta que vuelva mama el domingo tenemos mogollón de tiempo.
Además, mamá suele faltar a menudo algún que otro fin de semana.
Podríamos aprovecharlos todos ¿No?
–Tanto como muchas veces, no sé si podré follarte hoy.
No es tan fácil.
No soy supermán.
Necesito descansar.
–Solo te has corrido dos veces, papi.
¿Cuántas veces más te puedes correr esta noche?
–Podré hacerlo una o dos veces más, como mucho, pero correrme mañana otras tres o cuatro veces, no creo que pueda.
–Pues que putada, papi, porque estoy cachondísima y me gustaría estar toda la noche follando; para eso me diste la cocaína, ¿No? Dijiste que se puede estar jodiendo toda la noche cuando la tomas.
–Tú, si podrías; pero no estarías jodiendo siempre con el mismo hombre.
Necesitarías tener a varios para que te jodieran uno detrás de otro.
Tú solo tendrías que abrirte de piernas y recibir en tu coño una polla, y otra, y otra.
Es lo que ocurre en las orgías: muchos hombres joden a unas pocas mujeres.
La cocaína era, sobre todo, a fin de protegerte de los efectos de la borrachera y para que pudieras seguir bebiendo whisky.
–Pues yo entendí que tomando la coca era posible que pudiera joder y beber durante toda la noche.
–Sí que lo puedes hacer, pero haría falta saber con quién más puedes seguir follando.
Yo, más de otro polvo no creo que pueda echarte esta noche.
–Pues vaya una gracia.
Me has hecho la jugarreta del melón, ¿recuerdas? Me has hecho beber whisky, me has dado cocaína -que me ha puesto supercachonda-, y ahora resulta que no eres capaz de seguir jodiéndome toda la noche.
¿Qué puedes hacerme para que se me pasen las ganas de joder que tengo ahora?
–Solo son las 11 de la noche.
Se me ocurre que podrías llamar a esa compi del insti que folla con su padre y su tío y preguntarle si puedes ir a su casa.
Así podrías follar con ellos y serían un par de tíos más.
¿Qué te parece? ¿Te atreverías a hacerlo? Ella te lo ha propuesto ya alguna vez; me lo contaste antes.
Me dijiste que te arrepentías de no haber aceptado su idea de joder con ellos cuando te hizo la proposición.
–Si quieres, puedo llamarla, pero la idea no me gusta mucho.
No les conozco suficientemente a ellos.
–Pues si tanto te ha gustado joder, no siempre lo vas a poder hacer conmigo.
Alguna vez tendrás que hacerlo con otras gentes; incluso con desconocidos.
–¡No me jodas, papi! ¿Me estás diciendo que ya no te importa que folle con cualquiera?
–Siempre que seas juiciosa y no corras riesgos, por mi parte puedes tener sexo con quien prefieras.
De vez en cuando me guardas un turno para que yo también te joda, pero tú disfruta de la vida y del sexo tanto como puedas.
–Cada día que mama tenga trabajo y nos deje tiempo suficiente, lo aprovecharemos nosotros para joder.
Tu polla es cojonuda y me has echado mucha leche.
Mira; tengo los muslos pegajosos de la que me escurre desde el coño.
–Bueno, Carol.
No adelantemos los acontecimientos.
Llama a tu compi.
Si no resulta, intentaré otra cosa.
Estate tranquila.
Tomé mi móvil y llamé.
No lo cogió.
Dejé un mensaje: “Celebrando notas” “Colocada mogollón” “Llama ya” “Loca por verte” “Bueno para las dos” “Urgente”.
Además, le puse un whatsapp lleno de emoticonos favorables.
–Ha saltado el contestador; Le he dejado un mensaje para que responda urgente.
Por si no contesta, ¿Qué es esa otra cosa que intentarías?
–Debes ser muy madura y juiciosa y prometerme que no le contarás a nadie lo que vas a escuchar.
Sobre todo a tu madre.
Arriesgamos seguir manteniendo unida la familia.
–¡Joder, papi! Yo soy la primera interesada en que mamá no se entere de lo de esta noche.
Seré una tumba.
Lo juro.
–Es que lo que vas a oír es mucho más gordo que lo de esta noche.
A fin de cuentas lo de hoy solo nos afecta a nosotros tres, pero lo que te voy a contar afecta también a otras familias.
–Pues cuenta y no me tengas en ascuas.
¿Qué pasa?
En ese momento mi móvil comenzó a sonar.
Me tiré hacia él, ansiosa de saber si era Susi que respondía a mi llamada.
Era ella, y ésta fue nuestra conversación.
S-¿Qué pasa tía; a qué viene tanta prisa y misterio?
C-Verás, es que esta tarde he estado celebrando las notas con mi padre y la cosa se ha desmadrado un poco.
S-¿Qué es lo que se ha desmadrado?
C-Pues que me he tomado unas cuantas copitas de whisky; me he pasado mogollón y al final lo he hecho.
S-No me parece tu voz como de estar muy borracha ¿Qué es lo que has hecho? ¿Has llegado medio pedo a casa y tu padre te ha echado la bronca?
C-No; cállate un poco y deja que te explique.
Las copitas me las he tomado aquí en casa, con mi padre.
El desmadre ha sido entre los dos; copa va, copa viene, una charlita sobre el sexo y, al final, los dos estábamos muy cachondos y lo hemos acabado haciendo.
Vamos, que he jodido con mi padre.
¡¡Hostias!! ¡¡Qué ya no soy virgen!!
S-Y ¿cómo te lo has pasado? ¿Te ha dolido mucho?
C-Lo he pasado de muerte.
No me ha dolido casi nada.
Pero ahora sigo estando muy cachonda… y bien colocada.
S-Joder qué guay.
Enhorabuena.
Ya te dije lo que te estabas perdiendo con tus prejuicios y tus chorradas.
Pero explícame eso de que estás bien colocada.
Suena a que has tomado pastillas o algo así.
C-Una pastilla y una rayita de coca.
Me las ha dado mi padre.
Ahora estoy a mil y con unas ganas locas de polla.
S-Espera… espera… que me aclare, tía.
Dices que has jodido con tu padre, que has tomado una pastilla y una rayita de coca.
Y me dices que te las ha dado él.
¿Lo he entendido bien?
C-Exacto; lo has entendido perfectamente.
S-¡Hostias, qué fuerte! ¿Dónde estás ahora, tía?
C-Estoy aquí; en casa, con mi padre.
Las drogas me las ha dado él para que no me haga efecto todo el whisky que he bebido.
S-¿Tanto has bebido? ¿Cómo para emborracharte?
C-No podría decirte cuanto, pero sí; ha sido mucho.
S-Entonces ahí mismo tienes la polla; aprovéchala, ¿O es que os arrepentís de haber jodido los dos juntos?
C-Qué va.
Estamos contentísimos los dos.
Lo que pasa es que a mi padre ya le he sacado un par de polvos y tengo ganas de muchos más.
Había pensado ir a tu casa y hacerlo también con tu padre y tu tío.
Hoy estás con ellos y dices que siempre que os toca juntos el finde, acabáis follando.
S-Pues hoy has dado en hueso, tía.
Un par de polvos sí que me han echado ya, pero también hemos bebido mucho y están los dos bastante pedo.
No se les volverá a empinar si no les damos alguna cosa estimulante… ya me entiendes.
Si quieres podemos preparar algo para mañana, si es que a tu padre no le importa.
A mí también me gustaría más marcha, pero ya ves el plan.
Habla con tu papi y me lo cuentas; ah, y: ¡¡Enhorabuena!! ¡¡Al fin has entrado en el club!!
C-Por estimulante, ¿te refieres a coca o algo así?
S-Pues claro, joder, pareces gilipollas.
Alguna rayita de coca estaría guay.
A veces me han dejado compartir con ellos un porro, pero la coca no la he olido.
Los porros los suele traer mi tío, que es más joven.
De eso sí que tenemos bastante.
C-Vale, tía.
Se lo explico a mi padre y te llamo ahora.
Puse al corriente a mi padre del contenido de la conversación, haciendo hincapié en que Susi tenía muchas ganas de marcha.
Le dije que era buena gente y de fiar.
–¿Qué sabes de su familia; su padre y su tío?
–Su padre es autónomo, creo que vende seguros.
Del tío no tengo ni idea.
Pero tiene buena pinta; le he visto en el insti, en alguna reunión de padres.
–Pues si estás tan cachonda como dices no habrá otro remedio que ir un poco a la ventura, si quieres disfrutar de alguna otra polla esta noche.
–Papi; eres un cielo.
Llévate algo de coca para ellos, si es que tienes y no te importa.
Susi es una cría fantástica.
Verás como tú también te lo pasas guay con ella.
–Venga, Carol.
Déjate de zalamerías.
Llámala, vístete y no pierdas el tiempo.
Cogeré estimulantes y otra botella, para que no estemos escasos.
Cogí el móvil y llamé a Susi, que se volvió loca cuando le dije que nos esperase.
Llevaríamos estimulantes: coca y algo de whisky.
Dijo que se ponía manos a la obra para despertar a sus “hombres”.
Quería tenerles presentables cuando nosotros llegásemos.
En poco más de media hora estuvimos frente a la casa de Susi; un adosado en una zona turística, poco ocupados ahora que aún no había comenzado la temporada alta de las vacaciones.
Susi nos esperaba con la puerta del garaje abierta para que no dejáramos el coche en la calle.
Mi padre se prendó inmediatamente de ella.
Sus casi quince años, su cara pecosilla y el pelo color zanahoria, le daban un aire de muñequita muy apetecible, prometedora de ser un manantial de todo tipo de goces carnales.
(Hay que ver lo cursi que me ha salido; pero así se queda)
Entramos a la casa desde el garaje.
Nos esperaban el padre y el tío de Susi.
El padre, sobre los 40 años, y el tío bastante más joven.
No creo que pasase mucho de los 30.
Susi los presentó: Javier, mi padre, Fidel, su hermano, mi tío; Antonio, el padre de esta lianta.
Cumplido el rito de las presentaciones de rigor rompimos el hielo.
De mí ya les había hablado antes Susi a sus parientes.
Me había puesto por las nubes como ejemplo de buena estudiante y amiga.
Aceptamos una cerveza, -para mí una novedad-; Fidel dijo que había preparado unos “canutos” y mi padre dijo que hacía años que no los consumía, pero no rehusó y me dio permiso para que yo también participase.
–Hoy vas de acumular experiencias, me dijo.
Alcohol, droga, sexo y, ahora, también un buen canuto.
No seas ansiosa.
Inhala al principio poca cantidad de humo.
Así toserás menos y te hará mejor efecto.
Altérnalo con la cerveza.
Mientras bebíamos la cerveza y fumábamos los porros, la conversación derivó por lo “curiosas” que eran las “niñas” de ahora y lo “despiertas” que resultaban algunas para lo que les interesaba.
Mientras tanto, mi padre se disponía a preparar unas rayitas de coca y a servir unas copitas de buen whisky.
–Susi es una cría muy precoz, dijo su padre.
Al poco de cumplir los 12 ya tuvo su primera aventura sexual –su madre aun no lo sabe y yo me enteré un año después de separarnos-, sólo que entonces ni su madre ni yo lo imaginamos.
Lo disimuló muy bien, a pesar de que todo el curso anduvo con unos y otros de morreo y quién sabe qué historias más, -supongo que bastante más atrevidas-.
Nosotros lo achacábamos a sus ímpetus juveniles, sin más.
Su madre y yo andábamos ya a la greña y Susi bien que se aprovechó de ello.
Enseguida llegó la separación.
Susi no había cumplido los trece.
–Cuando se separaron me vi liberada.
Mi madre dejó de considerarme la culpable y aflojó su vigilancia sobre mí.
Por supuesto que me aproveché bien de ello, dijo Susi.
No veas cómo me puse de follar a partir de entonces.
Mi madre tragaba con todo.
Quedarme en casa de amigas, etc.
Todas mis excusas eran válidas.
–Cuando nos separamos Susi pasó a estar los fines de semana alternos conmigo.
Todo iba bien hasta que, hace poco más de un año, llegó un viernes a casa medio borracha; aún no tenía 14 años y venía del cumple de un compañero.
Dijo que le habían hecho beber en contra de su voluntad.
No quise regañarla y, como yo estaba también un poco alegre, le permití que siguiera bebiendo conmigo.
Acabamos los dos en pelotas en medio del salón, follando como conejos.
Fue entonces cuando me enteré que hacía más de un año que ya iba de polla en polla en el insti y casi se había convertido en una ninfómana: follaba con cualquiera que tuviera “rabo”.
Al poco se unió Fidel a la fiesta y desde entonces somos tres incestuosos.
De vez en cuando Susi viene con alguna de sus amiguitas para que lo pasemos mejor todos.
Suerte que hasta la fecha no ha tenido ningún embarazo, ya que casi siempre follamos a pelo y eso tiene su riesgo.
–No se trata solo de suerte, papá, intervino Susi.
Yo no soy gilipollas y cuando la suerte falla hay que tener recursos, y saber usarlos.
Esas pollas del insti que yo he frecuentado desde hace más de dos años, no son solo de compañeros.
También hay más de un profe que se jacta de haberme llevado al huerto.
Pero son todos unos “pardillos”; se creen unos conquistadores irresistibles cuando piensan que “cae” alguna palomita en sus redes.
Al huerto los he llevado yo a ellos, cuando así me ha convenido, y les he sacado bien los cuartos.
–Joder, Susi; no me vengas a decir que les cobras por dejarte follar.
Una cosa es joder porque te guste y seas una
golfa y otra cosa es cobrarles, como si fueras una vulgar puta, dije yo.
–No les he cobrado por joder.
A mí no me han dado nunca un puto euro por hacerlo.
Pero la pasta que les he sacado ha servido para que yo pudiera pagar cuando mi suerte no ha sido suficiente y me ha hecho falta un aborto.
–Susi, no me digas que has estado embarazada, dijo su padre con sorpresa.
–Pues sí, papá.
Tres veces en este curso.
Cuando he tenido alguna sospecha de estar preñada he buscado un profe facilón, me he dejado “seducir” por él y luego, cuando tenía confirmado el embarazo, le he planteado el dilema: o pagas el aborto, o voy con el cuento al director y a tu mujer y te monto un “pollo”.
Los tres han pagado sin rechistar porque tenía fotos de ellos jodiéndome y no han abierto la boca.
No les conviene a ninguno.
–Pues ya puedes andarte con cuidado, le dije a Susi.
Si ya te has follado a tres no creo que te queden muchos más a los que puedas liar.
Algunos no van a tragar.
Seguro.
–Ya lo sé, pero vuelvo a estar en un apuro.
Ahora me faltan casi dos reglas, así que voy a tener que buscarme otra víctima, pero tengo que darme prisa.
El curso está para acabar y si no lo puedo solucionar antes se echan encima las vacaciones y eso sí que sería un problema: en Septiembre estaría preñada casi de seis meses y no podría disimular.
Mamá se daría cuenta.
Si lo prefieres, pagas tú, papá; lo más probable es que sea tuyo o del tío, porque la mayor parte de los chavales del insti que me follan se ponen condón; esos sí que no quieren líos.
–Está bien, Susi.
Búscate tu mirlo blanco.
Pero date prisa.
No tengo la economía como para asumir ese tipo de gastos precisamente, pero en último caso habría que esforzarse.
Todo lo que sea, antes que tu madre se entere.
Menudo follón nos armaría.
Durante esa charla nos fuimos quitando la ropa y el fin del porro nos pilló a todos ya en pelotas.
Todos cruzamos las miradas, los unos a los otros, calibrando la “calidad” del “género” que se nos ofrecía a la vista.
Susi no quitaba ojo de la polla de mi padre, lógicamente; éste de las tetas de Susi y yo de las pollas de Javier y Fidel que, por su parte, me comían con los ojos el coño y las tetas.
En definitiva: todos estábamos ya muy “salidos”, deseando follar.
–Joder con tu amiguita, Carol, dijo mi padre.
Está preciosa y es una tentación, pero por lo que ha dicho es toda una profesional.
Adiós a mis ilusiones de follarme a una jovencita inexperta.
Claro que de este embarazo, si es que lo tiene, no me podrá culpar a mí.
De todas formas, me la voy a follar como si fuera el último coño que me pueda joder en mi vida.
–¡Hostias, papi! No tenía ni puta idea de todo esto.
Yo soy la primera sorprendida.
¡¡Qué puta eres, Susi!!
–Anda, Carol.
No finjas.
Te brillaban los ojos cada vez que te contaba algo de lo que hacía con mi padre y mi tío.
Tú también lo estabas deseando, pero siempre has sido una miedica.
No pensarías que te iba a contar todo lo que hacía en el Insti.
Ya se rumoreaba bastante y debías suponerlo.
–Pues Carol no va a irse de rositas, dijo Javier.
Para eso la has traído aquí, ¿no?, preguntó a mi padre.
–La he traído porque la tengo tan cachonda que si no os la folláis los dos un par de veces, por lo menos, sentiré que malgasto el whisky y la coca que he preparado.
Así que dejémonos de tanta charla: un buen lingotazo de whisky, una rayita de coca y cada mochuelo a su olivo.
Mejor: cada polla a su coño, que viene a ser lo mismo.
–Los cinco bebimos un buen trago de whisky y esnifamos las rayitas de coca que acababa de preparar mi padre –para mí era ya la segunda de la noche-.
Sería cerca de la una de la madrugada cuando comenzamos lo que para mí fue la primera orgía de mi vida.
No muy numerosa -solo tres tíos-, pero suficientes para ser la de mi iniciación.
La primera polla que acudió a mi coño fue la de Javier, el padre de Susi.
Su tamaño era algo mayor que la de mi padre, sobre todo en grosor, aunque desde luego no bajaría de los 20 centímetros de longitud.
Esa barra de carne tiesa y dura era más de lo que mi pobre coño podía admitir, a pesar de estar ya suficientemente lubricado por efecto de la charla que Susi nos había dado sobre sus embarazos, que hizo que mi imaginación galopase pensando cuándo sería yo la que estuviese en su misma situación.
El fluido vaginal surgió de mi interior como un manantial.
Sin embargo, Javier no tuvo miramiento alguno.
Me colocó a cuatro patas sobre un cojín en el suelo y desde atrás me la enterró hasta el fondo de un golpe brusco.
Lancé un desgarrador grito, que hizo que las miradas de todos confluyeran en mí.
–¡Cabrón! No seas tan bestia; vas a destrozarme el coño.
Aún no tengo 13 años, aullé.
–Perdona, Carol; se me ha ido la pinza.
Pero es que esto es lo que más le gusta a Susi: que se la metamos de golpe hasta el fondo.
Disfruta como una loca con ella dentro.
No te apures que te la saco y lo hago más despacio.
–No me la saques ahora, cabrón.
Me ha dolido un huevo cuando me la has metido, pero ahora me siento tan llena de polla que no quiero que la saques.
¡¡Fóllame todo lo bestia que quieras!! Estoy cachondísima.
–Pues hace mucho tiempo que mi polla no visita un coño tan estrechito como el tuyo, así que te la voy a meter a golpes sin parar hasta que me corra.
Mientras, chúpasela a Félix, para que luego continúe la faena contigo.
Así lo hice y durante más de media hora Javier no paró de meter y sacar su polla de mi coño y yo de chupar la polla de Félix.
Lo hacía poco a poco, o de un solo golpe, a veces lento y otras rápido; alternaba tremendas embestidas con suaves penetraciones.
Me puso más de una vez al borde del orgasmo, pero entonces aflojaba el ritmo y luego volvía a crecer en intensidad.
Poco antes de mi orgasmo definitivo le pedí que arreciara en sus envites.
–¡Vamos, hijo puta! ¡Métemela cada vez más fuerte! No pares ya hasta que me corra.
–Pero es que yo también estoy a punto y te la tengo que sacar para no preñarte.
–Me importa un huevo si me preñas.
Ni se te ocurra sacármela hasta que me corra.
¿Verdad, papi, que no me importa que me preñe? Anda, dile que no me la saque y que se corra dentro de mi coño.
–No sé cómo voy a poder evitarlo, respondió mi padre, así que, Javier: hazle caso a esa puta que tengo por hija; disfruta de ella todo lo que puedas y córrete dentro.
–Pues toma polla, dijo Javier, mientras me la enterró de un solo golpe hasta lo más profundo de mi coño.
–¡¡Así, así, a lo bestia!! ¡Joder, lo que me gusta que me la metan! ¡Sigue, cabrón! ¡Me estoy corriendo como la gran puta que quiero ser!
–Yo también me corro, dijo Javier.
Sentí sus potentes chorros de leche cómo me regaban el coño y me inundaban de placer, mientras mi cuerpo se arqueaba y temblaba de manera espasmódica debido a las intensas convulsiones propias de un tremendo orgasmo.
Una vez que recuperé mi respiración normal agarré la botella de whisky y le di un enorme trago.
No había bebido otra cosa que la cerveza que nos ofrecieron al llegar y en todo el tiempo de la jodida con Javier no probé una gota, y el polvo duró casi una hora.
Saciada mi sed me preparé para recibir de inmediato la polla de Fidel, pero antes dirigí la atención a mi padre y Susi.
La escena que vi era dantesca.
Susi estaba a cuatro patas, arrodillada en el suelo, con los brazos y la parte superior del cuerpo sobre un sillón.
Tenía en la mano una botella de cerveza de las llamadas “litrona”, de la que bebía constantemente, a la vez que ofrecía sus cuartos traseros a la polla de mi padre.
–Vamos, tío.
¡Destrózame el culo! Dices que mi coño está tan abierto que tu polla no lo nota.
Llevo jodiendo casi tres años y la polla de mi padre es de las de campeonato.
Por eso tengo el coño tan dilatado, así que métemela por atrás y hazlo sin miedo; ¡Me encanta que me den por el culo! Luego te enseñaré como me la meten a la vez mi padre y mi tío, para que Carol se muera de envidia.
Es una gozada que te follen dos tíos al mismo tiempo.
Fidel; si me termino esta botella de cerveza tráeme otra.
Quiero emborracharme tope y el whisky no me va mucho; prefiero la birra.
Mi padre disfrutó de lo lindo jodiendo a Susi por el culo, hasta que los dos se corrieron, entre grandes gritos.
Luego Susi se puso a recoger el semen de mi padre que le salía del culo y se lo llevaba a la boca, saboreándolo.
–El semen es algo sagrado.
Transmite la vida y por eso no hay que desperdiciar ni una gota.
–Pues aquí tienes bastante, Susi, le dije yo, al sentir cómo me resbalaba por una pierna parte del que me salía del coño.
Es una parte de todo lo que me acababa de echar su padre.
Susi vino, se arrodilló ante mí y lamió mi coño hasta que no quedó una gota sin rebañar.
Lo tragaba, entre sorbo y sorbo de cerveza, disfrutando como una loca.
Estaba ya medio borracha.
La segunda raya de coca, que acababa de esnifar en casa de Susi, tuvo la virtud de despertar todavía más, si eso era posible, mis ansias de alcohol y sexo, por lo que di un largo trago de la botella de whisky y pedí a Fidel que no dejase que mi coño se “enfriara”.
Eran ya casi las dos de la madrugada.
–Vamos, Fidel; ahora te toca a ti joderme.
No puedes dejar en mal lugar a Javier.
Quiero que me eches un polvo acojonante.
–Pues voy a darte lo que te mereces.
No creas que me voy a apiadar de ti, como ha hecho mi hermano.
Voy a meterte la polla hasta que te salga por la boca.
–Eso espero, cabrón, porque estoy cachondísima.
Lléname el coño de leche para que se la pueda beber luego Susi.
Ya has visto cuanto le gusta.
Durante más de media hora Fidel hizo diabluras con su polla en el interior de mi coño.
Su verga entraba y salía con unos cambios de ritmo endiablados, que me llevaban cada vez a un nivel más alto de excitación.
Mi coño segregaba fluidos a gran velocidad, y eso permitía que mi vagina tuviese la lubricación necesaria para el fácil deslizamiento de la maravillosa polla de Fidel que, a sus escasos 30 años, era un verdadero virtuoso en el arte de la jodienda.
Al menos, eso es lo que me pareció a mí.
Nuestra “actuación” era un espectáculo contemplado por todos los demás: Susi, con su inseparable botella de cerveza, -que casi estaba ya vacía-.
Javier y mi padre recuperándose del polvo que cada uno acababa de echar y compartiendo con Susi un nuevo porro, que a veces acercaban a mi boca para que le diese una larga calada.
Mis gritos crecían y crecían en intensidad; no solo por el trabajo que realizaba en mi coño la polla de Fidel, sino por el estado de sobreexcitación a que me llevaban las tres drogas que tenía en el cuerpo: el porro, la coca y el whisky.
Llegué a un estado de delirio tal que comencé a decir verdaderas barbaridades.
–¡¡Reviéntame el coño, cabrón!! Pero no olvides que también me gusta mucho tragármela.
¡¡Métemela en la boca hasta que me llegue al estómago!! Y preparadme más whisky.
Esta botella está ya casi vacía.
Fidel cumplió mis deseos al pie de la letra, pues me folló la boca a lo bestia y me hizo vomitar unas cuantas veces, hasta que enterró sus casi 25 centímetros hasta el fondo de mi garganta.
–Carol está completamente drogada, dijo mi padre a Susi.
He perdido la cuenta del whisky que ha bebido ya desde esta tarde, pero sigue con ganas de más.
–Parece alcohólica perdida, añadió Susi.
Yo he visto a alguna cría que con mucho menos de lo que ha bebido Carol hace tiempo que ya se habría desmayado.
–Carol lo aguanta porque ya se ha esnifado un par de rayas de coca.
En casa le puse una y hace un par de horas ha esnifado la segunda, le contestó mi padre.
Y, además, ha fumado marihuana aquí esta noche.
–Pues a mí también me gustaría disfrutar tanto como lo está haciendo ella, dijo Susi.
Se ve que se lo pasa guay.
–No te preocupes por eso.
Si nos seguimos viendo ya me ocuparé de que a ti tampoco te falte estímulo.
Me ha encantado tu culo y espero rompértelo muchas más veces.
–Todas las que quieras, respondió su padre.
Susi va a seguir haciendo lo que le salga del coño, así que si lo hace con vosotros estoy tranquilo.
Sé que la cuidaréis bien.
Después de este inciso, que os refiero porque me lo contó mi padre cuando estuve en condiciones de poder enterarme, sigo relatando cómo concluyo el polvo que me echó Fidel.
Durante media hora más soporté sus acometidas, en la boca y en el coño, alternándolas con tragos de whisky y caladas de marihuana.
Al final solo era una pobre muñeca, carente por completo de voluntad, que Fidel manejaba a su antojo.
Únicamente balbuceaba tres palabras: polla; whisky y marihuana -a veces añadía coca-.
Fidel se encargaba de suministrarme polla y los otros tres, completamente “colocados” ya y bastante borrachos, me acercaban a la boca la botella de whisky y el consabido porro.
La puta de Susi, ya muy borracha, grabó con los móviles los minutos finales de mi orgía con Fidel, hasta que llegué al orgasmo más sensacional de la noche.
Estuve convulsionando durante casi dos minutos, de lo intenso que fue.
Gracias a que Susi lo grabó lo puedo contar ahora, porque de aquella noche no consigo recordar casi nada.
Al final acabé hecha una verdadera piltrafa.
Borracha por completo, pero sin llegar a perder el conocimiento; absolutamente drogada, con mis tetas y vientre cubiertos de restos de los múltiples vómitos, y con el semen de Fidel rebosando por mi coño, derrumbada en medio del salón, incapaz de hacer nada por mí misma.
–Estás hecha un verdadero asco, dijo Fidel.
Eres una puta de lo más guarra.
–Ya lo sé, pero me ha gustado mucho, balbuceé.
Pero quiero más.
–Susi -ordenó Fidel-, límpiala.
Quiero verla reluciente.
Susi dio el móvil a Fidel, que siguió grabando, y se puso a lamer mi coño para tragarse toda la leche que salía.
–Las tetas también, dijo Fidel, y Susi cuando acabó de lamerme el coño se puso a hacerlo con mis tetas, para quitar los restos de vómito.
–Ya está limpia, Fidel, dijo Susi cuando acabó.
–No lo has hecho bien.
Tendré que terminarlo yo.
Lo que hizo a continuación fue ponernos a las dos bien juntas, recostadas en un rincón para mantenernos el tronco erguido, y mientras nos seguía grabando con una mano, con la otra dirigió su polla hacia nuestras caras y nos regó con una buena meada.
–Vamos, putas.
Abrid bien la boca y probad este néctar.
Es mucho más sabroso que la cerveza o el whisky: es mi “agüita amarilla”.
Nuestras bocas se llenaron de su orina y la nariz se nos obstruía por lo que, al tratar de coger aire con la boca nos tragábamos parte de su meada, en medio de continuas toses y atragantamientos.
Pero Susi le pedía a Fidel que la siguiese meando.
–Tío; dame toda tu meada.
Está calentita y sabe muy bien, -decía con su voz de borracha-.
Colocadísimos por los porros y ya completamente borrachos por el whisky, nuestros padres se reían muy alegremente contemplando el espectáculo que les ofrecíamos, al tiempo que liquidaban por completo la botella de whisky.
–Javier, míralas como boquean, -decía mi padre-.
Parecen dos pececillos recién sacados del agua que buscan respirar.
Nunca pensé que Carol pudiera comportarse como si fuera una puta.
Y eso que aún le falta dos meses para cumplir los 13 y hoy ha sido su bautismo en todo esto.
Cuando sea como Susi quién sabe lo que será capaz de hacer.
–A mi ya no me sorprende casi nada de Susi, dijo su padre.
Cuando se coloca bien con un par de porros y se bebe unas cuantas cervezas pierde completamente el control; no es la primera vez que lo hace.
Fidel es un cabrón y la tiene conquistada.
Susi hace todo lo que le pide; jamás le niega nada porque adora su polla.
–Pues estas chiquillas parece que nos van a proporcionar muchos días de diversión.
Porque, esto, hay que repetirlo, Javier.
–Cuando quieras.
Susi viene conmigo cada dos fines de semana, así que nos organizamos y ya está.
–De acuerdo, Javier.
Choca esos cinco.
Los dos estrecharon sus manos cerrando el trato.
Eran casi las cuatro de la madrugada cuando todos, incapaces de hacer otra cosa que no fuera abandonarnos al sueño, quedamos tirados en el suelo del salón entre los restos de la orgía.
Así acabó mi debut en el mundo de los placeres.
En una tarde/noche, probé el alcohol, la coca, el sexo, la marihuana y tuve mi primera orgía; ah, se me olvidaba; también probé la lluvia dorada.
A mis escasos 13 años fue un estreno de lo más prometedor.
* * * * *
Mis siguientes pasos los relataré en futuras entregas.
* * * * *
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!