Camping gay con mis dos hijos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Maletas, ropa y ganas en el automóvil rumbo al bosque, en el cual nos hijos y yo pasaríamos 5 días enteros en contacto con la naturaleza.
Comienzo diciendo que soy un hombre de 36 años, padre de dos hijos: Jonatan de 18 y Sebastián de 16, mis hijos y yo practicamos como deporte natación desde niños, dándonos así un gran físico que conservamos al cien y qué es una gran ventaja con las mujeres.
Mis dos hijos tienen cabellera castaña clara y ojos azules, altos y muy bien parecidos.
Brazos fuertes, pecho y abdómenes marcados y un carisma que engancha a cualquier persona desde el primer momento.
En la mitad del bosque, dónde no tenemos más cosas que vegetación, animales y una casa de campaña para dormir nuestra privacidad si hizo prácticamente nula, llevándonos a algo que sería motivo de más noches papá-hijos entre nosotros.
Quiero aclarar que cuando dije "Estar en contacto con la naturaleza" en verdad a eso me refería, al grado de tener que aprovechar la lluvia para tomar duchas naturales.
Al segundo día comenzó a llover fortísimo, y como no teníamos forma de saber si tendríamos agua padre usar en los siguiente días, por lo que nuestra solución fue ducharnos al aire libre.
-¡Rápido, sí quieren bañarse hay que quitarse la ropa y salir a la lluvia!-les grité yo.
Al principio mis hijos se negaron, pues la idea de salir los tres a la intemperie desnudos no se les hacía muy cómodo por cuestiones de pudor.
Admito que igual a mí me sacaba de onda un poco pero para eso estábamos ahí, para experimentar más cosas y principalmente para unirnos más como familia los tres.
Por lo que intenté dar el ejemplo y empezar a desvestirme frente a ellos, pues quería que se sintieran más cómodos y familiarizados.
-Tienen que entender- comencé a explicarles- que quizá no llueva de nuevo en los siguientes días- fuera camiseta-, es por eso que hay que aprovechar cada momento de estos días- fuera zapatos-, digo, no llegamos hasta aquí para sufrir.
-Sí papá, ¿pero no crees que es un poco extremista que vayamos desnudos?- preguntó Jonatan, que siempre había tenido poca vergüenza al hablar.
-Sí ves que no hay luz del sol para secar nuestras prendas,¿Verdad?- expliqué yo mientras me quitaba los calcetines- Se llenarán de hongos sí las dejamos mojadas.
Comprendan chicos, esto será divertido- Fuera cinturón-.
Vamos, que llegamos hasta aquí por nuevas experiencias, ¿No?- fuera shorts-.
Si no están afuera en dos minutos pasarán la noche al aire libre- dije finalizando.
Me di la vuelta, dándoles la espalda, me bajé mis interiores y salí a la lluvia.
Fría y refrescante, yo los esperaba desde fuera viendo cómo temerosamente se iban sacando las prendas quedándose en bóxers ambos.
Sebastián fue el primero en sacárselo y salir a la lluvia.
Al verlo desnudo noté lo extraña y retorcida que era la sisituación, pero verlo a él, el pequeño, alto, fuerte, varonil, guapo y dispuesto a hacer lo que le diga me llenó de ternura y orgullo como padre.
Su mancha de vello castaño en su pubis cubría su pene, el cual tenía la cabeza bien para afuera, tenía un tamaño promedio (y no estaba en erección).
-¡Excelente hijo!
-¡Ésto es rarísimo papá!- gritó él- No me imaginé este viaje así.
Jonatan acababa de salir de la casa, ya desnudo pero cubriendo su pene con su mano, presa del pudor no se entregaba a disfrutar de la situación.
Cuando llegó junto a nosotros, con los colores en el rostro y su mano cubriéndose dijo:
-Cada vez me sorprenden más tus locuras, papá.
-Quita esa mano de ahí, hombre-Le dije como respuesta-.
¿No ves que es requisito para gozar del Dios de la lluvia?
Él, con muecas en el rostro la quitó.
-¡Qué está lampiño!-Gritó riendo Sebastián
-Cállate inútil- le respondió Jonatan pegándole en el estómago.
Al ver que estaba rasurado no le dije nada, pues era parte de las decisiones personales que él tomaba.
Comencé a gritar y a bailar en la lluvia y mis hijos rápido se unieron a mí, disfrutando de los tres en familia.
La situación llevó una cosa a la otra y éstas nos dirigieron a algo que iba más allá de nosotros.
Sebastián comenzó a tocarle el pene a su hermano, masturbándolo, y éste disfrutando de los roces de su hermanito observaba lascivamente.
Lo único que yo hice fue quedarme ahí de pié, viéndolos.
Pronto obtuve una erección descomunal y me dirigí a ellos dos capturado por la excitación.
Ninguno decía nada, sólo estábamos callados disfrutando los tres a la vez.
Pronto los besos, lamidas y miradas estaban en el ambiente de forma común.
Los roces, toqueteos y caricias corrían por el cuerpo de los tres.
Sebastián bajó hasta agacharse y quedar frente a ambos penes (el de Jonatan y el mío), comenzó a lamer el mío y con su mano libre masturbaba a su hermano.
Su lengua recorría experta mente en mi miembro, dándome placer y provocando unos gemidos por mí parte, los cuales excitaban más a mis dos hijos.
De a ratos cambiaba, le masturbaba a mí y lamía a su hermano, el cual con una mano me tocaba el culo y con la otra la cabeza de su hermanito para marcar el ritmo.
Cambiábamos de posición, ahora Jonatan chupando y Sebastián disfrutando.
Entonces decidí besarlos de forma apasionada y románticamente, juntando lenguas y combinado sensaciones.
Jonatan cargó por detrás a Sebastián y yo fui directamente al pene del menor.
Sería el primer pene que chuparía en mi vida y me dediqué a que sea algo especial.
Me pareció algo estupendo, sumamente excitante.
El sabor de la carne, la sensación del vello púbico, el olor, estar todos mojados por la lluvia.
¡Estaba siendo el día perfecto!
Iba por fin a penetrar a alguno, y Jonatan se puso a darle al culo de su hermanito, así que yo le di al suyo.
Hicimos un tren sexual, en el que todos dábamos o recibíamos placer.
Nuestras envestidas eran feroces, provocando gemidos de placer, los cuales hacían perfecta sintonía con el sonido de la lluvia.
Por último conseguimos hacer una masturbación prostática al menor, como abusando de su cuerpo.
El cual llego al orgasmo más monstruoso que hubiera visto.
Jonatan y yo nos corrimos sobre él, y el pobre Sebastián tuvo la mala suerte de que la lluvia acabara paulatinamente, quedándose sucio de semen, el cual luego limpio con ropa sucia.
Entramos a la casa de campaña a secarnos y cambiarnos.
-Les dije que sería divertido- dije sonriendo.
-¡Lo fue!- respondieron al unísono.
-Recobremos fuerzas muchachos, las vacaciones apenas empiezan.
Y fue así como nuestra relación se fortaleció infinitamente, formando así un vínculo entre los tres que nada ni nadie podría romper.
Comencé ese viaje con la idea de conseguir contacto con ellos.
Pero lo juro, no me refería a contacto sexual.
Don embargo no me quejo de nada.
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