Camping gay con mis dos hijos//2//
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
¿Para qué usar ropa? ¿Para qué ensuciarla sí podemos simplemente estar por ahí en pelotas?
Toda la tarde la habíamos pasado mis hijos y yo totalmente desnudos hablando acerca de lo ocurrido, acerca de las grandes cosas que podríamos llegar a hacer y también de un hecho muy importante.
Nadie podía enterarse, ni mi esposa, ni mi hija ni nadie más.
Había caído la noche y decidimos hacer una fogata para calentarnos.
Y eso fue lo que ocurrió.
Estábamos sentados los tres a un lado de la fogata.
Sebastián, que estaba a mi derecha observaba el fuego bailar.
Se veía tan tierno.
A pesar de estar grande tenía un aire de niño aún, el cual me hacía desearlo mucho.
A mi izquierda Jonatan.
El mayor el protector.
Sus músculos bien marcados, es el típico guapetón del colegio, el chico que liga y folla lo que sea que se mueve; uno de los populares.
Me había enamorado de amos (Pero no como padre, no esa clase de amor) me sentía cómo niña adolescente detrás de los hermanos sexis.
Me acerqué a Sebastián y lo besé románticamente.
Un gran beso apasionado ¿En qué momento había crecido? ¿En qué momento había pasado de ser un niño a ser todo un adolescente? Me separé de él y fui directo a Jonatan, besándolo igual.
Él, de forma más experta supo besarme de una forma muy romántica.
Pronto Sebastián estaba teniendo una erección (era como la número 50 en el día).
Comenzó a masturbarse.
-No te toques- le dije yo, e inmediatamente bajé a su pene para hacerle sexo oral.
Lamer de la base al tronco lentamente, saboreando cada centímetro comencé la ronda de la noche.
Mis labios subían y bajaban por todo su pene y con mi otra mano masajeaba sus bolas.
Entonces Jonatan comenzó a hacerme lo mismo.
No me quiero ni imaginar con cuantos hombres ha practicado antes.
Cambiamos de posición, asentando a Sebastián boca arriba.
Comencé a penetrarlo.
Fue muy sencillo, pues tanto mi pene como su culo estaban más que listos.
Su cara se retorcía de dolor y placer.
El ritmo fue más y más rápido, haciendo que suenen las típicas palmadas rítmicas.
Slap slap slap slap slap slap.
Cada vez más y más rápidas, luego lentas, luego sacar u meter, luego rápidas.
Jonatan le puso su pene erecto en la boca, haciendo que el pequeño, mientras era embestido analmente, le realizara una mamada.
Y éste igual cumplió con su parte.
Sebastián se vino sin siquiera tocarse y quedó rendido en el suelo, cansado y recuperando fuerzas.
Jonatan me miró y agarró el rol dominante.
¡Iba a ser la primer vez que me penetren! Comencé a temblar ligeramente por los nervios, todo comenzó a pasar más rápido de lo normal.
Primero me metía dedos en el culo mientras con su mano libre retorcía mis tetillas.
Luego agarró mi pene y lo masturbaba rapidísimo.
Por último decidió entrar.
Su gran erecto pene de hizo espacio entre mi interior.
Sacándome de mi zona de confort.
Dolía muchísimo, pero pronto (como bien sé) ese dolor se convertiría en placer.
Lentamente hacía un mete y saca.
Entonces noté que de por sí el folla lento.
A su ritmo.
Ver en vivo sus movimientos lentos y rítmicos con los cuales me proporcionaba placeres me peonía al mil.
Sólo pónganse en mi lugar, ser follando por mí hijo, ¡el cuál salió de mi pene!
Llegué a un orgasmo bestial, grité y gemí de placer, tirando sobre mi abdomen u pecho una gran cantidad de semen, la cual embarré por todo mi cuerpo.
Mi hijo mayor, al verme aumentó su velocidad.
Y algo que no puedo explicar pasó en mi interior pues no fue un segundo orgasmo, pero sentí algo inefable.
Él, durante su clímax lanzó todo su semen sobre mi pecho y cara, tanto Sebastián cómo Jonatan comenzaron a besarme y a limpiarme el semen de todo el cuerpo.
Aprendan jóvenes, así es como hay que tratar a su padre.
-¡Son los mejores hijos del mundo! ¡Los amo!
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