Chocolate y moras
Adoptar un bebé Afro ¿qué podría malir sal? .
Siempre fuimos un matrimonio feliz, nos casamos jóvenes antes de los 20 años, mientras estudiábamos en la universidad buscamos infructuosamente llegar a tener hijos, somos ambos de contextura delgada, mi marido es de 1.80 de altura, yo soy pequeña de apenas 1.53, ambos de tez blanca, no tengo mucho pecho ni muchos glúteos, mi marido siempre dice que parezco una colegial de 13 años, y la verdad parezco congelada en esa edad, como si no me hubiera desarrollado al igual que mis demás amigas, en fin… cuando terminamos la universidad (en esa época) un día en la carretera nos encontramos un accidente de tránsito, una pareja de migrantes murió y el único que sobrevivió fue su bebé de apenas unas semanas, que estaba bien sujetado a su sillín, mientras mi marido intentó hacer algo por la pareja y llamaba a emergencias yo tome al bebé en mis brazos para tratar de consolarlo; no paraba de llorar, me tenía desesperada, instintivamente descubrí mi pecho y le puse mi pezón en su boca, el bebé comenzó a chupar ¡Dios mío que chupan fuerte! Parecía que me arrancaría el pezón, cuando no aguanté más el dolor (porque las que dimos lactar sabemos que duele mucho las primeras veces), lo quité y volvió a llorar, tuve que ponerlo a mi otro pecho durante un buen rato más, entre tanto llegaron de emergencias y nos ayudaron.
Para resumir todo aquello, nos quedamos con el bebé, primero temporalmente hasta que terminamos los trámites de adopción y luego definitivamente, tuvimos que acreditar nuestros trabajos y demás, pero lo conseguimos.
Ya en casa, entre lo que preparaba su biberón, le solía dar a chupar mis pechos, en pocos días tanto estímulo me hizo dar leche y con eso ahorramos porque dejamos de comprarle fórmula al bebé.
Él era moreno intenso, nosotros caucásicos así que siempre le dijimos la verdad, que era adoptado y que lo queríamos mucho, guarda hasta hoy una fotografía de sus padres biológicos. No pudimos contactar con sus ascendentes de su país de origen, nosotros tuvimos que hacernos cargo del entierro de sus padres biológicos.
Al bebé lo criamos como a nuestro hijo, tanto así que copió el carácter de mi esposo, su forma de hablar, su forma de ser, su forma de caminar, su peinado, TODO, que si no fuera por el color de su piel bien podría decir que era su hijo biológico.
Los años pasaron, con la lactancia mis pechos crecieron un poco, pasé de medir 60–56–63 a 68-60-65 ya tengo unos limones en lugar de mis anteriores “par de huevos fritos”, el resto de mi contextura no cambió significativamente, sigo pareciendo una colegial, una colegial estéril, mis ovarios funcionan pero mi útero es infantil, me quedo embarazada solo algunas horas/días, mi útero no puede mantener el embarazo mucho tiempo, y en aquellos años no era tan común el vientre de alquiler, el solo hecho de comprar preservativos era un dilema en esos lares.
Un día le dije a mi marido que me dejara por otra por una mujer que le pudiera dar hijos, él me preguntó que si el problema fuera de él ¿yo haría lo mismo? Y le respondí que yo no lo dejaría por que yo lo amaba y pues bien, a más de una década de eso, pasó, mi marido se volvió impotente y nuestras noches de sexo desenfrenado se redujeron abruptamente a cero, un cero definitivo.
Nosotros ya con más de 35 años, ante la Nula actividad sexual, a fin de gozar de la vida empezamos a realizar viajes junto a nuestro hijo ya adolescente quien pese a su corta edad estaba ya casi a la misma altura de mi marido, solo que un poco más flaco.
Luego de algunos años de tantos viajes para una ocasión el dinero escaseaba así que tuvimos que rentar una cabaña pequeña mono ambiente en lugar de las dos habitaciones acostumbradas.
Cuando llegamos al lugar encontramos que apenas había espacio, una cama matrimonial ocupaba la mitad de la cabaña y la otra mitad el baño, en el resto sólo permitía un pasillo y lugar para las maletas, no pudimos armar una cama en el piso para mi niño como teníamos pensado así que decidimos dormir los tres juntos en la misma cama, total hacía años que no teníamos intimidad.
El día que llegamos caímos rendidos a dormir la primera noche.
El día siguiente se pasó volando entre visitas a lugares, comidas y demás, muy bonito el lugar y muy buena la atención, hicimos amigos, para esa noche nos invitaron a una fiesta estuvimos bailando los 3 hasta las 20.00 ahí se terminaba el horario de menores, nuestro hijo tuvo que irse, nosotros nos quedamos hasta más de las 22.00 no recuerdo bien ya estábamos bebidos y algo calientes, al menos yo sí que lo estaba pues el pene de mi marido había empezado a ponerse hinchado (Disimuladamente siempre me gustó estar tocándoselo, por eso me di cuenta), así que rápidamente me lo llevé a la habitación, para no despertar a nuestro hijo entramos tratando de no hacer ruidos, nos desnudamos entre besos y caricias como hacia mucho tiempo, pero mi marido no logró una buena erección.
Yo lo recosté en la cama y comencé a chupársela con devoción, sin embargo, la erección no mejoraba. Así como estaba me subí sobre él y comencé a frotar mi vagina sobre su pene, eso me excitaba más y más, estaba hecha un mar de jugos hasta que de pronto escucho roncar a mi marido, por lo bebido que estaba se había quedado dormido, me moví un rato más y luego perdí interés me dejé caer a su lado, quedé recostada entre mi marido y mi hijo, de espaldas en la cama, mirando el techo entre la oscuridad y las tenues luces que se colaban en la habitación, desnuda, con las piernas abiertas, caliente, muy mojada, con una mezcla de excitación y frustración agravada por mi estado etílico, decidí cerrar los ojos e imaginarme que mi marido se abalanzaba sobre mí, ansioso por hacerme suya como antes, debí desearlo mucho porque empecé a sentir como su cuerpo se me subía, me excité más, hasta que sentí como un pene se abría paso en mi encharcada vagina y lo hacía a paso firme, con un tamaño y grosor nunca antes sentido, abro los ojos y entre la oscuridad alcanzo a ver una delgada silueta sobre mí, mientras ese enorme y duro pene termina de hundirse en lo más profundo de mi ser, sería un segundo, tal vez fueron dos, así de desconcierto cuando siento a ese enorme pene Vibrar en mi interior y tras unas fuertes contracciones siento potentes chorros de semen bañar mi claustro. Lo abracé, con una mano lo sostuve de sus glúteos para evitar que se saliera, con la otra de su cuello lo traje hacia mi pecho y le besé la frente a mi niño mientras terminaban sus espasmos eyaculatorios.
Pasamos algunos minutos así, mi excitación en lugar de bajar fue creciendo, sentir un pene caliente y palpitante, tenerlo incrustado tan profundo, sentir su semen escurriendo de mí…. ¡Uf! Incluso hoy que lo escribo y lo recuerdo me estoy mojando.
Comencé a acariciarlo, recorrer su cuerpo con mis manos, su piel era suave, sus músculos tersos, firmes y bien marcados, era una delicia para mí. También empecé a mover mis caderas en círculos, en trazos, su pene estaba perdiendo tamaño y dureza.
Luego de un momento me relajé un poco, él seguía dentro mío, flácido pero aún dentro, recostado sobre mi, nos acariciamos mutuamente, con calma, con cariño, con mucha ternura, besitos por aquí, besitos por allá, primero por mis pechos, luego fue subiendo por mi cuello hacia mis mejillas y finalmente en mis labios, nos besamos por primera vez, él no sabía muy bien cómo hacerlo, le tomé la cabeza con las manos y le fui enseñando, tras unos minutos aprendió muy bien, su lengua me invadía la boca mi lengua también hacia lo propio, nuestras respiraciones se fueron agitando, nuestra excitación fue subiendo, según él me dijo, mi vagina se puso muy caliente y jugosa, su pene comenzó a endurecerse, yo sentí por primera vez cómo poco a poco se fue engrosando, fue creciendo hasta volverse una masa rígida de metal caliente y palpitante; cuando alcanzó su máximo esplendor comenzó a moverse, ¡qué rico sentirlo! Un orgasmo me sorprendió, él no paraba en sus movimientos, de pronto otro orgasmo más me llegó, él seguía como un desquiciado bombeando sin parar hasta que me llegó un tercer orgasmo mucho más fuerte que todos, mi niño gimió y se recostó cansado sobre mí para recobrar el aliento, yo aún disfrutaba mi clímax orgásmico.
Estuvimos quietos unos minutos más, hasta que un fuerte ronquido de mi marido nos trajo al mundo real, nos habíamos olvidado que él yacía durmiendo su borrachera al lado nuestro.
Las piernas me dolían así que quite a mi niño de encima, él volvió a su lugar en la cama yo estaba tratando de pensar, de meditar sobre lo ocurrido, cuando siento que él me empuja, instintivamente me muevo para quedar recostada de un costado dándole la espalda, rápidamente siento como él me toma de las caderas con las manos así de cucharita, luego siento que su pene busca hasta encontrar mi entrada, y por lo húmeda que estaba fácilmente se va hundiendo en mi interior, ahí caigo en cuenta que él todavía no había eyaculado por segunda ocasión, así que en afán de corresponder el placer que me dio, encorvo la espalda y me entrego a él “de cucharita” le tomo de la cadera, le acaricio la pierna que tenía a mi alcance, él me penetra deliciosamente, me jala hacia él me toma de las tetas, me vuelve loca de placer mientras allí en la oscuridad veo la silueta de mi marido dormir a centímetros de nosotros…
Mi orgasmo llegó, por primera vez en esa posición, me dejé ir con él, lo apreté con todas mis fuerzas, él reaccionó tomándome más fuerte de las caderas y hundiendo su pene lo más profundo que pudo ponerlo, sentí su pene palpitar y volverme a llenar de potentes chorros de semen caliente, esa sensación prolongó mi orgasmo por varios segundos más.
Él me besó el cuello, me abrazó y por lo cansados que estábamos nos quedamos dormidos mientras aún sentía como su pene iba perdiendo su erección estando dentro de mí.
Al día siguiente no sé muy bien a qué hora desperté, estaba recostada de lado, mi marido ya se había levantado, no estaba en la cabaña, me dolía la cabeza, tenía algunos recuerdos de la noche anterior y como de un sueño que me habían hecho el amor. Estaba desnuda, me sentía pegajosa, había un fuerte olor a semen y sexo en el lugar, aún no había acabado de despertar mientras trataba de ordenar las ideas en mi cabeza bajé una de mis manos y me topé con el brazo de mi hijo rodeando mi cintura, mi corazón empezó a agitarse ¿Será que el sueño fue real? Sentía mi vagina “parcialmente ocupada” y algo dolorida ¡Oh rayos! ¿Será posible?… levanté una pierna para examinarme lo pegajosa que estaba y ahí casi se me detiene el corazón, estaba toda empapada de restos de semen y fluidos míos… tocando un poco más encontré lo peor “un pene flácido aún alojado en mi interior” al tocarme también sentí sus pelotas bien pegadas a mi vagina, mi mano quedó empapada en jugos medios secos que continuaban saliendo de esta pecaminosa unión.
Me mordí los labios para no gritar, mi hijo seguía durmiendo, sentía su pausada respiración en mi espalda, me quedé inmóvil, paralizada, congelada, no sabía ni qué hacer, ni qué pensar, era una situación innegable, había tenido sexo con él y muy a mi pesar lo había disfrutado grandiosamente, seguro quedamos tan cansados que no nos movimos en toda la noche…
Estaba ahí absorta en mis pensamientos y recriminaciones cuando me percato de ligeros movimientos dentro de mi vagina, primero suave luego ya más pronunciadamente su pene se fue hinchando, fue creciendo más y más, fue reclamando más espacio dentro mío, y más duro y más dentro y más grueso y más hinchado… ¡y que me vuelve a ganar la maldita calentura…! Me empecé a mojar al sentirme nuevamente invadida… ¿Qué voy a hacer ahora? Lo de anoche lo podría pasar por borracha, pero lo de hoy ya no… ¡pero estaba tan delicioso ese pene! Tan delicioso que al cabo de un momento me encontré moviendo mis caderas para darme placer con él… estaba bien duro, podía sentir las venas que se trenzaban alrededor del cuerpo de su pene, el cuello seguido de la cabeza en forma de hongo que mi vagina envolvía y apretaba para darme aún más placer… estaba embobada, hacía años que no me daba el gusto, me olvidé de todo y me dejé llevar, moviéndome suavemente para no despertarlo me aprovechaba de su erección matutina hasta que el placer me superó y me llegó un delicioso orgasmo.
Algún movimiento fuerte debí hacer, tal vez mi vagina estranguló demasiado fuerte su pene, como él me dice que suele hacer, la verdad no sé, pero cuando volví en mi del orgasmo que tuve, mi hijo ya estaba despierto.
Me “desenfundé” de su pene, estaba cansada de la posición. Al darme vuelta descubrí su cuerpo y apareció ante mi lo que años atrás apenas era un caramelito ahora era toda una enorme Barra de Chocolate con una cabeza Color Morado que de solo verla imponentemente erguida y desafiante se me antojó otra ración más de “Chocolate y Moras”.
Sin decir una sola palabra sujetando firmemente su pene me subí a Cabalgarlo, cuando estuve sobre él puse la entrada de mi vagina sobre la cabeza de su pene y mirándolo a los ojos fui bajando mis caderas muy lentamente sintiendo como milímetro a milímetro me iba abriendo, dejé solo la cabeza dentro unos instantes, luego la saqué, volví a engullir solo la cabeza, luego otra y otra vez más, era delicioso sentir como me abría, luego de un rato de jugar así me dejé caer sobre él muy lentamente sintiendo como iba entrando más y más hasta donde nadie nunca antes me había llegado, cuando logré terminar de devorar su pene tuve que esperar un momento para que mi vagina se acostumbre a sus dimensiones mientras lo seguía bañando en mis jugos, pues estaba cada vez más excitada y en esta posición la tenía dentro en toda su longitud.
Comencé a moverme lentamente de arriba hacia abajo, luego en movimientos circulares ¡Qué placer! Poco a poco me iba dejando llevar al orgasmo, entre tantos movimientos empecé a sentir que su pene se ponía mucho más rígido, entonces empujé para metérmelo aún más profundo a todo lo que pude y comencé a hacer cortos movimientos rectos de adelante hacia atrás, solo mis caderas, pegándome bien podía incluso estimular mi clítoris en su pubis al mismo tiempo mientras sentía como la cabeza de su pene se hinchó como un hongo, ¡se puso enorme!, se volvió como un mazo en mi interior eso me excitó más y crecía más y me excitaba más cuando de pronto su pene explotó semen en mi interior y esa sensación me llevó al orgasmo (fue la gota que derramó el vaso) pero fue uno fenomenal, yo prácticamente empecé a convulsionar sobre mi niño mientras él seguía fertilizándome, fueron segundos muy intensos, en mi interior había una batalla entre mis contracciones contra sus chorros de esperma, sentí que el corazón se me detuvo unos instantes, realmente fue alucinante.
Caí desfallecida sobre su pecho, no me quedaban fuerzas, apenas podía mantener la respiración, él con mucho cariño me acariciaba la espalda, jugaba con mi pelo, me besó la frente, estuvimos un largo rato así, aún unidos carnalmente. De hecho, su pene no había salido de mi vagina desde la noche anterior, jajaja.
Cuando me repuse, nos levantamos, así en silencio le tomé de la mano y nos fuimos a bañarnos, fue muy caballeroso mi niño, yo lo enjaboné y él a mí nos lavamos muy bien, ahí pude observarlo y apreciarlo mejor, era un crío bastante desarrolladito, puse especial énfasis en su pene, por unas cuestiones médicas lo tuvimos que hacer circuncidar, así que se le veía la cabeza abajo con un buen tramo de cuerpo flácido antes de llegar a su escroto de respetables bolas y un pubis comenzando a tener vellos, me llamó la atención que su pene no perdía tanta longitud estando flácido, calculo que en aquel tiempo erecto mediría alrededor de unos 17 a 18 cm de largo y estando flácido estaría alrededor de unos 14 cm, “¡con razón alcanzaba para quedarse dentro mío aunque no tenga erección! ¡Claro como no tengo mucho culo me entra practicante todo directo!” Me dije mientras lo lavaba prolijamente. Eso fue lo más sobresaliente de ese momento.
Él terminó de ducharse, luego cuando yo estaba terminando siento que me toma desde atrás por las caderas, su pene rígido buscaba mi vagina, puyando por aquí y por allá hasta que la encontró ¡Santo cielo! ¿pero acaso no eyaculó hace solo unos minutos? Me preguntaba mientras lo sentía invadiendo mi cuerpo y agitarse detrás mío en un frenético movimiento de un delicioso vaivén, tuve que apoyarme en la pared para resistir sus fuertes acometidas y levantar la cola para darle mejor acceso y disfrutarlo también.
Así mientras el tibio agua de la ducha recorría mi piel, y mis posaderas eran la base firme para sus arremetidas, me vino un orgasmo, muy delicioso, no tan intenso como el anterior pero aún así lo disfruté bastante, luego del cual acompañé más fervientemente sus movimientos hasta lograr su eyaculación, ahí lo apreté muy bien ordeñándole hasta la última gota de su semen. Logré así apaciguarlo dejándolo satisfecho, al menos por el transcurso del día.
Nos separamos, tuvimos que volvernos a duchar.
Antes de salir del cuarto de baño, le di un beso en los labios que me correspondió muy bien, luego le dije “ahora te portas bien”, él asintió con la cabeza, yo le besé la frente dejando mi papel de mujer para retomar mi papel de madre y salimos de la ducha, nos vestimos y fuimos en busca de mi marido.
Estábamos muy nerviosos, teníamos miedo que mi marido se hubiera dado cuenta, no nos quedaba de otra, lo hecho, hecho estaba en ese momento solo esperaba sobrevivir al asunto, no sabía cómo iba a reaccionar mi marido.
Lo encontramos en el restaurant cerca de la playa, estaba bebiéndose una cerveza en una mesa alejada del lugar, una mesa media extraña debajo de un árbol en medio de la nada. Honestamente no sabía cómo dirigirme a él, ni qué decirle, por suerte él interrumpió el silencio.
– ¡hasta que por fin se levantaron, par de dormilones! vengan siéntense, pidan algo de tomar en un momento servirán el almuerzo y tenemos que hablar.
Resulta que mi marido recibió una llamada de su trabajo, le ofrecieron un nuevo puesto, su sueldo mejoraba, sin embargo, debería estar en viajes intercontinentales durante meses, lo aceptó, así que bebimos para celebrarlo.
Ese día nos fuimos a la cama temprano, mi marido estaba bastante subido de alcohol, llegó y cayó dormido casi de inmediato, yo estaba recostada de lado mirando hacia mi marido, dándole la espalda a mi niño, tratando de dormir.
No sé qué tiempo pasaría, pero una fuerte punzada me despertó, sentí un duro pene buscando meterse dentro mío.
Detuve a mi niño, suavemente nos movimos, volví a recostarlo y me subí sobre él, esta vez mirándonos frente a frente en la oscuridad de la noche, tomé su pene, lo apunté y me lo fui metiendo poco a poco hasta tenerlo totalmente dentro mío.
Nos besamos apasionadamente mientras me quitaba la ropa tratando de hacer la menor cantidad de ruidos y de movimientos, me gusta hacer ese poco de tiempo para poder terminar de lubricarme bien. Luego con una mano le tapé la boca, con la otra tomé una de sus manos y la subí a mis pechos, le enseñé a tocarme a estrujarlos, me acariciaba también la cintura, mientras yo mantenía un movimiento suave sobre su pene.
Nos volvimos a besar, él acariciaba mi cuerpo, recorría la piel de mi espalda hasta llegar a mis glúteos, luego volvía a subir.
Así me fue llenando de placer hasta que me llevó a un orgasmo que tuve que sofocar para no Despertar a mi marido.
Yo ya sentía su pene muy, muy rígido, como a punto de terminar. Él me tomó, me bajó, me puse mi bata, nos acomodarnos de cucharita y me lo volvió a meter, no hizo falta muchos movimientos para empezar a sentir su semen caliente brotar de su pene directo a llenar el fondo de mi ser.
Cuando terminó su orgasmo, se abrazo de mí, me dio un beso en la espalda y nos quedamos en la misma posición.
La mañana nos sorprendió, otra vez con el pene de mi niño alojado en mi interior. Esta vez no dio tiempo para continuar, es más tuve que separarme de él disimuladamente para que mi marido no se percatara de que mi vagina su pene aun alojaba.
Se nos acabó el viaje, debíamos acomodar todo y volver a casa, pues en la tarde mi marido debía estar listo en el puerto de embarque.
Llegamos a casa, preparamos el equipaje a mi marido, lo acompañamos al puerto.
– Me voy contento y tranquilo sabiendo que te dejo en buenas manos – dijo mi marido cuando nos despedimos.
Hasta que el buque zarpó y lo que demoramos en volver a casa llegó la noche. Preparamos comida, cenamos, nos dimos una ducha cada cual por su cuenta, y nos fuimos a dormir en nuestras habitaciones respectivas. Hasta ahí, todo normal.
Luego de recostarme no podía dormirme, los recuerdos de lo vivido me tenían muy caliente, tanto que me terminé desnudando y masturbándome con ansias, estaba con la vagina toda encharcada cuando veo en la oscuridad de mi cuarto cómo de pronto se abre la puerta:
– Mamá, no puedo dormir – me dijo, mientras alcanzaba a observar su silueta como si estuviera desnudo.
– Entonces ven aquí – le dije mientras así recostada en la cama abría mis piernas para él.
Rápidamente se abalanzó sobre mí, lo primero que hizo fue enterrarme su pene hasta el fondo, lo hizo antes de siquiera terminar de acomodarse en la cama.
– ¡Huy… mamá! ¡Esta muy caliente, me quema! – me dijo.
Yo no le respondí nada, lo abracé y lo traje hacia mí para besarnos, hicimos el amor muy rico, nos entregábamos sin restricciones, el roce de su piel, la fuerza de sus movimientos, el tamaño de su pene invadiendo mi ser me dio mucho placer, no recuerdo bien cuántas veces logró llevarme al orgasmo esa noche, solo recuerdo que luego que él eyaculó, antes de perder su erección nos pusimos de cucharita y me volvió a meter su pene otra vez para dormir ahí dentro mío.
Así vivimos nuestra primera noche juntos.
A la mañana siguiente aún amanecí con su pene dentro mío, eso se tornó en una situación bastante recurrente, cada ocasión en la que quedábamos muy cansados o que estábamos bebidos simplemente no nos movíamos en toda la noche y nos despertábamos aún unidos por nuestros sexos. Las noches calurosas cada cual dormía como una estrella de mar atropellada.
Nos tuvimos que organizar para no perder la cordura y no hacernos encontrar con nadie.
Como yo también trabajaba, de lunes a viernes nuestros encuentros fueron principalmente nocturnos, los fines de semana y los días festivos se convirtieron en días de sexo desenfrenado. Cerrábamos las cortinas y lo hacíamos por toda la casa, en la sala mientras veíamos Tv, en la cocina mientras preparábamos el almuerzo o la cena, en el cuarto de lavado, en un rincón del jardín, incluso lo hicimos en el techo de la casa que estaba en construcción, también en casa de mis padres, en casa de mis suegros, camino a casa de ellos, en los viajes hacíamos, cada que teníamos oportunidad lo hicimos.
Luego de unos meses de haber iniciado, vi que las notas del colegio de mi niño bajaron, así que tuve que entrar en “Huelga de piernas cruzadas” duramos 4 días, no pudimos soportar más tiempo, él me prometió solemnemente que se aplicaría mejor en el colegio, pero que le diera una ayudadita porque ya le Dolían los huevos de los llenos que estaban. Una enorme ración de semen más espeso y amarillento me dio cuando nos reconciliamos esa noche. Él cumplió su promesa, nunca más tuve que hacerle huelga.
Cuando llegaba mi marido las primeras veces era un suplicio ya que teníamos que darnos modos de hacerlo a ocultas de él, recuerdo que la primera vez aguantamos solo 2 días sin tener intimidad, ya el tercer día esperé a que mi marido comenzara a dormir su siesta, le cerré la puerta de la habitación y me fui corriendo hacia la habitación de mi niño, estaba muy excitada desde que se me vino el plan a la mente, hasta que finalmente mi marido se durmió yo ya estaba totalmente empapada, rápidamente llegué al cuarto de mi hijo que queda separado de la Suite por el comedor y la cocina, esta practicante al otro lado de la casa, mi niño al verme se levantó de la cama, yo le hice señal que no hiciera ruidos, me giré en el mismo portal para verificar si había señal de mi marido, cuando mi niño me tomó por las caderas, levantó mi falda y arremetió con fuerza contra mí, según me comentó después, estaba tan encharcada que literalmente mi vagina estaba goteando cuando llegué, fue muy delicioso y excitante hacerlo apoyada contra el portal, sin hacer muchos ruidos, sentir como me penetraba una y otra vez hasta sentir brotar su semen en mi interior, llegamos juntos al orgasmo. Al ver que mi marido no despertó aprovechamos para abrazarnos y besarnos hasta que el miedo de ser encontrados nos superó y nos separamos.
Días después me encontraba en el cuarto de la lavadora, vino mi marido a comentarme que saldría a tomar unas cervezas con sus amigos, luego escuché que se despidió de muestro hijo y salió de casa, yo estaba en mis labores cuando al cabo de unos minutos después escuché que mi hijo venía corriendo, llegó como un animal embravecido, no me dijo nada, llegó y me tiró sobre la ropa que estaba en el piso, me acomodó a lo perrito e inmediatamente me levantó el vestido y como no traía ropa interior me Penetró directamente, fue algo doloroso porque yo aún no estaba lista, pero el sentirlo dentro, la fuerza con la que me sujetaba y lo duro que me penetraba me excitó rápidamente, me sentí “deseada”, pronto estuve acompañando el ritmo de sus embestidas, hasta que llegamos al orgasmo juntos una vez más. Luego del cual nos recostados en el piso a recuperar fuerzas.
Al rato la máquina de lavar terminó su ciclo, saqué la ropa, metí otro tanto, programé, fui a tender al sol la ya lavada. Al regresar paso por el cuarto de mi hijo, él estaba en la cama estudiando, yo entré y como una gatita me acurruqué a su lado, empecé a tocar sus brazos, su cuerpo, no sé si fue mi excitación o eran restos de su semen los que me tenían toda empapada, esa vez fui bajando mis manos hasta meterlas dentro de su pantalón deportivo, tomé su pene morcilloso y lo fui acariciando muy suavemente sintiendo como poco a poco se iba poniendo más rígido, luego lo liberé de su prisión, se veía imponente, mmm apetitoso… me fui acercando a él y le di un besito en la cabecita, su fragancia era una mezcla de semen y mis fluidos vaginales, no me importó, me lo empecé a comer todo, me devoré toda esa hermosa barra de chocolate, así fue la primera mamada que le hice a mi niño, saboreando su glande enorme y morado, metiéndome todo lo que alcanzaba hasta llegar a mi garganta por breves segundos, me acomodé para mirarlo de frente a los ojos mientras se la chupaba, sus gestos eran de un placer divino, hasta que sentí su pene vibrar, y su glande se hinchó tanto que se quedó parcialmente atorado en mi boca, no pude sacar su pene de mi boca y tuve que recibir toda su descarga seminal, casi me ahoga, me comí entero todo lo que pude, algunas gotas se escaparon mientras yo aún degustaba sus últimos espasmos eyaculatorios, cuando su glande se deshinchó lo pude sacar estaba agotada. No hicimos más nada por temor de que llegara mi marido y nos encuentre.
Con el tiempo fuimos practicando para que él aprenda a controlar su reflejo eyaculatorio, al cabo de 1 año de arduo esfuerzo se hizo todo un experto a tal punto que eyaculaba sólo cuando él quería hacerlo o cuando yo le aplicaba mis movimientos secretos. También aprendió a besar, a acariciar, a tocar a una mujer y hasta a hacer cunnilingus de una manera sublime. Mucho ayudó que no se tenga que masturbar, porque si lo hacen (masturbarse) muy “a la rápida” terminan siempre rápido, eso no pasó con mi niño, él siempre me tuvo disponible para satisfacerlo.
Tanto sexo hizo que se me abulten un poco más mis labios mayores, mi hijo que comenzó siendo solo un adolescente, su pene le fue creciendo, para cuando estaba por terminar la secundaria llegó a su tamaño final de casi 25 cm de largo y 22 cm de circunferencia, aunque cuando está por eyacular se siente que su pene se engrosa más. Por la frecuencia con la que tuvimos relaciones sexuales podría decir que “su pene practicante creció en mi interior” pese a lo pequeña y delgada que soy, mi cuerpo se fue adaptado a él a medida que este iba llegando a su tamaño adulto.
Cada que tenemos relaciones si me pongo en determinada forma, con un poco de presión en mi bajo vientre casi llegando a mi ombligo, puedo acariciar la dureza su pene por sobre mi vientre, que en cierta forma queda ligeramente abultado.
Su tamaño en flácido también cambió, quedó siendo casi 19 cm, que cuando se quedaba toda la noche alojado en mi interior me despertaba ricas sensaciones al momento de retirarlo la mañana siguiente. A mi hijo le gusta mucho quedarse así, unido a mí, dice que “es el cordón umbilical que une al hijo con su madre”
Yo rejuvenecí, traté de alimentarme mejor, de hacer ejercicios, logré marcar mejor mis glúteos, pequeños, pero bien duritos y redonditos, también mis piernas, en general me puse más bonita y eso les gustó mucho a mis amores, pero en especial a mí misma, me veía bien y me sentía muy bien, me sentía una mujer plena.
Lo malo, no volví a tener noticias tan seguido de mi periodo, eventualmente tenía alguno que otro sangrado que según averigüé eran debido a que mi óvulo fertilizado no conseguía anidarse en mi útero y finalmente era expulsado, era algo triste no poder concebir pese a tanto amor, tanto sexo, tanto semen derramado en mi interior.
Para consolarme me enfoqué en tener más placer y dar como una bendición el no poder concebir para así disfrutar plenamente de la hermosa sensación que es sentir a mi niño eyacular en mi interior una, otra y otra vez.
Si les relatara cada una de las ocasiones que hicimos el amor esto se convertiría en un cuento sin fin, así que relataré resúmenes de las situaciones que mejor recuerdo.
La primera semana aún llevaba ropa interior en casa, ya después opté por llegar, cambiarme de ropa, ponerme un vestido sin nada debajo, es que ni bien llegaba del trabajo me llevaba al dormitorio y hacíamos el amor como dos amantes, así rápido, directo al asunto, con fuerza y dureza buscando llegar al orgasmo rápido. Luego nos preparábamos la cena, después de cenar una ducha, a veces un rapidín en la ducha si es que nos bañábamos juntos, y sagradamente antes de dormir, ese ya era como marido y mujer, es decir, con todo el tiempo del mundo, una entrega total a la pasión y al amor, con muchos besos, muchas caricias, todo tipo de posiciones sexuales, vivíamos un idilio.
Se hizo común que mientras cocino se me acerque por la espalda y me abrace la cintura, me pregunte por el estado de la comida mientras va subiéndome el vestido y mientras conversamos me vaya intentando penetrarme, ese juego, sentir su fuerte agarre, su respiración en mi nuca, su voz, me excita muy rápido, a veces me apoyaba en la cocina, el mesón o la mesa, levantaba la cola y abría las piernas para que me haga el amor otras veces terminaba en 4 sobre el piso de la cocina recibiendo todo su amor, y algunas menos lo sentaba a él en alguna silla y lo cabalgaba o me sentaba yo al borde y lo recibía, luego tenía que ir a asearme rápidamente para no manchar los muebles y el piso.
Hablando de muebles, tuvimos que ponerle protección extra al juego de sofá de la sala, con frecuencia mientras veíamos Tv nos íbamos abrazando, tocando, besando y muchas veces la excitación no nos dejaba llegar al dormitorio.
Mi marido de uno de sus viajes le trajo un nintendo a mi niño, con varios juegos, (Nintendo, Play Station, atari, no sé qué era, pero era uno de esos) y a él le gustaba mucho conectarlo en la Tv y jugar en la sala (no teníamos más Tv) al principio todo bien, pero ya luego un fin de semana en sus vacaciones se puso a jugar y no me atendía, en otras ocasiones no habría problema pero ese día yo estaba “particularmente urgida” por así decirlo y él no hacía caso a mis insinuaciones, no tuve más elección que intervenir directamente.
En principio quería tomar el nintendo y romperlo, luego fui razonando mejor y finalmente esto pasó:
Me di una ducha, me sequé bien el pelo y salí solo con la bata puesta, llevé unos bocadillos a la sala y fuimos comiendo mientras lo miraba jugar, ambos sentados en el mismo sofá, luego fui deslizando mis manos hasta tocar su pene, lo acaricié un poco por sobre su Shorts, al ver que se acomodaba para darme acceso mientras seguía jugando, metí mis manos dentro de su ropa para tocarlo directamente, así con ambas manos poco a poco lo fui haciendo reaccionar mientras le pedía que me enseñe a jugar nintendo, él me iba explicando el juego, yo no le entendía nada, ni atención le prestaba, luego se levantó cambio el juego de la consola y se volvió a sentar, yo aproveché la oportunidad para quitarle su ropa y volví directo al ataque, esta vez con su enorme barra de chocolate libre comencé a darle besos, primero en la cabeza morada luego bajando para después volver a la cabeza…
– Mamá ¿le gusta este juego? – era uno de carreras.
Yo sin sacarme su pene de la boca le dije:
– UJUMM – dando entender que sí
– Entonces tome el mando que le enseño, mamá.
Yo me saqué el pene de la boca, rápidamente me incorporé, me puse delante de él, subí la bata y me senté sobre su pene, incrustándomelo todo hasta el fondo mientras tomaba el mando del nintendo. Quedé dándole la espalda.
Mi niño gimió.
– Mamá estás muy calientita – me dijo
– ¿Ahora qué botón presiono? – le respondí haciéndome la desentendida.
Él me fue explicando qué botón era para cada cosa, me fue guiando, yo me chocaba mucho en el juego ese al principio, ya luego lo fui dominando.
Cada tanto contraía mi vagina o hacia algún movimiento de caderas para mantener rígida esa enorme barra de chocolate dentro de mí.
Luego de varias partidas solo mías, jugamos una partida doble entre los dos, yo aproveché de moverme sobre él estimulando su pene que estaba duro como una roca, ya cerca del final de la carrera logré desconcentrarlo haciendo que se choque y yo terminé ganando, eso fue muy divertido, tenerlo dominado por el pene, humillarlo en su juego favorito, jajaja.
Dejamos los mandos, cominos lo que quedaba de los bocadillos, yo seguía con él totalmente rígido dentro mío. Le di un besito, le pregunté si le gustó jugar Nintendo conmigo, me dijo que sí, que yo era la mejor mamá del mundo, nos volvimos a besar luego le dije que a mi también me gustó jugar Nintendo con él y que me llame para enseñarme a jugar los otros videojuegos, con un guiño en el ojo, él me juró que lo haría. Yo me “desempalé” de él, tuve que pararme por completo para terminar de sacarme su pene, ese enorme palo que tiene. ¡Hora de dormir! Le dije, y ya nomás a lavarse los dientes y darse una ducha, lo mandé así todo empalmado, por más que intentó continuar el acto sexual no lo dejé.
Luego del aseo nos fuimos al dormitorio y ahí sí que me dio una memorable cogida, también tuvo una copiosa eyaculación, me dio la impresión que fue el doble de semen que acostumbraba recibir, parece que el tenerlo bastante tiempo excitado ayudaba a aumentar su cantidad seminal. Yo lo disfruté mucho, demasiado podía decir. Sobra contar que en otras ocasiones lo volvimos a repetir, una vez incluso me puso en 4 frente a la Tv, colocó el plato de los bocaditos en mi espalda y me iba cogiendo mientras jugaba y comía, fue algo humillantemente excitante. ¿Qué más me quedaba? Si él pese a lo bastante crecido que estaba todavía era un crío y a los críos les gusta esos juegos. Para las siguientes veces no dejé que ponga el plato sobre mi espalda, es que por el movimiento se terminó cayendo y se derramó entero por el piso, luego soy yo la que tiene que recoger eso y no me gusta.
En esa casa teníamos dos jardines uno delante y otro atrás, en el de atrás tenía hermosas flores y arbustos ornamentales (no creo que haga falta mayores detalles de los tipos y demás), yo la tenia dividida en pequeñas parcelas con algunos pasillos que me permitían entrar y regarlas con agua, podarlas o recoger las flores.
Una noche sin luna, esas oscuras con cielo despejado, pusimos la radio con alto volumen y nos fuimos al jardín, yo preparé unas bebidas estamos sin luces compartiéndolas, cuando justo empecé a comentarle de mi jardín y los cambios que hice, él me dijo que vayamos a verlo, yo le decía que no lo podríamos ver, él insistió que fuéramos hasta que me hizo llevarlo, entramos por los pasillos, era justo primavera, todas mis flores estaban sonrientes y soltando sus deliciosas fragancias, llegamos al lugar, que estaba en la mitad, le fui explicando cuando él desde la espalda me abrazó (el ya era más alto que yo desde antes de todo esto) me tomó por la cintura, luego subió a acariciar mis pechos, yo seguía explicando cuando siento que me levanta el vestido, se saca el pene, lo escupe para lubricarlo, me empuja hacia adelante y me penetra. Yo apenas podía resistir sus embates, terminé poniéndome en 4 para recibirlo, fue hermoso el aroma de mis flores, el olor a la tierra, hasta el dolor de mis rodillas por la posición me excitaba, me lo hizo suavemente para no estar de ruidosos, no paró hasta llenarme con su leche, hasta eso yo ya había llegado al orgasmo varias veces. Otras ocasiones también lo repetimos en el jardín, aunque no era algo muy frecuente.
Ya en el segundo año de nuestras aventuras, estábamos haciéndolo con mi niño en su cuarto, cuando escuchamos a mi marido legar a la casa (Eran las semanas de descanso que le correspondían), rápidamente recogí mi vestido y así desnuda como estaba me metí bajo de la cama, mi marido entró a la casa, no sé, pero creo que el ruido que hicimos hizo que venga directo al cuarto de mi hijo, la puerta estaba abierta así que entró y lo encontró desnudo y empalmado.
– ¿Qué estas haciendo? – le preguntó mi marido.
– Me masturbaba, papá – respondió tímidamente.
– No deberías hacerlo en la cama, puedes terminar manchando las sábanas y se enojará tu mamá.
– Está bien, tendré cuidado.
– ¿Y tu mamá?
– Salió a hacer unas compras, creo. No sé muy bien qué me dijo.
– Ah, unas compras… voy a ver Tv en la sala, tú no ensucies nada aquí, y hazlo con calma, que, si lo haces muy rápido, siempre terminarás rápido y eso a las mujeres no les gusta. No lo hagas (masturbarse) muy seguido, eso debilita. – dijo mi marido y salió cerrando la puerta.
Yo trataba de contener la respiración ahí bajo la cama, esos segundos se hicieron eternos, cuando mi marido se fue me quería matar, no sabía cómo salir de ahí, hasta que a mi niño se le vino una genial idea, salió, le quitó el aire a una rueda del auto y fue a llamar a su papá, llevándoselo atrás al garaje, momento en el cual yo aproveché de salir del cuarto y hacer como si estuviera llegando, me hice la que no encontré lo que salí a buscar, les pregunté si querían refrescos me dijeron que si, hice, les traje y al servirle a mi marido me preguntó qué dónde me había metido que tenía pelusa en el cabello, ¡casi me morí De nuevo!, pese a que me limpié, habían quedado unas pelusas, solo dije que me apoyé en la pared de la tienda. Aparentemente fue aceptado y continuamos, todo fue normal excepto que mi marido dejó de tomar su siesta y que no me dejaba sola por nada en el mundo ¿se habrá dado cuenta? Me preguntaba. Tuvimos suerte que en aquella época no había celulares, sino eso me hubiera delatado más que la pelusa.
Así pasamos más de una semana, por primera vez en dos años que mi vagina dejó de tener remanentes de semen, me estaba enloqueciendo, mi hijo igual, cuando hablábamos le recriminaba que por culpa de no tener limpio su cuarto ahora no podíamos hacerlo, ese cuarto pasó a estar más limpio que un quirófano estéril. La abstinencia nos tenía mal, planeamos irnos a un hotel, pero el pueblo era muy chico, no teníamos ni un lugar en el que no nos conozcan, planeamos incluso irnos al bosque cercano, el problema era que demoraríamos demasiado, solo en llegar al lugar y en volver se iría media mañana, no podríamos justificar tanto tiempo de ausencia.
Pasó que e fin de semana nos fuimos de viaje en familia, casualmente mi marido lo agendó al mismo lugar donde comenzó toda esta aventura, casualmente a la misma cabaña, eran demasiadas coincidencias para mí gusto, pero no podía reclamar nada.
Llegamos al finalizar la tarde, descargamos las cosas, cenamos, nos duchamos en turnos, yo fui la última, para cuando salí de la ducha mi marido y mi niño estaban dormidos o eso aparentaban, yo me sequé el pelo un buen rato, vestía solo mi camisón corto sin nada debajo como hacia tiempo que acostumbraba, cuando estuve lista apagué la luz y me fui a acostar, otra vez en medio de los dos, estuve un rato de espaldas mirando el techo, luego me acurruqué de costado abrazando a mi marido, ese fue mi error. Estando en esa posición luego de un rato sentí suaves movimientos detrás de mí, las manos de mi niño subiendo lentamente mi camisón y luego la punta húmeda de su pene, buscando mi vagina, no sé cómo le hacía, pero se dio modos de disimuladamente ponerle saliva a su pene para facilitar su búsqueda, yo quería gritarle y salir corriendo despavorida, lentamente con mi mano que estaba libre busqué su cuerpo, le di un fuerte pellizcón y trataba de protegerme, mientras su pene buscaba por dónde meterse, esa lucha y principalmente la larga abstinencia me hizo pasar un momento extremo, mientras con una mano lo pellizcaba fuertemente para que se aleje, me encontré moviendo mis piernas y mis caderas suavemente para facilitar su acceso y hasta buscando su pene con mi vagina. Él con esa facilidad que le di encontró mi entrada, yo sentí que la punta de su pene besó y abrió levemente mis labios mayores, el corazón empezó a latirme muy fuerte, traté de separarme un poco de mi marido porque estaba parcialmente recostada sobre él, la punta de su pene seguía en la puerta de mi vulva, al principio no entendía porqué se detuvo tanto tiempo ahí, hasta que me sentí toda mojada, él también se percató de esto, acomodó su cuerpo más cerca de mi cola y suavemente, muy delicadamente fue invadiéndome milímetro a milímetro, fue algo fabuloso, yo estaba sobre el brazo de mi marido con la cola entregada para atrás cuando finalmente mi niño me tomó de las caderas y me metió todo lo que faltaba hasta el fondo (una de las ventajas de no tener mucha cola es esa, te la pueden meter toda desde atrás) cuando mis labios mayores besaron la base de su pene la invasión se detuvo, permanecimos quietos, solo se sentíamos el palpitar de nuestros corazones, bueno yo sentía el mío y el de él a través de su pene, al principio Latían desesperadamente rápido, hasta que nos sincronizamos y llegamos a palpitar al unísono a un ritmo más calmado, la habitación permanecía en silencio mientras internamente, comenzamos a intercambiar contracciones, él de su pene y yo de mi vagina, turnándonos para darnos placer en silencio, fue realmente muy peligroso, y muy excitante nuestra “guerra genital silenciosa” cada vez hacíamos contracciones más y más fuertes hasta que en una de esas siento su pene engrosarse y endurarse más, siento sus fuertes palpitaciones peneales sacando semen de sus bolas y casi inmediatamente siento una explosión de chorros de semen en mi interior, abundantes chorros que uno tras otro fueron las gotas que derramaron mi orgasmo, no es que fuera uno fenomenal, pero tuve que arañar la almohada, morderme la lengua y pese a eso se me escapó un “¡hummm!” apagado.
Mi niño no pudo abrazarme después, porque yo aún estaba muy cerca de mi marido, así que me besó una parte libre de mi espalda y se acurrucó detrás de mí, adivinen…, si, si dejó su pene dentro mío, como un tapón. Mientras mi marido parecía seguir dormido. Yo sentía el semen de mi niño más abundante y un poco más denso, me recordaba la sensación de aquella vez que le hice huelga de piernas cerradas.
Durante la esa noche nos movimos y por esa razón no amanecimos unidos, hacia calor, no había forma de quedarse muy juntos.
Al día siguiente salimos a la playa, mi marido estaba en busca de alquilar equipo de buceo, pero no pudo encontrar trajes de neopropeno, solo consiguió unos tanques de aluminio que venían en unos chalecos para ponerse solo con traje de baño, el asunto es que para no morirse de frío no podíamos metemos a lugares muy profundos.
Alquilamos un bote pequeño (una lancha con motor) y nos fuimos a una zona poco profunda, mi marido por su experiencia rápidamente se puso su equipo y se metió al mar recomendando que tengamos mucho cuidado con los arrecifes, podían cortarnos la piel.
Mi hijo también se acomodó rápido el equipo, el problema fui yo, no terminaba de acomodarme el chaleco, tenia partes que me lastimaban la espalda, discutíamos sobre el peso en plomo que debería cargar, una de las aletas de natación o como se llama eso que va en los pies, resultó estar rota, mi hijo me ayudó, me prestó su playera, para que me reduzca la rozadura del chaleco del equipo y me dijo que el me guiaría, hasta eso a mi marido salió a la superficie porque se le acabó el oxígeno del tanque.
Nos sumergimos mi hijo y yo, él me fue llevando por el arrecife, el agua era clara y la proximidad a la superficie permitía ver todo con mayor claridad, era hermoso ver las distintas formas y colores, casi todo el arrecife estaba ocupado excepto un autobús que recientemente habían lanzado al lugar, había también vagones de tranvía o tren no sé, que estaban atiborrados de plantas y animales del arrecife, los fuimos viendo uno por uno.
Cuando pasábamos por el autobús, mi hijo me tomó y me puso de espaldas contra el capot, (Este era un modelo de esos que llevan el motor al frente), medio me acomodó, separó mis piernas, hizo a un lado el hilo de mi traje de baño y me penetró un tanto brusco y torpemente, me dolió, no puedo negarlo, me tomó por sorpresa, en el lugar menos esperado, con algo de frío por el agua y con la incomodidad de estar sobre el tanque de oxígeno, luego nos acomodamos mejor yo de costado y él se pudo fijar mejor de autobús para marcar un ritmo aceptable, así ya comencé a disfrutar de una rica penetración en el lugar menos esperado y con la adrenalina del temor a ser encontrados o al menos avistados en esos afanes porque el agua era clara y desde la superficie se podía ver al lugar donde estábamos, mi única esperanza era que por la distancia a la lancha no nos alcance a ver mi marido.
Luego de algunos minutos tuvimos que subir a la superficie porque se nos estaba acabando el oxígeno, para eso yo tuve que abrazarme con las piernas de mi hijo, porque yo no traía aletas en los pies.
Fue gracioso empezar a subir a la superficie teniendo aún dentro el pene de mi hijo (por eso el afán de abrazarlo con las piernas), le costó un poco llevarnos hasta la superficie, cuando llegamos le hicimos señales a mi marido para que traiga el lancha, me tuve que desempalar de mi niño para subir torpemente a la lancha, mi hijo se sacó el equipo de buceo en el mar, pidió que lo esperemos un momento, que quería practicar un estilo de natación, lo cierto era que quería tiempo para que se le baje la erección porque su pene salía del traje de baño. Hizo unas idas y vueltas de una y otra forma, luego subió y nos fuimos a la cabaña.
No llegamos a tener orgasmos, tal vez por las incomodidades que se presentaron, sin embargo, fue una experiencia única y muy placentera, de hecho, nunca más volvimos a repetirlo.
Durante la tarde tuvimos otras actividades, durante la noche una fiesta, bebimos un poco y nos fuimos a la cabaña, una ducha y a dormir.
Cuando estábamos en completa oscuridad, siento a mi niño buscándome, me giro de costado hacia mí esposo y le entrego la cola a mi niño como la noche anterior, cuando ya tenía su pene todo dentro mi marido se gira hacia mi, me acaricia los pechos y me comienza a besar, yo tenía una extraña combinación de placer, miedo y sorpresa, pues tenía el pene de mi niño dentro en su máximo esplendor, tenía miedo que mi marido nos descubra.
Mi niño se hizo para atrás, dejando libre mi espalda, mi marido me abrazaba y me continuaba besando, yo estaba cada vez más excitada, comencé a abrazar y besar apasionadamente a mi marido, juntamos nuestros cuerpos y sin darme cuenta comencé a mover mis caderas mientras besaba a mi marido, para cuando él bajó sus manos hasta mis glúteos, estaba tan excitada que no me importaba que se de cuenta que mi niño me estaba penetrando, yo seguía besándolo, sentí que tomó mi cola y comenzó a acompañar mis movimientos, ahí me llegó el primer orgasmo de la noche.
Nadie decía una sola palabra, solo nuestros cuerpos expresaban las pasiones.
Mi esposo empezó a acariciarme los pechos, en especial los pezones, luego bajó hacia mi vagina, yo intenté detenerlo pero él tomó mi mano y le llevó hasta su pene, volvió hacia mí vagina y comenzó a acariciar mi clítoris de una forma divina, yo seguía estimulando su pene, este llegó a ponerse parcialmente erecto, mi niño me tomó de las caderas para “darme con ritmo” todo se volvió una locura, tanta estimulación me provocó un fuerte orgasmo que me hizo gemir de placer, creo que eso fue lo que le faltó a mi niño, porque luego sentí como su pene se engrosó y comenzó a sembrar su semen en mi interior con una copiosa eyaculación que yo recibí amorosamente en mi ser; segundos más tarde aún sin lograr una erección completa mi marido eyaculó un semen muy denso, muy pegajoso, salvé buena parte de él en mis manos, y me lo llevé a la boca, su olor era fuerte y penetrante, su sabor con una acidez marcada, aún así, degusté ese semen añejo.
Nos hizo calor, mi marido prendió una de las luces, se levantó, abrió las ventanas y trajo bebidas que había en la habitación, para los tres. Nos rehidratamos luego surgió la conversación inevitable.
Mi marido se sentó en una silla (la única) que había en la habitación muy cerca de la cama, mi hijo y yo seguíamos en la cama, ambos teníamos sentimientos de culpa, ninguno dijo nada, hasta que mi marido comenzó a hablar:
– Lo que hicimos esta mal, muy mal, por suerte tú eres adoptado y tú eres estéril, sino tendríamos problema mayúsculo con el asunto de embarazos y descendientes incestuosos. ¿Ahora qué debemos hacer? ¡Dígame! – ni mi hijo ni yo decíamos palabra alguna no había nada qué decir ni cómo defenderse, yo aún sentía escurrir de mi vagina el semen de mi hijo, me lo deja muy dentro y demora en salir.
– Yo por impotente – continuó – tengo la culpa de esto, tal vez si yo te hubiera podido cumplir como hombre Tú no consintieras que tu hijo apague tus calores, pero es que ni con medicación logro una sola maldita erección al menos decente.
Luego de eso hubo otro silencio, seguíamos hidratándonos
– No podemos negar que lo disfrutamos, en especial tú que tienes el pene enorme pese a que aún eres un crio, y tú estabas como loca ¿desde cuando lo están haciendo?
– Desde la anterior vez que estuvimos juntos aquí – balbuceando le respondí.
– ¿Antes nada, ningún acercamiento?
– No, nada – respondimos mi hijo y yo.
– ¿y van a seguir haciéndolo?
No respondimos, hubo un silencio, él a la heladera se sacó dos cervezas, me dio una, tomó él la otra…
-Yo creo que deberían seguir haciéndolo – dijo despreocupadamente.
Mi hijo y yo nos miramos con desconcierto, luego lo contemplamos asombrados por su reacción, el bebió un poco más, le pasó la botella a mi niño y luego dijo:
– Yo siempre supe que en algún momento iba necesitar que algún hombre me ayude con lo que no te puedo cumplir, mi amor, nunca te lo dije porque el tema era demasiado delicado y además me sentía celoso. Ahora sabiendo que simplemente sucedió, de todos los hombres del mundo si tengo que confiar en alguien lo haría en mi hijo, porque yo a mi mujer la amo y la cuido, no podía andar ofreciéndola a cualquiera que sabrá con qué tipo de personas anda metido, compartirla contigo hijo no me dan celos porque tú eres de la familia y también te quiero, por eso quiero volverles a preguntar ¿ustedes quieren seguir teniendo intimidad?
– Yo sí, me gustaría – dijo mi hijo.
– Yo no tengo problema de seguir si es que mi hijo desea estar conmigo – acoté
– Entonces hay que organizar esto – dijo mi marido – en primer lugar, esto está mal, y además es ilegal, si alguno de los tres comenta algo de esto, papá y mamá irán detenidos 20 años de cárcel y tú a un orfanato, así que, de eso nada de nada con nadie, especialmente tú hijo, debes guardar silencio y abstenerte de comentarlo o fanfarronearlo con tus amigos, debes dejar que ellos sigan pensando que eres virgen, te van a molestar mucho por eso ¿Crees poder hacerlo? ¿Crees poder mantener la boca cerrada?
– Sí, sí puedo – dijo mi hijo – es nuestro secreto.
– Bien – continuó mi marido – como segundo punto, todo lo demás no se cambia, nosotros seguimos siendo esposos y padres de ti, nada de cariñitos entre ustedes que se puedan malinterpretar delante de otras personas o en lugares públicos. Seguimos siendo una familia normal todo el tiempo, simplemente habrá algo de intimidad entre ustedes y nada más, y se debe mantenerlo solo como eso, tú hijo cuando estés listo debes formar tu propia familia, prepárate para eso desde ahora mismo, y no me vengas después con “es que estoy enamorado de mi mamá” “no puedo pensar en otra mujer” y todas esas cosas, porque si vas a estar ahí perdido, mejor detener todo aquí y hacer como que no pasó nada.
– Lo entiendo – dijo mi niño – sé que será solo intimidad y nada más con mi mamá, prometo respetarlos y cuando llegue el momento formaré mi propia familia.
– Ok, y tú también debes comportarte, no andar de celosa con tu hijo ahuyentándole las novias.
– No mi amor, no lo haré – le dije, todos nos levantamos nos abrazamos – eso no impide que le ayude a escoger una, es mi hijo y quiero lo mejor para él.
Luego que dije eso todos reímos, porque saben que soy bastante posesiva, pero ¿qué mujer no lo es?, jajaja, fue muy bonito tener la aprobación de mi marido para esto.
Entre lo que conversamos yo disimuladamente con una mano comencé a acariciarle el pene a mi niño, cuando terminamos de conversar puse más interés en ello, cuando terminé mi cerveza, ya algo mareada, veo que se le volvió a poner erecto el pene a mi niño, así que tomé las botellas (la mía y la de mi niño) las puse a un lado de la cama, me fui a gatas hasta donde mi marido, le di un rico beso y volví hacia mi niño, tomé su pene y me senté sobre él, de una sola estocada hasta el fondo, ¡mmm! ¡Qué rico fue! Luego lo cabalgué salvajemente hasta que me cansé, cambiamos de posición lo hicimos de misionero, me entra divinamente en esa posición, ahí recibí mi orgasmo y también recibí el semen de mi niño.
Cuando terminamos me giré a ver a mi marido, él seguía como estaba, desnudo, sentado en la silla bebiendo una cerveza.
Mi niño y yo nos recostamos a recuperar fuerzas, mi marido terminó su cerveza y se recostó a mi lado. Así nos dormimos.
Al día siguiente no hubo más acción sexual hasta la noche cuando con mi marido llegamos a la cabaña, apagamos las luces, yo desnudé a mi marido, mi hijo me fue quitado la ropa, lo tiré de espaldas sobre la cama (a mi marido) me subí recostada sobre él mientras nos besábamos apasionadamente. Pronto sentí el peso de mi hijo sobre mis posaderas, y sentí la punta de su pene buscando mi caliente hendidura, cuando la encontró la metió de golpe hasta el fondo, se acomodó bien sobre mi apoyándose firmemente en la cama y comenzó a darme placer mientras mi marido y yo nos seguíamos besando, así fue nuestro primer trío, en sándwich me llegó el primer orgasmo de la noche luego cambiamos de posición algunos la conocen como “la flor de loto”, esta no sé muy bien cómo explicarla porque la hicimos entre 3 y originalmente es solo de 2, explico: mi hijo estaba recostado de espaldas sobre la cama con las piernas abiertas, yo me subí sobre él y me senté mirando hacia sus pies, mi marido se sentó frente a mí, sobre la cama bien pegadito como para figurar que él me estuviera penetrando, nuestras piernas terminaron bien entrelazadas entre los 3 participantes, mi marido me abrazaba me besaba, me acariciaba, mientras yo estaba cabalgando a mi niño, totalmente invadida por su enorme pene metido hasta el fondo de mi ser, nuestros cuerpos sudaban, me llegó un orgasmo fabuloso quedé rendida en los brazos de mi marido, a los pocos segundos de haber terminado siento hincharse el pene de mi niño, luego sus palpitaciones, siento que me toma de las caderas y me lo entierra aún más dentro para comenzar a llenarme de su leche caliente y abundante, yo aún abrazada a mi marido la recibía muy complaciente.
Estuvimos un momento más en esa posición, luego nos desenredamos y nos recostamos a dormir, yo me quedé abrazada de mi marido.
Desde entonces cuando mi marido estaba en casa, normalmente suele quedarse mirando como mi niño me revienta entera con su enorme barra de chocolate, salvo las veces que yo lo seduzco para hacer un trío, el cual lo hacíamos en doble sentido, primero yo atendía a mi marido sirviéndome del pene de mi hijo en posiciones como si fuera el pene de mi marido hasta terminar, ya luego tenía una sesión Exclusivamente con mi hijo. En ambas disfrutábamos mucho, me gustaba “Ser la crema de la galleta sándwich”.
Luego de ese viaje vivimos una nueva normalidad, teníamos más sexo, más tranquilos, sin preocupaciones, les aburría si les relatara nuestras sesiones habituales, así que simplificaré diciendo que mi niño fue creciendo, su pene también, como les comenté inicialmente, se puso ENORME, y me encantaba, hasta que un día me pidió hacerlo vía anal, ¿me quieres matar, hijo? Le dije, se excusó, pero volvió a insistir hasta que finalmente negociamos, yo le permitiría vía anal si él llegara a tener el mejor promedio entre todos sus compañeros del instituto al graduarse.
Mi niño no es que haya sido siempre el mejor, tenía un rendimiento regular, yo esperaba con eso mantener a salvo mi virginal culo, él se mostró muy decidido desde un inicio de año, pese a ello me mantuve tranquila porque conocía a sus compañeros y había unas chicas realmente muy aplicadas, confiaba que alguna de ellas ganaría.
Aún recuerdo la noche de graduación, fueron llamando a los alumnos destacados, cuando llegaron a los que se graduaban llamaron a mi niño, a las chicas esas y a otros dos más, todo bien hasta ese momento, pues el trato era solo por el mejor.
Comenzaron a llamar y los estudiantes fueron pasando uno por uno a recibir su diploma y su distinción, mi niño que ya me ubicó en el público me miraba fijamente, pasó desde el 10 al 5, todo bien, llamaron al 4, mi hijo seguía esperando y sonriéndome 3er lugar, una de las chicas esas, 2do lugar, con un puntaje de 99.99 ¡otra chica!, ahí mi niño saltó de alegría, la abrazó y casi la besó, cuando lo llamaron a él dijeron con mención honorífica, me llamaron a mi También para que pase al estrado, nunca nadie se logró graduar con nota de 100 puntos, todos sus profesores lo alagaron, lo felicitaron por su sorprendente desempeño, lo pusieron de ejemplo de superación a todos los demás estudiantes, cuando me cedieron la palabra me preguntaron ¿de qué forma lo motivé para logré tan excepcional desempeño? Yo no les iba decir que, prometí entregarle la virginidad de mi culo, simplemente me largué a llorar de la emoción, el maestro de ceremonia entendió mi estado y pasó a lo siguiente, vino mi hijo, se arrodilló delante de mí, entregándome el diploma me dijo ¡Con mucho amor, Para ti Mamá!, yo empecé a sentir palpitaciones anales presintiendo lo que más tarde me esperaba, me sentí emocionada, me hizo recordar la emoción cuando mi marido se arrodilló para pedirme matrimonio, solo que esta vez no era mi mano sino que era “otra cosa” lo que mi niño me pedía.
Luego hubo cena, después baile y finalmente cada cual para la casa. Para cuando llegamos ya había amanecido. Estábamos muy cansados, simplemente caímos rendidos a dormir.
Reaccionamos en la tarde, comimos, nos duchamos y volvimos a dormir.
Volvimos a despertar en la noche, comimos otra vez, unos bocaditos, nos bebimos unos vasos de vino, estábamos aún con nuestras copas cuando comenzamos a besarnos en la cocina, luego nos fuimos como dos enamorados besándonos hasta el dormitorio, nos quitamos la ropa, nos fuimos a la cama, empezamos a hacerlo de misionero, mi niño se esmeró hasta hacerme llegar al orgasmo, fue muy delicioso.
Cuando vio que mi orgasmo pasó, me dio un beso, luego apoyó su peso en una mano y con la otra sacó su pene y lo apuntó contra mi virginal ano. Yo tenía mucho miedo, pero aún así traté de relajarme, ya sé que todos dirán que al misionero es la posición menos indicada para sexo anal, pero yo no lo sabía en ese momento y mi niño tampoco.
Sentí la punta de su pene picar justo en el lugar preciso, me dio un fuerte dolor, volvió a empujar logrando meter el glande, sentí que me estaba partiendo en 2 o tal vez más pedazos, duele como cuchilladas, le clavé las uñas sin querer en la espalda de mi niño, cuando ya me relaje un poco él dio otro empujón más, volvió a dolerme, luego pase a saber de mi dolor él recargó todo su peso sobre mi y se fue metiendo hasta que me incrustó todo su pene, me dolía a morir, pero tenía que aguantar, yo sola puse la regla, debía cumplir. Como se quedó quieto traté de relajarme, luego de un rato él empezó a estimular mi clítoris con una de sus manos, con esa ayuda mi excitación poco a poco empezó a ganarle al dolor al punto que aún doliéndome empecé a moverme para sentir su pene moverse dentro, primero despacio, muy despacio, ya luego con mayor soltura, de a poquito, hasta que mi niño comenzó a acompañar mis movimientos y luego volvimos a besarnos apasionadamente mientras me hacía el amor salvajemente, sentía su pelvis moverse contra mi vagina, eso me estimulaba más y sentí mi orgasmo llegar, un orgasmo anal fenomenal (vaya que hasta Rima), luego sentí su pene muy rígido, era la señal que tanto esperaba, acompañé sus movimientos dándole un poco más de profundidad a la penetración y me llenó, su semen me inundó, fueron 6 espasmos muy fuertes los que tuvo, el grosor que llegó a tener su pene me hizo doler mucho, ya luego se le fue bajando la erección, la sacó, el culo se me quedó todo abierto, cuando recobramos fuerzas tuvimos que ir a asearnos.
Ahí quedó la última virginidad que me quedaba. El sexo anal quedó reservado para cumpleaños, las ocasiones especiales, y como premio.
No hubo mayores hechos sobresalientes durante varios años, hasta que mi niño se casó con una niña parecida a mi, físicamente hablando, muy religiosa lo mantuvo a raya a mi niño hasta la noche de bodas, en parte bien, porque no creo que hubiera dejado meter semejante pene así por así.
La despedida de soltero se la di yo en casa, y si incluyó su buena ración de sexo anal, esta vez “de cucharita” posición que junto a la de 4 resultaron ser más amigables a esos afanes.
Cuando terminamos le comencé a hacer recomendaciones sobre el control de natalidad, que ya no sería como conmigo que me llena de semen sin pena, y luego hicimos plan para la noche, como hay diferencia entre lo planteado y lo sucedido, paso a relatar lo sucedido.
Después de la ceremonia, hubo cena bailes y bebidas, como le recomendé él no mezcló comidas ni bebió en exceso y se retiraron temprano, ese era el plan para tener un buen performance.
Cuando llegaron al hotel, él se duchó primero luego se desnudó, apagó las luces cerró las cortinas dejando la escasa luz para ver las siluetas, esperó a que su esposa saliera de la ducha, ella estaba solo con la toalla (se había olvidado llevar el Babydoll) él la abrazó y la besó apasionadamente, la fue llevando hasta la cama, ahí le quitó la toalla y la hizo recostarse, todo eso sin dejar que ella le tocara el pene. Una vez en la cama fue bajando los besos poco a poco hasta que llegó a su vagina, ella se estremeció al sentirlo, le hizo un majestuoso cunnilingus hasta hacerla llegar al orgasmo gritando de placer.
Antes que se le pasen las sensaciones de su orgasmo, se puso bastante gel lubricante que se llevó de casa espacial para esa especial ocasión.
Ella lo esperaba ansiosa con las piernas abiertas sobre la cama, él ya preparado subió sobre ella y con gran maestría apuntó a su vagina y le empujó la cabeza, por lo lubricada que estaba, fácilmente se fue metiendo, ella rechistó al sentir que poco a poco forzaban a estirarse al máximo para permitir el acceso de ese pene hasta ese día desconocido (culpa de ella por no verificar la mercancía antes de comprar) él sintió que el glande su pene topó con el himen, se detuvo, trató de tranquilizarla con besos y caricias, luego de una certera estocada empujó su pene dentro, pero no pudo pasar, ella comenzó a llorar, él recargó todo su peso y empujó con fuerza y ahí sintió romperse el himen, sin embargo por la fuerza que necesitó para lograrlo, terminó clavado su pene hasta el fondo de su mujer, ella le clavó las uñas, gritó y se puso a llorar de dolor lo empezó a empujar le pidió a gritos que se saliera, que la estaba matando, mi niño se quedó sobre ella resistiendo los golpes que le daba, los arañazos, los empujones y los gritos, debía permanecer ahí hasta que ella se acostumbrara, sino no volvería a poder meterle el pene nunca más.
No pudo especificar qué tiempo real duró eso, me dijo que “se sintió eterno” una mezcla entre sensaciones, por un lado, él recibiendo los golpes y arañazos de su esposa, por otro las sensaciones en su pene, era súper apretadita, tenía una serie de contracciones alrededor de él, dolor y placer.
Poco a poco ella dejó de golpearlo, él aprovechó de bajar una mano para estimular su clítoris, sin salir de ella. La tocaba suavemente, le fue hablando, la fue besando, con mucho cariño, ella empezó a excitarse, poco a poco hasta que ella logró llegar al orgasmo.
Tuvieron que cambiar de posición, porque ella no aguantaba las piernas.
Él se recostó de espaldas a descansar, ella aprovechó de revisarse y limpiarse, se sentía muy adolorida.
Ella le dijo que sabía que él tendría un pene grande, pero no pensó que sería tan enorme, conversaron unos minutos, con mucho cariño con mucho amor, ayudaron bastantes el orgasmo que le dio con el cunnilingus, pero principalmente el que le logró sacar cuando la estaba penetrando, pues con ello logró darle una mezcla de dolor y placer:
– Pero no puedes negar que te gustó, llegaste a tener un orgasmo, sentí tu cuerpo vibrar y tus contracciones alrededor de mi pene…
– Pues sí, pero aún me duele…
– ¿Y si lo hacemos despacio?
– Tú no puedes hacerlo muy despacio, además no creo que pueda soportar tu peso por más tiempo.
– ¿Y si esta vez tú subes sobre mí?
– Hum…
– No tendrás que soportar mi peso, también controlas la profundidad y el ritmo…
– Hum… podría ser…
Ahí se fueron besando, se fueron acariciando, mi niño se dejó caer, ella fue subiendo sobre él, se fueron acomodando, ella tomó su pene, “¡Pero si no puedo abarcarlo con toda mi mano!” exclamó, él la besó, ella se fue animando, lo apuntó y poco a poco fue empujándose sobre él, cuando llegó a la mitad se mostró algo dolorida, mi niño no pudo resistirse más, la sujetó fuerte de las caderas y la penetró hasta el fondo, cuando ella quiso levantarse él con una mano la tomó del cuello, la trajo hacia él y la besó fuertemente, luego le dijo:
– Ahora sí mi amor, somos un solo cuerpo, una sola carne.
Rememorando las palabras que el sacerdote dijo en la ceremonia, esto le dio el toque final que desató la pasión en ella, se fue relajando y al poco tiempo empezó con movimientos muy suaves sobre él, luego fue elevando el nivel mientras intercambiaban frases:
– Es mi deber como tu mujer, darte placer…
– Si mi amor – le dijo mi niño, mientras disfrutaba la sesión.
– Es tu deber como mi marido, darme placer…
– Si mi amor, te lo daré, todo lo que quieras.
– ¿Todo lo que quiera?
– Si mi amor, todo lo que quiera.
– ¡Reviéntame Toda! ¡Rómpeme! ¡Métemelo por el culo y que me salga por la boca! ¡Que verga tan grande tienes! ¡Es Solo mía!
– Si mi amor, solo tuya.
Y así se fue poniendo a tono el encuentro, cada vez con mejores movimientos, algo torpes e inexpertos de ella, pero hacía su mejor esfuerzo, llegado cierto punto, mi niño se levantó para quedar sentado en la cama, sin desenfundarse de su mujer, quedaron en la posición de “la flor de Loto” que les comenté, ahí se fundieron en besos, caricias, abrazos, arañazos de parte de ella, más ritmo que mi niño le imprimó hasta que llegaron juntos al orgasmo, “resistí todo lo que pude luego simplemente estallé dentro de ella” me dijo, luego de esos segundos fabulosos, mi niño le dijo:
– Estas marcada, ahora serás mía para toda la vida…
– Hasta que la muerte nos separe – le dijo ella.
– Hasta en muerta te la voy a meter – le respondió mi niño y ambos rieron.
Luego se durmieron abrazados, cansados por la faena de la fiesta.
El día siguiente estuvo interesante, había manchas de sangre virginal por toda la cama, restos de semen, mi niño estaba todo arañado, la espalda, los brazos, la cadera, parecía que había peleado con un Tigre, “Domé una Tigresa” me dijo.
En el resto del día no hubo más acción, ella seguía algo dolorida. Por la noche, previa una sesión de besos y caricias mi niño logró una nueva sesión de sexo marital, consumando así la adicción de su mujer a su “Barra de Chocolate y Moras”.
Con el tiempo ya adquirieron mayor facilidad, también logró convencerla para el sexo anal, que, aunque resulta pecado, resultó ser de su agrado (Vaya rima) a tal punto que como método de planificación familiar utilizan el calendario menstrual, y los días fértiles son días de sexo anal.
Mi niño venía cada tanto a visitarme y darme “Chocolate” los años pasaron, me hicieron abuela de unos lindos niños, yo empecé a frecuentar más su casa para ayudarles con mis nietos, y cuando mi marido murió, me invitaron a quedarme permanentemente con ellos.
Mi niño me atendía cada que teníamos oportunidad, ya con la ayuda de gel lubricante, por mi edad, ya no lubricaba lo suficiente para semejante pene.
Un día mi nuera regresó a casa dos horas antes de lo previsto y nos encontró haciéndolo en su recámara, estilo misionero, yo pensé que se acabó el mundo, que seguramente me mataría, me sacaría a la calle así desnuda y tiraría mis cosas por mi cabeza. Mi niño paró, se volteó a ver, mi nuera se acercó, dejó su bolso a un lado de la cama, le dio un beso a mi niño en la boca, luego me dio otro beso a mí en el cachete, como siempre suele hacer cuando regresa a casa y se metió a la ducha, sin decir más nada. Nos quedamos perdidos, pensativos, mi niño se bajó de mí, se recostó en media cama, empezamos a hablar sobre qué hacer, yo estaba por huir de ahí, pero luego de conversar llegamos a concluir que lo mejor era aclarar la situación ahí mismo.
Minutos más tarde mi nuera salió de la ducha, con el pelo envuelto y una bata de baño, se fue secando el cuerpo, se desnudó y se acercó a la cama donde estábamos sentados mi niño y yo, apagó la luz y se metió a dormir.
Mi niño estaba por comenzar a hablar cuando ella lo calló con la mano y un ¡shhh!, mientras se abalanzó sobre su pene, por debajo de las sábanas, lo acarició y se lo chupó con ganas, cuando logró ponerlo erecto se subió sobre él y lo cabalgó fuertemente ya en media relación sexual empezó a decirle:
– Tu pene es mío, ¿Quieres cogerte a tu mamita? ¡Pues debes cumplir con tu esposa primero!
Y así otras frases incluso incoherentes que me dejaron atónita espectadora, hasta que llegó a un escandaloso orgasmo.
– ¡Póngase en 4 suegra! ¡Le toca! – me ordenó.
Calladamente me puse así, mi niño se aplicó lubricante y me la metió hasta el fondo, me penetró deliciosamente, así lo estaba disfrutando cuando mi nuera me tomó por el pelo y me apretó contra su vagina.
– ¿Te gusta el pene de mi marido? ¡Pues es mío y debes pagar por él! – me dijo.
Yo entre excitada y asombrada empecé por primera vez en mi vida a hacer un cunnilingus a mi nuera.
– ¡Esfuérzate! ¡Dame placer o no te volveré a prestar mi marido! – remarcó ella.
Yo tuve que someterme, así fue un rato, luego fue aún más humillante, me pusieron al misionero, solo que ésta vez mi nuera se puso sobre mi cara para que continúe con mi cunnilingus mientras ella y mi niño se besaban y acariciaban.
En contrapartida puedo decir que sentía el pene de mi niño mucho más grande y rígido que nunca, la fuerza con la que empezó a penetrarme me dio mayor placer, yo fui encontrando la técnica para el cunnilingus y la primera en llegar al orgasmo fue mi nuera, luego fue mi niño, sentir su semen regarse en mi interior fue la gota que derramó mi orgasmo, se podría decir que fue un “Orgasmo en cadena”.
Cuando nos separamos, mi nuera fue hasta mi vagina, lamió y chupó hasta que no quedaron rastros de semen.
– El semen también es mío – dijo al terminar mientras se relamía los labios.
Nos recostamos a cada lado de mi niño, nos abrazamos y recién volvió mi nuera a ser la niña buena que yo siempre conocí.
– ¡qué hicimos! – dijo ella.
– Un trío fabuloso – dijo mi niño.
– Yo siempre tenía mis sospechas sobre ustedes dos, desde que los conocí.
– ¿A sí? – le dije.
– Sí, y más aún cuando te mudaste a esta casa, hoy vine más temprano solo para terminar de salir de dudas, no sabía muy bien qué hacer y como ven, me ganó la calentura.
– Si es molestia, puedo irme ahora mismo – le respondí.
– No, suegrita, quédese, mi marido es más feliz con las dos juntas, solo una cosa…
– ¿Qué cosa? – dijo mi niño.
– Yo soy tu esposa, debes darme placer primero a mí, y de la forma que yo quiera, no es que te termines el semen que me corresponde en tu mamá y para mí no me dejes nada, es mío también.
– Tendré ese cuidado – respondió mi niño.
Y así, hay noches que dormimos juntos los tres, otras que mi niño viene por mi cuarto antes de irse a dormir con su mujer, yo ya estoy vieja, no sé que tiempo más esté con ellos, ni si pueda volver a escribir más detalles.
NOTA. – Mi nuera finalmente no es lesbiana, tiene ciertos arranques de ello pero sólo es en algunas circunstancias. De hecho yo la admiro, pues vi como mi hijo se la coge por el culo, y a cualquiera le arrancaría las tripas por la forma en que lo hace, pero ella, mi nuera resiste con placer. Es todo un espectáculo verlos haciendo el amor.
Si llegaste a leer hasta aquí, no te rompas la cabeza pensando es si lo escrito fue real o no, simplemente disfruta la excitación que te generó.
Se feliz.
👏👏👏 Exelente desde la primera oración hasta la última, a esa Madre abnegada le dedique una buena paja…
Se lo merecía. 😉
Gracias por tan buen comentario.