Clemencia la hija de mi compadre, Pedro y yo
Tercera y última parte de Mi compadre me vendió a sus hijas..
Mi compadre Rosendo tiene dos hermosas hijas: Patricia de 10 años y Clemencia de 9 añitos. Hicimos un trato donde él me concedió el privilegio de desvirgar a las niñas.
La noche anterior las nenas fueron a mí habitación. Allí después de charlar un rato con ellas, las desvestí y las deje en pantis. Me dedique a recorrer sus lindos y virginales cuerpecitos. Les abrí, olí y bese sus ricos culitos; y por supuesto me deleite viendo y entreabriendo sus diminutas vaginas.
Esa noche las puse a que me mamaran la verga. Todo resulto de maravilla la mayor se metió mi glande en su boquita, mientras que Cleme se dedico a morder con suavidad mis testículos. A los pocos minutos termine con una fuerte descarga de semen en la boquita de Pat, que la recibió con gusto, se trago todo el líquido sin reparo, el resto de mi leche se la comió Clemencia, esta se veía muy sonriente, lamiendo y comiendo la sustancia blanca y espesa que broto de mi pene.
La noche siguiente desflore a Patri de la manera más cruenta pero a la vez más excitante y placentera. La niña sufrió una cogida muy madre, que la convirtió en mi mujer y en mí perrita. Para que aprecien con lujo de detalle la primera penetración de mí Patri no dejen de leer la entrega anterior: Mi compadre me vendió a su hijas 2.
En el pueblo conocí un ginecólogo y nos hicimos muy buenos amigos. Por razones obvias no voy a revelar su identidad.
Lo invite a la finca para que examinara a Clemencia, ya que está siendo menor quería asegurarme de no tuviera algún problema que me impidiera cogerla a mi anchas.
Entramos a mi habitación los tres: el doctor, Clemencia y yo.
La niña palideció.
—Cleme el doctor te va a revisar tu potito —tranquila no te voy a dejar solita.
Le quite su franelita, unos pantaloncitos estampados, se quedo solo con la ropita interior.
El médico le realizo en chequeo de rutina. Con mucha delicadeza le bajo las pantaletas a la niña,
La acostamos en la cama, saco un par de guates quirúrgicos para revisar las partes intimas de Cleme.
—Tranquila esto no te va a doler —le dijo el doctor.
Cleme asistió moviendo su cabeza.
—Abre la piernitas le dijo.
Inspecciono la vagina y la colita, abrió la vagina y, verifico la resistencia del himen de la niña.
—Ya te puedes vestir —le dijo.
Le di una nalgada e Cleme.
—Chao ve a tu habitación.
Me quede a solas con el doctor.
—Mira Joaquín la niña está bien.
— Observe un enrojecimiento en sus genitales, —me imagino que por lo de anoche, donde el pana y tú la tocaron.
—Te la puedes coger, aunque pienso que es muy joven para penetrarla, pero en fin, si el padre lo aprueba no es mi problema.
—Es normal que tenga miedo ya que es una niña.
Saco de su bolsillo una cajita verde.
—Este producto es de Filipinas, como tú sabes en ese país las niñas se las cogen desde los 9 años.
Me entrego una pastilla.
—Le vas a dar a Clemencia solo la mitad de esta dosis.
—Y eso, ¿para qué es?
—Esperas media hora a que haga efecto, después observa, y me cuentas como te fue.
— ¿Como es la vaina? —Le pregunté.
—Bueno chico, muy sencillo, cuando la droga haga su efecto, la niña te va a rogar que la cojas.
—Esta droga es similar a la famosa Yumbina, pero sin los efectos colaterales.
—Gracias doc, te debo una.
Como leyeron en mi relatito anterior, por lo general siempre invito a una pareja o algún amigo para que me acompañe. El morbo de que me vean cogiendo me excita mucho.
A eso de la 5 de la tarde Cleme y yo merendamos. Aproveche y le di la media pastilla diluida en un vaso de leche.
Una hora después llego un amigo que trabaja en una finca vecina de mucha de confianza, y lo más importante sumamente discreto. No sentamos a charlar animadamente.
Le dije:
—Bueno quiero la máxima discreción en esto; te invite para que me acompañes y te diviertas participando en la primera cogida de una carajita de 9 añitos.
—La vaina es muy delicada porque se trata de una menor. —Si no deseas participar este es el momento de retirarte y te agradezco toda la reserva del caso.
El estuvo de acuerdo en participar. Ver la desfloración de una chavita no se daba todos los días, y el espíritu de la perversión siempre está presente en todos los hombres.
Nos tomarnos unos tragos y nos fuimos a mí habitación. El me esperó mientras yo me fui a buscar a Cleme.
— ¿Como esta mi princesa?
—Bien tío; —me dijo con toda naturalidad.
La observe con sumo cuidado, se veía normal salvo por un pequeño enrojecimiento en sus ojitos.
— ¿Te sientes bien?
—No sé, tío; —me pasa algo raro.
— ¿Como qué?
—Me dan ganas de tocarme mi chochito.
—Tranquila mi niña —te voy a presentar un amigo.
—Y eso tío.
—Bueno el te va a hacer cosquillas en el chochito y en ese culito lindo que tienes.
Su carita se ilumino.
—Síiiii,
Y en ese instante se toco su entre pierna.
Me di cuenta que la droga estaba siendo efecto y la nena experimentaba un fuerte deseo se sexual.
La lleve a mi habitación. Mi amigo se mostraba impaciente, ya quería conocer a la niña.
Apenas entramos su mirada se dirigió a Cleme.
— Esta es Clemencita, dije.
—Cleme el es: Pedro.
Él le estrecho la manita.
Ella le sonreía, mientras él le tomaba las manitas con suavidad.
Pedro rompió el hielo.
Y mirando a Clemencia le dijo:
— Tu tío me conto lo traviesa que te portaste anoche, hoy te vamos te va hacer cositas ricas. Ya eres toda una señorita y muy linda.
Patri lo miraba con curiosidad.
El hombre le puso su manitas en el bulto que sobre salía del medio de sus piernas.
— ¿Te gusta mi amor?
Clemencia entiendo la seña, le soltó el cinturón y, le bajo el cierre. Rápidamente del pantalón salto su verga perfectamente erecta y bien hinchada.
Se puso de rodillas y comenzó a olerle el pene. Su carita reflejaba una mezcla de placer y un toque de inocencia. Se dedico a recorrerla de la base hasta la cabeza con su lengüita. El hombre se retorcía de placer.
Mí pene luchaba por salir del pantalón al ver a la niña de rodillas dedicada a una sesión de sexo oral.
Nos terminamos de quitar los pantalones y los interiores. La niña giro la cabecita y me sonrió dulcemente, aproveche para besarla en su boquita.
Le toque la cuquita y la sentí empapada, le quite los pantaloncitos y la franela estampada. Quedo solo cubierta con un pequeño blúmer de huequitos. Le baje la braguita solo hasta la mitad para despertar más el morbo.
Me dirijo a Cleme.
—Haber acércate y me la chupas un poquito.
La nena repitió el mismo ritual: puso su naricita en la punta de cada mi pene y lo comenzó a oler, mientras miraba me miró con ojitos de malicia. Un hilo pequeño de líquido pre seminal chorreaba de mí verga. Ella impregno su lengua con ese liquido y lo degusto sin pena. Me quede sorprendido con la respuesta sexual de esta criatura.
Pedro cargo a la niña y la acostó en mi cama.
Ubicamos a Cleme sobre unos cojines de manera que su pompis quedara un poco levantado hacia arriba.
Me ubique de forma tal que su cabeza se ubico en frente de mi pene. La nena comenzó a succionarlo. Pedro se quedo viendo su lindo culito.
Cleme comenzó a mamarme el pene, yo dirigía la cabeza de la niña para marcar la velocidad del mete y saca de en su boca, paralelamente el hombre la chupaba salvajemente por el culito.
Que vaina más rica ver como se gozan de mi Cleme mientras su boquita recorría mi pene de extremo a extremo.
—Así mi putica —así, chúpame las bolitas mi amor.
—Si tío; — me responde Cleme.
— ¿Te gusta mami? Le dijo el hombre que le lambia el agujerito anal a la niña.
—Siii, respondió la niña.
El toma un pomo de lubricante y le unta un poco a Cleme en la entrada de su agujerito anal. Inserto su dedo índice en el pequeño agujero; la niña se sobresalto.
Comenzó a temblar y a mover sus piecitos. Eso para ella era una válvula de escape para liberar su nerviosismo y miedo.
Él le saco el dedo y le sostuvo los piecitos para calmarla. Yo sentí un espasmo en mi pene al ver a la niña como con carita de que iba a llorar.
La comencé a acariciar. La noche anterior me di cuenta que era mejor hacer todo lento y menos traumático.
—Le dije: —Tranquila, mami, —tranquila…
La fui serenando poco a poco hasta que cambio de semblante.
Después de un rato cuando se tranquilizo.
La giramos 180 grados, ahora el culito estaba frente a mí y su boca de frente a la verga de Pedro.
Los papeles sexuales se intercambiaron, ahora Cleme le mamaba la verga a mi amigo, y yo la tenía con las nalgas hacia mí.
Nunca me voy a cansar de ver y manosear un rico culito blanco e inmaculado de una niña de nueve añitos. Los niños son muy atractivos porque te dan dos cosas muy placenteras: total sumisión y máximo control.
Cleme estaba totalmente indefensa.
Anoche disfrute mucho cogiéndome a Patricia, ahora le tocaba el turno a Clemencia.
Clemencia gemía suave, no en vano le administre la droga que me suministro el doctor.
Entre abrí los labios de su pequeña vagina, estaba muy húmeda y bien lubricada, esperando la inminente penetración.
Acerque mi boca a su húmeda vagina, pude oler su rico aroma de niña y ver su himen intacto ya listo para ser roto por mí.
Con mis labios hice un vacio, en su vagina que la hizo temblar, mientras mi amigo la penetraba por su boquita con su inmensa verga. Entre mi succión vaginal y las embestidas que recibía en su boca, la niña se sintió envuelta en ambiente sórdido y muy sexual; blanqueaba su ojitos de puro placer. A todos nos consumía la lujuria y la excitación y, Clemencia no se quedaba atrás, gemía como toda una hembra excitada.
Tome su piecito izquierdo me lo metí la boca. Lo comencé a chupar lentamente, mientras lo succionaba, mi miembro se hincho hasta reventar. Que rico era la sensación de lamer y oler un pie de niña, sentir su tersa y blanca piel y admirar su belleza.
Comencé un lento pero excitante recorrido por sus piernas, lambiendo sus batatas, parte de atrás de las rodillas y fue besando y chupando cada centímetro de su infantil cuerpito hasta llegar a ese rico y blanco traserito que esperaba a ser comido y lentamente degustado por mí lujuria.
Con mis pulgares, separe las nalgas de Clemencia. Allí pude ver su lindo agujerito anal, acerque mi nariz y me deleité del suave aroma de ese culito que ayer me compañero de jerga penetro, siempre bajo mi guía y con cuidado de no malograrlo más de lo necesario.
Pero el plato principal, su rica vagina, estaba intacta, su himen esperaba por una inminente penetración que mi mente morbosa estaba fraguando.
A estas mi compañero no paraba de penetrarla por la boquita, le hice una seña para que bajara el ritmo frenético y que esperara a que yo la poseyera, para así verla gozar con dos penes entrando su pequeño cuerpo.
Alcance el pote de crema anestésica y le unte con mis dedos los labios y el interior de la vagina hasta donde el himen lo permitía.
Se siente frio tío Joaquín.
Tranquila mi niña ya te vas a acostumbrar.
Tomé a Cleme por la cintura y empareje mi pelvis con la de ella, me ayude con unos cojines y, ya en cuatro paticas, apoye la punta de mi verga en la entrada de su frágil y diminuta vagina.
Le hice una seña a Pedro para que retomara la penetración de la niña por su boquita.
Abrí mi bien la vagina con mis pulgares, centre mi pene en la entrada de su vagina, una descarga eléctrica recorrió mi espalda, desde la base de mi columna hasta mi cabeza, mientras que mi miembro se veía muy hinchado y muy duro, amén de una cantidad de liquido pre seminal que babeaba por la punta de mi glande, mojaba la vagina de la niña y bajaba por sus piernitas.
Toma aire y bótalo lentamente, le dije.
En el momento que sentí que soltaba la bocanada de aire empuje mi miembro con fuerza. Su cuerpo se estremeció con violencia, Pedro la sujeto con firmeza por los hombros, mientras mi vista se deleitaba viendo como su vagina y piel se estiraban al máximo de su resistencia.
Clemecita comenzó a llorar y me rogo que parara. Me detuve un momento. La niña suspiro, le hice otra seña a Pedro y me entendió la idea rápidamente. Procedió a cogerse a la niña por la boca, siempre la mantenía con firmeza, tomada de los hombros.
Arremetí con fuerza mi verga sobre la desprevenida niña, el grito de Clemencia fue muy fuerte pero con el pene de Pedro en su boca se ahogo con un gemido apagado.
Sentí el himen de la niña romperse, en ese momento, pare y saque mi pene.
Estaba lleno de sangre y pude ver un pedacito su perdida en el surco de mí prepucio.
A partir de allí reanude la penetración de Cleme.
Continúe con un bombeo continuo en su frágil cuerpo .La niña poco a poco se acostumbro al dolor y, este se fue convirtiendo en placer. Ahora gemía más y dejo de gritar.
En ocasiones, disminuía y aumentaba la velocidad de mi taladro, de manera que no le daba tregua. Le saque el mi pene, para que la enculara Pedro y que la niña tuviera otro calibre de pene en su vagina.
Diez minutos después giramos a la niña y la seguí penetrando hasta sentir que le inundaba la vagina de semen, luego la nena me dijo que parara ya que tenia unas ganas muy fuertes de orinar. Al extraer mí pene un fuerte choro de squirt mesclado con semen salió de su agujero escurriéndose por las piernas. Pedro aprovecho y le soltó su descarga de esperma en su boquita.
Entre sollozos y lágrimas termina este ciclo de relatos de iniciación a la vida sexual de estas dos criaturas.
Espero sus comentarios ya que es posible escribir más episodios donde estas dos niñas participen en futuros encuentros sexuales con Don Rosendo y otros hombres.
QUE SABROSO RELATO, LO MEJOR DE LO MEJOR, LA INICIACION CON DOS HOMBRES,
Tremendo ufff
Como me ponen los hombre maduros que saben disfrutar
Como deseo que Rosendo y el compadre se cojan a las nenas.
Que lindo encuentros con maduros