Club de intercambio familiar IV
Seguimos haciendo crecer este exclusivo Club con nuevos alicientes y novedades para hacerlo mas atrayente para las nuevas familias y los socios veteranos..
Después de la última reunión celebrada en el Club, para que mantuviera su dinamismo y el interés morboso de todos sus miembros por participar en esos encuentros, se había acordado recuperar la esencia de los inicios del club, cuando era un lugar de experiencias sin límites, en el que las familias descubrían nuevas sensaciones y se abría un mundo nuevo ante ellas, teniendo en cuenta la evolución que había tenido la sociedad y las costumbres en los últimos años, se acordó rebajar la edad de entrada, para poder aceptar la solicitud de muchos de los socios con hijos pequeños que ya deseaban llevarlos a esas reuniones con ellos, así como aumentar la posibilidad de que nuevas familias pudieran incorporarse a él sin esas restricciones que había, pero manteniendo las “reglas de clasificación” que había en un principio, con lo cual se aseguraba que llegaran más niñas vírgenes al Club y pudiera celebrarse el morboso ritual de iniciación, y no como en las últimas ocasiones en las que casi todas llegaban ya folladas de casa en esas edades que se habían establecido.
Para conseguir esto, se acordó fomentar que los socios trajeran al club nuevas familias en las que todavía no hubiera habido sexo entre ellos, aunque tuvieran ese morbo por el mundo liberal y curiosidad por iniciarse en él, y ya dentro del Club, lo pudieran satisfacer abiertamente, ayudándoles a disipar todas esas dudas que pudieran tener sobre esa forma vida familiar.
De este modo, el día de celebración de la siguiente fiesta, se notó la presencia de muchas caras nuevas, notándose en el brillo de sus ojos, la excitación de quien está entrando en un santuario de placer, y donde no se sabe muy bien lo que va a pasar en las siguientes horas, llamando la atención también entre los nuevos invitados, la menor edad permitida para la entrada, suscitando ya las primeras miradas de deseo entre los más veteranos, sabiéndose también que las de mayor edad tampoco habían tenido mucha experiencia sexual hasta ahora, e incluso para sus padres era también nuevo todo esto, lo que aumentaba el morbo por verlos en acción.
Entablando conversación con una de estas nuevas familias que estaban a nuestro lado, con dos niñas preciosas, y que con cara de asustadas, miraban todo a su alrededor, les comentamos:
—Qué nenas más guapas tenéis. El tenerlas en casa, viendo cómo van creciendo, será difícil evitar entrar en juegos con ellas —mirando, sobre todo a su padre:
Diciendo él:
—A mí siempre me han atraído las nenas de los demás, pero a las mías siempre las he tenido un respeto, por su madre también, porque si llega a enterarse de que les he metido la polla, me mata, aunque no te voy a negar que alguna vez, se me ha ido la mano y las he tocado el coñito metiendo los dedos debajo de sus braguitas.
—¿Y se mojaban ya? —le preguntamos con curiosidad.
—Sí, mucho, acababan con las bragas todas mojadas y en mis dedos un aroma delicioso.
Asintiendo su mujer:
—Yo al principio me extrañada de que mojaran tanto las bragas, pero ¿te crees que no lo sabía? —Dirigiéndose a su marido—, ya te he pillado alguna vez con la mano donde no debías.
—Bueno, mujer, ahora estamos aquí y todo es distinto, y además tú también podrás desquitarte.
—Sí, eso espero, tengo muchos nervios ya.
Interviniendo otro hombre, que estaba escuchando, en la conversación:
—Pero podías habérsela metido por el culo, así seguirían siendo vírgenes, que es lo que hice yo con las mías, porque de lo que se preocupaba su madre era de revisarlas el coño para ver si alguno se la había metido ya y cuando se enteró de que las follaba por el culo, no le molestó tanto.
—Si me hubiera atrevido, claro que lo hubiera hecho, pero yo desconocía que hubiera tanta gente que hace estas cosas con sus hijas.
—Los hombres somos así, amigo. Cuando vemos un coño, enseguida estamos pensando en meterla en él. No tenemos remedio —le comentó ese hombre, con resignación..
También estaban por allí una madre con su hija, a la que se notaba que sería de las más jovencitas que habían venido, y tras una pequeña conversación con ella, mi marido le preguntó directamente a la cría:
—¿Alguna vez te han acariciado o te has tocado tú misma?
—No —contestando ella con timidez, tras una breve mirada a su madre, que corroboró la respuesta de su hija.
—Yo me separé al poco de nacer ella, y su padre no la volvió a ver, por lo que al no tener hermanos tampoco y vivir las dos solas, siempre ha estado conmigo y es muy inocente.
Mi marido le pidió permiso a su madre para verla con detenimiento y bajándole las bragas inspeccionó su vagina con los dedos, comprobando que estaba muy cerrada aún, sin un solo pelito todavía en su pubis, pero al pasar el dedo por su rajita ya vimos cómo se estremecía la niña, diciéndole él:
—Vaya, parece que te gusta, ¿eh? —mirando a su madre con complicidad.
Lo que le hizo insistir en sus toqueteos repitiendo el movimiento de su dedo arriba y bajo de su rajita, haciendo que se humedeciera cada vez más, hasta abrir su vulva ligeramente, presionando ya directamente sobre su clítoris, lo que provocó los gemidos de la niña de una forma más acelerada, mostrándose toda acalorada mientras sus ojos permanecían cerrados, centrada en ese nuevo placer que estaba recibiendo por primera vez en su vida, convirtiéndose sus gemidos en pequeños gritos ante la llegada del primer orgasmo que la hizo moverse fuera de sí, agarrando ella misma la mano que masajeaba su coñito totalmente encharcado, para que continuara con sus toqueteos, comentado su madre al verla así:
—¡Ay!, mi niña, como lo está disfrutando.
—Sí, jeje, a partir de ahora, ella misma se lo va a hacer o buscará a alguien para que se lo haga todo el día, porque a estas edades no se cansan —le dijo mi marido, que había disfrutado mucho masturbando a la cría.
—Pero si es una cría para empezar ya a hacer estas cosas —le comentó su madre, un poco incrédula porque su hija empezara a masturbarse ya ella sola o busque a alguien para que se lo haga.
—No se preocupe, que va a haber muchos dispuestos a hacerla disfrutar, jaja.
—Miedo me da en el momento en que empiece a tener la menstruación y al metérsela, se le corran dentro.
—Pues tendrás que hacer lo mismo que nosotras con nuestras hijas, llevarla al ginecólogo para que le dé algo —la dije yo.
—¿Ya desde tan crías las lleváis para eso? Qué vergüenza, no sé lo que va a pensar de mí, cuando me presente allí con mi hija.
—No te preocupes, si ellos ya están acostumbrados a que se las lleven de estas edades. A ver si te crees que vas a ser tú la primera. Además te mandan a ti esperar fuera mientras ellos las atienden.
—¡Ah!, no sabía, será para hablar con ellas con más intimidad.
—Sí, eso también, porque muchas están más tranquilas sin sus madres delante y les cuentan cosas que no saben ellas, más íntimas. La mía, cuando salió de la revisión, me dijo que la había puesto en una silla con las piernas abiertas y le tapó la cara con una sábana para irle metiendo en el coño unos aparatos.
—Claro, eso nos lo hacen a todas para revisarnos.
—Hasta ahí todo normal, pero me dijo que luego sintió que la metía algo más suave y caliente, empezando a moverlo dentro de ella, dándole mucho gusto y corriéndose cuando le echó un líquido caliente dentro de ella.
—No me digas que le hizo lo que estoy pensando. No me lo puedo creer.
—Pues sí, créetelo, porque ya me contaron más casos. Parece ser que se aprovechan de que son crías sin experiencia, y muchas ni se dan cuenta.
—¿Cómo no se van a dar cuenta? De eso nos enteramos todas.
—Sí, está claro, pero quiero decirte que como es la primera vez que van al ginecólogo piensan que es normal que les hagan eso y si alguna se da cuenta de que las están follando, les dicen que es para comprobar si les cabe dentro bien, para que cuando ellas tengan relaciones, no les hagan daño. Ya ves que inocencia.
—Pero eso no lo harán todos. No me quiero imaginar que al que voy yo le haga eso a ni niña, aunque a veces noto que a mí me pasa la mano por el coño de una forma que acabo mojándome.
—Y el mío también me hace eso. Así que ten por seguro que a alguna, aprovechando que son crías, le mete algo más que la mano. Si es que hasta a mí, si me la hubiera metido ni le hubiera dicho nada, de lo caliente que acabo a veces en la consulta.
—Es que algunas estamos muy necesitadas, jajaja —reconoció esa madre separada.
Mientras estábamos hablando, había empezado el tradicional desfile de “Sobas”, saliendo en esta ocasión, todos juntos chicos y chicas con variadas edades. Las niñas con lencería sexy que prácticamente no tapaba nada, pero que realzaban sus culitos y por delante simplemente con unas cintas marcándoles el coñito, mostrándolo todo a la vista, dejando a más de uno boquiabierto al pasar a su lado, esperando el momento de poder disfrutar de alguna de ellas. Y los chicos, como siempre, directamente desnudos con el pene erecto, mostrándolo orgullosos, no pudiendo evitar comentar la madre de las dos niñas a nuestro lado:
—¡Madre mía!, que ricos están algunos. Se me está humedeciendo el coño de verlos.
—Pues ya verás cuando los pilles luego. No te vas a cansar de chupársela.
—Y de algo más, porque yo a estos, me los voy a follar de dos en dos, jajaja.
Entre los nuevos juegos que había preparados, estaba el de “cata a ciegas”, en el que participarían las nuevas familias y que consistía en que en varias tandas, agrupadas por edades, empezando las niñas más pequeñas coloccándose en una especie de habitáculo donde solamente dejaban expuestas sus vaginas, permaneciendo oculto el resto del cuerpo, y al otro lado, sus padres las lamerían desconociendo todos quien era quien, teniendo que elegir la final cual les había gustado más.
Al comenzar la prueba, los hombres fueron comiéndose por orden los cinco coños ofrecidos, deleitándose más con unos que con otros, a lo que se añadía el morbo de escuchar los gemidos de placer de las niñas al otro lado del panel disfrutando de las lenguas anónimas que lamían su más tierna intimidad. Al concluir, los hombres fueron eligiendo sus coños favoritos, dándose el caso de que al destaparse el panel, alguno había elegido el de su propia hija, celebrando el público el acierto tenido, pero con la sospecha también de si esa era la primera vez que se lo chupaban.
En las tandas de mayor edad, también se permitió que después de lamerlas, fueran penetradas, pero tenían que elegir únicamente a una de ellas, lo que aumentaba el morbo de saber si alguno se estaría follando a su propia hija, lo que lógicamente ocurrió en alguna ocasión, llamando la atención la cara que ponían sus madres al comprobar que su marido había follado a su niña, comprendiendo que a partir de ahora ya nada volvería a ser igual.
En la siguiente prueba eran los chicos quienes tenían que meter su pene en unos agujeros, quedando ellos tapados detrás de unos paneles al estilo de esos baños donde el chico mete su polla para que se la chupen al otro lado. En este caso serían sus madres las que igualmente desconociendo la situación, los lamerían para elegir al que más les haya gustado, y al rato comenzaron agarrando las pollas que se les ofrecían, dándoles unos breves meneos para ponerlas bien duras y metérselas en la boca para disfrutarlas con sus lenguas expertas, lo que hizo que al poco rato, la mayoría de ellos no pudieran evitar soltar un buen chorro de semen que manchaba la cara de las mamadoras, o que directamente acababa en su boca no dejando una gota fuera.
En el momento de la elección, ya alguna pareció adivinar quién era su hijo, sin levantar el panel, lo que demostraba que quizás esas ayudas en la ducha a sus hijos se habían alargado más de la cuenta, mientras otras se llevaban una morbosa sorpresa al comprobar que la polla elegida era la de su hijo, justificándose en que era la primera vez que se la chupaban.
Un rato después de terminar las pruebas, pasamos a los reservados viendo sola a la niña que anteriormente había estado masturbando mi marido, por lo que le preguntamos donde estaba su madre, diciéndonos ella:
—Está ahí dentro con dos chicos.
—Ven, vamos a ver lo que hace.
Al asomarnos, vimos como su madre estaba con dos de los chicos que habían participado en el desfile, y la estuvimos mirando cómo se follaba a uno mientras se la chupaba al otro, con tanto entusiasmo que ni se dio cuenta de nuestra presencia. Su hija miraba entre sorprendida y curiosa por lo que estaba viendo, mientras mi marido, aprovechando ese momento de excitación, la tenía abrazada por detrás acariciándole la vagina con una mano, debiendo notarla ya mojada por lo que estaba viendo ella, diciéndole:
—Como se lo pasa tu madre, ¿eh?
Añadiendo mí marido:
—Te gustó lo que te hice antes, ¿no? Anda, ven conmigo aquí al lado, que nos lo vamos a pasar bien. Vosotros avisarme si acaba su madre para que no nos sorprenda.
—Pero que vas a hacer, ¿follarla?
—No sé, si puedo sí, pero sin que lo sepa su madre, que igual no quiere.
—Vaya, como eres…. No la fuerces, que ya sabes que eso no está permitido aquí.
—No, tranquila, solo lo haré si quiere ella.
Estando ya a solas mi marido con ella, le dijo:
—¿Viste como chupaba tu madre? Toma, chupa la mía, verás que rica está.
La cría se puso de rodillas a chupar la hinchada polla de mi marido, que no había soltado de su mano, primero con timidez, pero luego se fue animando a metérsela toda en la boca. Para entonces los dedos de mi marido ya habían conseguido abrir totalmente la pequeña vagina de la niña que había adquirido un tono sonrosado por los frotamientos, convirtiéndose en toda una tentación para ser penetrada, así que colocándola tumbada sobre el sofá con las piernas abiertas, mi marido empezó a pasarle la punta de la polla por la entrada de su vagina, arrancando sus primeros gemidos y aumentando sus jugos vaginales, permitiéndole hacer mayor presión con el glande hasta acabar dentro de ella. En ese momento, pasó por delante el padre de las dos niñas con el que habíamos estado hablando antes, diciéndonos:
—¡Bufff!, ¿estás follando a la niña? Dejarme verlo.
Y ahí se puso a mirar como cada vez mi marido se la metía más profundamente, gritando ella con cada acometida, disfrutando de la polla que la estaba estrenando, mientras el improvisado mirón se masturbaba viendo la escena. Mi marido hacía esfuerzos por no correrse tan pronto, pero finalmente no pudo más:
—¡Aaaahhhhhggg!, qué bárbaro, que bueno está esto, me corrroooooo…….
Al sacársela, invito a nuestro amigo a follarla él, a lo que accedió rápidamente súper excitado, ayudándole mí marido:
—Al principio, métesela muy despacio, poco a poco, y cuando ella empiece a gozar se la metes hasta el fondo. Tú imagínate que se la estás clavando a una de tus hijas, con lo ricas que están.
—Es que si me imagino eso me voy a correr enseguida, pero en cuanto acabe aquí, voy a por ellas.
La nena ya tenía la vagina abierta de la anterior follada y pudo metérsela sin dificultad, y al moverse dentro de ella tuvo un placer como nunca había tenido haciéndolo con su mujer, según reconoció, y no tardo en correrse muy a su pesar y aunque quiso repetir, le dijimos que podía venir su madre en cualquier momento y era mejor dejarla ya.
Al salir, en otra de las habitaciones, ese hombre vio cómo se estaban follando a sus dos hijas, y se quedó un rato mirando como las niñas disfrutaban de dos buenas pollas, aunque no pudo reprimir su enfado:
—Pero si esos cabrones se están follando a mis hijas.
—Bueno, para eso las trajiste aquí, para eso es este club, tú también te has follado a la hija de otros..
—Sí, es verdad. Pero me da rabia no haber sido yo el primero y haberlas traído aquí ya folladas de casa, como hacen otros.
—Pues ahora piensa que las vas a tener en casa siempre que quieras y tú mujer no te puede decir nada, porque ella también se ha follado a quien le dio la gana.
—Eso es cierto. No sé si ahora voy a poder con tantas mujeres en casa, jaja.
—Ya verás como si puedes, más de lo que imaginas. Te lo digo por experiencia, jaja.
Yo me encontré con una amiga conocida de otras ocasiones, que me dijo:
—¿Sabes lo que me apetece hoy? Pervertir a uno de estos críos que es la primera vez que vienen y que no han visto un coño en su vida, ni el de su madre.
— Si, a mí también, vamos a ver si encontramos alguno.
Fuera de los reservados vimos en uno de los sofás a una madre que todavía estaba allí con su hijo:
—¿No habéis hecho nada todavía?
—No, es que mi hijo es muy tímido y no quiere separarse de mí.
—Pobre, ¿eso no será que la mamá le trata muy bien y no quiere probar otras cosas?
—No es lo que estáis pensando. Si prácticamente no me ha visto nunca desnuda y está aquí un poco asustado viendo todo lo que hay.
Diciéndole yo a mi amiga, al oído:
—(Este es el que buscamos)
Y dirigiéndose ella a ese crío:
—Mira, ¿qué te parece si nos vamos juntos a un reservado? Y que venga tu madre también si quieres, para que estés más tranquilo.
Ellos aceptaron, animado el hijo por su madre, empezando a desnudarnos, mirándonos él con los ojos muy abiertos, dejándole desnudo también, teniendo ya una fuerte erección, por lo que le dijimos:.
—Mira que cosa más bonita tienes. ¿Tú mamá no te la ha visto nunca así?
Contestando ella:
—No, así tan dura es la primera vez que se la veo, (no pudiendo reprimir el gesto de llevar la mano a la polla de su hijo, acariciándola como con miedo, al pensar en lo que estaba haciendo, por lo que su hijo la miró con sorpresa).
—Alguna vez se la tendrás que haber visto así, todas las madres con niños los vemos.
—Sí, pero cuando era más pequeño. No se le ponía tan grande…..
Esto nos llenó de morbo a mi amiga y a mí, por lo que decidimos que llegaran más lejos y le dijimos a ella que se la chupara. Tardó un poco en decidirse, pero su terrible excitación rompió todas sus barreras y tras unas breves lamidas dubitativas, se puso a chuparla golosamente como si llevara tiempo deseando hacer eso, y entre eso y nuestras caricias y besos al crio, hicimos que se corriera, diciendo su madre:
—¡Ay!, mi niño, si te has corrido en la boca de mamá. Que rica me sabe tu lechita.
Nosotras seguimos pajeándole para que siguiera teniéndola dura y le dijimos a su madre que se tumbara y se dispusiera a recibir a su hijo. Sus últimos pensamientos debieron ser que no debía dejar que su hijo entrara en su vagina, que le era ofrecida carnosa y jugosa rodeada de pelos, como nunca se la había imaginado mostrársela, pero sus últimas barreras morales cayeron, cuando antes de que le diera tiempo a pensar más, ya tenía la polla de su hijo moviéndose en su coño y sus gemidos podían escucharse en toda la sala.
Nosotras no pudimos evitar ponernos a masturbarnos viendo la escena, porque aunque en un principio pensábamos follárnoslo nosotras, el morbo de la situación nos había llevado a esto que estábamos presenciando, esperando a que se desahogara con su madre para que nos llegara nuestro turno.
Después de la corrida anterior, el chico pudo aguantar más tiempo dentro de su madre, facilitando que ella llegara a una sucesión de orgasmos que parecían no acabar, llevándola a un estado de locura que nunca se habría imaginado.
Como estas escenas siempre tenían mirones, mi amiga y yo no pudimos aguantar más y llamamos a otros dos críos que estaban mirando, como si nunca hubieran visto algo así, lo que lógicamente sería muy posible dada su edad y después de chuparles de arriba a abajo sus pollitas y sus huevos, nos pusimos encima de ellos para buscar un contacto directo de sus miembros con nuestros clítoris y provocarnos esa corrida que tanto necesitábamos.
Al finalizar la reunión, todos coincidían en que había sido una de las más morbosas y donde más habían disfrutado todos, con todas esas novedades que se había dado, lo que les había dejado con ganas de asistir a la próxima reunión, por lo que el objetivo de dinamizar el Club, se había cumplido con creces, estando todos dispuestos a que siguiera creciendo para que pudieran participar en él, el mayor número de familias posible.
La mejor escena de straight shotacon.