CÓMO LLEGO A MI VIDA CAMILITA
Ella tenía una pequeña niña de 8 años. Al principio no nos hablábamos, pues tenía un carácter berrinchudo y yo no le caía nada bien. Poco a poco me fui ganando su confianza y cada vez se acercaba más a mí. .
Soy un tipo guapo y muy hábil en el sexo, así que las mujeres siempre me han buscado. Por aquél entonces trabajaba como profesor en una secundaria, y me acostaba con varias mujeres, sin embargo, Norma era especial. La maestra de inglés y yo nos enamoramos y nos fuimos a vivir juntos.
Ella tenía una pequeña niña de 8 años. Al principio no nos hablábamos, pues tenía un carácter berrinchudo y yo no le caía nada bien. Poco a poco me fui ganando su confianza y cada vez se acercaba más a mí.
Después de unos meses ya permitía que la abrazara. Un día estaba trabajando en mi escritorio y llegó a sentarse en mis piernas; vestía una blusita verde y una minifalda de mezclilla que dejaba ver sus piernas delgadas. Ya se veía que sería una mujer muy hermosa de grande, con su pelo castaño, ojos grandes y su piel apiñonada. Una vez arriba se puso de espaldas y recargo su cabecita en mi pecho. Yo llevaba puesto solo un delgado short, pues era un lugar muy caluroso con playa. Poco a poco comenzó a moverse y a estirarse hasta que su faldita quedó totalmente levantada y sus nalguitas quedaron arriba de mi pene. Este roce hizo que me excitara y se me empezó a poner duro. Ella lo notó y me volteo a ver, pero yo me hizo tonto y seguí escribiendo en la laptop. Ella no se quitó, sino que empezó a moverse con más ritmo y a acomodar su rayita exactamente en mi pene erecto. Cada vez se movía con más fuerza frotando su pequeño pusy contra mi miembro caliente. Se oyeron pasos en la escalera y ella corrió rápidamente, yo alcancé a meterme al baño en lo que se me bajaba la erección. Ese fue nuestro primer encuentro.
El siguiente encuentro fue un día en el que su madre no estaba. Ella estaba dormida en su recamara y yo estaba en la mía viendo la tele. Cuando desperté vino a mi cama tallándose los ojos y preguntando por su mamá. Le dije que no estaba y se acurrucó sobre mi pecho. Llevaba puesta un camisón de dormir blanco que dejaba transparentar sus pequeños pantys blancos y sus largas piernas. Poco a poco fue subiendo hasta llegar a ponerse encima de mí, aún con su cabeza recargada en mi pecho. Levantó su camisón y acomodó su pequeña conchita sobre mi pene. Se empezó a mover hacia atrás y hacia adelante, mi pene se puso erecto en un santiamén. Yo llevaba solo una trusa muy delgada y pequeña, e inmediatamente salió la punta del calzón. Cuando ella lo sintió se acomodó de tal manera que la punta de mi pene rozara exactamente su vaginita. Se movía en círculos, hacia atrás y hacia adelante y yo sentía que estallaba. No puede más y mis manos agarraron sus pequeñas nalgas y las empezaron a mover ya restregar con más fuerza hacia la punta de mi verga que ya empezaba a lubricar y a mojar su calzoncito. Ella nunca levantó su cabeza de mi pecho y empezaba a gemir en silencio. Cuando me di cuenta quité mis manos de sus nalgas pero ella las atrapó rápidamente y volvió a ponerlas sobre sus nalgas pidiendo que la siguiera tocando. Yo la seguía moviendo hacia a atrás y hacia adelante al ritmo que mi cadera se levantaba para frotar con más fuerza mi pene contra su pequeña conchita. En un momento sus manitas me abrazaron muy fuerte, gimió un poco más fuerte, se tensó su cuerpo y se dejó de mover. Luego se relajó y quedó dormida arriba de mí. Cuando despertó se dio cuenta que estaba toda mojada, me miró, me sonrió con esa sonrisa que implica complicidad y se bajó de mi. Como si tuviera 20 años fue a su cuarto, sacó un panty seco y se lo cambio. Yo estaba observando todo desde mi recamara a punto de estallar de la excitación. Ese fue nuestro segundo encuentro.
A partir de ese momento ella aprovechaba cualquier ocasión para subirse en mi y empezar a frotarse. Una vez su madre estaba lavando y yo estaba cambiándome sentado sobre la orilla de mi cama. Ella subió me miró y riéndose corrió a subirse y a frotarse como siempre. Yo estaba en trusa y con una erección del tamaño de la estatua de la libertad. De repente oímos subir las escaleras a sus mamá y ella salió corriendo a su recamara. Yo caminé al baño tratando de cubrir la erección pero su madre me vio. Cuando salí me dijo que qué estaba pasando, «¿por qué mi hija salió corriendo y tu tenías una erección?» Le dije que yo estaba buscando una camisa de espaldas al guardarropa y salió una de mis revistas pornográficas y la estaba hojeando, que ignoraba que Camila estaba atrás de mi. Norma era una mujer muy inteligente y no me creyó. Fue al cuarto de Camila, cerró la puerta y empezó a hablar con ella. Yo fui a pegar mi oído contra la pared y alcancé a escuchar como Norma la estaba interrogando acerca de qué fue lo que pasó y por qué salió corriendo. Camila le dijo que entró al cuarto y cuando oyó un ruido se espantó y se echó a correr, y que yo estaba buscando cosas en el guardarropa.
Norma le decía «¿eso fue todo?» La niña con una voz calmada le dijo «sí mamá». Cuando Norma salió se veía más convencida y nunca más se volvió a hablar del tema. Desde ese momento prometí ya no hacerlo más, pensé que esa había sido una señal y que eso no se repetiría.
Una mañana yo estaba dormido boca arriba y una de mis manos colgaba de la cama, entre sueños sentí como Camila se había montado en mi brazo y bajaba poco a poco hasta llegar a mi mano. Cuando llegó a mi mano abierta se empezó a mover y mi mano tocaba su calzoncito. Ella llevaba puesto una pijama muy delgada, y me di cuenta que no llevaba pantys. No resistí y mis dedos empezaron a tocar su vainita suavemente. Ella se movía para ayudarme y gemía débilmente. Mis dedos sentían como se iba mojando poco a poco y seguían frotando, ahora con más fuerza. Buscaba abrir sus pequeños labios y que el dedo anular penetrara. Seguí moviéndolo y ella se ponía cada vez más mojada. Camila agarro mi mano con su manita izquierda, y con la derecha se bajo ligeramente su pijama. Acomodó mi mano dentro y puso mi dedo anular exactamente en su pequeño clítoris. Yo estaba muy excitado y empecé a frotarlo despacito y sin fuerza, pero ella apretó mi dedo contra su puchita indicándome que necesitaba más fuerza, entonces no tuve ningún cuidado y la froté su clítoris como si fuera una mujer adulta. Combinaba los movimientos tocando sus labios y metiéndolos en su rajita. Ella, cuando sintió que mi dedo entraba, lo presionó con más fuerza contra su sexo, queriendo que lo metiera más profundo, así lo hice. Le metía el dedo por su puchita y le frotaba su pequeño clítoris lo más rápido y fuerte que podía. Estaba escurriendo y gimiendo cada vez más fuerte. En cierto momento sus dos manos estaba en la mía y presionó mi dedo para que lo metiera más profundo, así lo hice, lo metí lo más adentro que pude y lo moví en círculos. Encontré su punto G, y lo frote lo más rápido que pude, ella dio un pequeño grito y cayó rendida. Yo me paré, la vi, ella estaba extasiada, me sonrió se volteó y quedó dormida. De allí en adelante ella buscaba cualquier oportunidad para que yo la masturbara, seguimos haciéndolo durante casi un año.
Su madre tenía que ir a un curso lejos y estuve solo con ella una noche. Yo estaba viendo la televisión en mi recámara y ella llegó en su batida de dormir, pero sin ropa interior. Se subió en mi pene rápidamente, yo estaba desnudo, pues la estaba esperando a que viniera, pero tenía las sabanas cubriéndome de la cintura hacia abajo. Acomodó su puchita en mi pene y se empezó a mover y yo también. Después de un rato se bajó me sonrió y bajó su cabecita a mi pene. Lo empezó a tocar sobre las sábanas, ya mojadas. Sus manitas frotaban mi pene suavemente de arriba a abajo mientras me miraba y sonreía, sus deditos llegaban a la punta y lo presionaban, luego acerco sus labios e hizo lo mismo con ellos, pero no los abría. Yo estaba super excitado, con una gran erección y a punto de correrme. Luego ella quitó la sábana y vio mi pene grande y caliente, me volteó a ver y me sonrió, agarró mi pene de forma completa con sus manitas y empezó a moverlas de arriba a abajo. No pude más y me corrí. Ella se rió, se acostó de espaldas sobre mí y puso mi mano en su rayita para que la empezara a masturbar. Lo hice fuerte, como a ella le gustaba; se retorcía de placer y una de sus manos frotaba mi pene de donde podía. Yo ya no podía con la excitación, la bajé de mi, me hinqué frente a ella le subí la batita, y vi en todo su esplendor su maravillosa puchita. Era un duraznito rozado, sus labios eran muy delgados y por la excitación se veía su pequeña abertura coronada por un sobresaliente clítoris que parecía reventar. Me frote mi verga, pues estaba aún grande y caliente. Pensé en frotarlo contra su pequeños labios y clítoris pero me detuve, pues no quería penetrarla o trasmitirle alguna enfermedad. Sin embargo, acerqué mi boca y poco a poco con mi lengua empecé a probar su jugoso néctar. La punta de mi lengua recorría suavemente todos sus labios, salía de su entrepierna y recorría con toda mi lengua sus piernitas, su barriguita y los espacios entre las piernas. Ella estaba con los ojos cerrados y sus manitas contra mi cabeza la presionaban para que lamiera más fuerte su coñito. Se retorcía y estiraba mientras mi lengua ya no tenía piedad y recorría con todas mis fuerzas sus labios, la penetraba, salía y entraba por ese pequeño orificio, frotaba su clitoris y cada vez ella gritaba con más fuerza. Yo sentía como sus juguitos entraban en mi boca. ¡Dios¡ Nunca en mi vida he estado tan excitado. Llegó un momento en que mi lengua se metía con todas mis fuerzas en su pequeño orificio, y lo más profundo que podía, y ella gemía y explotó. En ese momento salía un chorro que mojó toda mi barba, me lo tragué, y la seguí lamiendo, como nunca he lamido un coño en mi vida. Retiré mi cara y ella estaba allí, tan hermosa, casi dormida, cansada de tanto placer, con la batita levantada arriba de la cintura. Qué hermosa criatura, pensé, y tuve ganas de penetrarla, pero me contuve.
Ese tipo de encuentros se repitieron un par de veces, cada vez más cerca de penetrarla, pero nunca me animé. Unos meses después me separé de Norma y me mudé. Nunca más volví a ver a la pequeña Camila ni a tener su hermoso cuerpecito excitado sobre mi pene. Siempre me he preguntado cómo me recordará ella cuando sea grande y tenga conciencia de lo que hicimos. A veces me siento culpable y siento que algún día le contará a su mamá todo lo que sucedió. Otros días me tranquilizo y pienso que es demasiado inteligente y recordará esto como algo bello y hermoso, solo entre ella y yo. No lo sé.
Han pasado 5 años y he encontrado a su mamá en Facebook, quien afortunadamente publica fotos con ella. Se ha convertido en una hermosa adolescente, delgada, cabello largo, con los senos apenas despuntando y sus largas piernas delgadas.
De repente sueño que ella es una adulta y viene a buscarme para que terminemos lo que comenzamos, pero también he soñado que viene a matarme. El tiempo lo dirá.
muy buen relato realista ,bien narrado y muy exitante felicidades. lastima que lo cerraste tenias para mas,pero eso es mas morboso pues clasifica como real, bien.
yo aún sigo viviendo una experiencia con mi hija todavía sin penetración pero ya casi casi tiene 15 años y le gusta pero no lo acepta
me fascino esta historia que facilmente se podria confundir con la vida en la actualidad donde las niñas son mas desenvueltas y estan mas concientes de su sexualidad y no tienen miedo a explorarla.
muy buen relato, que suerte encontrar una nena así. lo mas seguro es que te busque para que te la cojas.
Esa niña está enamorada de ti y no va a decir nada al contrario cuando pueda te va a buscar una niña si agarra un vínculo afectivo a corta edad se vuelve inrrompible ojo y no te vea con otra porque una mujer celosa y despechada es capaz de todo