Cómo me convertí en la puta de mi padre.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
. A los 6 o 7 meses de llevar esa vida me quedé embarazada. Creí que iba a ser un desastre pero eso fue lo que necesitaba para despertar y luchar contra la depresión que me estaba consumiendo. El padre no quiso hacerse cargo de la niña pero mis padres me apoyaron en todo momento.
Cuando estaba embarazada de 5 meses empecé a notar que estaba todo el día cachonda. Tenía los pezones duros y sensibles, preparándose para dar leche pronto, y me los tocaba y lamía en cuanto tenía la menor oportunidad. Me masturbaba todas las mañanas con mi vibrador, pero necesitaba algo más. Necesitaba un hombre que me diese duro.
Una mañana me levanté temprano y me encontré a mi padre en el salón viendo la TV. Le pregunté dónde estaba mi madre y me dijo que había salido y no volvería hasta la hora de comer. En ese momento me paré a mirar detenidamente a mi padre. No era muy mayor, tenía 44 años, poco pelo y una barriga que empezaba a ser incipiente. Pero mi mirada se posó un poco mas abajo. Mi padre siempre fue una persona muy calurosa, y andaba prácticamente todo el año en bañador o calzones por la casa sin camiseta. Desde que fui adulta y mi madre se enteró que ya no era virgen, se tomó la libertad de hablar conmigo como una amiga en vez de como mi madre, y me contaba que mi padre tenía un gran pene y una sed sexual difícil de satisfacer para ella, ya que había veces que quería hacer el amor hasta 4 veces en el día.
En mi casa teníamos solo un ordenador y mi padre sabía utilizar lo básico. Era yo quién le pasaba el antivirus y borraba los historiales. Mi padre veía mucho porno, y varias veces llamó mi atención algún vídeo de porno incesto. Nunca le di demasiada importancia hasta ese momento en el que miraba atontada el gran paquete de mi padre.
Me puse todavía más caliente de lo que estaba y decidí en ese momento que necesitaba que mi padre me follase duro. Me armé de valor y me senté en sus piernas.
-¿Qué haces?
-Nada papi, quiero ver un rato la TV contigo. ¿Te importa si me siento aquí?
-Hay otro sillón libre, ¿no te vale?
-Sí pero me apetecen mimos de papito. Porfaaa.
-Está bien, pero déjame ver.
Siempre he sido una niña de papá. Cuando era pequeña y me ponía mala era mi padre el único que conseguía que me durmiese acariciando mi cabello y durmiendo abrazada a él. Fui moviéndome lentamente para colocar mi trasero encima de su pene. Cuando lo conseguí noté que mi padre se movía un poco, incómodo, pero no dijo nada. Ya tenía una barriguita incipiente por el embarazo así que le agarré su mano y la puse en mi panza para que notase al bebé. Mientras tanto movía mi culo lenta y suavemente acariciando su gran pene por encima del calzón. Notaba que estaba nervioso pero no me apartó en ningún momento. Poco a poco fui subiendo su mano de mi panza a mis pechos, grandes, turgentes y sensibles por el embarazo. En ese momento mi padre me susurró al oído.
-¿Qué estás haciendo Dana?
-Tranquilo papi- respondí- soy tu nena, y te necesito. A causa del embarazo ando todo el día caliente papito. Necesito que alguien me de lo que necesito…
-Esto no está bien cariño…- volvió a susurrarme. Pero en ningún momento apartó las manos de mis tetas ni hizo que dejase de mover mi trasero.
-Por favor papá. Te necesito, siempre estás ahí cuando te necesito… Esto no cambiará nada entre nosotros. Nos unirá cada vez más. Tú me darás lo que necesito y yo te lo daré a ti. Se que tienes un gran apetito sexual.
Mi padre no respondió. Me tomé su silencio como un consentimiento. Me puse de frente a él y me quite la camiseta dejando mis senos al aire. Cogí sus manos y las puse en mis tetas masajeándolas.
Sus ojos parecía que iban a salírsele de las órbitas. Me puse de rodillas enfrente de él y le bajé el calzón. Mi madre no había exagerado nada, mi padre tenía un gran pene, que debía de medir por lo menos 24cm. Al bajarle el calzón ya lo tenía erecto y duro como una piedra. Le miré a los ojos y me lo metí en la boca.
Mi padre soltó un gemido de placer. Comencé a mamarle la verga primero despacio subiendo luego de intensidad. Cuando noté que se ponía más dura y que parecía que iba a correrse paré. El se levantó y me llevó de la mano a su habitación sin decir nada. Al llegar allí me tiró en la cama de un empujón y comenzó a chuparme los pezones con avidez. Estaba caliente como una perra y gemía de placer con cada lametón. Fue bajando lentamente con su lengua por mi tripa hasta llegar a mi coñito, que en ese momento ya estaba empapado esperándolo. Comenzó a lamerlo y chuparlo con ansia haciendo que retorciese los dedos de los pies de placer.Metió dos dedos en mi vagina que entraron rápidamente gracias a lo lubricada que estaba, mientras me lamía mi clítoris hasta que estallé en un gran orgasmo entre espasmos. Mi padre subió hasta mi cara y me besó con pasión.
-Ahora voy a follarte como nunca nadie te ha follado- me susurró al oído.
-Si papi, dame duro, por favor¡-Le rogué.
Me dio la vuelta y me puso a cuatro patas. Yo estaba que me moría porque me la metiese. Acercó la punta de su pene a la entrada de mi vagina y lo frotó un rato ahí.
-Por favor, follame ya¡- le grité.
Entonces me la clavó hasta el fondo de un solo empujón. Sentí como si cada fibra nerviosa de mi cuerpo se estremeciera. Comenzó a moverse dándome unas grandes embestidas. Me agarró del pelo y tiró fuerte hacia atrás. A mi cada vez me gustaba más.
-¿Quién es mi putita? ¿Eh? ¿Quién? ¿A cuántos hombres te has follado, eh zorra? Ninguno te dará el placer que yo te daré. Te voy a follar hasta que no puedas sentarte pedazo de puta¡- dijo en mi oído.
A mi eso me puso a 3000 por hora. Cada embestida de mi padre era mejor y estaba disfrutando como nunca. Tenía razón, nadie me había follado así jamás.
-Sí, yo soy tu puta papi. Fóllame duro, dame fuerte hasta que me corra y no pueda más. Seré tu puta cada vez que quieras papito.
Comenzó a subir el ritmo de las embestidas. Me daba palmadas en las nalgas, primero flojas y luego fuertes, pero me encantaban. Metía su dedo en mi boca y me tiraba del pelo repitiéndome una y otra vez que era su zorra. Y a mi me encantaba. Quería ser su zorra cada día, cada hora. Quería que me follase por todas partes hasta que no pudiese más y me cayese rendida.
Comenzó a gemir fuerte y a metérmela más y más rápido, Con la mano derecha comenzó a masturbar mi clítoris mientras seguía con las embestidas hasta que no pude más y grité de placer en medio de otro gran orgasmo. Al minuto mi padre también gritó y se corrió dentro de mi. Noté como su leche caliente me colmaba y nos pusimos de lado con su polla todavía dentro de mi hasta que se hizo pequeña. En ese momento me dí la vuelta y me puse cara a cara con él.
-Gracias papá. Ha sido el mejor polvo de mi vida. Lo necesitaba de verdad.
-No hay de qué mi cielo. Pero no debes contarle esto a nadie, lo sabes verdad?
-Claro papito, pero con una condición.
-Una condición? Cuál?
-Que me folles todos los días así de rico. Quiero ser tu putita siempre que quieras y que me des bien duro papito.
-Eso está hecho mi pequeña zorra. Sabía que tenías que follar como una diosa, después de tanta práctica que has tenido pedazo de puta.
-Ahora sólo seré tu puta papi. De nadie más.
Nos abrazamos y estuvimos un rato así. Luego nos dimos una ducha y yo cambié las sábanas de su cama y puse las otras a lavar. Hice la comida y llegó mi madre. Seguimos comportándonos como si nada hubiese pasado, pero desde ese momento me convertí en el juguete sexual de mi padre y me follaba cada vez que teníamos ocasión. En otro momento os contaré que clase de pervertidos juegos y cosas me obligaba a hacer….
Espero que les haya gustado mi historia, una historia real.
Un saludo a todos¡
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