Cómo me enamoré de mi prima (presentación)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aoscuras.
Su cuerpo es delicado, suave, casi etéreo. Sus pechos son pequeños al igual que su culito, y su cintura, tan estrecha que casi puedo abarcarla con mis manos. Su boca es grande, de labios carnosos que esconden tras su timidez un fuego que se intuye salvaje e intenso. Y su sonrisa es deliciosa. Inocente, dulce y sin embargo… Sin embargo hay algo escondido tras su braquets que me resulta irresistible.
Esta es la historia de como me enamoré de Lucía, mi prima de 17 años y de todo lo que ocurrió aquellos días. Algunas cosas ocurrioeron así y otras no. Pero que importa… Esto es un relato y esta su primera parte a modo de introducción. Espero que os guste.
Fue muy poco a poco, casi sin darme cuenta…
Ella y yo siempre nos habíamos llevado muy bien. Siempre nos hemos reido mucho juntos. Todo era normal, sencillo, inocente. Juegos entre dos personas que comparten un cariño intenso, familiar. hasta que empecé a descubrir que al sujetarla por las muñecas para intentar que no se moviese y poder hacerle cosquillas o que al acercar nuestras caras poniendo rostros desafiantes sentía algo. Algo que iba más allá del mero juego. Al principio no quise darle mayor importancia, pero cada vez que nos veíamos sentía lo mismo y cada vez de una forma más intensa.
En nuestras “peleas” siempre acababa con su cuerpo muy pegado al mío y mis manos buscaban siempre su cintura de forma inconsciente.
Mi primera reacción fue el rechazo. Cómo podía estar sintiendo eso. Cómo por las noches podía excitarme imaginándomela desnuda en mi cama, sintiéndo su cuerpo junto al mío. Imaginando el sabor de su boca, su calor… Cómo podía estar sintiendo eso… No podía consentirlo, pero fuese como fuese, era real y no podía negarlo…
Si alguna vez pensé en serio poner algo de distancia entre ella y yo las intenciones no me duraron ni un segundo ya que la siguiente vez que nos vimos (y nos veíamos bastante a menudo) terminamos muy juntos viendo la tele. No era extraño que estuviésemos viendo la tele junto a los demás miembros de la familia (sus hermanos, gemelos y más pequeños y mi tía) y en invierno hace frío así que es también normal estar cerca bajo las faldas de la mesa. Pero ella estaba muy cerca esa noche de mí. Demasiado. Acurrucada a mi lado, nuestras piernas se entrelazaron y nuestras manos se encontraron, alejadas de miradas indiscretas bajo la mesa. No pasamos en aquel momento de simples caricias, pero cuando llegué a casa estaba completamente trastornado.
¿Qué había sido aquello? Un simple juego como tantos otros de los que compartíamos como otras tantas veces o ella había también sentido algo. No podía saberlo pero era cierto que desde hacia días siempre terminabamos sentados juntos cuando comíamos o íbamos en el coche o hacíamos cualquier otra cosa. También me había fijado en que ella se alegraba mucho cuando le decía que iba pasar por su casa… Pero no podía estar segudo de si todo aquello significaba algo o eran simples alucinaciones mías. Debía tener muchísimo cuidado.
Como ya he dicho pasaba mucho tiempo en aquella casa. De hecho era (y aun soy) uno más entre esas paredes y a los dos días volví a cenar allí e igualmente me quedé un rato después. Y como no podía ser de otra manera, Lucía se sentó junto a mí en el sofá y de nuevo sus piernas buscaron enredarse con las mías, pero esta vez, yo me moví un poco para que no se sentase tan cerca y su reacción fue perturbadora ya que casi de un salto y sin mirarme se alejó de mi lado y se sentó en la silla más alejada. No tardé en irme aquel día. Por aquel entonces yo vivía solo y camino a casa no podía dejar de pensar que había reaccionado así al sentirse rechazada. Y si eso era cierto es que ella también estaba sintiendo algo. Era demasiado. Aquella noche, nada más llegar a casa me metí en la cama y empecé a masturbarme.
En mi mente su pelo está húmedo y aun huele a champú, igual que hace un rato.
En mi mente veo como se marcan sus pezones en el amarillo de la parte de arriba del pijama que llevaba hoy y tambíen sus braguitas que sobresalen, moradas, por el pantalón.
En mi mente su cuerpo está muy pegado al mío y sus boca roza la mía en el sofá, junto al calor del brasero. Siento su respiración entrecortada, casi jadeante, fruto de sus nervios y su excitación. Su timidez se convierte en un calor muy dulce cuando intento besarla y ellá aparta levemente la cabeza Entonces la aprieto con fuerza contra mí, venciendo su escasa resistencia y su boca busca la mía. Completamente entregada. Sus labios son una bendición, y chocan con los míos timidamente en besos cortos y tiernos. Le aparto el pelo de su carita y la contemplo. Es preciosa. Ella se sonroja y sonríe. La cubro de besos, poco a poco. A cada nuevo contacto de mis labios ella me abraza con más fuerza hasta que su lengua me busca ansiosa. Nos fundimos en un beso intenso, casi desesperado, nuestras lenguas bailan y se buscan retorciéndose una sobre otra y nuestras salivas se desparraman por nuestras bocas y fuera de ellas incluso. Nos apretamos el uno contra el otro con toda la fuerza que somos capaces, compartiendo unos instantes que parecen infinitos…
Mi mano se desliza por debajo de su ropa y ella se sobresalta al sentir su pezón entre mis dedos. Los acaricio suavemente mientras comienzo a recorrer su cuello con mi lengua. Noto como se excita y sigo poco a poco lamiendo su cuello y su boca entreabierta, jadea levemente y se echa un poco hacia atrás recostándose sobre el brazo del sofá. Yo bajo hasta su ombligo y comienzo a subir poco a poco la parte de arriba de su pijama. Me quedo allí contemplando la suavidad de su piel y sigo llenando su cuerpo con mi saliva. Su barriga, la recorro dando besos mientras mís manos van subiendo poco a poco. Paro un segundo, la miro, ella sonríe mientras sube los brazos y el pijama deja al decubierto sus tetas. Son muy pequeñas pero deliciosas. Las cubro con mis manos y mi boca llega a sus pezones. Los chupo. También son pequeños y los noto duros entre mis labios. Sigo y sigo saboreando su piel.
En el silencio oigo su respiracion, intensa y acompasada. Me excita mucho oirla y muerdo levemente uno de sus pezones. Ella deja escapar un gemido ahogado y sus manos se cierran con fuerza sobre su espalda y atraen mi cara hacia la suya. Es ahora ella la que me mira y yo el que levanta los brazos mientras mi ropa abandona mi cuerpo y retomamos nuestro abrazo. Nuestras bocas vuelven a unirse salvajes y puedo sentir en mi piel el calor de la suya…
En mi mente… Sólo en mi mente, fuera de ella sigo moviendo mi mano vehementemente arriba y abajo hasta que mi polla explota y siento el semen caliente sobre mi cuerpo.
No tardé en quedarme dormido aquella noche soñando con ella. Tendría que ser mía.
Espero que os guste esta pequeña intruducción
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!