Con la familia de Dinamarca
Hubo un tiempo en el que parecía que íbamos en una dirección, y quizás sigamos yendo en algunos lugares…..
Dinamarca es uno de los países con mayor nivel de vida, y donde se dice que sus ciudadanos son de los más felices del mundo, con una de las tasas de abortos y de embarazos adolescentes más bajas de Europa, gracias quizás, a una libertad sexual muy arraigada en su sociedad que se cimenta en una de las educaciones sexuales más abiertas y avanzadas desde la niñez.
Una tía de mi marido había emigrado de muy jovencita a Dinamarca hace muchos años. Allí se casó con un danés y tuvieron dos hijos, que les hicieron abuelos hace unos años, por lo que ya se quedó allí.
Durante una conversación telefónica con ella, nos invitaron a ir a su casa unos días, lo que aceptamos encantados, porque así conoceríamos un nuevo país y sus costumbres, así como a toda su familia, con la que no habíamos tenido mucho contacto.
Así que junto a nuestra hija, llegamos los tres a ese país en el que todo era nuevo para nosotros, comenzando por las presentaciones de todos los miembros de la familia, con unos nombres a los que nos costó trabajo acostumbrarnos. A Erik, el marido de la tía de mi marido, ya lo conocíamos de alguna vez que habían estado en España, pero no a sus hijos y a sus mujeres. Sten que estaba casado con Sena, y Ulrik con Sofie, las dos muy altas, rubias y agradables, así como sus hijas Anika y Erica y los hijos de Sten, siendo Gunder el mayor y luego le seguían Gren y Dana, que era la más pequeña, estando todos entre los 15 y los 9 años.
Las niñas eran muy rubias, como sus madres y nos impresionaron por su belleza, así como los chicos, que eran muy guapos también, ante los que nuestra hija se sintió un poco turbada y más cuando le preguntaron que con quien quería compartir habitación, si con alguno de los chicos o con sus primas.
A nuestra hija Lore, le sorprendió que le dieran esa opción de elegir, y aunque supongo que estaría deseando estar con alguno de los chicos, contestó que le daba igual, pensando que la pondrían con alguna de sus primas, pero Estela, la tía de mi marido, adivinando los pensamientos de mi hija, le dijo:
—La cama de Gunder es grande y seguro que estarás más cómoda con él.
Lore dio su conformidad con una tímida sonrisa, mientras a nosotros no dejaba de sorprendernos la naturalidad con la que todos aceptaban que los dos compartieran la misma cama, por lo que Estela, viendo nuestras caras, nos dijo:
—A vosotros no os molesta que la cría duerma con Gunder ¿no? Es que aquí tenemos otras costumbres que ya iréis viendo.
—No, si ella quiere, no hay problema. A veces duerme con el padre y no se va asustar, jaja.
—¡Ah!, bien, no sé lo que hará con su padre, pero espero que con Gunder se sienta a gusto. Y si no, se puede cambiar con Gren, lo que ella quiera. Ponemos a Dana con Gunder y ya está.
Estaba claro que en esa casa, los hermanos no tenían problema en compartir cama y muchas más cosas de las que nos íbamos a ir enterando.
Antes de la cena, nos sentamos a charlar en el Salón, acabando saliendo el tema del sexo, que era lo que suponían que no íbamos a estar tan acostumbrados, por lo que nos fueron explicando las costumbres sexuales del país que nos podrían llamar la atención, por lo que la tía de mi marido, nos aclaró:
—Veréis. Aquí a los críos ya les empiezan a dar una Educación Sexual muy explícita y práctica desde que empiezan el Colegio, lo que se continúa en las casas con sus familias.
—Ya entiendo, por lo que veo, aquí en casa, tenéis una libertad total en cuanto al sexo.
—Sí, es otra mentalidad, más abierta y sin los tabús que hay en otros lugares.
Mientras hablábamos, veía a su marido Erik, con la pequeña Dana, encima de él, a la que acariciaba sin ningún pudor ante nosotros. Dana estaba con las bragas bajadas y las piernas abiertas, mientras los dedos de su abuelo pasaban una y otra vez por su rajita, proporcionando un placer a la niña que le hacía estremecer, abandonándose a esas sensaciones tan agradables para ella, notándose claramente también, que mi marido se estaba excitando viéndolo porque no perdía ojo de lo que estaban haciendo, y al darse cuenta la tía de nuestras miradas, continuó:
—¿Veis? Esto es lo que os quiero decir. No tenemos ningún problema con este tipo de cosas. No sé si en vuestra casa —dirigiéndose a su sobrino— estás así con Lore alguna vez.
Mi marido y yo nos miramos y tuvimos que confesarle:
—Bueno, tía, la verdad es que sí, pero no delante de los demás.
—Allí tenéis que ser más discretos, claro. Pero aquí, entre nosotros actuamos libremente y a mí me encanta chuparles la pollita a mis nietos. O si veis a sus madres o hermanas hacérselo, espero que no os escandalicéis.
—No, no te preocupes, tía. Nosotros queremos integrarnos en todo esto.
—Estupendo, pero bueno, que si a ti te apetece, también puedes, ¿eh? —dirigiéndose a mí.
—¡Ah! Gracias, tía, la verdad es que aquí te dan ganas de todo, jaja.
En otro de los sillones, estaba la madre de Gren, con su hijo pequeño encima, jugando con sus lenguas al dejarle que le besara en la boca, por lo que acabaron comiéndosela los dos bastante excitados, lo que ya hacía su efecto en el chaval, al que su madre había liberado la polla de su pantalón para acariciársela con más comodidad mientras lo hacían.
La tía de mi marido, nos observaba divertida mientras mirábamos esas escenas, y adivinando mis deseos, llamó a Gunter, indicándole que me diera su polla para que se la comiera.
El crío me la dio con toda la naturalidad y yo un poco ruborizada, no pude rechazar tan apetitoso regalo, mientras mi marido me miraba con una mezcla de curiosidad y morbo, pero yo empecé a disfrutar de la polla de Gunter en mi boca, sin importarme las miradas de los demás y ni que la tía llevara su mano a mi coño para tocármelo y aumentar mi placer mientras se la chupaba a su nieto.
Era difícil sustraerse a un entorno tan excitante, por lo que mi marido aprovechó para acercarse a Erica, cuyas largas piernas, que destacaban con su cortísima falda, le atraían desde que la había visto. Se puso a acariciárselas ensimismado, subiendo las manos hasta su culito, adornado simplemente con un tanga de hilo que apenas tapaba por delante su vagina completamente limpia de vello, como pudo comprobar al levantar su falda hasta la cintura, sorprendiéndose de la entreabierta rajita sonrosada, que ya palpitaba como esperando que una lengua pasara por ella.
Ni su hija Lore le había ofrecido un espectáculo tan hermoso a esa edad, por lo que sin poder resistirse, su boca empezó a mordisquear y lamer sus gorditos labios vaginales, que se lubricaron a los primeros contactos.
Mientras tanto, Sten, el padre de Erica, amasaba fascinado el generoso pecho de Lore, más desarrollado que el de sus primas, con el que Sten se estaba dando un banquete chupeteando sus pezones, como si esperara que de ellos manara una leche que la cría todavía no tenía.
Los hombres se iban entreteniendo con las niñas, mientras la madre de Gunder estaba atenta a mi mamada a su hijo, para ofrecerme, orgullosa, su corrida, el mejor aperitivo que podía tomar antes de la cena y aunque quizás, podríamos haber seguido así toda la noche, Estela nos advirtió de que la cena estaba esperando y que teníamos que reponer fuerzas para la noche, que iba a ser larga para nosotros.
Durante la cena, bromeamos sobre quien iba a acostarse con quien, diciéndonos a mi marido y a mí, que no esperaríamos dormir juntos después de lo que habíamos hablado y habíamos iniciado en Salón, así que como Lore ya se había asignado a Gunder, a mí me ofrecieron a su hermano Gren, a no ser que prefiriera a alguno de los hijos de Estela, bromeando conmigo la tía de mi marido, sabiendo que elegiría al pequeño Gren para compartir mi cama.
Compartir cama con ese crío, después de cómo le había visto con su madre, era demasiado tentador para mí y aunque los hijos de Estela estaban muy bien dotados, ese nene tan guapo con su larga melena rubia que le llegaba hasta la cintura, lo que de espaldas le hacía parecer una niña, aunque al darse la vuelta y verle el pito siempre tieso moviéndose a un lado y a otro mientras andaba desnudo, le hacía sentirse orgulloso ante las miradas que atraía, y a mí me producía un morbo imposible de resistir.
Supongo que a mi marido le hubiera encantado continuar disfrutando de Erica, pero su tío Sten ya se le había adelantado, por lo que su esposa Sena, muy perspicaz, quiso compensar a mi marido:
—Antes me estuve fijando como mirabas a mi hija Dana mientras estaba con su abuelo. Te propongo que compartamos las dos la cama contigo.
—¡Ah, qué bueno! Sí, la verdad es que fue una escena muy excitante verla con su abuelo. Muchas gracias. Entiendo que Dana es muy pequeña para que la dejes a solas conmigo.
—No, no es por eso, ya sé qué la tratarías muy bien, pero es que Dana es algo tímida con los desconocidos y prefiere que la acompañe yo cuando está con alguien. Por eso, quiso perder la virginidad con su padre, en nuestra cama.
—Mmmmm, ya veo, pues mejor entonces. Que morbo me da lo que me dices…., con las dos disfrutaré el doble, jeje.
Después Estela siguió poniendo orden:
—Bueno, Anika, esta noche dormirás con los abuelos, ¿Qué te parece?
—Estupendo, abuela, siempre me lo paso muy bien con vosotros.
Estaba visto que esa noche iba a ser especial para nosotros. Yo estaba muy nerviosa, mi marido, excitado como nunca y nuestra hija Lore se sentía con libertad total para hacer lo que quisiera, sin que nosotros pudiéramos decirle nada, a pesar de lo cual, Estela quería asegurarse de que nos sintiéramos a gusto en su casa, insistiendo:
—Como he visto que estabais muy receptivos a lo que iba pasando, he creído que no tendríais inconveniente en que Lore duerma con mi nieto, no sé si todavía es virgen, ya me entiendes….
—No, tranquila, tía. Ya no lo es, así que supongo que se lo pasará genial con Gunder toda la noche, y bueno, como le vamos a decir nada cuando sus padres vamos a hacer lo mismo.
—Claro, mujer, me alegro de que os lo toméis así. Aquí actuamos con esta naturalidad y a veces no nos damos cuenta cuando viene gente de fuera, que no conoce nuestras costumbres.
—Me parece muy bien. No te preocupes por nosotros, porque estamos encantados.
—Mañana iremos a la piscina que tenemos en la Comunidad, para que conozcáis a nuestros vecinos también. Pero primero, disfruta de esta noche y olvídate de tu marido y de tu hija, jaja —riéndose con picardía—. ¡Venga! Métete ya en la habitación con Gren, que todos nos vamos a la cama ya.
No puede evitar pensar en lo que sucedería en las demás habitaciones, pero yo tenía a mi lado al guapísimo nieto de Estela, con una edad que nunca me hubiera imaginado que me produciría tanto morbo compartir mi cama con un crío como él, al que le gustaba estar siempre desnudo, jugando y yendo de un lugar a otro, por lo que mis ojos iban inevitablemente a esa pollita que se movía sin parar y que yo deseaba tener en mi boca para comprobar si era tan delicioso ese néctar que la tía de mi marido me aseguraba que le sacaba todas las noches.
Me sentía como la mujer más pervertida del mundo cuando lo tuve entre las sábanas conmigo, mientras al chaval se le notaba acostumbrado a estar con una mujer en la cama, sabiendo lo que iba a pasar y mostrándose muy seguro ante mí. Yo intentaba seguir sus juegos para que todo pareciera más natural de lo que en realidad era, pero no hacía más que aumentar mi morbo y excitación sin saber exactamente como debía actuar con él, ya que ese crío no era el típico hombre que quisiera echarme un polvo.
Finalmente, conseguí acostarle sobre mí, haciendo que me comiera las tetas mientras yo le acariciaba su larga cabellera rubia, que le daba ese aspecto ambiguo que te hacía dudar si estabas con un niño o una especie de niña transexual que podría disfrutar igualmente con mi marido que conmigo, por lo que suponía que los hombres de la familia le habrían tenido ya en una situación parecida a la mía, viendo la ausencia de límites en el disfrute de su sexualidad de esa familia y del país en general.
Aunque intenté que me penetrara, todavía no se había desarrollado lo suficiente como para dar ese tipo de placer a una mujer, por lo que preferí masturbarme con mis dedos mientras degustaba su pene, permanentemente duro, en mi boca, algo que quizás superaba el morbo que pudiera tener una relación convencional, lo que lo hacía todo ello tan especial, que difícilmente podría olvidar ese momento en mi vida.
El poder disfrutar de su cuerpo suave y tibio a mi antojo, era una sensación desconocida para mí, ya que nunca me había visto en una situación como esa y ahora comprendía el vicio que mostraba Estela con sus nietos, algo que se convertía en adictivo cuando lo probabas, con una sucesión de pequeños orgasmos que no sabías de dónde venían, pero que te hacían buscar ese orgasmo final con desesperación, haciendo que Gren metiera su mano en mi coño, como si fuera una gran polla que me iba a follar hasta quedar desvanecida.
Pero como decía, ese crío sabía lo que se hacía y hacían falta pocas indicaciones con él, así que supo llevarme con su ingenua maestría a uno de los orgasmos más intensos de mi vida, mientras yo no paraba de llenarme la boca con sus juguitos que manaban sin parar, teniendo un efecto embriagador en mí.
Yo no sabía si mi marido y mi hija habrían gozado de la misma manera que yo, pero para mí había sido algo increíble, difícil de describir en unas palabras y tras el sueño reparador con esa maravillosa criatura, todavía mi mente permanecía confusa por todo lo que nos estaba pasando en nuestra estancia en ese país.
A la mañana siguiente me encontré con mi marido y con Lore, que no se atrevían a cruzar su mirada conmigo, quizás sintiéndose culpables de haber disfrutado tanto como yo me imaginaba, pero ya habría otro momento para contarnos nuestras confidencias, porque enseguida Estela y el resto de la familia nos dirigieron hacia la piscina comunitaria, donde se reunían todos los vecinos de la Urbanización.
Al llegar, lo primero que me llamó la atención, fueron una especie de recipientes llenos de preservativos en varios lugares alrededor de la piscina, aunque visto lo que había sucedido desde nuestra legada allí, no me sorprendió tanto como pudiera esperar y enseguida me olvidé de ello, cuando vi que toda le gente estaba desnuda tumbados sobre las hamacas, en las toallas tendidas sobre el césped o dentro del agua, dándose sus primeros baños.
Estela pasó al lado de mi marido, con un bote de gel lubricante en la mano, ofreciéndose a él:
—¿Quieres un masaje, sobrino?
Él lo aceptó por curiosidad, supongo, y Estela empezó a extender la crema por su cuerpo, hasta que se detuvo especialmente en su polla, que ya estaba en plena erección:
—¡Caray! Tienes una buena polla —dijo ella, sorprendida al vérsela en toda empalmada..
Su mano empezó a masajearla a lo largo de su tronco, subiendo hasta su glande, en el que hacía pequeños círculos con sus dedos, llenándolo de excitación y haciendo aumentar su tamaño por la acumulación de sangre en esa zona tan sensible, mostrando un aspecto delicioso, por lo que no me extraña que su tía me pidiera permiso:
—¿Puedo montarlo? —me preguntó, sin que yo me hubiera recuperado de la sorpresa que me estaba suponiendo todo eso.
Y sin esperar mi respuesta, se colocó encima de él, metiéndose la polla en el coño, que ya tenía totalmente humedecido. Primero suavemente y luego acelerando su ritmo, hasta hacerle una buena cabalgada, ante el placer de mi marido, al que suponía ya a punto de estallar, porque me imagino que para él sería muy excitante tener a su madura tía encima, con sus grandes tetas balanceándose en su cara:
—¡Joder! Me vas a sacar la corrida, tía.
—Sí, échamelo todo….. Qué maravilla de polla, me encanta……
Mientras, su marido Erik, miraba complacido la escena, viendo disfrutar a su mujer de ese momento tan especial, en el que mi marido y su tía llegaron al orgasmo, ante la aparente indiferencia del resto, quizás acostumbrado a presenciar ese tipo de actos, o simplemente, por ese respeto inculcado desde niños hacia la privacidad de los demás.
Una vez más, esa sensación de estar en una especie de paraíso, se adueñó de mí y todo a mi alrededor parecía carecer de importancia, aunque no pudiera evitar fijarme en ciertas situaciones a las que no estaba tan acostumbrada, como la imagen de uno de los vecinos tumbado en una hamaca, jugando al caballito con una niña encima suyo, dejando ver claramente la erección que tenía el hombre, dando pequeños golpes con su pene en el culo de la niña, que reía divertida, mientras la que supongo sería su esposa, miraba atentamente las acciones de su marido con una maliciosa o pícara sonrisa y al verme a mí mirar, me dijo:
—Este juego le encanta a la cría, desde siempre, que se montaba encima de su padre.
—Me imagino que sería muy divertido para ella —le contesté yo, intentando disimular mi perplejidad.
—Y tanto…. Hasta que un día, la polla del padre se le metió dentro y a partir de ahí…..
—¿Sí? ¿Así de fácil? —le pregunté un poco extrañada, debido a la edad que tendría la nena.
—Bueno, tuvo su truco, jaja. Es que él le echaba un gel para que resbalara mejor entre sus piernas. Ya me entiendes….
—¡Ah!, claro…. Por eso se le fue abriendo la rajita…
Quizás la excitación estaba siendo demasiado grande para ese hombre y buscaba el roce de su polla con la vagina de la cría, hasta que pasó eso, pero ahora, viendo como estaban, , su esposa tuvo que decirle:
—Ponte el condón, si la vas a follar. Acuérdate de que ya le vino la regla.
Y su marido le contestó:
—Es verdad. Con lo rica que estaba hasta ahora para metérsela a pelo…..—haciendo un gesto de resignación, mientras cogía uno de los preservativos del recipiente más cercano.
Mientras, la mujer siguió hablando conmigo:
—Lo que más les gustaba era metérsela sin nada, pero tenemos que ser responsables.
—Por supuesto, y más siendo su padre. Supongo que a veces les costará trabajo no dejarse llevar por la excitación.
—Sí, claro, pero estamos educados así y si él no lo hiciera, la cría le pediría que se lo pusiera. Por eso, a los hombres les encantan de estas edades, antes de que tengan la regla, porque pueden correrse en ellas sin ningún problema. Son las más buscadas aquí.
Estela, notando mi perplejidad por la conversación que estábamos teniendo, ante esa forma de pensar, intervino en la conversación para aclararme:
—Al final es lo siempre. Supongo que tu marido te contaría lo que pasaba allí en el pueblo, cuando siendo niñas, los mayores nos montaban sin ningún cuidado, y así acabábamos tantas preñadas.
—Sí, ya me dijo que eso era muy frecuente hace años. Eran un poco brutos en esa época.
—Menos mal que nuestras madres tenían sus trucos para que abortáramos con unas hierbas que nos daban, pero muchas acababan teniendo a los niños como uno más de la familia, y otras se marchaban fuera para que no se supiera, como fue mi caso y el de otras hermanas mías, que dejaron el pueblo siendo casi unas niñas a parir a casa de algún familiar que ya estaba fuera.
—Sí. Algo me contó mi marido…. O sea, que tú te quedaste embarazada….
—Sí, de un hermano de mi madre, que me follaba siempre que quería, hasta que me hizo el bombo.
—Vaya, tuvo que ser duro eso.
—Estábamos acostumbradas a ello. No conocíamos otra cosa y era lo que veíamos en casa como normal. A veces eran las propias madres las que nos echaban con nuestro padre, para que las dejaran en paz a ellas. Ya te puedes imaginar…..
—Eran otros tiempos y había mucha ignorancia. También era por pura supervivencia.
—Sí, por eso. Ya ves que diferencia con lo que pasa aquí. Se disfruta libremente del sexo sin forzar a nadie y todos son felices.
Mientras hablábamos, el hombre de la hamaca movía a la niña sobre él, follándola ante el disfrute de la cría, que al acabar desmayada sobre su pecho, su esposa nos dijo:
—Pobrecita, mira cómo se queda. Cuanto disfrutan ya con una polla dentro. Es demasiado placer para ellas y el orgasmo las deja así..
El hombre le sacó la polla con el condón lleno de su semen, que tiró a la papelera, mientras alrededor se podían ver otras escenas parecidas, disfrutando del sexo sin ningún tipo de pudor ni límites, y ante mi cara un poco de estupor, todavía, a pesar de todo lo que estaba viviendo, esta mujer siguió hablándome:
—Qué maravilla poder disfrutar de todo esto en familia, ¡eh! Nosotros tuvimos a esta nena ya de mayores, por lo que estar aquí nos da la vida. Ya viste antes a mi marido, que no se corta y yo también me doy mis homenajes, jeje. A nuestra edad, esto es un privilegio.
—No me extraña que aquí la gente sea tan feliz. Todo discurre de una forma tan natural que ojalá fuera así en otros lugares.
—Yo pienso que cada persona tiene sus paraísos particulares, pero aquí es más fácil llegar a ellos, desde luego. Fíjate en ese crío, que gracia tiene. Siempre se queda mirándome, como esperando mis caricias. Cuando era pequeño, como su madre trabajaba todo el día, me dejaba a mí a su cuidado y me tiene mucho cariño, porque yo le fui enseñando todo eso para lo que su madre no tenía tiempo, ya sabes……
—Ya, supongo que le hiciste sus primeras pajas o le enseñaste a hacérselas.
—Sí, jaja, es como ese hijo que nunca tuve y pasamos buenos momentos juntos.
—Estupendo, si a su marido le parecía bien, no se puede decir nada.
—Claro, tú misma lo vistes. Nosotros somos ingleses y cuando llegamos aquí, nuestra mente cambió, se abrió a este mundo que no conocíamos por la educación que habíamos tenido, como supongo que te estará pasando a ti. Cuando aceptas esto, ya no hay marcha atrás.
—Sí, está claro, pero lo que más me sorprende es como los críos aceptan todas estas prácticas o relaciones, aunque supongo que también habrá algunos a los que no les gustará, o que sus padres no estén de acuerdo con esto.
—Por supuesto, el consentimiento es la base de todo. Aquí tenemos unas normas muy estrictas respecto a eso. Desde niños, les dan una educación para que siempre elijan lo que quieren y lo que no y todos tenemos que respetarlo. Para algunos es difícil de entender, pero aquí todo funciona así, forma parte de la cultura de este país, que viene ya desde los vikingos, que se decía, que en sus orígenes eran sociedades matriarcales, aunque con el tiempo, esa leyenda se ha diluido un poco por la influencia de los hombres en los vestigios que han ido llegando hasta nosotros.
—Ya entiendo. El caso es que tanto mi marido como yo, estamos encantados aquí y nuestra hija Lorena se ha adaptado completamente, como puedes ver, jaja. —a la que estábamos viendo cómo era follada por uno de los vecinos de la Comunidad y su hijo, a dúo.
—Me parece genial que lo disfrute. Mira, ahí viene la Sra. Branson, que no cae muy bien entre las madres de aquí, porque desde que se quedó viuda, tiene el vicio de deslechar a los críos, o sea, sacarles la leche así sin más, sin ningún juego previo o relación placentera. No sé si me entiendes, que se pone a pajearles y como a esta edad, es tan fácil hacerles correrse, parece que disfruta con eso, como si fuera una especie de manía que tiene y aunque tengan mucho semen, alguna mamá se queja de que les deja secos, jaja.
—Jaja, vaya con la Sra. Branson, pobre mujer, yo creo que echa de menos tener alguno en su casa.
—Sí, puede ser, pero no sé si alguna mamá le dejará que se lleve a su hijo a su casa, como me lo dejaron a mí, jeje.
—Qué maravilla todo lo que me cuentas. En realidad funcionáis como una Comunidad donde todo se comparte y supongo que los críos andarán de casa en casa.
—Así es, a veces duermen con unos u otros, bueno, como verías en la casa de Estela y Erik también, ¿no?
—Sí, es verdad. Cuando me metieron en la habitación con Gren, ni me lo creía, jaja.
—Así que ya lo has disfrutado. Es un crío muy especial, te da un morbo tremendo y hasta a mi marido se le apeteció cuando lo tuve en mi casa.
—No me extraña, porque lo ves y piensas que es una niña, pero te enseña el pito y te quedas con la boca abierta, jaja.
—Es una delicia. Mi marido decía que era como una niñita con pito, y le jodió por el culo. Bueno, muchos más se lo hacen, ya te imaginarás….
—Les entiendo. La verdad es que cuando estuve con él, noté que tenía el ano bastante dilatado y mis dedos le entraban con mucha facilidad.
—Claro, ese está muy acostumbrado ya. Te lo digo yo….
Gren, debido a su edad, estaba lleno de vitalidad y siempre estaba jugando, moviéndose sin parar y despertó la curiosidad de unas niñas que estaban con él, recién llegadas a la Comunidad y ajenas a lo que sucedía a su alrededor, que parecía que no acababan de creerse que fuera un niño de verdad, dándose una escena muy graciosa entre ellas, preguntándole:
—¿Tú de verdad eres un niño?
Pero la más mayor se adelantó a contestar:
—Claro, no ves que tiene pito, como los niños.
La otra niña, a pesar de las apariencias, no estaba muy convencida y continuaba intrigada mirando el pene de Gren, preguntándose si sería de verdad, por lo que él la dijo:
—Sí, niña, tócalo si quieres para que veas que es de verdad.
La niña, con cierta ingenuidad, no pudo evitar alargar la mano para agarrar el pene de Gren, que con el contacto rápidamente se puso en erección, lo que parece que acabó de convencerla, y dijo:
—Es verdad, es como el de nuestro primo Edgar, pero pareces una niña, ¿por qué tienes el pelo tan largo?
—Porque me gusta así.
Esa respuesta tan obvia, pareció dar el tema por terminado, sacándonos a nosotras una sonrisa por la sincera conversación entre esos niños, en pleno proceso de aprendizaje de la vida, en el mejor entorno que podían hacerlo.
Después, en casa, viendo los libros sobre sexualidad que tenían las niñas en su habitación, tuve oportunidad de comentar con mi marido todo lo que nos estaba pasando allí, y le pregunté con ironía:
—¿Qué tal ayer con Sena y con Dana?
—¡Uuufff! Tremendo, Sena es encantadora. Me hizo disfrutar muchísimo y me dejó follar a Dana. Fue increíble. Perdona que te lo cuente así, pero es la verdad.
—Cuéntame los detalles, anda, que aquí me estoy volviendo una viciosa.
—Pues Sena y Dana se pusieron a comerme la polla como hacéis a veces tú y Lore conmigo, pero con ellas dos el morbo fue mucho mayor, ya te puedes imaginar….
—Sí, lo entiendo, la novedad siempre es más excitante que lo de siempre.
—Mientras, yo manoseaba a las dos, con esas tetas que tiene Sena, ya se las vistes….., y el chochito de Dana, siempre mojado, por lo que me daba la impresión de que podría meterle la polla en cualquier momento, pero la primera que se montó sobre mí, fue su madre, que empezó a follarme con un ritmo que hizo que ella se corriera enseguida. Luego, ella me dijo al oído:
—Ya sé que estás deseando follarte a Dana…, pues ella está deseando lo mismo….
—Ya me imagino como debiste sentirte, menuda puta está hecha la Sena esta……
—Desde luego…., fue algo tremendo, ya te digo. Ella misma me puso a su hija encima y dirigió mi polla a su coño. Según iba entrando dentro de ella, mi cuerpo parecía recibir como descargas eléctricas. Nunca había follado a una cría de esa edad y me parecía mentira que mi polla entrara con esa facilidad en su coño, pero claro, mi polla no era la primera en hacerlo y esa sensación fue única.
—Claro que no. Ahí ya se la han metido todos. Supongo que te correrías enseguida.
—Sí, no pude evitarlo, quise aguantar más para follarla bien, pero apretaba mi polla entre sus piernas de una manera que me fue imposible. Estuve echándole semen un buen rato, como en convulsiones, sin poder parar.
—Qué bárbaro. Nunca te hice sentir así conmigo.
—Que va, ni con Lore…… Ya te digo, fue increíble.
—Es que viendo como aprenden y cómo viven el sexo aquí, no me extraña.
—Y tú me imagino que te lo pasarías genial también con el chaval.
—Pues sí. Nunca me imaginé que estar con un crío así en la cama, me pusiera tan salida, jeje. Siempre te había visto a ti con Lore y no había tenido oportunidad de comprobar lo que se siente con algo así, pero después de esto, he comprendido muchas cosas……
—Bueno, mujer. Me alegro de verdad que lo hayas disfrutado tanto. Me daba un poco de pena que tú no lo hubieras probado, pero creo que aquí, en los días que vamos a estar, te vas a resarcir bien.
—Sí, jaja, a ver esta noche con quien nos ponen. ¿A ti quien te apetece?
—Erica, Anika…., ¡uuff! Hasta mi tía Estela me pone, jaja. ¿Viste la follada que me metió antes?
—¿Qué dices….? Ya, bueno, está claro que aquí todo puede pasar y lo mejor sería una fiesta conjunta entre todos.
Y esa era más o menos la sorpresa que nos tenía preparada Estela, porque nos dijo que esa tarde vendrían a casa unos amigos con los que se reunían de vez en cuando. Amigos del Colegio de sus nietos que vendrían con sus padres, muy majos todos y que ya nos los presentarían.
Yo me imaginaba que esa reunión sería en la misma línea que habíamos visto hasta ahora, en su casa y en la piscina comunitaria, así que esperamos con expectación a que fueran llegando para ver lo que pasaba.
Los primeros en llegar fueron Henry y Donna, con sus hijos Mikel y Sara, la más pequeña, sorprendiéndose Estela al verla, porque hacía tiempo que no se veían:
—Caray Sara, como has crecido, estás hecha una ricura.
También dio un beso en la boca a Mikel, al que le dijo:
—Tú tan guapetón como siempre….
Para después preguntar a su madre, Donna:
—¿Sigue teniendo ese pollón tan rico el crío?
—¡Uuff!, ya lo verás, más grande todavía.
Lo que provocó la risa a su marido Henry, que la dijo:
—Y tanto, así me tiene a mi ahora, abandonado…..
—Anda, no te quejes tanto. Que te metes en la cama con Sara tan contento.
—Qué remedio. Ahora menos mal que se ha puesto muy rica y ya empieza a darme gusto.
—Más gusto querrás decir, porque ahora ella sabe más. Tú siempre te has corrido con ella sin problema.
—Cómo eres…, siempre con reproches —dijo resignado, Henry.
Mi marido y yo escuchábamos esa conversación sin podernos quitar nuestra perplejidad, a pesar de que ya deberíamos estar acostumbrados a esa forma de hablar y de actuar, pero nuestra mente ya se estaba imaginando los buenos momentos que íbamos a pasar.
Después llegó otro matrimonio, con otras dos niñas y su hermano más pequeño, pero esta vez acompañados de una señora bastante mayor, con unas grandes tetas que le colgaban sobre la barriga, a la que parece que ya conocía Estela también, a la que saludó muy contenta:
—Helga, te has animado a venir, que bien.
A lo que contestó Ingrid, que era la madre de los niños:
—Mi suegra, ya sabes, no se pierde una reunión de estas.
Pensando yo para mí, -otra vieja viciosa que se va a comer a todos los críos-.
Pero Estela le contestó:
—Déjala disfrutar, mujer, mientras se encuentre bien y tenga ganas…..
—Eso ni lo dudes. No te digo más que ya ha empezado con el crío, a meterle el vicio, chupándole lo poco que le sale.
Ese comentario molestó un poco Helga:
—Que exagerada eres, si solo juego con él. Es demasiado pequeño todavía.
Pero Ingrid me miro como diciéndome que no le hiciera caso, añadiendo en voz baja al oído, que hasta le metía a dormir con ella todas las noches.
De todas formas, Helga venía para disfrutar y ahí iba a tener a los nietos de Estela, a los hijos de algún vecino y con todos los que se propusiera, porque no tenía complejos y ya le daba igual lo que dijeran de ella.
Con todos ya reunidos, la fiesta fue empezando ya con las primeras charlas y relaciones entre los presentes, repitiéndose todo tipo de situaciones morbosas como las que he contado, y que nos hicieron disfrutar como nunca, porque siempre nos acaban estimulando como si fueran nuevas, aunque parezcan lo mismo.
“”P.D.- Partiendo de que toda obra literaria nace de una ficción, puede suceder que haya unas ficciones que molesten más que otras, aunque nunca se hagan con la intención de ofender. En esta nueva sociedad, llamada de los “ofendiditos”, debe protegerse la esencia de la buena Literatura, la libertad para crear ficciones para todo el mundo, para las mayorías y para las minorías, que también deben tener su lugar para encontrar lo que les gusta, ya que un libro en la mano no puede hacer daño a nadie, tan solo al que lo lee si no sabe interpretar sus palabras.
Por eso, en tiempos de zozobra, censuras y persecuciones, son tan necesarios esos rincones de libertad para evadirse y creer que un mundo mejor siempre será posible, luchando contra la maldad, la injusticia y la intolerancia. Cerrar la puerta de vuestras mentes a los fanatismos que tratan de imponerse entre nosotros.””
Como siempre excelente mi querida amiga Vero, te sigo desde hace mucho, desde «otra Página»…jajaja Saludos mi bella amiga. No te tomes tanto tiempo entre un relato y otro, por favor.