con mi familia en ibiza
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por palotegordo.
Antes de seguir quiero presentarme. Me llamo Dani, tengo 18 años recién cumplidos y voy a pasar a la Universidad. Mido 1,78, soy el más alto de la familia, un poco más que mi padre y que mi hermana, que son los siguientes. Mi madre es la más bajita de todos. Peso 65 kilos y me mantengo en buena forma, ya que salgo a correr casi todos los días. Tengo el pelo claro, sin llegar a ser rubio, ni mucho menos. Por otro lado están mis padres, Rubén, mi padre, de 47 años, arquitecto de un importante estudio y mi madre, Natalia, de 45, que trabaja en un colegio, como profesora de niños de 10 a 12 años. Mi padre mide 4 cm. menos que yo y la forma que tiene es bastante mala, ya que todo el deporte que practica es por la tele. Mi madre, como digo la más bajita de todos mide 1,69, por lo que tampoco es lo que se dice una mujer baja.
Su pelo natural es claro y el que lleva ahora, por el tinte, rubio. Ella si que se mantiene en un poco mejor forma que mi padre, ya que muchos días me acompaña en mis carreras por la ciudad. Es muy extrovertida y entre sus amigas tiene fama de ser la más lanzada de todas. Por último está mi hermana, Paula, que es un año mayor que yo. Ella ya está en la Universidad y este año los estudios le fueron muy bien, sin suspender nada, por lo que nos pudimos ir todos de vacaciones a la playa, a Ibiza. Mi hermana es como mi padre de alta, delgada y con un buen par de tetas, herencia materna, que también las tiene. Ese año las vacaciones durarían dos meses. Mi padre solo estaría el mes de Julio con nosotros, pero mi madre, mi hermana y yo estaríamos Julio y Agosto.
Bueno. El día señalado para la salida, cogimos el coche y fuimos desde Madrid a Valencia, al ferry que nos llevaría a la Pitiusa mayor. Tras poco más de 6 horas de viaje en un ferry bastante cómodo llegamos a la isla de descanso. Mis padres habían alquilado un apartamento ya que para los 4 era lo más cómodo…para todos menos para mi, ya que al tener dos dormitorios, uno era para mis padres, otro se lo quedaba mi hermana y a mi me tocaba dormir en el sofá-cama del salón. Lo bueno es que tendría la tele para mí. Como es lógico el apartamento estaba cerca de una playa, Figueretas, al lado de Ibiza, pesa a todo tenía piscina en el complejo, por si no te apetecía bajar a la playa. Subimos las cosas del coche y salimos a comprar comida y esas cosas. Regresamos, lo colocamos y salimos a dar una vuelta por la ciudad de Ibiza. La verdad es que había un ambientazo impresionante. Nosotros era la primera vez que íbamos a la isla, ya que siempre nos quedábamos en la zona de Valencia o Alicante. Esa noche decidimos cenar algo por ahí y volvimos pronto a descansar del viaje.
Al día siguiente, tras desayunar, como es lógico tocaba playa. Cogimos las toallas, sombrilla y demás y recorrimos el corto trayecto desde el apartamento hasta la orilla del mar. Al llegar plantamos la sombrilla y extendimos las toallas. Todavía era temprano, pero los primeros días de playa solíamos bajar a las horas donde el sol no es muy fuerte. Nos pusimos protector solar de un factor más o menos alto y nos tumbamos en las toallas. Mi madre y mi hermana hacen topless, pero al principio de verano se nota que todavía tienen las tetas un poco más blancas que el resto del cuerpo. Ya comenté que la herencia familiar es que las mujeres tengan un buen par de melones. Son de buen tamaño, con un puntiagudo pezón que desafía la ley de la gravedad. A pesar de estar acostumbrado a verlas de esa guisa nunca deja de excitarme. Creo que debe ser el ver así a alguien conocido, ya que me pasa lo mismo con mis tías o con alguna amiga tanto mía, de mi hermana o de mi madre. Con esto no quiero decir que cuando veo a una desconocida en topless y que esté bien no me excite…si me excito mucho.
Los primeros días pasaron de esa forma, cogiendo una rutina. Al final de la primera semana ya conocíamos más o menos bien la zona. Por las noches después de cenar mis padres solían dar una vuelta, mientras mi hermana y yo íbamos a alguna de las famosas discotecas, a la que conseguíamos invitación, ya que la entrada es cara. Cuando teníamos que pagar seleccionábamos bien donde ir. La verdad es que lo que se dice acerca de las discotecas en esa zona en parte es verdad, a veces son como un supermercado de las drogas de diseño. Tienes que decir que no muchas veces. Mi hermana y yo con las copas estábamos más que contentos. Sin embargo una noche estábamos en una disco muy famosa y un tipo con pinta de estar muy perjudicado encendió un porro delante de nosotros, miró a mi hermana, se lo dio y desapareció. Ni mi hermana ni yo fumamos, así que nos hizo gracia la ocurrencia del desconocido. Nos miramos y nos reímos un poco. Cuando pensaba que mi hermana iba a tirar el porro, le dio una calada y me lo pasó
– ¡Bah! Es solo un porro, no creo que por una vez nos pase nada- me dijo mi hermana con el brazo extendido.
– ¡Vale!- lo cogí, imité a mi hermana y se lo devolví
Así estuvimos hasta que se acabó. En principio no notábamos nada, pero al final lo que nos parecía es que estábamos más relajados que lo normal, éramos felices, pero no nos encontrábamos mal para nada. No le dimos más importancia, seguimos un rato más y volvimos a casa. Al día siguiente, otra vez playa. Por la noche a la hora de cenar mi madre nos propuso ir a pasar un día a Formentera, a la que solo se tardaba una media hora en un barco rápido. Le dijimos que era una idea genial. Al día siguiente mis padres irían a informarse al puerto de Ibiza. Esa noche tocaba salir otra vez, pero el ambiente estaba demasiado pasado y volvimos pronto. Al día siguiente a la hora de comer nuestros padres nos dijeron que ya estaban informados del tema de Formentera. Habían reservado los billetes y alquilado unas bicicletas, que era lo mejor para moverse en la pequeña isla. Esa noche decidimos que lo mejor era no salir, ya que el barco salía temprano y no conviene ir con resaca de viaje. Salimos en el barco a las 9.30, y tras un trayecto de más o menos media hora llegamos al puerto de Formentera. Cogimos las bicicletas y salimos a pedalear por ahí. Nos aconsejaron que fuésemos a una playa que se llama Illetas o algo así, que no quedaba lejos del puerto. Hicimos caso y hacia allí emprendimos la marcha. Era un poco más de un kilómetro, por lo que no tuvimos problemas en llegar, incluso mi padre. La verdad es que la playa está considerada de las mejores del mundo y no me extraña. Es genial. Llevamos las bicicletas a un parking a propósito y nos fuimos a la playa. La arena te recuerda a las playas del Caribe, con un agua transparente que era genial. Nos pusimos en una zona más o menos tranquila y no obstante pudimos ver que la gran mayoría de la gente iba en pelotas
– Creo que esta es una playa nudista- dijo mi madre
– Si, eso parece…al menos visto lo visto- dijo mi padre alzando la mirada.
– Pues, entonces, donde fueres, haz lo que vieres, así que todos ¡ropa fuera!- dijo mi madre, más bien ordenó de forma suave
– Anda ya Nati…déjame tranquilo. Si te quieres poner en bolas, vale, pero a mi me dejas tranquilo- dijo mi padre sacando un libro de su mochila
– ¡Ay, Rubén, que muermo que eres, hijo!- dijo mi madre un poco desilusionada- ¿Vosotros tampoco os animáis?- dijo mi madre con una voz entre triste y decepcionada
– Yo si- dije yo, para alegría y sorpresa de mi madre, que pensaba que yo seguiría las andanzas de mi padre y preferiría ver antes que mostrar.
– Anda que…en fin, no será del tipo muermístico de papá- dijo mi hermana mirándome con cara de pocos amigos de forma cariñosa.
Para variar mi madre fue la primera en quitarse la ropa y quedarse como Dios la trajo al mundo. Aunque la había visto muchas veces en topless era la primera vez que la veía completamente desnuda. Luego, pero que no me dijeran nada fui yo el que se despojó del bañador y finalmente mi hermana, que a diferencia de mi madre, que lleva el coño arreglado, con pelo digamos que en su forma tradicional de triángulo invertido, mi hermana por su parte se lo había depilado de forma que solo existía una delgada línea de vello por encima de su monte de Venus. La verdad es que tuve que pensar en cosas que distrajeran mi mente de aquellas visiones que tenía delante de mi, a pesar de lo cual, tuve una semierección que no traté de disimular, ya que pensé que sería peor. Si bien mi hermana era más comedida en sus posturas (procuraba no abrir mucho las piernas, sobre todo si mi padre o sobre todo yo estábamos por allí), mi madre se despreocupaba de todo y tomaba el sol como le apetecía, con las piernas bien abiertas de forma que le pude ver más que bien su coño. Pasamos el día en esa magnífica playa hasta que tuvimos que volver.
El tiempo fue pasando y las vacaciones de mi padre llegaron a su fin. Un día lo llevamos al aeropuerto y nos quedamos nosotros con el coche. Volvimos a la rutina de playa, salir y pasarlo bien. Una noche mi madre nos dijo que quería salir con nosotros a una de las discos. Nos lo pasamos genial. Como supondréis mi madre tiene mucha marcha. Lo que si nos hizo fue una llamada de atención por el tema de la droga, que hasta ella se dio cuenta. Le dijimos que no se preocupase y como tenemos mucha confianza con ella le contamos lo que nos pasó con el tipo del porro. La verdad es que no le dio mucha importancia, o no quiso hacerlo. Volvimos al apartamento y al día siguiente nos levantamos algo más tarde, porque estuvimos también más tiempo del habitual. Fuimos a la playa y así unos días más. Una de las noches íbamos a salir. Queríamos ir a la fiesta del agua en otra de las geniales discotecas de la isla, cuando mi madre nos dijo que quería salir con nosotros. Le dijimos nuestros planes y solo nos preguntó como teníamos que ir. Le dijimos que ropa cómoda y bikini debajo. Nos preparamos y salimos rumbo a la marcha. Al llegar ya había muchísima gente, en una especie de piscina o bañera gigante, casi todos sin camiseta, o con ella en la mano, esperando que empezase la juerga. Muchas chicas iban con el vestido puesto. Estuvimos bastante rato bailando entre la masa de gente y unos segundos antes de empezar se hizo la cuenta atrás y con el cero empezó a salir agua de todos lados. La gente incluso llenaba los vasos con agua para mojarte. La gente empezó a desmadrarse a lo grande. La gente bailaba como poseída por la música y le agua. Las camisetas mojadas volaban por la sala. Más de una chica empezó a mostrar sus tetas, de forma voluntaria o involuntaria. La gente se lo pasaba en grande, bailando y saltando sin parar. Miré para mi hermana y mi madre que seguían muy bien el ritmo de la gente. Nos miramos y sonreímos, y seguimos bailando. En uno de los saltos pude ver como a mi madre se le salió una teta de su bikini, pero pasé de decirle nada. Se lo estaba pasando muy bien. Seguimos bailando. Cuando me giré mi hermana le estaba señalando a mi madre lo que yo no quise hacer. Mi madre al darse cuenta lo que hizo fue…quitarse el bikini y seguir bailando en topless, como otras muchas chicas del local. El personal ya no se cortaba un pelo. Tocaban lo que querían y desfasaban mucho. Mi hermana, después de ver como mi madre se quietaba el bikini, hizo lo mismo, agitando su diminuta prenda al aire. En seguida, un chico que pasaba por allí se puso detrás de ella, bailó como ella lo hacía, cogiéndole las tetas desde atrás. Mi hermana se dejaba hacer. Otro chico, un poco mayor que yo hizo lo propio con mi madre, que tampoco se quejó lo más mínimo y siguió bailando sujeta por aquel desconocido tipo. Yo viendo lo visto, me animé y los imité con una chica, creo que extranjera, rubia con ojos muy azules, a la que al principio cogí por la cintura y viendo que no pasaba nada fui subiendo hasta bailar asido a sus peras. Seguimos así hasta altas horas de la noche, que completamente mojados volvimos al apartamento. Al día siguiente nos levantamos más tarde que nunca. Fuimos a la playa, como siempre
– Respecto a lo de anoche…en fin, preferiría que no lo comentásemos con papá…igual no le sienta bien- dijo mi madre cuando estábamos tomando el sol
– Por mi ni te preocupes- fui el primero en responder
– Ni por mi- dijo mi hermana.
– Bueno, gracias…sobre todo porque ¡¡¡me lo pasé GENIAL!!!- dijo mi madre con una sonrisa en su cara
– Yo creo que todos lo pasamos bien ¿no?- pregunté
– Si…de miedo
– Estupendo, porque podríamos repetirlo…no digo la misma fiesta, pero si otra- dijo mi madre con los ojos muy abiertos. Creo que se lo había pasado más que bien
Esa tarde nos estuvimos enterando de las fiestas y decidimos ir a la de la espuma que se celebraba en tres días. Se lo dijimos a mi madre, que le pareció genial, ya que dijo que necesitaba un par de días para recuperar.
– Mañana podemos ir a otra playa…al fin y al cabo tenemos el coche y casi no lo usamos.
– Me parece una buena idea, dijo mi hermana Paula.
– Por mi, genial- no iba a ser la nota discordante.
Al día siguiente en vez de bajar a la playa, nos montamos en el coche y salimos rumbo a lo desconocido, al menos mi hermana y yo, ya que mi madre conducía y se supone que sabía adonde iba. Llegamos a una playa, menos poblada que las que suelen verse en Ibiza
– Bueno, chicos. Ayer estuve preguntando en turismo por una buena playa nudista y esta es la que me recomendaron que no estuviese masificada. ¿Qué os parece?
– Perfecta- esta vez fue mi hermana la primera que habló
– Como cuando fuimos a Formentera nos pusimos en bolas, bueno, menos el soso de vuestro padre, he pensado que es una buena idea seguir con la práctica
– Gran idea- ahora fui yo quien habló.
No pusimos a tomar el sol sin nada. Los días siguientes seguimos yendo a esa misma playa. El domingo por la tarde nos arreglamos para ir a la fiesta de la espuma, más o menos como cuando fuimos a la del agua. Salimos y otra vez la misma parafernalia. La gente esperaba que diesen el pistoletazo de salida y cuando gritaron la palabra espuma, la gente empezó a desvariar. Esta vez, casi al principio, mi madre y mi hermana en un visto y no visto tenían los bikinis en la mano, agitándolos al ritmo de la música. Si cabe la gente estaba más salvaje que el día de la otra fiesta, ya que era domingo. En algunas cosas era como un remake de la fiesta precedente, ya que en al poco de soltarse mi madre y hermana los bikini, ya tenían a sendos chicos cogidos de sus tetas bailando al ritmo desenfrenado de la música. Creo que era una especie de acuerdo o algo así, ya que cuando vi a una chica a mi lado sin bikini, hice lo propio, sin quejas de tipo alguno. Estuvimos bailando así un rato hasta que el chico que estaba con mi hermana se cansó y se fue. Al rato lo hizo la chica cuyas tetas tenía en mis manos. Casi sin pensarlo me fui donde estaba mi hermana e hice lo propio.
– Oye, enano ¿Qué haces?- fue lo primero que me dijo. "Enano" es como suele llamarme mi hermana, a pesar de ser ya más alto que ella.
– Nada que no haya hecho otro antes.
– Es verdad. Anda disfruta mientras puedas, que seguro nunca has tocado unas tetas como estas- dijo Paula riéndose
– Es verdad, como éstas, ningunas, Pau
– ¡Joder, enano, mira a mamá!- me señaló mi hermana hacia donde se encontraba nuestra madre, que estaba siendo magreada por un tipo, mientras ella apoyaba su cabeza sobre uno de sus hombros y el otro tipo la besaba en el cuello, en la cara o en la boca
Aquello si que me puso como una moto y casi sin querer empecé a pellizcarle suavemente los pezones a mi hermana, que se dejaba hacer, sin oponer resistencia. Veíamos como mamá cada vez iba más lejos, o bueno, su partenaire, de forma que una de sus manos bajaba y se metía entre sus piernas. Mi madre reía sin parar. Lamentaba no haber cogido mi móvil para hacer unas fotos. Mi hermana estaba entre el shock de ver a mamá como estaba y que su hermano le tocase las tetas. Yo diría que esto último fue lo de menos. Estábamos alucinados. Mi madre tenía una cara de vicio, de pedir acción que nunca la habíamos visto. De repente miró hacia nosotros, se despidió de su "amigo" y vino donde estábamos nosotros, que ya no "bailábamos" juntos
– Esto, yo no se que me pasó- empezó a decir mi madre
– Nada, mami, que te lo estabas pasando bien- le dije yo
– Por favor…ni una palabra- empezó a decir mi madre
– No te preocupes…pásatelo bien- le dijimos mi hermana y yo casi al tiempo
– Es que no quiero perder los papeles.
– Aquí casi todos perdemos los papeles de una u otra forma. Vamos a beber algo- fue mi propuesta.
Pedí tres copas y cuando las terminamos, ya más animados de nuevo, volvimos a la espuma. De nuevo Paula y mamá se quitaron los bikinis que se pusieron para ir a tomar la copa. Otra vez, como acción y reacción unos tipos se agarraron a sus lolas. Esta vez que quedé con una chica española, que no puso objeción a mis atenciones, solo reía y bailaba, como casi todos en el local. En el momento que el chico que estaba con mi madre soltó sus melones, le di un beso en la mejilla a la chica con la que bailaba y me fui donde estaba mi madre, que seguía con el subidón, pero más tranquila que antes. Casi temblando me coloqué a su espalda y le agarré la cintura para bailar
– Hola, mami- le dije sonriendo
– Hola, mi amor ¿Qué tal lo pasas?
– ¡Genial!- le dije mientras me movía al ritmo de la música
– ¡Estupendo!- seguimos bailando y me atreví a dar el mismo paso que con mi hermana- ¡¿Pero, Dani, qué haces soy tu madre?!- dijo mi madre, intentando separarse
– Nada, solo quería comparar cuales son mejores, ya que me dijo Paula que jamás tocaría unas tetas como las suyas
– ¿Qué le tocaste las tetas a tu hermana?- dijo mi madre
– Bueno, vaya novedad en este sitio, ¿no?- hubo un gran momento de silencio.
– Es verdad, cariño, anda ven- dijo mi madre, mientras me atraía y se puso en situación de bailar- ¿Cómo las de tu hermana, o mejores?- me preguntó guiñándome un ojo
– Hombre, tendría que comparar…la verdad es que no sabría con cual quedarme.
– Las mías son las mejores, sin duda, cariño- dijo mi madre juntándose sus tetas con las manos.
Tras la juerga, completamente empapados de nuevo, volvimos al apartamento. Al llegar, mi madre quiso reabrir la polémica
– Pau, dice Dani que mis tetas son las mejores que ha tocado- dijo mi madre en plan de burla hacia mi hermana
– Eso no se lo cree nadie…desde luego las mías son mejores, ¿o, no, enano?- preguntó mi hermana
– Ya le dije a mamá que…las tendría que comparar
– Si…como si eso fuera necesario- dijo mi hermana, con aires de superioridad
– Vamos a ver…que compare y juzgue- dijo mi madre, poniéndose en su lugar- vamos a ducharnos con agua caliente y luego en mi habitación- propuso mi madre. Nos duchamos, primero mamá, luego Pau y finalmente yo, y nos fuimos a la habitación de mi madre. Ellas llevaban la toalla alrededor del cuerpo y yo a la cintura.
Se sentaron al borde de la cama y dejaron caer las toallas, quedando completamente desnudas. Yo estaba como un flan…era una oportunidad maravillosa, jurado de tetas, las de mamá y mi hermana. Les dije que haría mis "estudios" y luego daría mi veredicto. Era un chollo, podía hacer todos los exámenes que quisiera. Las puse sentadas, de pie, con las manos detrás de la nuca, acostadas, en fin, de todas las formas posibles. Luego les palpé las tetas, desde delante, de atrás y ya en el no va más me llevé uno de los pezones de mi madre a la boca. Fue breve al principio y pasé al de mi hermana. Las dos quisieron decir algo, pero iba contra las reglas. Volví con mi madre y volví a succionar su pezón al tiempo que con la otra mano jugaba con su otra teta. Mi madre lanzó unos pequeños suspiros, supongo que de placer. De reojo vi como mi hermana se tocaba la entrepierna. Fui un paso más allá. Cambié mi boca de teta y con la mano bajé hasta la entrepierna, ahora abierta de mi madre, que ni por un momento hizo el más mínimo intento de frenarme. Cuando estaba bien excitada, me fui donde estaba mi hermana y repetí la operación, dejándola con la miel en los labios. Luego me puse entre las dos, las abracé y les dije
– ¡Ya tengo un veredicto!
– ¿Cuál?- preguntaron al unísono
– Pues las de mamá son las mejores…
– Y una mierda- dijo mi hermana mientras mi madre hacía gestos de victoria
– Espera…digo que las de mamá son las mejores en el rango de mayores de 30 años y las tuyas son las mejores en las menores de esa edad…joder, las dos tenéis unas tetas magníficas, las mejores del mundo.
Cada una cogió una de las almohadas de la cama de mi madre y empezaron a sacudirme al tiempo que se reían. Yo intentaba parar los golpes mientras soltaba carcajadas.
– eres un sinvergüenza- decía mi madre con cada golpe
– ¡Que no son las mejores!- bramaba mi hermana
Caímos en la cama, tal y como estábamos con mi madre por un lado, mi hermana por otro y yo en el centro. Las abracé contra mi cuerpo
– Gracias, cariños míos, me lo he pasado muy bien- dijo mi madre, mientras le daba un beso a mi hermana y luego al dármelo a mi, lo hizo en la boca. Un beso rápido, apenas juntar los labios.
– ¡Mamá…le has dado un pico a Dani!
– Creo que se lo merece, ¿no?
– Es verdad- dijo mi hermana, que hizo lo propio
– Gracias a vosotras dos…sois las mejores del mundo…las dos- les dije mientras le devolvía el beso a mi madre primero, pero no tan inocente como el suyo…fue un poco más ardiente, con lengua. Mi madre se quedó como queriendo más cuando la dejé para hacer lo propio con Paula. Las dos estaban como extasiadas. La primera en reaccionar fue mi madre que me volvió hacia ella y me besó de nuevo, cada vez con más pasión. Mi hermana se puso detrás de nosotros y me quitó la toalla, dejando al aire mi polla completamente empalmada.
– ¡Que alegría!- dijo mi hermana Pau al ver mi rabo
– Y que lo digas, hija- confirmó mi madre.
Nos pusimos de tal forma que mi hermana se metió mi salchicha en la boca, al tiempo que yo me acoplé para comerle el coño a mi madre. Al poco mi madre se puso a gemir como suelo escuchar cuando hace el amor con mi padre, si es verdad que cada vez la oía memos. Cuando estaba a punto de correrme se lo avisé a mi hermana, que junto a mi madre se dispuso a recibir mi corrida. Se "pelearon" por mi leche y luego juntaron sus lenguas. Aunque me acababa de correr estaba a punto de estallar. Tras asearnos un poco nos volvimos a acostar en la cama. Empecé a besar a Paula y fue mi madre la que se unió a nosotros, juntando todos nuestras lenguas. Mi madre se acostó de forma que me puse a follarla en la postura clásica del misionero, con mi hermana sentada sobre la cara de mi madre, que a su vez que comía el coño a Paula. Cuando aumenté el ritmo de mis embestidas mi madre empezó a jadear y gemir como nunca la había oído.
– Si, si, si mi amor…no pares…más rápido, mi amor, más…
– Mami…tu…no pares tampoco…sigue, que bueno, que bueno…sigue- decía mi hermana con los ojos cerrados, casi en trance
– Me voy…me voy…estoy a punto.
– Dentro…mi amor, dentro- pidió mi madre que la llenase con mi semen.
– Siii, toma- le dije en el momento que me corría. Cuando me salí de mi madre, ésta se metió mi polla en la boca y la dejó como los chorros del oro. Cuando estuvo otra vez a punto fue mi hermana la que disfrutó de mis atenciones, eso si, con un condón, que ella no tomaba las precauciones de mi madre y podía preñarse. Cuando terminamos dormimos todos abrazados.
A la mañana siguiente, casi la tarde siguiente, cuando nos despertamos mi madre fue la primera en hablar
– ¿Playa y fiesta?- dijo con un sonrisa en los labios
Mi hermana y yo asentimos.
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