Con mi hermano mientras mi marido está de viaje
incesto con mi hermano.
Con mi hermano mientras mi marido está de viaje
Mi esposo está de viaje. Me aburro y llamo a mi hermano para tener una de nuestras charlas confidenciales. Somos mellizos, aunque no gemelos. Obvio. Él es hombre y yo mujer. No nos ocultamos nada. Entre nosotros no existen secretos y encontramos el uno en el otro ese apoyo que toda persona necesita para sobrellevar los momentos malos y disfrutar de los buenos en la vida.
Mi hermano sigue soltero y vive sólo en un pequeño apartamento moderno en el centro de la ciudad. Tengo que llamarle antes de ir a verle porque a menudo suele estar acompañado de algún ligue. Es todo un don Juan. Ese día no tiene compañía así que, compro lambrusco y unas pizas y voy a su coqueto apartamento.
Estamos hasta las tantas de cháchara. Después del vino italiano él saca un ron de caña antiguo con un regusto a madera tremendamente delicado. Así que entre el lambrusco y el ron bebo más de la cuenta. En algún momento debí de empezar a decir tonterías. Sólo recuerdo vagamente que le he confesado que mi esposo no me hace el amor como antes.
Cuando despierto me duele un poco la cabeza. Estoy en la cama desnuda, eso me inquieta. De mis recuerdos se ha borrado la forma y el momento en el que me quité la ropa. Por un momento me asalta la duda. ¿Habré practicado cualquier tipo de actividad sexual con mi hermanito?
El apartamento de mi hermano es un espacio único, diáfano. Sólo el baño está separado del resto por un puerta. Desde la cama le veo trasteando en la encimera. Sonrío al verle con su camiseta y las piernas desnudas. No lleva bóxer, la cama está algo más abajo de lo normal y le veo parte del culo.
Él se da cuenta de que he despertado:
– ¡Menudo colocón cogiste anoche hermanita! –me dice desde la encimera de la cocina en la que prepara un café al ver que he despertado. –Te estoy preparando un cafelito con un ibuprofeno, te sentará de maravilla –me habla con el cariño que siempre me ha hablado.
– ¿Qué hago en pelotas? Es que no llevo ni bragas –le pregunto preocupada.
–Te vomitaste encima hermanita. (Ríe). No te preocupes tonta, ya he lavado toda tu ropa y está en la secadora.
Sus palabras me tranquilizan. Aunque la idea de tener algo que ver con él, nunca me ha resultado repulsiva. Más bien todo lo contrario. De pequeños descubrimos el sexo, juntos, pero solo en juegos de niños. Tocamientos impúberes e infantiles que descubrían sus cuerpos. Ahora somos dos adultos y nunca ha pasado nada entre nosotros, pero hoy mi erotismo parece estar más despierto que de costumbre. No sé si por la resaca o por el relativo abandono de mi esposo, pero el caso es que tengo las ganas de polla a flor de piel. Siento que estoy más receptiva que nunca. Y…por si fuera poco, mi hermano se pasea desnudo, tan solo con una camiseta larga, sin bóxer. Lo he descubierto, porque en un descuido he podido verle el pene asomando bajo el borde de la camiseta. Y eso…querido lector…. Ufffff. Eso me ha puesto muy, muy…pero que muy cachonda.
Me trae el café y al acercarse me siento en la cama dejando que resbale por mi cuerpo la sábana y asomen mis senos. Me pregunto si tal vez, anoche, cuando estaba tan borracha y mi hermanito me desnudó, no habría sentido tentaciones de tocarme o lamerme. Sólo imaginarlo me pone totalmente cardiaca. Noto como me mira los senos mientras tomo el café. No me está mirando como a una hermana. Ya me entiendes. Creo que se imagina lamiendo esas tetitas que muestro con tanta naturalidad. Tras acabar el café, me invade el deseo de tener ese pene que ha asomado bajo la camiseta, cueste lo que cueste. Coqueteo con él y él no se escandaliza, acepta el juego descaradamente. Nos conocemos demasiado bien para no saber qué coño quiere el otro. Me sonríe mientras adopto ciertas posturas y miradas, como una actriz profesional.
Me destapo y puede verme desnuda.
¡Cojones! Es mi hermano. No debería estar haciendo esto, pero me da igual. Tengo el coño hambriento de verga como nunca en toda mi vida.
– ¿Porqué no te metes debajo de las sábanas y me haces lo que mi esposo no me hace?
Siempre nos hemos entendido. Su silencio, su sonrisa de aceptación lo dicen todo.
– ¿Cómo en nuestros juegos de niños? –me pregunta.
Niego con la cabeza.
–Cómo en nuestros juegos de adultos –le digo mirando con cara de autentica zorra y mostrándole el coño depilado con las piernas abiertas. Que en seguida me tapo con la sábana a modo de reto.
Mi hermanito sonríe antes de sumergirse por debajo de las sábanas, entrando por la zona de mis pies en mi cama, creando con su cuerpo una especie de tienda de campaña.
¡Joder! Cuando llega con la boca a mi coño ya estoy chorreando. Me come brutalmente, tal y como yo lo necesito. Me amasa las tetas con los brazos asomando.
Va a ser un polvo salvaje, urgente, lo sé. Lo saben mis pezones duros como piedras. De un tirón la sabana sale volando, se arrodilla entre mis muslos abiertos y me penetra.
Nos miramos sin hablar, con la complicidad que solo pueden tener dos mellizos.
Jamás imaginé que mi hermano pudiese follar así. Pienso cuando me la mete de golpe y empieza a tirar de riñones como un campeón. Hace años que no me cogen de esta forma.
–Estás mucho más buena ahora que de niña –me dice sin dejar de follarme.
–Y a ti se te ha puesto mucho más gorda la polla hijo. Me vas a reventar con esa tranca que tienes. No te la veía desde los doce o trece años –le respondo gimiendo.
¡Cómo me empuja el cabrón, me derrite el coño a vergazos! Una verdadera máquina del coito. Nos hemos querido siempre, hemos sido el apoyo el uno del otro. ¡Pero esto! ¡Joder, vaya sorpresa! Hermanos mellizos y follando salvajemente, con urgencias, con pasión, con una carga de sexo inconcebible.
Mi esposo de viaje, el pobre ignorante del todo. Y yo aquí, en pelotas, en la cama de mi hermanito, llena de polla hasta las orejas.
Mientras hablamos cambiamos de postura, me dobla las piernas juntas y lame mis pies sin dejar de penetrarme rítmicamente con fuerza. Con esas velocidades me vienen pequeños orgasmos que disimulo, pero se va cargando uno de esos orgasmo tremendos que me hacen temblar.
– ¿Te gusta Sandra como te lo hago? Te quiero –me pregunta tras lamerme la oreja y ponerme los pelos de punta con la verga metida hasta chocar con sus testículos en mis nalgas.
– ¡Cómo le siento mi amor! ¡Eres la leche! Tienes más polla que mi esposo ¿lo sabías? Cómo no iba a gustarme –respondo con dificultad. Me cuesta muchísimo hablar. La excitación me ha invadido, de mi boca sólo salen gemidos y grititos.
Estoy tan abierta que siento su pubis golpear duro contra mi clítoris. Golpes rítmicos que suenan como percusión celestial. Ufffff ¡Cómo me estoy poniendo!
Creo que tú, mi querido lector también estarás subiendo de temperatura, imaginando mis sentimientos y la excitación de mi hermano mellizo.
–Sigue hermanito. No pares porfa.
–Si tu marido no cumple, vente cuando quieras a casa. Somos hermanos, valdrá cualquier excusa. No creo que sospeche. Dile por ejemplo que tengo algún tipo de problema con el estrés y que quieres verme por mi depresión.
¡Qué hijo puta! ¡Me encanta! Ante mi mente se abre la posibilidad de acudir a la maravillosa polla de mi hermano cada vez que me dé la gana. ¡Increíble, maravilloso!
Me sigue golpeando su vientre en el pubis. ¡Deliciosamente!
Él gime, y gimo, me pone a cuatro. Mis pezones rozan las sábanas y mi hermano tiene una vista increíble de mis nalgas abiertas, de su polla entrando y saliendo. De las paredes de mi coño adheridas a la piel de su verga en el bombeo.
– ¿Te acuerdas cuando éramos niños? –le pregunto entre gemido y gemido.
Si lo recuerdo. Zorra.
Me impresiona que me haya llamado zorra. Pero no negativamente. Todo lo contrario. Mi coño se ha inundado al oír el insulto. Disimulo no dando importancia y le pregunto:
– ¿Qué es lo que recuerdas de nuestros juegos de infancia?
–No gran cosa, cerda –me dice volviendo a insultar. – Cómo nos acariciábamos y descubríamos en aquellos primeros escarceos carnales, juntos, la maravillosa sensación de las primeras erecciones. Recuerdo tus faldas cortitas, las rodillas llenas de costras por las caídas en los juegos. El olor a pipí en tus bragas de algodón blancas. ¿Y tú qué recuerdas?
–Que nos desnudábamos a escondidas, y tú te ponías con tu pollita dura. Yo le daba con un dedo tensándola para abajo y luego la soltaba de golpe, como un resorte te daba en la tripa. Fue la primera verga que toqué en mi vida y ahora te tengo dentro. Y te la agarraba. ¿Te acuerdas? como si fuera el mango de alguna cosa. ¡Cómo te gustaba! Siempre me andabas buscando para ese juego. El de agarrarte el mango. “imagina que es un micrófono” me decías y yo la ponía muy cerquita de la boca y cantaba rozando mi boca con tu prepucio. Eso no se me ha olvidado. Tu siempre desando que los papás estuviesen fuera para quedarnos solos. ¿Qué era aquello que te gustaba tanto hacer? Con los dedos entre mis piernas. ¿Te acuerdas?
–Siiií. Fue mi obsesión muchos años. Buscarte desnuda para mover mover mis deditos en tu coñito húmedo. Meterlos suavemente y mirarte a la cara de niña para ver tu rostro desfigurado por el placer, con los ojos cerrados por la vergüenza.
– ¿Quieres que me ponga de rodillas y tú de pie como cuando nos duchábamos? ¿Te acuerdas?
–Siiií. Si mi hermanita quiere chupar, chupa. Quiero pasar mi polla por todo tu cuerpo. Ya no eres una niña. A ver como come rabo mí hermana.
–Me fascina repetir aquello hermanito. Ponte de pie.
– ¿Estás disfrutando de nuestro juego de hermanos adultos? –pregunto mamando sus testículos y su gran polla, tranca, mástil.
–Siiií. ¿Quieres que me corra en tu boca?
–No aún no. quiero seguir con esto más tiempo. Aguanta por favor. No sabes la de tiempo que no me follan como lo estás haciendo. Mi esposo está más preocupado por su trabajo. ¿Comprendes?
–Sí, pero ahora ya lo sabes. Ese coñito no debe pasar más hambre. Tendrás a tu hermano cuando quieras. Te gustaría sentir la polla de tu hermano en el culito también.
–En el culo y en la boca y en donde tú quieras. Soy tu perra. ¿Dímelo, lo soy? ¿Me follarás cada vez que te lo pida?
– Hermana eres mi perrita, guarra asquerosa, mi furcia obediente y estas a mi merced. Tenlo claro. Para follarte y darte por el culo. Vas a ser una perra muy dócil. Y yo te voy a dejar bien servida mi perrita rica.
Me vuelve a poner a cuatro, agarrándome las nalgas, abofeteando el culo.
– ¡Me siento tan cerda contigo! Y mi esposo sin saber nada. Ufffff. ¡¡¡¡Es tan morboso hermano¡¡¡¡¡
–Confieso poniéndome de nuevo de rodillas y él de pie en la cama para una nueva mamada. La verga de mi hermano tiene sabor a coño.
–Lo que no sabes es lo feliz que me estás haciendo, ¡puta!
– ¡Como me gusta que me hables así! Llamándome puta mientras me follas a cuatro o tienes tu verga en mi boca. Mmmmmmmm
–Voy a poner una regla. Cuando vengas a mi casa. Si estoy solo. Tendré a mi perra desnuda. Para follarte cuando me venga en gana. Y nunca te negarás, aunque no te apetezca.
– ¿Me vas a obligar a andar en pelotas todo el rato?
–Siiií. Siempre en pelotas para ver tu coño y tetas. O si acaso con una minifalda que no te cubra el culo, de esas de colegiala, pero sin bragas. Compraré un juguete para mí perra que chupe y se meta el juguete en su coño y en su culo. Que andes con eso metido y yo te vea.
–Pues ¿sabes cómo te quiero yo, hermanito? con tu verga dura todo el rato y si baja que me obligues a mamarla como una esclava. Sin pedirme permiso.
–Siiií. Mi perra estará a mí servicio cuando yo guste y quiera, sin decir nada. Si vienes a casa ya sabes a lo que te expones y lo que te espera. Tendrás el coño siempre dispuesto para tu amo y hermano.
–Y ¿qué cosa te gustará que haga para ponerte más caliente, mimosa, como gatita, gatear a cuatro o qué se te ocurre?
–Que andes como una zorra a cuatro con el juguete metido en el culo, bien a la vista, que se vea que gateas mientras te roza el juguete tu ano por dentro.
– ¿Me humillarás con insultos, también?
–Te daré buenas nalgadas y serás mi marioneta, una buena zorra.
–Mientras ves la televisión, si me dejas, yo podría lamerte los pies e ir subiendo hasta tus testículos si quieres.
–Siiií. Pero sin dejar de tocarte tu coño. Te tocas mientras me lames perrita. Ese coño bien húmedo y abierto siempre –dice mientras le cabalgo sentada sobre su verga dirigiendo el ritmo.
–Sigue hermano sigue, me pones mucho. Dime más por favor. Sabes cuantas veces he soñado con esto.
–Ufffff que cerda estás eres muy guarra lo mismo quieres que te follen varios a la vez. ¿Con cuántas vergas te atreves a la vez? Soñabas y te corrías cerda.
–Con las que tú quieras mi amor. Mi esposo me compartió una vez en una partida de póker en casa con otros dos hombres compañeros de la oficina.
–Quiero que te corras en mi vientre. Es donde me hace ilusión. ¿Lo harás?
–Siiií lo haré.
–No aguantas más lo sé. Siento tu verga a punto. Tal vez tú tampoco querido lector. Yo ya he tenido mi orgasmo hermanito. Cuando quieras…Córrete
–Que rico correrse en mi perra.
–Hace tiempo que no veía salir tanta leche de una verga mi amor. Eres mi hermano pero sé que vas a ser mucho más a partir de ahora.
Ya te quiero ver otra vez por casa mi zorrita.
Te visitaré todas las semanas varias veces, no quiero que mi esposo sospeche. Tenemos que buscar una escusa
pdt:
todos mis relatos en mi blog:
https://paraleerconlamanoentretenida.blogspot.com/
Aún sueño con follarme a una de mis hermanas. Como me calentó este relato, mmmmmm.
Rico relato!