Con mi prima Paloma (2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Bueno continuamos con los relatos de como introduje en el sexo a mi prima Paloma cuando ella tenía apenas 10 años.
Durante mucho tiempo tuve un cierto remordimiento de pensar que quizá por mí culpa esa niña la pasaría mal por tantas cosas que hicimos durante casi 1 año y muchas veces pensé en detenerme pero la calentura me pudo más y hoy el tiempo me da la razón.
Mi tía estaba muy contenta y agradecida conmigo y con mi hermano porque decía que habíamos logrado que Paloma se sintiera mejor y no extrañara tanto a su papá, que la niña llegaba contenta a la casa y se apuraba a hacer su tarea antes de que mi tía saliera a recorrer la ciudad con su hija más pequeña y con mi mamá. En una ocasión la escuché hablado por teléfono con su papá y le decía que no tenía novio, que fulanito solo era su amigo. No recuerdo el nombre pero mucho nombraba a ese niño y hasta Fausto mi hermano le llegó a hacer burla de él. Entonces esa misma tarde que subió al cuarto le dije:
-Oye Palomita estoy molesto contigo.
-¿Pero porque? Me preguntó preocupada.
-Es que escuché que tienes novio, y se supone que tú eres mi novia.
-No, no Fer, yo no tengo novio. Además yo no sabía que yo era tu novia. Lo último me lo dijo algo apenada.
-Bueno pues ahora ya lo sabes, eres mi novia, yo te beso, yo te abrazo, yo te hago esas cosas ricas que a ti te gustan.
-Ok Fer, soy tu novia entonces. Me dijo contenta y me dio un beso.
Muchas veces cuando ella subía al cuarto yo estaba jugando al play y ella solo se sentaba en mis piernas ya sin ropa y se tallaba contra mi pito, siempre terminaba dejando de lado el mando de la consola para meterme en la cama con ella, besarnos y tocarnos todo. “Chúpame mi cosita” me decía casi con voz suplicante y yo nunca me le negué. Lamía su panochita tierna y le sacaba todo su juguito mientras le sobaba las nalgas, pasaba mi lengua por su rajita y ella empujaba su cadera contra mí y gemía. Yo aún tenía el pendiente de si la lastimaría al penetrarla, por eso solo le sobaba y le lamía su culito y su cochito hasta que se venía, nunca la dejé con ganas pues siempre terminaba porque muchas veces después de eso se dormía por unos minutos hasta que mi hermano se acercaba a ella para masturbarse con sus pechos.
Mi hermano y yo nos poníamos a jugar sentados en la orilla de la cama y Paloma de se ponía de rodillas frente a mí y me la mamaba mientras yo jugaba hasta que me corría, se levantaba y se la mamaba después a mi hermano. Aprendimos a compartir a nuestra prima, él se masturbaba viéndome a mí y a Paloma. Yo la ponía en 4 en la cama y colocaba mi pene entre sus piernas, “aprieta bien” le decía y ella bien obediente, le tallaba mi verga entre sus piernas y rozaba con su panochita, se sentía tan caliente, hinchada y húmeda que me hacía correrme más rápido. Entonces le pregunté si quería hacerlo como en las películas, si quería que la penetrara. Me dijo que tenía miedo que le doliera pero que si eso era lo que yo quería que estaba bien.
Esperé una tarde que no estuviera mi hermano pues quería ese cochito virgen solo para mí. La recosté boca arriba en la cama, solo de imaginarlo se me hacía agua la boca. Ella se veía nerviosa, algo tensa y asustada pero en ningún momento me dijo que no. Comencé besándola, le metí toda mi lengua en su boca y pude sentir como su piel se ponía chinita, me rodeó el cuello con sus brazos y yo le chupaba los pezones duritos y suaves, acariciaba y apretaba sus pechos algo desesperado con una mano y con la otra iba sobando su cintura y su abdomen, ella comenzaba a retorcerse. Me aparté un poco de ella y sobé sus caderas, tenía frente a mí a una pequeña mujercita, tenía ya el cuerpo bien torneado, de no ser porque aún tenía un poco la carita de niña cualquiera hubiera pensado que se trataba de una mujer en sus años más calientes. Abrí sus piernas y sobé sus muslos, pasé mi lengua de afuera hacia dentro mientras le daba pequeñas mordidas.
-Me haces cosquillas. Me dijo con una voz inocente.
-Ahorita te voy a hacer algo más rico preciosa.
Lamí su panochita y con mis dedos la abrí un poco. Era una hermosura ver ese hoyito pequeño y estrecho tan mojado, pedía a gritos ser penetrada. Seguí chupando y lamiendo su pocito y ella gemía y se quejaba muy quedito. Me aparté, ensalivé la punta de mi verga y la coloqué en la entrada de su vagina.
-¿Me va a doler verdad? Me dijo casi llorando.
-Un poquito nada más mi niña, pero vas a ver que te va a gustar. Yo estaba por volverme loco, ya no quería seguir siendo el buen primo que la trataba con cariño, quería follarla como a una puta en celo y penetrarla duro, pero sus lágrimas me devolvieron a la realidad.
-Mira, si te duele mucho te la saco ¿sale? Le dije, ella movió su cabeza diciendo que sí.
Comencé a empujar mi verga contra su vagina, estaba muy estrecha y la cabeza de mi pito no entraba, ella empezaba a quejare pero ya no de placer, sin embargo seguí intentando, entonces entró la cabeza y ella dio un salto brusco y pegó un gritó agudo, se tapó la boca y comenzó a llorar.
-Bueno, bueno, te la saco. Y muy molesto le saqué mi pito.
-No Fer es que no quiero que te enojes. Y comenzó a llorar más. Yo soy tu novia y quiero que tú estés contento, perdóname.
-Vamos a hacer esto, vamos a ir preparando tu cochito para que me lo pueda coger sin tanto problema y tú también lo disfrutes ¿ok?
Se limpió las lágrimas y me dijo que sí con la cabeza.
-¿Y si me metes primero tu dedo? Y tomó mi mano y metió mi dedo índice en la boca.
-No mi amor, chupa este. Y le metí el dedo de en medio. Lo chupó mientras seguía sollozando.
La levanté de la cama, la cargué y nos sentamos en el sillón reclinable que tenía en el cuarto, la senté en mis piernas y volví a besarla mientras le decía que no se preocupara y ella me decía que la perdonara, que ella quería ser mi mujer por completo y que fuera yo el primero que la penetrara y no mi hermano. La senté sobre mi pito, mi pecho contra su espalda y la abracé fuerte mientras la seguía besando. Abrí sus piernas y con mis dedos índice y anular le abrí su panocha sin dejar de besarle la boca. Estaba más mojada aun que hace rato y comencé a jugar su rajita con mi dedo, ella movía su cadera y apretaba su culito contra mi pene y yo la tenía tan dura que sentía que se la encaba en su ano. No tuve que maniobrar mucho, estaba tan mojada que mi dedo casi se resbaló hacia dentro, volvió a brincar pero en esta ocasión no la iba a dejar ir. Con mi otra mano la apretaba contra mí, mordía sus labios y le comía la boca. Le metí el dedo lo más que pude y ella parecía quejarse, no supe bien porque tenía su boca tapada con mi boca. Se retorcía como si quiera zafarse pero no la deje, moví mi dedo dentro de ella con movimientos circulares y después empecé a sacar y meter mi dedo. Cada que entraba ella brincaba, yo lo hacía despacio para no lastimarla tanto y ella de tanto que se movía tenía mi pito entre sus nalgas, después de un rato con el mete y saca parecía que ya se había acostumbrado y entonces empezó a mover la cadera buscando más placer. Había tanto jugo escurriéndole que me atreví a meterle otro dedo más, dio un gritito y se arqueó hacia mí. Yo le chupaba su espalda, su cuello y mordía sus hombros, sentía mi pito palpitando en sus nalgas, seguía penetrándola con mis dedos medio y anular y con el pulgar sobaba su clítoris, sus gemidos eran cada vez más fuertes y excitantes, ya no parecían los de una niña de 10 años.
-¿Ves como si estabas lista? Ya no solo eres mi novia, ahora eres mi puta, eres mi putita, dilo. Le susurraba al oído mientras le mordía su oreja.
-Sí, sí, soy tu putita primo.
-Pero nada más eres mí puta, solo yo te puedo coger.
-Sí primo, yo soy tu puta, hazme lo que quieras. Y pude sentir como se corría, su cochito estaba hinchado palpitando y sus piernas temblaban. Se dejó caer sobre mí bastante cansada.
Me levanté del sillón cargándola y la acosté en orilla de la cama, me paré a un lado de ella con mi verga bien erecta y de inmediato supo lo que tenía que hacer. Abrió su boca para que se la metiera, entendí que estaba muy cansada así que esta vez fui yo quien hizo todo, aunque ya me faltaba muy poco para venirme. La follé un poco por la boca con una pie en el piso y la otra pierna recargada sobre la cama, terminé en su boca y vi como con dificultad tragaba, dio arcadas y se la saqué rápido pensando que vomitaría. Pero no fue así, solo se levantó con la cara llena de una mezcla de lágrimas, saliva, mocos y semen. Le di un beso en la frente y le dije:
-Vete a bañar y duérmete pero en tu cuarto, yo también me dormiré. No le digas nada a Fausto porque también va a querer y recuerda que eres solo mía puta. Dilo.
-Sí Fernando, soy solo tuya, soy tu puta y nada más tú me vas a coger.
Tuve que ayudarla a levantarse, bañarla y acostarla en su cama. Demás está decir que esa noche aunque no le metí mi verga dormí como un bebé, no podía esperar el día en que al fin la penetraría, pero decidí que dejaría que fuera ella quien me lo pidiera, siempre terminaba siendo ella la que pedía el sexo.
Ahí comenten, aún me faltan muchas cosas más que pasaron y otras tantas de las que me enteré después pero poco a poco para no hacer los relatos tan largos y aburridos.
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