Con mi primo y mi tio (gay)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por agusbelt.
Todo comenzó cuando yo tenía 13 años. Soy de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires (Argentina). Ahora tengo 27 años y vivo en Rosario.
A esa edad tenía las hormonas a full, ya me habían crecido algunos pelitos y cada vez que me quedaba solo en casa aprovechaba para masturbarme.
Me acuerdo que los fines de semana me quedaba hasta tarde para ver la trasnoche de canal XTime: el presentador pasaba power points de mujeres desnudas y a veces de hombres, estos últimos eran los que más placer me causaban.
Un viernes mi primo se quedó a dormir en casa. Él era dos años mayor que yo, pero físicamente éramos similares: delgados y de piel blanca, con pelo castaño oscuro. Recuerdo que yo estaba un poco enojado porque no me iba a poder hacer la paja ya que mi primo estaba en la cama de al lado. Hasta que haciendo zapping pasamos por el canal 42… nos miramos con complicidad.
-Cambio? –me dice.
-No, dejá. –respondí.
-Pero… ¿tus viejos no escuchan?
-No pasa nada, no escuchan.
-¿Vos lo mirás siempre?
-Jaja sí, siempre.
-¿Y te haces la paja?
-See… ¿qué? ¿Vos no?
-Sí, obvio. Pero seguro que a vos ni te salta la leche todavía.
-Si me salta.
-Seguro no tanto como a mí.
-Y puede ser, sos más grande que yo.
Los dos teníamos la mirada fija en la pantalla y nos tocábamos nuestros miembros por debajo de la sábana.
-¿Te estás tocando? –me dice.
-¡NO! –respondo muerto de la vergüenza.
-¡¡Qué no!! –dicho esto me saca la sábana de un tirón y me quedo con la pija parada al aire.
-Eh! Qué grande que la tenés –me dice- Para tu edad esta re bien, la tenés más grande que muchos de mi edad.
-Seguro que la tengo más grande que vos –respondo.
-Jaja no. Mirá. –Y en ese momento no pude ver más nada que no fuera su pija. Le mediría alrededor de 15 cm (que para nuestra edad estaba muy bien). Era cabezona y rosadita. Unas gotas de precum le daban un brillo que me provocaban ganas de lamerlo.
-Te quedaste callado –me dice, sacándome de mi ensimismamiento y pajéandose lentamente.
-Es grande de verdad!
-Sí, salí a mi viejo.
-¿Tu viejo es pijudo? ¿Se la viste? –me entró la duda de cómo sería la pija de mi tio.
-¡Sí! ¡Siempre! Cuando nos duchamos juntos en el club.
-¿Y parada?¿ Se la viste? –insistí.
-Una vez, cuando se levantó a mear en bóxer. La tenía re dura, acomodada para el costado. Y cuando nos me vio que nos encontramos en el pasillo, lo quiso disimular, pero cuando se la agarró para acomodársela se le notó más! Jaja
-¡¡Miralo al tío Richard!! Jaja
Seguimos mirando la tele. Sólo minas con las tetas grandes. Nos tocábamos despacio, concentrados. Cada uno jugaba con su pija deleitándonos con las tetas enormes de las señoritas que aparecían en pantalla. De todas formas, se me hacía dificilísimo sacar la mirada de la pija de mi primo. Maxi tenía unos bóxers color azul con rayitas blancas que le apretaban las bolas con apenas unos pelitos. Su pija estaba durísima y se le pegaba contra el abdomen cuando la soltaba, dejándolo todo húmedo por el líquido pre seminal. Yo tenía unos slips de spiderman, que desde esa noche dejé de usar.
Seguimos así un rato más hasta que acabamos. Él acabó primero. Y era verdad: le saltaba bastante más leche que a mi. El primer chorro le llegó hasta el pecho y los demás le cayeron sobre su panza. Yo acabé viendo a mi primo tirado en la cama de al lado, todo enlechado, descansando de después de hacerse una buena paja.
Desde ese día nos hicimos más amigos. Pasábamos más tiempo junto y cada vez que podíamos nos hacíamos la paja. A veces mirábamos revistas pornos que conseguíamos de un vecino más grande que nosotros y a veces usábamos la imaginación. Pero lo que más me gustaba a mi era verlo acabar. Los meses fueron pasando y nuestra amistad se fue fortaleciendo. Un día en el campo, jugando con la gomera, decidimos apostar: el que tumbaba más latas lo tenía que pajear al otro. Como deben suponer, perdí. Una mezcla de sentimientos me nublaban. Estaba ansioso y muy caliente por tocar la pija de mi primo, pero a la vez un sentimiento de miedo y culpa me carcomían. No paraba de repetirme que era un juego, que no podía ser algo malo. Fuimos hasta una tapera abandonada en el medio del campo, rodeada de árboles y escombros. Apenas entramos, Maxi se bajó el short de River Plate,
-Te toca –me dijo.
Despacio, como midiendo las consecuencias de mis actos, le agarré la verga todavía dormida. No demoró mucho en ponerse dura como una piedra. A la segunda sacudida ya estaba firme y largando precum. Yo estaba parado frente a él, mirando su pija entre mis manos sin poder creerlo. Él estaba con la cabeza para atrás, gimiendo despacio. Instintivamente me agaché, supongo que para verla más de cerca. Mi primo me mira y me dice
-Ale, ¿qué haces? ¿La querés chupar?
Esa idea nunca se me había ocurrido, pero ahora que lo decía…
-No sé, nunca chupé nada –le dije mirándolo a los ojos con su pija en mi mano- ¿te gustaría que lo haga?
-Dale, abrí bien la boquita.
Y ahí nomás me la mandé. Le pasé la lengua por el tronco duro, desde la base hasta la cabecita húmeda, mientras que la tenía bien agarrada con la mano. La chupaba como si fuera un chupetín. Le pasaba la lengua, le daba besitos. Maxi me la quería mandar toda hasta el fondo, pero me daba arcadas. Seguí chupándosela un rato más, hasta que me dijo que se acababa. La sacó justo, tirando la leche afuera. Pero pude saborear unas gotas de su leche, la leche de mi primo
Después de eso se vinieron más encuentros como este. Apostábamos petes, pajas, apoyadas. A veces ganaba él, otras ganaba yo. Un día le dije que quería saber que gusto tiene el semen. Él me dice que si quería me podía acabar en la boca. Y así fue: saqué la lengua dejó toda su leche en mi cara Y en mi boca. Él tuvo un orgasmo increíble, lo escuchaba como gemía Y bufaba, se retorcía de placer, escurriéndose la pija en mi cara. Cuando tiró la última gota, me levantó y me dio un beso mu y apasionado, tirándome de los pelos, y con su lengua en mi boca, se lleva parte del semen. Así fue mi primer beso, con mi primo, compartiendo su leche.
Al cabo de dos años, con mi primo Maxi, seguimos encontrándonos a escondidas para chuparnos las pijas, tocarnos, besarnos y compartir la leche. Él con 17 años y yo con 15 teníamos las hormonas a full. Vivíamos siempre al palo y siempre había un buen motivo para quedarnos solos y sacarnos la leche. Había llegado a un punto en el que saborear su verga y sus jugos no me llenaban. Necesitaba más. Las apoyadas no me alcanzaban, no sabía bien qué era lo que quería, hasta que un día en una de esas apoyadas acabó, llenándome mi culito blanco de leche. Ahí me di cuenta de lo que me faltaba: quería que me penetre. Quería su pija caliente latiendo adentro de mi culo. Un día se lo dije, y por supuesto que aceptó.
-No puedo esperar más, Maxi. Quiero que me cojas.
-Vamos al galponcito del fondo, antes de que vengan mis viejos.
Era sábado y mis tíos se habían ido al cementerio. Teníamos una hora para hacer lo nuestro, más que suficiente. O eso creía yo.
Fuimos para el galpón, lugar que solíamos usar para nuestros encuentros, ya que rara vez alguien aparecía por ahí.
Apenas entramos, le empecé a sobar el bulo a Maxi, mientras le daba besos en el cuello. Él me agarró de la cintura me apretó contra su cuerpo, bajó sus manos hasta mi culo y lo empezó a acariciar. Eso me ponía a mil. Yo arqueaba mi espalda, como entregando mi culito, mientras gemía despacio. Mi primo ya tenía la verga durísima y yo también. Se le salía por el elástico del short. Me agaché y me la llevé a la boca. Pero solo un ratito ya que estaba desesperado porque me la ponga. Me di vuela y le apoyé el culo en la pija dura y húmeda mientras le decía “¿me queres coger primo? Este culito es todo tuyo”. Me bajé los pantalones sentí su carne dura golpear contra mis nalgas. No daba más de calentura pensando en lo que se venía.
-dale, sacá mas culo. Agachate –me ordenaba mi primo.
Hacía fuerza sobre mi agujerito pero no enraba. No había forma. Me dolía mucho. Pero yo estaba dispuesto a que me coja e insistí.
-Dale, más fuere, boludo! Tiene que entrar!!
Le dio más fuere, y apenas entro una parte de la cabecita, sentí un dolor intenso que me aflojó las piernas y me hizo estremecer. No pude aguantar y grité. Cuando pego el grito siento la puerta que se abre.
-QUÉ ESÁN HACIENDO!?!? –era mi tío que nos había descubierto.
No supimos que decir, nos quedamos callados y nos subimos rápido los pantalones.
-Dejen, no hace fala que me expliquen qué están haciendo. Ya me doy cuenta. Acomódense y vayan para adentro que está tu madre, no le digan nada que están noche voy a hablar con ustedes.
Asustados, nos fuimos rápido para la casa. Recuerdo que nos pusimos a jugar a la play para distraernos. Yo no podía dejar de pensar en el sermón que nos íbamos a comer y a juzgar por la cara de mi primo, él tampoco.
-cambien esa cara que no murió nadie –dijo mi tío al pasar.
Mi tío Richard era un tipo de unos 45 años. Grandote, con una espalda gigante y piernas acorde. Tenía la clásica panza de asado y cerveza y unos pectorales que contrarrestaban. Sus brazos eran peludos y se le marcaban las venas. Su pecho también era peludo, se le notaban los pelos que le llegaban hasta el cuello. Un poco de barba canosa y una mirada picara que hacía juego con su personalidad: era un tipo desinhibido, amigo de sus amigos, y siempre tenía un chiste para hacer. A caer la noche, me dispongo a irme a mi casa, tratando de zafar del reto que nos iba a dar mi tío.
-Quedate a cenar –dice mi tía- que yo ahora entro a la guardia, así le hacés compañía al tío y a Maxi. Ya que es sábado pueden ver una peli y acostarse un poco más tarde.
-Sí, tu tía tiene razón Ale, quedate –dijo mi tío.
-Ok… Me quedo.
Mi tío hizo asado. Comimos mirando la tele. Yo estaba demasiado nervioso. Y el silencio entre los tres me hacía poner más incomodo. Cuando termina el programa, mi tío apaga el tele.
-Bueno, vamos a hablar de lo de hoy –nos dice mi tío mirándonos fijo, a lo que nosotros empezamos a querer dar explicaciones. SHHH, cállense los dos y me escuchan.
Lo primero que tienen que saber es que no están haciendo nada malo. Es normal, cuando tienen su edad, sentir deseos, calentura, que se les para la pija cualquier hora (me daba un poco de morbo la soltura con la que hablaba, escuchar las palabras “pija parada” de la boca de mi tío me provoco un cosquilleo en la verga). Por lo que pude ver –continuó- hace un tiempo que vienen haciendo esto. Tienen que tener cuidado de que nadie los vea. Si bien no es nada malo, la gente de este pueblo es muy chusma y malintencionada. Así que por favor, en el futuro asegúrense de que nadie los vea. La verdad es que los interrumpí, porque vi como se la querías poner a tu primo –dijo mirando a Maxi-. El sexo anal es muy placentero. Pero hay que hacerlo bien. Porque si no se puede desgarrar el ano y ahí si se termina en el hospital. Vos Maxi, ¿alguna vez cogiste por el culo?
-No, nunca pá.
-Ok. Y vos Ale, ¿alguna vez te la metieron por el culo?
-No tío. Nunca.
Al decir esto, noté una sonrisa pícara en la cara de mi tío. Una sonrisa que ya había visto otras veces cuando alguna idea alocada se le cruza por la cabeza.
-Entonces va a ser mejor que les explique. ¿Quieren aprender?
-Siii –dijimos al unísono.
-Vamos para la pieza así estamos más cómodos.
Mi tío fue a su habitación y trajo una crema (un lubricante me enteraría más tarde). Fuimos para el cuarto de Maxi. Mi tío se sentó en la silla del escritorio y dijo:
-Van a hacer todo lo que yo les digo que hagan.
-Si
-Bien, empecemos.
-Maxi, sacale la ropa a Ale.
Maxi me empezó a desvestir, me sacó la remera y el short. Cuando me iba a bajar los calzones mi tio lo detuvo.
-Todavía no. Ale date vuelta. Mostrame tu culito.
Yo me dejaba hacer. No sabía muy bien qué era todo eso, pero me gustaba. Me estaba calentando. Y al parecer, mi primo también. Sentía su aliento caliente en mi cara y su bulto ya duro apoyándome en un costado.
-Bien chicos, eso es. Maxi, tocale la cola a tu primo. Despacito, para que se relaje. ¿Te gusta Ale?
-Sí tío, mucho.
-Y a vos Maxi?
-Sí papá.
-Tocale la rayita Maxi. La sentís?
-Si pá. Esta caliente. Je.
-Ahora hijo, arrodíllate y bajale despacio el slip.
Maxi se arrodilló atrás mío y me fue bajando lentamente el slip. Yo escuchaba como mi tío decía “uff eso es, despacito, uff si, dale” y eso me calentó completamente. Juro que no me había dado cuenta hasta ese momento de lo que estaba pasando. Me di vuelta y miré a mi primo para ver cómo estaba. Lo vi arrodillado, con su cara a centímetros de mi culito, sobándose el bulto. Me miró fijo y se mordió el labio de abajo mientras suspiraba. Ahí lo vi bien, con 17 años, ya tenía cara de que iba a ser un hombre hermoso, con una barbita incipiente, y unos pocos pelitos en su pecho blanco. El pelo rapado y un arito en la oreja hacían que yo saque más culo, acercándoselo a su cara. La voz de mi tío me trajo de nuevo a la realidad.
-Eso Ale, sacá culito para tu primo. Veo que aprendés rápido. Y vos hijo, agarrale el culo a tu primo, dale. Y ahora pasale la lengua por la rayita.
-Papá! ¿En serio? –Maxi se da vuelta y lo mira. Vio a su padre, como yo lo vi, masajeándose el bulto por encima del short de fútbol. Un bulto gigante para mis 15 años.
-Dale nene, haceme caso. Que les va a gustar a los dos.
Maxi sacó su lengua, cerró sus ojos y me lamió la raya. Uff qué lindo se sentía! Eso era el paraíso. A él también le gusto, porque no paraba de hacerlo, mientras que con sus manos me separaba las nalgas y me chupaba la raya como si fuera un helado. Se detuvo en mi agujerito, y jugó con el un rato.
-Escupilo, dale Maxi –ordenaba mi tío- ahora chúpalo, abrile bien el orto.
Mientras mi primo me chupaba bien la colita, yo estaba con las manos contra la pared, me di vuelta a mirar a mi tio y lo vi como se pajeaba despacio, tenía la pija afuera y se la lubricaba con saliva. Era bastante grande, cabezona y rosadita como la de su hijo, pero más grande. Una vena recorría desde las bolas, grandotas y peludas, hasta casi la cabeza. Lo miré fijo y él me miró. Yo estaba extasiado, mi primo me comía el orto, jugaba con su lengua en mi agujero, seguía las órdenes de su papá de cómo comerle el culo a un putito y se pajeaba mirándonos.
-Ahora Maxi escupile el culo al putito de tu primo y metele un dedo. Despacio, bebé. ¿Estás caliente hijo?
-See pá, a full.
-Apoyale la cabeza de la verga para que sienta lo que le espera.
Mi primo me apoyó la cabecita en mi agujero, y la sentí a full, tenía el orto súper sensible de todo el trabajo que me había hecho. La sentí húmeda, caliente y latiendo en la puerta de mi colita virgen. Mi primo empezó a apoyarme como hacíamos siempre, pero esta vez, al tener el orto lubricado con su saliva, la pija resbalaba más entre mis nalgas.
-Ahora Ale, quiero ver como se la chupas a mi hijo –sentenció mi tío.
Me agaché rápido y me la llevé a la boca, era lo que más me gustaba. Me la tragué toda, así de una. Me dio arcadas, así que me la saqué y empecé a recorrerla con la lengua y los labios. Largaba mucho precum, yo me lo dejaba en la boca y se lo escupía en la verga para lubricarla y poder tragarla hasta el fondo. La sentía bien al fondo de la garganta, mi primo me agarró la cabeza y me tuvo así un rato, violándome la boca con su pija. Me encantaba, me lloraban los ojos de lo llena que tenía la boca. Me empezó a coger la garganta hasta el fondo, yo lloraba pero no quería que pare. Cuando la sacaba, yo le chupaba las bolas y mi primo se pajeaba en mi cara.
-Cómo te gusta chupar pija Ale! Te veía con cara de petero. ¿Por qué no venís y le haces lo mismo al tío? –dijo mirándome fijo mientras se agarraba la verga, mostrándomela como un trofeo.
Sin dudarlo fui y me metí ese pedazo de carne en la boca. Tenía un olor a macho que mi primo no tenía. Las bolas grandes y peludas fueron para mi un festín, las lamí, las chupé, las mordí, mientras que con una mano tenía bien agarrada la verga de mi tío.
-Maxi, vení para acá. Parece que tu primo está muy entretenido con mis huevos. Vos dedicate a la pija de papá –dijo mi tío mientras me acariciaba la cabeza.
Maxi se acercó y se arrodilló al lado mío. Nos dimos un beso y acto seguido le empezó a chupar la pija a su papá. Estaba tan caliente, nunca lo había visto así. Se la quería comer entera pero no entraba.
-Despacio nene, ¿te gusta la pija de papi?
-Ajam –decía Maxi sin sacarse la verga de su papá y mirándolo a los ojos
-Dale hijo, ufff. Qué bien que la chupas! Se nota que hace rato se están divirtiendo solos.
Así estábamos, mi tío desparramado en el sillón, con las gambas abiertas. Mientras mi primo y yo le comíamos la verga.
-Uff qué rico bebé, que linda boquita tenés –le decía mi tío a su hijo- tocale la cole a Ale y mírenme
Maxi se chupó un dedo y me lo llevó a la cola.
-Mmmm, ¿así papi?
-See dale putito, seguí así.
-Tío –dije al fin- ahora quiero que vos me chupes la colita. Quiero sentir tu barba.
-See bebé, ponete en la cama en cuatro.
A mi tío se le iluminó la cara cuando dije esto. Rápidamente, me acomodé en la cama, sacando culo lo más que podía. Mi tío se abalanzó como un salvaje a chuparme la cola. Sentía su barba raspando mis nalgas, sus fuertes manos agarrándome los cachetes y su lengua introduciéndose en mi ano.
-Qué rico culito que tenés Ale!! Este agujerito rosa me vuelve loco –decía mi tío mientras me escupía y volvía a pasarme la lengua por mi culito.
A todo esto, Maxi, miraba y se pajeaba.
-Dale boludo, vení y comeme el culo a mí, a ver si lo hacés tan bien –dijo mi tío.
Y rápidamente, mi primo se hundió en el culo peludo de su papá.
-Uff nene, lo hacés muy bien por ser la primera vez. Cogeme el culo con la lengua, dale pendejo
-Si pa.
Mi tío me empezó a meter un dedo mientras yo gemía y pedía más.
-¿Te gusta putito como te abro la colita? Y vos hijo, vení para acá conmigo.
Mi primo se incorporó y se puso al lado de mi tío, que le comió la boca de un beso.
-Cómo nos vamos a divertir nosotros tres!! –dijo mi tío, y lo agarró de los pelos a Maxi y se lo llevó a la pija.
-Dale nene, comele la pija a papi y chupale el orto a tu primo.
Mi primo se la chupaba a su papá con furia, se atragantaba y me escupía la cola. Esto lo puso como loco a mi tío que me mandó dos dedos de golpe.
-Bueno hijo, vení. Ya es hora de que la pongas. Y vos Ale, relájate que vas a disfrutar.
Yo estaba en cuatro, mi primo se coloco detrás de mi mientras mi tío se puso atrás de mi primo y lo agarró de la cintura para acomodarlo. Le hablaba al oído mientras lo apoyaba.
-Poné la puntita en el agujero y empujá despacito.
La verga de mi primo entro en mi culo con total facilidad. Mi primo me estaba desvirgando y mi tío lo estaba ayudando a hacerlo. Yo estaba a full, muy caliente. Mi primo seguía empujando mientras yo experimentaba los placeres más exquisitos del sexo. Sentía su pedazo duro entrar en mi y abriéndome en dos, no podía más de placer. Por fin sentí el pubis de mi primo chocar contra mi culo, e hice fuerza para atrás para sentirla toda bien adentro. Maxi comenzó a sacarla y a meterla despacio, mientras yo gemía y gritaba. En un momento escucho que mi tío le dice a Maxi:
-¿Te gusta hijito? ¿Te gustaría que papi te coja así?
-Si papi, me encantaría.
Escuchar esto me puso como loco, le empecé a pedir pija a mi primo a los gritos
-Dale Maxi, cógeme dale. Qué buena pija que tenés.
En un momento se detiene y veo que mi tío le estaba besando el cuello y acariciando las tetillas. Maxi estaba gozando a full.
Las manos peludas y grandes de mi tío sobre el cuerpo blanco y lampiño de Maxi me hizo saber que era lo que quería: un hombre que me haga gozar como una perra.
-Preparate que ahí voy –le dijo mi tío y comenzó a hacer fuerza en el culo de mi primo mientras él todavía tenía la pija adentro de mi culo.
-Ayy me duele pá.
-Shh quedate quietito nene, relájate. Ohh sii bebé, entró toda
Al parecer mi tío le metió toda la pija de golpe a su hijo. Este se lo bancó como un campeón. Mi tío bombeaba el culo de su hijo sin parar y yo recibía las embestidas como un eco. Fue maravilloso sentir esa energía que venía de mi tío, pasaba por su hijo y llegaba hasta mi. Para esta altura, la pija de mi primo entraba y salía con total comodidad.
-¿te gusta hijo? –Decía mi tío- te gusta cómo te coge papi?
-Si papá, seguí. No pares.
-No voy a parar. Te voy a coger todos los días. A vos y al puto de tu primo.
Mi tío salió y se sentó en el sillón.
-Vení, chiquito –me dijo- vení a sentarte a upa del tío, pero en este pedazo.
Se escupió la pija y se pajeo un poco mientras yo me acercaba.
-Date vuelta pendejo, que te quiero chupar el orto.
Le di la espalda y me agarró de la cintura llevándome con fuerza hacia él, me hundió su cara en mi culo y me lamió furiosamente el ano.
-uyy qué lindo gustito a pija que tenés en la colita, bebé. Sentí Maxi, probá el gustito de tu pija.
Mi primo le empezó a chupar la boca y la lengua, compartían la saliva y me la ponían en el orto, me escupían mandaban dedos y se besaban.
-Dale Ale, sentate arriba, pero mirame.
Me acomodo sobre él, y empiezo a bajar despacio sobre su tronco húmedo y de repente me la mete de un tirón, pegué un grito fuerte porque me dolió.
-Shh cállate putito, que ahora vas a ver lo que se siente una buena pija. Dale, movete.
Comencé a deslizarme arriba y debajo de la verga de mi tío. Sentía como enraba centimetro a centimetro hasta llegar a sus huevos peludos. Mi tío me miraba fijo mientras decía:
-See, eso es putito, comele la verga al tio con la colita, see
Mi primo miraba y se pajeaba, mi tío se la empezó a chupar mientras yo subía y bajaba cada vez más rápido. Seguímos así un rato, hasta que mi tío se levantó conmigo con su pija adentro y me tiró sobre la cama, me empezó a bombear patitas al hombro. ¡Cómo me estaba cogiendo!
Mi primo se tiró a chuparme la verga y yo quedé con la suya en mi cara, así que me la mandé a la boca. Sentía como la pija de mi tío latía adentro mío. Hasta que la sacó y acabó sobre mi pija y la cara de su hijo que recibió la lechita con la lengua. Los primeros chorros fueron potentes y espesos, salpicó para todos lados, luego me la volvió a meter y descargó el resto en mi colita. Mi primo seguía comiéndome la pija embadurnada de la leche de su papá. Mi ío me chupó el culo tomandose su propia leche. Padre e hijo se miraron y se dieron un beso muy caliente, compartiendo la leche de mi tío.
-¿te gusta la leche de papi?
-see pá, mucho.
-te la puedo dar todos los días. Ahora, compartila con tu primo.
Nos besamos los tres, nos pasamos la lengua por la cara, yo especialmente me dediqué a la barba de mi tío.
-Ahora faltan ustedes. A ver qué tanto les salta la leche.
Le acabamos la cara y el pecho a mi tío. Nos limpió la verga con la lengua y nos besó a cada uno, compartiendo nuestro semen.
Estuvimos así tirados con mi primo arriba del pecho peludo de mi tío un buen rato, hasta que empezamos a jugar nuevamente con su pija hasta que se despertó. Pero eso ya es otra historia.
👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏