Con mi sobrina.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Macho34.
Bueno, antes que nada les diré 2 cosas de mi persona. Soy de la ciudad de México, tengo 34 años.
Mi primo tiene 3 hijas, 2 de ellas ya casadas; pero una de ellas, de 24 años es la única que falta por casarse y que es de la que contaré en ésta historia. Ella es una mujer gordibuena, con unos impresionantes senos, un culo muy grande así como de grandes piernas, morena y de carácter fuerte.
Ellos viven en un lugar lejano de la ciudad, vaya en un pueblo y en ése pueblo año con año hacen fiesta y baile. Hace un par de años fuimos invitados un primo y yo a la fiesta y decidimos ir a ver qué mujeres encontrábamos (cuando fui adolescente, tuve amoríos con chicas del lugar cuando iba de vacaciones a visitar a la familia.) Al llegar, fuimos bien recibidos. Cabe destacar que yo, soy visto por allá como la "oveja negra" de la familia, como el mujeriego bebedor y bohemio que por lo mismo no se ha casado, etcétera… Aunado a ello, no me considero feo, por lo que de vez en cuándo me pueden ver "tonteando" con cuanta mujer se me atraviese, no discrimino jejeje. Y generalmente en las reuniones, las primas, tías y sobrinas de todas las edades solitas se me acercan, quizá impulsadas por su curiosidad y morbo, para que les suelte alguna de mis anécdotas. Al final, termino rodeado por ellas, bailando con todas, intercambiando miradas, algunas promesas y alguna plática cachonda, pero hasta ahí.
El caso es que ése día, llegamos al pueblo, dejamos el coche en la casa de mi primo (padre de mi sobrina.) Recorrimos el lugar, fuimos al baile y ahí llegaron mis sobrinas para vernos, mi primo y yo bebimos demasiado así que fueron por nosotros y nos sacaron del lugar. Ya en la casa de mi primo, nos dejaron la parte de debajo de la casa, pero estábamos muy calientes y le mandé un mensaje a mi sobrina:
Yo –Baja.
Ella -¿Para qué?
Yo -Para coger.
Ella -¿Es en serio?
Yo –Sí.
Ella -¿Pero sólo contigo o con los dos?
Yo –Con los dos.
Ella –Quiero coger pero sólo contigo, pero ya estás muy borracho. Mejor, me lo dices mañana que se te baje la peda.
Al otro día mi primo y yo nos regresamos a la ciudad. Pero mi sobrina me mandó un mensaje preguntando que si era en serio la propuesta. Le dije que sí.
Ni tarda ni perezosa se escapó de su casa y a vino a la ciudad a visitarme a la semana.
La llevé a un bar, nos tomamos una cerveza y platicábamos, yo sólo le veía ése enorme par de tetas que me iba a comer en un rato, ya andaba muy caliente y la llevé a mi casa. Una vez ahí, la senté en un sillón, yo de pie, ella se me quedó viendo un tanto tensa, queriendo adivinar cómo iba a hacerle. Me desabroché el pantalón y le mostré mi verga morcillona, me la sacudí un poco en su vista y mientras ella veía aquella verga que se sacudía frente a ella y ganaba tamaño y dureza, tenía los ojos como platos ante el escandaloso espectáculo… Me acerqué, la tomé del cuello y la acerqué… Le dije: “Mámamela.” Ella, en su asombro, la tomó en sus manos y se la metió a la boca. No era muy experta en el arte, pero yo empecé a embestir su boca animándola para que intentara metérselo más y más.
Yo -“Vamos, yo sé que puedes, metértela toda, yo sé que te gusta.”
Ella –¡La tienes muy grande!
Le bajé su blusa junto con el sostén y liberé ése par de tetas que tanto había imaginado, salieron retozantes y traviesas de su prisión y colgaban con encanto, sus pezones eran grandes, morenos, muy parados. Y en verdad que pesaba mucho cada una de ellas. Se las masajeaba y acariciaba mientras ella seguía mamándome la verga . La separé, la tomé de la mano y la llevé a la habitación. La recosté sobre la cama mientras yo, ahora chupaba ésas tetas que tanto me volvían loco, les pasé el pene, por sus pezones, lo aprisioné entre ellas, jugaba con ellas y me deleitaba… La iba desnudando poco a poco mientras yo también me quitaba la ropa; la abrí de piernas para ver su vagina y… ¡Oh! Ya estaba muy chorreante. Empecé a mamársela, me concentré en su clítoris, mientras ella se retorcía y daba gemidos e impulsaba su pelvis hacia adelante para recibir más lengüetazos, metí un dedo, ella se quejó un poco, metí dos dedos para ir abriendo más camino, por sus jugos facilitaban la tarea… Cuando noté que aumentaron sus gemidos, paré.
Yo -Primero te voy a partir el culo.
Ella –Nunca me lo han hecho así.
Yo –Date la vuelta.
Ella obedeció. ¡Eran unas nalgas muy grandes! Se las abrí, y empecé a chupar su culito, notaba cómo le gustaba que le pasara la lengua, que intentara meterla; me incorporé, escupí en su ano y en mi verga y empecé a meterla poco a poco, mientras con la otra mano le tallaba la vagina. Podía ver cómo disfrutaba mi glande intentar introducirse en su culito… Ése ano fue cediendo y mi pene ganado terreno mientras ella llevó la colcha a su boca para morder y aguantar al invasor. Con el pene a la mitad dentro, empecé las embestidas…
Yo -“Ahora te aguantas, ¿eso querías verdad? Sentir una buena verga por todos tus agujeros, aquí la tienes, siéntela y disfrútala. ¿Te gusta, verdad? Es que eres bien putita, pero esto te va a relajar, ya lo verás. ¡Vamos! Gime como la perrita que eres, que no te dé pena, desahógate…”
Todas esas palabras junto con las embestidas surtían efecto… Lo pude constatar porque su vagina chorreaba en abundancia. No es exagerar si digo que caían esos jugos manchando las cobijas. Las penetraciones hacían que se fuera arrinconando hacia la pared. Tenía un culo muy apretado, sentía cómo apretaba mi pene y yo me sentía en la gloria, de vez en vez, aminoraba el ritmo y lo introducía muy lentamente para que sintiera todo su largo. Disfrutar de ése anito virgen era lo más morboso y también me impresionaba un poco ver cómo le cabía semejante tranca, aguantaba como las expertas aquella empalada. Me deleitaba ver cómo se había expandido su culito, se veía a la perfección aquél anillo que, al sacar el pene jalaba gran parte de su interior… Estuve tentado en vaciarme adentro pero eso le hubiera dado a ella un placer a medias. Se la saqué del culo, tomé un condón y me lo puse en lo que ganaba tiempo para evitar mi corrida.
-“Ahora sí sobrina, no te muevas.”
Con el glande empecé a abrir aquellos gruesos labios vaginales, se la tallaba en la vagina masturbándola e iba viendo sus reacciones, me pene se introducía, se abría camino y en eso, decido metérsela de un solo golpe. Ella soltó un grito. “Cállate”, le dije y empecé a embestirla con movimientos cadenciosos. Sacaba todo su largo sin asomar la cabeza, para introducirla de nuevo, una y otra vez para que sintiera todo el largo y ancho. Ella gemía como las grandes golosas. Me apoyaba en sus caderas para penetrar más profundo… Le dí una nalgada para anunciar que aceleraría las penetraciones y ella gemía más fuerte
“¿Te hacía falta un macho, verdad putita? ¿Te gusta mi verga? ¿Así? Así, ¿cierto?” ¡Trágatela toda! ¡Mira cómo te cupo!" le decía… Ella no respondía a nada… Sólo gemía y gemía. De su concha salía un líquido que escurría por mis piernas… Yo estaba salido por completo. Era un olor muy penetrante el que percibía, una mezcla de olores a culo y sexo. Cuando más me detenía adentro para enterrársela más profundo para ver hasta dónde tocaba, ella más gemía y gritaba. Entonces seguía con el va y ven…
Estaba tan concentrado cogiéndola lo más salvaje que podía, que cuando quise jalarla del cabello… ¡Su cabeza no estaba! ¡Tenía medio cuerpo metido entre la pared y el colchón¡ Esa visión de mi sobrina en ésa posición me resultó bastante chistosa…
No pasaron ni 2 minutos cuando sentí que su vagina jalaba mi pene, lo succionaba y sus piernas empezaron a temblar, así que seguí con embestidas profundas yendo en contra de las succiones vaginales y fue ahí que tuvo su orgasmo, seguí embistiendo pero ella no acababa… Quise acabar también en ése momento, pero aquella visión de mis sobrina con medio cuerpo aprisionado me lo impedía. Cuando sentí que cesaron sus olas de placer, me separé de ella y me fui directo al baño para que no viera el condón vacío. El condón tenía sangre… Me lo quité y regresé para ver de dónde era la sangre.
Al regresar al cuarto, ella seguía en la misma posición, jadeaba y jadeaba pero no podía verle la cara por tener el cuerpo aprisionado hasta las tetas. Noté las cobijas y había líquido blanco con un poco de sangre. La moví un poco“¿Estás bien?”, le pregunté, pero ella no respondía, pero su respiración estaba muy agitada…
Yo -“A ver, déjame ver si estás bien.”
Desarrimé un poco la cama y al fin salió…
Ella –¡No mames! Qué intenso… Déjame seguir en mi trance… Abrázame.
Ya pasado todo eso le dije…
Yo -Oye, te salió un poco sangre… ¿De dónde? ¿No estás en tus días?
Ella –No, ¡a ver! ¡De mi vagina! ¡Pero no era virgen te lo juro! Mi primera vez fue a los 17 con un novio…
Parece que la había desgarrado un poco. En fin. Ésa es mi experiencia incestuosa 100% real.
Repetimos una vez más, en un bosque solitario, pero esa es otra historia. No hubo más encuentros por las distancias aunque ella me buscaba y también porque sentí como que ella se empezó a enamorar.
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