Con mis dos hermanos 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Mariita.
Perdonen la tardanza por la segunda parte, mucho, demasiado trabajo, y demás, con decir que no me he masturbado siquiera en dos semanas de tan estresada que estoy, pero para quien le interese traigo la segunda parte de mi relato.
Parte 1 http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-11313.html
Después de que mi hermano mayor y yo estábamos tocándonos desnudos, demasiado excitados y llevando nuestras lenguas a lugares jamás antes explorados tenía que habernos interrumpido Raúl, nuestro hermanito, Leo y yo dejamos de explorarnos, nos separamos como cayendo en cuenta de lo que habíamos hecho, pero yo no deseaba que perdiera lo que estábamos empezando a descubrir, así que iría tras él a explicarle por qué de la escena que vio.
-Déjame ir con él, veré que cosa decirle -le dije a Leonardo.
-Va a estar asustado, o asqueado, o enojado, mejor lo dejamos así.
-¿Cómo crees?, si le dice a nuestros papás nos irá muy mal, además… ¿te divertiste?, yo sí, me gusto mucho haberte tocado Leo, dime que no te enojarás conmigo, somos hermanos y por eso confío en ti, no harías nada que me lastime y yo no te traicionaría.
-Ya sé… y sí fue divertido.
-Hablaré con Raúl, y después, cuando se preste la oportunidad le seguimos ¿si?, que sea nuestro…
-Será nuestro secreto hermanita -me miraba desnudo, aproveché para contemplar ese deliciosos cuerpo de niño y hombre, y tras vestirme fui a ver a mi hermanito.
Toqué, pero no me dijo nada y entré a su cuarto.
-Raulito, quiero decirte algo.
-No, es que… ¡yo no vi nada, nada y no diré nada! -estaba asustado en su cama, sin querer verme a la cara, aunque la vergüenza y culpa me mataran hablaría con él.
-Mira, nosotros sólo estábamos aprendiendo de… Leo me contaba de cómo es su cuerpo de hombre y yo le enseñé el mío, nada más que eso, teníamos dudas porque estábamos platicando y sólo fue eso.
-No es cierto.
-¿Por qué lo dices?
-Ustedes estaban en la cama, como mis papás, una vez fui al baño muy tarde y escuché ruidos en su cuarto, me asomé por la cerradura y los vi desnudos, ya sé qué es eso… pero ¿por qué ustedes lo hacían?
-No es eso… Raulito ya te dije, sólo es curiosidad, ¿tú no tienes dudas de tu cuerpo?
-Sí, pero…
-¿Y no se las quieres preguntar a papá? -y él negaba con la cabeza- ¿y si se las preguntas a Leo?, él ya pasó por esos cambios que tú estás teniendo, como yo le puedo contar todo, también puedes hacerlo, y no está mal, sólo es para aprender y ya no volverá a pasar -le dije esto último cruzando los dedos- pero lo guardaremos como un secreto de hermanos, porque si se enteran nuestros papás se enojarían mucho, ¿verdad que no dirás nada?
-No sé…
-Anda y nosotros te compramos lo que quieras, tú pide, pero prométenos que te quedarás calladito.
-¿En serio estaban aprendiendo?
-Sí chiquito, Leo me contaba que a veces su… pajarito se le levanta y se le pone duro… eso le pasa a los hombres cuando crecen.
-Es que… a mí también me ha pasado.
-¿Quieres que lo platiquemos?
-Sí -dijo ya emocionado.
-Será mañana, porque ya te debes dormir.
-¿Pero segura que será secreto?
-Te lo juro hermanito…
Le conté a Leo en la escuela de lo que había pasado, pero él estaba en desacuerdo.
-¿Cómo crees?, es sólo un niñito.
-Por poquito, no te sientas tan grandote.
-¿Pero… vamos a hablar todos o qué?
-En secreto, en tu cuarto, eso o podría decirlo todo a mis papás.
-No sé… no me da nada de gusto.
-Leo… es la forma para seguir con lo que estábamos aprendiendo… -me pasé muy discretamente los dedos por los botones del uniforme enseñando un poquito del pecho, él miró lo que le ofrecí y volteo a otro lado para disimular.
En casa tras comer, no nos veíamos a la cara, hice mi tarea sin saber cómo saldrían las cosas, Raúl vino por mí vestido con playera y shorts, dudosa con camiseta de tirantes y falda entramos al cuarto de Leo,
-¿Y ahora sí me pueden decir por qué se tocaban tanto ayer? -preguntó Raúl.
-Porque sabemos rico ¿no Leonardo? -le dije, pero mi hermano mayor no estaba interesado, la presencia de Raúl no incomodaba así que opté por empezar, me quieté la blusa y Leonardo se opuso.
-¿Estás loca? -pero al verme las tetas se quedó calladito, las apreté con mis manos, ofreciéndole los pezones.
-Mira Raúl, así empezamos ayer, mis tetas se sienten muy suaves, ¿quieres tocarlas?
-Pues… -con algo de miedo las acarició, con la punta del índice me tocó un pezón y éste se endurecía lentamente- qué chistoso, se puso durito y el otro no.
-Tócalo también, para que estén iguales -Leo se veía ansioso- ahora tú Leo, ¿les das un besito? -volteó a ver a nuestro hermanito, pero la calentura lo llamó más, los encerró en sus manos y los besó como un bebé mamando, extendía la lengua a veces y en otras en círculos me los ensalivaba, me quité la ropa que me quedaba y le dije a mi hermano mayor -vas tú, no seas malo.
Leonardo se desnudó y su verguita ya estaba parada, moría por verle la cabecita, le toqué los huevos que se pusieron tensos, entonces lo empecé a masturbar muy lento para que no se viniera aún.
-¿Quieres compararlo? -le dije a Raúl, quien tímido al principio, se desnudó también, su pene era chiquito, pero también ya estaba durito, y entonces noté algo en especial, que Raulito sólo miraba el pito de Leonardo hipnotizado por los brinquitos que pegaba en mis dedos, entonces se empezó a tocar el suyo más pequeño y con la cabecita cubierta por piel.
-¿Yo lo podré tener así? -preguntó asombrado, el pene de Leo se veía un poco más grande que la noche anterior, quizá por la excitación de hacer algo indebido con un espectador de más.
-Muy pronto -le respondió mi hermano mayor, quien me dejó de chupar las tetas un momento para incluir a Raúl a la práctica, mi hermanito no le prestaba la menor atención a verme los pechos y menos aún mi vagina, sólo contemplaba los testículos de Leo queriendo tocarlos -entonces hermanita, vas tú, chúpamelo como ayer -me agaché a besarle la verga, en la puntita, los testículos, y con mis dedos le acariciaba debajo de ellos como buscando su ano
-¿Puedo hacerlo yo?… -dijo Raúl.
-¡No! -gritó Leonardo.
-Déjalo experimentar.
-No quiero que un… hombre me lo chupe.
-¿Y si te frota con las manos primero? -le propuse, primero no quiso, pero para distraerlo en frente de él me abrí las piernas de par en par y me vio la vagina rosada y anhelante, quiso tocarme de inmediato, así que Raúl aprovechó para masturbarlo, pese a ser pequeño, le frotaba el pene como si fuera yo, o mejor aún, seguro que tenía más experiencia tocándose el suyo. Leonardo con dos dedos me daba de golpecitos en el clítoris.
-¿Te gusta? -me decía.
-Sí, mójatelos Leo y toca todo lo que quieras -él cerraba los ojos, Raúl lo masturbaba bien, a veces un poco más lento y también se chupó los dedos de su manita para que al primogénito le gustara más. Me metió primero el índice y al sacarlo estaba tan blanco de lo que a mí me solía salir, ese flujo que me impregnaba los calzones y me hacía sentir tan mujer -Leo lámeme, anda.
-Sí…- me pasó la lengua por toda la vagina y gemí de placer, pero él me hizo coro, Raúl se había metido a la boca sin avisar el pene de Leonardo, ver a mis hermanos dando sexo oral al mismo tiempo me volvió loca, era sucio, indebido, prohibido y muy excitante, los labios de Leo me chupaban el escaso pelo del pubis, los labios vaginales, el clítoris, era lo mejor, pero se detuvo y empezó a gemir como loco, hasta que quitó la boca de Raúl y se vino sobre las sábanas, mi hermanito con una cara de confusión y orgullo lo miró, esa verga brillante, ensalivada y erguida que perdía su tamaño poco a poco.
-Raulito, ¿te puedo tocar? -le dije.
-Pues a ver… -su penecito en mi mano, me encanta la sensación se una verga entre los dedos, el pellejito que sube y baja, los testículos rositas y pequeños con uno que otro pelo rizado, él cerraba los ojos y apretaba los labios -siento muy rico… muy rico…- lo oímos suspirar, pero aún no había líquido como el de Leo.
-¿Todavía no te sale? -pregunté.
-Aún no saca leche, seguro que muy pronto lo hará, depende de cada quien -dijo Leo evitando mirar a Raúl.
-¿Y ustedes par de egoístas me van a dejar así nada más? -le dije con falso enojo.
-¿Qué quieres? -preguntó Leo.
-Tóquenme, o… me puedes dar de besos otra vez, o méteme los dedos, me cabrán dos.
-Con que… ¿ya has jugado mucho con esto hermanita?
-Sí, lo primero que me metí después de un dedo fue un crayón, un lápiz, un plumón… y he tratado con la flauta, pero está muy grande…
-Qué sucia eres… -Leo me tocaba muy rico en la vagina.
-Frótame, pero rápido, muy rápido… -le dije en un suspiro, abrí los ojos y miré a Raúl sentado agarrándose las rodillas, viéndole las nalgas a Leo, el hoyito apretado que ofrecía con pequeños pelitos rodeándolo, esos ricos testículos colgantes, el vello sobre el pene, el aroma del semen en las sábanas me embriagaba igual que mis propios jugos y la saliva de todos, Raúl y yo habíamos mamado el pene de Leo, como si ambos compartiéramos un beso, ahora estando recostada sentí como mi hermano mayor se me subía y volvía a morderme las tetas, gemía sin contenerme, no como en mi cuarto donde me masturbaba en silencio, apreté la verga de Leo y con mis dedos me froté el clítoris, hasta que tuve mi orgasmo, me empecé a reír de la pena, de lo nuevo y desconocido…
-Oigan… ¿y eso ya es todo? -decía Raúl sentado esta vez con las piernas abiertas y vi su penecito dormido escondido por la piel que le cubría su cabecita.
-No, pues… se pueden hacer más cosas… -dijo Leo agarrando un cojín para taparse la verga y su pelo esponjado que seguía empapado y que era más espeso que el de nosotros dos -pero… eso es otra cosa -me miró, yo sabía a qué se refería, y pensé que Raúl también, pero tampoco deseaba llenarlo de datos en esa primera vez de lujuria carnal.
-Hay otras cosas, pero para eso… se debe ser más grande.
-¿Cómo mis papás?
-Más o menos Raúlito -le dije. Leo dijo que quería ir al baño y que nosotros debíamos bañarnos para cuando llegaran de vuelta nuestros papás. Lo vimos ponerse los calzones y guardé ese recuerdo de sus genitales cada vez más maduros y suculentos, así que Raúl y yo nos fuimos.
-Hermanito… ¿te puedo preguntar algo? -le dije en el pasillo.
-Sí.
-¿Por qué sólo querías tocar a Leonardo?, ¿no te interesó nada mi cuerpo?, pensé que nunca habías mismo a una mujer desnuda -y él no respondió nada- ¿o qué, no te gustan las mujeres?
-No sé…
-No me hagas caso, aún eres muy chico para responderme, creo que tienes mucho tiempo para descubrirlo.
-¿Y si nos bañamos juntos? -me dijo.
-Creo que Leonardo nos corrió para estar a solas… pero te puedes bañar conmigo si quieres.
-Como eres tú no me molestaría, pero la verdad no me dan tantas ganas nada más los dos.
-Qué malo eres, te voy a dejar de insistir mejor, pero dime, ¿te gustó?
-Sí, ojalá lo pudiéramos repetir, sentí muy rico, y me gustaría que también me lo chupen, ¿se siente bien la boca de otro?
-Delicioso Raulito, yo también quisiera repetirlo, pero tengamos calma seguro habrán más oportunidades…
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