Confesiones a mi esposa (segunda parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El día siguiente fue ansioso para ambos. Tanto es así que ni siquiera se paseó desnuda bajo su enagua blanca. Solamente me dió el aviso excitante al salir del baño, a mediodía, pidiéndome consejos sobre tal o cual falda a usar, mientras distraídamente abrochaba su blusa mostrando sus piernas engalanadas con sus medias con costuras asidas al masturbador portaligas negro cuyos tirantes hacían resaltar la carne lujuriosa de sus muslos que serían míos tempranamente por la voluntad perversa de ella…
Como no me miraba y seguía hablando de qué falda usar, no vio mi deseo natural de abalanzarme sobre ella y violarla, penetrarla como me imaginaba en mis noches de masturbación pensando en ella… En ese coño que me ofreció una vez en un viaje de apertura a una sexualidad que creo no lo ha tenido ningún hombre sobre la tierra… Ah, madre puta, mientra abrochaba los botones de su blusa y giraba distraídamente su cuerpo para mostrarme su hermoso culo resaltado por las terrorificas eróticas medias con sus tirantes del portaligas que jamás se me borra de la memoria, deseé cogerla por atras, bajar sus calzones y penetrarla hasta que gritara como la mujer más deseada por hijo alguno…
Quise abofetearla del placer inmenso que me entregaba, mi pene estaba ansioso y lleno de ella… Ah, madre puta y amada hasta el coito infinito y eterno que quería de ella, como me hubiese gustado violarla allí mismo… Pero respetaba las lecciones que me estaba dando con el tiempo, y no quise adelantar mis pasiones esperando con intuición que me iba a entregar un placer superior al que me imaginaba con mis deseos de penetrarla allí, en nuestra casa. Le indiqué la falda que más me masturbaba entre todas las que tenía. Se la puso en su habitación asegurándose que no me perdiera detalle. Vi desaparecer sus perturbadores portaligas bajo la falda. Se acerca a mi, me da un beso en la frente y me dice que la espera, que va a comprar al supermercado y que ya regresaría muy pronto…
Llegó la ansiada tarde con su crepusculo vespertino de sexo para la madre y el hijo. Y sin hablar pero con el acuerdo del torrente prometido de complicidad de amantes más que prohibidos que corría por nuestro cuerpo y mente, salimos hacía el auto que cobijaría quizá qué nuevas historias y lecciones de placer.
En el viaje al mismo lugar anterior, y tal vez con un mejor destino que el anterior, fuimos conversando de trivialidades. Temblando mis manos y mi mente, y por pura intuición que le otorgaba a la maestra-madre no le insinué para nada de una nueva masturbación compartida. Simplemente contestaba a sus trivialidades sin dejar de estar atento a sus manos y sus piernas que, ya astutamente, se doblaban y hacían movimientos para la excitación de cualquier mortal que estuviese cerca de ella.
Llegamos al mismo lugar casi al mismo tiempo que la noche, el auto y la noche hacían lo mejor para la madre y el hijo. Le pedi permiso si podía fumar con ella.
Y continuamos hablando de cosas mundanas, y cuando llegó el momento en que mis monosílabos de respuesta eran más frecuentes, ella tira su colilla por la ventana y me dijo que la esperará, que iba a orinar. Le contesté inmediatamente, en mi lucidez de hijo verdadero y no del amante incestuoso, que no se alejara mucho. Y viene su primera lección de la noche: "Estás loco que me alejaré, haré pis al lado de la puerta para que tu me vigiles". Dicho esto levanta su falda, diciéndome :"no me mires". Escucho el ruido de sus calzones bajar, y veo por el rabillo de mi ojo ávido de saber más de ella como se agacha, y empieza su hilillo diáfano y susurrante de la suave vertiente que salía de su dulce concha… Ah, madre puta, que tus inventos se lo pasas a tu mejor alumno-amante para que lo repita por los siglos que me quedan… Que delicia verte orinar a la orilla de quien más te desea…Al lado de quien más quiere juntar el cuerpo con el cuerpo de la madre-puta-amante, mientras la amante-madre le recita la mejor canción de sexo a la cuna-sexo de su hijo…
Con esa imagen ya me bastaba para morir de placer, y esa imagen me llama siempre al arrepentimiento.. Sí, al arrepentimiento de no haber puesto mi mano, bajo cualquier excusa como me lo diría ella semanas más tarde, bajo su chorro de la excitante y sexual orina que ofrecía la madre Afrodita-incestuosa a su pequeño hijo-Zeus… Le dije, cuando me reveló su verdadera intención, que también lo pensé, que tuve la intención de poner su mano sobre el chorrillo caliente de orina amorosa, orina única para mí, pero solo lo pensé para mis tesoros de masturbación que la ofrendaría en mis noches solitarias… Nada hice. Dejó de llover desde su sexo a la tierra y a mi alma de placer. Sin notar su decepción al no saber aceptar su primer invite, ella se subió su falda cuidando que quedara muy arriba de sus piernas, mostrando el eterno perturbador portaligas que siempre me acompaña en mi sexualidad y volvió a sentarse a mi lado en el auto.
Me otorgó el silencio, y esperó del hijo-amante que adornara el ambiente lleno de sexualidad con cuadros y serpertinas para la inciación. Estúpidamente le pregunté si era feliz haciendo el amor con mi padre. Ella rió, y me dijo: "Hijo, ¿es que no tienes ganas de masturbarte?". Respondí con atrevimiento respetuoso: "Sí, mamá, pero ahora tienes que acompañarle tú". Ella volvió a reir, y me volvió a insistir con seducción que la masturbación era algo muy personal, y que ella estaba encantada de ayudarme pero que nada más se podía hacer pues de lo contrario se llegaba a un acto incestuoso… Ah, madre puta-amante. Me dijo, mientras se arreglaba sus medias, con dulzura: "Pasemos para atrás, y veremos como lo haces, pero no puedes tocarme". Ah, madre-puta, cómo dirigías para siempre mi vida en el sexo…
Temblaba…sentía mi pene duro mientras nos acomodabamos en el estrecho asiento trasero del cómplice auto. Sin hablar, saqué mi pene y empecé a moverlo con mi mano izquierda… Ella, mi querida madre-amante, me mira mientras meneo mi pene (ahora, cuando me masturbo nuevamente)… sigo meneando mi pene… pero más atento al placer de su cuerpo que mi propia verga. Era su cuerpo y no mi mano agitándose que me daba el placer en ese lugar eternamente lujurioso… Era ella mi único motivo en mi masturbación… sus piernas, sus tetas en ese momento extremadamente ocultas para mi aún cuando sentía claramente su agitación en un respirar que ya me volvía loco… Mientras me meneaba mi pene alejado de todo placer por culpa del cuerpo de mi madre-amiga, pongo mi mano derecha alrededor de su cuello con la natural intención de tocar sus pechos. Ella, amorosamente pero muy firme en su coquetería sin romper el encanto de la masturbación madre-hijo, me dice nuevamente que no se puede hacer eso… como el regaño de la madre al hijo que quiere hacer una maldad ingenua, y que es que el hijo que quiere tocar los pechos de su madre mientras se masturba ayudado por su propia madre…
Ah, en que en esos momentos maravillosos ambos éramos una paradoja viviente en el placer… Me dice que para ayudarme en mi eyaculación me mostrará sus pechos, que solo me mostrará sus tetas pero que no debo tocarla… Ah madre-agraciada que calienta a su amante hijo hasta la locura, puta mil veces puta querida-madre. Veo como abre su blusa y bajarse el sostén para mostrar sus inmensas tetas, y junto a ellas sus negros pezones. Creí volver a morir, intento tocarlos pero ella con la dulce firmeza de sus manos que una vez rozó mi pene, me dice que no…Acepté el sacrificio y el mandato agitando con más furia mi pene. Me permitió acariciar su cuello, mientras ella miraba como meneaba plácidamente mi pene erecto a punto de estallar en la leche que quiere devolver el hijo a su madre… Acariciaba su cuello, mientras llegaba al climax de mi masturbación ayudado por la mirada de la madre que mostraba sus esplendorosas e incestuosas tetas eternas en mis masturbaciones nocturnas desde ese día… Pero en ese trajinar que pienso es definitivo es cuando siento que ella se estremece para un umbral que es la locura mas deseada por los propios insanos llenos de sexo… siento cujir su interior, sus huesos, su lujuria la abandonaba, siento como su temblor avisa que definitivamente la madre se iba y dejaba a merced de su hijo la mujer ávida del hombre que creía formar…
Y el hombre, al temblar ella, resurgía para dominarla como el chulo a su puta… Y en ese instante el hijo tiene la inteligencia y frialdad en un acto irracional sobre el placar absoluto, y apuntar su pene al cuerpo de su madre-puta-amada-perversa-querida-amante, y realiza el acto sublime que ella lo agradecerá siempre, y que así lo confesaría años después cuando hacen el amor por última vez, cuando la madre ya tenía 51 años y el hijo 30 años, y le dice: "Hijo, ¿cómo se te ocurrió hacerme eso?".
En el punto de la eyaculación, en ese lugar de hermosura cuando por primera vez en el universo una madre vuelve loco a su hijo en el placer incestuoso, el amante-hijo dirige su esperma a la amante-mujer que lo parió, e inunda sus tetas con sus grandes pezones, y gritando el hijo el triunfo, la madre grita su derrota, pero que son gritos de placer grandioso en un empate que los hará amarse sobre todas las viscicitudes.
En los gritos fundidos de las madre-hijo e hijo-madre nadie ve en el universo, (ni nadie se lo puede imaginar), como corre el semen del hijo por el cuello y las tetas de la madre…
Querida esposa.. permíteme hacer un paréntesis… se dice en la vulgaridad que cuando el hombre y la mujer llegan al climax viene la placidez y después el descanso, tu y yo (y también mi madre) sabemos que no es cierto… Ahora deja continuar…
Cuando el hijo ve inundado de semen el pecho de su madre, es cuando sus huevos persisten en la creación de más semen para la madre amada…
Más me excito (en rigor, el hijo se excita más aún), y antes que callen los gritos de placer de mi madre empiezo a sobar las tetas de mi madre, mientras sus gritos van en aumento, y sigo acariciando sus inmensas tetas con sus inmensos pezones negros, mientras ella me grita a mi y al mundo: "sigue hijo, sigue". Tanto acaricié en esa eternidad real que se forma una espuma de mi semen vigoros sobre sus tetas… Ah, espuma de los poetas jamás descubierta…
Es un espectáculo que nadie lo podrá hacer… ese es el comienzo o mejor dicho la confirmación de mi gusto por el placer prohíbido, que es un placer trágico… Durante mucho tiempo, unos diez minutos es una eternidad para el pobre universo, el hijo acaricia las tetas de la madre creando la espuma de semen que unirá para siempre el sexo a la madre y el hijo… Es un acto de vida que creo nadie lo ha tenido en el mundo, y si me equivoco bienvenida sea la equivocación… pero jamás he sido tan eternamente feliz, en el estricto sentido del placer, como en esos momentos que te cuento esposa mía…
Lo que viene después es rutinario y banal… ya mi madre a partir de ese momento es la primera mujer que he tenido libremente en hacer el sexo… Lo que te cuente después de esa espuma incestuosa es cosa trivial, que mil veces la he hecho contigo y en menos medida con mis amantes… Y que a fuerza de que estos escritos alguna vez vayan a la luz lo diré para la posteridad… Presta mucha o poca atención, que de igual forma es trivial (ya mi madre ha caido en mi embrujo como cualquier amante que he tenido):
… Después de nuestras eyaculaciones, después de haber creado el batido de semen sobre su pecho, mi mano mojada (en su cuerpo y alma) pide calma, y cuando deja de agitarse el pecho de mi madre y trato de decirle algo, y el sentido de mi vista contempla a la madre-sumisa, que está recostada en el asiento trasero incestuoso, y la observo amorosamente como el hijo a su madre simplemente después de hacer el amor…es que decido penetrarla.
Está ella abandonada en su éxtasis con sus piernas eróticamente abandonadas y abiertas, mostrando todo el esplendor de sus portaligas que catalizaron el sexo que tuvimos, con su blusa completamemte abierta mostrando sus tetas turgentes con sus pezones mirándome lujuriosamente después de la lujuria (casi como tú pones la cara después de hacer el amor)… estaba ella abiertamente al sacrifico sacrificada por quien iba a ser sacrificado… Estaba hermosamente acabada en el sexo… Era de mi voluntad.. Ya nada me iba a poder entregar exceptos las cosas banales que el mundo (entre ellos tú la primera) me debía entregar… Bajé sus calzones sin resistencia alguna para hacerla definitivamente mía, y mientras ubico mi pene en su concha tan deseada por mí, y en un acto de soberbia busco su boca para besarla, ella quietamente reacciona y hurga con su lengua mi boca, y ella, en su inútil afan de intentar dominarme a sabiendas que ya el hijo-aprendiz era el hijo-dominante sobre la madre-maestra que pasaba a la madre-dominada, se escabulle bajo mis muslos (escapando su sexo de mi sexo, pobre de mí, no me doy cuenta que se me escapa) y con exquisita derrota-hidalga empieza a limpiarme mi pene con su boca amorosa los restos de un acto sublime entre la madre y el hijo… Y ella aparece esplendorosa y con el milagro de mi resistencia, ayudada por su incestuoso cuerpo, me hace correrme en esa noche en su boca… con gritos que te volverían loca mi amada esposa…
La noche siguió en placeres, pero será en otra oportunidad que te lo cuente esposa mía…
Que te guste lo que te he contado… que la historia aún continua tanto como mis masturbaciones en honor a quien me enseño las lides del amor placentero y extremadamente sexual: mi madre.
Que duerma bien, como yo siemore duermo bien cuando estoy solo… Un beso.
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