Confesiones a mi esposa (tercera parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Quedamos agotados. Ella me había succionado todo lo que tenía, no sólo mi semen, sino que también mi voluntad… yacía su cara sobre mi pene cansado y podía ver su figura doblada mostrando sus piernas semidesnudas, y más desnudas con sus medias ya escapadas de su portaligas… sus tetas hermosísimas brillaban con mi esperma ya madura que había vaciado sobre ella… Era un cuadro que en mi mente quedaría fijada para siempre… Ya era inhumanamente imposible penetrarla… yo estaba agotado y ella se había quedado somnolienta en el regazo de mi miembro que ya le pertenecía… por mucho tiempo… Acerqué mi cara a la de ella, la besé en sus labios y le dije susurrando: "mamá, ya debemos irnos".
Me esperaban dos días largos, hermosos y eróticos en ese bendito fin de semana con ella… Deseaba llegar a casa para desnudarla, como siempre había soñado, con mis propias manos y acariciarla toda la noche y poseerla hasta que me gritara basta.
Mientras conducía el auto, ella en silencio se ubicaba sus medias en el portaligas y volvía a depositar su sostén en sus tetas lujuriosas de mis sueños hechos realidad, y de vez en cuando me acariciaba mi pierna, a veces me tocaba mi oreja, y me decía cosas hermosas. "¿Te gustó?"… "No podemos hacer estas cosas, pero me gusta hacerlo contigo, hijo mío"…
Llegamos a la casa, vacía del mundo y con la multitud que la llenaría con nuestro amor incestuoso, solo para nosotros… Ella se adelantó mientras guardaba el auto. Cuando llegué a su habitación estaba sentada en el borde de la cama bebiendo un vaso de agua, y me recrimino dulcemente: "hijo, cuanto semen tenías", y rió dulcemente.
Me acerque donde estaba y me arrodille frenté a ella, introduje mis manos al costado de sus muslos, acariciándoles… mientras levantaba su falda y trataba de llegar con mis besos hacía su concha, último lugar de ella que todavía no visitaba, y sobre su calzón olí su excitante sexo. Ella detuvo el recorrido de mis manos poniendo sus manos sobre las mías, y me dice: "hijo, lo dejamos para mañana, estoy cansada". No le contesté.
Empujé con mis manos sus hombros y ella quedó recostada sobre la cama, mientras sus pies tocaban el suelo, muy despacio empecé a bajar su falda lentamente, luego fuí desabrochando los botones de su camisa y se la retiré con cuidado, todo depacio para que el embrujo entre la madre y el hijo no se transformara en amantes hastiados… Me aparté para ver el espectaculo a la luz de la lámpara de su habitación.
Recostada con sus medias eróticas por el portaligas, su sostén que cubría sus inmensas tetas, y su rostro con los ojos cerrados.. pero su corazón, que duda me cabe, esperando mis próxima acción. Baje su sostén sin desabrocharlo, de tal forma que sus tetas se hincharan más con la presión del sostén bajo el nacimiento de sus montes turgentes. Ella movió su cara hacía un lado y puso uno de sus brazos sobre su cara. Desligué sus medias y las bajé con suavidad, luego su calzón perfumado a pasión, dejé su embrujado portaligas en su cuerpo y en mi memoria para siempre, y allí estaba su hermosa y grande concha… ella intentó poner una mano sobre su sexo, se la retiré y le di un beso sobre su pubis… Ella gemió por un instante, y abandonó sus brazos en cruz… Se ofrecía sin ninguna resistencia a su hijo amado-amante.
Me desnudé rapidamente, mientras mi pene ya sacaba el lubricante del primer semen que la buscaría muy dentro de ella, tieso y ávido de ella…
Por fín iba a poseer a mi madre… ya era del pasado todo el rito de inicio que los amantes vulgares hacen despues de poseer a una mujer.. habíamos empezado perversamente por el final, y ahora llegábamos a lo que debió ser el principio… Tomo los tobillos con mis manos y levanto sus piernas apuntando hacía arriba, formando una V excitante, mientras ella sigue con los brazos en cruz y me mira suplicante, con una cara que me excita más todavía, con sus ojos entrecerrados esperando el golpe final del incesto amoroso…
Mantengo sus piernas abiertas con mis manos, también casi en una cruz perfecta, y mi pene busca su hermosa concha, hurga la soñadora concha de la madre perversa y caliente de su hijo… busca mi falo su concha… ella empieza a gemir, gime con una terrible calentura… empiezan a rodar pequeñas lagrimas por su mejilla… mi pene sigue hurgando, quiero un momento eterno.. encuentro su conchita preciosa… y la penetro con firmeza y violencia…el hijo caliente mete su falo en la concha de su madre también caliente… la madre lanza un grito de infinito placer… grita, grita de placer… sigue gritando…
Empieza la noche más hermosas para dos cuerpos que abandonan el título de madre e hijo…
Esposa mía, no puedo seguir… solo te diré que lo que hicimos fue grandioso…
¿Quieres que te lo cuente?
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