Confidencias 22 ¿Violación o consentido?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Pablo me habla de su encuentro con don Manuel…
A la hora de comer Pablo me esperaba a la salida del comedor, ellos lo hacen en un segundo turno, me pasó el brazo por el cuello después de giñarme el ojo con picardía.
-¿Has visto el regalo que me han hecho?, no, tu no ves nada.
Él mismo se contestaba.
Me arrastraba hasta el parquin cercano de las motocicletas, Rubén y Erico venían detrás de nosotros.
Se detuvo ante una moto de mediano tamaño, yo no entiendo de cilindradas como ellos a los que les gusta todo lo que sean motores y velocidades.
Pero resultaba llamativa, una delicia para cualquier joven.
-¿Qué te parece? De tu amigo don Manuel, y por un polvo.
Pablo estaba contento y en parte sentí lástima por él, se iba a convertir en un puto como yo aunque fuera para dar por el culo en lugar de recibir.
-Es bonita pero sabes que yo no entiendo.
Intenté mirarla con interés y agacharme como si estuviera fascinado por ella.
-Ya se nota, y que pasas de todo.
No podía engañarles, me conocían muy bien.
Rubén no podía perder la oportunidad de dar su parecer y miraba la moto como si hubiera encontrado un tesoro.
-¿Qué tal te fue? Creo que Pablo no me atendía y se había montado en el sillín pasando la manga del jersey por el manillar para quitar una mota de polvo imaginada.
-Fue todo sencillo y fácil, estaba un chico que te conocía, un moreno con una verga impresionante, el viejo se sabe cuidar, tiene una casa más grande que la de Eduardo.
Tu amigo parecía conocer aquello muy bien.
Bajó de la moto y se acerco para hablarme al oído y que los demás no escucharan.
-Se la metimos los dos en una doble penetración, en una hora estaba follado, dolorido y satisfecho, y ya ves, quedó contento al final a pesar de chillar como una rata, espero que vuelva a llamarme aunque no lo creo, tu conocido es suficiente para dejarle contento, fue un capricho pasajero que no repetirá.
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En la parte lateral de la casa, donde mamá va a vivir había varias furgonetas, de los distintos gremios que estaban trabajando y dos o tres guardas de seguridad con un perro grande al que llevaban sujeto de una correa.
Al bajar del coche los miré extrañado y Damián me aclaró que al estar tanta gente trabajando, Eduardo decidió poner vigilancia especial para controlar a los que entraban y salían.
Me di prisa para llegar a mi habitación y estudiar un poco, la tarde pasaba rápida cuando iba a la clase de ballet.
Eduardo parecía contento y exultante a la hora de la cena, el día le tenía que haber ido bien.
-He hablado con tu padre y podrás verle el sábado a la mañana.
En este momento perdió la sonrisa y se puso serio.
-Por supuesto Damián te llevará y estará pendiente de ti para que no tengas problemas.
Desde luego que con el gigante de Damián a mi lado no habría quien pudiera hacerme daño.
Seguramente habría sido boxeador o practicado lucha grecorromana, resultaba impresionante aun vestido con su uniforme, y no dudaba de que portara algún arma de fuego.
Siempre vigilaba su entorno y miraba suspicaz a cualquiera que pasara al lado de Eduardo o al mío y resultaba muy raro que hablara con alguien aparte de con Tomás.
De todas las maneras no pensaba que al lado de papá pudiera sucederme algo malo.
-Como tú quieras pero no debes preocuparte, mi padre tampoco dejaría que alguien me hiciera daño.
Me sentía contento, hacía mucho que no estaba con él y a pesar de todo lo que pudiera ser amaba a papá, no podía olvidarle.
Le agradecí el que hubiera cedido al fin con un abrazo largo y muchos besos.
-Vale, vale pequeño, al final ha sido tu madre la que ha dado su conformidad.
Me apartaba de él entre juegos, empujándome y colocando las manos para que no me acercara, aunque al final por no luchar cedía ante mis muestras de cariño muy sinceras.
Yo no miraba ni juzgaba si se aprovechaba de mí, solo que me sentía seguro y querido a su lado, como fuera, ese era mi sentir hacia él.
Una vez resuelto lo de poder estar con papá el sábado a la mañana, me propuse zanjar de una vez lo que tuviera que hacer con Alberto, y no lo sabía muy bien.
Creía que lo mejor para él, para mí, era ser sincero y decirle la verdad, eso sería suficiente para alejarle con rotundidad, pero temía que pudiera caer en una depresión y malograra su evidente esfuerzo en los estudios.
Me producía mucha pena y congoja, por otro lado, el que esa franqueza supusiera que se alejara definitivamente de mi lado.
Nunca había encontrado a alguien que me interesara tanto y me resistía a creer que mi sentimiento pudiera ser amor, quería pensar que le apreciaba y deseaba para él lo mejor.
Vaya, que no terminaba de aclararme y tenía que luchar entre sentimientos contrapuestos.
Quedaría con él para el sábado a la tarde y ya me saldrían las palabras.
-“Podremos hablar el sábado para intentar explicarte algo de lo que sucede, no te hagas ilusiones de cualquier tipo, solo hablaremos y en la calle, no tengo miedo de ti, pero prefiero que no sea estando solos.
No hace falta que me respondas, nos encontraremos en el mismo lugar y a la misma hora.
Y por favor continúa con tu esfuerzo y estudia.
”
Lo di mil vueltas en mi cabeza para aparentar indiferencia y al final, después de muchos cambios en el texto, le envié la nota para la cita y su respuesta no se hizo esperar a pesar de haberle dicho que no necesitaba su confirmación, aunque resulto muy escueta.
-“Gracias, allí estaré” Ni un te quiero, y así era mejor.
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Había pasado el tiempo y esperaba impaciente en las escalinatas la llegada de Damián con el coche.
No sabía el lugar donde me tenía que llevar, le pregunté a Eduardo y su contestación fue que el chófer tenía instrucciones concretas y que no me tenía que preocupar.
El coche se detuvo ante las escaleras donde le esperaba impaciente, había escogido un vehículo más sencillo y que no llamaba tanto la atención como los que utilizaba habitualmente, de color azul oscuro, elegante pero no resultaba ostentoso y el habitáculo trasero tenía comunicación con el de Damián.
Eduardo no se había levantado aún y no era un hora temprana, solo me despidió Tomás y Dulce al que recogí del suelo para darle un beso y quitarle de mi pierna donde se apretaba queriendo que lo cogiera y jugar ensuciándome el pantalón blanco que me había puesto.
Lucía el sol y la temperatura resultaba cálida, ante ese día tan bonito me había puesto ropa de colores claros y una chaqueta de media manga, quería que papá me viera que estaba bien.
No me aclaraba por los lugares por donde pasábamos y para mí resultaban desconocidos.
Llegamos por fin y Damián detuvo el coche aparcándolo delante de una iglesia de ladrillo, me habló y era una de las pocas veces que me dirigía la palabra.
-Hemos quedado con su padre en este lugar, vamos a esperar en el coche hasta que aparezca, no es un barrio de fiar y no se preocupe, no los perderé de vista.
Parecía que todos sentían miedo por mi seguridad.
Pasaron unos minutos que se me hicieron eternos esperando y observaba el entorno, las casas aparecían pobres, miserables más bien.
Aparte de unos bloques de viviendas de cuatro alturas y que en los bajos tenían tiendas, el resto eran casitas separadas por vallas en su mayor parte de chapas de hojalata y cualquier otro material que sirviera de cerramiento.
Pasaba por delante del coche algún viandante que otro, había poco gente aparte de un grupo de niños de poca edad que jugaban en el porche de la iglesia subidos a un murito bajo de piedra, saltaban de él entre gritos que escuchaba aún con los cristales cerrados.
La calle o placita donde estábamos lucía asfaltada con alguna zona dañada, el resto eran de tierra y en el momento que giraba la cabeza vi la figura de papá que salía de una de las callecitas.
Comenzó a latirme el corazón de alegría.
Damián lo había visto también y bajó para abrirme la puerta.
No esperé su autorización y eche a correr para llegar hasta mi padre.
Me cogió para elevarme del suelo abrazando estrechamente mi cuerpo contra él, me aferré a su cuello para besarle en la cara una y otro vez, notando la dureza de su barba al rozarme en el rostro.
-¡Papá! ¡Oh papá, cuánto tiempo! No quería que me dejara de abrazar pero después de un par de minutos me dejó en el suelo y comenzó a mirarme de la cabeza a los pies.
-Estás precioso bebé, más hermoso que nunca, mi hijito tan guapo.
Y otra vez me apretaba contra él mientras yo abrazaba su cintura.
Él me había observado pero yo también y lo que vi no me gustó nada, tenía el pelo mal cuidado, con greñas y largo, barba de varios días y estaba muy delgado, su traje ya no lo parecía y resultaba algo descuidado y sucio, los zapatos granates estaban llenos de polvo y algo de barro, olía a cierta suciedad como húmedo, pero eso no importaba, era papá y estaba a mi lado.
Después de otros instantes de abrazo ya me dejó.
-Veo que te tratan bien amor, mi niño.
Pasó el brazo por mis hombros con ternura apretando mi brazo.
-Vamos a andar un poco aquí no hay bares limpios donde llevarte.
Busqué la figura de Damián, estaba hablando con los chicos que antes jugaban en el porche de la iglesia, les señalaba el coche y uno de los muchachos asentía con la cabeza, le hice una señal de que íbamos a caminar para que estuviera tranquilo pero comenzó a seguirnos.
-Cuéntame cómo es tu vida…, ¿y tus estudios van bien? Andábamos muy próximos con su brazo sobre mi hombro que a veces acariciaba o apretaba con la mano.
Comencé a parlotear sin detenerme contándole todo, o casi todo, obviando los temas sexuales, mi vida en la casa de Eduardo, como estaba en el colegio y la clase de ballet, que todo seguía igual o muy parecido a como cuando vivíamos en nuestra casa.
Anduvimos un buen trecho y cada vez las casas se volvían más escasas, y se separaban más en el paisaje hasta que llegamos al cauce de un pequeño río con un viejo puente de piedra, lo cruzamos y como a veinte metros había tres pequeñas casitas a punto de colapsar y caerse, más lejos se veían otras realmente más bonitas y con jardines.
Vamos un momento a mi casa y nos podremos sentar para seguir hablando.
Iba confiado, sin detener mi charla, tenía tantas cosas que decirle, llegábamos ya a las tres casitas, para avanzar hacia las bonitas con sus jardines y entonces se detuvo.
-No tenemos que seguir, yo vivo aquí.
Le miré extrañado y sorprendido, pensaba que eran casas abandonadas, había mucha suciedad y cosas tiradas, jeringuillas como si allí fueran a inyectarse los drogadictos, condones usados de donde salía el semen de los que los usaron recientemente.
-Pasa bebé tengo que recoger unas cosas.
Miré hacia atrás, Damián estaba como a cincuenta metros y al ver que papá abría la puerta aceleró el paso, lo contuve con un gesto y su cara se puso tirante al dudar, si cumplir lo que Eduardo le ordenara, o mi gesto para que se calmara y detuviera.
Triunfó la segunda opción.
El lugar era un recinto alargado y no muy grande con unos asientos desvencijados y ocupados por dos bultos tirados que no identifiqué hasta que me acostumbre a la oscuridad del lugar.
Se pusieron en pie, eran dos hombres delgados y altos, peor vestidos que papá y también con barba, parecían vagabundos.
Uno de ellos habló dirigiéndose a papá.
-Se te dio bien la caza, que carne más rica traes.
Se llevó la mano a la entrepierna y se frotó su paquete haciendo ruido con la tela.
Los dos me miraban pasando sus ojos por mi cuerpo y me encogí sintiendo miedo, mis nalguitas se tensaron dentro de mi ajustado pantalón blanco, permitiendo que vieran como se formaban esos hoyuelos a sus costados que tanto gustan a los machos.
No debí haber entrado al lugar pero ya estaba hecho y por lo menos estaba allí mi padre que resultaba más fuerte a pesar de su delgadez reciente.
Papá no le respondió y me sujetó del brazo tirando de mí.
-Vamos bebe sígueme para hablar privadamente.
La zona privada estaba detrás de una cortina de viejos trapos que apartó, resultaba un cuchitril más pequeño que el anterior, tenía unas colchonetas tiradas en un rincón y una especie de mueble que parecía un viejo sofá reconvertido en cama sin cabecera ni brazos, un par de sillas y una especie de cómoda con dos cajones, de una cuerda colgaban un par de camisas y solo disponía de una pequeña ventana cubierta de plástico transparente para que no entrara el aire.
El olor no era agradable y tampoco la visión.
-Siéntame a mi lado y sígueme contando bebito.
Él se había sentado sobre la especie de cama y me señalaba su costado derecho que estaba libre.
-Sería mejor que recogieras lo que buscabas y salir a la calle papá.
Hizo un gesto de enojo.
-No tendrás miedo de mí.
Se le dulcificó la cara con su sonrisa de siempre tan bonita.
-No papá, pero Damián nos espera fuera.
Volvió a poner cara de enfado y no quería que se molestara, me senté a su lado y rápidamente me sujetó por el hombro.
-Solo quiero estar un ratito con mi hijo, tengo derecho a hacerlo y el servidor de Eduardo esperará hasta que salgamos.
No le llamaba por su nombre.
Me abrazaba un poco nervioso y me acariciaba la cintura.
-Bebé, mi precioso hijito, ¡cuando te echo de menos y te extraño vidita mía! Me besaba el cuello mientras hablaba, su boca caliente y húmeda comía mi oreja y la vista de sus piernas me revelaba su excitación por el bulto que se le estaba formando en la entrepierna.
Adivinaba ya sus intenciones conociendo sus deseos que manifestaba respirando agitado en mi cuello, un poco tarde para volver atrás.
-Mi amor no tienes que tener mido de tu papá que te adora, solo quiero jugar un ratito contigo como otras veces bebito, gozar de tu bonito cuerpo y darte el placer que te gusta.
-¡Papá, no! Me negaba y no hacía algo para rechazarle, me mostraba pasivo y obediente ante él.
-Sí, tierno bebito, papi te necesita.
Ahora no tengo a nadie que me descargue los huevos y llevo mucho tiempo deseándote mi amor.
Tú lo vas a disfrutar, tu papi te lo hará muy bien.
Al principio estaba rígido y me iban ablandando sus caricias y encendidos besos, mi papá me necesitaba, precisaba de mi cuerpo para gozar un momento, como hacía antes cuando le apetecía, y recordé que a veces era yo quien se lo pedía y él me lo entregaba aunque no siempre.
Me estaba sacando la camisa por la cabeza sin quitar los botones.
-¡No, no papi! Me derretían sus lamidas en mis tetitas que él sabía excitar muy bien poniéndolas duras, y sin darme cuenta gemía, comencé a sacar por la boca murmullos de placer que no quería que salieran, me iba a dejar vencer y sujetó mi mano para llevarla a tocar su dura polla a través del pantalón.
-Siéntela como late por ti bebé, esta verga que dio su leche para que tú nacieras.
Dejé de luchar si es que lo había llegado a hacer.
-¡Papi! ¡Ohhh, Papá! La tocaba con timidez pasando mi blanca y delicada mano por el prominente bulto.
-Ves como te gusta, entrégate mi amor.
Ya no podía más y le abracé el cuello para ofrecerle mi boca y todo mi cuerpo.
-¡Papi! Mi querido papá, haz lo que desees con tu hijito, bésame papi, sí, hazme tuyo y tómame.
Papá sabía mis debilidades mejor que nadie, la suya fue mi primera verga de hombre, aparte de mis primos y Pablo nadie me la había metido, solo él fue mi maestro que me entrenó para puto.
Me levantó por las axilas para bajarme el pantalón y lo tiró por el suelo, luego el breve tanguita que cayó sobre el blanco pantalón, y entre los dos sacamos su ropa quedando desnudo al igual que yo.
Si que había adelgazado pero seguía con su porte increíble de hermoso semental y con su verga más dura de lo que recordaba.
Me miraba asombrado y pasaba las manos por mis costados, abrazando la cintura que cogía entera entre sus dos manos y pasaba a las caderas amasándome las duras nalgas de bailarín de ballet después.
-Tienes un cuerpo precioso mi vida, te embelleces más cada día.
Se irguió dejando el pene cerca de mi barbilla, su potente olor me inundaba y atraía mi mirada a la roja punta que asomaba retenida por el prepucio.
Sabía igual que siempre aunque más fuerte, le faltaba la limpieza, su señal de identidad de antes, de todas las maneras deliciosa, turgente y caliente, larga y potente la polla de donde salí yo en forma de semen.
Después de unos minutos de chuparla y lamer sus testículos pude comprobar que tenía razón, por lo pesados y duros que estaban, no los descargaba desde hacía tiempo.
Me empujó para que cayera sobre aquello que semejaba una cama y se tumbó sobre mí.
-Me gustaría seguir jugando pero no puedo bebito, te la tengo que meter por tu anito, quiero llenarte el culito, ábrete para tu papá mi vida.
-Espera un momento que me preparo.
Se quedó de rodillas entre mis piernas, las abrí para meterme los dedos, resultaba una suerte mi capacidad de contorsión para llegar y poderme meter con suma facilidad la mano en el ano y relajarlo para que aceptara y gozara la dura polla de mi papá.
Me apoyaba en los talones elevando la pelvis para follarme la mano y mientras él no perdía detalle de mis maniobras, y masturbaba su pene para que no perdiera la dureza.
Había conseguido meter cuatro dedos, casi mi mano entera aunque no es muy grande, todo lo contrario, pero suficiente para no hacer esperar más al semental sufriente que esperaba a que su hembra estuviera lista y se le ofreciera.
-Ya papi, puedes tomarme.
Colocó mis tobillos en los hombros y buscó a tientas mi anito abierto y esperando el falo que lo atravesara, no acertaba y se impacientaba como le sucedía a Dulce.
Metí las manos para sujetarle la barra larga y caliente de carne hirviendo y la llevé a la entrada de mi culito.
Suspiré profundamente al sentir el calor del glande frotarse contra la entrada del culo.
Mi padre no necesitó que le dijera que ya estaba, punteó un par de veces sintiendo como mi mano sujetaba su verga y empujó como un toro bravo metiendo de una vez la mitad del miembro, le detuvo mi mano entre la que resbaló la verga, de otro modo hubiera metido todo el pollón en mi de una tirada.
Comenzó a cogerme fuerte desde el principio, papá hubiera necesitado follarme varias veces para calmar su necesidad de correrse y vaciarse.
Comenzaba a disfrutar de la terrible cogida que me daba metiendo su falo hasta el fondo, sintiendo sus cojones golpear en mis nalgas con golpes sonoros y secos.
Adri, me sentía entregado al macho que me montaba, notando el placer del roce de su pene en el ano, el pasar del glande por las paredes del recto, el golpeteo incesante en el fondo de mi vientre del gordo y blando glande que como una almohadilla mitigaba la fuerza del golpe.
Me estaba gustando como siempre y olvidaba mis reservas del principio, disfrutando de papá, sentía que iba a tener una hermosa corrida, un orgasmo inmenso que ya me venía.
Incliné la cabeza rendido y entregado mordiéndome el labio, acariciando la espalda y los laterales del cuerpo de mi macho hasta llegar a sus glúteos, y sentir como se contraían para enterrarse en lo más hondo clavando la polla en su hijo.
Y entonces los vi, habían corrido los trapos que hacían de cortina y estaban allí de pie, desnudos y con sus vergas en las manos, mirando con los ojos muy abiertos como papá me montaba, imaginé que desde donde se encontraban verían entrar y salir la gran polla en mi tierno y estirado anito.
Perdí interés y mi pene comenzó a perder consistencia, me habían matado el momento y perdido el deseo de eyacular, el orgasmo se quedó en el camino sin salir de mí.
No quería que papá lo notara y le pasara lo mismo, seguí como si no sucediera nada, suspirando y lanzando gemiditos, acariciándole sin cesar sus lomos que sudaban.
-Sí papi, dame tu verga, entra más en tu hijito.
-Sí, putito me voy a correr y te llenaré el culo de semen.
Cerré los ojos para dejar de ver a los mirones que meneaban sus pollas hasta notar como papi se contraía comenzando a vaciar los huevos en el vientre de su bebé.
Lo abracé besándole la cara y los labios sintiendo las sacudidas nerviosos de su cuerpo y de la verga dejando su preciosa carga de semillas en mi estéril recto.
Tenía las piernas cansadas de posarlas en sus hombros y las soltó para que cayeran a sus costados sin salir de mí, con la polla muy dura aún, y pensé que iba a continuar cogiéndome el culo en una segunda ronda para terminar de vaciarse.
-Déjanos un poco para nosotros, luego lo vuelves a follar si quieres.
Papá giró la cabeza y entonces vio a los dos hombres desnudos, esperando su turno de follarme el culo al que se creían con derecho.
Papá no pareció sorprendido pero sacó de sopetón su larga barra de carne, dura y tiesa, rezumando sus jugos y los míos, del ano me salió un chorrito de semen.
-¡No os atreveréis, es mi hijo! Lo decía como enfadado y se iba a dirigir hacia ellos, le sujeté de la mano, los otros no se movieron y eran dos contra papá, sentí miedo por él.
-No papá, no pelees, no merece la pena.
Le acaricié la mano para que se calmara.
-El chico tiene razón, se trata de una follada y no lo vamos a matar.
Dijo uno de ellos.
-Bueno, no se… Papá se ablandó o vio el peligro que corría, dudó pero se retiró hacia un lado dejándoles el camino libre.
Me miró como pidiendo perdón.
-Si no te importa que estos te la metan será lo mejor.
Se sentó en una de las dos sillas que tenían allí, con la polla aún dura, no se le había bajado para nada, se mostraba como si fuera a presenciar un espectáculo.
Entonces Adri me di cuenta de que todo era un montaje preparado.
Unos de los hombres ya se había colocado a mi lado acariciando mi abdomen.
-Qué rico cuerpo tienes chico, te vamos a gozar bien rico y tú lo pasarás bien, los dos tenían el pelo largo, demasiado, y le tapaba la cara mientras me lamía el ombligo y los finos abdominales que se me marcaban.
El otro se aproximó y se colocó arrodillado cerca de mí cara, acercó su polla a mis labios para que comenzara a mamarla.
Cogí sus testículos pequeños y llenos pelos para dirigirle la verga a la boca, la tenía caliente, con mucho pre semen y al principio me sabía mal hasta que mi boca la limpió, solo sujetaba su escroto para que no me la metiera demasiado y me mantenía como muerto aunque notaba los labios del otro tipo por mis tetillas y su mano profanando mis piernas, empujando y hurgando entre ellas para que las abriera y poder llegar al ano.
Miré hacía papá, continuaba sentado con su dura polla en la mano masturbándola muy despacio y disfrutando del espectáculo que le ofrecíamos en ese humillante acto.
Quería llorar de vergüenza por lo tonto que me sentía al caer en esa burda trampa.
Podía haber gritado para llamar la atención de Damián, que seguro me escucharía y vendría en mi auxilio, pero no abrí la boca para nada, solo para que aquella larga, aunque fina polla, me la invadiera follándomela.
El hombre que me estaba lamiendo el vientre y había conseguido llegar a mi ano sacó la mano llena del semen que aún me seguía saliendo, la acercó a la verga del otro dejando allí los jugos que portaba para que yo los comiera mientras se la chupaba.
Me apartó para tumbarse boca arriba con la polla durísima apuntando al techo y me agarró por la breve cintura para colocarme montándole el vientre, así me tenía abierto y los jugos del culo comenzaron a caer sobre su ombligo, me golpeaba las nalgas con su polla, también en la entrada del anito haciendo resbalar la punta por la raja de mis nalgas, tiró ligeramente de mi hasta apuntar la pija en mi ano y comenzó a entrar, me sostenía por la cintura con sus bastas manos, dejándome caer sobre él para meter su polla y en un momento me soltó cayendo sentado empalándome total, notando sus huevos aplastados por mis nalgas.
No sé si yo me había resbalado o lo hizo a propósito y me llevó tirando de los brazos para unir nuestros pechos.
-¿La sientes puta?, te la he metido hasta el esternón.
La sentía, claro que la notaba en el fondo de mí ser, no era gruesa pero tremendamente larga, tanto como aquel dildo de Edu.
-Ahora vas a saber lo que son dos machos follando tu culo a la vez.
Sí, Adri.
Su propósito era hacerme una doble penetración, la verga del otro hombre la había tenido en la boca, también era larga y no tan gorda pero eran dos vergas las que me querían meter, y recordarás que solo lo intentaron Pablo y Erico ayudados por papá y no lo pudieron culminar.
Me aplastó el pecho contra el suyo y comenzó a cogerme entrando y saliendo varias veces, el semen de papá resultaba un excelente lubricante haciendo que su verga hiciera el camino con facilidad, se detuvo y el otro se acopló a mi espalda, sentía su respiración agitada, buscando con la punta de su pene el encuentro con mi culo por encima de la verga que tenía dentro.
Comenzó a apretar tirando de mis hombros, uno me sujetaba de la cintura para que no me separara de él y el de encima tiraba de mis hombros para encularme la polla.
Me dolía y mordía con rabia mis labios.
Mi anillo se estiraba para dejarle lugar y que entrara, y apreté para abrirme y dejarle libre el camino hacia mi recto.
Después de dos o tres intentos el glande traspasó la barrera cegada por el miembro de mi amante debajo de mí.
Me estiraba hasta pensar que me iba a romper de la tensión que sentía en la entrada del ano y entonces todo resultó muy rápido, se deslizó ocupando su lugar en el ano y en el recto hasta que apoyó el pecho en mi espalda.
-Ya está, tienes a dos hombre en tu culo.
Moví la mano para comprobarlo y toqué las dos vergas que se apretaban pugnando por estar allí calientes y acogidas por mi ardoroso culo.
Volví a mirar a papá, gozaba lo que veía y una enorme cantidad de pre semen le salía y se lo llevaba a la boca, después del dolor la calma, viviendo las respiraciones agitadas de mis folladores hasta que empezaron a moverse, más el de arriba que la extraía casi toda.
Sentía que mi verga volvía a excitarse de nuevo, esa ocupación masiva de carme en mi culo se volvía agradable, el dolor desaparecía y solo tuve que cerrar los ojos y dejarme llevar sin pensar a quien pertenecían esas largas y duras vergas que me invadían haciéndome sentir el calor que desprendían y su fuerza.
Me cogían sin descanso, a veces los dos y otras uno descansaba mientras el otro frotaba toda la longitud de su miembro en los anillos del ano.
Sentía una tremenda desazón en el culo y el orgasmo que se quedó en el camino volvía, más potente, más avasallador, más rotundo, busqué los ojos de papá que miraban desorbitado como penetraban a su amado hijo esos dos hombres, a su amado bebé hecho a su imagen y semejanza.
Eyaculé viendo como él también se corría lanzando largos y prolíficos chorros de semen al suelo y yo sobre el vientre de mi amante, y segundos después los dos machos volvían a llenarme de leche caliente y abundante, los dos casi a la vez.
Sentía que mi culo era un geiser expulsando a presión lo que no cabía cuando alguno bombeaba mi culo.
Estuvieron un par de minutos apresándome entre ellos hasta que sus largas vergas fueron saliendo de mi cuerpo.
Y entonces volvió el dolor.
Busqué mi tanga entre el revoltijo de ropas para comenzar a vestirme, uno de los hombres lo tenía en la mano y me lo enseñó.
-Esto se queda aquí de recuerdo.
Se lo llevó a la nariz y lo comenzó a oler.
-Huele a pollita de niño, para cuando vuelvas otra vez te lo tendré limpio precioso.
Sentía un poco de mareo y el dolor del ano que no cesaba, me lo toqué pensando que me lo habían rajado pero solo salía semen sin parar de él.
Papá ya se había puesto la camisa y el pantalón después de su tremenda corrida.
-Papá ayúdame, no puedo tenerme en pie.
Los hombres rompieron a reír y salieron hacia el otro cuarto.
Me puse el pantalón ayudado por mi padre y la camisa, recogí la chaqueta que era lo único que estaba limpio.
No hablábamos, los dos sabíamos el motivo o lo intuíamos.
-Yo no quería mi amor pero son compañeros y tenemos que compartir, no tengo nada, ni una casa donde ir, además lo has pasado bien, te has corrido y disfrutado el momento.
Se me escapaban las lágrimas y me sorbí la nariz para contenerlas.
-No me importa que me hayan follado papá, lo hubiera hecho voluntariamente si me lo hubieras pedido, me duele tu mentira y que no podré confiar en ti nunca más.
-Perdóname bebé, estuvo mal, lo sé, pero yo te quiero y no puedo verte, tu madre y tú vivís muy bien y mira como estoy yo, ¿no tienes algo para darme? Resultaba increíble su descaro.
-No tengo dinero para darte, Eduardo no me permite tenerlo salvo para mis pequeños gastos.
Se quedó mirando al suelo apesadumbrado, vencido después de haberse quedado satisfecho en lo sexual.
Y vi mi anillo, el último regalo de Edu en mi dedo corazón porque me estaba grande en el anular, no lo pensé y me quité.
-Ten papá, lo puedes vender y si Eduardo nota que no lo tengo le diré que lo he perdido.
Sin dudarlo un momento cogió el anillo de brillantes y lo guardó en el bolsillo del pantalón.
-Ayúdame a salir, Damián me está esperando.
Me apoyé en su brazo y salimos a la luz del día, los otros hombres ni se despidieron, se quedaron sentados donde los encontré y seguían desnudos y adormilados.
Ofrecía un aspecto lastimoso, los blancos pantalones estaban sucios y arrugados, alguno de los hombres se había limpiado la verga con ellos y sentía salir del ano incesantemente sus fluidos manchando la culera.
Damián corrió hacía nosotros cuando me vio, me sujetó debajo del sobaco, papá me seguía sosteniendo.
-¡Suelte al muchacho y no vuelva a tocarlo! Sus palabras resultaba un grito y mi padre me dejó.
Me cogió en sus brazos y me llevaba así sujeto, como un niño al que salvara de un naufragio, me abracé de su cuello y así me transportó hasta el coche.
Me metió en la parte trasera y entrego un par de billetes a uno de los chicos por haberle cuidado el coche.
Antes de ponerlo en marcha hizo una llamada a Eduardo y le escuchaba disculpándose por lo que había pasado, el pobre hombre resultaría el culpable y no podía consentirlo, hablaría con Edu para decirle que no había otro responsable más que yo.
En lugar de volver a casa Eduardo le ordenó llevarme a una clínica de un amigo suyo, no pensaba que fuera para tanto lo que me habían hecho, pero no tenía fuerzas para oponerme.
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Adri, a veces me pides cosas imposibles, ¿cómo evito que me abusen? Yo sé cuál es tu posición y los problemas que tienes.
Yo debo obedecer a Eduardo y aquello no resultó tan humillante como lo sucedido con los amigos de mi padre.
Ya habrás visto que no puedo confiar en él y que Eduardo y mamá tienen razón, me duele porque es mi padre y le amo pero ya no volveré a fiarme de él.
Tú cuida al tuyo que es diferente al mío y se merece todo tus respeto y cariño, además está enfermo y a estos hay darlos muchos mimos, si alguna vez llegara a ser mi suegro, yo también lo cuidaré.
Sí que es cierto que Dulce mi cachorrito se está convirtiendo en mi compañero perfecto cuando me siento solo y eso, en esta casa tan inmensa, me sucede muy a menudo.
Tengo ganas de que terminen las obras y Pablo y mamá vengan a vivir, sé que mi madre no me hará mucho caso y vivirá su vida de sociedad con su hermana, pero en Pablo tendré un compañero que ahora se está volviendo un libertino aunque el culpable sea Eduardo.
Ya te lo dije, es muy difícil no tener algún amigo que no sea puto y me da la impresión de que tú le gustas, o según él cree que gozas de buenos atributos, está deseando tu verga.
Solo espero que si vais para adelante y te lo coges no te enamores otra vez.
No me importa compartirte y a la vez no puedo evitar los celos, en eso tú eres más liberal que yo y no te molesta que me acueste con otros.
Y por pedir, pídelo todo, ¿quieres meterme el dedito en el ano? Yo quiero todo tu hermanito dentro, besos amor, ya te seguiré contando, me he interrumpido para no retrasar la respuesta.
Respuesta:
Princesa, te ha sucedido mucho en poco tiempo.
¡Oriolito de mi alma!, lo sé, me compadezco de ti en estos momentos tan difíciles.
¡Tu papi!, así lo consideras en tu alma porque lo es, es tu padre, es el semen de donde saliste y que te hizo comer hace poco, no sé si estar enojado o feliz por volverte a reunir por él, porque te ha querido ver y platicar, pero también te usó para sus placeres y los de esos dos vagabundos que les pareciste carne fresca.
Mi vida, ya te mandaron al hospital.
Eso es señal de que abusaron de ti mi amor, te pudieron dejar lesionado de por vida.
Eso es a lo que me refería cuando te dije que te divirtieras, pero con cuidado y que eligieras bien, que no solo el placer de satisfacerte te invadiera, sino que también pensaras con ambas cabezas.
Sé que tú ibas con el completo anhelo de ver a tu papi, pero eso me hizo enrabiar, eso de darte a los demás en una trampa notoria, fue muy bajo.
Mis respetos, pero eso sí fue muy bajo, incluso Damián te noto muy mal, y que te habían tal vez destrozado.
Pero tú solo cuídate más, ahora tienes a tu mami y a Eduardo, ya sé que nunca suplirán a tu papi, pero ahora es el momento de aprovechar lo que tienes y usarlo a tu favor, tienes libertades y eres el amor de Eduardo ahora que eres joven y sexy, ¿pero imaginas que pasara el día que tu tengas mi edad? O tal vez más.
Gracias por comprenderme y ser solidario conmigo en estos momentos, ahora en donde me encuentro, veo que todos son un puñado de caras falsas, solo buscan quedarse con lo que no es suyo, y también buscan el convencerme de ceder el poder o de desprestigiarme sin siquiera haber estado titulado.
Hay mujeres viejas y feas que intentan hacer algo conmigo para robarme, pero obvio no les hago caso y las mantengo lo más lejos que permite la ley, hay también hombres de negocios que han sido traicioneros y tratan de robar, pero no han podido.
Todos tratan de robar cuando ven el fin de la cabeza, y sin ningún motivo creen que si yo me quedo definitivo al frente quebraremos, pero no, solo juzgan algo que ni siquiera empieza, yo quiero hacer prosperar lo que mi padre construyó durante años, pero cada vez me desalientan más los problemas.
Tú en cambio eres el único que me da impulso y no me juzga, me aceptas abiertamente y te puedo contar todo, ojala todas las personas fueran igual de cariñosas y de sensibles como tú.
Por eso te amo, me alegro cada vez que veo tus notas, veo que vives como se debe vivir, así sin ninguna carga, y siempre en la idea de crecer como persona y ser mas, no como yo, que si, nací con privilegios, pero al fin son solo parte de una gran carga de responsabilidades, que literalmente me separa del mundo, para hundirte en algo conocido como "la sociedad de las caras falsas".
Por eso mi vida, si algún día tienes dinero, mejor disfrútalo y no lo atesores, toma lo que te haga falta y se libre, cuando yo este contigo lo haré así, es más andaremos desnudos por la casa, sin ropa que nos juzgue, solos tu y yo, tal vez morboseo un poco con estos, pero así de libres.
Yo con mi piel morena sobre ti, mi polla parada todo el día detrás de ti, solo apuntando a tu culito, y tu así con tu look de sexy chico de playa, ofreciéndome ese placer todo el día, hasta cuando estemos en la cocina lo haremos, incluso al sentarnos a comer lo harás sentado en mis rodillas para que sientas mi verga.
Claro tú también mientras lavo mi coche me estarás dando duro con tu polla, y por las noches ambos de frente para besarnos, y con nuestras manos frotarnos las pollas y los culos.
Por la mañana me despertarás con un dildo vibrador en el ojete, y yo no me querré levantar hasta que me hagas llegar al orgasmo.
Durante el desayuno nos pondremos dildos en el culo para caminar y darnos placer.
Saldremos a la piscina de la casa y nadaremos desnudos hasta que aguantemos, nos ducharemos juntos y yo te daré la mejor mamada que pueda.
Cuando salgamos de compras nos vestiremos como queramos, pero todo el tiempo morboseando con los paquetes de los demás chicos y con los nuestros, pasearemos por la ciudad y disfrutaremos del paisaje, al llegar a casa, seria sacarnos la ropa de nuevo y mirarnos con ojos de deseo, empezaría a hacer la comida y tú me ayudarías, obvio los dos en la cocina desnudos, dándonos pequeños momentos de placer, ya sea con la cuchara, con un rodillo, o con simples besos.
Nos sentaremos en el comedor, yo sobre ti con tu polla empalada en mi culo, o tu sobre mí, terminaríamos, lavaríamos los trastos y me darías nalgadas por tardar tanto, ya caída la noche te llevaría a cenar al mejor restaurante, obvio vestidos elegantes, ya sé que nos miraran pero no importa, solo somos tu y yo.
Te daría de la forma más cariñosa la cena en la boquita, como la princesa que eres para mí, postre y un poco de baile calmado, disfrutaríamos la noche si tú lo quisieras en un antro o solo pasear de noche, y ya de regreso en nuestro nido de amor, te lo haría de la manera más delicada y suave que pueda, para que disfrutes del placer y no sufras excesos, terminando tu en mi o yo en ti.
Pero al final los dos con el semen del otro escurriendo del culo, dormiría abrazado de ti y te diría " buenas noches reina de mis sueños", y con eso descansaríamos y al día siguiente iniciaríamos una nueva aventura.
Tal vez parecida pero no igual, mi vida ahora sabes cómo quiero vivir contigo y ojalá te agrade, no sé si te gustará como soy en cuanto a que me gusta mimarte y consentirte, soy así y no sé si se verá como demasiado amor.
Pero es que las palabras jamás son suficientes para expresar lo que siento, por eso mi vida, te deseo, te amo, te sueño, yo moreno y tu blanco, imagínate como serian nuestros bebes si pudiéramos hacer algo así, sería nuestro amor por fin en un ser sobre la tierra, que fue hecho con el amor de dos personas que se aman tan profundamente que nada los detiene.
Besos mi vida, mi amor, golosa, sexy, cariñosa, guapa, hermosa, princesa, reina, tesoro.
¡Ves!, me faltan palabras para decirte como eres para mí.
Mi vida, te amo y deseo lo mejor para ti, ojalá no te pase nada grave y que salgas de la clínica, y si ya saliste quiero que reposes para que no te hagas daño mi amor.
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