Conociendo a mi primito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Había caído dormido de cansancio tras el largo viaje, de todas las formas que pudieron levantarme jamás me esperé que lo hiciese mi primito (a quien recién había conocido) haciéndome sexo oral, de nuestro encuentro la noche que llegamos recuerdo que lo confundí por una niña… y como no hacerlo con aquel cuerpo delgado, lampiño y esbelto, tan delicado, tan femenino, su cabello llegaba a su pecho y sus rasgos faciales eran indistinguibles de los de cualquier niña de su edad.
Por instinto, al sentir la estimulación en mi glande, lleve mi mano a su cabeza y comencé a acariciarle, aun sin estar consciente de la situación.
Él se congelo de inmediato, abrí mis ojos que se encontraron con los suyos llenos de pánico, le sonreí y me recosté acariciando su cabeza de nuevo, indicándole que continuara, me miró aliviado y confuso pero obedeció.
Él estaba desnudo, sentía su piel algo fría y húmeda contra mi cadera (probablemente acababa de ducharse), lo observé mientras él seguía con sus labios ocupa en mi polla, desde ese ángulo no podía ver su entrepierna; parecía completamente una niña… y una muy guapa, entregada con entusiasmo a darme placer, ya mi pene estaba completamente erecto y él tenía problemas para seguir chupándolo como antes.
-Bebé… -No recordaba su nombre pero pareció agradarle que lo llamara así; al escucharme levanto su cabeza, sus mejillas se tornaban rojas y sonrió, aun con unos hilos de saliva conectando sus labios con mi polla- déjame devolverte el favor.
Se recostó en el borde de la cama y yo me arrodillé frene a él, por fin pude ver su pene, era ridículamente pequeño incluso para alguien de su edad, Acerqué dos de mis dedos para intentar masturbarlo pero él me detuvo.
-N-no me gusta que me toquen ahí…–Su cara se tornó completamente roja mientras se abría de piernas y posaba uno de sus dedos junto a su entrada- mejor hazlo… aquí.
-Sí que eres todo una niña, una princesita –le sonreí.
El, apenado, me esquivo la mirada mientras soltó una risita que se convirtió en suspiro al sentir el contacto de mi lengua humedeciendo su entrada.
Dejó caer su espalda sobre la cama y subió sus piernas para facilitarme seguir comiendo su rosado agujero, quizá fuese porque recién se había duchado, pero su culito tenía un olor muy erótico, me sentía en un trance con mi lengua en su interior.
Comenzó a acariciar mi cabeza como yo había hecho con la suya mientras, sin mucha dificultar, empecé a meter y sacar uno de mis dedos en su interior haciendo que soltara suaves y profundos gemidos, quería dilatarlo bien para que pudiera recibir mi polla sin problemas, conforme él estuvo más cómodo metí un segundo dedo y aumente el ritmo haciendo sus gemidos más fuertes, con dificultad metí un tercer dedo, él se llevó una mano a la boca y con la otra jugaba con sus pezones.
Me levanté para intentar penetrarlo pero él me pidió que me recostara en la cama, así lo hice, se sentó sobre mí y unimos nuestros labios en un largo beso mientras el mismo tomó mi polla con sus delicadas manitas y comenzó a introducirla lentamente en su ser.
Yo mordía suavemente su labio inferior cuando el soltó un agudo quejido; la tenía dentro casi del todo, recostó su cabeza sobre mi hombro y agacho su mirada inspeccionando como mi pene, tras unos centímetros, desaparecía en su esfínter.
Se notaba que le dolía, pero el no dijo nada al respecto, en su lugar apoyó sus manos sobre mi pecho y comenzó a subir y a bajar sobre mi polla, tratando de meterla cada vez más profundo, sus ojos y sus labios cerrados con una expresión de dolor leve que fue desapareciendo conforme aumentaba el ritmo, puso sus manos en mis muslos y comenzó a subir y bajar tan rápido como podía; empezó a gemir de nuevo, ya había entrado completamente y cuando bajaba del todo podía notar un pequeño bulto en su barriga.
Empezó a temblar así que lo cargué, sin salir de su interior, y lo acosté de misionero, con sus piernas sobre mis brazos, Ahora era mi turno.
Aquel culito tan apretado me tenía en el cielo y pretendía hacerlo sentir mejor.
Comencé a bombear con fuerza, haciendo un sonoro ruido cada vez que mi cadera golpeaba contra su culito, mi princesita solo gemía desinhibida sin ningún tipo de pena solo el instinto y la búsqueda de placer, y eso me excitaba aún más, estaba cerca de correrme así que aumente el ritmo de forma frenética, le daba con todas mis fuerzas entrando en el tan profundo como podía.
Su culito empezó a apretar aún más mientras mi pene se hinchaba en su interior, lo metí tan adentro como me fue posible soltando varios chorros de semen en su interior.
Intente salir de él, pero no me lo permitió, lo tome entre mis brazos y giré acostándome en la cama dejándolo al reposar sobre mi torso, estuvimos así un buen rato, en silencio, disfrutando un dulce momento de intimidad, finalmente mi pene perdió su erección y salió de su culito, me sonrió y se levantó tomándome la mano guiándome hacia el baño privado del cuarto.
-Ven, vamos a bañarnos –me dio la espalda y pude ver como de su abierto agujero se deslizaban varios chorros de semen por sus piernas, a él no parecía importarle, se veía satisfecho y feliz.
Le sonreí y lo seguí.
como sigue