Convirtiendo a mi hija en mujer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BelleGiselle.
Estoy casado hace 20 años, tengo 45. Mi esposa y yo tenemos una hija hermosa que acaba de cumplir 11 años, Carolina. Con mi esposa aún nos amamos, pero los dos estamos muy enfocados en nuestras carreras, por lo tanto el sexo es cada vez más frecuente y desapasionado. Éstos últimos 5 años he pasado mucho tiempo en casa ya que mi negocio de programación Web lo puedo hacer desde acá así que mi esposa me puso a cargo de la supervisión de la niña.
Debo confesar que desde que Carolina cumplió sus 8 añitos estoy interesado en ella de una forma particular. Verán, el dia de su cumpleaños número ocho lo celebramos en la finca de un amigo americano llamado Tim, que se había ofrecido a prestarnos el lugar pues tenia animales de granja y mucho espacio, perfecto para una fiesta de cumpleaños de ensueño. Al terminar la fiesta, nos quedamos en la finca a dormir todos pues quedaba un poco lejos de la ciudad. Antes de ir a la cama, me quedé un momento a compartir unas cervezas con Tim. En el patio, lejos de mi hija y mi esposa, Tim me confesó que mi hija le parecía sexy. Ese término me molestó un poco, generalmente la gente piensa que ella es dulce o bonita pero sexy me pareció muy inapropiado para una niña de 8 años. El se rió ante mi enfado y me dijo “a esa edad son exquisitas amigo”, y procedió a contarme que él había empezado a entrenar a sus hijas en el sexo a esa edad. Esa confesión me descolocó un poco y quise irme, pero Tim me dijo “créeme, es mejor empezar a entrenarlas uno mismo. Tarde o temprano les llega la pubertad y empiezan a fijarse en niños inmaduros que las tratan como simples putas. Hay que educarlas sobre sexo uno mismo, enseñarles a respetarse y a disfrutar. Así se mantienen tranquilas durante la juventud y ya crecidas buscan hombres de bien. Mis 3 hijas están casadas con hombres excepcionales, y eso no hubiera podido ser si no las hubiera calmado yo mismo antes de que empiecen a comportarse como callejeras.” Eso me pareció razonable. “Además, tienes que admitir que las niñitas tienen cierto encanto” me dijo y me guiñó el ojo.
Esa noche me fui a dormir con la idea en la cabeza de que tal vez él tenía la razón. Al día siguiente pusimos todo en el auto y agradecimos a Tim. Antes de irnos, Tim, mientras miraba de pies a cabeza a mi hijita, me dijo “piénsalo amigo, mientras más pronto mejor”.
Y así empecé. Ese dia cada vez que miraba a mi hija me imaginaba cómo podía empezar su educación, y con eso pues empecé a sentir ganas de tocarla. Comencé de a poco. Cada tarde después del colegio nos sentábamos a hacer la tarea. En mi primer intento, le dije que se siente en mis piernas. Así lo hizo e inmediatamente al tenerla ahí tuve una erección. Acaricié su pecho, sus pezoncitos por encima de la ropa y un poco sus piernas. Gradualmente con el paso de los días fui aumentando la intensidad de mis acercamientos. Cuando cumplió los 9 ya la tenía acostumbrada al manoseo de todo su cuerpito, ya jugaba con sus pezoncitos hasta ponerlos duritos, y le sobaba la conchita por encima de la tela. Ella era muy receptiva, le gustaba mucho nuestro pequeño jueguito. Mantenía a Tim al tanto de lo que pasaba y él me daba ideas y tips.
Ya para cuando cumplió los 10 años compartíamos ardientes besos a boca abierta, ella amaba besarme así y jugar con su lengüita. Empecé a tocarla sin ropa, no la desnudaba por completo, solo la conchita y los pezones, los cuales lamía de vez en cuando. No la desnudaba por completo excepto cuando nos duchábamos juntos, los jueves después de sus clases de basquetbol. Nos metíamos juntos en la tina, yo la jabonaba por todos lados, ella me jabonaba a mí. Jugaba un poco con mi pene, le daba lamiditas como si fuera un helado y movía su manito de arriba abajo. Mi pene es bastante grueso y largo, por lo cual no pude iniciarla al sexo oral, simplemente era imposible meter mi verga en esa boquita. Me limitaba a masturbarme frente a ella y a veces terminaba en sus manitos o sus calzoncito.
En su cumpleaños número once por fin me decidí a comerle la conchita como regalo de cumpleaños. Después de su fiestita mi mujer tuvo que salir de emergencia a su oficina dejándonos solos por un tiempo indeterminado. Apenas sentimos que el auto de mi esposa había salido del garaje, mi hija y yo nos fundimos en un beso delicioso en la sala. La tomé de la cintura y la llevé a su cuarto infantil. La tumbé en la cama y la desnudé. La besé por un tiempo , era todo muy apasionado, ella se retorcía y me acariciaba. Bajé a sus pezoncitos, su cuello, su barriguita y antes de su conchita le lamí los deditos de los pies, le encantaba. Entonces me dirigí hambriento a su conchita. Al principio le impresionó un poco tener mi boca ahí, me dijo “papá es muy frío” pero cuando empecé a lamerle el clítoris ella se relajó. Me la comí lentito pero con gusto, usando toda la lengua para lamer desde la entrada de su conchita hasta el clítoris. Masajeaba con mi pulgar la entrada de su cuevita, ejerciendo un poquito de presión. Nuca le había metido los dedos y me tentaba mucho. Con la otra mano le acariciaba los senitos y la barriguita. Ella tenía los ojos cerrados y la boca semiabierta. De cuando en cuando se mordía el labio inferior y suspiraba “papá”. Estaba a punto de terminar por primera vez en su vida, mi pene estaba al máximo y mil ideas locas pasaban por mi cabeza sobre cómo maximizar ese momento tán erótico. Ella empezó a temblar y retorcerse, ya se venía, ya se venía, cuando de repente… escuchamos el auto de mi esposa en el garaje. Rápidamente y con mucho disgusto nos vestimos , rocié un poco de ambientador por el cuarto de mi hija pues el olor a almeja era fuerte y bajamos a pretender que no había pasado nada. Fue muy decepcionante para mí y para mi hija.
Hablamos antes de irnos a dormir, quedamos en que debíamos darnos unos días solo para nosotros dos. Esa noche me cogí a mi esposa como hace rato no lo hacía, mientras pensaba en lo erótico de la escena de esa tarde.
Nos aguantamos las ganas de llevar nuestro romance con mi hija por unas dos semanas, mientras planeábamos nuestra escapada.
Esos días tan solo nos dedicamos a acariciarnos y besarnos dulcemente. Tenia muchas ganas de hacerle de todo pero decidí esperar a nuestra escapada, quería que lo que sea que pase sea en un lugar pacífico, sólo los dos. Que sea algo que recuerde siempre.
Llegó el día, le dije a mi esposa que por vacaciones de invierno iba a llevar a mi niña a un descanso en un hotel paradisiaco cerca de la playa. Mi esposa que no sospechaba nada aceptó. La noche antes fui a visitar a Tim, quien me dio consejos muy valiosos y me pidió que grabe todo en video. Me pasó un equipo de video sencillo, 3 cámaras con su respectivo trípode “es lo menos que puedes hacer para agradecerme por mi sabio consejo” me dijo.
Al dia siguiente me fui con Carolina al lugar ese. Conducimos por 3 horas, durante las cuales nos toqueteamos mucho, nos besamos, estábamos ardiendo. Tim me había conseguido una cabaña privada en la cual el personal no se metía en los asuntos de uno. El lugar era hermoso, con vista al mar y todo. Llegamos a la habitación, a la cual había decorado con un ambiente muy romántico, velas, rosas y esas cosas cursis. A mi hijita le encantó. Ella entró a darse una ducha mientras yo daba los toques finales. Instalé las cámaras, una que colgaba del techo, una al lado de la cama y otra en la cabecera de la cama, y tenía otra que iba a tener yo en la mano. Carolina me llamó para que me una con ella en la ducha, lo cual hice después de aplicarme un retardante en la punta del pene. Quería durar mucho esa noche. Entré al baño con ella, estaba en una tina con mucha espuma. Apenas entré la besé apasionadamente mientras nos acariciábamos. No podía creer que mi hijita pequeña e inocente podía ser tan ardiente, sentía mucha entrega. Le lamí la conchita, sabía al paraíso. Ella me masturbó un poco, aún no era una experta pero le gustaba. Quiso meterse mi pene en l aboca pero no le entraba. Nos reímos.
Nos besamos, estábamos a mil y decidí que era la hora. La saqué de la tina, la seque y la tumbé en la cama. Lentamente recorrí su cuerpito con mi lengua, tenía una erección descomunal pero quería que ella esté muy excitada. Le comí la concha lentamente hasta que de nuevo la tuve como hace dos semanas atrás a punto del orgasmo, entonces rápidamente tomé mi pene, lo embadurné de lubricante y le apliqué un montón en la conchita, lo puse en la entrada de su cuevita y empujé. La cabeza entró de una y ella, que hace medio segundo estaba a punto de chillar por un orgasmo, ahora chilló de dolor. “aaaawwwww papi” dijo y dejó de moverse. No era por nada, mi pene estaba como nunca, por lo menos 4 centímetros de diámetro y ella tenía dentro tan solo 3 de mis 20 centímetros. El momento era muy muy ardiente al igual que conmovedor. Ella empezó a lagrimear de dolor y me empujaba para que se lo saque. Me reí y la besé tiernamente, ella apenas devolvió el beso pues pedía desesperadamente que le saque el pene. Le suspiré tiernamente “amor, carolina hermosa, hija, así es como nos queremos mi vida, aguanta un poco y verás que t empezará a gustar y luego vas a querer más”.
Le masajeé los pezoncitos y su clítoris. La verdad mi verga se veía descomunal ahí en la entra de su vaginita infantil. Tomé mi cámara y filmé ese hermoso momento mientras continuaba masajeándole el botoncito: la punta de mi verga en su cuevita mientras ellas tenía las mejillas sonrojadas por el placer de hace un minuto y el dolor de ahora y con los ojos llorosos. Su cuerpito desnudito, sus tetitas casi inexistentes y su cuevita abiertita. Una postal muy bella.
Me mantuve así por unos 2 o 3 minutos más hasta que ella dejó de sollozar y rogar y, por el estímulo en su botoncito, empezó a relajar los músculos de la concha facilitando mi entrada. Empuje de a poco, ella aún resistía pero estaba calmada. Sentí su himen y lo perforé con mucho cuidado mientras ella emitía un gemidito y yo le decía “ya mi amor, esa es la parte más dolorosa, ya pasó muñequita, ya empezarás a gozar mi amor”. Proseguí hasta que mis bolas chocaron con sus nalgas y la tenia toda adentro. Fue un momento sublime. Mi tranca entera en la conchita de mi hija de 11 años. Era tan apretada que casi dolía, pero se sentía como estar en el cielo. Estábamos los dos sudando profusamente, yo tenía unas ganas increíbles de venirme y agradecí haberme puesto el retardante aunque no parecía servir de mucho. Le pregunté si se sentía bien y me dijo “si papá, me duele un poco pero me gusta”. Entonces empecé el mete saca, lento, sacando casi toda la verga. Le masajeaba el clítoris que en ese entonces estaba durito al igual que sus pezones. La besaba dulcemente la boquita, el cuello, le susurraba que la amaba y ella me decia “papi te amo” entre gemidos largos y profundos.
Apenas me acordé de la handicam, grabé un poco del vaivén y de su rostro angelical ahora sonrojado por el placer, con los ojos cerrados y la boca semiabierta con un hilito de baba en la comisura. Le di por lo menos unos 10 minutos así lentamente hasta que por fin decidí darle más fuerte y rápido, con lo que sus gemidos se volvieron más largos, y gritaba “papito, papito”. Sus piernitas estabas cruzadas en mi espalda, nuestros cuerpos estabas sudados de pies a cabeza y yo gruñía con furia con cada empujón. De repente sentí sus contracciones , vi su carita de pre adolescente deformada por el placer absoluto, echó la cabeza hacia atrás mientras emitía un grito mudo y temblaba colgada a mi cuello y me abrazaba con sus piernas. Entonces no pude más y me vine con ella. Gruñí como oso, el orgasmo me transportó a otra dimensión, apreté a mi hija contra mí con los dos brazos ella me hundió las uñas y temblamos los dos así en ese éxtasis infinito, lo mejor que he experimentado en mi vida. No sé cuanto tiempo duró ese momento pero cuando por fin volví en mi sentí como si hubieran pasado años. Mi corazón estaba a full, la temperatura de mi cuerpo era imposible y estábamos tan sudados que parecíamos sumergidos en una piscina. Podía sentir su corazón latir con fuerza. El olor del cuarto era una mezcla entre mi perfume de hombre, su esencia de niña y sexo muy fuerte. Respiré hondo y me liberé de su abrazo. Ella cayó rendida a la cama, se veía hermosísima así sudada, con los ojos semiabiertos y una mirada de lujuria que nunca pensé ver en una niña tan joven.
Apenas podía sostenerme con los brazos, estaba temblando como gelatina, así que casi sin quererlo saqué mi pene de su cuevita, ella suspiró mientras lo hice. Tomé mi cámara y filmé la escena, su conchita ya no virginal por primera vez expulsando semen que en esa ocasión era medio rosado por la mezcla con la sangracita de su himen y mi lechita. Salió mucho semen, filmé su rostro entre angelical y ahora con una expresión post orgasmo y cansancio. Me acosté a su lado, la abracé y le dí un beso de piquito. Ella sonrió y abrió los ojos. Nos acariciamos lentamente con la yema de los dedos, nos mirábamos a los ojos, ella estaba a punto de caer dormida. Yo también sentía que me iba a desmayar por tanto ejercicio. Pero quería verla así, bella, recién desvirgada por mí. Acaricié su cuerpecito de niña y sin notarlo me dormí.
Al día siguiente desperté a las 11 de la mañana! Wow. No había dormido tanto desde la universidad. Estaba extremadamente relajado. Apenas abrí los ojos y sentí el calor del cuerpo de mi hija a mi lado. Tuve una erección inmediata al pensar en la escena de la anterior noche. Sentía mi cuerpo muy liviano al levantarme. Me tomé una botella entera de agua, ella todavía dormía. Alisté la tina para meternos a los dos en ella. Fui a despertar a mi angelito con un besito en la frente y una caricia en su culito. “Buen dia princesa” le dije apenas abrió los ojos. Ella sonrió y me dijo “hola papito” con su vocecita de niñita. Estábamos los dos desnudos y ella pudo ver mi erección y abrió los ojos de par en par mientras se reía pícaramente. La tomé en mis brazos y la metí en la tina. Nos bañamos, nos dábamos besitos tiernos, las caricias eran lentas y dulces, le toqué su cuevita y traté de meter un dedito, pero le dolía mucho. Decidí tan solo dejar que ella me masturbe y terminar suavemente en su boquita. No quería lastimar su conchita. Nunca antes había terminado en su boquita, eso la sorprendió mucho y dijo “mmmmm papi es muy rico” antes de tragarse mi leche. Wow, mi niña era perfecta.
Ese día lo pasamos en la playa, jugando y comiendo helados. Cuando iba al baño a hacer pipi volvía diciendo que le ardía la conchita. En la noche fuimos al cine y al llegar al hotel nos besamos en la camita pero no pasó nada. Me masturbé y terminé en su barriguita, eso fue todo. Al día siguiente despertamos más temprano, repetimos la rutina de la tina y fuimos a dar u paseo por la playa después del almuerzo. A eso de las 3 de la tarde me llamó Tim. “Ingrato” me dijo “yo esperaba tener novedades tuyas, ojala todo t haya salido bien”. Le conté resumidamente l que había pasado estos días y él me felicitó por haber tomado la decisión correcta. Quedamos en que le iba a mandar los videos y fotos de mi primera noche con mi hija y le agradecí infinitamente pues sin su consejo nunca hubiera podido experimentar la sensación sublime de tirarme a mi hija. Él prometió mandar un regalito extra para la noche.
Carolina y yo pasamos la tarde en el mall. Le compré juguetes y vestiditos. Aprovechábamos cualquier momento en que estábamos los dos solos para tocarnos y besarnos. Éramos como una pareja de quinceañeros. A la noche llegamos al hotel. En nuestra puerta nos esperaba un paquete que sólo decía “from Tim”. Carolina entró a asearse mientras yo abría el paquete. Wow, qué regalo! Un plug para sexo anal!! Me sorprendí bastante sobre todo porque para mi el sexo anal era casi un mito. Mi esposa en todos nuestros 20 años de matrimonio y 3 de noviazgo previo tan solo me había dejado penetrarla analmente unas 3 o 4 veces. Mis anteriores novias tampoco eran muy abiertas con el tema, y pensé que con Carolina iba a ser igual, ni se me había pasado por la cabeza abrirle el culo.
Ella me llamó desde la tina. Ya los dos ahí comenzamos nuestra rutina de besos y caricias, intenté de nuevo meterle un dedo en la concha y esta vez no se quejó. Me besó apasionadamente mientras le metía el dedito en la conchita, al mismo tiempo que masajeaba su clítoris y acariciaba su espaldita, su cabello. Moví mi dedito dentro de ella y ella gimió. La tome en mis brazos y la llevé a la cama. Donde procedí a chuparla. Ella gemía encantada. Recordé el regalo de Tim y decidí experimentar. Mientras tenía 2 dedos en su conchita, con el dedo pulgar presioné en su anito, masajeándolo. Ella no tuvo ninguna reacción. Entonces saqué mis dedos y procedí a lamer todo, desde el ano hasta el clítoris, cada lamida aumentaba presión a su anito. Recordé el Kit. y fui a traerlo. Mi hija, sorprendida por la interrupción y un poco molesta me dijo “papá que haces?” yo la tranquilicé diciendo que quería experimentar algo nuevo, “me encantan tus experimentos conmigo papi” dijo con picardía. “amor, hiciste caquita hoy?” le pregunté y ella dijo “si papá antes de entrar a la tina”, un poco extrañada por la pregunta.
Le pedí que se pusiera de 4, con la cabeza en la almohada. Lo hizo y dejó a mi vista su perfecto culito juvenil abierto en plenitud. Tomé mi handicam y grabé la escena: mi hija empinada con el culo al aire, su anito rosadito, cerradito a disposición mía. Ella tenía una cara de golosa que me encantaba “papi, me vas a hacer lo mismo que la otra noche? Por favor??” ante semejante petición mi pene se puso a full y pues empecé a comerle la cola. Lamía la entrada de su cueva mientras hundía mi nariz en su ano y le masajeaba el clítoris. Ella gemía, y me rogaba “papi, métemelo , papi por fa”. La chupé hasta que estaba a punto de terminar, con lo que por fin rápidamente le hundí la verga en la concha y me la tiré así lentamente de a 4. Ella gemía y gritaba “dame papi, dame así asiiiiii” lo cual me encantaba sobre todo porque no era fingida como las mujeres mayores, ella nunca había viso porno entonces era una reacción sincera producto puro del placer. Le masajeaba el clítoris y las tetitas. De cuando en cuando le pellizcaba las nalgas o la traía hacia mi para besarla. Entonces vi. su anito ahí expuesto ante mi, tomé el lubricante y con mi dedo índice empecé a penetrarla. Ella gimió de dolor. Aún con mis dedos no siendo tan gruesos, a ella le dolió. Sin embargo, los músculos de su conchita no estaban tensos por lo cual dejé mi dedo en su culito y seguí tirándomela. Estuve así unos 5 minutos hasta que ella empezó a gritar como loca, aún no había terminado pero el placer era muy fuerte. Decidí meter otro dedo en su culito. Le dolió y me pregunto qué hacia “amor, esto es el paso 2. Verás que t gusta tanto como en la conchita”. Con lo cual se dejó hacer, incluso vi un poco de picardía en sus ojos. Ya estaba a punto de terminar ella, tomé el plug anal y lo metí de una. Ella protestó pero siguió gimiendo a punto de terminar, la tomé entre mis brazos y empecé a cogermela rápido y duramente sus espasmos me estrujaron la verga, seguí cogiendo durante su orgasmo y eso lo intensificó bastante, pues estuvo un buen rato convulsionándose de placer y gritando “papi” seguido de un gemido laaaaaaaaargo y pesaado. Por fin, dejó de moverse y sentí su corazón a mil. Detuve mis embestidas y la abracé un momento así, con mi pene erecto aún en ella y ella casi inconsciente por los orgasmos múltiples que había tenido. Durante un momento no nos movimos. Su concha aún tenía espasmos suaves que le daban besitos a mi verga. Era un momento muy tierno por fín ella se rindió y cayo de cara contra la cama.
Tomé la handicam y filme ese momento: mi hija derrotada por un orgasmo fulminante, de cuatro y con mi tranca dura aún en ella, y con un plug en su culito. Dejé la cámara de lado y acaricié el culo de mi hija. Le dije “te gustó mi amor?” ella dejó salir un siiiiiiii entre gemido y suspiro. De repente se levantó y me miró extrañada “tú no terminaste papi, que pasó?” “mmmm aún queda mucho por hacer mi amor, tienes fuerzas para otro round?” ella sólo sonrió y con dulzura me jaló hacia ella para darme un beso. Le apoyé la cara en la almohada otra vez y decidí ver como había recibido el plug su culo. Lo saqué y el culito le quedo abierto, y se comprimía como hadándome besitos. Habrá tenido un orgasmo anal? Nunca había visto algo así. Lo observé de cerca y lo lamí. Ella gimió sorprendida. Entonces se lo chupé apasionadamente, mientras masajeaba su clítoris. A ella le encantaba, y este agujerito se contraía, mandaba besitos cada vez más apurados. Metí dos dedos de una vez y ella gimió, con lo que me animé a meter otro. Ella había empezado otra vez a gemir pesadamente, mientras decía “papi me gusta así en mi colita” estuve así un buen rato hasta que de nuevo la tuve a punto. Entonces tomé mi verga y la coloqué en la entrada de su agujerito erótico. Pero al ver mi pene ahí y ver cómo contrastaba el tamaño de mi descomunal verga con la de su inocente y diminuto agujero pensé que tal vez era mucho. Tal vez debería esperar hasta que tenga 16 o algo, porque ya meterlo así se me hacía muy cruel. Entonces ella gritó “papá apúrate quiero tu pipi en miiiiiii” y decidí intentarlo pues ella parecía muy muy excitada.
Empujé la cabecita y ella dio un gritito pero empezó a mover su culito en círculos. Olvidé poner lubricante, entonces tomé el pomo y me puse casi medio tubo y metí la otra mitad en su agujero y procedí. Lentamente milímetro por milímetro hasta q entro media cabeza. Lo dejé así y le pregunte a mi princesa si se sentía bien. Ella sólo respondió “papi dame” y bueno, de un empujón le metí la cabeza entera. Ella aulló de dolor y se quedó quieta. Me miró con una expresión de susto y deseo. Yo no podía resistir las ganas de terminar, ese culo era extremadamente apretado. Resoplaba y trataba de aguantarme. Para calmarme tomé la cámara y grabé la escena: mi hija en cuatro, con una expresión de dolor y deseo y al final de su culo mi verga en todo su esplendor con tan solo la punta adentro. “amor, t duele mucho? Porque lo podemos dejar para mañana u otro dia si quieres” le pregunté “papi me duele pero también me dolió en la conchita verdad? Quiero terminar papi, cogeme cogeeeeeeme” me dijo con su voz angelical con tonos de dolor. Entonces lo hice. Lentamente le hundí mi tranca en su culito. No podía creer la escena tan erótica, su pequeño y delgado cuerpecito de 11 añitos recibiendo mi verga en su agujerito más sagrado. Cuando tuve todo el pene dentro me detuve, me agaché para susurrar en uso ido “princesa hermosa, lo hiciste, está todo adentro”. Ella tenía los ojos cerrados y los puños apretados contra la cama,, la mandíbula tensa en clara manifestación de dolor. “papi, me duele, puedes terminar ya?” me dijo casi llorando. al ver eso estuve a punto de sacarla pero ella me tomó la mano y me dijo “papi cogeme ,pero rápido” y le dije “perdón mi amor, a ver me apuro, ok? Pero suavecito para que t guste bella”. Y así empecé el vaivén, lento y suave al principio, casi no sacaba la verga, le masajeaba el clítoris dulcemente, metía dedos en su concha y la traje contra mía para abrazarla, besarla y excitar sus pezoncitos mientras suavemente le rompía el culito infantil que tenía. Poco a poco ella fue relajándose, respiraba hondo y lento, yo hacia lo mismo para no terminar.
Estaba decidido a hacerla terminar a ella primero antes de terminar yo. De repente vi como se relamía los labios y dio un gemidito cortito pero claro, entonces empecé a cogerla más duro, solo un poco, esta vez sacando todo menos la punto y devolviéndola con fuerza, pero lentamente. Su conchita estaba extremadamente mojada y dilatada, su clítoris duro. aumenté la intensidad y velocidad de las embestiduras, ella empezó a gemir más y a moverse al compás de mi vaivén. Entonces en un ataque de excitación le hundí la cabeza en la almohada , me puse en cuclillas detrás de ella sin sacar mi pene de su anito y empecé a bombearla, aún no muy fuerte pero si con mas intensidad. Ella gemía y gritaba “papito, papi, papi“ como loquita, de nuevo yo bufaba como oso, tomé su cabello y la jale le di nalgadas, le pellizcaba las nalgas, me estaba volviendo loco. Ella empezó a convulsionar y gemir como hembra salvaje, yo me olvidé por completo de que era un ser humano y me entregué por completo al morbo y el placer de estar cogiendome un culo tan delicioso, grité como cavernícola al terminar y ella hizo algo parecido, no sé, éramos solo dos animales salvajes cogiendo. Al terminar le apreté las nalgas tan fuerte que le deje unas marcas profundas. Fue el orgasmo más salvaje de mi vida. Nunca había terminado así, ni pensé que era posible.
Me borré por completo del mundo entero por un buen rato. Temblaba y estaba empapado en sudor, pero podía mantenerme en cuclillas. Cuando volví en mí vi lo que había hecho y me sentí un poco culpable, no sé por qué. Mi hija estaba con la cabeza en la almohada de lado y respiraba agitadamente, sus puños aún apretando las sábanas. Su pequeño esfínter anal tenía pequeños espasmos y me besaban la verga. Tomé la handicam y filmé el momento en que sacaba la verga del culito de mi hija. Qué escena!>!! mi pequeña de once años, con el culo al aire, y mi verga abandonando su culito del cual salían borbotones de semen. El anito se quedó abiertito cuando le saqué la verga. Ella suspiró y se desplomó de lado sobre la cama. Me desplomé al lado suyo. Y la abracé. Aún tenía los ojos cerrados y podía escuchar su corazón a mil. Al igual que la primera noche, nos dormimos sin darnos cuenta.
Continuamos nuestros días de vacación incestuosa como verdaderos enamorados. Esas 2 emanas fueron muy dulces junto a ella, con las mañana juntos en la tina, las tardes en las playas y las noches cogiendo como verdaderos amantes o animales en celo. Por supuesto no me dejó volver a tocarle el culito sino hasta el día antes de irnos pues la cogida que le había dado la dejó casi sin poder sentarse. Volvimos a casa enamorados y llenos de lujuria y ella con más experiencia. Ella volvió a clases y volvimos a nuestra rutina de familia. En las tardes apenas ella llegaba del colegio directamente a coger en su cuarto, donde la esperaba yo con una erección, siempre. era un paraíso incestuoso, nos amábamos mucho y no desaprovechábamos ningún momento a solas. Incluso algunos fines de semana en vez de llevarla a sus prácticas de basquetbol, la llevaba a la finca de Tim, quien gustosamente se ofreció a prestarnos un cuarto para que pueda cogerme a mi hija a gusto.
Así hasta que llegó su periodo y ya tuvimos que empezar a cuidarnos, su cuerpito cambió de repente al de una diosa, ya no era la niña inocente y angelical de contextura delgada, ahora los senos le habían crecido , las caderas las tenia anchas y bien formadas y el culo firme y redondito. Era una delicia cogerme a la que había ayudado a convertir en mujer. Efectivamente como dijo Tim, al llegar a ala juventud las amigas de Carolina empezaron a tener citas con chiquillos inmaduros y estúpidos con quienes experimentaban torpemente con el sexo. Orgullosamente, mi hija ya gozaba suficiente en casa conmigo y no le atraía ningún chico del colegio, lo cual me aliviaba mucho. Realmente el consejo de Tim me había dado mucha satisfacción, no solo al darme la alegría de tener sexo con mi bella hija, si no que al poder convertirla en una mujer alegre y digna. En cada ocasión que lo veía le agradecía por el gran favor que me hizo, sin saber cómo hacer para retribuírselo. Hasta que, el día en que mi hija tuvo su fiesta de 15, por fin Tim me dijo “ya sé como me puedes pagar el favor” mientras veía de pies a cabeza a mi hija que entraba al salón de fiestas con su vestido de 15.
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