Córrete para mí, bebé. – Parte dos.
—Estás mintiendo, Giovanna … Estoy seguro de que te hubiera encantado tenernos a mí y a Paulo para follarte hasta el amanecer ….
Mi hijo ya está en la universidad hace un año y mi hija acaba de ingresar. Han pasado dos años desde que Gianni y yo estamos teniendo relaciones sexuales. Poco después de esa primera vez, él se fue a la universidad en otra ciudad, así que lo veía raramente y cada vez que él venía a casa, encontrábamos la forma y la manera y el momento de volver a estar íntimamente juntos. Casi parecía una aventura de adolescentes entre dos adultos. Excepto de que no era realmente así, ya que seguíamos siendo madre e hijo.
Todos los temores que tuve en un primer momento fueron desapareciendo poco a poco, así como nuestra relación iba evolucionando. Éramos actores innatos, cuando había alguien a nuestro alrededor nos comportábamos como cualquier madre con su hijo. Vimos películas en familia, cenamos en familia, compartíamos la piscina en familia, nos íbamos de vacaciones en familia. Ni mí hija ni mí marido tenían idea de lo que sucedía entre Gianni y yo. Estaba segura de eso, pues nuestra vida familiar no había tenido ninguna variación.
Realmente tampoco afecto mi relación con mí marido. Todavía él se ausenta por sus obligaciones para con su empresa, pero lo hace solo por un par de días y solo en acotadas ocasiones se iba por un par de semanas. Leí en alguna parte que algunas mujeres han mejorado su vida sexual cuando han vivido alguna aventurilla extramarital. Pues no fue ese mi caso, lo que no quiere decir que se haya deteriorado. Todavía disfrutábamos del sexo en el matrimonio cuando mi marido regresaba a casa después de una larga ausencia; me deslumbraba con alguna sorpresa y estar con mi esposo era totalmente agradable y satisfactorio. No era el amor alocado de los primeros años, pero estaba bien para mí.
Lo que en realidad me preocupaba era que mi hijo parecía no estar desarrollándose a la par de otros chicos en lo que respecta a su relación con otras chicas. Me había percatado de ello, pero recibí la confirmación por parte de su mejor amigo, Paulo. Él es el hijo de nuestros vecinos; asiste a la misma universidad de Gianni y cursa la misma carrera universitaria. Él se burlaba de Gianni por no tener novia. Probablemente eran bromas de chicos y no debería haberme preocupado, tal vez no era una gran cosa y yo estaba exagerando. Pero una pequeña parte de mí me hacía sentir halagada de que él tuviera fidelidad a lo que había entre él y yo. Pero mi sentido materno me decía que él debía tener relaciones normales con otras chicas y lo nuestro no debía afectar ese aspecto de su vida. Yo no me sentía celosa y cada vez que él y yo teníamos nuestras tórridas relaciones sexuales, me juraba que no lo volvería a hacer. Pero tan pronto como estaba a solas con él lo único que existía era su polla y yo.
La última vez que regresó a casa después de haber estado tres meses sin poder viajar. Nos encontrábamos a casa mi marido, mi hija y sus abuelos paternos que estaban visitándonos. Debido a esto no pudimos tener una cierta cercanía por los primeros dos días. Nos comportábamos solo como madre e hijo. No hubo ningún tipo de acercamiento y comencé a preguntarme sí él había decidido que no lo hiciésemos más, ya sea porque estaba horrorizado de nuestra relación incestuosa o solo porque había perdido todo interés en mí. No estaba entendiendo nada. Me considero una mujer deseable y atractiva, también bastante sexy con mis treinta y nueve años y él con sus dieciocho.
Quizás estaba pensando demasiado a ello. Cuando estábamos a la orilla de la piscina junto a su hermana Luisa, él me ignoraba. Yo estaba usando gafas de sol, un pequeño bikini blanco y un pareo floreado para proteger un poco mis piernas del sol quemante y también para ocultar el humedecimiento entre mis piernas mientras observaba a Gianni girar por el jardín con su estrecho traje de baño que delineaba perfectamente el bulto que escondía debajo. Justo ahora pensaba a ello y lo observaba subrepticiamente, él también portaba gafas oscuras y lo imaginaba contemplando mis pechos. A veces la sensación y las imágenes eran tan intensas, que mi coño comenzaba a derretirse. Esto me sucedía también cada vez que lavaba su ropa interior, olía sus slips o calzoncillos y buscaba manchas amarillentas o perladas de su semen, muchas veces froté mi coño con ellos.
Los primeros días se dedico a visitar a sus amigos y conocidos, por lo que no estuvo mucho tiempo en casa. Fue al cine, jugó futbolito con sus amigos y se comportó como cualquier chico de su edad; no tuvimos la oportunidad de hacer nada. Además, con toda esa gente a nuestro alrededor, era prácticamente imposible encontrar un momento oportuno.
Al cuarto día me encontraba en el sótano cargando la lavadora y lo escuché gritar mientras descendía las escaleras.
—Mamá … ¿Estas ahí? … ¿Hay alguien por ahí? …
—Estoy aquí abajo, Gianni … No hagas tanto ruido que Luisa todavía duerme …
Bajo las escaleras mientras yo seguía seleccionando la ropa a lavar, me preguntó.
—Estoy hambriento. Mamá … ¿Qué hay de comer para el desayuno? …
—No lo sé, Gianni … Ya todos han desayunado … ¿Qué quieres? …
Se acercó a mi desde atrás y pude ver por el rabillo del ojo que estaba vestido solo con sus pantaloncitos cortos.
—Mami … ¿Dónde están los demás? …
—Luisa todavía duerme … Tú padre y tus abuelos están en la parte de atrás, trabajando en el jardín … Y tú, ¿dormiste bien? …
—Cómo un lirón … Reentré un poco tarde, así que pase de largo y dormí hasta tarde … ¿Qué dijiste que había para desayunar? …
Mientras decía eso me encuadró de pies a cabeza, contemplaba fijamente mis pechos. No pensé a nada sexual, mi marido había cumplido satisfactoriamente sus obligaciones maritales y mi coño estaba en paz. Además, que había muchas personas en la casa. Otras veces cuando lo hacíamos no había nadie, la familia estaba a kilómetros de nosotros.
—Bueno … Hay muchas cosas … Panecillos, cereales, huevos, tocino … ¿Qué quieres comer? …
Me miró sonriente y me tomó desde atrás.
—Coño, mamá … Coño es lo que quiero …
Me dejó paralizada y sin palabras, más boba que sorprendida le pregunté.
—¿Qué? …
Se acercó, me tomó en sus brazos y me besó, al mismo tiempo que sus grandes manos aferraban mis duras nalgas. Me apretó contra él; me maraville al sentir su polla que se había vuelto tan dura, tan grande y tan linda que se sentía presionando mi estómago. Esa cosa funcionaba muy rápido, pensé. Dada la situación, intenté alejarme, pero él no me soltó.
—¡Oh, Gianni! … No aquí … No ahora, con todos en casa … ¿Qué pasa si alguien entra y nos ves así de esta manera? …
No me respondió absolutamente nada. Ahuecó su mano y la metió entre mis piernas empujando mi falda hacia arriba. Su grande mano cubrió toda mi vulva peluda, protegida solo por mis pequeñas bragas blancas. Empujó mis labios vaginales y creí morir, botarme sobre el piso con mis piernas abiertas para que él hiciera lo que quisiera conmigo. Pero no podía permitírselo, no con todos en casa, Apretó mi coño susurrándome al oído.
—Sabes que esta cosita quiere ser follada, ¿no? … Puedo sentir el calor y la humedad de esta pequeñita peluda tuya, ¿sabes? …
—No, Gianni … Por favor, no … ¡Están todos en casa! …
Mientras le hablaba, había logrado deslizar hacia un costado la tela de mis bragas y dos de sus dedos se incrustaron entre mis labios calientes. Estaba claro que no podíamos arriesgar tanto. Bajé mi mano para alejar la suya de mi conchita, diciéndole.
—Gianni, ahora basta … Detente … Podemos hacerlo más tarde … ¿Qué pasaría si tú papá o Luisa bajan? …
Me respondió cubriendo mi boca con sus labios, mientras sus dedos me penetraban profundamente ahí abajo. Mis piernas se abrieron en modo del todo involuntario. Me sentí como una puta con mi hijo dedeando mi coño empapado; hasta le resultó fácil sondearme profundamente, mi coño no ofrecía ninguna resistencia. ¡Dios Santo! ¡Éramos dos pervertidos! Pero continué intentando de luchar contra él y contra mis deseos, negándome a sus insistentes caricias. Parecía como si quisiera violarme. Una parte de mí le resistía rechazándolo, pero las contracciones deliciosas que me hacía sentir en mi coño le favorecían y quería que no se detuviera. Ya había logrado deslizar mi sostén hacia arriba y masajeaba mis tetas y su lengua se movía en mi boca imposibilitándome de emitir alguna protesta. Me presionó contra la lavadora y no podía moverme ni escapar. Tampoco era mi intención el hacerlo, ya que mi cuerpo me estaba traicionando y a este punto lo único que quería era sentir su polla. Me da vergüenza admitirlo, decirlo y escribirlo. Me estaba convirtiendo en la puta de mi hijo.
—Calla, mamá … Tú sabes que esto es lo que quieres … Las contracciones de tu coño te traicionan … Estas completamente mojadita por aquí abajo …
No sé como sus pantalones cortos en un instante estaban en el suelo y su gran polla se mecía como un bate de beisbol frente a mi entrepierna. Estaba completamente duro y erecto, todavía traté de resistirme, pero él tomo mi mano y la guio sobre su verga, entonces supe que todo había terminado. Aferré su pija dura ávidamente, con deseos y lujuria, mi otra mano automáticamente también se fue directa a su polla y mis dedos lo envolvieron para sentir su maciza consistencia. Lo sostuve firmemente entre mis manos mientras me maravillaba de lo grande y dura que era. Era como sentir un barrote de acero cubierto de una funda aterciopelada. Casi contra mi voluntad comencé a pajearlo, una mano sobre su pene y la otra acariciando sus bolas. Muy pronto lo escuché jadear. Se separó de mí un poco brusco, me giró y me inclinó sobre la lavadora con mis tetas tocando la tapa y sin perder tiempo, apartó mis bragas.
—¿Qué quieres ahora, mamá? … Quiero escucharlo de ti … ¿Qué quieres que haga? …
Me sentí indefensa, la lujuria y el deseo se habían apoderado de mí y, mi mente estaba fuera de todo control.
—¡Oh, Dios! … ¡Fóllame, Gianni! … Por favor, fóllame con esa hermosa polla tuya …
Mi coño estaba en llamas. Empujé mi culo hacia atrás tratando de buscar su polla. Todo instinto maternal había desaparecido en mí. Ahora era solo una mujer que deseaba desesperadamente a este hombre que meneaba su pene detrás de mí.
Me penetró tan violentamente que me hizo enderezar mi cuerpo. Me sentí empalada en su enorme verga. Naturalmente, toda mujer prefiere que un hombre lubrique su polla antes de penetrar su coño, sobre todo si es tan grande como mi hijo. Pero él no lo hizo, tampoco encontró alguna resistencia de mi coño y hundió su polla hasta sus bolas de una sola vez. Con la misma violencia empujé mi culo contra su polla tratando de atraparla profundamente en mí. No sé como él puede haberse sentido, pero mi coño estaba listo y solo quería sentir la fricción de su enorme polla estirando mis pliegues vaginales mojados y deseosos de su polla deliciosa y pulsante.
No es fácil encontrar palabras para narrar y describir lo que me hizo, necesitaría un buen diccionario de sinónimos y elocuentes adjetivos. Pero basta decir que me folló como a una puta caliente, me montó como a una potranca chúcara y golpeó su pija contra mi matriz en forma demencial. Lo hacía con tal ímpetu que sus bolas llegaron a estrellarse contra mí clítoris. Y casi tan pronto como me penetro, comencé a sentir un goce extraordinario de un eterno e infinito orgasmo. No era solo follar, mi coño quería devorar su polla que trataba de dar vuelta mi útero dentro fuera. Es cierto que follar a todas nos gusta, pero cuando lo haces con tu propio hijo se transforma en algo divino, casi religioso y sublime. Creo que mi hijo se había convertido en mi puto.
Hice supremos esfuerzos para no gritar, sobre todo cuando explotó y su leche caliente comenzó a llenarme toda. Es increíble la enorme cantidad de semen que puede generar y expulsar por su polla, esta vez repitió la escena y pude sentir como me llenaba. Pero no se detuvo y su polla tampoco se reblandeció, siguió embistiéndome con golpes duros y firmes; gruñendo y resoplando contra mi pobrecito coño, ya hinchado y enrojecido. De a poco se fue calmando hasta que se detuvo y se apoyó en mi espalda.
Estuvimos así un tiempo indeterminado, hasta que me di cuenta de que, si alguien bajaba por las escaleras, estaríamos completamente expuestos. Entonces me volví a limpiar los restos de semen de su polla delicadamente semi erecta, recogí todo con mis dedos, enseguida me chupé de los dedos los restos de esperma y le dije de ponerse en orden los shorts. Por otra parte, mi coño estaba rezumando semen y también tuve que limpiarme la leche que escurría por mis muslos.
En el día a día continuamos con nuestro disciplinado comportamiento como madre e hijo. ciertamente teníamos fugaces momentos para alguna que otra caricia, pero por lo general nos manteníamos tranquilos y alejados el uno del otro. Tampoco yo lo atosigaba con manifestaciones de tipo sexual cada vez que lo veía. Nos comportábamos como dos personas normales. El tiempo tampoco nos favorecía mucho, la mayor parte del tiempo estábamos en medio a toda esa gente; afortunadamente, los abuelos se fueron tres días antes de que Gianni y Luisa volvieran a la universidad. Entonces comencé a desesperarme un poco pues el tiempo se nos acababa y era probable que no lo volvería a ver hasta dentro de otros dos o tres meses, lo que significaba que no tendría sexo con él, eso era impensable.
Pero no todo era tan simple, había un par de cosas que me complicaban y me inhibían de iniciar cualquier cosa con él. Una, que no quería por ningún motivo que se sintiera forzado a tener relaciones conmigo. Sé que suena bastante pasivo de mi parte, pero hay que considerar que esta era una relación incestuosa y penalizada por la ley y la sociedad, no quería ser yo quien perpetuara esto si él se sentía reacio a hacerlo. Podía entender que él se cansara de mi cuerpo de mujer mayor, eso sería algo natural para un joven de su edad. La otra razón era algo má complicada.
Aún recuerdo vivamente el día que caminé por ese pasillo y entré en el cuarto de Gianni después que él me había estado espiando en una de mis sesiones de autoerotismo, lo creas o no, era la primera vez que me atrevía a tanto e iniciaba el sexo entre nosotros. No quiero ser malinterpretada, siempre fui muy activa con mi marido, pero era él quien siempre iniciaba todo, a menudo estaba constantemente cachonda, pero jamás me permitía de tomar alguna iniciativa al respecto. Me gusta ser sumisa, me gusta ser seducida, creo que soy una falsa pasiva. Me gusta ser controlada por mi hombre. Me gusta verlo dueño de sí y de mi coño. Me gusta sentirlo dispuesto a tomarme y hacer todo lo que se le antoje conmigo. Por ejemplo, la forma en que Gianni me tomó el otro día en el sótano me hizo alucinar, me encantó su forma de comportarse. Tomó lo que él quería, mi coño. Me sometió y disfruté cuando me folló con su enorme polla. Soy sumisa y él me poseyó, tomándome en forma exquisita.
Mi deseo era que Gianni volviera a ser lo suficientemente audaz y volviera a sorprenderme en algún rincón de la casa y me sometiera a sus deseos. Yo como amante y como madre me concedería a los locos deseos lujuriosos de él. Y mi mayor temor era que él no se cuidara de mi sexualmente, del mismo modo en que yo lo cuidaba como hijo. ¡Oh, Dios! Sufro pensando en que ese día algún día llegará y sé que me costará mucho asumirlo. Mi idea es que él nunca se cansara de mí y me follara por el resto de mis días. Curiosamente él logró sorprenderme enviándome un correo electrónico por WhatsApp.
“Mami, mi amigo Paulo me ha dado
las llaves de la casa de su familia que
está en Europa.
Ahí estaré yo mañana por la tarde. Ve
modo de escaparte para allí, solo procura
de llevar un hermoso par de bragas sexys”
Esto me sorprendió sobre manera. Era algo totalmente nuevo y original. Afortunadamente, mi marido estaba ausente y Luisa no se preocuparía mucho de que yo me ausentara por la tarde. Pero lo que realmente me encendió fue un segundo correo que llego un poco después.
“Sé que eres mi madre la mayor parte
del tiempo, pero mañana por la tarde
serás solo una mujer a la que quiero
montar y follar. De solo pensarlo mi
polla se pone dura como palo, pero no
me voy a correr ni estaré con nadie,
conservaré todo, todo solo para ti”
No había terminado de leer y mi coño ya se contraía y se humedecía pensando en esa “polla dura como palo”.
No sé si a ti como lector esto te caldea en algún modo, pero a mi esto me puso en llamas. Mis fosas nasales se expandieron y mi respiración se hizo agitada, mi cuerpo entero se puso caliente. Mis tetas cosquilleaban y mis pezones luchaban tratando romper la tela de mi delgado sostén; pero lo más significativo de mi estado confusional de calentura, es que abrí mis piernas y acaricié mi conchita húmeda y caliente. Hundí mi mano en mi entrepierna; llevaba pantalones, bajé el cierre y metí mi mano sobre mi concha peluda y detecté el alza de temperatura en mi pequeño orificio cubierto de gotitas como el rocío del amanecer. Hubiera sido muy fácil bajarme los jeans y tocarme, tocar mi clítoris erguido. Mi coño reclamaba algo de atención, quería sumergir mis dedos en esa lava caliente, o mi consolador favorito, o un maldito bate de beisbol grueso y duro para follarlo como loca. Pero resistí toda tentación, preferí esperar, saboreando y sufriendo con ansias la esperar, no debía anticipar nada; Gianni pensará a todo mañana y me someterá a sus pasiones y deseos. No perdí tiempo y le escribí confirmándole que estaría allí sin falta. No quise decir nada más, mi Gianni estaba a cargo de todo, él tenía el control ahora y yo solo debía obedecer sus órdenes.
El día siguiente se hizo demasiado largo y es poco o nada lo que podría comentar al respecto, excepto que me pareció una tortura asiática el esperar que esos miles y miles de segundos transcurrieran e hicieran avanzar las horas. Todo sucedía exageradamente lento y mis pensamientos cachondos me obligaron a cambiar mis bragas en dos ocasiones. No podía pensar a nada más que a la polla de mi hijo. Ya a las primeras horas de la mañana mi coño estaba completamente mojado, parecía salir humito de la convergencia de mis piernas. Cada movimiento que hacía, mi cuerpo temblaba, mis tetas temblaban, mis pezones se estremecían, mi coño se contraía; todo me hacía tomar conciencia de lo cachonda que me ponía mi hijo. Por ejemplo, mientras limpiaba unos libros de la estantería biblioteca, me senté en una silla otomana a horcajadas, la mullida superficie aplastó de lleno mi vulva abierta e inconscientemente me mecí con mis caderas pensando a ser follada por la hermosa polla de Gianni. Tuve varios escalofríos que recorrieron todo mi cuerpo, pero me resistí y evité correrme como una puta frotando mi panocha contra la silla,
Como dije, mi esposo estaba en uno de sus viajes y más tarde Luisa vino a avisarme que estaría en casa de una amiga; esto simplificaba todo; casualmente mencioné que saldría también yo a visitar a una amiga y no sabía la hora que regresaría a casa; Luisa pareció no sorprenderse de nada y siguió con sus actividades y yo seguí pensando a Gianni.
Más tarde me duché un largo rato para enfriar mi cuerpo, luego comencé a escoger la ropa para vestirme. Esta era la primera vez que tenía una cita con otro hombre. No importaba que fuese mi hijo. No sabía que ponerme. Con mi marido no hay problema, él me acaricia, me desviste, me posee y me hace feliz. Pero jamás tuve el problema de prepararme para alguien más, así que me resultaba difícil encontrar lo más apropiado para vestir. Me probé varias prendas, finalmente me decidí por lo clásico. Pequeña tanga roja con sujetador a juego y un par de medias de nylon negras autoadherentes, con tacones altos. Del resto una blusa burdeos y una falda negra plisada.
Apenas comenzó el ocaso me colé a la casa de los vecinos, Luisa había salido media hora antes, así que teníamos todo despejado y podía moverme con cierta tranquilidad. Miré para todos lados antes de sonar el timbre, ya que no falta la vecina chismosa que todo lo ve. La puerta se abrió y me encontré de frente con mi hijo.
—Hola, Giovanna … Ven … Ven, entra …
Era la primera vez que él me llamaba por mi nombre, cosa que me sorprendió un poco, pero al mismo tiempo me pareció que nuestra aventura era más real que nunca.
—Gracias, querido Gianni … Y tú, ¿Cuánto tiempo llevas aquí? …
—¡Uhm! … Yo he estado aquí todo el día … Y sabes que mi polla también ha estado dura todo ese tiempo … ¿Quieres sentirla? … ¿Quieres probarla? … ¿Qué tal si me dejas meterla en ese coño tuyo caliente y peludo? … ¿Te gustaría hacer eso? …
Sus palabras me hicieron jadear y estremecer, respondí casi balbuceante.
—Sí … Sí … Ya sabes que eso es lo que quiero … ¡Oh, Gianni! … No sabes cuanto lo quiero …
—Eso, Giovanna … Dime lo que quieres … Dime como te sientes ahora mismo …
Su voz era ronca, gemí escuchándolo y sentí una sofoco de calor por todo mi cuerpo.
—Lo quiero, Gianni … ¡Oh, Dios! … Quiero tomarla y chuparla … Y quiero que después me folles … Quiero que me la metas muy dentro de mí y que me acabes dentro … Quiero sentirme llena de ti, Gianni …
—No desesperes, Giovanna, que ya viene eso … Dime ¿Cómo te sientes ahora? … ¿Tienes el coño mojado, Giovanna? … ¡Está tu panocha lista para ser follada? …
—¡Oh, sí! … ¡Gianni, sí! … Estoy toda mojada … Toda la noche esperaba este momento … Estoy lista …
Me estaba volviendo loca con sus palabras. Estaba un poco aturdida y prácticamente mi voluntad estaba en manos de mi hijo; podía hacer cualquier cosa conmigo. Con solo escuchar su voz ya mi coño se preparaba con temblorosos estremecimientos, casi un mini orgasmo permanente. No conocía la distribución de la casa de Paulo, así que Gianni me tomó de la mano y me acompaño a una habitación. Allí, él me tomó en sus brazos desde atrás casi por sorpresa.
—¡Oh, Dios! … Me asustaste … ¿Qué haces? …
—Voy a controlar si tu coño está preparado para follar …
—Sí, lo está … Estoy muy excitada y mojada …
Intenté girarme, pero él me mantuvo estrecha a su cuerpo. Podía sentir su respiración en mi cuello mientras sus manos masajeaban mis tetas por sobre el vestido.
—¡Uhm! … Veamos …
Su mano se enfiló bajo mi falda, en menos de lo que canta un gallo sus dedos recorrieron mi vulva peluda y cachonda; me encontré extendiendo un poco mis piernas y Gianni toco con sus dedos mis candentes labios vaginales. Me sonrojé como una colegiala cuando sus dedos penetraron mi vagina acuosa, caliente y empapada; bastó un poco de presión y estaba dentro de mí; mis piernas temblaron y casi me desmayo por la intensa sensación que me provocaban sus dedos.
—¡Guau, Giovanna! … Pero si este coño se está derritiendo … Lo que necesita urgentemente es una polla, ¿no es verdad? …
—Sí, Gianni … Sí … Necesito que me follen … Vamos, folla a mami, por favor …
—Vamos a remediar inmediatamente eso, Giovanna …
Me detuvo y me empujó sobre una cama. Instintivamente me volteé, cogí sus shorts y rápidamente los tiré hacia abajo, dejando al descubierto su monstruosa polla caliente y tiesa. Me quedé embelesada contemplando la belleza de su pene, adornado con ricitos oscuros. Sentada en la cama lo sostuve con ambas manos, comencé a magrearlo hacia arriba y hacia abajo, entonces me lo llevé a la boca; alcancé solo a darle un par de lengüeteadas a su glande luciente y afelpado, cuando él empujó mi cabeza alejando su polla de mi boca.
—Espera Gio, no tan rápido … Quiero probar esa sopa de tu panocha … Así caliente y abundante debe ser algo exquisito …
Hábilmente me quitó las bragas y las arrojó a los pies de la cama, luego me hizo levantar las piernas en altura hasta casi tocar mis senos y las abrió todo lo que pudo. Tenía los ojos brillosos y una mirada hambrienta, llena de libidinosidad. Su respiración era agitada, parecía un animal en celo. No había mucha delicadez ni juego. Todo se había transformado en una tórrida calentura cruda y sexual. Había un deseo voraz de sexo y a mí me gustaba lo que estaba sucediendo. Todo era deseo. Él sabía muy bien lo que quería y lo iba a conseguir, me estaba dominando y yo quería ser dominada por él. Su cálida respiración se sentía sobre mí piel. Mi coño estaba abierto y expectante. Creo que podía oler mi propia lujuria y mi cachondez había escalado a límites exorbitantes.
—Voy a chuparte el coño, Giovanna … Me comeré tu puto coño mojado …
Dijo mientras besaba mí coño expuesto y accesible. Pude ver y sentir su lengua que se desplazaba ávidamente entre mis labios hinchados. Sus manos separaron mis nalgas y dos de sus dedos se embadurnaron con los fluidos de mi conchita y luego los introdujo en mi apretada estrellita anal. Suspiré y gemí apretando sus dedos con mi culo mientras incontrolables escalofríos recorrieron mi cuerpo. Intenté hacer que me follara con esos dedos en mi trasero, pero no tuve muchos resultados dada la posición en que me encontraba. Bajé un poco las piernas para rodear su cabeza, él tenía su boca pegada a mí panocha, me moví y me retorcí tratando de que sus dedos fueron más profundos en mi apretado culito; también restregué mi coño en su boca. Gianni hacía ruidos de succión y sorbeteo, estaba chupando mi panocha y tragaba todos mis jugos. Los temblores en mis piernas y la curvatura de mis deditos de los pies me anunciaban de estar muy próxima a un orgasmo estupendo. Cuando sentí su lengua invasora azotando mi clítoris; estallé en oleadas de placer celestial, me pareció de estar en el paraíso y perdí el control de mí misma.
—¡Ahhhh! … ¡Ahhaaaa! … ¡Uy que rico! … ¡Mmmmmmm! … ¡Ssiii! … ¡Ummmmmm! … ¡Hmmmmm! … ¡Umpf! … ¡Ahhhh! …
Mi corazón quería escapar de mi pecho y mi cerebro estaba obnubilado por las sicalípticas sensaciones que golpeaban todo mi ser. La excitación y la lujuria me abrumaron. Lo que él quisiera hacerme podría hacerlo; mi cuerpo y mis emociones le pertenecían por completo, ya no había nada de voluntad en mí. A medida que las electrizantes oleadas de placer comenzaron a amainar, mí deseo era solo uno y se lo hice saber a mí hijo.
—Por favor, Gianni … Fóllame … Folla mi coño … Te necesito en mí …
Él se puso de pie. Su rostro brillaba bañado con mis jugos de coño Lo miré un poco sorprendida, él estaba desnudo, no sé ni cuando ni como él se quitó la ropa; pero estaba allí desnudo con su polla bien dura y parada apuntando hacia el cielo. Mientras me acercaba para agarrarlo, él me tomó y me puso de pie. Rápidamente terminó de despojarme de mis prendas de vestir para dejarme a la par de él, totalmente desnuda; cuando desenganchó mi sostén mis tetas cayeron libres. Sentí que mis pezones estallarían cuando sus manos los rozaron levemente. Me giró y me empujó sobre la cama, quedé a lo perrito al borde del lecho con mi trasero hacia él. Instintivamente abrí un poco las rodillas para presentarle de lleno mi panocha a su polla.
Me incliné y pasé mi mano por entre mis piernas, agarré su polla enhiesta y la alineé con mi coño que no esperaba otra cosa que esa maravilla de carne tiesa y gorda. Tirité cuando sus grueso glande se apoyó contra mi labia, creo que aún mi cuerpo gozaba de mini orgasmos, por lo que supongo que mi conchita estaba apretadita y jugosa. Se inclinó un poco hacia mí, me tomó por las caderas y empujó al mismo tiempo que yo retrocedía con mi posaderas, me enterró su pene de un solo golpe hasta las bolas. ¡Oh, Dios! Sentí un placer delicioso. Hay muchas cosas en la vida que me causan placer, pero la sensación alucinante y maravillosa de una polla caliente, dura y larga que te taladra el coño, debe estar entre los placeres eximios de la vida.
Gianni me mantuvo aferrada por las caderas mientras me follaba en lo más profundo de mi conchita. Él era un “gruñidor”, el único sonido que llenaba la habitación era el suyo.
—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Urghhh! … ¡Umpf! … ¡Urghhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Mi coño caliente y peludo quería que mi hijo se corriera dentro. Podía sentir sus bolas golpeando mí clítoris con cada embestida suya. Entre los gemidos míos y los gruñidos de él, podía también escuchar el sonido de su pene chapoteando en mi encharcada vagina, acariciando y estirando mis paredes vaginales como delicados fuelles. Me fue imposible contabilizar la cantidad de orgasmos que tuve, o si hubo pausa entre ellos; más me parecía estar en un estado de gracia y de goce perpetuo. Mi cuerpo se estremecía y temblaba, me era imposible contener el movimiento de mis piernas tembleques. Sus embestidas aumentaron en intensidad, fuerza y velocidad. Prácticamente me levantaba en el airé con cada estocada de su daga de carne. Pensé que moriría empalada en su aguijón de acero, pero renovadas energías volvieron a mi cuerpo cuando escuché a mi hijo decir.
—¡Vamos, Giovanna! … Folla mi polla … Fóllala Giovanna … Fóllala con fuerza … ¡Ohhh, Giovanna!, no hay nadie como tú …
Empujé hacia atrás con vehemencia, concentrándome en aferrar su polla con fuerza, apreté todos mis músculos vaginales y gruñí como una loba en celo.
—¡Uhrg! … ¡Uhrg! … ¡Uhrg! … ¡Umpf! … ¡Uhhhhhh! … ¡Uhrg! … ¡Uhrg! … Folla a mami … Folla a mami … ¡Uy que rico! …
Cuando su intensidad alcanzó el ápice, instantes antes de comenzar a chorrear su esperma dentro de mí, me aferró por los hombros y comenzó un endemoniando movimiento de mete y saca de mi coño con renovado vigor. La poderosa combinación de pasión y castigo a mi chochito azotado me trasportó a la cima de una ola de pasión y me corrí en un tsunami enorme, de temblores y chorros que saltaban desde mi vagina a la cama y escurrían por mis piernas.
—¡Ahhhhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ahhhhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ja-ja-ja-ja! … ¡Ahhhhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ja-ja-ja-ja! … ¡Ahhhhhh! …
Gemía y reía como una loca empalada en la polla de mi hijo y sintiendo los borbotones de esperma que rebalsaban el interior de mi vientre. Finalmente, con un último empujón, él se dejó casi caer sobre mi espalda con su torso sudado. Nos quedamos así por un rato, luego mis rodillas cedieron y me fui hacia adelante, apoyando mis tetas sobre el edredón y dejando mis piernas abiertas para mantener la polla de mi hijo dentro de mí; luego él se tumbó a mi lado llevándose su polla de mi conchita inundada; lo miré y antes de que se reblandeciera del todo, me agaché sobre su abdomen y comencé a chupar los restos de su semen y mis fluidos, dejándolo limpio y preparado para continuar con nuestra cita cachonda.
Hablamos de muchas cosas, pero sobre todo de nosotros, luego yo lo monté y lo folle. Reposamos un poco y él volvió a follarme con el ímpetu y vigorosidad de su juventud. Continuamos a decirnos cosas sobre nuestros deseos y fantasías, entonces le pregunté a él por Paulo y Gianni me sorprendió preguntándome a su vez.
—¿Querías que él estuviera aquí para follarte junto a mí? …
—¡Gianni, por Dios! … No le digas estas cosas a tu madre … ¿Acaso te volviste loco? …
—¡Uhmmm! … No sé porque, pero no te creo …
Había una hermosa y cínica sonrisa en su rostro.
—¡Ay, hijo! … No te imagines cosas con tu vieja madre …
—Para empezar, no estás vieja para nada … Te gusta la carne tierna y Paulo es un joven que no te despega los ojos cuando te ve …
—¡Por Dios! … No sigas … Nunca te hubiera perdonado algo así …
Mientras respondía, se enderezó en uno de sus codos y metió dos de sus largos dedos dentro de mi coño empapado, mis piernas se abrieron automáticamente sin que yo hiciera nada.
—Estás mintiendo, Giovanna … Estoy seguro de que te hubiera encantado tenernos a mí y a Paulo para follarte hasta el amanecer …
—Gianni, termina con este jueguito estúpido … Soy una mujer seria y soy tu madre, no lo olvides …
Pero mis acciones me delataban, tomé su mano y la comencé a follar lentamente, gimiendo y contorsionando mi cuerpo, mientras el insistía que mi coño necesitaba dos pollas al mismo tiempo.
(Continuará …)
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