Creciendo como un niño dotado 4 – Tendencia obsesiva
Adicción infantil.
Las partes anteriores de esta historia:
1 https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/incestos-en-familia/creciendo-como-un-nino-dotado/
2 https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/creciendo-como-un-nino-dotado-2-ataque-de-sarna/
3 https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/creciendo-como-un-nino-dotado-3-recompensa-del-heroe/
Ya habían pasado meses desde que comencé a tener sexo con Melanie, a diferencia de mí, que solo había recibido orales de mi tía, ella ya tenía experiencia con el sexo desde antes de conocerla, así que imaginen una chica de 11 años conocedora de sexo, con desarrollo temprano y los cambios hormonales que eso implica y apurada a exprimirme como una esponja. Pues ella sabía que estando en sexto pronto entraría a la secundaria y nos veríamos mucho menos en el mejor de los casos, era claro que ella quería tener sexo cuantas veces fuera posible.
Por mi parte yo pensaba que tener sexo casi diario era la cantidad normal, me molestaba un poco el hecho de que no tenía amigos, no jugaba con otros niños, ya que me la pasaba con Melanie, Sonia y Leslie, pero se me quitaba la molestia después de manosearlas un poco, lo cual y con la condición de que nadie nos viera podía hacer a voluntad y deberás me gustaba levantarles la falda y apretar sus nalgas.
Tal vez unos cuantos años antes de lo normal yo ya empezaba a apreciar el cuerpo femenino, en gran parte porque con 11 años ellas ya empezaban a tener un cuerpo notablemente femenino muy diferente a los nada llamativos cuerpos de mis compañeras de 6 años (Lo cual me hace teorizar que la razón por la que no nos llaman mucho la atención las niñas cuando somos pequeños es porque las niñas que conocemos a esa edad y con quienes pasamos el tiempo simplemente no son llamativos).
Incluso cuando no tenía sexo con ellas pasaba mi recreo platicando y notaba la diferencia. Los niños y niñas de primero solo se pasaban el recreo jugando, mientras que los de quinto y sexto la mayor parte del tiempo solo… platicaban.
Y platicaban de sexo, MUCHO, especialmente las niñas, incluso las que no eran mis amigas lo hacían bastante, la única diferencia era que tanta experiencia demostraba cada niña en estas discusiones. Ahora, los niños decían cosas de sexo, pero las niñas de hecho tenían conversaciones en vez de solo insultos y presumir.
Ya era diciembre e iniciaban las vacaciones de invierno por lo que no las vería por 4 semanas, y mientras todos los niños estaban felices de ya no tener que ir a la aburrida escuela yo no sabía que hacer durante todo ese tiempo, mi madre iba a estar ocupada trabajando y no íbamos a salir de la ciudad.
Nada particularmente intolerable, los primeros días se pasaron sin problemas, pero poco después lo sentí: Ansiedad, enojo, depresión y desesperación. Y aunque no tenía la edad para leer «Síndrome de abstinencia» en el diccionario era lo suficiente listo para intuir que si quería calmarme y volver a la normalidad tendría que tener sexo.
- ¿Bueno? – Dije a la bocina del teléfono.
- ¡Hola! Ali, como estas. – Contesto mi tía, quien yo sabía, vivía sola.
- Tía quiero tener sexo contigo.
- ¡Shhhh! no lo digas tan alto. – Remarco con un tono de sorpresa.
- Dana no está en la casa.
- Ah ¿Si? – Incrédula, seguramente por mi asertividad que parecía venir de la nada.
Inmediatamente el tono de mi tía cambio de nerviosismo a una picardía casi lujuriosa.
- ¿Y tú como sabes de sexo?
A pesar de todo lo que había hecho con mi tía, ella nunca se refirió a lo que hacíamos como sexo, solo era «El Juego». Guarde silencio por un tiempo, debido a que ese era mi secreto con Melanie.
- Si estás guardando un secreto sabes que me lo puedes contar por qué guardas uno conmigo, y es el secreto más secreto de todos.
Lo pensé por un momento y lo que ella decía tenía sentido.
- Me enseño una amiga.
- ¿A si? ¿A qué hora llega tu mamá?
- Dana llega a las 3 de la tarde. – En el reloj marcaban las 9 de la mañana.
- Bueno, voy para tu casa y me cuentas a mí.
Mi tía llegó a las 10, vestida de forma muy provocativa eh inmediatamente tuve una erección, se podría decir que yo también iba vestido provocativamente, aunque de forma accidental. A pesar del invierno en el lugar donde vivo hace calor constantemente por lo que tenía un pataloncillo corto (shorts) que acentuaban mucho mi erección, de tamaño exagerado para mi edad que de nuevo, no esperen muchos milagros, mi pene aún media lo mismo.
Al entrar a la casa me pregunto si mi mamá en serio no estaba en casa, al afirmarlo me agarro el pene y dijo.
- Que bien, siempre quise agarrarte el pito en tu casa.
La invité a pasar
- Platícame de esa amiga. ¿Qué edad tiene? – Incluso ella tenía el sentido común de no preguntar directamente por Melanie.
- 11.
- ¿Con qué una putita? – Dijo con una sonrisa, no como insulto, simplemente quería que el ambiente fuera más erótico. – Está bien, mientras no sea otra adulta, no me importa que te cojas a otras niñitas.
Creo eso me impacto bastante, siempre había visto a Melanie como una adulta, que una adulta de 22 años le dijera niñita me dio un indicio de la impactante diferencia de nuestras edades.
- Nomas estoy triste porque quería ser tu primera putita. – Y puso cara de puchero. – ¿Y, como me vas a quitar lo triste?
No entendí el doble sentido, y le di un beso en los labios pensando que eso funcionaria, y proseguí metiendo mi lengua, en parte porque pensaba que todos los besos tenían que tener lengua de forma obligatoria.
Ella abrió su boca y recibió mi corta lengua, pero al ser muy pequeña mejor metió ella la suya en mi boca.
- Vamos a comprobar que tanto te enseño esa pendeja. – Dijo susurrando en mi cara.
A diferencia de otras veces donde ella tenía que hacer todo el trabajo, previas experiencias con ella (ver parte 1) me habían enseñado que tenía que tomar el control de la situación y tendría que utilizar lo que Melanie me había enseñado en todos esos meses. Aunque debo admitir que hubo algunos problemas, mi tía era más alta que Melanie por lo que tuve que dejar de besarla para que mi mano alcanzara su vagina, una vez ahí la comencé a masturbar frenéticamente.
- Puta madre. – Exhalo ella. – Pinche niña caliente.
Ella se dobló un poco para que pudiera volver a besarla al mismo tiempo que la masturbaba, aunque me costaba coordinarme y mi brazo me dolía un poco. Continúe eso hasta que se vino y sin darle tiempo a respirar la moví para ponerla de perrita. En realidad yo no tenía la fuerza para hacerlo, pero ella se movió en cuanto vio mi intención, le subí la falda de su vestido y con rapidez empece a sacarle la tanga que tenía puesta, con lo cual ella ayudó casi con más emoción que yo.
Me puse detrás de ella, la tomé de las caderas y de una estocada se la metí, ella dio un pequeño grito, mi pene no era un reto para ella a pesar de su tamaño, pero y he aquí un hecho que le pueden preguntar a cualquier pedófila, no importa el tamaño, los niños (implicando que estén entrenados psicológicamente) le dan siempre fuerte, rápido y no se cansan y eso hice, durante muchos minutos ininterrumpidos la penetre tan fuerte y rápido como me fuera posible, fácilmente compensando por tamaño y experiencia.
Rápidamente ella gemía y se agitaba de adelante hacia atrás y le jalé el cabello.
- No… mames… -decía sin poder hablar bien por el movimiento.- Esa perra… te enseño bien.
Me estaba hartando un poco de que le dijera cosas a Melanie, y me desquite dándole aún más fuerte de ser posible y me vine dentro de ella. Habíamos olvidado el condón y ella que yo ya podía eyacular, gracias al cielo no se embarazó. Y gracias a mi edad mi pene se mantuvo erecto después de eso, tan solo recuperé el aliento y continué.
Cuando terminamos al fin apenas era el medio día.
- Oye, en verdad eres bueno. – Estábamos acostados uno junto al otro en el suelo, la cabeza a la misma altura, pero ella bajo lentamente a limpiar mi pene con su lengua. – La putita esa no está tan idiota después de todo.
Por fin me enojé con mi tía, no iba a dejar que llamara a Melanie con esos insultos y le di una bofetada en la cara con todas mis pequeñas fuerzas. Lo suficiente para voltear su cabeza.
- No digas cosas feas de ella. – Dije enojado.
Me di cuenta de lo que había hecho, y olvidando el lado masoquista de mi tía me preocupe, pero espere a ver su reacción.
- Sí… – Respondió ella de forma sumisa, viendo al suelo y tras un respiro dijo. – …señor.
Y continuo dándome un oral.
- Lo que tú quieras.
3 horas después llego mi madre, en ese entonces mi tía y yo ya habíamos descansado, y hasta me preparo una comida.
- Hola, vi tu carro ahí afuera. – Mi madre le dio un beso en la mejilla a su hermana. – ¿Qué haces aquí?
- Yo venía a entregarte esto. – Mi tía le mostró el vestido en el que me la había cogido el cual era la excusa con la que había venido, hasta tenía un cambio de ropa preparado. – Quiero ver si te queda porque es para una amiga que tiene tu talla.
- Claro, déjamelo y yo me lo pruebo. ¿Y a ti como te fue? – Se inclinó para preguntarme.
- ¡Bien, me invito a ir a su casa el fin de semana!
- ¿En serio? – Pregunto mi madre a mi tía, quien por un momento mostró una cara de absoluta sorpresa, pero que oculto rápido.
- Si. – Dijo ella.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!