Cuarentena en la cabaña
Milo y su esposa Alejandra tienen una propiedad a las afueras de la ciudad donde pasarán la cuarentena junto con sus hijos Edgar y Beatriz.
Corrieron con suerte durante la cuarentena, teniendo una pequeña propiedad a las afueras de la ciudad, Milo (38) junto a su esposa Alejandra (36) y sus 2 hijos Beatriz (10) y Edgar de (17), tomaron algo de ropa y alimentos, la pequeña casa contaba con todos los servicios básicos, incluso Internet, la electricidad era proporcionada por paneles solares algo limitados, el agua debía ser bombeada cada determinado tiempo y el Internet era algo lento, la tierra era muy fértil preparada para ser sembrada, Milo era agrónomo, sacaría provecho de eso, habían algunos problemas, no había lavadora, era mejor optar por cocinar con fuego y la calefacción consumía mucha energía, tendrían que utilizar las estufas.
El pequeño arroyo a escasos metros de la casa estaba crecido, Milo debía talar algo de leña pero Edgar no quiso ayudarlo, a unos 50m había un especie de granero donde podrían haber algo de leña almacenada, para llegar allí tenía que usar un bote con remos, había algo de leña seca pero no era suficiente para esa noche, tomó el hacha y cargó la carretilla con madera que fue apilando dentro del granero, puso una pequeña cantidad en el bote cruzando el arroyo hasta la cabaña, hizo solo 2 viajes almacenando la mayoría de la madera en el granero, encendió el fuego, su esposa tenía el almuerzo casi preparado, los niños al llegar automáticamente se ocuparon con sus dispositivos electrónicos, no estaban muy felices de estar lejos de todo. Por la tarde Alejandra limpiaba y aireaba la casa con ayuda de la pequeña, Beatriz se distrajo y tocó unos arbustos cortando sus flores, después de unos minutos tenía comezón en todo el cuerpo acompañado de ronchas principalmente en las manos, brazos y cara, tenían una reacción alérgica, su madre uso una pomada cubriendo cada roncha, pasó el resto del día en la cama.
Al otro día la niña se levantó de su cama con un pijama muy verañego a desayunar, se sentó frente a su padre con los dos pies sobre las sillas y sus rodillas cerca de su pecho, Milo creía ver que ella no traía ropa interior y tenía algunas ronchas aún.
– ¿Tines comezón?
– Ya no, mamá pero puso una pomada anoche.
– ¿No crees que tu pijama es un poco…fino para la época?
– Milo deja que vista como quiera – dijo Alejandra.
– Esta bien pero pienso que hace frío para vestir así.
Sentado bebió su café viendo el cuerpo de su hija, se asomaban 2 pezones rosados que se veian debajo de su ropa, la costura de su pequeño short dividía perfectamente sus labios vaginales, él se puso de pie para lavar su taza, estando de pie bajó la vista y por la pierna del short podía ver y confirmar que la niña no traía ropa interior, se volvió a sentar frente a ella observando su cuerpo.
– ¿Por qué la ves así? – dijo Alejandra.
– Ehh…solo estoy pensando que pudo tocar para terminar así…
– Ella tocó todas las flores que vió…
– Es difícil saberlo entonces…buenoo veré que más queda por hacer.
Milo besó a su esposa y abrazo a que hija despidiéndose. El primer viaje al granero Edgar acompaño a su padre pero para el segundo ya no quiso ir y se encerró en la habitación, Beatriz estaba sentada viendo a su madre lavar la ropa, Milo le preguntó si lo acompañaba ya que desde que llegaron no había salido de la casa más que unos metros fuera, se subieron al bote y al llegar al otro lado la niña se sentó en una piedra viendo hacia el lago mientras su padre cargaba la madera, él se tomó un pequeño descanso sentándose junto a ella, veia de reojo todo su cuerpo.
– Papi, ¿qué le pasaba a mamá ayer?
– ¿Cuàndo?
– Ya era tarde en la noche, se quejaba de dolor.
Milo recordó que la noche anterior había tenido sexo con su esposa, la pareja ya se había desgastado, ella gemia como perra, el le había pedido que no lo hiciera ya que los niños estaban cerca pero ella no le importó, el sexo era una rutina mediocre para él, ella parecía disfrutar pero él prefería masturbarse, ahora veía a su niña con otros ojos, recordó esa mañana con su pijama de tela muy fina, como se transparentaba su cuerpo, un hermoso cuerpo, sabía que ella no mostraría su cuerpo sin motivo, su reacción alérgica podía ser la excusa perfecta para él.
– Anoche con tu madre hacíamos cosas de grandes.
– ¿Qué es eso?
– No importa, ya lo sabrás cuando seas grande. Ahora muestrame.
– No papi, alguien me puede ver y hace frío.
– Estamos lejos de todo, aquí no hay nadie, somos solo nosotros…¿vamos al granero mejor?
– Bueno.
Comenzó por su cara fingiendo que analizaba sus ronchas, le quitó su bufanda viendo su cuello, de vez en cundo tocaba sus ronchas preguntando si tenían comezón o ardor, quitó su abrigo grueso y su suéter dejándola solo con una playera, la cual levantó dejando ver su abdomen, tocó sus caderas muy pensativo, subio más su playera viendo sus pechos, eran pequeños pero no estaba totalmente plano, con su pulgar derecho rozó «disimuladamente» su pezón.
– ¿Sientes algo?
– No se…
¿Cómo?
– Cosquillas, pero no pica ni arde…
Dejó su pecho y tomó sus manos donde si tenía ronchas, las acarició y besó, girando su cuerpo para ver su espalda, le quitó su playera y besó sus hombros, acariciando sus brazos, levanto sus brazos sentándose detrás de ella, extendió sus manos y acarició sus dos pechos.
– ¿Papi…?
– En tu espalda apenas se ven…tienes algunas.
– Papi… Ya no me veas.
– ¿Por qué?
– Me da pena…
– Soy tu padre, no tienes que sentir pena Bea. Puedes cerrar los ojos si quieres.
– Si.
Estiró su ropa viendo sus nalgas pero estaban cubiertas por la tela de su ropa interior, bajó su pantalón y en sus piernas no tenía ninguna roncha, giró su cuerpo quedando frente a frente, tomó su cuerpo como una bebé boca arriba, y terminó de desnudarla, ella tenía sus ojos cerrados haciendo fuerza para no abrirlos, Milo abrió sus piernas y vio su hermosa vulva, separó los labios viendo su entrada vaginal, se moría por probarla, solo tuvo valor para tocar sus labios y apenas rozar su orificio, recorrió con su lengua toda su vulva y la ayudó a vestirla, sentía que su verga explotaba.
Al volver a la casa casi tuvo que correr al baño, se masturbo recordando el cuerpo de su hija, como lo tocó y su sabor.
Alejandra tenía preparado un pequeño bolso, iria a casa de su madre a llevarle algunas cosas y de camino haría unas compras de emergencia, Milo le sugirió que llevara a Edgar para que saliera un poco, cruzó los dedos para que este aceptara acompañar a su madre. Eso le daría unas 3 horas solos con la niña, Beatriz estaba en su habitacion escuchando música.
– Bea, quitate la ropa que te pondré la pomada.
– Esta bien papi.
La niña se desnudó, cerro sus ojos como su padre le había dicho antes y se sentó esperando a su padre, quien puso pomada en su cuerpo aleatoriamente ya que no había rastros de las ronchas, al llegar a las piernas levemente las separó flexionandolas, cambió la pomada por el lubricante untando sus dedos.
– Puede que esto te arda o duela.
– ¿Mucho?
– Solo un poco.
Con su dedo índice lentamente entró en su virgen vagina, estaba muy apretada, le dio un beso en cada muslo mientras avanzaba más adentro de su vagina, lo resistió bien, Milo dudaba si podría introducir otro dedo, uso más lubricante y lo introdujo.
– Eso duele papi…
– Respira Bea, esta pomada es muy buena.
– Mimi no me puso ahi…
– Creo que no vio que también habían ronchas aquí.
Su pene estaba durísimo, antes se había descargado en el baño, pero ahora ya no resistía, desprendió su pantalón cayendo al suelo, con su mano libre comenzó a masturbarse, su glande estaba húmedo. Vació el pomo de lubricante en su pene y en la entrada de la vagina de Beatriz, poco a poco fue entrando en ella, el pequeño esfínter se abría por primera vez a un pene, se sentía muy apretado y caliente, se veía la incomodidad de la niña en su rostro, Milo pego su cuerpo al de ella acercándose a su cara, su respiración chocaba en el cuello de ella.
-Papi estas muy cerca.
– Abre los ojos.
La niña abrió sus ojos como platos al ver a su padre sobre ella prácticamente desnudo.
– ¿Recuerdas que preguntaste que hacíamos tu madre y yo anoche?
– ¿Si que hacían?
– Esto…
El tomó distancia de su hija separando su torso, ahí ella pudo ver como estaba conectada con su padre.
– ¿Esto es hacer cosas de grandes?
– Si.
– ¿Entonces ahora soy grande?
– Si pero nadie puede saberlo y como ya eres grande manten tus ojos abiertos.
– Esta bien papi, lo prometo.
Ahora que la niña habia prometido no decir nada, Milo se sintió más relajado, comenzó a moverse saliendo de ella, tomó su cadera levantandola pegando su boca a su vulva.
– No papi…aún no me bañe.
– No importa, esta muy rico…bañate solo si te lo digo.
– Esta bien.
De Beatriz comenzaba a emerger precozmente un aroma a mujer que Milo ya conocía, el hombre limpio su boca con su mano y volvió a penetrar a su hija, era más fácil entrar en ella, de todos modos sus movimientos no eran bruscos, tomó en consideración el pequeño cuerpo de la niña, lo que menos quería era hacerle daño, pasó sus brazos por su espalda levantando el cuerpo de Beatriz, besó su cuello y su cara lentamente, se sentó con ella encima, lamio sus pechos acariciando su cuerpo.
– ¿Esto lo hacen todas las noches?
– Casi siempre…Pero…
– ¿Qué pasa papi?
– Estoy muy triste…
– ¿Por qué?
-Tu madre ya no me quiere, cada vez es más aburrido hacerlo con ella.
– Pero ahora me tienes a mi papi, podemos hacer cuando quieras, yo te amo mucho, mucho.
– ¿Harías eso por mi?
– Si, sabía que hacian algo pero no sabía que era o más bien como se hacía, es muy fácil…no diré nada se que mamá me castigaría si lo sabe.
– Por eso no debes decir nada.
– No diré nada.
Milo retomó sus movimientos después de la breve pausa, aumentó la velocidad, apoyó toda su espalda en la cama tomando la cadera de su hija, movía solo su pelvis embistiendo a la pequeña, con su dedo pulgar empujó el pequeño clítoris y sus labios teniendo una mejor vista de su miembro penetrando la vagina de Beatriz, despegó su espalda de la cama tomando la nuca de la niña y le dio un pequeño beso en su boca sin dejar de moverse, ella soltó una pequeña risa.
– ¿Qué pasa?
– Mi segundo beso.
– ¿Y el primero?
– Ufff hace mucho jaja.
– Esta bien puedo ser el segundo, el tercero hasta el último si quieres.
– Bueno jaja.
– Pero estoy seguro que seré el primero en darte un beso de verdad.
Tomando su cara con ambas manos Milo beso a su hija empujando su lengua obligando a que ella abriera la boca dejando ingresar a su lengua para tocar la suya, ella mantuvo su lengua quieta sin saber que hacer, el exploraba esa pequeña boca tocando cada centímetro, su paladar, encías, dientes incluso tocó la campanilla, ahí la lengua de Beatriz comenzo a imitar los movimientos de la de su padre.
– Eso es un beso de verdad Bea.
– Es el primero entonces jaja.
Ella tomó el cuello de su padre abrazandolo muy fuerte, Milo aprovechó el agarre para moverse más rápido, era muy grande para pentrarla profundo pero eso no le impidió nada, las piernas de ella rodeaban su cuerpo junto con sus brazos, ya no resistía más, no quería correrse dentro de ella, cuando quiso salir ya era tarde, parte de su semen quedó dentro y el resto en su vulva, agotado la acarició recuperando el aliento.
– ¿Qué es esto?
– Leche, vamos a limpiarte al baño.
– ¿Leche? ¿Se puede beber?
– Si pero es mejor directo de la botella?
– ¿Botella?
Milo tomó su flacido pene enseñandole a que se refería, en el baño le indicó que se sentara en el inodoro que hiciera pis y que se metiera en la ducha, vió que había un poco de sangre mezclado con su semen, debia limpiar muy bien para no dejar ningún rastro, enjabonó todo su cuerpo y lo enjuagó, separó sus piernas e introdujo sus dedos para sacar cualquier rastro, habia enrojecimiento y un poco de hinchazón, esto lo calentó mucho, llevo su mano a su pene que ya lo tenía semi erecto, la niña vió lo que hizo su padre, él tomó su hombro y la acercó, su rostro estaba lleno de dudas.
– Imagina que es un helado de arándanos.
– Mmm arándanos, mi favorito.
– Lo se, lamelo pero no lo muerdas.
– Esta bien.
La niña se acercó y comenzó a lamer como si fuese un helado, él tomó su mano indicándole como debía tocarlo, su pequeña mano rodeaba su pene con dificultad, de arriba a abajo ella movió su mano a la vez que lamia todo el pene de su padre, lo hacía de forma lenta y esto impacientaba al hombre.
– Ahora tienes que ponerlo en tu boca.
– Es muy grande, no entrará.
– Hasta donde puedas.
– Esta bien.
Lentamente Beatriz fue tragando el pene de Milo, de los 19 cm solo podía con 7 cm, el quería más y empujaba cada vez queriendo avanzar pero su garganta se lo impedía, sentía como las arcadas apretaban su glande, su boca estaba cansada, y eso se veía en su rostro, Milo no quería forzarla, así que tomó su pene y le indicó que abriera su boca, él se mastrubo rápidamente llenando el rostro con su semen, ella tragó lo que había caído en su boca, el sabor era algo raro pero no muy desagradable, terminaron de bañarse y comieron algo esperando a Alejandra y Edgar, mientras esperaban veían tele.
– ¿Cuantas veces se puede hacer en un dia?
– Muchas.
– ¿Lo máximo?
– Unas 8 veces cuando tenía la edad de tu hermano.
– Wow. Lo hicimos una vez y me duele todo, ¿cómo puedes hacerlo tanto?
– Cuando era joven si, ahora ya no…pero deja de hablar de eso.
– ¿Por qué?
– Y también deja de vestir ropa tan…fina.
– ¿Que tiene de malo?
– Que quiero hacerlo otra vez y no podemos.
– ¿?
– Mira cuando vemos algo que nos gusta mucho queremos hacerlo…tu madre y tu hermano están por llegar, cubrete un poco.
Ella tomó una manta y se cubrió hasta la cabeza lo que le dió mucha gracia a Milo, pronto llego el resto de su familia y cenaron juntos.
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*@pyhubb
Buen, relato me gustó mucho….
Muy excitante relato, me puso durísimo..
Que buen relato
Delicioso relato