Cuarentena en la cabaña (parte 2)
Milo y su hija Beatriz se dan sus escapadas y hasta se arriesgan a hacerlo en la cabaña cuando los demás duermen… .
Casi no tenían oportunidad de estar solos, lo máximo que podían alejarse era al granero, pero seria muy sospechoso ir muchas veces al día.
Al día siguiente Beatriz se levantó muy temprano, ya no usaba ropa interior, su pijama si era propio de invierno, Milo estaba listo esperándola, a ella solo le faltaban los zapatos y un abrigo para salir con su padre, cuando terminó de desayunar corrió hacia el bote, él tomo su caja de herramientas por si su esposa preguntaba algo, él repararia lalgunas cosas del granero, para no levantar sospechas debían volver al mediodía.
– ¿Te duele algo Bea?
– No papi, pero siento como un hormigueo.
– Dejame ver después.
– Si.
Bajó con su caja de herramientas y la llevó con él, el anterior dueño tenía animales en el granero, todavía habían montículos de paja seca, tomó un lona y cubrió la paja como si fuera una cama, así estarían más cómodos, se sentó y la niña lo imitó, con una mano la tocó sobre la ropa, la niña se puso de rodillas separando sus piernas frente a él, él con una mano abrazó su espalda y pidió que lo besara, ella besó a su padre como lo había aprendido, usando su lengua, le indicó que se desnudara, así lo hizo pero volvió a ponerse su abrigo grueso para no sentir frío, ella volvió a arrodillarse más cerca de su padre con cada pierna a un lado de una de las piernas de él, él aprovechó la abertura para humedecer su dedo medio con su saliva y lo introdujo en su vagina, antes de eso debía inspeccionar la zona pero la calentura otra vez le ganó, él estaba todo el tiempo con ganas, más sabiendo que tenía disponible a su pequeña hija, pero las circunstancias lo impedían, tener a su esposa e hijo cerca en la misma pequeña cabaña no ayudaba, si fuera por él cogeria a la pequeña todo el tiempo las veces que quisiera, su pene estaba duro, ya quería entrar en ella pero no estaba preparada, acostó a la niña sobre la espalda separando sus piernas besando cada una de ellas, sus pequeños labios cubrían su apetecible vulva, Milo acercó su cara casi pegando la nariz, inhaló su aroma de niña casi de mujer, ahora su mujer, con su dedo índice y pulgar abrió más sus labios besandolos y con su húmeda lengua recorrió cada centímetro de su intimidad, desde su entrada hasta su clítoris, no veía nada raro, al contrario cada vez que la veía le parecía más hermosa, la niña observaba los movimientos de su padre muy atenta, no entendía muy bien lo que él le hacía, pero el tenía experiencia, era él el que sabia que hacer, ella solo tenía que obedecerlo y hacer feliz a su amado padre como su madre no podía hacerlo, aún estaba un poco incómoda de estar desnuda frente a él y más en esa posición, apartó su mirada hacia un lado e intentó cubrir su rostro, su padre lo notó.
– Bea…mírame.
– Papi, no…
– ¿Qué pasa?
– No traigo ropa…
– No tienes que sentirte incómoda conmigo.
Él se puso de pie y se desnudo completamente para estar en iguales condiciones.
– ¿Ves? Yo también estoy desnudo ahora.
– ¿Es necesario que mis piernas estén así de abiertas?
– Claro mi amor, necesito verte muy bien aquí, cada parte…
– Esta bien papi…te amo.
– Bea, te amo hija.
Pegó su abdomen al suelo y volvió a saborear la pequeña vulva de Beatriz, succiono sus labios menores y con su lengua, la penetró, su sabor era embriagador, cada vez quería más y más, cuando sintió que estaba lo suficientemente húmeda tomó sus piernas levantandolas y pegó su pelvis con la suya, presionando su pene en el diminuto orificio, intentó entrar un par de veces con el mínimo de fuerza pero no tuvo suerte, tomó la cabeza de la pequeña y con un movimiento certero entró en su vagina sellando sus labios provocando que ahogara un gemido con un largo beso, estaba la mitad de su pene dentro de ella, se sentía muy apretado, observó su rostro muy detenidamente, no se veían signos de dolor o de incomodidad, eso lo reconfortaba mucho, era una clara señal de que podía continuar, lentamente avanzó por la cálida cavidad hasta donde la longitud le permitía, faltaban unos centímetros para entrar por completo, con las manos recorrió su abdomen llegando a su pecho lamiendolo, la niña tomó el rostro de su padre y lo besó, con sus brazos lo acercó más abrazandolo fuertemente, él comenzó a embestirla, sintiendo cada centímetro, la rugosidad y calidez de su vagina, era una hermosa sensación poder estar dentro de ella pero necesitaba verlo, librándose de su abrazo se alejó un poco, sus labios mayores se abultaban y los menores rodeaban su miembro abrazandolo, levanto más su cuerpo apoyándolo sobre sus piernas, desde ese ángulo era mejor la vista, salió de ella viendo como sus esfínteres se contraían, se sentó con ella encima de él en cuclillas, aún era pronto para que ella pudiera moverse sola, simplemente tomó su cadera y movió su cuerpo, Beatriz lo volvió a abrazar escondiendo su agitada respiración en el oído de su padre, él la tomó por su espalda firmemente con sus brazos y le dio las últimas embestidas rápidamente, su cuerpo tembló corriendose, la niña no soltó a su padre, y él no salió de ella, le dió un beso abriendo su boca ampliamente introduciendo su lengua hasta la garganta, la diferencia de tamaño era evidente en cada beso que le daba a la pequeña también besaba parte de su mentón, saliendo de ella lentamente sintiendo el peso de su flacido pene caer hacia un lado, fué bajando sus manos por todo su cuerpo acariciandola, le pareció extraño que de su vagina no se escurrio ni una gota su semen.
– Bea, haz fuerza como si hicieras pis.
– Pero no tengo ganas de hacer.
– Solo hazlo, se quedó todo dentro.
– Se siente caliente…no quieria que salga.
La niña hizo un poco de fuerza hasta que una buena cantidad de semen salió, debía asegurarse de que saliera todo para no arriesgarse a ensuciar su ropa.
Más tarde al volver y después de una ducha Alejandra discutió con Milo, estaba de muy mal humor y quería despejarse saliendo.
– ¿Bea me acompañas a comprar unas cosas?
– ¿A donde mami?
– Es cerca, a lo de Raúl.
– Si iré.
Raúl era el vecino más próximo, un señor mayor que vivía junto con su esposa, tenía un par de animales y vendian huevos, queso y leche fresca, semanalmente Alejandra o Edgard se encargaban de comprarle sus productos para el consumo de la familia, Milo se ofreció ir él junto con la niña para que su esposa descansara, quizá ese día era su día de suerte y podria hacerlo dos veces con la niña. A los pacos metros de salir del terreno de la cabaña, Milo le ordenó a Beatriz que se bajara sus pantalones pero no completamente y que abriera las piernas subiendo los dos pies al asiento, mientras esperaba que ella se cumbiara de asiento y obedeciera él lamia sus dedos, iba muy lento en una carretera vacía, extendió su mano sobre la vulva de Beatriz y con sus húmedos dedos buscó su vagina penetrandola muy lentamente, la niña giró su cabeza viendo a su padre y le sonrió, ya no podía continuar conduciendo, detuvo su vehículo, tomó a la niña y se cambió al asiento del có conductor, ella estaba sentada sobre él con su torso hacia adelante sobre la guantera, simplemente desabrochó los botones de su pantalón buscando la entrada con su pene, hasta que sintió que al presionar cedía un poco, sin forzar, abrió la guantera buscando el lubricante en forma de bolitas, introdujo una en su vagina, movió más hacia atrás el asiento para tener más espacio esperando que se fundiera la bolita, poco a poco fue entrando en la niña, tomó su cuerpo abrazandolo, hizo que apoyara sus pies para que se moviera, solo debía hacer como si se sentara y se pusiera de pie, la detuvo ya que lo hacía muy lento para su gusto, giró su cuerpo quedando frente a él, sus piernas dobladas estaban a cada lado de las suyas, sus rodillas tocaban du cadera, levantó su sudadera y lamio uno de sus pezones, la estaba penetrando sin consideración, solo lamentaba que aún no podía estar por completo dentro de ella, le restaban unos 4cm o 5cm.
– ¿Estas bien?
– Si Papi.
– Lo siento pero debemos darnos prisa para que tu madre no sospeche.
Diciendo eso la embistió violentamente y rápidamente, se sentía como su cuerpo chocaba con el de ella y lo agitada que estaba su respiración, su glande tocaba el cérvix de la pequeña con cada embestida una y otra vez hasta que finalmente sintió que se corría, rápidamente salió de ella masturbándose tocando su entrada, parte de su corrida fue a su mano y el resto en la vulva de la niña.
Cuando llegaron al terreno de Raúl, el hombre estaba ensillando un caballo.
– Bien día señor Raúl.
– Buen día Milo ¿y tu eres?
– Ella es Beatriz mi hija, tenemos dos hijos.
– Si, al muchacho ya lo conocía pero a esta pequeña no – dijo pellizcando una de las mejillas de la niña.
– ¿Le molestaría mostrarle algunos animales?
– Claro, no hay problema, vengan.
El hombre tenía todo tipo de animales de granja y los más pequeños llamaron la atención de la niña, cuando ella vio a los pollitos corrió hacia ellos, Raúl pegó su visita a las nalgas de la pequeña, Milo lo notó y también lo hizo, traía una mancha blanquecina y se veía fresca, el sabía que era su semen.
– No quisiera ser a ser indiscreto pero ¿que es eso? – dijo señalando el trasero de Beatriz.
– No lo se….se sentó en…excremento de ave.
– Sabes, también crié aves y se muy bien que eso no es excremento.
– ¿Y qué es entonces?
– Alguien se cogió a tu hermosa hija…espero que seas tu – dijo en voz baja.
– Claro que no.
– Eres un tonto…es un desperdicio no hacerlo.
– ¿Se quiere coger a mi niña?
– Me disculparas pero si me encantaría.
– Jaja esta bien.
– ¿De verdad?
– Claro…pero…
– Te regalare los productos.
– No es necesario, la condición es que yo esté presente.
Fue a buscar a la niña que jugaba con unos animales pequeños, Milo le mintió diciendo que no tenía dinero y que ella tendría que ayudar a pagar los alimentos, él quería alimentar su propio morbo, ella dudó un poco pero aceptó, tomó la mano de su padre y caminó junto a él hasta el viejo invernadero del hombre, Raúl la abrazó y quizo besarla pero ella apretó fuerte sus labios negándose, desde que la vió caminar hacia su dirección había tomado su pene sobre su pantalón, a un costado del invernadero habían unas sillas con una mesa de jardín, él se sentó en la silla abriendo sus piernas, tomando la mano de la niña, apoyó sus nalgas en su bulto y con ambas manos en la cadera de la niña comenzó a moverla rozando su erección, Milo se sentó en la otra silla observando, Raúl pretendió que tomando la cabeza de la niña ella se pusiera de rodillas para hacerle sexo oral, pero puso resistencia y el hombre se resignó a solo penetrarla, lentamente le quitó el pantalón y pudo ver como de su vagina salían hilos del característico líquido blanco, era evidente que minutos antes un pene estuvo dentro y se descargó allí, el hombre sonrió negando con su cabeza, introdujo un par de dedos que entraban fácilmente, con su otra mano levantó su abrigo y beso cada pezón, ella estaba de espaldas a Milo que observaba atentamente como los dedos de Raúl entraban y salian de la vagina de su hija, pronto esos serían reemplazados por el pene de ese hombre, este comenzo a masturbarse, sus testículos colgaban con abundante vello blanco al igual que su pubis, acercó a la niña y lentamente entró en ella, su tamaño era inferior al de su padre, bastante, por lo que no era molesto, estaba sentada sobre él quien marcaba el ritmo de las embestidas, él apoyó su espalda en el respaldo abrazando a Beatriz, a Milo dejó de parecerle interesante ver eso, encendió un cigarrillo y se relajó esperando al que hombre terminara, lo que no tardo demasiado, se veía el esfuerzo en el rostro de Raúl, sus últimas embestidas fueron violentas indicando su cansancio, apenas se veía su pene y pronto se corrió dentro de ella, la niña se puso de pie vistiendose mientras que el hombre estaba agotado desplomado sobre la silla, Milo tomó los alimentos y se despidió del vecino Raúl.
– Papi, la próxima vez trae dinero.
– Jaja si, no lo olvidaré.
– ¿Su esposa es como mamá?
– ¿?
– ¿Porque lo haría conmigo si tiene esposa?
– No lo sé Bea…cuando lleguemos a casa no digas nada de esto, entras rápido al baño y te das un baño, limpiate bien.
– Esta bien papi.
– En la noche tengo trabajo por hacer, para no molestar a tu madre iré a la sala, cuando tu hermano se duerma ve a la sala, te estaré esperando.
– Pero dijiste que en la casa no pueden saber…nos verían.
– No te preocupes, estaremos cubierto por una manta, si alguien sale te cubres bien.
Al llegar la niña se dio un baño como dijo su padre, Alejandra estaba un poco preocupada por la tardanza, Milo le explicó que Beatriz se entretuvo jugando con los animales, luego de la cena todos fueron a la cama menos él, tomó la manta, su laptop, fue a la sala y añadió más leña él fuego, el trabajo era una excusa, quería volver a hacerlo con Beatriz, se sentó en el suelo frente a la estufa, casi una hora después escucho los pasos de la niña que corrió hacia él, él abrió sus brazos cubiertos por la manta y ella se acurrucó sobre sus piernas.
– ¿Qué hacías papi, que dice aquí?
– Nada importante solo te esperaba.
Esta vez vestía solo un pijama tipo camisón con botones delante, se sentó sobre las piernas de él, Milo bajo su bata solo vestía un boxer para simplificar el acto, levanto el camisón y efectivamente estaba desnuda, bajo un poco su boxer liberando su pene, sin moverse demasiado comenzo a masturbarse mientras besaba el cuello de la niña, con su mano libre lamiendo sus dedos tocó su vulva, ella automáticamente abrió más las piernas, con el dedo índice dentro comenzo a moverse, las desnudas nalgas de Beatriz tocaban su pene, sería mejor hacerlo con ella de frente, tomando sus manos ella se puso de pie y giró viendo a su padre, soltó sus manos y ella misma levanto su camisón sentándose, él escupió en su glande humedeciendo su miembro, estaba listo para penetrarla, ella movió su cuerpo hacia atrás, él tomó su espalda con una mano y con la otra guió su pene a su entrada vaginal, con un movimiento la penetró, provocando que la niña cerrará sus ojos y se le escapara un quejido, rápidamente cubrió su boca.
– Shhh.
– Lo siento, me asustaste papi.
– Shhh…no hables.
Cerró sus labios besandola, estaba cubierta por la manta abrazando a su padre, sus piernas estaban cruzadas por su espalda, la abrazaba sujetando su nuca moviendo su cadera lentamente, sintiendo una gran presión, sabía que tendría que hacerlo lento y silencioso, la niña escondió su cara en el hombro de su padre y él se mordía los labios para no emitir sonidos, de forma lenta entraba y salía de ella, su caliente cavidad rodeaba su miembro abrazadolo, sentía como se apretaba y se soltaba, creyó que al hacerlo pausadamente le llevaría más tiempo pero se equivocaba, parecía que su glande estaba más sensible chocando con el fondo de su vagina, no resistió más y aumentó la velocidad de sus movimientos, tomó la cara de la niña dándole un profundo beso mientras su pene convulsionaba dentro de la vagina de su hija, tomó la manta y también cubrió su cabeza para continuar con el beso, se podía por el sonido de sus besos y su respiración agitada mezclados con la combustión de la madera, la niña se mantuvo abrazando a Milo mientras él acariciaba sus brazos y espalda cariñosamente.
– Bea, no te duermas, te limpiare.
– Si papi.
– Eres hermosa, mi princesa.
– ¿Si?
– La niña más bonita del mundo.
Ella extendió su cuerpo para besarlo, haciendo que el liquido saliera de su vagina, Milo pudo sentir como algo caliente se escurrio por su abdomen, ambos se miraron un poco sorprendidos y se rieron, recordaron que no estaban solo, él la tomó llevandola el baño para volver a su habitación a dormir, lo que no sabía era que alguien los había visto, al estar cubiertos y las luces apagadas era difícil saber que hacían pero los movimientos eran evidentes.
CONTINUARÁ..
Por cualquier consulta, duda, etc
*@pyhubb
Muy sabroso el relato y de como tu hija le gusta que le metas la verga se ve que lo desea mucho por que cada que te la coges ella está dispuesta a complacerte comenta en tu próximo relato quien será la persona que los vio en la oscuridad de que estaban cogiendo tu y tu hija