Cuidando de mi abuelo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por chupacabras.
—-Capítulo 1—-
Hola me llamo… llamarme Sandra, tengo 22 años y acabo de descubrir
esta página de relatos, donde me voy a animar a contar mi
historia…aunque nunca he realizado nada parecido asi que no sé si
sabre hacerlo…
Para comenzar podria describirme… soy morena de ojos verdes… alta:
mido 1.70 y peso 72 kilos…mi cuerpo? Mi piel es suave…tengo una 95
de pecho…son grandes y muy sensibles… mis pezones se endurecen con
mucha facilidad, son de tamaño medio y de marron clarito, casi
rosados… tengo barrigita, un buen culo… y no se…que mas podría
decir…no se mis medidas
La historia ocurrió hace un par de años…mi abuelo se llama Alejandro y
tiene 80 años, por aquel entonces 77 creo recordar, y esta enfermo desde
hace muchos años… yo siempre lo he conocido enfermo… por lo que
tanto mi madre como mi abuela se han encargado siempre de cuidarlo,
darle de comer, asearlo, acostarlo,… mi abuela murió hace ahora 10
años, por lo tanto ha sido mi madre la encargada de hacer todas las
tareas anteriormente expuestas… pero un día mis padres decidieron irse
de "luna de miel" por los 25 años de casados, asi que para que mi madre
descansara mi padre se la llevó a un balneario… y para no meter una
persona extraña y como yo siempre he sido bastante responsable yo me
comprometí a cuidar de mi abuelo ese fin de semana… que habia de malo
en darle de comer, acompañarlo al aseo para bañarlo y acostarlo por la
noche?…eso pense yo asi que no vi problema en hacerlo yo…
Mis padres marcharon el viernes por la tarde… y aquel día antes de
cenar tuve que acompañar a la ducha a mi abuelo… lo desnudé sin
mayores problemas y lo senté en la bañera ayudandolo a meterse muy
despacito… era un hombre delgado y no costaba demasiado esfuerzo
ayudarle… no me fijé en ningun aspecto de su cuerpo porque al fin y al
cabo era mi abuelo… comenzé a rociarlo con el agua, para ser sincera
jamás habia presenciado como mi abuela, cuando vivia, o mi madre se
encargaban de lavar a mi abuelo, por lo tanto no sabia como hacerlo asi
que lo hice como pude…le dije que si se tenia que incorporar para
lavarse a lo que asintió con la cabeza porque casi no hablaba… lo
incorporé con extremado cuidado y me dispuse a enjabornarle…aunque en
la posicion que yo estaba encontraba muchisima incomodidad, asi que
decidí meterme tambien en la ducha… me quité la camiseta, el sujetador
y me quedé solo con mis bragitas que si se mojaban las pondria con la
ropa sucia y no pasaba nada… me puse detrás de el para enjabonarle la
espalda, los gluteos, el ano y la parte posterior de los muslos… le
dije que separara las piernas para enjabonar sus ingles… ya se me
habia pasado por la cabeza que tenia que pasar la esponja por el pene
para lavarlo y no sabia como podia reaccionar…apenas pudo abrir las
piernas asi que solo pude enjabonar de una manera extraña hasta las
rodillas y metiendo mi mano con la esponja entre sus muslos apenas pude
llegar con la esponja asi que lo hice con la mano.. llequé a sus
testículos y toqué su pene que permanecia flacido… aunque tenía una
longitud prominente en reposo… al menos eso me pareció porque yo
todavia no habia visto ningun otro en directo….
salvo en las peliculas o en las fotos de internet pero nunca asi… pero
no pense nada extraño… era mi abuelo…asi que terminé de enjabonarle
por detras el pecho, ahora otra vez ya con la esponja diluyendo de mi
cabeza ya la parte anterior… continué como si nada…asi que llegaba
la hora de aclararle, para lo cual vistas las dificultades anteriores me
situé por delante…mis manos recorrian su pecho quitando el jabon junto
con el agua, y fui bajando por su vientre hasta llegar a su pene que
habia cambiado ligeramente el tamaño…seguia flácido pero queria
ponerse en ereccion…avergonzada al ir a tocarlo miré a mi abuelo que
tenía la vista perdida en mi pecho…se estaba excitando al mirarme?…
yo no sabia si eso era normal asi que continué echando agua y pasando mi
mano por sus testículos para aclarar bien… y continue bajando con la
vista en el suelo… tuve que agacharme para aclarar sus muslos a lo que
el movió sus pies hacia delante…alcé la vista y vi su pene cerca de mi
cara… había vuelto a cambiar de tamaño y habia incluso engordado
muchísmo, aunque no estaba erecto del todo…aquella escena me incomodó
asi que decidí salir de la ducha y sentarlo para lavarle la cabeza…
como accedió pensé que no habia pasado nada y que aquello fué una
reaccion normal…asi que volví a entrar en la ducha para lavarle el
pelo y terminar de aclararle la espalda, aunque me habia empapado las
bragitas con el agua y decidí quitarmelas… cuando aclaraba su cabeza y
me inclinaba a aclarar su espalda mis pechos quedaron casi pegados a su
boca, podia sentir su respiracion tranquila en mis pechos que por alguna
razon se excitaron…pero no hice nada, era una reaccion normal… sin
tiempo para reaccionar note las manos de mi abuelo postrarse en mis
muslos y acariciarlos suavemente hacia arriba hasta llegar a mi
vagina… una mano se detuvo en mi culo acariciando mi ano y con los
dedos de la otra recorrió suavemente toda mi vagina que se mojó al
insante… no pude reaccionar porque me entró un placer indescriptible…
ni yo misma me habia acariciado asi mmmmhsegui acariciando su espalda
sin pensar que era mi abuelo puse mi pie en el pollete de la bañera para
abrirme a las caricias mientras seguia notando su respiracion en mi
pecho, un poco mas agitada mientras un dedo penetraba en mi vagina muy
despacitoahaha yo empezé a gemir de placer y sentí entrar un dedo…
como podía haberme mojado tan rapido? Estaba excitadisima… y los dedos
aunque lentos entraban uno tras otro en mi hasta lo mas profundo
mientras mi ano era acariciado con los dedos de la otra mano…estaba
enloqueciendo de placer… la penetracion era pausadisima pero
acariciaban los 3 o 4 dedos que sentía todo mi ser de arriba a abajo asi
que empezé a moverme yo un poquitin mas rapidooohahaha estaba
abandonadisima a tanto placer… cuando sentí como uno de los dedos
intento penetrar mi culito no pude mas y reventé en un orgasmo
increible… no entendia que habia pasado… era tan extraño… mi
abuelo no me dijo nada y yo me incorporé hasta ponerme enfrente de él…
parecia no haber pasado nada para el y la vista la volvió a perder en
mis pechos que ni siquiera habia besado pese a que con mis movimientos
se refrotaban por su cara… lo incorporé y vi que su pene estaba mucho
mas erecto… asi que sin pensarmelo me arrodille y lo cogi con las dos
manos, aun me sobraba todo el glande… comence a masturbarlo mirando su
cara… un hilillo de baba salia por la comisura de sus labios, y aunque
otras veces era asqueroso eso me excito mucho mas porque pensé estaba
disfrutando… aceleré el ritmo ahora con una sola mano ya que la otra
la lleve de nuevo a mi vagina para masturbarme otra vez… acerque mis
labios al pene y lo besé… saqué mi lengua y lo lamí, abriendo mi boca
lentamente para recorrer hasta donde pudiera… no puede mucho porque al
instante sentí algo viscoso en mi e imagine se habia corrido… aperté
mi boca instintivamente y el resto del semen salio a presion bañando mi
cuerpo… al tiempo que mi mano acababa de provocarme el segundo
orgasmo… estaba excitadisima sin entender porque… limpié el pene de
mi abuelo con la lengua y volvi a enchufar el agua para aclarar su semen
de mi cuerpo… sin decir una sola palabra ni un gesto lo vesti… no
pensé en nada mas y me puse a estudiar…acosté a mi abuelo y me fui yo
tambien
El dia siguiente por la mañana vinieron mis padres porque un temporal no
les dejaba subir al balneario…ahí si pensé en la ducha de esa noche y
en que hubiera pasado si mi abuelo hubiera podido penetrarme… mmmm
tengo ganas de experimentarlo…de tumbarlo en la cama y tomar en mi ese
inmenso pene al que me tengo que comerme mucho antes para ponerlo en
plena ereccion… ya tengo pensado el regalo de reyes para mis
padres…una semana en un balneario de Andalucia…a muchos kilometros
de aqui…
Espero que os haya gustado… yo me he mojado otra vez…si alguien
quiere compartir sus experiencias escribirme… me da igual chicos que
chicas… GRACIAS
—-Capítulo 2—-
..una semana en un balneario de Andalucía…a muchos kilómetros
de aquí…
Ese fue mi regalo de reyes para mis padres que andé un par de meses cobijando.
Desde la "fallida" suya expedición al balneario y las sorprendentes e inesperadas reacciones de mi abuelo cuando me encargué de ducharlo… que pasar unos días sola con él, cuidándolo, dándole de comer, duchándolo y lo que "hiciera falta" fueron mi más preciada meta.
Esa bien intencionada ducha que le propiné hizo descubrirme que mi abuelo no era tan "vegetal" como parecía.
O como mínimo sí bien tenía bastante privada el habla pero el tocar, el sentir, el ver que se estaba duchando con su nieta desnuda y el sentir las reacciones habituales que sentiría cualquier varón del mundo hicieron descubrirme que tenía mucho más cerca de lo que creía ese príncipe azul que en una rápida ducha ya me había hecho descubrir un primer atisbo de la vida del amor, y parecía perfectamente preparado para hacerme descubrir mucho más.
Mis padres recibieron encantados mi regalo de una semana en un balneario de Andalucía. La desdicha se había apropiado de su jornada vacacional en el viaje de bodas de plata, cuando una tormenta les echó todos los planes a rodar.
Especialmente mi madre me agradeció con un tierno abrazo la inversión de gran parte de mis ahorros en hacerles ese regalo. Aún sintiendo ese cálido abrazo los despedía desde la puerta de casa, viendo como se iban en el coche. El cielo aparecía totalmente despejado y ninguna tormenta me iba a esta vez, echar los planes a rodar.
– ya se han ido.
Le dije a mi abuelo que junto a mi, acabábamos de despedir a mis padres desde el portalón. Mi abuelo no mostró ninguna más que ese mirada perdida que lo acompaña desde hace tantos años pero supe, o como mínimo soñé, que hubiera comprendido el mensaje.
Cogídole la mano nos encaminamos de nuevo a casa. Tenía el mundo a mi disposición pero no había que excederse pues NADA, me podía salir mal durante toda esa semana que pasaría sola con mi abuelo.
Una vez en casa lo senté al lado de la mesa y poniendo en práctica mi plan, rompí el hielo.
Puse una toalla en el suelo para no magullarme las rodillas y me arrodillé ante él.
Le desabroché los pantalones, se los bajé junto a los calzoncillos, y no sorprendiéndome apareció su pene totalmente dormido, flácido como una hoja otoñal, pero con seguridad mucha vida escondida dentro de él que estaba dispuesta a hacer renacer todas las veces que fuera posible durante esa semana sin abusar de la salud de mi abuelo.
Me acerqué a la puntita y le di un beso.
Interpretando al pie de la letra todos los sueños que había tenido durante esos dos meses, levanté la mirada y lo miré a los ojos.
– abuelo.
Él seguía con la mirada perdida, temí que hubieran sido demasiado esos dos meses pero durante esa semana me confirmaría que ni hablar de ello.
Le volví a comer la cabecita, esta vez alargando un poco más el sorbeteo, a cada lametón que hacía notaba que el pene se iba hinchando de sangre.
Cuando estaba ya en una consistente erección volví a mirarlo a los ojos. Había bajado la mirada y por fin contemplaba en primer plano como su nieta le hacía sexo oral.
Quizá fue un sueño, una sensación mía sintomática, pero me pareció verle esbozar una sonrisa.
– estamos solos, abuelito, una semana.
Su rostro no presentó cambio alguno por lo que determiné que la supuesta sonrisa hubiera podido ser no más que una sombra creada por mi y por todo el amor que le tenía.
Me volví a encargar del pene, porque sabía que esa erección y más en mi abuelo, es como un fuego que hay que cuidar para que no se apague, o será más difícil encenderlo.
Lo mamé un largo rato, tratando de interiorizar ese extraño sabor que se me "repetiría" largas horas después.
Él no mostró en ninguna ocasión impulso de voluntad propia, como acariciarme la cabeza o decirme nada (no le había oído mentar una palabra en su vida).
La primera vez que le comí el miembro soltó la leche casi de inmediato, afortunadamente y cosa que agradecí en esta mía segunda mamada, tardó un buen rato durante el cual pude poner en práctica casi todos los planes con los que me había masturbado esas largas noches esperando que mis padres se fueran al balneario.
Se la comí entera, el capullo, de lado, le lamí los testículos, la recorrí entera y pausadamente con sólo la puntita de la lengua.
Finalmente y cuando oí unos esclarecedores gemidos que me indicaban que la cosa se derrumbaba, se la engullí toda.
Con la boca totalmente cerrada sentí esos frenéticos espasmos que liberaban leche a latigazos dentro de mi boca.
No se me escapó ni una gota. La fui tragando lentamente y cuando tuve la seguridad que estaba toda dentro y sólo quedaba el sabor en mi boca, la abrí y la solté.
Volví a mirarle los ojos y seguía esa fantasmal sonrisa que quizá sólo era imaginación mía.
– gracias abuelo, es la segunda leche de mi vida, y realmente la primera mamada entera, porque la otra vez te viniste en seguida.
Hablábale como si fuera un muñeco a mi abuelo. Difícilmente me entendía nada porque nunca tenía reacción a ninguno de mis comentarios, o los de mi madre o quien fuera. Pero con el tiempo nos habíamos acostumbrado a que era una persona diferente y no le dábamos importancia, seguíamos hablándole cuala fuera la ocasión dando por hecho que oía lo que le decíamos.
Como un relámpago un divino pensamiento pasó por mi cabeza, que en esta misma semana que mi padres pasaban en el balneario para descansar y recuperarse, que mi abuelo también se recuperara y recuperara el habla y la voluntad.
Quien sabe por qué pasó ese pensamiento por mi mente en ese momento y llevando ya tantos años con él y sintiendo decepciones cada vez que le deseaba una milagrosa recuperación. Pero así lo sentí, le deseé toda la suerte del mundo durante esa semana en que no lo iba a abandonar ni un momento, pues quizá ya nunca más tendría la oportunidad de estar con él.
Le subí los calzones, le abroché los pantalones y me levanté. Tomándolo de un brazo lo acompañé hasta su sofá, que era donde pasaba el 90% de su vida.
Dispuesta a ser una buena nieta, limpia y hacendosa. Me encargué de los quehaceres que habían quedado colgados después de la reciente partida de mis padres. Tendí la ropa de la lavadora, fregué los pocos cacharros que había y dejé lista para su pronta preparación la que iba a ser nuestra cena. Un delicioso abadejo al vino blanco.
El postre, ya estaba preparado y se había ido haciendo a cada noche más dulce durante los últimos dos meses, era yo.
—-Capítulo 3—-
Fui tostando el abadejo con todo el amor con el que podría hacerlo una nieta amorosa que quiere lo mejor para su abuelo. Que de hecho así es como era.
Siguiendo una de las recetas que encontré en el libro de recetas de mi madre, presenté encima de la mesa uno de los mejores platos que comería con mi abuelo y cocinados por mi, a lo largo de esa semana.
Él seguía sentado en su sofá como un geranio a todo lo largo de mi cocinado. Si bien yo iba dedicándole comentarios descubriendo un abuelo que no había tenido hasta ahora. Pues en nuestra soledad podía hablarle de todas aquellas cosas que si bien no generarían escándalo escuchadas por otros, no me harían sentir cómoda.
– ¿te gusta que nos hayamos quedado sólos? o te hubiera gustado que se quedara mamá?
– Je je, o que me hubiera ido yo con ellos y hubiéramos contratado una empleada para que te cuidase estos días.
Lo decía mismamente para mi misma y para entretenerme mientras cocinada el abadejo pero ello no dejaba de hacerme desear cuan glorioso sería poder hablar con mi abuelo como hacen todas las nietas.
Iba a hacer algo que ni de lejos hacían todas las nietas pero ello no me sacaba el deseo, el deseo de hablar con él.
– ya está abuelo, espero que te guste.
Le dije mientras servía el abadejo en la mesa.
Tuve la delicadeza de poner una música agradable y servir la mesa como si de un banquete de boda se tratase. Con los diferentes cubiertos para pescado, para postres, las 3 copas. Algo que resultó un poco ridículo porque al final me tuve que sentar a su lado y darle la comida en la boca como si de un niño se tratara.
– abre la boca . . . así . . . todo dentro . . . a ver . . . mastica . . . sí, muy bien . . .
Cuando terminamos lo retiré todo a la cocina y lo puse en agua para que el lavado del día de mañana no fuese penoso, y nos dispusimos a acostarnos.
Nos fuimos a mi cuarto. Podríamos haber ido a la de mis padres, con la cama de matrimonio, pero esa primera noche preferí que fuera en mi cuarto. Rodeada de los posters de mi ídolos musicales y acompañada por el aroma infantil que desprende mi habitación por haber pasado tantos años en ella.
Mi cama no es tan pequeña; sería corta para un jugador de basquet pero hacía unos 100 de ancho y ello incluso contribuiría a que estuviéramos toda la noche pegados uno al otro.
Le desvestí y le puse el pijama y lo mismo hice conmigo, calzándome un blanco camisón de los que generaban más envidia en mi misma.
Nos metimos en la cama con mi abuelo en todo momento siguiendo las indicaciones de mi brazo; necesitaba ayuda para moverse pero tampoco era como un maniquí, seguía los movimientos que se le iniciaban con las misma pausa con que se le insinuaban.
Cuando estuvimos metidos en la cama apagué la luz y me abracé a él.
– te quiero abuelo . . . muac.
A medida que el calor inundaba nuestra cama entablé una romántica conversación con él.
– te querré siempre, abuelo, aunque seas mi abuelo y . je je je . te metiesen en la cárcel si supiesen lo que haces con tu nieta. Aunque no eres tú que lo haces, sino yo que te lo hago, aunque me encantaría que ganases voluntad durante esta semana y fueses tú, por tu propia voluntad que me amases.
Instantáneamente recibí un beso en la boca de su parte. No era ese fenómeno escandaloso pues a veces ya tenía sus propios movimientos personales pero estos eran raros y por supuesto nunca habían sido responder con un beso a un cariño de su nieta.
No dejé pasar ese solitario beso y yo misma lo continué para que no se durmiera en su inestable consciencia. Nos fuimos besando durante largo rato y quedé encantada porque a partir de la continuación de ese beso que había empezado él, lo siguió con una admirable consciencia en su situación que haría pensar a una tercera contemplación que era una persona totalmente apta con plena posesión de su voluntad.
– te quiero mucho abuelo . . . muac . . . quiero que seas mi hombre . . . muac . . . quiero que me ames, me quieras, me acojas en tu regazo y seré siempre tuya . . . muac . . . aunque un día nos dejes, como manda la ley de la naturaleza, yo estaré siempre contigo y seré siempre tuya . . . muac.
A medida que nos besábamos e insinuado ello por el calentamiento de la cama, nos fuimos sacando la ropa y tirándola fuera. Cuando por fin estuvimos desnudos pegué mi boca a su pecho y fui bajando mi besar. Bajo la sábana fui dirigiéndome al primer objeto de su amor que tuve en mi boca y llegué a él con este totalmente tieso.
Lo chupé un rato, estaba durísimo, más duro que las anteriores veces que se lo había mamado, o al menos eso me pareció, quizá por el hecho de estar dento de la cama en una zona muy calurosa.
No alargué mucho la mamada porque quería algo más, no sabía si esa sería la noche de mi iniciación como mujer, la verdad es que un poco temprano lo consideré teniendo toda la semana para nosotros, pero si él quería por supuesto que sería así, faltaba conseguir eso, su voluntad.
Subí de nuevo, me le abracé otra vez y esta vez me dispuse a aplicar un tratamiento . . . . podría llamársele teniendo en cuenta el estado d mi abuelo, de choque. Porque exigir las cosas que le iba a exigir sólo se podía hacer de una manera imperante.
– muac . . . quiero que me ames . . . muac . . . pero eso sólo lo podrías hacer tú . . .
Mientras le hablaba levanté mi muslo derecho y tomando su pene lo masturbaba a la entrada de mi sexo.
– quiero ser tuya . . . pero eso sólo será si tú quieres . . . quiero que me la metas . . . toda dentro . . . a tu nietecita querida . . . que me ames, me jodas, me eches la leche dentro . . . me hagas mujer por primera vez y seré siempre tuya . . .
Su pene estaba durísimo y sentí temor porque en cualquier momento llegara al orgasmo y empezara a soltar esa leche que quería para mi, por lo que me detuve un poco y se la solté. No por ello peró, deteniendo mis cariños.
Le tomé la cabeza y sin mucha dificultad le insinué que se pegara a mis pechos. Empezó a besarlos y mamarlos como si fuera mi propia boca y lo sentí de maravilla. Tenía localizado perfectamente el pezón y en él aplicaba la tensión de sus labios y dientes arrancándome esos suspiros de mujer amada que quería.
– uhm m m . abuelo . . uhmmm . .te quiero . . . uhmmmm . . . ooh . . .
Mi abuelito pareció animarse con mis pechos y me sorprendió cuando sentí sus manos ponerse a su altura, para acariciarlos a la vez que los mamaba. Era una muy buena señal de mi terapia voluntalizadora y no pude más que abrazarle la cabeza para yo misma apretarla contra mis pezones, que por momentos pedían más.
– aaah . . . así . . . muérdeme . . .
Conseguí que me obedeciera y me empezó a morder con una exquisita intensidad. Sin hacerme daño pero dándome todo aquello que necesitaba.
Tomé una de sus manos y esta vez la dirigí a algo que realmente quería, ya obviando todo tratamiento o cuidado personal lo que quería es que me metiera el dedo. Sin necesidad de orientarlo mucho me metió el dedo en la cosita y cuando lo empezó a mover arriba y abajo ya fui yo la que perdí totalmente la consciencia.
Tanto mis manos como mis piernas empezaron a ir de una lado a otro sin ninguna medida mientras yo aullaba del placer que me estaba provocando ese viejo dedo moviéndose en mi joven vagina sin ningún respeto.
– aaaaaaah . . . abuel. . . . aaaaaah . . . . papá . . . . ooooh . . . . papaïto . . . . papaïto querido . . . no pares . . .
Ni necesidad alguna había de decirle que no parara, porque ni que se lo hubiera dicho que se deteniese lo hubiera hecho porque prácticamente me estaba violando con su dedo y ni mi habitualmente más propia voluntad hubiera conseguido nada de intentar oponerme a él. Estaba consiguiendo lo que quería, la voluntad de mi abuelo extraída con un tratamiento de choque. De su nieta que le pedía que la amara pero lo tenía que hacer él.
Me estuvo metiendo el dedo largo rato. En avanzadas conseguí tomar un poco de control de la situación y le puse los pechos en la boca para que me sorbiera a la vez que jugaba con mi vagina.
En un rato de sentir su dedo en mi vagina a la vez que sus labios en mi pecho; estallé. Empecé a gemir descontrolada signo del primer orgasmo de mi vida que me estaba llegando a brazos de mi abuelo.
Una cascada de cosas bonitas parecía inundar mi mente, como si todas aquellas cosas bonitas en que gusta pensar a veces, lo hicieran todas a la vez y con una enorme intensidad. Él se debió dar cuenta de lo que sucedía y concesivo detuvo su estímulo inmediatamente, o eso es lo que me pareció porque cuando conseguí recuperarme se encontraba él abrazado a mis pechos con la pausa que el momento pedía.
– gracias abuelo . . . ha sido maravilloso . . . la mejor noche de mi vida . . .
< pues espérate >
La más grande sorpresa de mi vida me asaltó en ese inesperado momento, ¡acababa de hablar! Mi desdichado abuelo que llevaba tantos años privado de voz me acababa de decir "espérate" cuando le dije que estaba pasando la mejor noche de mi vida.
– ¡abuelo! acabas de hablar!
No obtuve respuesta y pensé que quizá sería demasiado exigente exigirle conversación después de oírle prácticamente la primera palabra que le había oído decir en la vida.
– ¡es maravilloso abuelo! has hablado! mi tratamiento está teniendo éxito y quizá terminamos la semana contigo totalmente recuperado.
Acompañada por esta milagrosa ilusión me abracé a él y nos dispusimos a dormir. Le fui diciendo cositas, cariñitos de nietecita que ve a su abuelo recuperarse, tonterías, al final ni yo misma sabría qué le estaba diciendo, sería por esos momentos que me dormí pues desperté al día siguiente aún con la sensación de que estaba hablando con él. ¿quizá sería un sueño? quizá, pero el sueño se estaba convirtiendo en realidad.
—-Capítulo 4—-
. . . Abuelito . . . despierta . . .
Con el más exquisito cariño que conozco trato de despertarlo después de la fabulosa noche que pasamos en mi cama.
Después de comer un delicioso abadejo que cociné personalmente y que me quedó a ojo experto; óptimo, nos metimos en la cama y tras un calentamiento entablamos una suave amatoria.
Me besó toda y yo también le hice de todo pero no llegó a haber esa única experiencia que espero que me de abuelito durante esta semana; una vez de una forma muy especial y todas las veces que podamos casi igual de especiales antes de que lleguen papá y mamá del viajecito a que les obsequié.
Abuelito abre los ojos con dificultad, parece haber pasado una tan buena noche como pasádola he yo. Abrazados en el más cálido cariño que hemos compartido en lo que llevamos en vida, fue un anochecer de sexo más bien light comparado con algunas de estas películas de las que he "oído" hablar. Pero lo más importante y que no olvidaré en mi vida, fue cuando le dije que acababa de pasar la mejor noche de mi vida y él, mentando la palabra por primera vez ante mi presencia dijo: pues espérate.
Fue un verdadero milagro, abuelo lleva callado un montón de años si te digo la verdad no llegué a conversar con él nunca; se quedó mudo y falto de voluntad poco después de nacer yo.
Pero el otro día me propuse de aplicar en esta semana que mis padres pasan en el balneario supuestamente descansando, un tratamiento de choque en que la capacidad de amarme le vuelva a hacer surgir esa vida que sospecho que no ha perdido nunca sino que la lleva escondida dentro del corazón.
– muac . . . has pasado buena noche . . .
Parece responderme con un leve asentimiento que evaluada su incapacidad representa todo un triunfo.
– ¡yo también! hemos estado muy calientes en esta fría noche. Dormiremos juntos cada noche durante toda la semana, no sé si para papá y mamá serán muy especiales estas vacaciones en el balneario pero para mi serán "lo más" y quiero que para ti sean también únicas.
< uhmmm >
Vuelve a responderme con un tosco gruñido que pudiera haber sido generado en la misma situación por una persona totalmente cuerda, por lo que me decido a no abandonar la "racha" y me levanto a preparar el desayuno.
Vestida con un albornoz voy preparando un par de tazones de leche acompañados de unas pocas galletas sobrias. Lo llamo y en pocos segundos se sienta en la mesa. Le sirvo el almuerzo y no pierdo ni un detalle como mostrando un comportamiento único en los últimos 10 años (como mínimo) él sólo agarra el tazón por su asa, se toma su leche e incluso come una de las galletas.
Estoy a punto de romper a llorar y si lo viera mi madre ni se lo plantearía y caería derrotada en un mar de lágrimas, pero yo no quiero asustarle y echarlo todo a perder y mantengo mi comportamiento rígido como si no notara cambio alguno.
Me siento con él y le hago un comentario.
– ¿te apetece que nos duchemos? hemos pasado muy buena noche y nos sentará de maravilla para el resto del día.
< uhhmmggrr >
Asintiendo con la cabeza me responde con el gruñido.
– vale, pues voy a prepararlo, espérate aquí y cuando te avise puedes venir.
Después de depositar las tazas vacías en el fregadero me dirijo al baño y pongo en práctica el mismo evento que dos meses atrás lo inició todo. Cuando duchándome con él me masturbó y ya ni me acuerdo qué me hizo de las veces que me he masturbado pensando en ello.
Me desnudo colgando el albornoz del toallero y después de asegurarme de que el jabón, la esponja, la alfombrita, todo está en su sitio correcto esperando que alguien se duche para servirlo, lo llamo.
– ¡Abuelo! ya puedes venir.
Cuando llega yo misma le saco el albornoz y lo cuelgo con el mío. Nos metemos en el habitáculo y tomando el teléfono con una mano le doy al agua. Cuando he regulado esta a la temperatura adecuada empiezo a rociarlo. En unos instantes está lo suficientemente mojado como para empezar a pasar la esponja.
Tomo la esponja y después de cargarla con un poco de jabón se la empiezo a pasar por el cuerpo.
Primero le limpio la espalda, los brazos, el pecho, me arrodillo para limpiarle las piernas y los pies y dejo su pene para el final.
Le paso la esponja cuidadosamente, sabiendo que es un lugar difícil y que no debo de ejercer mucha presión en él si no quiero lastimarle. Le limpio bien tanto el tronco como los testículos y cuando lo tengo listo dejo la esponja en el estante que la suele guardar.
No me he levantado de mi arrodillado y tomando la verga con la mano me dispongo a iniciar la fase B de la limpieza.
El agua caliente sigue cayendo encima de los dos y me siento como en una película cuando sosteniendo el pene de mi abuelo con la mano, contemplo como un abundante caudal de agua se escurre desde su punta. El mismo caudal que se escurre de mi cabeza y mi boca cuando se la acerco abierta de par en par. Una foto de la situación sería como para premio Pulitzer pero no parece encontrarse ningún paseante por la zona al que pedirle que nos haga una foto.
Desechando la inmortalización fotográfica del acontecimiento me meto la polla en la boca y trato de tragarla toda a la primera.
No está totalmente erecta, apenas entibiada, por lo que lo consigo sin mucha dificultad, aunque no tarda en hacérseme la tarea más difícil cuando el miembro se hincha de sangre y adopta unas que envidiaríanles dimensiones a cualquier muchacho de mi edad.
Abuelito me toma de la cabecita y me transmite mediante su mano el ritmo con el que quiere que me la meta y saque de mi boca.
A cada momento me da una sorpresa porque está por momentos recuperando dotes de su voluntad, a costa de un tratamiento de choque que difícilmente podría ser homologado en la escuela de medicina nacional.
Se la sigo mamando al ritmo que me indica su mano y como este va subiendo de tono, la misma energía adicional aplico en mi progreso mamatorio.
Llega un momento en que parecemos una de esas sucias películas de las que "he oído hablar". Me cala todo lo que puede el pene dentro de la boca incluso forzando mi abertura. Me duele un poco a cada vez que me empuja el pene hasta el fondo de la garganta, pero en el fondo estoy complacidísima porque eso pone a cada momento más cercano el momento en que mantenga ese mismo movimiento pero con sus caderas entre mis piernas.
– ooorbgl . . oooorblg . . oooohblg . . abueoooorblgg . . abueloooorblg . . .
No consigo pronunciar palabra alguna completa, me está haciendo realmente daño. Asustada lo miro al rostro y tiene apretados los dientes como un boxeador que estuviera manteniendo un combate en pleno cuadrilátero.
Con su mano en mi nuca y su cintura ante mi rostro me mete el pene con violencia y fiereza. Es el más maravilloso resultado que puede dar mi tratamiento pero su reacción es incluso excesiva.
Tomándolo con toda mi fuerza de las dos manos consigo liberarme, pero tanto sus manos como su cintura parecen encallados en el mismo movimiento que mantenían cuando mi cabeza estaba entre ellos. Alarmada me levanto y abrazándolo trato de detener su histeria. Recibo unos cuantos golpes y codazos que me hacen soltar unos cuantos gritos.
– ah, oh, ay, ¡abuelo! para! detente!
Lo abrazo con fuerza cruzando los brazos a su espalda y poco a poco voy consiguiendo detener su movimiento.
Tanto su cadera como sus brazos terminan abandonando el epiléptico movimiento que llegó a asustarme. Resoplando con agotamiento permanece inmovilizado por mi, con sus ojos mirando a los míos sospecho que ya ha vuelto a recuperar la austera consciencia que tiene.
< perdona, Sandra >
No recuerdo haber sentido tanto agradecimiento por ningún perdón que háyaseme pedido en la vida.
– claro abuelo, no tienes la culpa de nada.
Cual si fuéramos una única persona, los dos acercamos los rostros a la vez, y en el tibio mar de la ducha nos besamos. Quizá estoy llorando mientras siento la lengua de mi abuelo como entra en mi boca y juega con la mía, pero con tanta agua me es imposible asegurarlo.
—-Capítulo 5—-
Después de la ducha y una vez calmados nuestros ánimos amorosos sin necesidad de recurrir a tratamientos severos. Nos arreglamos, nos vestimos y tomados de la mano vamos a dar una vuelta al parque.
Hace un día soleado por las navideñas fechan que marcan y ello es de agradecer pues justo cuando nos disponemos a pasear, sale el sol.
– ¿te gustaba pasear, abuelo? cuando la abuela vivía?
< sí, veníamos a menudo >
Emocionada por su espontánea respuesta y con ilusión para que día a día se vaya recuperando hasta su total o casi total recuperación, no lo exprimo, únicamente le dedico una tan soleada como el día, sonrisa, y seguimos nuestro paseo.
Llegamos a un solitario banco situado en un también solitario paraje del gran parque, y ahí nos sentamos. Algunos pajaritos corretean un poco alejados de nosotros, en un pequeño cuadrilátero de hierba frondosamente poblado por gran diversidad de flores.
Ahí sentados le tomo la mano y depositándola en mi regazo, le dedico un amoroso diálogo.
– sólo llevamos dos días, pero me parecen haber sido los dos días más maravillosos de mi vida. Mi más preciado deseo es que estas navidades recuperes tu habla, y que nos amemos. Como nos hemos amado desde que nací pero como un hombre y una mujer, porque yo te amaré siempre.
< a mi también me gustaría y haré lo que pueda para que esos deseos tuyos se hagan realidad >
– gracias abuelo.
Y con un amoroso cariño me abrazo a su lado, pego mi cara a su pecho y cierro los ojos. En mi cómodo soñar en su pecho me parece oír la voz de uno o dos chiquillos que se acercan por algún lado. Levanto la cabeza y veo dos morenos morochos que se aproximan por el sendero a la vez que se disputan un balón.
– mira abuelo.
Le insto a contemplar el elegante escenario digno de ser inmortalizado en una pintura.
Los muchachos se van acercando a medida que el balón va tomando sus azarosos cursos, cuando están lo suficientemente cerca los llamo.
– ¡eeeeeeh! venid.
Parecen ser dignos y educados pues tomando uno de ellos la pelota con la mano, se acercan mostrando una amable sonrisa.
= hola =
# hola #
Dicen casi al unísono.
– ¿cómo os llamáis?
# yo Pablo #
= yo Pedro =
– Pues yo me llamo Sandra y este es mi abuelo Eustaquio. Él sólo ya tiene más años que mi edad y las dos vuestras sumadas.
= halaaaa, que grande! y cuantos años tienes =
Un repentino temor a que esa pregunta se quede sin respuesta me asalta, pero afortunadamente mi abuelo no tarda más de lo que tardaría cualquier abuelo de su edad en contestar.
< yo tengo 77 años, podría vivir toda vuestra vida más de una docena de veces >
La respuesta de mi abuelo ha sido mucho más de lo que esperaba, incluso se ha permitido el lujo de bromear con los chiquillos. Extasiada en secreto por dentro contemplo la conversación entre los chiquillos y mi abuelo, disimulando la felicidad que me produce tan insignificante hecho.
# pero con los años Pedro y yo haremos más años y puede que un día lleguemos a tener la misma edad #
Mi abuelo se lo mira jocoso y mostrando quizá la 1era sonrisa que recuerdo haberle visto mostrar, le responde.
< sin duda será así, porque yo estoy ya muy cansado de la vida y llegará un momento en que deje de cumplir años de lo cansado que estaré, y me quedaré en un número >
= pues entonces podremos atraparte =
# y entonces serás tú el que tendrás que correr más para cogernos a nosotros, que iremos haciendo años más rápido que tú #
– Ja ja ja ja ja.
Una delirante carcajada me asalta porque lo que dice el niño es para partirse de risa visto desde mi sentido común, y el de mi abuelo que parece estarlo recuperando a marchar forzadas.
– venga niños, ya está comprendido, iros a seguir jugando con la pelota.
Ambos muchachos acceden encantados a mi petición y con el mismo enfrentamiento con que llegaron se alejan disputándose la pelota.
– ha sido maravilloso abuelo.
Le digo acariciándole la barbilla.
< hay que aprovechar porque quizá nunca encontrarán un abuelo como yo, y menos con mi edad >
– claro que sí, claro que lo encontrarán, el mundo está lleno de hombres maravillosos como tú.
Diciendo esto me le pego ya no con cariño sino con pasión y lo beso en la boca.
Amparados por la solitud del paraje este beso se alarga largo rato. Nuestros abrazos se olvidan de que estamos en un lugar totalmente público y tanto sus manos en mis pechos como las mías en sus hombros, siguen los mismos protocolos que han aprendido estos dos últimos días y que aún les quedan 5 más.
La excitación va subiendo grado a grado y llega un momento en que me doy cuenta que tendríamos que tener cuidado para que otros dos niños o adultos nos sorprendieran en una escandalosa actividad teniendo en cuenta mi edad y la suya.
– abuelo, ¿y si nos escondemos tras esas matas?
< bien >
Revisando que nadie nos vea escondernos nos agachamos en un rincón en que sólo podrían descubrir nuestra actividad los pájaros que vuelan en lo alto.
Antes de proceder a susodicha actividad, me saco la chaqueta, se la saco a él y preparo una especie de tumbona doble en el suelo en la que gozar tanto de la comodidad de sus ropas, como la del sol que cae de arriba.
Mi abuelo y yo nos tumbamos abrazados en nuestro nidito y la temperatura de nuestro contacto no tarda en recuperar la misma temperatura que inapropiadamente había tomado en el banco.
Me saco la camisa y mi abuelo no tarda en propinarme un fabuloso mamado de mis jóvenes pechos. Debo de controlarme para no estallar a gemir pues si bien no estamos al alcance de la vista de los senderos, tranquilamente podrían sentir unos sospechosos gemidos femeninos unos paseantes que transitaran en ese momento por el lugar.
No tarde en exigir mi parte del plato e erguiéndome ante él le pido que.
– déjame mamártela.
Mi abuelo se desabrocha los pantalones y me entrega un ya parado miembro en plenas condiciones para ser mamado, ser follado o fotografiado con orgullo.
Se la como de un bocado y mi sensible cuerpo no tarda en pedir más. Me doy la vuelta y le pongo la panocha en la cara, en el viejo 69.
Gozamos el uno del otro otro largo rato, con la excitación que llevo ya soy perfectamente capaz de soportar su lengua en mi vagina mientras a la vez le como el miembro. Algo que me hubiera sido imposible en nuestras primeras relaciones por no estar mi cuerpo acostumbrado a tan intensas emociones.
Desafortunadamente llega lo que más me temía: quiero más. Y ese más sólo puede ser hacer el amor. Aquí en medio del parque, por primera vez en mi vida hacer el amor con mi abuelo tumbados entre un par de chaquetas escondidos tras unos matorrales.
– abuelo.
< dime pequeña >
– quiero hacerlo.
< estás segura de lo que dices >
– claro que estoy segura, si no no te lo hubiera dicho.
< pero te das cuenta del riesgo que representa >
– dímelo ¿qué riesgo representa?
Mi abuelo abre los ojos y los fija en los míos. Hasta ahora me había estado escuchando tumbado entre las chaquetas sin dirigirme exclusivamente la atención, y me responde.
< estoy preparado, este será mi regalo de reyes, tanto da lo que pueda pasar, nunca más tendremos esta oportunidad >
– pues va.
Siguiendo las indicaciones de mi abuelo me tumbo justo en medio de las dos chaquetas y me abro de piernas. Mi abuelo se tumba en medio de ellas y maneja su pene para apuntarlo a mi vagina.
< ya está, ya está encajado >
– . . vale . .-
Le respondo con un épico susurro.
Mi abuelo se empieza a mover y noto una intensas sensaciones en mi sexo que indican que algo bien duro y gordo se va metiendo dentro. Asustada e instintivamente me cojo de sus hombros, como pidiéndole que no me haga daño. Cierro los ojos y noto como el pene va entrando sin prisa pero sin pausa. Llega un momento en que parece tener que hacer más fuerza para avanzar en un estrechamiento del conducto. Aplicando la impulsión adecuada consigue superar ese trángulo, a costa de mi aullido.
– aaaaaaaaah.
< te ha dolido ¿no? >
– sí abuelo, me ha dolido mucho.
< bueno, eso es que lo más difícil ya está superado. Ahora relájate y deja que el pene se haga tuyo >
– bien, lo intentaré, pero ten cuidado.
Mi abuelo se toma unos instantes de pausa en que casi imperceptiblemente va retomando su penetración. Noto como efectúa unos movimientos minúsculos pero que repercuten grandiosamente en la sensación de mi vagina. Él va sosteniendo este minúsculo movimiento a la vez que yo le suplico.
– para . . . ay . . .ay papito . . . un momento . . . ay . . . uhmm . papito . . aaah . . aaah.
Pese a mi oposición consigue adoptar un recio ritmo de mete-saca que en un par de minutos transforma totalmente su significado de dolor en placer.
Cuando por fin hemos conseguido ese estado me gustaría que no se detuviese nunca. Su pene va entrando y saliendo de mi como si fuera un propio órgano interno mío, un estómago o un pulmón, pues es lo que siento, que siempre tendría que haber estado ahí pero un día me lo robaron.
Perdido todo el miedo y precaución cierro los ojos y lo abrazo con mis piernas, soy yo misma que con mis pies cruzados tras él doy un poco más de impulso a esa cadera para que meta esa recia extremidad dentro de mi.
Por fin tengo lo que quería, no ha pasado ni una hora desde que se lo pedí sentados en el banco del sendero que ya está prácticamente todo concedido. Me está amando, aunque me amará mucho más durante lo que queda de semana. Y ha recuperado la practica totalidad de su voluntad, e incluso más pues un reducido porcentaje de los hombres de su edad, serían capaces de mantener esa actividad tras los matorrales de un parque, tumbados entre un par de chaquetas, en una festiva jornada navideña y con su propia nieta.
– abuelo . . ooh . . ooh . . te quiero . . ooh . . ooh . .
< yo también pequeñita, has conseguido algo que prácticamente nadie en el mundo podría haber conseguido; recuperarme, y de qué manera >
< gracias pequeñita, te lo agradeceré eternamente >
– yo también abuelo . . ooh . . ooh . . eternamente estaremos juntos . .
Nuestro amorío se va alargando otro largo rato, no eternamente como pretendemos que se extienda nuestro amor pero sí como para hacerme conocer en su totalidad lo que puede llegar a representar una primera experiencia sexual para una mujer.
El término de la relación tiene un extraño parecido con el ataque epiléptico que le dio esta mañana en la ducha pues la cintura de mi abuelo parece olvidar todo lo que tenga delante y acomete y acomete sin piedad mi vagina. Durante esas últimas acometidas no puedo evitar soltar unos fuertes gemidos que quizá son oídos por alguien que pasea por la zona, afortunadamente y de ser así tiene la amabilidad de no molestar.
Al cabo de un rato nos recuperamos y aún con el calorcito del sol lo recogemos todo. Sacudimos un poco las chaquetas del musgo que les pueda haber quedado impregnado aunque inevitablemente les quedan unas verdes manchas "que trataré de limpiar en lo más breve".
Cogidos de la mano como un abuelo y una nieta que se quieren, nos despedimos del parque. Poco antes de salir de este nos encontramos con Pedro y Pablo.
Los dos no saludan sonrientes y tras perderlos de vista le digo confidentemente a mi abuelo.
– tú crees que van a conseguir atraparnos.
< primero tendrán que tener cada uno de ellos un hijo y después una nieta, y aluego . . . . realmente es muy difícil que consigan atraparnos >
Sentencia mi abuelo dándome un besito en los labios.
Esbozando ambos una grandiosa sonrisa de enamorados nos abrazamos y dando por terminada la jornada, nos dirigimos a casa.
Exquisito relato.