Dálida y yo.
Roma imperio del incesto..
¡LORANA! (Bienvenidos)
Mi madre está separada de mi padre hace muchísimos años, ni siquiera nos visitamos porque él se fue a otro país, yo terminando mi cuarto medio con excelentes calificaciones, fui sorprendido por mamá con un viajecito de regalo de diez días a la Isla de Pascua, solos ella y yo.
Mi madre es de origen italiana, se llama Dálida, tiene 39 años, 1.74 cms. es una bella mujer mediterránea, con cabellos oscuros que se los porta en un moño, el que hace resaltar su tez blanca con esa nariz un poquito respingada y pronunciada de los italianos, como buena italiana sus senos son voluminosos y al parecer a ella le gusta meterlos en muestra, porque de siempre que la recuerdo usando cosas un poco apretadas y que denotan su prosperidad mamaria.
Gracias a mis abuelos, mamá que también fue hija única, heredó una panadería, pastelería y fábrica de masas, el negocio nos proporciona una vida holgada y mamá ha sido buena administradora, logrando abrir una sucursal.
Tengo que confesar que más de una vez me he tirado una paja pensando a esos senos de ella, pero como no soy ningún adefesio, tengo mis cositas con las mujeres y desde mi tierna edad (15), que jamás me ha faltado un chorito para llenar, así que no puedo decir de haberme obsesionado de mi madre ni nada por el estilo, solo un leve complejo de Edipo, pero con una madre como la mía, debería al menos estar loco de atar por su belleza, es muy linda mi madre.
Bueno, me contenté de verdad de viajar junto a mi madre a un lugar tan remoto, nunca he salido del continente, entonces para mi este viaje era todo un programa, me dediqué a informarme en internet sobre lo que ofrecía la Isla y los hoteles, cosas de ese tipo, hasta que llegó el día señalado, nos presentamos al aeropuerto dos horas antes e hicimos los tramites regulares, abordamos el jet y partimos, como primer vuelo en vida mía estaba un tanto nervioso, pero luego nos relajamos, más que nada yo, porque mamá había volado a Europa un par de veces en el pasado.
Llegamos y nos vinieron a buscar desde el lugar donde teníamos la reserva, con una maravillosa vista al mar una cabaña con dos cuartos individuales y un baño común, una sala de estar con una cocina en una esquina, estábamos a un kilómetro de la ciudad y del aeropuerto, la vegetación y los paisajes me resultaron un tanto singulares, hay mucha historia sobre la migración de los habitantes de esta Isla, algunas historias hasta de canibalismo me llamaron la atención, pero lo más llamativo son esos enormes monumentos dejados por los antepasados de este pueblo con una rica historia mitológica.
Los primeros dos días recorrimos todos los lugares de interés histórico arqueológico y después mamá se aburrió de tanta chiacchiere, bla bla bla, cuando mamá se pone a hablar en italiano es porque está enojada o excitada, así que empezamos una rutina de ir a la playa, aquí comenzaron los problemas para mí, ella se vistió en el baño y nos fuimos a la playa de Pea, llegamos nos ubicamos en un lugar central, porque lo dije, a mi madre le encanta llamar la atención, ¡porca miseria!, mi madre se saca su vestidito floreado de playa y todos se vuelven a mirarla, un bikini amarillo que a mala pena podía contener todo ese bien de dios que es mi madre.
Yo tengo dieciocho, casi diecinueve, pero represento más, mi madre a sus treinta y nueve, representa no más de treinta, podríamos hasta pasar como pareja, la tomé de la mano y nos fuimos a bañar, había un aleteo de jotes por todos lados ― mamá dejaste la cagá … todos te están mirando ― le dije ― non essere scemo … nessuno mi guarda ― me dijo, lo sé que ella habla italiano solo si algo la turba, ahora me está diciendo que no sea tonto y que nadie la mira, pero yo lo estoy viendo y palpando, parece que caímos en la playa de los jotes.
Pero me doy cuenta de que no es para menos, mamá debe tener por lo menos unos cien de senos, una cinturita de reloj de arena y sus caderas serán por los menos noventa o cerca de eso, alta, esbelta, ágil, es una felina de tomo y lomo, nos estuvimos bañando cerca de una hora e inusitadamente todos se vinieron bañar cerca de nosotros, mi mamá se divertía conmigo, nos comenzamos a tirar agua y hacer olitas, luego ella se sumergió y apareció como a diez metros nadando hacía el mar, mamá es buena nadadora y yo gracias a ella también, así que la seguí hasta que la alcancé ― mamá no nos alejemos demasiado porque pueden haber corrientes … en el hotel nos dijeron de tener cuidado con las corrientes ― le dije jadeando después del esfuerzo por alcanzarla ― veamos si me puedes alcanzar otra vez ― me dijo lanzándose a nadar hacía la playa, me esforcé al máximo y le di alcance mucho antes y la tomé por su cintura ― te alcancé ― le dije estrechándola a mí, al contacto de su carne desnuda mi pene reaccionó al segundo y ella lo sintió ― sei tutto scemo ― me dijo y me dio un rodillazo en mis bolas ― ¡uugghh! ― dije yo con un poco de dolor y la solté, ella se alejó nadando velozmente y no volvió a mirar hacia atrás.
Me fui detrás de mamá, llegué a la playa me dolía la ingle, mamá me vio que estaba adolorido ― stronzo andiamo via subito ― dijo ella muy enojada, mamá no me trata así, me dijo pedazo de mierda vámonos de inmediato eso quiere decir que esta disgustada conmigo o quizás excitada, yo considero de no haber hecho nada de malo, tuve una reacción humana de hombre, sí ella es mi madre, pero también es una mujer, además, es una bellísima mujer, el problema es que yo soy su hijo.
Nos fuimos a nuestra cabaña en silencio, cuando llegamos mamá cambio su actitud, su comportamiento comenzó a ser diferente (ella se dirigió a mí en italiano, pero lo escribiré traducido) ― pequeño mío … ¿cosa te he hecho? … ¿te he causado daño? … ven donde mamita tuya y muéstrame donde te duele ― ella se acercó a mí y me toco mi pene cubierto por mi traje de baño, yo retrocedí un poco, pero ella ya había sujetado mis shorts ― no hagas caso mamá no sucede nada … tendré las bolas azules por un par de días, pero ya no me duele ― le dije tratando de no contrariarla y hacerla enfurecer, la prefiero excitada ― ¡oh! querido mío, vamos a la ducha que mamita pensara a hacerte pasar ese mal augurado dolor ― dijo ella y metió sus dedos en la banda elástica de mi traje de baño y me llevo al baño.
Ella estaba todavía con su pequeño bikini, le estaba mirando su trasero perfecto mientras caminaba delante de mí con esas caderas atractivas y perfectas, mí miembro se estaba excitando una vez más, llegamos al baño y ella echó a correr la ducha, me bajo finalmente mi traje de baño ― ¡mamá que haces! ― dije yo haciendo ver mi sorpresa ― tonto … desde pequeño que te he visto desnudo … déjame hacer ― me dijo muy seria, yo ya lo estaba disfrutando, así que me hice casi el desentendido.
Nos metimos juntos a la ducha, mamá se puso en cuclillas mientras me sobajeaba las pelotas ― donde te duele pequeño mío … mamita te hará sentir mejor ― tenía una bola en cada mano, me encontraba en una situación al cuanto complicada, mis sensibles pelotas en manos a mi madre, cuya ira podía desatarse de un momento a otro con inconcebibles consecuencias para mis huevos, sus caricias y mi nerviosismo me hacía tiritar ― ¿Qué querrá hacer esta madre mía ― pensaba mientras observaba que mi pene no paraba de crecer.
―Con questo mi hai punzecchiato … ¿vero? ― mi madre agarrándome el pene me preguntaba si la había pinchado con mí miembro ― ¡oh! mamá … no fue mi intención … solo que tú eres una mujer muy linda y yo, como dijiste tú, soy un pedazo de caca … no debí estrecharte así de fuerte … excúsame tanto ― le dije observando como ella me echaba hacía atrás el prepucio, haciendo aflorar a mi glande duro y brillante ― hijo … estas muy bien dotado al parecer ― dijo mí madre agarrando mi asta con una mano y acariciando mi glande bañado del agua de la ducha, desde mi posición en alto podía ver sus hermosos senos grandotes, mi madre se despojó justo en ese momento de su sujetador, sus dos mamas se distendieron in avanti, libres y poderosas, hizo deslizar mi verga en medio a sus masas mamarias, yo ya estaba sin palabras y lograba a mala pena mantener mi respiración en modo normal, unos jadeos y gemidos me estaban provocando sus grandes senos duros aprisionando mi pene.
Mamá estaba con sus labios rozando mi endurecida verga, se alzó y se quitó la parte inferior de su bikini ― hijo … es mucho tiempo que no estoy con un hombre … no vayas a tratarme como una de tus putanelas … eres único para mí … el hombre con quien quiero hacerlo … no lo olvides ― mamá me miraba intensamente a mis ojos, su mirada escudriñaba en lo profundo de mi ser y me hacía sentir un sentimiento desconocido para mí hasta este maravilloso momento, tenía ante mí una mujer bellísima que siempre se había consagrado a mí y ahora se entregaba a mí en una pureza y pulcritud que hizo mella en lo profundo de mi corazón.
Ella me beso como amante, éramos amantes, éramos hombre y mujer, aferré su cintura y sus pechos cubrieron mi torso, nos besamos por momentos infinitos, los labios de mi madre eran cautivantes, sabrosos, delicados, carnosos, un hechizo de placer sintiendo que su lengua sometía a la mía una y otra vez, volvió a meterse en cuclillas y engullo mi pene en sus hermosos labios, se aferró a mis muslos y su boca se deslizaba al largo de mi verga velozmente, su sangre italiana la tenía encendida y fogosa gozando con su hombre, cierto soy su hijo también, pero somos dos seres libres de poder elegir con quien yacer.
Ella apegada a mi piel y yo sintiendo cada poro suyo, mi madre me tomo de la mano y dijo ― andiamo … necesitamos una cama ― nos secamos y nos fuimos al dormitorio, mi madre me guio a su lecho, ella se sentó al borde de la cama, era como la Betsabé de Drost, con esos senos duros y firmes como una niña-mujer, en su cama yo la abracé bien estrecha a mí, quería sentir esa suave y cálida piel, quería hacer míos sus labios ardientes, quería sentir ese vientre plano que me tuvo tantos meses en su interior, le mordía el cuello, sus lóbulos, bajaba a sus pezones, volvía apropiarme de su boca, jamás mujer alguna me inspiro tanta calentura, ella me envolvía en su cuerpo, seguía mis caricias, las secundaba y disfrutaba de ellas.
Después de lamer y morder sus maravillosas tetas, resbalé poco a poco hacia su pancita y luego a su chorito que tenía rizos a forma de “V” con labios gordotes, brillantes, empapados en sus fluidos, cerré mis labios sobre su clítoris y ella gritó e intento cerrar sus muslos, pero al levantar sus piernas, se las doblé hacía arriba y me dediqué a besar su culito sumamente estrecho ― ya habrá ocasiones de ocuparme de ti ― pensé lamiendo ese pequeño ojetillo y volviendo a su conchita maternal desde donde salí tanto años atrás y ahora estoy tratando de entrar, no con todo mi ser, pero si una preciada parte de mí se quiere refugiar en ese lugar fiable y que ya me protegió una vez.
Mamá no me soltaba mi pene era una atracción que ella no podía resistir, me hizo recostar en su cama y comenzó a comerse mi verga en modo demencial, acariciaba mis huevos los tironeaba delicadamente se los metía a la boca, se volvía a tragar mi verga hasta cuando le venían conatos de arcadas y se relajaba un poco, luego otra vez gustaba de sentir mi pija en el fondo de su garganta, enseguida me hizo alzar y ella arrodillada con sus rodillas bien abiertas se tragó mi verga comenzando un movimiento muy rápido con su cabeza ― ¡aaahhh! … mamá … que me corro … ¡uy! mami rica … ¡ssiii! … me corro … mamiiiiiiii ― los borbotones la sorprendieron de todas maneras, cerro sus ojos y yo llene su cara, sus cabellos, sus parpados, sus inmensas tetas, toda ella estaba llena de semen por todos lados, jamás me había corrido de esta manera, solo con mamá, recogí una toalla que ella había traído y comencé a limpiar su bellísimo rostro, tenía los ojos y la boca cerrada, por la comisura de sus labios escurría un hilillo de esperma, limpié su frente, sus parpados, bese sus ojos y después limpié sus labios para besarlos, ella lucía bella así sentada con su chochito apoyado sobre la colcha de la cama y sus brazos sudados y bañados de semen descansaban sobre sus muslos, parecía una diosa romana.
Mamá abrió sus ojos y sorprendida exclamo ― ¡ma quanta sborra!⁕ … hijo mío si acabas siempre así vas a terminar deshidratado y desnutrido … me has bañado completamente con tu leche … te tendré que alimentar mejor ― así mi madre concluyo su magistral mamada, con mis piernas tembleques y mi polla todavía dura, me recosté, mamá se puso a horcajadas sobre mí, luego sentí su chocho húmedo rozar mí glande y bañar la cabeza de mi verga, ella mojaba su conchita con las gotitas de semen que escapaban de mi miembro erecto, luego se sentó y centímetro a centímetro, hizo desaparecer mi pene en su concha empapada de fluidos, su lubricación era la apropiada y mí polla invadió sus rosadas carnes con un apriete involuntario de sus músculos vaginales.
Ella se sentó con mi pene profundo en su interior, no se movía, pero su coño se contraía y me causaba inesperados temblores y escalofríos de placer, después apoyó sus manos en mi pecho y comenzó a mover su torso arriba-abajo y luego hacía rotar sus caderas como en una danza del vientre, ella poco a poco aumento la velocidad de sus brincos, sus jadeos y gemidos se inclinó y nos unimos en un beso bañado de pasión y lujuria, mientras nuestras lenguas se enredaban yo no paraba de cogerla por sus caderas y enterrarle mi pene lo más profundo dentro de su concha ― hijo que me estoy corriendo … ¡ooohhh! mi niño … es que no aguanto … ¡aaahhh! me corro mi niño … ¡ssiii! … ¡ssiii! ― mi madre se corrió y su cuerpo se descontroló saltando y contorciéndose sobre mí, la tuve que tomar delicadamente en mis brazos y acompañar su orgasmo infinito, todo el tiempo ella gritaba frases en italiano y refregaba su coño en mi pelvis y mi polla erecta.
―Mámma mía bambino … esto sí que estuvo fuerte … me has hecho correrme como una puta caliente ― mi madre con sus poderosas tetas en mis pectorales, respiraba entrecortado y no cesaba de besuquearme por todos lados ― ¡uy! hijo hacía mucho tiempo que no probaba una verga … tenías que ser tú … estoy contenta porque estas hecho todo un hombre … no me importa si te pierdo cuando te cases … has sido y eres mi hombrecito crecido ― mi madre me hablaba en tono materno como si yo fuese todavía un niño de pecho ― ¡ay! mamá no digas eso que ni siquiera tengo una “fidanzata” … y ahora menos, quiero ser ese hombre que tú quieres … quiero ser de ti mamá … solo de ti ― le dije mientras la besaba y estrechaba a mí su cuerpo dulce y sensual ― quizás en este momento no … pero ya conocerás a la muchacha justa y yo pasaré a segundo lugar … non ti preoccupare per me … la vida es así … lo capisco molto bene ― concluyo recostando su cabeza en mi hombro, un dulce sueño se apropió de mí y de ella, su cuerpo cual una cobija, cubría todo mi cuerpo.
Cuando desperté ella se había deslizado y dormía profundamente con su mano aferrada a mi pene, si hubiese podido fotografiar la escena tan irreal, no lo hubiese dudado, una mujer bellísima durmiendo boca abajo con un culo precioso y marcas blancas de su bikini, sus largas piernas bronceadas, su torso femenino y estriados que magnificaban sus opulentas formas de hembra mediterránea, bajo su pecho dos enormes tetas con pezones marrones-anaranjados, esa es mi madre, toda una mujer.
Mamá se despertó y al parecer ya había asumido nuestro actuar, se enderezo hasta llegar a mis labios y me beso, como una esposa besaría a su marido, su piel de durazno volvió a ponerme a mil por su chocho, pero ella italianísima, dijo ― hijo voy a calar un poco de pasta así comemos algo… ¿quieres una bistecca? ― yo no tenía ninguna elección, mamá había decidido ya, así que asentí con mi cabeza acariciando una de sus esquivas tetas, sus dulces ojos se posaron en mi ― goloso ― me dijo y se fue contorneando sus maravillosas caderas.
Mamá me llamó desde la cocina para comer, nos servimos unos spaghetti con ajo y aceite que mamá cocinaba en forma exquisita, teníamos un vino tinto y una ensalada de tomates con aceite de oliva, mamá vestía solo una bata de seda tipo kimono muy corta, sus glúteos eran visibles cada vez que se inclinaba por algún motivo, me tenía en una semi erección perenne.
Mis abuelos eran de un pueblito de nombre Ostia, cerca de Roma, la capital, es decir eran romanos y los romanos practicaban mucho el incesto, en realidad se daba en toda Europa, es decir, está en nuestra sangre, somos de razas incestuosas, hice varias investigaciones al respecto y concluí que no habíamos hecho nada de nuevo ni tan reprochable.
Terminamos de comer, mamá me permitió ayudarla a lavar la vajilla, cada vez que ella se inclinaba lavando la vajilla, sus redondeados glúteos se lucían en toda su belleza, me tenía enfermo de caliente y ella me miraba con sorna y continuaba a lavar los platos, no me puede resistir y me fui detrás de ella y tomándola por la cintura le hice sentir mi erección en medio a sus nalgas ― no hagas eso … déjame terminar … luego quiero mi postre ― me dijo ella, yo masajee sus grandes senos y luego preparé un poco de café para ella y para mí.
Nos volvimos abrazados a su dormitorio y de entradita le saqué su kimono, toda su espléndida belleza se me presentó ahí ante mis ojos, ella me empujo hasta que quedé sentado en la cama y se sentó a horcajadas en mi regazo, procedí a magrear sus fabulosas tetas y a comerme sus pezones uno a la vez, intercambiando mis lamidas y mordidas a esos enhiestos botoncitos de carne materna, ella me desvistió y me empujo de espaldas, se puso en cuclillas a chuparme la verga, su cabeza subía y bajaba engullendo mi pene que lucía brillante con su saliva, yo empujaba su moño acompañando sus lamidas, yo gozaba a ojos cerrados, no me di cuenta cuando ella se giro y se sentó en mi polla dura como el acero, sentí solo el chapoteo de mi glande en su encharcada vagina y luego la estrechez y tibia humedad que envolvió mi pene.
Mamá luego se subió a la cama y en cuclillas se volvió a sentar sobre mi miembro, me estaba follando ella a mí, lo que me procuraba un placer enorme, me había convertido en su hombre, en su amante, me regocijaba ver a esta hermosa mujer tomando posesión de mi pija, como si hubiésemos nacido el uno para el otro, éramos hombre y mujer, en una relación exquisitamente incestuosa y no nos importaba, mamá se comía mi verga con su panocha y sin remordimiento alguno, abría bien sus piernas para hacerme ver como mi asta se incrustaba en su chocho.
Mi madre apuró sus movimientos chillando como una quinceañera perdiendo su virginidad, su culo se contraía una y otra vez y sus uñas arañaron mis pectorales cuando ella se corrió en modo salvaje, se estremeció toda y luego abrió sus ojos claros y me besó, su respiración jadeante denotaba el esfuerzo, pero sus movimientos de cadera se mantenían, la atraje hacía mí y mordiendo sus lóbulos le susurre a su oído ― mamá … quiero tú culito … dame tu piccolo culito ― ella detuvo sus movimientos y como que lo pensó ― está bien … pero no me hagas daño … ni siquiera tu padre me toco por ahí, ni nadie antes que él, eres él primero … así que no me hagas daño ― me dijo y lentamente se colocó en cuatro.
Su orificio anal era en realidad muy pequeño, en un primer momento pensé que sería imposible que la verga de mi tamaño horadase su ano tan estrecho, ella tenía una cremita facial en su velador, le espalmé un poco en su hoyito y poco a poco con mi dedos empecé a ensanchar su recto, mamá gemía y cuando le dolía me detenía con su mano, pero mantenía su posición a lo perrito, por varios minutos magree su ano hasta que cuatro de mis dedos andaban en su interior, luego apoye mi glande en su abertura anal y empujé y empujé y empujé … centímetro a centímetro mi polla profanó su virgen culito, la metí hasta la mitad, me detuve y tome sus brazos hacía atrás, de ese modo ella termino de empalarse solita, gemía y to sentía las contracciones de su esfínter tratando de expulsar al intruso visitante.
Mama liberó sus brazos y puso su cabeza en la cama como para mirar por debajo mi pija en su culo, yo veía sus tetas como se columpiaban como péndulos en un vaivén infinito, las acaricié, estaban duras y sólidas, luego me di cuenta que mamá se estaba masturbando con mi verga ensartada en su culo y sus quejidos se transformaron en gemidos, sentó como ella propulsaba su trasero contra mi pija con movimientos fuertes y veloces, luego arqueó sus hermosa espalda y se corrió con un sinfín de contracciones de su esfínter que me hicieron explotar dentro de ella, llené su recto a borbotones de semen, pero mi verga continuaba dura como palo.
Mamá se recostó con su cabeza en un almohadón y yo enterré mi pija en su chocho, ella dobló sus piernas y las levantó, tomándome de las caderas ella miraba complacida como el pene de su hijo entraba y salía de sus maternales carnes, me miraba intensamente y me tiraba más hacía ella ― cógeme hijo … cógeme fuerte … dame tu lechita caliente … soy tuya … cógeme más fuerte ― mamá cerro sus ojos, echó su cabeza hacía atrás moviéndola de lado a lado, sus manos se ubicaron en mis muslos y me tironeaban con fuerza y velocidad para que la follara más fuerte y más rico.
Sus gruñidos salvajes y junto a sus movimientos de pelvis furiosos, la hacían gozar y me hacían gozar también a mí, nos corrimos juntos esta vez, no besábamos y acariciábamos desesperados de lujuria y deseos, nuestros sexos unidos estrechamente, yo vertiendo mi semen y ella estrujando mi verga, enloquecidos de pasión y delirio de amantes.
Fueron días memorables, me convertí en su hijo-marido, no parábamos de amarnos, volvimos al continente y si hubiésemos podido casarnos, lo hubiésemos hecho sin duda alguna, después de tantos años nuestro amor no decrece ni un poco, me transformé en un abogado y después en un experto chef, ahora tenemos un par de restaurantes italianos y la vida nos sonríe, hemos ido a visitar las tierras ancestrales de Roma y de los incestuosos romanos y por supuesto, también cogimos en esas tierras.
⁕ ¡ma quanta sborra! = ¿pero cuanto esperma?
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