Dándole leche a mi prima
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Nuestras edades entonces, 15 años. Mi hermosísima prima María había venido a quedarse a vivir en casa por graves motivos familiares que no vienen al caso detallarlos aquí, y desde su llegada, la afinidad que entre nosotros se dió, fue estupendamente maravillosa. Hijo único yo, padecía mi soledad que María con su llegada, colmó harto satisfactoriamente aquél mi enorme deseo de tener a alguien de mi edad para compartir mi vida en la inmensa casa en la que vivíamos. María, no era una niña, María, era…"una diosa"!!! : Escultural, hermosa, sensual, con una gracia de maravillas, y simpática a más no poder. Morocha clara de piel, cabellos rizados largos, unos ojos deslumbrantes y verdes, y aquellas piernas gruesas y hermosísimas con aquél despampanante culazo inmenso y bien parado que enloquecía a un pueblo entero.
Fué María llegar a casa, y yo comencé a desvivirme en atenciones hacia ella, llegando a extremos ridículos por lo servil que era para con ella, lo que llegaba a provocar las risas en casa, y las risas también de María. -"María…tu primo parece que quiere ser tu esclavo!" -Le decía mamá, y María se reía…y yo, también.
Aún recuerdo cómo me apresuré la primera vez que pude capturar unas medias sucias que se quitó María, para salir presto a lavárselas a mano, ya que en aquel entonces así lavávamos la ropa. Yo, un chico dispuesto y diligente en las tareas que significaran ayudar a mamá, siempre había disfrutado plenamente la tarea de lavar mis prendas, y desde que llegó María, también las de ella. Mi hermosa primita…más y más, día a día así me adoraba.
Pero no crean que lo mío era todo cosa candorosamente angelical, loable, y digna de aplausos así de pié…jejeje.
Aquellas medias sudadas de María, antes de lavarlas, yo las aspiraba oliéndoselas hasta quedar como embriagado por aquel intenso y agradable olor que a mis juveniles pasiones lujuriosas funcionaban como afrodisíaco maravilloso que como a un volcán me ponían. De todo eso, yo…ni pío decía.
También los desayunos como las meriendas, eran tareas que siempre, desde muy temprana niñéz, yo sabía muy bien prepararme. Cuando llegó María, lo recuerdo, la agasagé con una estupenda leche con crema que la hizo abrir los hermosísimos ojazos mostrando un deleite que aderezó con un "Mmmmmmhhhhhhhhhhhh!!!!" en cuanto metió en su hermosa boca la primer cucharada.
Debo aclarar algo: la leche con crema a la que me refería, era a la leche a la cual le agregué la leche que me saqué haciéndome en su taza terrible paja, saliéndome aquel chorrete como interminable que al batir luego, produjera aquella cremosa espuma que a María tanto la deleitara…tomóla con disfrute evidente, y, al terminarla, recuerdo cuando me dijo señalando la vacía taza con su dedo así una y otra vez señalando el interior ya vacío de la misma: -"En adelante, hazme siempre, ésta leche!!!" Un río como eléctricamente cosquilleante, recorrióme entero…enterito entero..!
Era mi condición que cuando preparaba yo la leche, nadie debía estar presente. (jejejejejejejejejejjjjjjjjjj) Pero aquéllo no importaba, si tan satisfactorios resultados al deleite de María eso daba. Y aquéllo, comenzó a hacerse práctica así diaria, pues…mañana…tarde…y noche. Toditos los días: mañana, tarde, y noche…Y María, que cada día sentía más y más placer por tomarse aquélla "mi leche": y yo, que cada día, estaba más y más caliente por ella y mis huevos eran como un tambo de fabricar leche y más leche y que ya aquéllo iba como en un aumento que a veces mis acabadas eran exageradamente abundantes, que muchas veces la taza quedaba con más leche mía…que de la verdadera de la vaca.
-"Ayyyy, primito…cada día te sale más rica la leche!!!" Me decía María, que día a día, iba quedando como más gordita y linda…y yo, cada vez más y más caliente por ella. Ay..! Aquéllo, era ya cosa como de loca máquina lujuriosa que corría enloquecidamente desbocada en una locura que iba creciendo más y más cada día. Si: María se estaba engullendo litros de mi semen, y yo, preso en una fertilidad como endemoniadamente creciente, iba echando y echando tres veces al día leche y más leche, hasta que un día tuve que servirle una taza más grande para no tirar algo bastante que consideraba una injusticia hacerlo, y eso hice aunque no sin un temor a que María rechazara por lo exagerado de la nueva cantidad. Fuí temeroso pues con aquél inmenso tazón a servírselo a María, y ésta, al verlo, irrumpió en aplausos y gritos de "VIVA,VIVA, VIVAAAAA!!!"
Ufff..! -suspiré aliviado-, y María, engullía aquel contenido con un placer que cada día disfrutaba con mayor deleite. -"Primito: debes enseñarme ésta tu maravillosa fórmula". -Díjome. "Además, te sale cada día más rica!!!" -agregó-. -"Es un secreto..!" -respondíle-y ella, haciéndome una miradita por demás pícara y maliciosa, me dijo con un tonito que es difícil poderlo con palabras explicar:
-"Primito…yo voy a descubrir cómo ésta…"tu lechota"…así "te sale"..!" Yo, sólo sonreí; pero ella, dirigióme una guiñadita por demás pícara, y una por demás pícara también, morisqueta.
Y una noche, calurosa noche de primavera en la cual habíamos los dos quedado solos en casa y sería el comienzo de varios días en los cuales solos deberíamos los pues quedar, María viene hasta mí contorneándose de una manera más que provocativa e insinuante, y con una miradita por demás cochina y mostrándome su celular en el cual yá se veían las secuencias de una filmación, procede a mostrarme aquella secuencia en la cual escondida ella adentro mismo de un mueble de la cocina, me había filmado masturbándome dentro de la taza en la cual mi eyaculación abundantemente volcaba. Un escalofrío…recorrió mi cuerpo entero. Entonces, la oí a María así decirme:
"-Primito: vamos a la cama, que hoy, la leche la quiero purita…y en directo!" (continuará).
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