Daniela y yo parte II

Me acerqué suavemente agachándome en el piso del sillón, apoyé mi mano en su pierna derecha llegando lentamente hacia la suave tela de su prenda intima, allí busqué el elástico del costado, introduje mi dedo anular y comencé a masajear su clítoris. Daniela comenzó a gemir, corrí de costado su bombac.
Era jueves por la tarde, salí de la oficina hacia la casa de Daniela que me había invitado para ese día a las 19 hs. La situación contada en la parte I me había excitado mucho pero no estaba todavía seguro de lo que quería hacer ya que era un tema tabú. Al llegar a la casa de Daniela, creo se despejaron todas las dudas, ya que ella estaba hermosa, lucía su cabello enrulado rubio con un efecto gel mojado, tenía los labios pintados de color rosa (mi favorito, que a ella no le gustaba mucho), una blusa blanca en la cual se trasparentaba su corpiño también blanco y una pollera azul bastante corta, casi una minifalda.

-Que hermosa estás, le dije.

-Gracias, me arreglé como vos te mereces, contestó casi tímidamente.

Nos sentamos en la mesa, sirvió un te de frutos rojos y la tarta de manzana que había preparado la cual estaba deliciosa. Hablamos un rato de temas triviales, de la oficina, el futuro y demás, hasta que luego de un rato, me dijo:

– ¿Necesito fumar un cigarrillo, no te molesta?

-Mi amor, estás en tu casa, ¿pero volviste a fumar? le dije.

-Solo cuando estoy ansiosa, lo que pasa es que tengo algo que contarte y es un poco difícil…

Daniela se levantó y se sentó en un sillón que estaba ubicado frente a la mesa en la que estábamos, como les había contado antes, su pollera azul era bastante corta, por lo que en el fondo se podía divisar su ropa interior, era la misma bombacha blanca con margaritas que le había comprado. De todos modos, trataba solo de mirarla a la cara y escuchar lo que me contaba, decía que no había encontrado ningún hombre que valiera la pena, lo cual justificaba su fracaso en los noviazgos que había tenido, hasta que finalmente me dijo que el único hombre que de verdad entendía sus problemas siempre había sido yo y que era además en la única persona que confiaba, cosa que le agradecí.

Inmediatamente, ella comenzó a abrir las piernas un poco más mientras terminaba su cigarrillo, allí pude ver completamente su bombacha y no pude disimular más.

-Te queda hermosa esa bombacha, era para vos, le dije.

-Y no sabes lo suave que es la tela, comprobalo.

Me acerqué suavemente agachándome en el piso del sillón, apoyé mi mano en su pierna derecha llegando lentamente hacia la suave tela de su prenda intima, allí busqué el elástico del costado, introduje mi dedo anular y comencé a masajear su clítoris. Daniela comenzó a gemir, corrí de costado su bombacha para tener un mayor acceso, entonces comencé a lamer su concha de forma intermitente mientras la acariciaba y le daba besos en su parte intima, en menos de un minuto un gran gemido de satisfacción vino acompañado por un orgasmo bastante violento, mi dedo quedó totalmente pegajoso adherido a la tela de su bombacha.

Mi erección era ya muy grande, por lo que me quite el pantalón y luego el boxer y subí arriba de ella, recostándola a lo largo del sillón, desabroche su blusa y le aflojé el corpiño mientras comenzaba a chupar sus pezones duros. Al mismo tiempo que la besaba en todo su cuerpo introduje mi chota en su concha bombeando intensamente contra sus paredes interiores hasta que sentí su cálido fluido y finalmente pude acabar una gran cantidad de leche en su interior.

Nuestros cuerpos abrazados y sudados, la agitación al respirar, sumado a la cantidad de nuestros fluidos vertida sobre el sillón daban muestra del intenso encuentro que habíamos tenido, solo nos besamos sin decir nada, ella me tomó de la mano y me dijo:

-Vamos a darnos un baño.

El baño también fue muy intenso, nos enjabonamos el uno al otro en todas nuestras partes. Luego, Daniela, con unos grandes dotes de actriz de Hollywood, llamó a su madre diciéndole que la cena iba para largo y que habíamos tomado vino, por lo que era conveniente que no volviera conduciendo a casa y me quedara con ella esa noche, a lo que me esposa accedió.

Después tomamos la cena que era un delicioso pollo al horno con papas regado con vino blanco y de postre la torta de manzana, terminamos de cenar a eso de las 21. 30 hs. Daniela me dijo de seguir el segundo tiempo en su cuarto, me dijo que me relajara mientras me quitaba la ropa interior, comenzó a lamérmela hasta que pude eyacular, luego nos recostamos acariciándonos y charlando de lo que había pasado, finalmente pude recobrar fuerzas para mi último tiro y un par de horas después la volví a penetrar hasta que nos quedamos dormidos del cansancio. El amanecer de las seis nos encontró vencidos y abrazados sobre su cama.