De bailar al incesto
Mi hermano, mi marido y yo nos fuimos a la boda de mi sobrina Inés sin imaginar que aquel viaje iba a tener una enorme incidencia en nuestras vidas..
Mi hermano, mi marido y yo nos fuimos a la boda de
Ya en la boda hubo de todo, primero la ceremonia, luego el banquete y, por último, baile en el mismo restaurante hasta la una de la madrugada.
Mi marido, con bastantes copas de más, estaba empeñado en que debía seguir la fiesta y para esto contaba con el apoyo de un par de matrimonios que también tenían ganas de festejar. A mi no me entusiasmaba mucho la idea porque en las condiciones alcohólicas en que se encontraba mi marido no le veía mucho futuro a la noche pero en fin.
Más adentrada la noche, mi marido se enfrascó en una discusión de política con el marido de la otra mujer. Que si la culpa de los sucesos actuales la tenía el gobierno, que si México era un estado fallido, en fin, culpaban a todo el mundo y debatían como si el futuro del país dependiese de aquél debate mientras la tercera pareja que nos había acompañado ya se habían retirado.
A mí siempre me han aburrido este tipo de pláticas. Más aún cuando los que debaten están tan pasados de copas que ni si quiera se les entiende lo que dicen.
Miré a mi hermano que se mantenía callado y muy serio. En seguida me imaginé que atravesaba por el mismo sufrimiento que yo.
– Sácame a bailar, porque si no nos vamos a dormir – le dije ofreciéndole mi mano.
Nos levantamos y nos fuimos hacía la pista de baile.
No se veía nada hasta que uno se acostumbraba a aquella oscuridad. Al fondo se adivinaba una pareja pegándose tremendo faje; bien que podían estar follando tranquilamente sin que nadie se enterara.
La música era suave, muy propia para un lugar como aquél. Pensé que mi hermano con aquel tipo de ritmo iba a durar poco bailando pero me equivoqué.
Mientras bailaba con la cabeza apoyada en el hombro de mi hermano, pensando en la vuelta a casa y en lo que tenía que hacer nada más llegar, me di cuenta de que algo estaba pasando:
Al tiempo en que bailaba con mi hermano, lo hacía con el pecho apoyado en el de mi hermano sin ninguna prevención y no pensé que aquello pudiera provocarlo pero pronto me di cuenta de lo equivocada que estaba.
Mi hermano se colocó de forma que su vientre se pegó al mío y no necesité mucha imaginación para deducir que aquel bulto que notaba apretado contra mí era una polla empalmada. En seguida me aparté un poco, no creí que mi hermano tuviera ninguna intención extraña, pero bueno con 19 años un chico se empalma con cualquier cosa.
Me reí conmigo misma pero no dije nada. Después de todo que podía pasar?
En ese momento recordé las múltiples ocasiones que, siendo yo soltera y viviendo con mis padres, le había pillado a mi hermano viéndome el culo o las tetas. Acaso ninguna hermana hemos visto eso en nuestros hermanos? Pensé creyéndolo completamente natural y, por cuestiones extrañas, comencé a preguntarme como sería la verga de mi hermano?
-Que tienes en la cabeza Maribel?- me pregunté a mí misma pero en seguida la idea me atrajo tanto al grado que me dejé llevar por la curiosidad y así, cuando volvió a apretarme contra él, me dejé llevar solo para saber si de verdad esta empalmado y pronto comprobé que lo estaba y bien!
Noté como mi hermano se movía buscando rozarse contra mi vientre y la mano que tenía en mi cintura bajo hasta mi nalga apretándome más.
– ¿José que haces? – le pregunté sabiendo perfectamente lo que mi hermano menor por 5 años estaba haciendo.
Su mano subió de nuevo a la cintura.
– Nada. – me dijo apenado.
Sin embargo yo no hice nada para separarme y me di cuenta de que me estaba excitando.
Era una sensación cargada del morbo.
Después de eso mi hermano frotaba su polla contra mi vientre «discretamente», volvía a bajar su mano hasta mi nalga sobándola ligeramente pero de inmediato la subía.
Mi excitación iba a más. Mi coño estaba empezando a segregar jugos y yo a perder la cabeza.
– José por favor! van a vernos, deja de hacer eso quieres? – le dije cuando sentí como mi hermano, sin poder aguantar más, comenzaba a masajearme las nalgas descaradamente en plena pista de baile.
Aún así se lo dije sin estar del todo convencida pues en ese momento me había excitado de tal manera que ya no había lugar para el disimulo.
José ya no se iba a detener con nada. Envalentonado al ver a mi esposo casi desmayado por el alcohol en la mesa, la pista casi vacía y que su hermana no hacía nada para detenerlo, ya había metido su mano en mi escote y buscaba mi pezón que ya estaba tieso y duro antes de notar sus dedos.
– José te estas pasando. No podemos hacer esto…
Me creí en la obligación de decir aquello para justificarme, pero mis actitudes me contradecían pues, para ese entonces, me apretaba contra la pierna que él había metido entre las mías como una loca tratando de calmar la calentura de mi coño que estaba sumamente empapado.
Al apretarme contra su pierna y rozarme contra ella, el coño se me abrió y la tanga que llevaba puesta se incrusto entre sus labios. Iba a correrme! Iba atener un orgasmo en medio de una pista de baile abrazada a mi hermano y cascándomela contra su muslo!
Era de esperarse, me corrí, me corrí refregándome fuerte hasta que se me doblaron las rodillas. José tuvo que dejar mis nalgas y sujetarme por la cintura para que no me cayera-
– ¿Que te pasa Maribel? – parecía asustado.
– Nada… nada…un… un mareo, Vamos!… tenemos que irnos ya.
Di la vuelta y salí hacia la mesa donde aún estaban los otros. Mi marido estaba verdaderamente borracho. Sus acompañantes ya lo habían abandonado así que entre mi hermano y yo conseguimos sacarlo de allí como pudimos. Pedimos un taxi que nos llevó al hotel.
Ya en el ascensor, mientras mi marido seguía con su borrachera, mi hermano trato de meterme mano buscando directamente mi entrepierna.
– No, ahora no…aquí no José… no te atrevas por favor.
Creo que interpreto mal mis palabras o yo inconscientemente me exprese mal, pero el caso es que cuando mi marido quedo tirado sobre la cama como un saco, me encontré frente a frente con mi hermano.
– Tienes que irte a tu habitación José…
– Ven conmigo.
– Tu estas loco José lo de la pista fue…
– Tu te corriste… no creas que soy un tonto por el simple hecho de ser menos. Se muy bien que te has corrido – repitió.
Me apretó a su cuerpo y en ese momento volví a sentir su erección contra mi vientre.
José trataba de besarme en la boca, traté de evitarlo, pero cuando consiguió poner sus labios sobre los míos y note su lengua, la dejé entrar dentro de mi boca.
Su mano hurgaba entre nuestros cuerpos, abrí las piernas esperando la caricia hasta que me di cuenta que se había quitado los pantalones.
Mientras mi marido dormía la borrachera, a solo dos metros, yo estaba chupando una lengua, me estaban sobando las tetas y pellizcándome los pezones y el que lo hacía era mi hermano!
Aquello me estaba poniendo en un estado de excitación como nunca hubiera imaginado.
Le cogí la polla sin mas preámbulos, estaba mojado, que digo mojado, empapado al grado que creí que se había corrido:
– Quiero que me folles!…quiero que me folles!
Miré buscando donde follar.
– Ahí…siéntate ahí – le dije en un tono casi desesperado.
Cuando se sentó me abrí de piernas, le cogí la polla y apartando la tanga coloque aquel capullo en la entrada de mi vagina. Me fui sentando despacio notando como me entraba lentamente. Era una hermosa polla, gorda y larga, nada que ver con la que yo usaba normalmente.
– La tienes muy grande – le susurré al oído.
– ¿No te gusta?
Ahora la había metido entera y me sentí llena por completo.
-no me gusta, me encanta!- le respondí.- Nunca había tenido una así de grande… HMMMM
Cuando empecé a moverme tuve que controlarme porque si me movía fuerte me hacía daño. Me saque las tetas del sujetador.
– Chúpamelas – le dije y empuje un pezón dentro de su boca.
Estaba disfrutando del mejor polvo de mi vida, me sentía una viciosa con aquella polla dentro de mí. El que la polla fuera de mi hermano y que mi marido estuviera a dos metros durmiendo me parecía que me daba carta blanca para no sentir ningún tipo inhibición.
Le saqué el pezón de la boca y le metí el otro.
– Chupa cariño, muérdeme el pezón, no me hagas daño… así despacio. Tu polla me esta volviendo loca, te gusta mi coño…me voy a correr muy pronto, me esta viniendo.
José dejó mi pezón y se apretó contra mí empujando su polla hasta el fondo.
Me estaba lastimando pero no me importo, aquel dolor se estaba mezclando con una corrida increíble.
– Me estoy corriendo José…. AAAAAHHHHH
Nunca había notado claramente una corrida de mi marido dentro de mí, por eso cuando mi hermano se corrió abrí mucho los ojos sorprendida y me clave la polla lo más hondo que pude. Sentí claramente los chorros de leche estrellarse dentro mi. Me abracé a mi hermano y…
– Dámela…dame toda tu leche, mas… dame mas, me estoy corriendo José… AAAAAAHHHHHHHHH
Agotados dejamos de movernos, aún disfrute un buen rato de aquella polla y después fui dejándola salir despacio.
– Venga tienes que irte. – le dije entrando en consciencia.
– Ven conmigo… vamos a echar otro polvo en mi habitación.
– No! No abuses…no tienes queja… ya habrá mas días.
No muy convencido se marchó a su habitación.
Yo le eche una mirada a mi marido que roncaba como un animal. Me senté en el bidet para lavarme, la leche seguía manando sin cesar, abrí el grifo y el agua caliente me golpeó el coño, pasé la mano y muy despacio mientras el agua seguía regándome el coño, me casqué el clítoris hasta correrme de nuevo y no lo pensé mas, me desnude, me puse una bata de baño y después de ver a mi marido despatarrado en la cama, salí de la habitación 110 y llamé a la puerta 112.
– ¿Quién es?
– Abre!!!
Entre rápidamente, mi hermano estaba en calzoncillos, me quite la bata y lo empuje hacia la cama.
– Vamos a follar… necesito follar contigo – le dije mientras le bajaba el calzoncillo – Necesito tener otra vez esta polla dentro.
Se la cogí con la mano y en cuanto se la descapullé dos veces ya estuvo en condiciones.
Me puse a horcajadas sobre él y volví a metérmela hasta el fondo del coño.
– Desde cuando querías follar conmigo?- le pregunte
– Desde siempre…- me contestó.
– Y porque tardaste tanto en darme esta polla que pone a mil. Te la voy a comer… ahora mismo…te voy a hacer una mamada y luego tu me vas a comer el coño y tiene que ser esta noche por si acaso nos arrepentimos. Somos hermanos y estamos follando ¿A ti te parece que esta bien?
– Claro que esta bien. ¿No te has corrido? ¿No dices que te gusta mi polla? Pues a mí me gusta tu coño y tus tetas.
Desmonte, me arrodille entre sus piernas le cogí la polla con las dos manos.
– Me voy a comer tu polla, te la voy a mamar hasta que se corra y me de su leche, quiero que me llene la boca de leche y estoy deseando hacerlo y no me importa que seas mi hermano. ¿Verdad que no?
– No. No importa que sea tu hermano…Chúpame la polla.
Chupar si que lo que hice y lamérsela también. Lo hice desde los huevos hasta la rajita del capullo, una mamada con la toda la polla dentro de la boca me fue imposible; la tenía demasiado grande! Pero el capullo si se lo mamé y bien mamado. Pronto se corrió en mi boca y yo me corrí mientras lo hacía. Solo recuperar un poco la respiración me puse sobre su boca.
– Ahora tu cómeme el coño – de pronto se me ocurrió… – ¿Has comido algún coño?.
– No…
– Eso me pone más cachonda. El primer coño que vas a comer es el de tu hermana. Vamos mete la lengua…así…bien hummmm sigue pasando la lengua…mas arriba…ahí…lo notas?… si? chúpalo.
Empecé a moverme sobre su cara en aquel momento no sabía si era mejor la polla o aquella lengua. Me corría y me corría y él parecía disfrutar mas comiéndome el coño que follando.
9 meses después de esa noche nació mi adorable hija Lucía. Mi marido piensa que es producto de una noche salvaje de sexo en aquél hotel. No me arrepiento de nada. Creo que por borracho se lo tiene bien merecido.
Hoy ya pienso en un segundo hijo, pero será cuestión de platicarlo con mi hermano José y claro, emborrachar de nueva cuenta a mi marido
Eres la mejor hermana del mundo, ojalá todas las hermanas tuvieran sexo con sus hermanos, eso sí es amor puro y hermoso
Para cuando subirás la parte 4 de provocando incesto?, la esperó con ansias