De Visita A Mis Tios 1
Al estar de vacaciones de verano abordé un bus que me llevaría a la casa de mis tíos en un pueblo muy apartado de la ciudad, este relato relata un sin número e aventuras en el bus, en la casa, y en el mercado..
Soy un joven de 25 años estudiante Universitario, de una de las más prestigiosas universidades del centro de la capital. sin más preámbulos les voy a contar esta pequeña anécdota.
Yo cursaba el último ciclo en la facultad de ingeniería de la universidad mayor de San Marcos, después de un año arduo y lleno de esfuerzo, llegaron las vacaciones por lo que para despejar la mente y entrar en un momento de paz interior decidí ir de visita a mis tíos que vivían en un pueblo alejado de la ciudad.
Alisté mis maletas, y salí con rumbo al terminal terrestre para abordar el bus, recuerdo que jamás se borrará de mi memoria, estaba yo sentado en la parte de en medio, cuando empezamos a encaminarnos en el trayecto que iba a durar un promedio de cinco horas, el carro iba semi-lleno, no obstante, empezaron a subir pasajeros con rumbos distintos, por lo que a mí no me afectaba ya que había comprado mi boleto, y estaba satisfactoriamente sentado en un asiento.
Transcurrieron aprox. 2 horas de viaje cuando de un pueblito llamado la doncella, «no se por qué el nombre la verdad», empezaron a subir un grupo de colegialas que al parecer habían terminado sus clases del colegio, y como yo estaba de vaciones de medio año tuve toda la libertad de viajar y vacacionar, pero entrando al tema principal, las dos chicas eran muy hermosas para su edad ya que no eran ni muy grandecitas ni muy pequeñas, por lo que supuse que ya debieron de haber pasado la adolescencia, «pensé».
Las dos cargaban mochilas pesantes para sus cuerpitos tan frágiles, tan tiernas y dulces, pareciese que su dulzura llenara todo el espacio distante entre nosotros, iban conversando no sé de qué pero una sonreía mientras la otra hablaba, hasta que de repente el carro paró, y empezaron a subir más pasajeros llevando a las dos chicas cerca de mí, una sensación de mareo y excitación subió desde la punta de mi pie hasta la coronilla de mi cabeza, las tenía tan cerca de mí que prácticamente las estaba rozando con el codo, cuando empecé a maquinar como hago para poder hundirme en ese boyo colegial tan delicioso, estuve así unos 20 minutos aproximadamente hasta que tuve la idea de esperar a que subiesen más pasajeros y así poder cederle el asiento a un anciano o anciana.
Y como tuve la razón empezaron a subir cierta cantidad de adultos, y niños, pero ningún anciano, por lo que pensé si le sedo el asiento a un adulto podría levantar sospechas, porque la mayoría de personas rondaban entre los treinta años, pensé con mi hemisferio derecho supongo, a la verdad no lo sé jajajaja solo sé que era un pensamiento humano ya que sentía cierto nerviosismo. Por lo que me dispuse a esperar un rato, cuando de pronto en ese mismo instante y sin que yo me diera cuenta, subió una ancianita de unos 70 años de edad, iba haciéndose espacio entre la multitud de gente, hasta que llego al lugar donde yo estaba y me propuse pararme y cederle el asiento, y así lo hice, ella con una sonrisa rebosante me dijo gracias hijito, y yo le devolví una sonrisa maquiavélica para los que no leyeron a Maquiavelo imagínense al actor de cine Nicolás Cage, en su película «contra cara». me pare lentamente mientras la mujer procedía a sentarse, lo que aquella anciana no sabía es de que yo aprovecharía sus deficiencias por el trajín de la edad, para degustar de un fabuloso festín, un suculento festín que a todos los hombres nos encanta, nos fascina un culo colegial.
A solo centímetros de mi primera víctima, me corrijo colegiala, me dispuse a ponerme detrás de ella justo al centro, me dirigí lentamente como la serpiente espera su presa, sigiloso como un ninja japonés dispuesto a hacer un chikaneo, pero esta vez real, estuve así unos minutos rozándole sus increíbles partes de mujer perfecta llena de gracia y hermosura con una de mis manos, hasta que la sangre se me subió a la cabeza y no podía pensar con claridad sentía la respiración acelerada, empecé a sentir escalofríos y dolor en el estómago, para ese entonces ya tenía toda mi mano insertada en el punto medio de aquella frágil y tierna mujercita, que no decía nada simplemente conversaba con su compañera de a lado, pareciera que no se dio cuenta pensé, o es que ya sabe lo que le toca. Mientras se escuchaban rocíos de lluvia encima del carro y las ventanas del transporte se humedecían por la respiración de tantas personas dentro, con el frio de primavera expuesto y ya siendo las 6: 30pm de la tarde me emocioné tanto que empecé a sudar.
Sudando de placer y extasiado ya que las gotas de sudor parecían grandes gotas de aguacero, comencé a mover mi mano por la línea media que separa sus dos montañas del placer, se sentía rico, calientito y húmedo, supongo porque tenía la mano toda sudada, eso pienso hasta ahora, o eso espero, ya que el carro iba repleto, no lo sé la verdad, pero me gusta fantasear con eso.
Íbamos por el kilómetro 30 eso significaba que faltaba poco para llegar a mi destino, por lo que intente hacer otra cosa, ya la tenía dura y sentía mis calzoncillos mojados, quería sacarme el miembro, y ponérselo en la cola, y que cola! un manjar de cola, que yo me estaba disfrutando, entonces mire que ya había oscurecido y que el carro en el que iba traía luces tenues, por lo que me dispuse a sacar mi miembro bien parado, y restregárselo por su faldita y todo su culo, mis vestimentas ayudaron ya que traía un saco de esos ingleses antiguos que te llegan hasta la pantorrilla, por lo que cuidadosamente empecé a poner mi miembro en su arito del placer, y como ella no se quejaba pensaba que lo estaba disfrutando así que continúe con mis movimientos, primer bache adentro, segundo bache adentro, tercer bache adentro, el pueblito era alejado y no se habían asfaltado las avenidas por lo que proseguí con mis re-pegones a ese buen culito respigón y delicioso, se me salía el corazón, se me salía el alma, ganas no me quedaban de disfrutar hasta el último momento, suspire y continué disfrutando de su culito por un largo tramo.
Hasta que llegamos a un paradero cerca de la casa de mis tíos donde una de las pequeñas procedió a bajar, yo espere un momento hasta que mi chica, mi colegiala, se sacó la mochila que parecía un caparazón de tortuga y se la puso delante supongo que fue por el peso de la misma, o quizá para darme más libertad, no lo sé, pero me gusta seguir soñando y fantasear con eso.
Recuerdo que estuve en esa posición un largo tramo, pero la desesperación de todo hombre al ver semejante bombón, es suficiente como para levantarle la falda y bajarle el calzón ahí mismo, pero me contuve no estoy loco eso creo, pero la emoción que se siente al hacer eso es mucho mayor a tirarte una prostituta de la calle llena de virus y enfermedades dueña de muchos hombres que pagan por satisfacerse. Volviendo al tema, mi tierna colegiala mi ángel, que me devuelve la vida con solo verla, empezó a dar suspiros más acelerados, lo que significo solo una cosa «lo está disfrutando», empecé a imaginar cosas como que pasaría sí, pero mejor no, me dije a mi mismo, y recordé que compre un navaja para ponerme el botón del pantalón, ya que mi pantalón era nuevo, entonces procedí a buscarlo en uno de los bolsillos del saco, y lo encontré me propuse hacer un corte en la falda de la tiernesita, claro no tan obvio para que no se note, no quiero que me descubran verdad, «pensé» mi sonrisa se dibujaba en todo mi rostro, yo mismo me imaginaba con esa cara de bobo incrustando ese gran culote, procedí lentamente como un bribón entusiasmado por devorar carne, como un león jadeante por agua, como un Adán en su primer encuentro sexual con su Eva, hice un corte sumamente pequeño donde pude divisar sus tiernos calzoncitos, calzoncitos color blanco, olor a fresa fresca, y con sudor de un ángel caído por su suma belleza desde el cielo, quería acercar mi cara y olerlo, chuparlo y meter mi lengua en su anillo del placer para terminar lamiendo sus esfínteres, quería bajar a su feminidad y dejarla seca, eso quería, eso anhelaba mi alma eso era lo que más deseaba en todo el mundo.
Procedí con el corte sumamente cuidadoso ya con el miembro entumido de tanto esperar a pesar de que solo pasaron 10 minutos, empecé a bajar desde la línea que separa sus nalgas gloriosas, hasta la parte baja de su entrada femenina, el corte debería de funcionar pensé excitado, tome mi mano derecha y empecé a abrir la falda poco a poco, pero no pude así que me apoye de mi otra mano para terminar el trabajo, abriendo su falda como un acordeón o para ser más exactos como una flor abriéndose en primavera, lo hice y me gusto sentir esa sensación.
Aaaaaahhhhh! exclame extasiado mi tesorooooo! el que tanto espere por mucho tiempo, aunque solo fueron 10 minutos de tanto trajín, «sonreí con cara de idiota», «que nalgas» exclamé, «que culo» ahogue mi respiración, entre pensamientos internos que parecían salirse de mi mente he iban a posar en la mente de cada uno de los pasajeros, me contuve, hasta que me acorde de la viejita que iba sentada detrás mío a la que yo le cedí el asiento, empezó a roncar indicándome que ya se había dormido, tuve más libertad para moverme eso creo, mi niña mi preciosura iba apoyada al asiento de adelante donde se encontraba un señor con cara de imbécil dormido por el cansancio del viaje, aproveche el momento y empecé a posar mi mano en su calzoncito y a sobarlo lentamente como disfrutando una fruta recién cosechada de las mejores plantaciones, ya que con mi miembro sería demasiado obvio porque lo tenía mojado de mis fluidos y se veía cierta cantidad de mis jugos en toda mi verga, ¿lo notaria si se lo pongo en el culo pensé?. ya que ella estaba sudada por el viaje y todo eso, me contuve y no me arriesgue.
Así que procedí a disfrutar con una de mis manos la calidez de su cola, para pasar desapercibido, solo me separaban una simple tela hecha por los más lujuriosos hombres terrenales que existen, era como un premio solo verlo, su calzoncito era blanco y se hacía notar en todo su esplendor, un tanto sudado y húmedo, lo cual lo hacían ver como si hubiese salido de la ducha, o como si se hubiese metido un chapuzón en la piscina, debió ser por el calor dentro del carro o por la llovizna que caía en ese lugar, un lugar tropical y con un énfasis selvático. Baje lentamente hasta la entrada de su vagina e intente doblegar el calzón ajustado a su cuerpo, lo tenía bien pegado a su culo, intente meter el dedo medio, pero no pude, lo intente otra vez y no lo logré, entonces me propuse hacer un corte con la navaja que le compre al señor ambulante de la estación del terminal. Saque la navaja con sumo cuidado sin que nadie me observara y empecé a hacer un corte por la línea media del calzoncito ajustado, despacio, hazlo lento, aún queda tiempo me decía yo mismo entre las gotas de sudor que caían por mi cara y llegaban a mi mentón luego bajaban a sus cabellos y parte de los hombros de mi ángel, estuve así por un tiempo, y lo logré, decidí calmarme y proceder a abrir el calzoncito sudado de mi querida colegiala, empecé a meter el dedo índice cerca al anillo de Saturno o mejor que sea de venus aunque eso no exista, lentamente metí mi dedo, lo sentí caliente como si metiera mi dedo en un pan recién horneado por el mejor de los panaderos, era un pudin de reyes o solo de gente importante, me mantuve así por unos segundos y decidí olerlo, que oloooor!, olor a mantequilla distribuida solo en los mejores restaurantes de Paris, al momento de estar procesando mi acto, no pensé que es lo que sintió mi niña, al bajar la mirada y ver la mitad de su rostro enrojecido por la excitación me tranquilizó y disfruté el momento, tenía una de sus manitas en la boca y la otra en el tubo del bus, la frente un tanto sudada que ponía a la vista el placer que sentía al ser tocada por su amo. Me hacían recordar a los mejores hentais de lolis, hecho por los japoneses más lujuriosos que existen.
Me imaginaba cosas como que pasaría si la tuviera como novia, se dejaría amar con tanta intensidad como yo la amo, la deseo como Christian de las «cincuenta sombras de grey» desea a Ana, entre mis pensamientos difusos por el calor y la excitación que sentía en ese momento procedí a inclinarme para recoger la navaja que deje caer apropósito, supongo que para sentir el olor de sus manjares más de cerca al tener mi rostro en su culo, acerque mi cara todo lo que pude, parecía el hombre elástico intentando salvar a su amada, estire tanto el cuello que pude haberme dislocado la nuca, me esforcé para oler ese calzoncito y su entrada femenil, «y lo logré», una satisfacción dentro de mí de haber conseguido mi objetivo me llenaron de gozo, los ojos me brillaban de tanto placer y felicidad por haber conseguido mi objetivo, sentir ese olor a rosas frescas del mercado de tu ciudad, olor al limpio o al mismísimo Edén, olores que dejarían muerto a cualquier hombre, o arrojando espuma en el suelo a cualquier humano complacido por el placer de un culo virginal, me dispuse a pararme lentamente para no levantar sospechas, gire el cuello a todos lados con cierto temor hasta parecía la chica endemoniada de la película «el exorbita» y me tranquilice..
Ya de pie y viendo que nos faltaba poco para llegar, me dispuse a ver la hora en un reloj de oro que tenía en mi muñeca izquierda, eran las 8 en punto de la noche y la lluvia no paraba, me apresure ya que sabía que esta podría ser una oportunidad única para disfrutar, y debía aprovecharla. Intente meter mis dedos en la entrada de su vagina, siempre quise probar como saben los líquidos de una tierna muñequita de colegio, así que metí dos de mis dedos lentamente, parecía que tenía Parkinson porque mis manos no dejaban de temblar, poco a poco introduje dos de mis dedos y la satisfacción de sentir esa humedad en la yema de mis dedos me delato y suspire profundamente, en ese momento pude sentir que estaba flotando, cuando de repente sentí que mi angelito empezaba a voltear la cabeza y me miro directamente a los ojos, al ver su tierna mirada desfallecí, sentí no tener fuerzas en mis extremidades, y la mente se me nublaba, giro rápidamente y volvió a su posición. Al parecer creía que tenía su falda cubriéndola, quizás fue eso no lo sé, pero algunas de las colegialas no se dan cuenta cuando se las levantas, me refiero a las faldas, son tan delgadas y ligeras que un simple viento las levantaría, ellas no lo sienten o ya están acostumbradas, el frio que llega a su entrepierna es como una ventilación que realiza el dios del viento, para mantenerlas frescas. Me asuste un poco ya que creí que lo estaba disfrutando, un frio helado empezó recorrer mi cuerpo y quise apartarme en ese momento, porque temía lo que podría acontecer, pero impulsado por el deseo y la lujuria no lo hice y me quedé en mi lugar, con el miembro expuesto ya que no me lo había guardado, y empecé a sobar mi firme verga en su culo, ya no me importaba lo que ella iba a decir o como se lo iba a tomar, y así lo hice le pasaba todo mi mango en su raja, y apuntaba directamente a su ano, mientras los pliegues de su falda se abrían como una flor en primavera por los cortes que yo mismo le realizó, ella se re-pegaba al asiento de adelante rozando sus tetas en la pelada del señor de enfrente que seguía dormido.
En los movimientos del carro y los baches sentía la punta de mi verga entrar y salir de su ano, ella atorada entre el asiento de adelante y yo, se quedó en su lugar inmóvil, «pensaría que la estaba violando», no me importaba, esta oportunidad era única y no la iba a dejar pasar, me avergoncé al verme en el reflejo de las ventanas, y sentí asco de mí mismo por tal atrocidad, mi mente me decía que está mal pero mi corazón me lo impedía, la amaba, la deseaba, y quería disfrutar de su bien formado culito, hice lo que pude para mantenerla al centro y disfrutar de sus nalgas, de sus jugos y de su olor. Estuve así por un tiempo sin llegar a penetrarla completamente por temor «eso está mal», solo los continuos roces hacían que me excitara y me agobiara en mi dolor de hombre enloquecido por su culo, su esfínter y los manjares de su vagina colegial.
Llegando a mi destino me dispuse a acabar en toda su faldita de niña de colegio, y así lo hice se lo eche en todo el culo y de hecho ella debió haberlo sentido por los cortes de su falda y la humedad de mis fluidos, no dijo nada solo suspiro y ahogo su mirada tan tierna hacia abajo, menos mal que ya es de noche nadie se dará cuenta por la oscuridad, metí mis manos a mi bolsillo y saqué mis anteojos, ya que soy corto de vista y me dispuse a bajar pidiendo permiso, cuando estoy bajando las graditas del bus, veo que detrás mío estaba bajando mi angelito, mi princesita acalorada por el tumulto llena de sudor y espasmo, bajamos al mismo tiempo y me dispuse a ir a mi lugar de destino que era la casa de mis tíos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!