Dentro del Mundo onírico
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crusnik.
Mi madre con algunos cabellos canos envueltos en una trenza, lentes y un vientre apenas rolludo es mi obsesión.
A sus 43 años es una mujer atractiva.
Desde el fallecimiento de mi padre donde usaba una falda entallada, de unos cuatro dedos más arriba de la rodilla, al ser la única ropa negra que tenía, con su cabello largo negro.
Desde allí empezó a vestirse más recatada y casi no salía.
Revisando algunas páginas en la deep web encontré algunos foros interesantes, en el que se decía que si logra llevar a una mujer al punto máximo del orgasmo su mente se queda en blanco y puedes decir cualquier orden y esta se quedará grabada en su cerebro.
En otro foro se afirmaba que hacerlo con su madre causa un mayor placer, ya que durante un tiempo fueron una misma persona y penetrarla es una manera de volver al origen.
La pregunta era el cómo.
Fue tal mi obsesión que empecé a soñar con mi madre a diario.
Pero el cambio se realizó cuando soñé que estaba en su mente.
Estaba consciente que era un sueño –es lo que se llama sueño lúcido- pero era el sueño de mi madre.
Asimismo, sentía como si mi tacto estuviera en el mundo real.
Era el departamento que compartimos, estábamos viendo televisión.
Mi madre portaba un vestido largo, su cabello estaba apretado a la altura de la cabeza y atado en una cola.
Al saber que era un sueño hice mi avance, empecé a acariciar sus tetas por encima de la ropa.
¡No, amor! ¡soy tu madre! –decía.
Pero podía leer sus pensamientos que decían: ¡Oh sí! ¡Qué rico! ¡Alto! ¡Es tu hijo! Tú le diste de lactar con esos pechos.
Su pensamiento retrocedió hasta cuando era un bebé.
Podía controlar sus pensamientos, me puse en mi papel del bebé y empecé a beber con pasión esas lindas tetas de pezones rosados para causarle placer.
¡No! Pensó ella.
Por alguna razón, trasladando sus pensamientos a cuando nos bañamos en aguas termales con mi familia.
Pude borrar a los demás integrantes del recuerdo (mi padre y mis abuelos), incluso cambié la ropa de baño de mi madre por su ropa interior, la cual al mojarse se transparentó, dejando ver sus pezones rosados.
Me acerqué por detrás y coloqué mi paquete en una de sus nalgotas y empecé a sobarlo.
Los pensamientos morales de mi madre afloraron nuevamente: ¡Basta! ¡es el fruto de tu vientre! Cambié el pensamiento de cuando sobaba su vientre mientras estaba en él, a ella masturbándose con su barrigota.
Volvió al pensamiento de las aguas termales, bajé su calzón mojado por el agua y acaricié su panochita con movimientos circulares.
“¡Oh! ¡sí! ¡Qué rico, bebé!” Al conocer sus pensamientos sabía dónde le gustaba que la acaricie: en las orejitas, en el cuello, en el nacimiento de sus tetas y sobretodo en su clítoris.
Trató de controlarse volviendo al sueño donde estábamos actualmente en el departamento.
Ya no ofreció resistencia.
Podía sentir su calzón mojado, rezumante de jugos.
– Hijo, ¡acércate! Como cuando eras bebé.
– ¡Aaaahhh!.
, ¡qué cosas más ricas me haces!
Quite todas sus prendas y mi madre se mostró ante mí.
– ¡Ayy, hijo!.
¿te gusta tu madre.
?
– ¡Sí! me encanta.
– ¡¡Mmmmmm siií!!.
¡chúpale las tetas a mamá!.
me gusta.
mmmmmm.
Ya sin resistencia se lo clavé.
En sus pensamientos coloqué que mi polla era la mejor que podía sentir y que mi semen era lo más delicioso.
– -¡¡¡¡Oooooh síííí!!!! Dame así, hijo.
¡síííí!, ¡qué rico!.
-Gemía ella desesperada mientras que yo, como poseído, la follaba sin parar- ¡Me encanta como follas!.
¡aaahhh!
Coloqué el pensamiento: eres la puta de tu hijo, él es el único que puede satisfacerte y harás lo que te ordene, cumplirás sus fantasías.
– ¿Te gusta follarme? ¡A mí me gusta follarte hijito!
– ¡Eres una diosa del sexo! ¡Aaaahhh!, me haces disfrutar.
¡verte sobre mi me pone a cien! Te voy a dejar follarme todos los días,.
¡aahhhh, mmmm!.
¡qué rico!.
¡qué placer.
Y me vas a comer la polla
– ¡Aaaahhh!.
sí cariño.
lo que tú quieras.
soy tuya.
– Te voy a follar por toda la casa, mami
– ¡Sí!, ¡sí, cariño!.
¡aaahh!, dime más guarradas.
– ¡Vas a ser mi puta!
– ¡Sí, cariño, soy tu putita!, ¡aaaahhhh!.
¡mmmmm!
– ¡Mmmmmm!.
¡cómo me pones mami!.
¡qué bien te mueves! –mientras la nalgueaba y hacía movimientos circulares de pelvis.
– ¡Sí, cariño!.
¡me encanta!.
¡folla a tu mami putita!.
– ¡Me voy a correrrr!
Me corrí, terminando en su espalda.
Minutos después desperté.
¡Qué sueño tan realista! –pensé- Me había corrido, en un sueño húmedo.
En la otra habitación, sin saberlo, mi madre se había despertado sudando, su ropa estaba mojada de la excitación.
Fue al baño a lavarse, se abrió la bata para aplicarse crema de afeitar en su vagina.
El frío de la crema calmó en algo sus ansias, cogió una máquina de afeitar y se depiló todo el coño.
Luego fue a tropezones a mi habitación con la bata abierta.
Pude ver sus labios vaginales y sus pezones rosados.
– – Se lo que sientes, y aunque al principió me chocó debo reconocer que me excita un montón y quiero que me eches el mejor polvo de tu vida.
Se subió a horcajadas sobre mi y tomando mi pene se lo introdujo lentamente en la vagina, húmeda y apretada.
– ¡AAAhhhh! Gemimos los dos mientras nuestros ojos se clavaban en las pupilas del otro.
– ¡Oh, mamá! ¡qué gusto!
– ¡Fóllame!, ¡follame! ¡Sigue así, cariño mío, por favor!.
-me suplicó con voz ronca.
–
Empezó a moverse poco a poco y en un instante estaba cavalgando sobre mí como una fiera, la sensación era indescriptible.
En pocos minutos note que estaba a punto de correrme y así se lo dije a mi madre, quien me respondió
– ¡Oh sí!, ¡córrete, nene, hazlo dentro de mi coño!.
¡ooohh! ¡qué gusto!
Aguanta un poco más que yo también estoy por correrme.
– ¡Aaahhh!.
– Grite cuando lancé tres chorros de semen que golpearon en su estómago.
Y chocho depilado.
Con sus dedos recogió el semen y se lo pasó sus labios
– ¡Sencillamente delicioso!
Mamá, sonriendo como sólo una mujer satisfecha sabe hacerlo y cubierta de sudor, me miró y me agarró la espalda con las manos hasta que caí sobre su cuerpo.
Decía que le gusta sentir mi cuerpo sobre el suyo y me besó en la boca durante un rato.
La sensación de humedad y el contacto entre nuestras lenguas era también algo nuevo para mí y me volvió a excitar.
Tanto es así que, mi pene, que ya se había salido de mi madre, volvió a empinarse tan sólo diez minutos después de nuestra primera cópula.
Mamá, que se dio cuenta, sonrió asombrada.
– ¡Otra vez! ¿Ya tienes ganas de metérsela a mamá otra vez?
Mamá me tenía así atrapado mientras mi miembro entraba y salía de su vagina.
Aquel polvo duró incluso más que el anterior y mamá se corrió dos veces más.
Yo no eché más semen, porque sinceramente no debía quedarme ya más, pero el gusto fue enorme aquella tercera vez.
– Ha sido una maravilla, cielo.
¡No tenía ni idea de que fueras tan bueno! Le has dado a mamá un gusto enorme -me dijo encantada cuando ya yacíamos el uno junto al otro en mi cama, ella con su coño bien abierto y yo con mi polla pringosa con semen y flujos vaginales.
Los dos caímos agotados entre arrumacos y besos.
Le confesé todo el amor que sentía y ella me dijo que me amaba.
Por la noche fuimos a comprar juguetes sexuales, entre ellos un juego de esposas las cuales pongo a mamá, la ato a la cama y otras entre sus muñecas y tobillos, coloco su pecho sobre una pila de almohadas y me follo de a perrito.
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