Depresión a los 4 (III Final y el enorme de mi tío)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por vakarato.
La relación había cambiado rotundamente con mi viejo, sentía que por fin estaba teniendo confianza en él y de a poco mi depresión fue disminuyendo.
Compartíamos mucho tiempo junto, siempre me enseñaba a dibujar y a pintar en retazos de papel, le encantaba sentarme en sus piernas y por lo general usaba esos pantalones cortos que usaba Maradona en el ´86.
Como hacía calor yo estaba siempre en calzoncitos o desnudo, lo que hacía más cómodo sentir su pija entre mis cachetotes.
Siempre percibía que tenía una especia de esponja (literalmente dentro de los pantalones) y cuando me sentaba para dibujar se le paraba.
Le veía la cabeza de la verga que le salía por el costado de los pantalones, súper cortos y me mojaba el cachete derecho y la pierna con el jugo que le salía de.
Yo no buscaba ni incitaba a nada, era un niño extremadamente inocente, devastado y con depresión por la muerte de mi mamá.
Mis deseos y relaciones con mi sexualidad no estaba activas, nunca me imaginé que una persona adulta podía tener deseos sexuales conmigo, que era un niño de 4 años y mucho menos que fuera mi viejo, pero esa era la realidad, era un niño abusado por su padre.
Cuando ya me había mojado toda la cola con líquido pre seminal, me imaginé que le estaba saliendo “jabón” de nuevo y pensé me tocaban bañarme, le pregunté si me iba a bañar con ése jabón y me dijo que eso también se tomaba.
Me bajó de su verga y me arrodillo frente a esa verga que salía por el costado del pantalón, llena de venas, chorreando jugos, le dije que los chupetines no tiraban juguitos y él me dijo que ése sí.
Probé ese jugo, siempre lo había chupado debajo del agua por lo que el gusto no lo reconocía, tenía un gusto viscoso, como si fuera saliva, pero más salado.
No me gustó el sabor, pensé que era dulce, como el de los chupetines, pero no, se lo dije y se le ocurrió una genial idea.
Se paró de la silla, tenía la pija fuera del pantalón, por el costado, hoy lo recuerdo y puedo decir que era un chongo porno, grandote, piernas marcadas, buenos glúteos, muchos pelos en las puertas, en el pecho, en los brazos.
Fue a la heladera, trajo dulce y empezó a embadurnar todo su pene con dulce de leche, yo me había puesto a jugar con los lápices en el piso, desnudito.
Una vez que terminó de llenarse la pija de dulce, me dijo “vení fijate si te gusta” y me la comí como si fuera un becerro bebé, era deliciosa, la sensación, la textura y el gusto.
Sentía que estaba jugando con mi papá y él era mi mejor amigo.
Su excitación era tremenda, cuando me hablaba se le entrecortaba la respiración, la pija le revotaba en mi pera, me miraba con mucha cara de pajero y me dijo “a ver que gusto tiene el chupetín que tiene tu potito”.
Me arrodillo al borde de la mesa y me empezó a refregar la nariz en el ojete, como queriéndome comer mi olor, se desesperaba, jadeaba y se sobaba la chota.
De a poco fue sacando la lengua y me la pasaba por los cachetes, mientras me daba pequeños mordiscones, me chupó el ojete media hora, mi cuerpo era como el de un pollo, toda la piel, desde los talones hasta mi carita tenía la textura de la piel de una gallina, totalmente extasiado, me daba risa, pero tenía golpes de electricidad que me generaban espasmos en mi pitito y sobre todo en mi ojete de nenito.
Agarró el dulce de leche y me lo pasó por completo en el ojete y se volvía loco sintiendo que se comía mi agujerito, aunque lo que comía era dulce.
De repente se paró y me dijo “te voy a meter mi petín (agarrándose la verga totalmente erecta) en tu cuevita dulce”, pensé era un juego y me alegré enormemente.
Yo la estaba pasando genial porque estaba jugando con mi papá, él la estaba pasando estupendo porque estaba abusando de mi inocencia.
Se llenó la cabeza de la pija de dulce y me la empezó a pasar por mi raja, llenándome más de dulce mi cola.
Me abrió las nalgas y trató de meterme la cabeza, generando mucha presión sobre mí.
Me entró la cabeza, sentí que la sangre de los pies se me fue a la cabeza y viceversa y (hoy lo sé), me desmayé.
Cuando me desperté estaba acostado, bañado, él al lado mío con cara de preocupación, me dijo “hijo estás bien?”, sólo le contesté que me dolía la cuevita dulce, me toqué y sentí que tenía hirviendo el ojete.
Aprovechando mi desmayo él me había violado, no sé cuánto tiempo ni cómo, porque yo estaba inconsciente.
Los juegos con los dulces y su “chupetín” y mi “cuevita dulce” siguieron constantemente, nunca más me quiso meter eso en mi cuevita, sólo lo chupaba por horas, seguí tomando una pastilla entera para dormir, ya no me despertaba con el calzón y la cola manchada de “el jabón que salía de su chupetín”, pero me despertaba con mucho dolor en las piernas y sobre todo en mi ojete.
Una vez me levanté corriendo al baño porque me estaba haciendo caca, cuando me senté en el inodoro sentí que me salió un chorro de mis intestino, pensé tenía diarrea, me paré para limpiarme y vi una cosa mocosa, blanquecina y con sangre que me había salido de la cola, me puse a llorar y lo llamé a los gritos a mi papá, él entró corriendo y vio los restos de leche que me había dejado adentro y yo había evacuado, me dijo que era normal a mi edad hacer eso, que no me asustara, que eso también me salía de la colita y de su “petín”, me tranquilizó, pero me dolía mucho la cola.
La relación con él era fantástica, mi papá se había hecho mi mejor amigo, mi súper héroe, pasábamos mucho tiempo juntos y teníamos mucha confianza, nunca me redujo la cantidad de pastillas para dormir, pero él sí había dejado el alcohol.
Mi tía había notado todo esto y se había alegrado tremendamente, para festejar este cambio, en mi viejo y en mí, armó un almuerzo en la casa de mi abuela, una señora de 89 años, que caminaba poco y nada por sus problemas en la columna, vivía sólo con mi tío, un señor de 52 años, gordo y muy grandote, bigotes largos y pelado.
Yo tenía poca relación con él, pero cuando lo veía me parecía un gigante, porque era enooooorme, un tipo serio, de pocas palabras, sin hijos ni pareja.
Llegamos a la casa de mi abuela, mi tío estaba haciendo el asado con el marido de mi tía, estaban los 4 hijos de mi tía, me llevaba muy bien con ellos, y me motivaba porque estaba por empezar a ir a salita de 5 años con uno de ellos.
Mi abuela estaba muy contenta de verme, hacía mucho que no la veía y mi tío sólo me alzó y me dio un beso en la frente, ése hombre era gigante, yo pensaba que cuando creciera quería ser enorme como él, yo era reeeeee chiquitito, el más bajito de mis primos y primas.
Comimos, jugamos, disfrutamos, en un momento empecé a buscar a mi papá y lo encontré en la cocina, estaba comiendo dulce de leche con una cuchara, le pedí que me diera, me metió la cuchara en la boca, pero yo quería que me diera como me lo daba en mi casa, en su “chupetín” y a del riego, de que estaban mis tíos, mis primos y mi abuela, lo hizo, se bajó el short, se puso un poco de dulce en la cabeza de la verga y me la metió rápido en la boca, estábamos en la cocina de mi abuela y todos estaban afuera, todos menos mi tía.
Sentí un grito que me paralizó, mi tía entró corriendo y me alzó agarró un cuchillo y empezó a insultar a mi papá, yo no entendía nada, lloraba y gritaba, mi tía le arañó la cara a mi viejo y él salió corriendo.
Ella me dejó con mis primos, lloraba y hablaba con mi abuela y mi tío.
Me llevaron a la habitación de mi abuela y mis tíos me preguntaron hacía cuánto mi papá jugaba así conmigo, le dije que después de la muerte de mi mamá, desde que empecé a tomar las pastillas (casi un año, estaba por cumplir 5 años), mi tía se agarraba la cabeza y lloraba como loca, el gigante de mi tía sólo me miraba tocándose los bigotes y mi abuela no entendía nada.
Me quede un tiempo en la casa de mi abuela, mi tía no me podía alojar porque era muy chica su casa y tenía 4 hijos, algunas tarde me metía a la pileta con mi tío, pero no sabía nadar y me daba miedo meterme al agua y estar con el gigantón de mi tío, no sabía nada de nada de mi viejo, de hecho nadie sabía.
A la semana mi tía me llevó a mi casa a buscar ropa y cosas mías y me dijo que me quedaría con mi abuela y mi tío un tiempo….
cuando entré vi lo peor de mi vida….
ahí estaba, mi viejo, con una soga en el cuello colgando en la cocina, me desmayé y me desperté en la habitación de mi abuela.
Sí, mi viejo se había matado y todo mi mundo se acababa de destruir, huérfano de padre y de madre, con 4 años y medio, me tuve que quedar al cuidado de abuela, una mujer de 89 años y un hombre (enoooorme) de 52 años que me enseñó a nadar y a jugar a los videos sentado en sus piernas….
eso es otra historia, dentro de la tragedia siempre hay un salvador, en este caso fue ése gigante tío mío.
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