Descubriendo el sexo juntos 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tras nuestra primera experiencia con el sexo oral y la masturbación mutua, los encuentros con mi hermana se fueron repitiendo con más y más frecuencia.
Mientras mis amigos disfrutaban del onanismo con la ayuda de fotografías clandestinamente obtenidas, yo le pedía a mi hermana que se pusiera unas determinadas braguitas que resultaban las formas de sus nalgas bajo el uniforme del instituto.
Nos hicimos unos expertos en camuflar nuestras mutuas caricias a plena luz del día.
Elegíamos el lugar adecuado dentro del autobús que nos llevaba de vuelta a casa, usualmente atestado de pasajeros y perfecta coartada para estar de pie juntos y con nuestros cuerpos pegados, para rozarnos sin levantar sospechas.
Yo me colocaba detrás de ella.
Mi hermana apretaba su culito contra mi pene que se ponía erecto en cuestión de segundos y jugando con el vaivén del autobús al circular, sus nalgas sentían my pene crecer bajo la ropa.
Descubrimos que a cierta hora podíamos sentarnos generalmente al fondo del autobús y poniendo nuestros abrigos sobre las piernas acariciando el sexo mutuamente.
Todos estos juegos no hacían más que aumentar nuestra excitacion y al llegar a casa, sabiendo que disponíamos de un par de horas hasta que nuestros padres volvieran del trabajo, disfrutábamos las caricias, felaciones y cunilingus la mitad del tiempo y el resto lo dedicabamos a encubrir nuestras acciones.
Al cabo de un par de meses llegamos al acuerdo tácito de ir un paso más allá e intentar una penetracion.
Decidimos que el sexo anal sería lo más indicado.
Solo necesitamos disponer del tiempo necesario y el momento oportuno para llevar a cabo nuestros planes.
La oportunidad se presentó unas semanas más tarde.
Mis abuelos vinieron a la capital para una revisión médica y pasaron unos días en nuestro hogar.
Los acomodamos en la habitación de mi hermana.
Esto permitió que compartieramos mi habitación situada en la buhardilla y por tanto lejos de oídos y miradas no deseadas.
Una vez juntos en la habitación empezamos a jugar y acariciar nuestros cuerpos como de costumbre.
El pijama de mi hermana era de cuerpo entero y tenía una tira de botones desde el pecho hasta justo el comienzo de la entrepierna.
Al empezar con mis caricias note como los pezones y los pechos de mi hermana reaccionarán al contacto de mis manos sobre ellos cubiertos solo por la tela del pijama.
Mientras los iba descubriendo lentamente un botón tras otro, mis labios empezaban a besarlos y las manos de mi hermana agarraba las sábanas con fuerza con cada beso.
Al llegar al penúltimo botón, su cuerpo desnudo de cintura para arriba era una invitación a la lujuria.
Sus perfectos y firmes pechos concluyendo en una rosadas aureolas que rodeaban unos pequeños pezones.
Su vientre plano indicando el camino más corto hasta su clitoris.
Sus manos empezaron a mover mi cabeza en dirección a su entrepierna.
El resto de su pijama acompañaba mi descenso y finalmente mis labios alcanzaron su sexo.
Para entonces ya había descubierto que el acariciar su clitoris bruscamente ocasionaba el efecto contrario al deseado.
Mi técnica había mejorado bastante y se basaba en comenzar con suaves besos y caricias entre sus muslos acercándome lentamente a sus labios vaginales.
La punta de mi lengua empezaba a descender entre los labios externos por la derecha de su clitoris para rodearlo por la izquierda y cerrar así un círculo casi perfecto.
Esto lubrica bastante el sexo femenino y permite alcanzar finalmente el clitoris produciendo, ahora si, una excitacion que combinada lleva directamente al órgasmo en la mujer.
Durante todo este tiempo mis manos habían estado acariciando sus pechos, vientre, nalgas y muslos de forma aleatoria.
Podía notar su ano lubricandose con el flujo procedente de su sexo.
Normalmente habríamos continuado con una felacion por su parte alternado besos y caricias mutuamente.
Pero aquella noche teníamos otra misión.
Descansando sobre sus piernas dobladas , de espaldas a mi y con su cuerpo flexionado hacia delante había sido la postura que habíamos decidido utilizar para llevar a cabo la penetracion.
Empecé a besar su cuello y su nuca mientras mis manos subían por su cintura hasta sus pechos.
Nuestros cuerpos se rozaban mutuamente en varios puntos al mismo tiempo.
Flexionado su cintura hacia delante, conseguimos alinear sus nalgas con mi pene.
Mis dedos encontraron el camino hacia la masturbación de los puntos más sensibles de su sexo mientras la punta de mi pene acariciaba el ano de mi hermana.
Sentía que mi sexo estaba llegando al punto en que no podría contener mi órgasmo.
Lentamente mi pene se fue abriendo paso dentro del ano de mi hermana.
Nos habíamos regalado toda la noche de tiempo y esa precaución resultó provechosa.
La penetracion se completo al mismo tiempo que las caricias de mis dedos en el sexo de mi hermana la llevaron al climax.
Mi pene entro y salió repetidamente de su ano prolongando su éxtasis hasta alcanzar el mio propio.
Nuestros cuerpos entrelazados permanecieron en esa posición por un tiempo indeterminado.
Esa fue nuestra iniciación en el sexo anal.
un camino que nos llevaría muy lejos.
Pero eso es tema para otro relato.
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