Deseo sexual por mi hija Sandra
Una infidelidad me arrastro al deseo por mi pequeña hija Primera parte.
Me llamo Rodrigo tengo 35 años y soy abogado de profesión, me case con una maestra de secundaria, de la cual estoy divorciado, tuvimos una hija que actualmente tiene 12 años llamada Sandra y es mi amante.
Nuestra historia comenzó hace tres años cuando llegue a casa después de un viaje de negocios que me ausento el fin de semana. Había dicho que regresaba el lunes pero acabo rápido la encomienda y quise dar les la sorpresa llegando el domingo por la noche. Como no llevaba llaves toque a la puerta y Sandra abrió, al verme se sorprendió y me recibió con un abrazo muy discreto, a pesar de que había poca luz en la entrada pude notar que en su cara había una expresión un tanto preocupada, le pregunte por su madre y me dijo en voz baja.
- la vi llegar hace rato con un hombre que no conozco, no se dieron cuenta que los vi y entraron a tu cuarto
Le hice un ademan de silencio con mi dedo y sigiloso subí a mi dormitorio, llegue a la habitación y acerque mi oído a la puerta y claramente escuche el jadeo de mi esposa y su amante. Abrí la puerta despacio, la habitación estaba en penumbras pero distinguí a mi mujer toda desnuda sobre la cama en posición de perrito y su amante dándole placer y encendí la luz de la habitación, ambos quedaron en shock por un momento y después rápidamente se separaron, mientras mi mujer cubría su cuerpo desnudo con una sábana, su amante buscaba con desesperación su ropa.
- !Hija de puta¡ así es como pagas el amor que te doy?
Le dije exaltado, el amante que para entonces habría logrado ponerse su ropa interior se hinco frente a mí en suplica y me pidió que no le hiciera daño que él no tenía la culpa. Cuando pude ver claramente su rostro me quede atónito, su amante era un jovencito¡¡ le pregunte su edad y me dijo que tenía 14 años y que era compañero de escuela de mi hija Sandra, lo deje vestirse por completo, cuando hubo terminado lo tome de ambos brazos y en tono amenazante le dije que antes de liberarlo.
- Sabes que soy abogado y puedo meterte a la cárcel o hasta mandarte desaparecer, así que vas a callar tu boca y no dirás nada, no te quiero cerca de nuestras vidas, ni le digieras la palabra a mi hija, si llegas a decir o insinuar algo ya sabes lo que te espera… ahora largo!!
El muchacho corrió sin mirar atrás, mi esposa toda avergonzada me suplico perdón, me conto que el joven era amigo de Sandra y fue a visitarla, y como ella se sentía tan sola y de tanto tratar a adolescentes, tenía la fantasía de ser poseída por uno de ellos, que fue un momento de debilidad y que la perdonara. Ya no le escuche ni me importo nada, solo la corrí de la casa.
Se llevó su ropa en una maleta, quiso despedirse de Sandra pero ella solo le dio una mirada de desprecio. Sandra y yo la vimos alejarse de la casa y de nuestras vidas.
Con el amargo episodio que vivimos, tratamos de seguir adelante, Yo con 32 años y Sandra con 9 nos arreglamos como pudimos, contrate a una señora que hacia el quehacer una vez por semana y la comida yo me ocupaba de ello o pedíamos algún servicio en la calle.
Como era habitual la confianza se fue fortaleciendo entre mi hija y yo al grado de llegar a andar en ropa interior dentro de casa sin incomodarnos, a esa edad Sandra tenía un cuerpo muy flaco y parejo, nada de busto, ni caderas.
Dentro de la casa se encontraba mi estudio donde ocupaba una computadora y llevaba el registro de mis clientes, y desde luego como es natural mis deseos carnales los saciaba viendo videos porno y haciéndome pajas hasta vaciarme, ya que no confiaba en relacionarme con otras mujeres.
Así paso el tiempo y Sandra cumplió los 11 años. Una mañana como tantas bajé a prepararme un café y mi niña ya estaba en la cocina preparándose un cereal. Como de costumbre yo llevaba puesto solo mi bóxer y una playera sin mangas, al acercarme a ella vi que llevaba puesta su blusita color beige de tela muy delgada que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, y sus pantaletas de algodón blanco tipo cachetero, hasta en ese momento repare en lo mucho que había crecido Sandra, con esa blusa puesta se le notaban un par de pechos pequeños y redondos, coronados en la punta por unos pezones que apenas se podían distinguir, sus piernas se hicieron largas y bien torneadas. Levanto su cara y la giro hacia mí para darme un beso en la mejilla, momento que aproveche para tomarla discretamente de la cintura con una mano y comprobé que ya no estaba tan delgada como antes, ya presentaba una cintura delgada y unas caderas amplias sin llegar a la exageración, su vientre estaba plano y más abajo sobresalía un pequeño montecito marcado con la línea de su vagina, la abrace por completo y pegue mi cuerpo al de ella, incline mi cabeza para colocar mi barbilla en su hombro, pude ver su trasero firme y bien parado, y mi verga reacciono al instante con una erección, lo cual me hizo darme cuenta que ya era una mujercita muy sabrosa. Por primera vez un pensamiento insano paso por mi cabeza y la abrace de la cintura con ambas manos y aspire el olor que emanaba de su cabello, sin soltarla retire un poco mi rostro para ver el suyo, una carita con bonitos ojos cafés, mejillas un poco regordetas y labios carnosos, acompañados de una cabellera oscura que le llegaba apenas a los hombros, “es muy guapa mi hija” pensé para mí mismo, pero en general las facciones de su cara eran aun las de una niña. Le retire el abrazo y di media vuelta para no mostrar mi erección y para Sandra no pasó desapercibido esa acción y extrañada me pregunto:
- ¿Porque el abrazo Papá?
- Por nada hija, solo amanecí queriéndote más. Le conteste apresurado
- A bueno – Dijo ella en tono consecuente.
Después de preparar mi café, fui a sentarme a la mesa, sin dejar de admirar su cuerpo. Sandra se dio cuenta y se paró frente a mí y me confronto
- ¿Que, tengo algo raro, porque no has dejado de verme? Dijo con tono impaciente
- Bueno… es que al verte, me he dado cuenta que ya creciste…
Ella interrumpió de golpe mi comentario
– ¡Ni me lo recuerdes! todas las niñas de mi salón se burlan de mi… expreso frustrada tapando su cara con sus manos
- ¿Porque dices eso? Le cuestione
- ¡Es que dicen que ya parezco a una de las mamas!
- ¿Qué dices? Para nada, están locas tus compañeras, están celosas porque tú te estas poniendo muy guapa.
Le dije tocando y acariciando su mejilla con la palma de mí mano.
- ¿De verdad lo crees Papá? y levantando su cara con asombro
- ¡Pues claro que sí!… es más, si fuera de tu edad no dudaría en pedirte que fueras mi novia.
Sandra se ruborizo y sus mejillas se pusieron coloradas.
- Eso sería raro papá. Atino a decirme.
Paramos la charla y continuamos con el desayuno, durante el resto del día todo siguió normal y no volví a pensar nada malo con mi hija.
Cada uno de nosotros realizo nuestra acostumbrada rutina, llegada la noche y después de cenar, nos sentamos juntos en la sala para ver televisión, después de un rato Sandra se levantó y me dijo que se iría a bañar y después acostarse. Yo asenté con mi cabeza y me quede sentado viendo la tv, pasaron unos cuantos minutos y me dieron ganas de orinar, a sabiendas que mi hija se estaba bañando, fui con la idea de apurarle, antes de llegar al baño pude escuchar el sonido del agua de la regadera y al estar frente a la puerta quise tocar pero me detuve porque note que no estaba cerrada, la luz que emanaba de la orilla del marco así me lo mostró. Una curiosidad mórbida paso por mi mente, recordé el momento que pase con ella en la mañana y nervioso y algo ansioso me dispuse a abrir la puerta muy despacio y sin hacer ruido, lo suficiente como para que pudiera echar un vistazo, el espacio para la regadera quedaba justo enfrente de la puerta y cuenta con un cancel deslizante de cristal transparente, lo primero que mi ojos vieron fue el cuerpo de Sandra desnudo en su totalidad, a pesar de que el vapor del agua caliente empañaba el cristal no era impedimento para apreciar con toda claridad el bello espectáculo que se me presentaba. Ahí estaba ella con los brazos levantados y restregando su cabello lleno de espuma, la cual escurría por su rostro y hacia que tuviera los ojos cerrados. La misma espuma seguía escurriendo ahora por su pecho virginal, tal vez fue el morbo que se creaba en mi mente pero puedo jurar que al ver los pechos de mi hija los vi más grandes “guau que chichotas tan ricas” pensé y dirigí una de mis manos a la bragueta de mi pantalón para liberar mi pene que ya estaba erecto, mientras seguía disfrutando del espectáculo, Sandra ahora bajaba sus brazos aun con los ojos cerrados y con sus manos ayudaba a escurrir la espuma de su cuerpo, verla frotar sus pechos hizo que mi verga se pusiera más dura y comencé a acariciarla con movimientos lentos. La espuma continuaba recorriendo el cuerpo de mi hija, ahora bajaba por su vientre plano siguiendo su camino hacia ese suculento montecito con algunos bellos púbicos cortos que rodeaban la rajita rosada de su panocha, Sandra bajo aún más sus brazos sin dejar de restregar su cuerpo, cuando llego a la zona de su intimidad froto con una mano aquel montecito y su dedo medio ligeramente surcaba su rosada rajita, mi verga ya estaba al cien, pero verla tocar su panocha hizo que la apretara más fuerte con toda mi mano y acelere el movimiento de masturbación, sentía que pronto podría eyacular. De pronto vi que Sandra abría los ojos y volteo su vista hacia la puerta, rápidamente me retire un poco con cuidado de no hacer ruido, espere unos segundos con el corazón acelerado esperando escuchar un reclamo o algo pero solo percibí el sonido del agua y lentamente volví a asomarme, Sandra había girado su cuerpo y daba la espalda hacia la puerta para cerrar las llaves de la regadera al parecer no se dio cuenta de nada, en ese breve momento pude deleitarme la pupila con su cintura delgada y su amplio trasero, al escuchar cerrar las llaves supuse que ya había acabado de bañarse y aproveche para dejar la puerta como estaba.
Baje a la sala aun con mi erección y con mi corazón súper acelerado y espere un tiempo considerable para calmar mis impetuosos actos.
Cuando al fin pude recobrarme apague la tv y subí a los dormitorios, fui a la recamara de mi hija, toque ligeramente la puerta y al no recibir respuesta la abrí para asomarme y vi que Sandra ya estaba dormida en su cama, cerré con cuidado y baje a mi estudio. Me senté frente al computador y lo prendí, recordando la experiencia que había vivido con mi hija comencé a excitarme, busque en internet videos porno y logre dar con una página especializada en sexo con colegialas. Vi un video donde una jovencita era penetrada por su padrastro y me imagine que era yo cogiéndome a mi hija, saque mi verga que para entonces ya estaba a mil y comencé a masturbarme en forma frenética, no tarde mucho en expulsar una cantidad considerable de semen, tal vez porque llevaba tiempo sin darme auto placer o por el morbo de pensar en mi hija pero solté un gran chorro de leche. Limpie bien para no dejar evidencia alguna y acto seguido me fui a dormir a mi cuarto.
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