DESPERANDO AL SEXO CON MI HERMANITA 4 (en casa de Parrado)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por caliche999.
Yo con 12 y ella con 10, pero ya estaba yo lleno de hormonas.
El día anterior había tenido mi tercer delicioso encuentro sexual con mi hermanita aprovechando la ausencia de mamá y disfrutamos de un muy placentero sexo oral cruzado al que llamábamos el Chupa-Chupa , pero el vecino Parrado nos había estado espiando el muy morboso y nos había sobornado amenazándonos con contarle todo a nuestra madre si no íbamos a su apartamento aquel día.
Y por supuesto que fuimos; le dijimos a mamá que luego de la escuela iríamos un rato al parque y corrimos entre curiosos y asustados al apartamento de Parrado que nos esperaba impaciente.
No fue más que llegar para que le echara mano a mi hermanita; la alzó, la abrazó y le daba besos en el cuello como enloquecido; le apretaba las nalgas con las dos manos metiendo los dedos en su rajita y buscando su boca para besarla.
Entre tanto forcejeo, yo me sentí en la obligación de protestar y traté de soltarle las manos del cuerpo de mi hermanita pero, oh sorpresa, la que contestó fue ella diciéndome: no molestes Carlos, deja a Parrado tranquilo que luego será tu turno.
Entonces él se sintió con más autoridad para seguirla tocando y alzada la llevó a su cuarto y la arrojó encima de la cama.
El empezó a desnudarse y ella hizo lo mismo; yo solo miraba aterrado aquella escena que aunque muy excitante, no lo puedo negar, yo no me podía explicar la reacción de mi hermanita; era como si no fuera la primera vez que estaban juntos.
En fin; ya habría otra oportunidad para preguntárselo; entonces me dediqué a disfrutar del espectáculo.
El viejo Parrado era en realidad todo un artista en el sexo y tuve mucho que aprenderle del tema por aquellos días.
Quien lo hubiera pensado; parecía tan inofensivo el verraco viejo.
Después de desnudarse por completo, se quedó viendo a mi hermanita como terminaba de desnudarse también; nunca había visto una pija tan grande y tan erecta hasta ese momento, bueno, en realidad solo había visto la mía que por supuesto era mucho más pequeña; él parecía con una tremenda varilla al frente, definitivamente mucho mejor dotado que yo y muy dispuesto a enseñarnos como se usaba.
Mi hermanita terminó de quitarse hasta los calcetines y sonriéndole, le abrió las piernas a Parrado , totalmente segura del gusto que él le ponía a mirarle su rajita que ya estaba húmeda y muy coloradita; en verdad, suculento manjar que invitaba a disfrutarse a besos; si él no lo hacía, lo iba a hacer yo.
Entonces se abalanzó encima de ella y metió toda su cara entre aquellas pequeñas y delicadas piernas abarcando con su boca toda esa suculenta rajita, ávida de placer.
Mi hermana soltó una gran carcajada y empezó a gemir como desaforada y a revolcarse de placer.
Parecía como si ambos hubieran estado esperando este momento por años.
Mi hermana encogía sus piernitas abiertas y Parrado aprovechaba para poner las manotas por debajo de sus pequeñas nalgas y con sus dedos pulgares masajeaba en círculos las áreas pulposas entre la cuquita y las nalgas, lo que parecía enloquecer de placer a mi hermana que a cada masaje y lengüetazo respondía con un grito y elevada de sus caderas de la cama como queriendo meter aún más la cara de Parrado entre su rajita.
Eran realmente los movimientos más excitante que hubiera visto hasta ahora y yo aprovechaba para tomar nota de cada movimiento de mi nuevo maestro Parrado que con evidente destreza tenía a mi hermanita al borde del delirio y la locura; era imposible saber cual de los dos estaba disfrutando más.
Luego de un rato de aquel frenesí, Parrado se hincó como despertándose de un sueño y de rodillas caminó sobre la cama hasta ponerse casi encima de mi hermanita, le abrió lo que más pudo sus piernas y con una mano apuntó su varilla en la rajita y con dos dedos de la otra le abría sus labios vaginales como tratando de hacer espacio para guardar en aquel diminuto huequito tan poderoso instrumento.
Mi hermana lo miraba a los ojos expectante y él solo miraba su cuquita como tratando de descifrar la mejor manera de hundir totalmente esa pija en aquel virginal agujerito.
Sacó un pote de vaselina de su mesa de noche, untó su pija con ella y arrancó la faena.
Ella empezó a hacer caras de dolor pero él no se detenía, seguía con una mano apuntando su instrumento y con su pesado cuerpo empujando para abrirse paso y entrar en el cuerpo de mi hermana.
En algún momento ella soltó un ¡ahí ¡ de dolor y él le dijo: ya va a pasar y luego viene lo mejor.
Entonces yo volví a intentar quitarlo de encima de mi hermanita y ella me replicó: déjalo, ya no me duele, pero yo la veía que seguía haciendo cara de dolor a medida que él empujaba y aquella inmensa pija se iba desapareciendo en el pequeño cuerpo de mi hermana ; entonces Parrado me miró y me dijo sudoroso y jadeante; así es que se usa esto mijo, aprenda para que lo use bien, a las mujeres les encanta que les hagamos así, duro y con ganas y ahora va a venir lo mejor; disfruta chino la desvirgada de tu hermanita que ahorita viene la tuya.
Yo no entendí pero vi terminar de desaparecerse aquella pijota entre el diminuto agujerito de mi hermana que antes era solo mío pero que ahora tenía otro amo y señor: El maestro Parrado.
Con un profundo y sentido ahiiiiiiiiii se quejó cuando terminó de tragarse toda la verga de Parrado y este comenzó a sacarla solo un poco para después volver a empujarla con todas las ganas hasta el fondo, cosa que mi hermanita comenzó a disfrutar evidentemente pues gemía y blanqueaba los ojos como mirando a ninguna parte; con sus manitos trataba de sostener el pesado cuerpo de Parrado, que arremetía violentamente contra el pequeño cuerpo inerme de mi hermana, que no se podía mover pues estaba totalmente ensartada por aquella enorme pija y el peso asfixiante del cuerpo del viejo que no dejaba de bombear como si de eso dependiera su vida.
Hi hermana jadeaba y gemía a la vez con evidentes signos de placer; había sucedido como nuestro maestro Parrado lo había predicho y ahora los pequeños brazos que antes atajaban esa inmensa masa corporal, ahora lo abrazaban y acariciaban como intentando apretarlo contra su cuerpecito, mientras Parrado sostenía el peso de su cuerpo con sus codos sobre la cama y acariciando con sus manotas el delicado cabello de mi hermana.
Sin dejar de bombear en ningún momento, se empezaron a besar apasionadamente y entre gemidos y sonoros chupeteos fueron acelerando sus movimientos hasta desembocar en un evidente y poderoso orgasmo de ella, que él disfrutó y prolongó hasta el infinito empujando a sacudidas cuando ella volteaba su cabeza hacia atrás arañándolo de placer, para luego terminar con movimientos más suaves y gemidos prolongados que dejaban entre-oír las palabras: ya no más, no puedo más, que balbuceaba mi hermanita en la oreja de Parrado.
Entonces le sacó delicadamente la pija de su ya desgonzado y sudoroso cuerpecito que quedó inerme sobre la cama.
Él se hincó y se sentó al borde de la cama y me dijo: y usted, que hace aún vestido mijo, empelótese rápido que llegó su turno.
Entre curioso y asustado me quité la ropa y por supuesto estaba totalmente erecto, aunque mi pija se veía ridícula comparada con la de Parrado.
Él se quedó mirándomela y dijo: que lindo pipicito, jeje; ven acércate sin miedo mijo que no te va a pasar nada; solo te voy a desvirgar esa linda colita y por ahí derecho te enseño a usar ese ojete que tienes detrás.
Abrió totalmente sus piernas, me volteó de espaldas, se agarró con una mano la pija para apuntarla a mi culo con absoluta precisión y con la otra agarró mi cadera como para no dejarme escapar y poder empujar cómodamente su verga contra mi cuerpo, no sin antes repasar con vaselina su pija y mi culo, me empujó hacia a delante diciéndome: agáchese mijo que empezó lo bueno…….
Al principio dolió un poco, pero no puedo negar que me empezó a gustar cuando comenzó a bombear y con la mano que le quedó libre cogió más vaselina y me la untó en el pipicito para iniciar un frote de ida y venida que se sentía delicioso; las emociones y exquisitas sensaciones no se hicieron esperar; sentía como esa poderosa verga llegaba muy dentro de mí, tocando y masajeando algo que intensificaba y multiplicaba por mil las deliciosas sensaciones de la masturbación.
Entonces fue indetenible.
Tuve el más delicioso orgasmo que había sentido hasta ese momento; fue realmente exquisito y a decir verdad, no se si fueron varios o uno mismo muy prolongado , o uno adelante y otro atrás, no sabría precisarlo pero con seguridad si fue lo más placentero del mundo.
Parrado recibió mi leche que atrapaba en su mano y se la llevaba a su boca bebiéndosela y untándosela en esa cara de placer que no podía disimular.
Aunque yo había terminado mi faena, él seguía bombeando cada vez más fuerte; mujía y resoplaba como un toro enverracado, bombeaba y me halaba hacia él, apretándome con sus dos manotas por mis caderas y empujando hasta el fondo de mi humanidad su poderosa verga.
Me estaba empezando a desbaratar, cuando sentí como me disparaba su semen caliente a borbotones dentro de mis intestinos, empujaba fuerte su verga en mi culo mientras me halaba contra él con sus dos manos puestas en mis caderas, así muchas veces hasta desocuparse totalmente y dejarme como un guiñapo, exhausto y sin aliento, pero muy satisfecho de aquella increíble experiencia que había colmado mis expectativas de chino curioso.
Cuando se me quitó de encima, volteé y vi a mi hermanita riéndose y disfrutándose el espectáculo, como yo me había disfrutado el de ella.
Parrado nos dijo: vístanse rápido y váyanse a casa y acuérdense de no decirle nada de esto a nadie y yo tampoco contaré nada de lo que les he visto hacer cuando están solos en casa, jeje, buenos niños.
De camino a casa, tratando de caminar bien pues nuestros adoloridos cuerpos se negaban a hacerlo, le pregunté a mi hermanita si ya había estado antes con parrado, a lo que me respondió que cuando yo me iba a jugar con mis amigos y mamá se subía a lavar ropa a la terraza, Parrado la llamaba por la ventana de adentro y le mostraba su chichí grandote y ella se subía la faldita y se bajaba los calzones para mostrarle lo suyo y que Parrado la aplaudía, le tiraba besos y dulces y se frotaba la verga hasta botar de esa misma leche que yo le botaba.
Y desde hace cuanto hacen eso? Le pregunté.
Desde que yo me acuerdo; hace mucho tiempo, me dijo.
Viejo verraco; y se veía tan inofensivo el Parrado.
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