Despertando al Sexo con mi Hermanita 2.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por caliche999.
Esta es la continuación de mi primer relato “DESPERTANDO AL SEXO CON MI HERMANITA“ el cual sugiero que lean primero para no perder el hilo de la historia.
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Como comenté en mi primer relato, en aquella época yo tenia 12 años, cerca de cumplir 13 y mi hermanita 10, pero yo ya estaba rebosante de hormonas.
Vivíamos con mi madre viuda en una pequeña ciudad en un apartamento de segundo piso.
Habíamos descubierto con mi hermanita (en una de las cotidianas ausencias de mi mamá) los placeres del sexo oral que yo le había hecho en el piso mientras me masturbaba boca-abajo contra la alfombra; habíamos quedado tan felices y contentos después de aquella deliciosa experiencia, que no veíamos la hora de repetir la pilatuna tan pronto saliera nuestra madre a visitar a las tías.
Este tiempo fue interminable y solo duró dos días en que nos cruzábamos miradas lujuriosas y nos sonreíamos con intensa morbosidad, pensando en lo que haríamos apenas saliera por la puerta del apartamento diciéndonos como siempre “Tranquen bien la puerta y no le abran a nadie” , placer para nuestros oídos pues nos daba la seguridad de no ser sorprendidos.
Y así fue; al segundo día a las 6 p.
m.
fue a hacer sus visitas y nos quedamos solos y como siempre a esa hora, luego de hacer tareas estábamos viendo televisión, pero esta vez fue diferente: apenas cerré y tranqué la puerta volteé a ver a mi hermana sentada como siempre en la alfombra y ella ya me estaba mirándome con una sonricita tan picarona que no olvidaré jamás.
Yo le respondí su mirada desabotonando mi pantalón y bajándome la cremallera a lo cual ella respondió desnudándose por completo; cuando terminamos de desnudarnos ya mi miembro estaba mirando al Cielo con una erección incontenible.
De inmediato nos abrazamos y sentíamos nuestros cuerpos piel con piel deliciosamente tibios; yo la besaba en su cuello y aprovechaba para cogerle a dos manos esas increíbles nalguitas a las que tantas ganas les tenia; ella me abrazaba y se dejaba llevar de mis caricias apretándose lo que podía a mi miembro erecto que casi le llegaba a su pechito plano.
En medio de este delicioso manoseo nos dejamos caer en la alfombra quedando yo encima de ella; de inmediato empecé a bajar hacia esa recordada y deliciosa cuquita no sin antes chupar sus pequeños y duros pezoncitos.
Ella jadeaba y daba pequeños gemidos que eran música para mis oídos.
Seguí bajando dándole besos por todo su cuerpo, le introduje mi lengua en su pequeño ombligo y ella me agarraba la cabeza con sus dos manitas como para evitar que parara de hacer lo que estaba disfrutando tanto; sentía en mi cabeza pequeños empujoncitos hacia abajo como queriendo que llegara más rápido a su cuquita y yo ni corto ni perezoso seguía bajando lenta pero inexorablemente hacia la “caldera del diablo” , el sitio más prohibido y delicioso del planeta; fue otra ves la entrada al paraíso; ese delicioso olor a intimidad femenina combinada con miaitos era lo más excitante que había olido en mi vida.
Introduje mi lengua en aquella hermosa y peladita vagina y oía como intensificaba sus gemidos y movia su cuerpo de lado a lado; yo revolcaba con mi lengua sus pequeños labios vaginales y chupaba todo aquello pues me parecía hermoso y delicioso mientras sentía sus gemidos y movimietos que se seguían intensificando.
De pronto me soltaba la cabeza y bajaba sus manitos a la alfombra para apoyarse y levantar sus caderas del piso como si quisiera que entrara más mi lengua y mi boca entre sus piernas y yo aprovechaba estas levantadas de su cola para agarrarle con fuerza sus nalguitas preciosas que se movian enloquecidas hacia arriba y volvían a caer a la alfombra sin control y me sacudían la cabeza como a un muñeco.
De pronto levantó muchísimo su culito del piso y lanzó un grito que ya interpreté como el mismo placer extremo que sentía yo antes de venirme; aquello era música para mis oídos: Aaaaaaaaa, Aaaaaaaaaa, Aaaaaaaaaa, Mmmmmmm, Mmmmmmm.
Apenas sentía que disminuían sus gemidos, volvia a intensificar mis chupadas y arrebatos para prolongar aquel precioso momento mientras me refregaba la verga contra la alfombra buscando mi orgasmo.
Fueron muchas sacudidas pero yo no lograba venirme en la alfombra como la vez pasada; entonces, talvez deseando instintivamente algo más suave para mi pene o buscando estar encima de su cuerpo, me di la vuelta completamente 180° para seguir con mi boca en el paraíso de su vagina y quedar encima de ella, sin darme cuenta que mi erecto y enloquecido pene había quedado en su cara.
Si ya creía estar en el paraíso, lo que siguió no sé como describirlo.
Inmediatamente adopté esta posición ella tomó con sus manitas mi pene y se lo introdujo sin titubeos a su boca mientras yo sostenía con codos y rodillas mis caderas levemente por encima de su cara; sentir mi pene entrando en su tibia boca fue más que entrar en el paraíso; sentía su lengua juguetear con mi verga y chupar con fuerza como queriendo comérsela; a veces sentía sus dientes y aunque me dolía un poco, el placer que sentía compensaba con creces la sensación de dolor.
No se cuanto tiempo estuvimos en esta incómoda pero increíblemente placentera posición; yo movía mi cadera instintivamente hacia arriba y hacia abajo mientras mi hermanita estiraba su cuello y volteaba su cabecita hacia atrás para permitir la entrada de mi pene hasta el fondo de su garganta; los dos lo estábamos disfrutando hasta el infinito, pero ya no aguanté más y tuve el mejor orgasmo que había sentido hasta ese momento.
Ella se sacudió un poco con mi venida pero no se sacó mi pene de la boca; muy al contrario siguió chupando y se tragaba mis chorros mientras se sacudía con las envestidas de mi lengua en su vagina y mi pene en su boca.
Exhausto y casi sin aliento me dejé caer a un lado boca arriba en la alfombra mientras sentía a mi hermanita aún jadeando y saboreando mi semen pues levanté mi cara para mirarla y la vi metiéndose un dedo en su boca y lo sacaba como para mirar que era lo que se había tragado y volvía y se lo chupaba; parecía que lo disfrutaba igual que lo había disfrutado yo.
Nos reímos placenteramente un rato y comentamos aquel hermoso descubrimiento que habíamos hecho esa noche al cual bautizamos luego “el Chupa-Chupa” y con el cual nos podíamos dar placer infinito mutuamente y que de no ser por la vergüenza que nos causaba el incestuoso pecado que acabábamos de cometer, habríamos corrido a una oficina de Patentes a oficializar nuestro increíble descubrimiento.
Años después supimos que era la idea más vieja de la Humanidad y se llamaba “el sesenta y nueve”; Vaya Oso que hubiéramos hecho en la oficina de patentes, jeje.
Pero lo mejor después de aquella maravillosa experiencia fue el no tener que limpiar la alfombra pues de mi semen no había quedado rastro alguno; todo se lo había tragado con agrado mi hermanita pues me comentó luego que su sabor le había agradado.
Seguimos disfrutando por años nuestras secretas y deliciosas pilatunas pero no sin sobresaltos y más deliciosos descubrimientos que de pronto luego les comparta.
Un abrazo.
caliche999
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