Día de familia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dominie.
Mi madre abrió la puerta luciendo una sonrisa que iluminaba su rostro. A sus 53 años, aun conservaba una belleza serena que en nada menguaban sus crecientes arrugas. Le presenté a Ana, de la que ya le había hablado, pero que nunca antes había conocido. Se besaron y, agarrándola del brazo, mi madre la condujo a la habitación que nos había preparado. Cansada del viaje, Ana decidió tumbarse un par de horas para descansar.
Mamá me alargó una taza de café recién hecho, mientras tomaba asiento en una de las sillas de la cocina.
-Me alegro que vayas asentando la cabeza, que hallas decidido traer a tu novia, aunque antes de nada, debo preguntarte si está preparada.
En ese momento recordé la fecha, y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
-Veo que has olvidado la fecha de mañana- dijo mi madre sonriendo maliciosamente.
-Lo había olvidado por completo.
-Es normal- me interrumpió- hace tantos años que no vienes…, aunque todos se alegraran de verte, y también al ver el regalo que les traes.
Pensativo, di un par de tragos al café.
-No creo que esté preparada. Con ella el sexo es bastante, bastante normal, quiero decir, que sí, me obedece en todo, pero es cierto que nunca la he compartido, y no creo que pueda aguantar un día como el de mañana.
-¿Quieres decirme que no sabe lo que significa formar parte de esta familia? No puedo creer que a tu edad no tengas una cuadra como es debido, y en cambio me traigas a una niñata que crea en el amor y todo eso? Su papel es el de servirte, ser tu perra, como yo fui la de tu padre durante tantos años. Es de tu propiedad y mañana tendrás que dejárselo claro.
-Me gustaría no ir-murmuré de forma casi inaudible.
Mi madre hizo un mohín de disgusto.
-Irás, es tu deber, es el respeto que debes mostrar ante tu familia. Tus hermanas, tíos, el abuelo, primos, todos estarán y tú y tu novia no seréis una excepción.
Cada vez era más consciente del error que suponía haber traído a Ana en la fecha en la que todos los años la familia se juntaba.
-No pongas esa cara- me recriminó mi madre- parece que no fueras hijo de tu padre.
Mamá se levantó y me cogió la mano.
-Ven-me dijo-quiero que me ayudes a prepararme para mañana.
Me condujo hacia el pequeño apartamento, contiguo a la casa donde vivía desde que mi padre muriera.
Cerró la puerta a nuestro paso y sin mediar palabra comenzó a desnudarse. Hacia varios años que no la veía desnuda, por lo que no pude evitar que una creciente excitación se apoderara de todo mi cuerpo. El vello cubría su sexo y sus pequeños pechos, aun apuntaban hacia el cielo. Aunque había ganado algo de peso, aun mostraba un físico que haría las delicias de cualquiera.
-Abre la puerta del armario, la del medio.
Obedecí, pues dentro dentro de la familia, mi madre, ostentaba uno de los primeros lugares de la jerarquía, y solo rendía respeto y sumisión a mi tío y mi abuelo, y estaba al mismo nivel que mis dos tías.
Obedecí, como digo. Dentro del armario, en perfecto orden, se mostraron ante mí consoladores, de diferentes tamaños, látigos, fustas, trajes de cuero, máscaras y demás cosas que no recordaba.
-Coge la jeringa que hay en el cajón y varios consoladores.
Hice lo que me ordenaba mientras ella llenaba la bañera de agua caliente. La jeringa que sustraje del armario, tenía más o menos el tamaño de mi brazo y los consoladores variaban de tamaño.
Mamá se contempló ante el espejo durante varios minutos. Levantó una de sus piernas y la colocó sobre el lavabo.
-Ahora ven aquí y lámeme el coño-me dijo agarrándome del pelo con fuerza.
Guiándome por ella me coloqué de rodillas y acerqué mi lengua a su sexo.
-Lámeme perro, hace años que no lo haces, eres un desagradecido.
Ella me apretaba con todas sus fuerzas contra su sexo, mientras yo intentaba mover la lengua acariciando su clítoris. Así me tuvo durante varios minutos, hasta que inclinándose y volviendo a colocar la pierna sobre el suelo, me ordenó que lamiera su culo.
-Mañana tú y tu novia seréis el centro de atención de la fiesta perro, espero no sentir vergüenza de ti, ni de esa puta.
Mi pene había adquirido su mayor tamaño por lo que empecé a masturbarme.
-¡Quieto! No te he dicho que te toques…
Quedé parado, introduciendo mi lengua en su culo, ayudado de los empujones que ella daba hacia atrás.
-Esta bien.
Me detuve y ella se introdujo en la bañera ya llena.
-Llena la jeringa con agua caliente.
Obedecí llenándola con el medio litro que era el tope de su capacidad.
-Métemela en el culo-ordenó-tengo que estar bien limpia.
Así lo hice, introduciendo lentamente el agua en su interior. Mi madre jemía mientras su cara se contraía, pero fue capaz de albergar todo el líquido en su interior. Yo contemplaba la escena, esperando el momento de verla temblar de placer cuando el líquido saliera. No esperé demasiado, en pocos segundos, mi madre sacaba todo de su interior. Al ver que sus piernas flaqueaban, la sostuve hasta que ya no hubo más líquido.
-Bien, ahora agarra esa cuchilla y quítame el vello del sexo.
Realicé la operación con el máximo cuidado posible mientras ella se introducía uno de los consoladores por el ano. Al ver su sexo, una vez hube terminado, no pude reprimirme y lo lamí con todas mis fuerzas, mordisqueando el clítoris y haciéndola gemir de placer.
-Ven-dio al cabo de varios minuto.
Me coloqué de pie y ella se introdujo mi pene en su boca. Intenté agarrarla del pelo, pero no me dejó, por lo que era ella quién marcaba el ritmo. Iba a correrme, y al darse cuenta paró.
-Antes quiero que me acerques esa copa.
Cogí la copa que descansaba en el mueble y se la acerqué.
Entonces ella siguió lamiéndome la polla, cada vez más rápido, hasta que eyaculé en su boca. No dejó que una gota saliera de ella hasta que mis espasmos terminaron, cogió la copa y dejó resbalar todo el semen se su boca hasta la copa.
-Ahora vete-ordenó-quiero disfrutar de esto yo sola.
Antes de salir, y en tono amenazante se dirigió a mí.
-Mañana intentaré protegeros, pero no creo que pueda, a si es que, preoparate tú, para ella es demasiado tarde.
Tragué saliva, asustado ante sus últimas palabras.
Relato aburrido.