Doña Clara una madre puritana
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alins.
Los Díaz eran una familia tradicional de la España de los 70.
Vivian en Leganés, pueblo próximo a Madrid, y estaba compuesta por Rafael el padre, con un empleo humilde en una fabrica cerca del pueblo.
Pedro el hijo estudiaba el bachillerato y Clara la madre, conocida en el vecindario por Doña Clara, mujer muy religiosa de costumbres muy tradicionales daba clases de religión en el colegio de Pedrito.
Doña Clara tenía unos 47 años muy bien llevados.
Muy guapa de cara, no era gorda pero tenía curvas generosas, su cuerpo iba tapado casi siempre por amplias vestimentas que lo disimulaban.
En aquella época Pedrito, de 17 años de edad, ya había tenido sus primeras experiencias sexuales, era bastante espabilado, pero debido a la moralidad existente casi todo lo que sabía era debido a las numeras revistas porno que circulaban entre sus amigos.
Todo cambio para él cuando un día en los baños del colegio escucho si querer una conversación entre varios muchachos:
– La que esta buena es Doña Clara
– Menudas tetas tiene – dijo uno
– Y que culazo –le contestaron
– Yo me la follaba por todos los lados
Pedro estuvo a punto de salir pero se contuvo.
Luego pensó en su puritana madre.
Como era posible que aquellos chavales hablaran así de su madre.
Sin darse cuenta tuvo una erección con su madre en sus pensamientos.
Las hormonas habían podido con él.
Se avergonzó
Desde entonces empezó a observar y mirar a su madre de otra manera.
Como seria su cuerpo, sus tetas su culo….
Poco después su querida madre pasó a ser la musa de sus numerosos pajotes.
Doña Clara había perdido todo interés por el sexo.
Su sexualidad se había apagado poco a poco con el paso de los años, tampoco ayudaba su marido varios años mayor que ella que apenas la tocaba.
Quizás por eso se había refugiado en sus quehaceres del hogar y en la religión.
Para Pedro era la mujer más próxima, pero por mucho que lo intentaba no le veía a su madre mas allá que por debajo de las rodillas.
Había intentado mil cosas pero la máximo que pudo ver es parte de su blanco culo un dia de campo cuando su madre se escapó para hacer sus necesidades.
Pero un día quiso dar un paso más arriesgado y cuando sabía que estaba en el baño duchándose, entro de sopetón encontrando a su madre en pelotas , que rápidamente y cogiendo una toalla le ordeno salir.
En centésimas de segundo el cerebro de Pedro proceso todo lo rápido que pudo la sugerente visión, sus pechos generosos y algo caídos con grandes pezones oscuros, sus muslos torneados, y su frondoso bosque púbico.
Desde entonces el ritmo de las masturbaciones de Pedro aumento frenéticamente.
Doña Clara no le dio mayor importancia.
Lo que si había notado Doña Clara eran algunos restregones, que ella interpreto sin malas intenciones.
Estaba un poco mosca pues cada vez eran más frecuentes.
La cosa cambio cuando un día le pidió a su hijo que la acompañara a Madrid a realizar unas gestiones.
El autobús que los llevaba estaba repleto, y por tratar de evitar el contacto de sus pechos con el sudoroso hombre que estaba delante de ella tuvo que pegarse hacia atrás, donde se encontraba su hijo casi empotrado y con poca movilidad.
El muchacho no pudo evitar tener una erección de caballo al notar las cachazas de su madre entre su polla.
Procuro no moverse demasiado pero el vaivén del bus fue demasiado para él y eyaculo copiosamente.
Doña Clara también noto el joven rabo en su culo y aunque trato de evitarlo tenía poca capacidad de reacción.
Trato de no pensar en nada y que el tiempo pasara deprisa, aún así y sin quererlo mojo sus braguitas.
Un sentimiento de culpa afloro en ella.
Esa noche brotaron en su mente pensamientos obscenos sobre la polla de su hijo, sería como la de su padre, parecía muy grade.
Intento insinuarse a su marido para ver si calmaba su calentura, pero este la dejo cortada con un: Clara estoy cansado
Sin saber cómo su mente empezó a recordar las veces que veía a su hijo en calzones por la casa o en el baño y sin saber cómo su mano de deslizo hacia su húmeda y olvidada almeja que estallo en un ahogado orgasmo al poco de acariciarla.
¿Cómo era posible? Se había corrido pensando en su hijo.
Se tendrá que confesar, pero, ¿que le contaría a su confesor? Mejor ocultarlo de momento.
Era verano y la familia Díaz se fue al pueblo donde pasearan sus vacaciones.
La vida transcurría plácidamente entre las miradas furtivas y culpables de Doña Clara al sexo de su hijo y los pajotes de Pedrito en honor a su madre.
Pero el destino les sonrió.
Una ola de calor abrasaba la península, y aunque el patriarca se tenía que incorporar al trabajo, decidió dejar a la familia unos días más en el pueblo.
Pedro- le dijo su padre al marcharse – esta noche duerme en nuestra habitación que es la mas fresquita de la casa.
A Doña Clara se le encogió el corazón
Cuando llego el momento Pedro se acostó en la cama marital y espero la llegada de su madre con la luz apagada.
Clara en contra de lo habitual pues dormía con un simple camisón de raso, se acostó con la ropa interior puesta y con el camisón.
El fuego y la paja tan cerca.
Qué locura.
Los pensamientos de ambos volaron incestuoso, pero el miedo al rechazo impidió que pasara nada.
No pegaron ojo ninguno de los dos en toda noche.
El día siguiente fue el más caluroso del año, las temperaturas superaron los 42 grados.
No se podía estar en la calle.
Después de comer madre e hijo decidieron echarse la siesta.
En esta ocasión fue el hijo quien entro en segundo lugar.
La habitación estaba en penumbra, Pedro se puso muy nervioso al ver la ropa interior de su madre sobre la silla.
Doña Clara estaba sobre la cama su camisón habitual dibujando en la penumbra sus espectaculares curvas .
Los 2 se quedaron dormidos plácidamente
No sé el tiempo que paso, pero Pedro se despertó con una fuerte erección.
Tenía el muslo de su madre encima de la polla.
Aquello era demasiado , No quería despertar a su madre y como pudo se puso de lado frente a ella.
Unos de los tirantes del camisón le caían por el hombro.
Pedro se armo de valor y viendo a su madre dormida profundamente tiro de él.
Los ojos de Pedro se abrieron como platos al ver la teta de su madre un pezón grande y puntiagudo le apuntaba a la altura de la cara.
Se atrevió a darle un leve besito.
Clara se estremeció y poco a poco se desperezo su respiración parecía agitada y noto la humedad de su coño.
Los sueños le habían vuelto a jugar una mala jugada.
Su hijo la miraba fijamente a escasos centímetros.
Sin saber bien como, ni quien tomo la iniciativa se besaron muy levemente como con miedo.
Se miraron fijamente.
El segundo beso fue más intenso, Clara abrió la boca y la lengua de hijo se coló el ella explorando cada centímetro de su cavidad.
Pedro se puso encima de su madre, con una mano apretaba uno de sus pechos y con la otra le había subido lentamente el camisón.
Clara como pudo tiro del calzón de su hijo hacia abajo, provocando que su polla saltara como un resorte.
La rozo el coño húmedo y se volvió a estremecer.
Ella mismo la cogió con sus manos, la noto dura y gorda, y la condujo hacia su cueva.
Pedro la penetro con cuidado, lentamente con mucho amor y cariño.
Sus cuerpos sudorosos de empezaron a agitar y a los pocos envites se corrieron los dos.
Demasiada tensión acumulada.
Clara no dijo nada, se levanto de la cama y salió de la habitación notando como el semen de su hijo le chorreaba por los muslos
El comportamiento entre madre e hijo no cambio.
No hablaron de ello.
Pero por las noches se empezó a repetir un ritual inevitable.
Aunque en principio la intención de ambos era casta y pura, Pedro se follaba cada noche a su madre, que lo recibía sin protestar corriéndose varias veces gracias a la vitalidad de su joven hijo.
Doña Clara cambio su carácter a más alegre y jovial , pero la comía el sentimiento de culpa .
Aún sabiendo que aquello no estaba bien se dejaba follar bien follada todas las noches.
Pedro vivía en una nube pues tenía a jamona madura para cepillarse a diario, y quería dar un pasito mas.
Ese día al echarse la siesta le dijo: Mamá deje usted la luz encendida que quiero verla desnuda.
Clara se quedo desorienta pero obedeció y dejo caer su camisón al suelo dejando ver sus vergüenzas a su hijo.
Pedro la miro desafiante de arriba abajo sabiendo que tenía el control.
Acércate Clara – le dijo sabiendo que su padre era el único que la tuteaba.
Entonces Clara se derrumbo y rompió a llorar sentándose en la cama.
Pedro se levanto a consolar a su madre, que se tapaba la cara llorando
No llores le dijo, no hacemos nada malo continuo, cigiéndole las manos.
El estaba de pie, y cuando Clara abrió los ojos tenia ante ella el falo erecto de su hijo.
Gordo, largo hinchado.
Nunca había visto una polla tan de cerca.
Su hijo se agarro la polla y le limpio con ella las lagrimas de las mejilla.
Luego la puso a la altura de la boca de su madre y presiono levente.
No encontró mucha resistencia.
Doña Clara se trago la soberbia polla y su lengua empezó a jugar con ella.
Se atrevió a sopesar los cojones de su hijo y a apretárselos levente.
Nunca habia hecho nada igual.
Pedrito cogió las manos de su madre y las puso sobre su propio culo.
Luego agarrándole la cabeza empezó a follarse lentamente la boca de su querida y puritana madre.
Se fue encabritando y las emboladas empezaron a ser mas profundas llegando hasta la garganta.
Clara tuvo alguna arcada que otra pero aguanto y recibió estoicamente la carga de lefa de su hijo que le salió hasta por la nariz.
Luego le limpio la polla y le dejo descansar
Cuando Pedro se levanto encontró a su madre fregando.
Se acerco a ella por detrás y le restregó la polla por el culo cogiéndole las tetas, luego dandala una sonora palmada en su generoso culo le dijo: Mami esta noche te voy a dar por el culo
A Clara se le paro el corazón.
Aquello era antinatural.
Es imposible que aquel pedazo de carne le cogiera en su virginal ano, pero se le humedecieron las bragas pensándolo.
Esto se me está yendo de las manos pensó.
Cuando por la noche entro en la habitación, vio sobre la mesilla un pequeño botecito.
Se acerco a ver que era : vaselina leyó.
Clara se temía lo peor, su hijo estaba decidido a encularla.
Esa noche follaron en varias postura y Clara se corrió como siempre pero temiendo ser sodomizada.
Pedro durante las folladas se centraba mas de la cuenta en el culazo de su madre, amasándolo y acariciando su ano.
Despues de comerle al coño le dijo a su madre: Ponte a cuatro patas
Clara protesto, pero después de insistir obedeció.
Sus tetas colgaban acariciando su pezones las sabanas, mientras mostraba relajada todo su sexo en la posición solicitada.
Su hijo no tenia prisa y le acaricio durante largos minutos su hermoso trasero.
De vez en cuando le introducía un dedo untado en vaselina en su apretado ano, provocado las quejas de su madre.
Y cuando la tuvo apunto, puso la punta de la polla en la entrada de su culo con un buen pegote de vaselina.
Preparada mami – le dijo
Ten cuidado mi vida contesto Clara
Pedro abrió las cachas y observo unos segundo el ano marron de su madre, luego se la puso en la entrada y dijo: sírvete tu misma.
Clara reculo hacia atrás lentamente, el capullo morado de Pedro se perdió en su culo.
Entonces un pinchazo de dolor provoco que Clara intentara sacársela, pero su hijo ya la tenia bien sujeta por la caderas: Tranquila le dijo mientras comenzaba un lento vaivén.
Poco a poco las quejas maritales se fueron convirtiendo en suspiros largos y ahogados.
Cara quería gritar cuando su hijo la empezó a darla bien dada por el culo
Me matas, me matas… repetía al ritmo de las emboladas que chocaban en el encharcado coño
Mama si quieres tocate el coño para correte le dijo su hijo
Cabronazo, cabronazo ….
Le decía
Cabronazo será mi padre ¿ No ¿
Si Si SIIIIIIIIIIIIIIII
Toma zorrón le dijo Pedro a su madre mientras le inundaba el culo
Se acabaron las vacaciones y volvieron a Madrid.
La vida continuo invariable durante años hasta que Pedro se independizó y nadie en el vecindario o en el colegio se podía imaginar las folladas que la puritana de Doña Clara recibía a manos de su casto hijo, nadie imaginaba lo bien trabajado que tenía ese culazo que movía recatado con sus largas vestimentas.
FIN
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