Dulces y pervertidas hijitas – I
Mira papá ¿o me la metes tú ahora, o mañana le digo a Paula que quiero que me folle su padre? Pero yo quiero ir el domingo con mis amigas habiendo dejado de ser virgen, no quiero seguir siendo la única niña virgen de toda mi panda..
========
Quien me decía esa barbaridad, era mi hija Elena, de recién cumplidos 11 años y que estaba totalmente desnuda frente a mí en el salón de nuestra casa. Miré ese cuerpecito desnudo, solo con los calcetines del cole recogidos y me estremecí ¿cómo no desear ese precioso cuerpo y ser además el primero en poseerla y derramarme dentro de ella? Medía 157. Las prominentes colinas de sus tetitas ya anunciaban unas preciosas tetas. Sus caderas ya se marcaban con dos espléndidos glúteos sobre sus largas piernas. Y su coñito ya empezaba a mostrar unos infantiles pelos, con unos labios externos muy desarrollados.
Mi hija tonteaba conmigo hacía tiempo, y yo le había llamado la atención por entrar en mi baño casi cada día mientras yo me duchaba. Mi esposa, Marta, mucho más liberada y con gran experiencia sexual, se reía y me decía que yo era bastante antiguo, que hoy día las niñas son más precoces, pero mi hija ya me tocaba la polla desde los 8 años siempre que podía, y no me terminaba de gustar porque siempre me empalmaba si lo hacía. Y a mi niña le gustaba hacérmela crecer para jugar con ella. Pero dos semanas antes de estas palabras de mi niña, mi esposa y yo estábamos viendo la TV, y mi esposa estaba tumbada a mi lado en el sofá, porque así estaba más cómoda.
Ese día, mi hija salió de su habitación, nos dijo que los deberes ya estaban hechos, y que quería ver la tele antes de irse a dormir, y como no había sitio, vino hacia mí y se sentó sobre mis piernas apoyando su culo sobre mi bragueta, y además, se hizo hacia atrás y se apoyó sobre mi pecho. No tardó en empezar a «ajustar» su culo sobre mi entrepierna y lógicamente, mi polla empezó a crecer automáticamente. Pero al mismo tiempo, su mano izquierda empezó a acariciar la parte superior de mi pierna junto a mi polla. Y no solo eso, puso su cuerpo ligeramente de lado y apoyó su cabeza sobre mi hombro, nuestros labios estaban a pocos centímetros. Y de repente, en un suave susurro me dijo:
–Abrázame papi. Estréchame contra tu pecho ¡te quiero tanto!
Y yo, como un imbécil seducido por mi hijita, le hice caso y la abracé con mi brazo derecho. Ella me dio un beso en el cuello y se dejó caer totalmente sobre mí. Pero todas esas cosas y movimientos, las estaba registrando la caja negra de mi polla de 21 cm totalmente empalmada. El culo de mi hija la notaba completamente y no había forma de que su culo parase un momento. Si seguía así, no tardaría mucho en correrme yo, ya que jamás había estado tan excitado. Y mi hijita virginal de solo 11 añitos, cogió entre sus manos mi brazo, se levantó la camiseta del pijama, y metió mi mano dentro de ella y la dejó encima de su pechito izquierdo. Y de nuevo, su voz susurrante me dijo:
–Así mejor ¿no te parece papi? ¿No te gustaría follarme? Serías mi primer hombre.
Yo estaba extraordinariamente nervioso y empalmado. Por una parte mi hija y cómo me estaba poniendo. Y por otra parte, mi esposa al lado, despierta, viendo la tele y no queriendo enterarse de lo nuestro. Y como mi hija seguía moviendo su culo como una gran puta profesional y yo estaba a punto de correrme, me levanté, la dejé sobre el sofá, y le dije a mi mujer que me iba a la cama, que la película era muy aburrida.
Pero lo que hice fue irme al baño, cerrarme por dentro por primera vez en mi vida, y empezar a masturbarme, y digo empezar, porque como estaba tan caliente, apenas me la toqué empezó a escupir semen sin parar ¡joder con mi hijita! ¿de dónde había sacado esos conocimientos de provocar a los hombres de esa manera tan efectiva? Me di una ducha bien fría y me fui a la cama, y cuando llevaba acostado unos minutos, entró mi esposa, se desnudó, se acostó y me dijo:
–Carlos, sabía que tenemos una hija caliente, pero no me imaginaba que tuviésemos una hija tan puta y adulta. Cuando he entrado a darle un beso y las buenas noches, me la he encontrado sobre la cama, desnuda, espatarrada, y masturbándose a conciencia. Me he quedado un ratito mirándola, y ella sonriéndome, ni se ha inmutado, ha seguido con lo suyo, pero yo estoy deseando un polvo salvaje cariño. Y voy a vaciar tus huevos.
Dicho y hecho, metió su mano dentro de mi calzoncillo, y como lo que me acababa de contar me había calentado, no tardé mucho en responder a sus caricias y posterior mamada. Cuando ella consideró que yo ya estaba tal y como ella deseaba, se puso de rodillas sobre mí y se clavó mi polla. Noté como entraba con total facilidad y supuse (acerté) que también ella se había corrido viendo como nuestra hijita se masturbaba. Cogió mis manos y se las puso sobre sus pechos. Y tal y como a ella le gustaba, empecé a ordeñárselos. Eso le ponía calentísima y empezó a cabalgarme a distintos ritmos, mientras estrechaba sus músculos vaginales para notar mejor mi polla entrando y saliendo.
El placer de los dos era enorme y nos llamábamos «maricón, cabrón de mierda, puta, cornudo, tortillera…» y pocos minutos después, ella se corrió con un grito gutural que intentaba dominar. Medio minuto después, me corría yo.
Mi esposa se desplomó sobre mi pecho, y al hacerlo, y a través de la penumbra de la luna que entraba por el balcón, vi a mi hija desnuda apoyada en el marco de la puerta y masturbándose frenéticamente. Sus ojos brillaban, los dos nos miramos directamente, y segundos más tarde ella también se corrió. Oí el grito de placer de su corrida y cómo todo su cuerpo se estremecía. Me miró desafiante con su mano agarrando su coñito y se marchó a su dormitorio. Mi esposa se había dormido.
Lo de mi hija y el calentón con mi esposa, hicieron que al día siguiente, yo estuviese pensando más en las dos mujeres de mi familia, que en las cuentas financieras de mi trabajo. Cuando llegué a mi casa por la tarde, vi a mi esposa en la cocina sacando las compras del super. Las aparté a un lado de la mesa, cogí a mi mujer de la cintura, la apoyé sobre la mesa, le bajé sus vaqueros con las bragas y la tumbé de forma que sus glúteos y sus dos agujeros estuviesen totalmente a mi disposición.
A mi mujer le gustaba esa forma de follar, humillante, sexual y en ocasiones algo dolorosa por mis fuertes palmadas en su culo mientras la follaba, y al no tener las piernas separadas (el pantalón bajado impedía separarlas) la penetración era más fuerte y dolorosa, por tener apretados sus agujeros.
Primero se la introduje haciendo fuerza en el coño y disfruté. Ese coño y el mismo culo, estrechados así, eran una gozada sobrenatural. Muchas veces la follaba en la cama con los pies atados por los tobillos para que no abriese las piernas, y Marta se corría dos o tres veces y casi se desmayaba de la intensidad de la corrida. Mi polla entraba y salía como yo quería ¡con fuerza! Debo confesar que a mi mujer y a mí, el sexo duro nos atraía con fuerza, y de repente me pidió que parase un momento, pero que no la sacase.
Se quitó la camiseta y el sujetador, y así con los pechos sobre la mesa y moviéndose sin parar, los aplastaba, los arrastraba, los rozaba sobre la madera, y sus pezones, aplastados y arrastrados, le daban un placer extra. Seguí penetrándola y pocos minutos después cambié de agujero. Tenía el ano tan apretado que me costaba meterla, y mi mujer, sintiendo la presión y el dolor, me insultaba como una puta barriobajera.
Pero no tardé demasiado en meterle toda mi polla hasta los huevos y además, con la propia ayuda de mi mujer. No solo se movía como una verdadera puta muy experta, sino que con sus manos se separaba los glúteos para que entrase mejor. Y en esa posición, todo su tórax caía por su propio peso sobre la mesa. Sus pechos se aplastaban y sus pezones la rozaban sin parar ¡increíble espectáculo! Empezó a dar pequeños gritos anunciadores de su primer orgasmo y en poco tiempo le vino, y no solo gritaba de placer, sino que con la palma de su mano derecha daba fuertes golpes a la mesa mientras me insultaba. Su placer era grande y el mío no le iba a la zaga. Sabía que el segundo orgasmo de mi mujer estaba a punto de llegar y cambié, otra vez, mi polla de agujero.
Al meterla a tope dentro del coño, Marta dejó casi de moverse ¡se estaba agotando! y dejó que yo, agarrándola de las caderas, la penetrase una y otra vez arrastrando sin parar su cuerpo y sus tetas por la mesa. Vi como sus manos se agarrotaban y quise hacer coincidir su orgasmo con el mío, pero ella se adelantó con un grito de Tarzán en la selva y muchos insultos. Me corrí insultándola a ella como siempre hacíamos, y de repente abrió sus manos y se quedó quieta sobre la mesa. Ya no podía más. Saqué la polla de su coño, acaricié su espalda donde deposité besos dulces y largos ¡y a mi espalda oímos una potente voz!
–¡Seréis hijos de puta! Os pasáis vosotros la vida follando como animales, y yo, con 11 años y todavía soy virgen ¿qué clase de padres mal paridos sois!
¡Era nuestra hija! Pero ¿qué coño hacía nuestra hija en casa a esas horas que tenía clases de inglés? Y recordé que los miércoles por la tarde no tenía clases de inglés y hoy era miércoles ¡menuda cagada y más tal y como estaba ella encelada… y mi esposa sin advertirme del día que era! Todavía estaba yo con la polla en mi mano, cuando mi mujer se levantó de la mesa como pudo, se subió bragas y pantalón, y me dijo:
–¡Déjame Carlos que hable yo con ella! Nuestra follada loca y sus ganas de no ser virgen como sus amigas y de que le hagas lo mismo que a mí, la habrán puesto nerviosa.
Yo me quedé alucinado. Mi esposa era comprensiva con los deseos de nuestra hija de ser follada por mí para no ser la única virgen de sus amigas, pero ¡si las 5 tenían solo 11 y 12 años! Me quedé unos minutos parado, en blanco. Me bebí un vaso de leche fría ¡si, si, leche!, y fui a darme una ducha al baño de nuestro dormitorio. Vi la puerta entreabierta de la habitación de nuestra hijita y unos ruidos como de succión me hicieron asomarme y lo que vi, no me lo podía creer.
Mi esposa y mi hija estaban desnudas las dos, Marta estaba arrodillada sobre la cara de nuestra hija, y esta le estaba limpiando a lengüetazos el coño lleno de mi propia leche. Leche que solo hacía unos minutos que había depositado allí gracias a la follada. Y lo peor de todo, es que me quedé nuevamente empalmado viendo ese espectáculo tan porno y familiar. Os juro, que me entraron unas ganas enormes de apartar a mi esposa, follar a mi hija, y llenarla de leche para que la limpiase mi esposa.
¿Por qué no lo hice? Supongo que por ese miedo que tantos padres tenemos del incesto. Esa palabra estúpida, que tanto daño hace al amor familiar sin barreras.
Me fui al dormitorio, me desnude y me fui a la ducha, pero aunque la puse fría, fría, la polla estaba tan empalmada que no se me reducía. Así que lo tuve que reducir tal y como los hombres solemos hacerlo, a mano, a solas y con mucho placer. No me podía creer lo visto ¡mi hijita limpiando el coño de su madre de la lefa de su padre y tragándosela! Y tal y como lo estaba haciendo y el placer que reflejaba la cara de su madre, no era la primera vez que se comían el coño.
Pensé que mi hija se estaba haciendo lesbiana, pero al pensar también lo que pasó en el sofá, de lesbiana nada. Y mi esposa tenía un pasado sexual del que mejor era no enterarme del todo. Yo estaba seguro de que había sido puta juvenil, o incluso en la época universitaria, pero tal y como quedamos al comprometernos para casarnos, el pasado de cada uno era para cada uno. Pero eso si, los dos éramos sexualmente muy activos y con pocos prejuicios.
Pero las sorpresas aún no habían terminado esa noche.
Me sequé, me puse unos vaqueros y una camisa, y me fui a la cocina a ayudar a mi esposa. Ella, nuevamente vestida con la ropa anterior, al oírme, me hizo una señal para que cerrase la puerta, se me quedó mirando, se sentó sobre la esquina de la mesa donde me la había follado, y me dijo en voz más baja de lo normal:
–Mira Carlos, no me hagas preguntas que no desees respuestas claras, transparentes, y verdaderas, pero ¡o te follas a tu hija, o el padre de Paula, o algún otro padre se la follarán ahora y siempre! Paula y Ana follan con sus padres, con los dos, desde hace más de un año. Clara, desde hace pocos meses. Piluca folla con un vecino sesentón desde navidades y no solo eso, se cambian a las esposas y a las hijas, salen juntos de vacaciones y los padres de Ana y Paula están empezando a facilitarles amigos para que se las follen y puteen.
***Yo de ti me la follaría y así tendrás en esta casa dos hembras para tu cama en lugar de una. A tu hija le gusta el sexo y el porno, y yo estoy follando con ella desde navidades. Era la única forma de pararla en esos momentos, pero yo la paro como mujer, ahora te toca a ti como hombre. Si nuestra hija va para puta, que sea tu polla quien la enseñe.
–Marta, no solo soy hombre, soy también padre y la educación que he recibido no es exactamente esta ¿cómo quieres que comprenda esto que me dices? ¿Follarme a mi propia hija y además constantemente? ¿Intercambiarla con otros hombres? O lo que es para mí peor ¿entrenarla para ser una puta infantil?
Mi esposa me miró ¡por primera vez en la vida!, con una cara como de desprecio/asco, y me dijo:
–Tu verás Carlos, o te la follas ya y todos los días, o alguien ocupará tu lugar, no solo como follador, sino como padre y educador sexual, ya que tu hija confiará en él y no en ti. Tu hija y sus amigas, tomaron la decisión hace tiempo de ser putas profesionales. No voy a insistir, o te la follas tú, y tú mismo haces de chulo de ella para ir buscándole clientes con el tiempo, o algún otro hombre te sustituirá y no será nunca con el cariño y el desinterés que lo puedas hacer tú. Tu hija tiene genes de puta, quiere ser puta como sus amigas, ayúdala y no la abandones. O incluso yo misma, le buscaré todos los hombres que sean necesarios, la convertiré en puta y me prostituiré con ella. Y tú no nos volverás a ver.
Esa noche no dormí, Me levanté de la cama sobre las 4 de la madrugada y me fui al salón, me tumbé sobre el sofá y empecé a pensar en todo este maldito tema. Pensé en mi niñita y pensé también en sus amiguitas, sus aún para mi infantiles cuerpos, sus caritas, sus labios, sus iniciales tetitas, sus caderas… y de repente me di cuenta que estaba totalmente empalmado y mi mano acariciaba mi polla.
No lo pensé dos veces, metí la mano bajo el calzoncillo, y al comprobar la dureza de mi polla, empecé a masturbarme pensando en esos cuerpecitos, los deliciosos besos y lengüetazos que me daría con ellas, y sobre todo, lo estrechos que serian sus coñitos y la entrada de su ano. Tuve que coger corriendo un pañuelo de papel de la mesa para depositar en él toda mi leche, ya que no podía aguantar hasta el baño. Eso aún me puso más nervioso y de más mala leche.
Durante unos días yo no sabía ni donde estaba. En mi trabajo, tuve que decir que iba a atender unos clientes a domicilio, para poder escapar de allí y que no viesen mi cara. Porque mi mujer y mi hija estaban pasando al ataque. Al día siguiente, al darme mi sonriente hija el beso de «buenos días», no me lo dio en la mejilla, sino en los labios y delante de su madre que sonreía. Esos días, mi hija me agarraba de la cintura y me acariciaba el culo o lo intentaba con la polla, hasta que una noche, después de cenar volvió a sentarse encima de mis piernas, echó la falda para atrás y vi que no llevaba bragas.
Mi esposa se levantó y salió dejándonos solos. Volvió mi hija a mover el culo como unos días antes, y tal y como pasó, yo volví a empalmarme, y mi hijita pasó al ataque directo ¡sin cuartel! Despasó mi cremallera, metió mano dentro del pantalón y sacó mi polla. Ladeo su cabecita y me dio un prolongado beso en los labios mientras jugaba con mi polla que ya estaba como nunca. Se la metió entre las piernas, las juntó y empezó a mover ese maravilloso culo como si me estuviese masturbando.
Fue la primera vez que mi polla rozaba los labios vaginales de mi hija, que además, estaba tan excitada como una puta profesional. De repente, levantó un poco su cuerpo y se intentó meter mi polla en su coño… y nuevamente no pude. Me levanté, la deposité en el sofá, y me fui al baño a masturbarme como un loco hijo de perra. Si, yo me corrí, pero a mi hija la frustré radicalmente. Luego mi esposa me llamó maricón de mierda y mal padre.
Oí a mi hija llorar e insultarme en todos los idiomas del mundo, pero nuevamente la frustré. La deseaba, sí amigos, la deseaba, deseaba ese cuerpo, ese coñito y ese culito, tan infantiles y virginales. Pero pensar que no solo me la iba a follar esa noche, sino siempre que ella y yo deseásemos, me paraba. Y me paraba también el pensar lo que mi esposa me había dicho, que nuestra hija era una putita genética ¿realmente había sido puta también su madre? Cuando nos casamos acordamos que nuestro pasado ya estaba pasado, me insinuó cosas de su vida, pero de tener una esposa enormemente sexual, a tener una esposa puta ¡los nervios me destrozaban! ¡Y eso de prostituirse las dos juntas, tal y como me dijo…!
Al siguiente día, nadie nos hablábamos y todos estábamos de mala cara, hasta que llegó la noche. Me dispuse frente a la tele a ver un partido de futbol y disfruté del gol de mi vida. Mi hija se presentó desnuda ante mí y me soltó todo lo que he escrito en mis primeras líneas de este relato y que reproduzco nuevamente:
–Mira papá ¿o me la metes tú ahora, o mañana le digo a Paula que quiero que me la meta su padre? Pero yo quiero salir el domingo con mis amigas habiendo dejado de ser virgen, no quiero seguir siendo la única niña virgen de mi panda.
Y en esta ocasión, ni lo pensé ni la defraudé. Mandé a tomar por el culo mis escrúpulos incestuosos y me preparé para hacer feliz a mi hijita. Los deseos de la niña, por delante de mi antigua educación religiosa ¿o acaso las hijas de Lot no follaban con su padre?
Me levanté, me desnudé totalmente, y con mi polla durísima y dispuesta a jugar duro, me acerqué a mi hija que me estaba sonriendo y esperando le diese el mayor regalo de su vida. También miré hacia la puerta de la cocina y vi a mi esposa con los ojos brillantes de pasión y quizá de alguna lagrimita, que asentía con la cabeza, mientras su mano derecha la tenía introducida entre las piernas dentro de su pantalón. Cogí a mi niñita en brazos, se abrazó fuertemente besándome en la boca e intentando meter la lengua, y la tiré sobre la cama de matrimonio. Me la iba a follar allí mismo ¡en mi cama matrimonial! Y mirándola con bastante mala leche, le pregunté:
–¿De veras quieres que te folle hoy y todos los días de tu vida? No usaré nunca condones contigo, así que te quedarás preñada, o abortarás, o tendrás un hijo detrás de otro ¿es eso lo que quieres?
–Si papá, quiero ser tu puta para siempre. Quiero que mamá y tú me enseñéis a ser una buena puta sin prejuicios y mucho más, así que adelante, no tengas miedo.
Cogí de la mesita un frasco de lubrificante, le unté bien el coño metiéndole dos dedos (lo que hizo que casi se corriese de lo excitada que estaba) y lo mismo hice en su culo, incluso intenté meterle tres dedos, pero al quejarse ella pensé que mejor se quejase cuando le metiese la polla. Cuando consideré que ya estaba lo mejor preparada posible y al borde de su primer orgasmo conmigo, me arrodillé ante ella, le separé las piernas, apoyé mi polla en la mismísima puerta de su coño y la penetré. La penetré y la fui penetrando hasta que mi polla chocó contra el fondo de su matriz.
Tuve que hacer fuerza y tener paciencia para follarla sin hacerle demasiado daño. Y mi hija se dejó penetrar sin quejarse absolutamente nada. Los rictus de su cara y sus ojos brillantes, era lo único con que ella me demostraba su dolor que debía ser fuerte, porque mi polla notaba una estrechez vaginal y un calor muy fuertes, y que a la vez, me estaban dando un gran placer ¡que divinos coños tan estrechos, que dan tanta pasión y placer abrazando la polla con fuerza, calor y una humedad desconocida!
Se la saqué y se la volví a meter pero con más fuerza y así lo estuve haciendo varias veces. Mi hija se agarraba a mis brazos y me miraba directamente a los ojos mientras sus caderas empezaban a moverse para ir adaptando una postura más normal durante una penetración, y aún no llevaríamos tres minutos follando, cuando me clavó sus uñas en mis brazos. Su cuerpo se agitó brutalmente y dio un salto en la cama, y por primera vez, se corrió mientras su padre la follaba. Se dejó caer como un muñeco roto, sus brazos cayeron sobre la cama, cerró sus ojos y su propia madre, que ahora ya estaba totalmente desnuda a nuestro lado, se acercó a ella. La acarició, la besó varias veces y le dijo:
–Vamos cielo, vamos ¿no quieres ser una puta profesional? Pues aprende a contener tus orgasmos, para poder seguir follando hasta que quien se agote sea el hombre, nunca tú.
Y dándome un fuerte beso en mi boca, me acarició la espalda y me dijo:
–Carlos, tu hija quiere ser tu puta ¿no? Pues fóllatela siempre como a cualquier puta de la calle, sin problemas de conciencia y procurando disfrutar tú y solo tú. De esa manera nuestra hija aprenderá a follar egoístamente y a ser la puta tan dura que quiere ser, así que ¡dale caña! Disfruta tú y ella aprenderá a disfrutar para sí misma. Quiere ser dura ¡trátala todo lo duro que puedas!
Y como lógicamente mi polla seguía dentro de ella, seguí metiéndola y sacándola, y al ver que mi niñita se recuperaba, empecé a hacerlo más rápido y fuerte… y mi hija decía:
–Cabrón, hijo de puta, cornudo ¿es que no sabes follar duro ni con una cría?
Mi hija copiaba las palabras que su madre y yo nos decíamos mil veces mientras follábamos y empecé a sonreírme ¡querían que le diese caña, pues iba a tener caña! Se la saqué del coño, cogí su cuerpo, le di la vuelta y lo puse panza abajo, tiré de la almohada, se la puse bajo el estómago y mi hija grito:
–¡Por el culo no, joder, que ahí nunca me he metido consoladores y aún lo tengo virgen del todo, y tú la tienes muy gorda!
No le hice caso. Elena empezó a gritar y mi mujer se acercó a ella, la cogió de la cabeza y le tapo la boca, y mirándome a mi, me dijo:
–Es tuya Carlos, empálala hasta el fondo y clávasela toda, sin miedo, pero córrete en el coño, debe acostumbrarse para siempre, a que se corran más en su coño que en su culo.
Y eso hice. Poco a poco, muy poco a poco, mi glande desapareció dentro del culo de mi hija, mientras esta no se estaba quieta y mi esposa le tapaba la boca y la agarraba de los hombros. Saqué un poco el glande y le metí más lubrificante al resto de mi polla. Seguí metiéndola y noté la extraordinaria estrechez de su anillo anal y el gran placer que me daba, pero los masajes preparatorios que le había hecho antes y la buena lubrificación de su ano y mi polla, hacia que fuese penetrando aunque en esta ocasión, no usaba la fuerza, sino la paciencia.
Quería follarme a mi hija, disfrutar de su cuerpo ya que eso era lo que ella deseaba, pero dándole el mayor placer con el menor daño posible, y poco a poco, mi polla se quedó totalmente enterrada hasta los huevos en su culo. La dejé quieta un momento mientras comprobaba que mi hija se estaba relajando y aunque se quejaba, ya no gritaba. Mi esposa me dio un beso húmedo en la boca y dijo:
–Ahora Elena vas a disfrutar, ten paciencia, sabemos que tus agujeros no están dilatados y tu padre lo está haciendo muy bien, pero además, yo voy a ayudarle. Mientras él te folla el culo, como tienes el coño sin ocupar, yo te iré masturbando como tantas veces lo hemos hecho tú y yo, y así tendrás el placer anal y el placer vaginal. Ya verás lo bien que te lo vas a pasar y por supuesto, te correrás de nuevo. Aprende a controlar tus orgasmos, nunca debes rendirte ante tus clientes. Ellos sí ante ti.
Y dicho y hecho, su madre pasó su mano por debajo de su cadera llegando hasta el coño, y de la boca de mi hija empezó a salir un «runrun» gatuno de satisfacción. Y mi polla se mantenía totalmente dura dentro de su culo ante ese maravilloso espectáculo. Mientras la madre masturbaba a la niña, el padre la sodomizaba, y la madre también se masturbaba con la otra mano. En ese momento ya no me importó que mi esposa hubiese sido o aún fuese puta. Nuestra vida, la de los tres, acababa de cambiar ¡Para siempre y para bien!
Si esto era incesto ¡bendito el incesto y sus preciosos placeres! Era mi hija quien quería ser parte de una familia sexualmente unida. Y si ella deseaba ser puta ¡quienes éramos nosotros para negarnos! Entre los dos padres la educaríamos para hacerla una puta depravaba y sin sentimientos morales ¡una gran profesional pese a su edad! Y me sentí feliz.
Poco a poco iba sacando mi polla hasta que veía el glande y la enterraba de nuevo completamente. Mi esposa no paraba de masturbarla lentamente, con todo su cariño, y así una y otra vez. Nuestra hija parecía tener un ataque epiléptico, su cuerpo, sudado, no paraba de moverse para ajustarse a mis penetraciones y tuvo otro orgasmo. Momentos después, quien lanzó un grito que intentaba no fuese demasiado fuerte, era mi mujer que se estaba corriendo y estremeciéndose, a la vez que seguía masturbando a la niña. Fijé mis ojos en el rostro de mi esposa, y comprobé cómo controlaba el placer de su orgasmo para no decaer en lo que estábamos haciendo, seguir follándonos a nuestra hija. Nos sonreímos los dos, nos besamos intensamente, y en voz baja le susurré:
–Veo que has tenido que ser una muy buena puta, ya me lo contarás si quieres, pero sea lo que sea ¡te quiero así de puta! Y quiero que hagamos de nuestra hija algo especial, algo muy superior a ti y mucho más depravada ¿crees que podremos hacerlo y ofrecerla en poco tiempo al mundo?
Ella sonrió, asintió con su cabeza y empezó a masturbar con más intensidad a nuestra hija que seguía con los ojos cerrados, su cuerpo muy sudado, pero sus manos estaban fuertemente agarradas a la sábana. Sus piernas empezaban a querer moverse por sí mismas abriéndose hacia los lados ¡estaba a punto de correrse de nuevo! Y como estaba seguro que ya no aguantaría mucho más, le hice una señal a mi esposa, rebajó la intensidad de la masturbación, y yo le saqué la polla del culo. Mi esposa, para que no la metiera sucia dentro del coño de nuestra hija, se agacho, empezó a chuparla y limpiarla con la lengua, se la introdujo casi entera en su boca, y cuando retiró la polla ya limpia, me dijo:
–Y ahora fóllala a fondo y córrete dentro ¡Qué lástima que aún no pueda quedarse preñada!
Y así lo hice. Se la introduje todo lo profundo que su vagina me permitía, la follé duro, y vi como su cuerpo se movía en un loco baile de pasión y sexo. Notamos que ya era imposible aguantar su tercera corrida e intenté acompañarla con la mía, pero no pudo ser. Mi propia hija se tapó la boca con sus manos, soltó un increíble aullido, saltó sobre la cama, y fue quedándose quieta. Casi medio minuto más tarde, yo me corría dentro de su recién estrenada vagina.
Todo lo que mi hija había deseado, se había cumplido. Ya no era virgen en ningún agujero y su propio padre fue el primer hombre en estrenarlos. Ahora solo había que hacerla tan puta como ella quería con la ayuda de mi esposa, la puta de su madre.
Mi mujer se tumbó junto a ella, la abrazó contra su cuerpo y le daba besitos mientras la acariciaba tiernamente. Yo cogí una fina mantita y las tapé a las dos. Salí de la habitación, me duché, y como mi hija estaba en nuestra cama matrimonial abrazada a su madre, yo me fui a dormir a la cama de mi hija.
A la mañana siguiente, me desperté temprano, me asomé a mi dormitorio y vi de nuevo en nuestra cama, el maravilloso espectáculo de mi esposa y mi hijita, porque la mantita estaba en los pies. Las dos durmiendo, las dos desnudas, las dos abrazadas, y la enorme mancha en mitad de la sábana. También vi unas poquitas gotitas de sangre seca en los labios externos y un poco en el muslo de la niña, nada sobre las sábanas. Tampoco había sangrado el ano, inflamado, pero intacto. Cogí la ropa que pude, me vestí, y me fui a desayunar a un bar cercano y luego al trabajo.
Me sentía contento, feliz, satisfecho de lo que había hecho, o mejor dicho, de lo que los tres habíamos hecho. Y con una sonrisa en mis labios, pensé lo afortunado que era por tener desde ahora en casa, dos mujeres extraordinarias a mi servicio. La misma familia, pero muy diferente forma de vivir nuestra vida.
Ya se sabe ¡de tal palo, tal astilla! De tal madre, tal hija. Cuestión de genética.
Y yo solo tenía que gozar de ellas…
==========
Morbosayhot +++ [email protected]
Es un relato riquísimo la forma en que tratas a ese par de pu….s es increíble me encantó cad aparte de tu historia te llena de morbo y excitación se me levanto la ve..a con cada uno de los detalles espero terminar de leerla quiero conocer toda los detalles de como disfrutas de esta nueva vida
Genial relato. Sigue así
Excelentísimo relato. Me ha puesto a full. Que rico el amor en familia.
Cómo me encantó este relato. Me ha puesto muy caliente.