Dulces y pervertidas hijitas – II
Si una hija le pide a su padre delante de la zorra de su madre, que quiere dejar de ser virgen y que quiere que sea su propio padre quien la desflore ¿Qué debe hacer su amantísimo padre? Pues eso, cumplir los deseos de su hija ¿No os parece lo más adecuado?.
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Esa mañana, al salir de mi casa para ir al trabajo me sentía feliz. Había visto antes de salir, como mi hijita Elena y mi esposa estaban desnudas en la cama, abrazadas, durmiendo, y totalmente relajadas de la fiesta sexual que habíamos tenido esa noche. Las dos se merecían ese descanso placentero ¡la niña ya era mujer!
Mi hijita Elena, de 11 años, había dejado de ser virgen por todos sus agujeros y yo, Pablo, su padre, había sido el autor de ese acto. Mi hijita lo había pedido incansables veces, no deseaba ser la única amiga virgen de su panda de 5 amigas, y cuando me amenazó con dejarse follar por algún otro padre de sus amigas si yo no lo hacía, mi esposa Marta me convenció para hacerlo.
Mi esposa Marta, de 38 divinos años y que esa noche y de forma sibilina, me indicó que nuestra hija deseaba ser puta como sus amigas y que ella, mi amada esposa, lo había sido también, y no le importaría seguir ofreciendo su cuerpo en compañía de nuestra hijita para enseñarle tan maravilloso oficio, ser su ejemplo, entrenarla, y entregarla para satisfacer todos los placeres y vicios mundanos de sus más pervertidos y rentables clientes. Ya que a mi esposa, le habían vuelto a ofrecer ser una de las encargadas y “animadoras”, de un puticlub muy caro y especial. Deseaba volver a su intensa vida de puta degenerada… pero muy bien pagada.
Dos veces llamé esa mañana a mi esposa para interesarme por el estado de los agujeros de mi hija que estaban bastante inflamados por las penetraciones, y me dijo que la había limpiado, desinfectado y curado. Que mi hija se sentía muy feliz… pero que la brutal penetración anal casi no la dejaba caminar, y se había quedado en casa sin cole para reponerse un poco. La segunda vez, incluso mi hijita se puso al teléfono y casi llorando de alegría, me dio las gracias por haberle roto el himen y el culo.
Cuando llegué al atardecer a casa, mi hija, totalmente desnuda y casi sin poder correr aún del dolor anal, se echó encima de mi, me comió a besos en los labios y en todas partes, y arrodillándose ante mí con algunas dificultades, me despasó la bragueta, dejó caer mis pantalones y calzoncillos y agarrando mi polla, que se estaba endureciendo por momentos, se la llevó a la boca y casi como una experta, se la fue introduciendo todo lo que pudo, que fue más de la mitad de mi polla. Empezó a jugar con mis huevos, a acariciarlos, estirarlos, y a masturbarme lentamente cerca de la base del pene.
El calor y la humedad de su pequeña boca, las caricias de su lengua sobre todo en mi glande, la visión de mi mujer apoyada en el marco de la puerta del salón, con su mano derecha introducida en sus pantalones masturbándose, el bulto y el movimiento de su mano en su entrepierna… Todo eso junto, era lo más sexual que nunca me había sucedido. Precisamente era lo que mi esposa me decía desde semanas antes: ¡Fóllate a tu hija, tal y como ella desea, y tendrás dos putas en tu casa solo para ti!
Y ahí tenía el resultado de haberme follado a mi hijita de 11 maravillosos años el día anterior. Ella, desnuda, arrodillada ante mí y haciéndome una mamada extraordinariamente buena a pesar de su edad ¡se notaba su práctica con los amigos del cole! Y su madre, mi esposa, vestida, pero masturbándose frente a nosotros y gozando de esos maravillosos minutos de placer familiar. Noté que iba a correrme y agarrando con mis dos manos la cabeza de mi hijita para que no la apartase, le dije:
–Y ahora Elena aguanta toda la leche que te voy a dar, trágate toda la que puedas y no te preocupes por el resto. Entre tu madre y yo te enseñaremos todo lo que debes saber sin ninguna prisa y ya verás como en poco tiempo, aprenderás a controlar la respiración y te lo tragarás todo.
Y apenas terminé de hablar, mi polla empezó a expulsar una gran cantidad de semen. No un chorro, ni dos, sino cuatro chorros de mi semen inundaron la boca y la garganta de mi hija y esta se lo fue tragando, hasta que la cuarta vez su boca no pudo superar tanta cantidad de lefa y hasta por la nariz se le escapó un pequeño chorro, lo que la hizo toser por ahogo y marcharse corriendo al baño para devolver. Pero al irme tras ella, unos sonidos guturales me paralizaron, era mi esposa que se estaba corriendo procurando hacerlo de forma lo más silenciosa posible para no quitar el momento álgido de nuestra hijita que era la merecedora de esos parabienes. Nos miramos los dos a los ojos, sonreímos, y yo me fui al baño a ayudar a mi hijita del alma.
No vomitó exactamente, se lavó completamente la cara y la boca, y cuando estuvo totalmente seca, se giró hacía mí, se lanzó a mis brazos y comiéndome a besos me dijo:
–Gracias papaito, muchas gracias. Cuando mañana sábado salga por la tarde con mis amigas, y les diga que ya no soy virgen por ningún agujero y que has sido tú, se van a morir de alegría. Ahora ya puedes follarme todos los días y cuando quieras te las traigo a casa para que te las folles también tú, como hacen con los demás padres. Y podréis, mamá y tú, salir con sus padres y hacer un intercambio total con las hijas y las madres. Me han dicho que esas orgías son muy divertidas y que lo pasan muy bien follándose todos juntos.
–Mira Elena, de momento no se lo diría a las amigas. Tienes el coño y el culo bastante inflamados, la mamá te los está curando y posiblemente pasado mañana te pueda volver a follar por el coño y el lunes por el culo. Pero deja que pase un tiempo, te pueda follar varias veces para dilatarte y entonces ya hablaremos. Ten paciencia, papá y mamá no te van a negar nada de todo lo que se refiera al sexo, al revés, te entrenaremos en muchas cosas, pero ten paciencia, solo tienes 11 años, ten paciencia y aprende a follar y callar.
–Vale papi, no contaré nada, pero mamá me ha dicho que esta noche me puedes follar otra vez por el coño y mañana por el culo, ya que me ha bajado mucho la inflamación y que debo aprender a tener algo de dolor. Me ha dicho que en el sexo, el placer y el dolor siempre van juntos y que lo importante es disfrutar de los dos. No tener nunca miedo al dolor.
–Tu madre tiene razón hija, pero precisamente por ser mi hijita me sabe mal hacerte sufrir. Si quieres que esta noche te folle, de acuerdo, lo haré. El dolor será tuyo.
Apenas terminé de decir estas pocas palabras, mi hija se fue de mi lado, contenta y dando gritos, para contárselo a su madre. Pero también yo me fui tras ella… y encontré a mi hija hablando de prisa con su también sonriente madre, que estaba desnuda de cintura abajo, y al verla así, le pregunté:
–¿También tú tienes tantas ganas de follar que ya tienes el coño y el culo al aire?
–Marido mío, yo siempre tengo ganas de follar y tú lo sabes, pero al ver a nuestra hija haciéndote la mamada que te hacía, y a ti disfrutando de ella, yo me he masturbado como una loca, he tenido dos orgasmos de la muerte, y mi pantalón y braguitas se han manchado a tope y me las he quitado. Además, no estaría bien que solo tu hija fuese desnuda por la casa. Te dije que tendrías dos putas para ti y ya las tienes ¿no es así Elena?
–Si mami, así es ¡somos las putas de papá!
Toda esto me volvió a empalmar y de repente, con la rapidez de un rayo, unas dudas atravesaron mi cabeza y me dispuse a ponerlas en claro para poder entenderlas. Mi hijita y mi esposa me habían hablado que las 4 amigas íntimas de mi hija, todas de 11 y 12 años, follaban con sus padres y estos se cambiaban parejas y las hijas entre ellos. Cogí una buena cerveza del frigo y al abrirla mi esposa me la quitó, volví a coger otra y si me descuido me la quita la putita de mi hijita, pero ya estaba precavido, aunque no tuve más remedio que darle a ella un buen sorbo ¡ya que follaba como adulta, que bebiese y fumase si lo deseaba! Todas las putas lo hacen ¿no es cierto?
Y esto es lo que me contaron:
Paula, la mejor amiga de mi hijita, follaba con sus padres desde que nació, así como Ana. Los dos matrimonios eran incestuosos. Clara follaba con sus padres desde el verano anterior, y Piluca, hija de una divorciada que pasa de sus vicios, hace tiempo que folla con un sesentón que es el dueño del nuevo puticlub donde quieren trabajar todas y donde le han ofrecido a mi esposa ser socia y a la vez, encargada y puta para servicios «muy especiales». Los padres de Paula, Clara y Ana, se intercambian esposas, maridos e hijitas e incluso salen juntos de viajes (como hicieron en Pascua) y todos follan con todos.
***El sesentón, Marcos, ya hace follar a Piluca por dinero, mucho dinero e incluso la están preparando, para empezar profesionalmente con el porno preadolescente este mismo verano. Y muy pronto se las follará a todas, porque para eso es el dueño del club de putitas.
***La madre de Piluca cierra los ojos, no quiere saber nada de lo que haga su hijita, pero acepta sin preguntas, el dinero que le lleva su hija y se dedica a vivir su propia vida sexual. Los otros tres padres, están «prestando» a las hijas a amigos de confianza para que las vayan acostumbrando a follar con hombres distintos, y al mismo tiempo, dilatar sus agujeros y pervertir sus gustos.
***Los padres de Paula, están dispuestos a que también su hija se meta en el porno, y la madre de Clara, que tiene un cuerpazo tan impresionante como el de mi esposa, también quiere hacer toda clase de porno y orgias, si su hija se mete en este mundo.
***A todo este grupo, nuestra hijita deseaba nos uniésemos nosotros ¡y mi esposa no solo lo aceptaba!, sino que estaba también dispuesta a hacer porno «guarro» y volver a ser «la depravada reina del gang-bang», como lo fue entre los 16 y 23 años.
Con todo esto y después de dos cervezas más, me fui al salón, pero más que sentarme, me tumbé sobre mi sillón preferido y pensé durante mucho rato todo esto. Y la única conclusión que saqué hasta que me llamaron para cenar, es que si me metía con las folladas de mi hijita, también lo haría con todo el resto de amiguitas. Todas ellas se harían putitas y porno actrices ¿qué podría pasar? Pues lógicamente pensé en la posibilidad de muchos años de cárcel para todos los padres.
Al entrar en la cocina ¡nueva sorpresa! Tanto mi esposa como mi hija estaban desnudas. Pero mi esposa además, con unas largas medias negras de malla mediana con liguero ajustado a pocos centímetros de su ingle y taconazos de 10 cm, y mi hijita que dando saltos de alegría, me dice que:
–Mañana, después del cole me va a comprar la mamá unas medias de puta como ella, y buscaremos los tacones más altos que haya para ponérmelos yo, me enseñará a fumar y como ella quiere ponerse unos tatuajes nuevos, también a mí me pondrá otro.
Miré detenidamente el cuerpo de mi hija y no tuve más remedio que darme cuenta que estaba para follársela. Cierto es que estaba a solo dos meses de cumplir los 12. Su rostro era a la vez angelical y demoníaco. Su boca ligeramente más grande de lo normal con unos labios de perfecta mamona, con una sonrisa irónica que te la comerías a besos. Sus tetitas ya no eran promesas, estaban ya muy desarrolladas, con unas areolas un poco más grandes de lo normal y con unos pezones gruesos, ambos ligeramente oscuros, delgada, y así se le marcaban más las tetas y caderas, piernas largas y una entrepierna de maravillosos y desarrollados labios externos que se empezaban a poblar.
Por supuesto, me empalmé y un solo pensamiento dominaba mi cerebro ¡quería follarla otra vez y la quería follar aquí y ahora! Empecé a quitarme la camisa lentamente y mi esposa sonriente dejó un espacio vacío encima de la mesa de la cocina. Mi hijita se estaba masturbando viendo el bulto de mi pantalón y deseándolo tener dentro. Terminé de desnudarme, mi polla durísima a menos de un metro de mi hija y esta, frenéticamente luchaba con su mano para correrse y que la metiese, con su estrechísima vagina totalmente lubricada por sus propios jugos.
La cogí con mis manos, la deposité en la mesa con las piernas colgando, llegó mi esposa con un frasco de lubrificante de agua, untó muy bien su coñito al mismo tiempo que su mano sustituía a la de nuestra hija en su masturbación, y consiguió hacerla correr en un gran espasmo de su cuerpecito. Untó también casi la mitad de mi polla y me dijo:
–Ahora cariño dale caña. Olvídate de quién es ese cuerpo, quiere ser una puta, acostúmbrate a follártela como puta y piensa solo en tu placer. Así es como aprenderá, con clases prácticas sin contemplaciones. Sus clientes no la tratarán con cariño. Debe aprender que solo será un cuerpo para usar por dinero.
Y mientras mi esposa me decía eso, mi hijita, feliz por su orgasmo y por la penetración que yo iba a regalarle, sonreía. Apoyé mi glande en la puerta de su estrecho y maravilloso coñito, la agarré de sus caderas y empecé a empujar. La fui penetrando lentamente. Mi polla avanzaba dentro de ella con la facilidad de su orgasmo y de la lubrificación, pero ¡qué maravilla de coñito! Estrecho, cálido, húmedo, con sus músculos vaginales muy ajustados a mi polla, como el mejor guante hecho a medida.
Mi hija empezó a buscar la mejor posición posible de sus caderas, justo en el momento en que mi polla llegaba a lo más profundo de su cuevecita sagrada. Solté sus caderas, agarré sus dos piernas y las puse sobre mis hombros, ajusté bien su culo sobre el borde de la mesa, deposité un profundo y cálido beso sobre su ombligo y empecé a follarla.
Mi polla entraba y salía lentamente y muy ajustada, la hacía chocar con su cérvix y también vi que la mano de mi hija la apoyaba en su Monte de Venus mientras lo frotaba para conseguir más placer ¡seguro que la puta de su madre se lo había enseñado! Y seguía sonriendo. Así que hice lo que me dijo su madre, follarla como una puta. La agarré bien por sus piernas, empecé a meterla y sacarla como si me follase a una puta adulta. Varias veces la saqué totalmente al no darme cuenta del pequeño tamaño de su matriz, y la volvía a meter.
La estaba follando duro y mi hija, ahora con la boca cerrada, me miraba. Ni una sola vez protestó ni gritó y varios minutos más tarde, me agarro con sus dos manos mis brazos y su cuerpo empezó a estremecerse y su cabeza a moverse hacia todos lados. Había tenido su segunda corrida y fue fantástica. Sus brazos perdieron fuerza.
Pero mi esposa me dijo con su rostro que la follase duro. Y así lo hice sin reparar en lo cansada que estaba. Si quería ser puta, le estábamos demostrando que no era tan fácil serlo. Elena ya no podía más. Había tenido dos orgasmos en unos 15 minutos y mi polla era demasiado para su pequeña vagina. Seguí metiendo, sacando, dentro, fuera, vuelve a meter, vuelve a sacar… y nuestra hija estaba con los ojos en blanco… pero sonreía.
Miré a mi mujer y ella me dijo que siguiese follándola y al mismo tiempo, que mirase bajo la mesa. Miré para abajo y lo que vi nos hizo sonreír. Un charquito de sus placeres mojaba el suelo de la cocina. Nuestra hija, casi sin fuerzas ya, seguía masturbándose como un ratito antes. No tenía suficiente placer con mi follada, sino que ella misma se daba más placer.
Rebajé mi ritmo para retardar más mi orgasmo ¿sería capaz nuestra hija de tener un tercer orgasmo? Marta y yo nos mirábamos y vi en el rostro de mi esposa una excitación sexual como hacía muchísimo tiempo no veía. Sus pezones estaban hinchados y durísimos, y sus manos empezaron a excitar mas, los pezones y pechos de nuestra hijita. Instantes después, empezó su cuerpecito a moverse frenéticamente y sacar un sonido de su boca como un «run-run» gatuno, y mi esposa, mirándome sorprendida me dijo:
–No lo puedo entender a su edad ¡pero se va a correr otra vez!
Efectivamente, poco después nuestra hija se corrió por tercera vez. Ahora si que apreté mi follada sin importarme el cuerpo que me follaba. Lo hice fuerte, duro, me corrí yo, y mi esperma, por segunda vez en nuestra vida, llenó de semen su coñito que desbordó por todas partes. Saqué lentamente mi polla de ella que estaba totalmente agotada. La limpiamos de mi semen, de sus propios fluidos, y del sudor que llenaba su cuerpo. Hasta el suelo limpiamos de los fluidos y esperma derramados. Después la cogí amorosamente entre mis brazos y como cuando era un bebé, apoyé su cabeza sobre mi hombro para llevarla a su habitación, y cuando iba a depositarla en su limpia cama, oí una vocecita muy agotada en mi oído que me decía:
–Eres un cabrón papi, me has destrozado, pero gracias, muchas gracias por hacerme tan feliz. Ya verás como seré una buena puta. Te sentirás orgulloso de mí.
La acosté con todo mi amor hacia ella, la tapé, y como buen padre, le di un beso en su frente, me quedé unos minutos mirándola, apagué la luz y me fui a cenar a la cocina. Pero no cené, no al menos en esos momentos. Mi mujer, que se estaba terminando de masturbar por enésima vez, explotó brutalmente, se abrazó a mí, y dejándose resbalar por mi cuerpo, se puso de rodillas, me cogió la polla y me hizo una mamada espectacular tragándosela hasta los huevos. Antes de correrme yo se levantó, se tumbó en la mesa donde antes había estado nuestra hijita, la follé, y nos volvimos a correr.
Después de cenar, ya tarde, fuimos al salón, nos tomamos unas copas, nos fumamos unos cigarrillos y hablamos de todo el tema de nuestra hijita y también de ella. Mi esposa, Marta, había sido puta desde los 16 a los 23 años que empezamos a salir en serio nosotros dos. Se había dedicado desde los 17 años, a las orgias y gang-bangs sin limitaciones, con inclusión de lluvia dorada y beso negro profundo. Ganó mucho dinero, tanto que su parte de la compra de nuestro adosado fue con su cuerpo ¡sin yo saberlo! Pertenecía a una agencia de contactos internacionales de sexo duro. Ganas dinero, pero tienes que entregarte a todas sus exigencias y perversiones.
Pero ahora, mi mujer me decía querer ser la pervertida puta de antes, ya que incluso su agencia, ahora con nueva dirección y proyectos de ampliar actividades, la llamaba constantemente para seguir con su depravado trabajo, pero maravillosamente pagado y siendo muy feliz por ello. Siendo además, encargada de esas secciones más pervertidas. Me decía, que su idea, una vez allí, sería ver a qué clientes se les podría ofrecer a nuestra hijita, qué clase de perversiones deseaban que fuesen satisfechas por la niña. La educaríamos para satisfacerlas todas. Y en pocos meses, podría iniciar su vida de ser follada por dinero y no de manera delicada. También de ser actriz porno de todos los temas. Poco a poco, pero de todos los temas.
Y aunque os parezca increíble, yo me sentía enormemente satisfecho del futuro sexual de nuestra hijita.
Antes de irnos a dormir, mi esposa volvió a limpiar y puso crema antiinflamatoria a nuestra hija y me dijo que, al día siguiente, me la podría follar de nuevo y esta vez por los dos agujeros. Que a partir de entonces, me la follara duramente por sus tres agujeros, sin problemas morales. Y quedamos que Marta llamaría a la madre de Paula, que era la más pervertida de las amigas y con quien tenía más amistad. A través de ella, les invitaría a todos a cenar para después hacer un encuentro swinger.
Una vez todos borrachos y bien colocados, les ofrecería emplear a sus putitas hijitas en la misma casa y departamento que nuestra hija. A ofrecer sus cuerpos para ser sexualmente usados y pervertidos. Para eso y como nos conocíamos bien, nos comprometeríamos todos para hacerlas putas, muy putas, perfectamente depravadas. Y mi esposa estaba segura que al menos una de las madres haría porno con ella. O a lo mejor, dos. Y con las niñas.
Por una de esas circunstancias de la vida, Pascual, el padre de Paula y yo, nos encontramos en un bar al terminar el trabajo. Me dijo que nuestras esposas habían hablado esa mañana de nuestros deseos sexuales compartidos, y que como no era cosa de hablar en el bar, se había alegrado de nuestra decisión y que tenía unas ganas locas de follar con mi esposa, que siempre la había deseado, y que ponían a su hijita a nuestra disposición. Y así, con esa felicidad de que las cosas iban muy bien, llegué a mi casa.
Pero al intentar abrir la puerta con mi llave, no pude. Alguien había cerrado por dentro y pulsé el timbre. Vi un ojo por la mirilla y mi amada y puta esposa me abrió sonriente la puerta. Estaba como el día anterior, totalmente desnuda aunque más maquillada, con las mismas o parecidas medias negras de rejilla mediana, con amplios ligueros rojos y negros hasta casi la ingle, pero con unos zapatos rojos brillantes de altísimos y delgados tacones de 12 cm.
Me dio un beso apasionado y me dijo que ella y nuestra hija habían estado de compras eróticas, tal y como dijeron que harían. Pero se habían calentado tanto durante las compras, que al llegar a casa, mi hijita inocente se lanzó sobre su madre y durante largo tiempo tuvieron una masturbación mutua inenarrable y que demostraba, una vez más, que los deseos sexuales de nuestra hija eran brutales y crecientes. Para mi sorpresa, oí llegar unos tacones por el pasillo y vi aparecer a nuestra hija, pero ¡qué hija!
Nada más verla mi polla se puso dura, durísima. Su cuerpo, de 157 cm de altura en una niña que aún no había cumplido los 12 años, con sus 41 kgs. de peso, estaba totalmente desnudo ante mí. Su rubio pelo recogido la hacía más adulta, estaba totalmente maquillada, aunque de forma muy discreta, pero eso no le evitaba parecer ser como una puta, sus largas pestañas naturales eran preciosas, sus labios eran un rosa nacarado, sus largas piernas para su edad, estaban enfundadas en unas medias como su madre pero de rejilla más pequeña, y sus pies estaban dentro de unos zapatos de delgado tacón de 5 cm. Como si su madre hubiese adivinado mi pensamiento, me dijo:
–Eran los tacones más altos que podía llevar bien, pero también le he encargado de 7 cm y 10 cm, para que en casa se vaya acostumbrando a andar con esas alturas, y por supuesto, sin plataformas, las odio ya que son un engaño para la vista y nuestra hija es alta para su edad. Le he afeitado el coño para que se vaya acostumbrando a tenerlo liso. Y dentro de unos días, hemos quedado que tendrá su primer tatuaje y su primer aro en el coño.
***Y ahora ve Pablo a por ella, llévala a nuestra cama matrimonial y fóllatela por todos sus agujeros. Esta corrida que nos hemos hecho hace un rato, me ha hecho sexualmente muy feliz y le he puesto una buena cantidad de lubrificante. Es tuya, se duro, fóllatela sin prejuicios porque va a ser puta antes de lo previsto. Ya tenemos ofertas para usar su cuerpo en un par de semanas, y he aceptado varias de clientes muy especiales.
***Pero antes, quiero que se tome este vaso entero de vodka. A partir de ahora tendrá que acostumbrarse a que su vida será un triángulo de sexo-alcohol-drogas. Creo que en un par de semanas, podrá beberse media botella diaria… ¡como mínimo!
Nuestra hija nos miraba y sonreía. Se bebió lentamente todo el vaso y sus ojos brillaban de otra manera. Me hizo una señal con la mano, se giró y echó a andar delante de nosotros. Mi esposa me cogió fuerte de la mano, se la notaba muy caliente y emocionada. Llegamos a nuestro dormitorio, nuestra hija se quitó los zapatos, pero no las medias, se subió a la cama, se tumbó boca arriba, abrió bastante sus piernas, y me dijo:
–Vamos papi, fóllame como a una puta, y ya que eres tú quien me desfloró y me hizo mujer, quiero que hoy seas tú mi primer cliente y quien me haga puta ¿crees que estaría bien que por follarme me pagues 20 Euros? Te cobro barato, solo son 10€ por agujero, así al pagarme por follarme, me harías puta de verdad y tú serías mi primer cliente. Las mamadas no te las cobraré.
Me acababa de quitar los pantalones y calzoncillo, los volví a coger, metí la mano en el bolsillo, tomé la billetera, saqué dos billetes de 20€ cada uno y depositándolos en la mesita de noche, le dije:
–Aquí tienes los 20€ y si verdaderamente te portas como una puta de verdad, aguantas feliz mi follada y me satisfaces plenamente, tendrás estos otros 20€ de propina. Será el dinero mejor invertido de mi vida, pero te los vas a tener que ganar.
–No te preocupes papá, si no soy capaz de ganarme esa propina, es que no sirvo para puta y yo deseo serlo. Ven, fóllame y disfruta de mi cuerpo que es totalmente tuyo. Para siempre y sin condiciones.
El estrecho coñito de mi hijita, aún ligeramente inflamado, estaba totalmente a mi vista, excitándome sobremanera. Yo tenía la polla extraordinariamente dura. No era de esas de 25 cm o más, pero si era más gruesa de lo normal y era consciente de que le iba a hacer daño, con esos agujeros tan estrechos y además irritados. Pero…
Pero mi esposa, en esos días, estaba sacando de ella todo lo puta que había sido y deseaba seguir siendo. Pervertida, perversa, depravada, viciosa hasta el extremo… Y sonriendo diabólicamente nos dijo:
–Esperad. Vamos a hacerlo más divertido. Si nuestra hijita quiere ser una puta brillante. Si queremos que folle con mis clientes viciosos especiales. Y mis clientes siempre desean “cosas” especiales, creo que debemos convertir a la niña en “cosa” más que en puta. Putas pueden ser todas las mujeres, pero “cosas para usar” no ¿no te parece marido? ¿Educamos y convertimos a nuestra niña en cosa para usar? Me mojo solo de pensar que pueda ser más viciosa que yo.
Yo solo soy un hombre y no entendía muy bien lo que me quería decir Marta, pero al mirar a mi hija y ver su rostro, mezcla de asombro y miedo, comprendí que en esas conversaciones durante las compras que hicieron mis dos mujeres y que tanto las calentó, este tema se había hablado entre ellas, y a nuestra hija no le había gustado subir ese peldaño del placer… aunque no lo rechazaba. Miré a mi esposa, esta asintió con su cabeza, yo asentí con la mía, y sonriendo miré a la niña.
Mi mujer, con una cara burlona, y sonriente, se acercó a la niña, le dio la vuelta a su cuerpo poniéndola cara abajo. Bajo su estómago puso dos almohadas que levantaron bastante su culo poniendo sus dos agujeros totalmente a mi disposición. Y por si no había hecho bastante con eso ofreciéndome esos dos preciosos manjares, se tumbó sobre ella aplastándola con su cuerpo e impidiendo sus movimientos, pero… mientras una mano tapaba la boca de nuestra hijita, la otra se la puso en su coño para masturbarse sin fin. Y me dijo:
–Ya te la puedes follar. Usa alternativamente sus dos agujeros hasta que no puedas más. Y cuando la folles, nunca olvides que ya NO es una niña, es solo una cosa para usar.
Bastante sorprendido por el cambio “vicioso” experimentado por mi esposa, miré los dos culos, el de mi niña y el de mi esposa arriba de ella para que no se moviese, me subí a la cama y vi como sus piernas se movían locamente. Nuestra niña estaba aterrada por la follada que iba a sufrir, y sin embargo, yo nunca la había tenido tan dura ni con tantos deseos de follarme unos agujeros tan apetecibles. Vi también los dos gruesos aros que mi esposa llevaba en los labios vaginales ¡me estaba provocando al exponérmelos así!
Solo tuve que apoyar mi glande en la entrada del estrecho coñito ¡y dejé caer mi cuerpo sobre ella! Me agarré al cuerpo de mi mujer y penetré brutalmente el coño de la niña que pateó con fuerza. Otras dos veces la saqué y la volví a meter dejándome caer con todo el peso de mi cuerpo. Los masajes que antes le había dado su madre, sus propios orgasmos, más el aceite que le puso para engrasarla, hicieron que ¡al fin!, mi polla llegase al fondo de su matriz. Divina matriz ¡tan cálida, húmeda y ajustada a mi polla! Besé el culo de mi puta esposa y empecé a follar lentamente a mi hija, pero la voz agarrotada por el deseo de mi esposa, me hizo cambiar.
–Así no Pablo. No la folles lentamente y con cariño. Piensa en los miles de hombres que la van a follar duramente, y desea siempre que tu hija vea y note que su padre es el que mejor la folla. La que más duro la somete y la que ella tendrá siempre como maestro y educador. Si nuestra hija es una cosa, ¡trátala sexualmente como una cosa, nunca como a una niña!
Y comprendí los deseos de mi mujer amparados por su gran experiencia sexual. Si educábamos y tratábamos a la niña como cosa, como algo neutro no humano, como algo de lo que obtener placer, la niña no solo se entregaría a complacer todos los deseos sexuales y viciosos de sus clientes, sino que además, los buscaría, como buscaría estar siempre borracha, siempre drogada. No habría vicio al que ella se negase, o mejor aún, al que ella se ofreciese voluntaria para poder complacer… y al mismo tiempo, complacerse ella, Entregándose a los placeres ajenos, Elena disfrutaría a tope de sus propios placeres.
Le follaba un agujero, la sacaba y la follaba por el otro. Coño-culo-coño-culo… Sin piedad, con deseo de disfrutar de ella, de su cuerpo y de sus agujeritos ¡de su cosa física! Le hacía daño, pero mi placer era inmenso al enterrar mi polla en tan preciosas grutas! Pero algo inesperado por mí, sucedió, A pesar de su miedo y su dolor ¡tuvo un orgasmo brutal! La voz enroquecida por la pasión de mi mujer me insistía:
–Dale duro Pablo, dale duro. La niña está comprendiendo que ese es su futuro y está gozando de él ¡Le gusta ser tratada así!
Mi polla siguió entrando y saliendo de sus agujeros. La masturbación que mi mujer se hacía le provocó ya dos orgasmos y sus jugos caían sobre los glúteos de la niña. Yo cerré los ojos de la moral paternal y fui follando a mi hija muy duramente. Y le vino otro orgasmo. Me vacié en su culo y poco después tuvo otro orgasmo ¡el tercero! Y un rato después me corrí en su coño y casi al mismo tiempo, tuvo su cuarto orgasmo ¡brutal! Pero su cuerpo, “su cosa”, se quedó inmóvil, como desmayada, como desmadejada ¡ya no podía más! Su borrachera y el agotamiento de la follada y sus orgasmos, la habían destrozado… y decidimos parar. Dejar que descansase.
Mi mujer y yo nos habíamos follado a nuestra hijita, pero nosotros estábamos insatisfechos y necesitábamos sexo. Tumbé a mi esposa al lado de nuestra amada hija y la penetré vaginalmente. Y si no estaba yo bastante excitado, el roce de sus anillos labiales me excitó aún más y conseguí otro orgasmo de mi mujer y a poco, el mío propio. Nos abrazamos los dos y comentamos lo extraordinario del comportamiento de nuestra hija ante la dura follada mía, y con su cuerpo aplastado por mi esposa. No nos dimos cuenta que nuestra hija se estaba recuperando, y de repente oímos su voz que nos preguntaba:
–¿Me he ganado todos esos Euros?
Mi mujer y yo nos miramos, sonreímos y le dijimos:
–Por supuesto cielo, todo ese dinero es tuyo.
–¿De verdad voy a poder tomarme todo el alcohol y la coca que quiera? Y cuando me venga la regla ¿Me dejareis follar sin tomar anticonceptivos? Mis amigas y yo queremos quedarnos preñadas muchas veces.
Mi esposa y yo nos miramos y ella misma dijo:
–Por supuesto mi amor, follarás a pelo sin protección.
Y mirándome fijamente a mí, agarró mi polla y me dijo:
–¡Júrame, marido mío, que tú serás el primer hombre que la preñe! Que esta polla será la primera que la hará engordar y llenará de leche sus tetitas.
–Os juro a las dos, que una vez tenga la regla y pasen los primeros meses de su menarquía con anticonceptivos, yo seré el único hombre que la folle hasta que se quede preñada. Y desde entonces, ya nunca dejará de estarlo.
Y desde debajo de parte del cuerpo de mi amada esposa, la voz débil de mi superfollada y borracha hija, se nos dejó oír.
–¿Me lo juras papi?
–¡Te lo juramos hijita!
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Morbosayhot +++ [email protected]
Este sí que superó a la anterior parte. Y necesito una tercera parte!
Joder, que rica historia. Quiero… No, NECESITO la tercera parte.