educado una familia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por wendy1988.
Educado una familia: Cap IV, parte. VII
-¿Cuando me seguirás contando, Lucy…?
-Mira, Julia….hay algo que tú no sabes…..tengo una idea.
-pero que es…?
-Mientras papi no decida llevarnos juntas al establo otra vez, no te podré contar…porque para eso tenemos que estar solitas…..y no sabemos hasta cuando nos llevará….estás de acuerdo?
-Ajá….
-Pero como te decía….se me ha ocurrido una idea…
-Si…que es?…dímelo…anda….?
-Si. Mira…mañana, papi y mami se irán a casa de unos amigos. Mami me dijo que no nos podrían llevar porque es una fiesta para adultos. Entonces te diré lo que haremos, ok?
-Siiiiii.
-Nos iremos hasta el fondo del patio con nuestros juguetes, hasta allá donde no nos puedan encontrar…..yo se de un lugar secreto….vamos a hacer como que vamos a jugar un ratito;….entonces ahí te seguiré contando. Sólo tenemos que esperar a que papi y mami se vayan a la fiesta.
-Esta bien.
Al día siguiente, papito y mami se arreglaron y como a las tres de la tarde se fueron a la comida, no sin antes recomendarnos a todos que no nos saliéramos de casa.
Una vez que partieron, nos aseguramos de ello y, tomando algunos juguetitos nos retiramos corriendo Lucy y yo hasta el fondo del patio, donde había bastantes árboles frutales que producían generosa sombra y también nos escondían totalmente de miradas u oídos indiscretos.
Así que llegamos al fondo del patio, Lucy se puso a buscar el mejor lugar para poder escondernos, y llevándome por un sitio solitario y encubierto por abundantes árboles y matorrales donde no podíamos ser vistas (al parecer ella conocía muy bien aquel escondite), me condujo por detrás de un enorme árbol de mango, desde donde partía un caminito de tierra que se abría entre inmensos y tupidos matorrales: era aquél un sitio perfecto para escondernos y no ser vistas. La barda de nuestra casa tenía un hoyo en la pared donde podíamos pasarnos al terreno baldío que colindaba con nuestra casa y donde jamás nos buscarían, pues solo Luci conocía ese pasaje secreto. Una vez que nos pasamos al otro terreno, que por otra parte estaba lleno de árboles y maleza y perfectamente protegidas y camufladas por el abundante verdor de la naturaleza, nos sentamos en un escondrijo oculto en el suave musgo y, haciendo a un lado nuestros juguetes (lo que menos nos importaba en ese momento eran los juguetes), la insté para que me siguiera contando:
-Anda Lucy….ya cuéntame….
-Hmmm….estás desesperada por saber, no?
-La verdad que sí….
-Está bien Julita…te seguiré contando…pero recuerda que tu me contarás después eh?
-Si Lucy, si….pero empieza ya…..
Para entonces yo ya podía sentir entre la intimidad de mis piernas aquel picor tan delicioso que me producía saber lo que iba a escuchar.
La siguiente ocasión en que papi y yo volvimos a ir solitos al establo, ocurrieron cosas nuevas que ahora mismo te confesaré Julia:
-Si…anda, dime…que te hizo esta vez?….
Como casi siempre lo hacía, cuando llegamos al establo papi se puso enseguida a ordeñar. Eso jamás dejaba de hacerlo. Primero trabajaba y hasta después jugaba él o bien me enseñaba cositas. Como te decía, él se puso a ordeñar y yo me metí como siempre entre el bosque para fingir que me iba a jugar lejos, mientras él me veía partir. Pero no fue así, porque al cabo de algunos minutos, ya alejada de su vista y calculando que quizás él estaría terminando de ordeñar, di el rodeo de costumbre hasta llegar a la parte trasera de la cabaña donde tenía mi escondite secreto y podía espiarlo a mis anchas y sin ser vista. Me acomodé en ese solitario y secreto sitio, cómplice de mis observaciones subrepticias e íntimas, esperando a que llegara el momento oportuno.
Y sucedió esta vez que, como siempre lo hacía, papi comenzó a gritar mi nombre para ver si yo me encontraba cerca, pero como tenía por costumbre quedarme como muda, como si nunca le oyera, no le respondí. Entonces ví entrar a papito al establo, solo que esta vez entró solito. Yo esperaba la repetición de la última escena que había visto a escondidas, pero ahora no fue así, ya que en esta ocasión lo ví que entraba a la cabaña caminando él solo y una vez dentro, procedió a asegurar bien la puerta.
-Ay….como es que llegó solito?
-Ahora lo sabrás, Julia….te decía que entró y cerró por dentro, mientras yo pagaba lo más que podía mis ojos al agujero de las tablas. Casi de inmediato, papi se bajó los pantalones y se quitó la trusa y su camisa, quedando totalmente desnudo ante mi ardiente y escondida visión. Se notaba que papito se sentía totalmente seguro dentro de la cabaña, pues me daba cuenta que una vez dentro y asegurada la puerta, jamás sospechaba que alguien pudiera estarlo observando. Por eso era que en la seguridad de su escondite, daba rienda suelta a su más amplia brama entregándose por completo y sin reserva alguna a los placenteros juegos que tanto le gustaban.
-Hurgando en medio de la caja donde siempre guardaba la tela, y en completa desnudez, pude ver que sacó de adentro un racimo de frutos verdes, largos y gruesos, que al principio pensé que eran como pepinos. Pero ya después, cuando pude verlo mejor, vi que en realidad era otro tipo de frutos que había visto en mis correrías por el bosque, y que crecían arriba de algunos árboles.
En fin, que aquellos frutos eran de color verde, alargados como los pepinos pero un poco menos gruesos, y se pegaban varios de ellos en un solo racimo. Vi que papi cortaba cuidadosamente uno de la rama y guardaba los otros en la caja. Ya con aquel fruto verde en sus manos y con su pipí bien paradote, se subió arriba de la mesa y se sentó sobre la tabla. Cogió aquel largo vegetal con una de sus manos, lo escupió y comenzó a llenarlo todo de saliva, haciendo eso varias veces hasta que se aseguró de que estaba completamente humedecido de aquel líquido resbaladizo. Luego y respirando con dificultad por la excitación que todo aquel jueguito le producía, papito, levantando sus nalgas, se acomodó aquella cosita debajo centrando una de sus puntas precisamente en medio del hoyito trasero de su culito, y se fue bajando suavemente emitiendo largos quejidos de placer mientras aquel instrumento verde se perdía lentamente en medio de sus peludas nalgas.
-Para mi todo aquello era nuevo, pues no sabía que los hombres pudieran hacerse todo aquello y calentarse hasta lo indecible, como veía hacer a papi en esta ocasión. Así que muda del asombre y presa de las más encontradas emociones, y sintiendo de de en medio de mi rajadita comenzaban a fluir aquellos zumos mágicos que tanto me deleitaban, empecé a tocarme con mis dedos por un lado de mi calzoncito, buscando darme placer por medio de aquellas caricias íntimas. Así estuvo papi por largos minutos metiéndose y sacándose aquel vegetal embadurnado de saliva hasta que, no pudiendo más, se derramó abundantemente en sus manos, pues las había puesto debajo de la punta de su pito a fin de que aquel precioso líquido no se perdiera en el suelo. Una vez que terminó de salirle toda la lechita, cogió sus manos y las llevó hasta su boca, y cual no sería mi sorpresa de que comenzó a lamer con su lengua toda aquel líquido transparente y espesísimo hasta que se lo tragó todo sin dejar ni una gota.
-Ohhh..no me digas….se comió él solito toda su lechita, Lucy?
-Si…. No dejó absolutamente nada.
-Y que más….?
-Pues en esa ocasión eso fue todo, porque se bajó de la mesa y fue rápido a limpiarse, tomando como siempre la tela escondida que le servía para esos menesteres. Y después salió a gritarme que me apurara porque teníamos que regresar a casa.
-Hummmm…que rico todo eso que viste, Lucy…
-Lo crees?…Hummmm…..si, toda esa visión, también nueva para mi, fue única, Julia.
-Y después que paso….?
-Bueno, en esta ocasión nos regresamos a casa. Al parecer papi tenía que hacer algunas cosas en casa y por esa razón no permanecimos más tiempo en el establo. O tal vez él de lo que tenía ganas era de hacerse aquello nada más.
Por lo visto a veces papito emplea la variedad en sus "asuntos", porque no siempre repite lo mismo, sino que va haciendo unas cosas, luego cambia a otro tipo de juegos y después hace cosas diferentes….No te parece delicioso?…el sabe disfrutar muy bien de su cuerpo cuando está solito, no?….
-Seguro….Pero, que más has visto?…que otras cosas te ha enseñado papi?
-Ahora te lo diré, Julia, pero antes dime una cosa….
-Si…que?
-No te sientes como húmeda en medio de tus piernitas….?
-Ay si…estoy re´mojadita….
-Me dejas ver….?
-Si Lucy….estoy excitada….
-Ay yo también….sabes que quisiera, Julia…………..?…
-Dime qué…..
-Mira, ahora nadie nos ve…..aquí jamás nos encontrarán….por mucho que nos busquen…por que no aprovechamos que estamos solitas…..y nos tocamos allí…..?
-Tocarnos nuestras rajitas….?…ay que delicia Lucy…siiiiiii.
-Si…bueno pues, a ver ven aquí….acércate a mi….linda.
Poniéndome de pie frente a mi hermana Lucy, ella me comenzó a meter la mano debajo de mi faldita. Lo hacía tan suavemente que yo tuve que cerrar los ojitos para saborear intensamente aquella íntima caricia debajo de la tela de mi calzoncito, mientras abría las piernitas lo más que podía para que ella pudiera manosearme sin dificultad.
De pronto ella, sin decirme nada, comenzó a bajarme la faldita y las pantaletas, hasta que quedé completamente desnuda de la cintura para abajo frente a sus ojos anhelantes. Enseguida ella acercó su boca a mi panochita y comenzó a abrirse paso con la lengua por en medio de mis labios vaginales, abiéndolos hacia los costados con sus dedos, y que estaban rezumando lechita por la calentura del momento. Así estuvo Lucy haciéndome cosquillitas por adentro de la rajadita sin bellos por largo rato, hasta que sentí como me hacía pis adentro de su boca. Ella, al sentir la abundante humedad y al darse cuenta de que apretaba las piernas y mi pubis sobre su boca, comenzó a mover su cara aún más rápido, hasta que las sensaciones espasmódicas cesaron.
-Ahora…házmelo tú a mi Julia…
-Si…ven…..párate ya, Lucy..
Rápidamente y con la cara enrojecida por el deseo, Lucía se puso de pie quitándose con manos temblorosas la falda y las braguitas blancas que llevaba puestas, hasta quedar sin nada de ropa frente a mis narices. De inmediato me arrodillé frente a ella y procedí de la misma manera como ella me lo había hecho. Abrí con mis dedos su rajita y llevé la puntita de mi lengüita adentro de su vulva humedecida y caliente, comenzando un rítmico mete y saca que duró varios minutos, mientras ella me agarraba de la cabeza y me jalaba la cara con fuerza sobre su rajita enardecido. Poco le duró el gusto, pues presa de la brama se vino de una manera increíble, pues pude beberme los abundantes y tibios flujos que salían de su entrepierna, producto del orgasmo que estaba experimentando.
Así que hubimos acabado, y viendo que había transcurrido bastante tiempo desde que nos fuimos a esconder a aquel lugar secreto, rápidamente nos pusimos nuestras prendas, recogimos los juguetes y regresamos a la casa.
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