Educado una familia (cap 4 y 5)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por wendy1988.
Cap. IV
-Eso es todo?
-No, hay más…ya te dije que seas paciente, Juli.
-Cuentame más…cuentame todo.
-Lo haré nena….Como yo había sido testigo ya en dos ocasiones de todas esas cosas que había visto hacer a papá, me empezaron a entrar dudas y deseos que no podía comprender. Fíjate Juli, déjame confesarte que cuando yo veía todas esas cosas sentía entre mis piernas como algo caliente, que se escurría desde adentro, sudaba mucho y mi respiración se agitaba como jamás lo había sentido antes.
-A mi tambien me pasa eso, Luci.
-A ti tambien? …..Que es lo te pasa?….Por qué dices eso, Juli?…
-Después te lo diré…… Primero termina de contarme lo tuyo.
-Mmmm…Está bien. Pues la siguiente ocasión que vinimos aquí, y con todas esas dudas metidas en mi cabeza, algo muy dentro de mi me decía que tenía que saber como era todo eso y por qué lo hacía papi. Así que una vez que llegamos al establo le dije como siempre a papi que iba a ir a jugar al bosque, y mientras papá ordeñaba, yo me regresé a escondidas por entre los arboles hasta detrás de la cabaña, y oculta allí, espié a papi para ver lo que hacía. Papá seguía como si nada en su trabajo, hasta que le llegó el turno a la vaca que es la mamá de la becerrita que te dije. Vi que la dejó hasta lo último. La ordeñó y después soltó a la mamá, pero enseguida lazó a la becerrita y antes de llevarla adentro de la cabaña volteó para todos lados mirando cuidadosamente a ver si me veía. Gritó mi nombre en tres ocasiones, pero claro que yo no le contesté. Quería ver de nuevo aquel espectáculo maravilloso que no me perdería por nada del mundo, y que me producía todas esas sensaciones nuevas y desconocidas con solo mirar, pero que me encantaban. La curiosidad y unos deseos intensos venidos de un calorcito que nacía entre mis calzones y mi pubis me incitaban a esconderme y espiar a papi.
-Mmmm…..que rico….sigue…sigue…
Cuando papi comprobó que yo no andaba por allí cerca, jaló a la becerrita hasta la casita de madera, cerró la puerta y la amarró a la pata de la mesa, como ya antes lo había hecho. Yo trataba de que mi respiración tan agitada por lo que sabía que sucedería no fuera a ser escuchada por papi, mientras pegaba el ojo entre la abertura de las tablas de la parte trasera. Y pude ver claramente cuando papá se quitaba los pantalones y la trusa, y quedaba desnudo de la cintura para abajo con aquello bien parado y de fuera, totalmente libre. Y una vez más le metió los dedos en el hoyito de atrás al animal, y más presto que perezoso le acomodaba su largo pipí con lechita en la cabecita en la entradita de la rajadita. Presionó con fuerza y la penetró toda, porque no se veía ni un pedacito de su pipí afuera. ¿Tu crees?. Y comenzó el balanceo, el mete y saca, cada vez más rápido, a veces lento, a veces veloz, por largos e intensos minutos hasta que acabó. Cuando la sacó de adentro vi que su cosota chorreba el liquido que te digo que es la lechita. Puedo asegurarte que es blanco y espeso, porque se cae al suelo poco a poco. Volvió a sacar la tela de la caja y secó de aquel liquido a la becerra y luego se limpió bien él y desató al animal, abrió la puerta mirando para todos lados, como buscándome, momento que aproveché yo para irme silenciosamente y de puntillas hasta el bosque sin ser vista.
-Y que mas…..?
-Pues lo mismo. Yo me hice como la que regresaba de un largo paseo lejos de allí, y acercándome a él pude advertir el olor a animal que despedía su cuerpo. No me lo vas a creer, Julita, pero en ese momento yo venía demasiado excitada, con una agitación en el pecho y con un picor riquísimo entre mis piernitas. Incitada por lo que había visto y por aquel olor tan agradable de papi, le pregunté que si no íbamos a comer antes de irnos a casa, a lo que él me dijo que si tenía hambre, que entonces comeríamos. Sacó los emparedados de la bolsa que nos prepara mami y sentándose en el banquito de madera que utiliza para la ordeña me preguntó si quería sentarme a comer sobre sus piernas, a lo que yo contesté que si. Me subí encima de él, con solo mi vestidito corto y mi blusita sin mangas que traía puestos. Mira Julita, yo no se que fue lo que pasó ese día, porque al poquito de haberme subido en sus piernas comencé a sentir lo duro de su pipí debajo de mis nalguitas. Eso me excitó demasiado, así que con las visiones de lo que había pasado antes retenidas en mi mente, y animada por aquello que sentía tan duro debajo de mi cuerpo, comencé a moverme lentamente para poder sentirlo mejor, para explorar como era aquello, y así fue, ya que cada vez estaba más grande y duro, que parecía que iba a romper la tela de mezclilla del pantalón de papi.
Obnubilado por la calentura y la brama y sin poder contenerse más, papi me tomó de la cintura y me empezó a mover sobre su pipí bien parado, de manera que me tallaba su cosa en mi traserito con fuerza tal que hasta sentía que me estaba produciendo rozaduras en mis nalgas. Pero a mi no me importaba eso, pues en realidad yo me estaba imaginando cómo se lo había hecho a la becerrita, y también recordé la escena de los perros, cuando él se sacó su pipí y se lo jalaba hasta que le salió toda la lechita de adentro. Llegó un momento en que papa se calentó tanto que me hizo hacia un ladito y de reojo pude ver cuando se bajaba el cierre y se sacaba su pipí largo y duro. Entonces con aquello ya de fuera, ahora sí lo pude sentir entre mis piernas tal como era, porque estando yo sentada de espaldas a él, podía mover mis ojos hacia mis piernitas y veía como me sobresalía la punta de aquella cosa roja por el medio. Papi me subió la faldita hasta arriba porque también quería ver como salía la cabezota aquella, mientras que yo juntaba mis piernitas y apretaba con fuerza su pipí para sentir aquella carne caliente haciéndome mete y saca entre mis extremidades. Al poco rato de estar subiendo y bajando con su cosita y yo apretándosela, sentí que algo caliente y espeso me rociaba las piernas abundantemente. Era, como te dije, un líquido blanco.. blanco y espeso como el almidón, que salía a borbotones del hoyito que tiene el pipí de papi.
-Mmmmmm….y ahora si la pudiste ver de cerca.
-Si, claro. La pude ver bien y de cerca…. y también la pude tocar.
-La tocaste, Luci?….
-Si. Con mis manos tomé una poquita que había caído en mis piernitas y la deslicé entre mis dedos para sentirla bien y saber como era. Es algo diferente que nunca había visto.
-Cuando papi se fijó en lo que yo hacía, me preguntó:
-Tienes curiosidad por saber, no?
-Si, papi.
-Bueno…mira Luci…. yo te enseñaré muchas cositas que tú no sabes….pero antes tienes que prometerme algo.
-Si papi, que es?
-Que no le dirás nada a mamá. Ni a mamá ni a tus hermanos ni a ninguna persona. Me lo prometes Luci?
-Te lo prometo, papito.
-Está bien. Bájate tantito de mis piernas.
-Ya.
-Ahora acércate.
-Así?
-Si. Ahora dame tu manita y ponla aquí,,,,,sobre la puntita de mi pipí.
-Asi papito?
-Si….así. Eso que estas tocando se llama lechita, y la echamos los hombres cuando nos agarramos el pipí y lo sobamos, o cuando se lo metemos a alguna mujer.
-Y a algún animalito?
Papá se me quedó mirando con asombro, quizás pensando que yo sabía algo de lo que él hacía secretamente. Por eso de inmediato me interrogó:
-Por que dices que con algún animalito, Luci….?
-No por nada…..lo dije por los perritos que vimos el otro dia.
-Ah, si. -contestó aliviado-
Por supuesto que yo no le iba a decir jamás a él que lo espiaba cuando hacía eso, si no corría el riesgo de perderme de todas aquellas enseñanzas que el había iniciado conmigo y que tanto me gustaban.
Papá me dijo:
-Bueno te decía, Luci, que eso nos sale de adentro cuando hacemos algo así. Por ejemplo, ahora me salió esta lechita porque te la estuve tallando entre tus piernitas.
-Si papi?
-Si mi hija. Ahora dime….te gustaría conocer más de todo esto?
-Si papito, si…..
-Bueno…..si no se lo cuentas a nadie, papito te promete enseñarte de todo para que aprendas bien.
-Si papito, yo quiero…..yo quiero…no lo diré a nadie…..te lo prometo papi.
-Muy bien Luci, ahora sé que no lo harás. Mira, mañana vendremos otra vez solitos y te enseñaré otras cositas, de acuerdo?
-Si papi.
Cap. V
Conté los días que pasaron para volver a estar con papi en la soledad del establo. Te juro Juli que desde que todo eso pasó no podía dejar de pensar ni un instante en esas escenas y momentos tan calientes que había visto y sentido. No sé explicarte lo que se siente, pero es algo tan bonito que yo lo deseaba cada vez más y con una intensidad que nunca había sentido antes por ninguna otra cosa.
-Creo entenderte, Luci….pero sigueme contando si?
-Si…pues cuando llegó el ansiado día en que papi me iba a comenzar a enseñar cositas, y que como nos lo habíamos prometido mutuamente, sería un secreto entre los dos, mi corazón latía intensamente y me sentía llena de gozo y de júbilo. Pero había algo más.
-Que cosa…?
-De entre mis piernas corría un líquido que no sabía qué era, pero lo que sí sabía es que eso me pasaba por pensar en lo que iba a ocurrir con papi dentro de poco.
-Ajá…y que mas?
-Pues nos fuimos a caballo al establo. Cuando llegamos, como siempre, papi se entretuvo primero en la ordeña, pero esta vez ya no me fui al bosque sino que me quedé junto a él para no perderme de nada. Sólo que en esa ocasión ordeñó a la vaca mamá de la becerrita normalmente y las soltó a ambas. Claro que yo no dije nada, sino que me dediqué a observar a la becerrita en esa parte debajo de su colita, y pude ver que tenía un hoyito chiquitito que no sé cómo le pudo caber el pipí tan largote de papi. Habiendo terminado la faena, papi me dijo que ahora si me empezaría a enseñar las cosas que yo quería aprender. Yo salté de la emoción.
-Ven Luci…vámonos adentro de la cabaña.
-Si papito
Rápidamente lo seguí, brincando de gusto y excitación por lo que habría de ocurrir. Asi que entramos él cerró la puerta con la tranca de madera y tomándome en sus brazos me sentó encima de la mesa. Luego se quitó los pantalones y la trusa, para después empezar a quitarme mi faldita, mis calzones y mi blusita sin mangas. Pude ver que desde el momento en que él se desvestía ya tenía aquel enorme pipí bien parado, y de su cabezota salía ese líquido blanco que tanto me atraía.
-Y que más….?
-Él se acercó a mi y me dijo:
-Ven Luci,….. toma mi pipí entre tus manos.
-Ssssi. -dije jadeante por la lujuria que sentía en ese momento-
-Ahora empieza a acariciarlo suavecito…mueve tus manitas de arriba hacia abajo una y otra vez, para que veas la lechita que le sale de adentro.
-Si, papi…
-Yo comencé a estrujarlo entre mis dedos, que casi no alcanzaban a rodear aquel pipí tan largo que papito tenía. Así lo estuve sobando por largo rato mientras veía como papito, de pie frente a mi, cerraba los ojos y gemía de placer. De repente, me dijo que parara.
-Por que papito?…no te gusta como te lo hago?
-Si mi hija…me encanta como me lo haces…pero antes de que me salga la lechita quiero enseñarte otras cositas.
-Siii papi….que es?
-Me subiré a la mesa.
-Si…
-Ahora Luci, acuéstate boca arriba.
-Asi?
-Si. Ahora, levanta tus bracitos, mi hija, que te voy a hacer algo nuevo.
-Ya.
Entonces, acomodándome su pipí debajo de uno de mis brazos, en mi axilita sin pelitos, me dijo que lo bajara, de manera que apreté su cosa con mi sobaco. Una vez que lo tuve apretado comenzó a tallarlo, en un mete y saca que me encantó. Así estuvo un buen tiempo haciéndome cosquillitas con su pito en mi sobaquito, hasta que me dijo que ahora me lo iba a poner entre mis piernitas. Me pidió que volviera a levantar ambos brazos por encima de mi cabeza y me puso su larga verga por fuera de mi rajadita.
-Y que fue lo que te hizo?
-Se puso saliva en todo su largo de su pipí y comenzó a restregármela por encimita, metida entre mis piernas, mientras yo la apretaba fuertemente sintiendo como se deslizaba allí sobre mi vulvita, produciéndome unas sensaciones que me mataban de placer y excitación, pero también me hizo otra cosa.
-Que cosa?
-Como yo tenía los brazos levantados, él comenzó a olerme las dos axilas sudaditas, para después chupármelas por un buen rato, tragándose aquel elíxir mágico que despedían mis sobaquitos aún sin bellitos, mientras él continuaba con sus movimientos de vaivén con su pipí bien parado, duro y caliente en medio de mis piernitas.
-Te gusta que te bese tus sobaquitos mi hija?
-Si papi…me gusta que me hagas eso.
-Que sientes?
-Ay..siento rico….mmmmmm…sigue papito, sigueme mamando mis sobaquitos.
-Hummmm, eres una niña deliciosa, Luci…y muy lista……aprenderás muy rápido….mi hija.
-Entonces, sin dejar de mamarme los sobacos oliéndomelos con fruición, pues su nariz y su lengua iban de una axila a la otra sin detenerse un instante, mientras seguía frotándome su cosa encima de mi chochito, sentí como varios chorros de lechita me mojaban abundantemente por fuera de la rajita y entre las piernas, llenándome de semen caliente toda mis partes íntimas.
Entonces papi me dijo:
-Toma la lechita en tus manos y siéntela, para que veas como es.
-Si papito.
-Yo, ni tarda ni perezosa cogí bastante leche con mis manos y la acerqué a mi nariz para poder olerla. Realmente me gustó mucho como huele la lechita, Juli.
-Cómo huele?
-Huele como a jabón no perfumado.
-Si?
-Si, es un olor indescriptible….. Pero mi papi me dijo:
-Quieres probarla?
-Si.
-Llevé mis manos a mi boca, saque la lengua y tallé la lechita en ella, saboreando aquel néctar espeso y blanquecino. Hummmmm….Luci,….sabía delicioso.
-Como es su sabor?
-Sabe como a mantequilla….
-Ay que rico.
-Si, es rico…
-Casi me la comí toda, porque después comencé a agarrar la demás lechita que tenía embarrada en mi panochita y en mis piernas, y me la metí a la boca con pasión. Hmmmm…quedé tan embarrada de la boquita, que hasta los labios se me pegaban, porque una vez que se seca es como el pegamento de engrudo. Pero por lo visto papi aún no estaba satisfecho, porque enseguida me dijo:
-Quieres aprender más, Luci…?
-Si papito…todo lo que tu quieras…
-Entonces ven…bájate de la mesa…
-Si.
-Ahora, abre tu boquita.
-Asi?
-Si…
Y colocándome la punta de su pipí bien parado nuevamente entre los labios abiertos, me la empecó a introducir suave y lentamente por encima de mi lengua. El me dijo:
-Cierra la boquita y aprieta un poquito tus labios, mi hija.
-Ay Juli, si supieras lo que se siente tener un pipí como el de papito adentro de la boca. Él me lo metía y me lo sacaba empujándolo suavemente de adentro hacia fuera, teniéndome agarrada de los cabellos de la cabeza, mientras yo lo chupaba como si fuera una rica paleta, hasta que al cabo de un rato él me volvió a echar más lechita adentro de mi boquita. Como era tan abundante, yo no pude soportar la tremenda presión caliente que se desbordaba del interior de su pipí, y tuve que sacarlo de mi boca para no ahogarme con todo aquel néctar blanco y espeso.
-Ay…que rico ha de ser sentirla dentro de la boca, no Luci?…..
-Es delicioso, Juli…
-Mmmmmmmm…yo quisiera que papito me hiciera eso a mí también.
-Una vez que hubo acabado de echar todo su semen, sacó el trapito y me limpió la boca y luego se limpió él y me dijo:
-Por hoy ha sido suficiente, mi hija….ya no me queda más lechita adentro.
-Si papito….pero me lo volverás a hacer otro día?….me vay enseñarás más cositas? Ya que me gustó mucho y como se pone más grande en mis boca ya quiero que me entrara todo…..
-Claro que si, Luci…con el tiempo te van a caber todos, pero será después. Ahora vámonos porque ya es muy tarde…. Ah, y recuerda nuestra promesa eh?…no se lo cuentes a nadie.
-Si papito.
-Así que después de aquellas nuevas experiencias vividas con papá, regresamos a casa montados en el caballo.
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