Educado una familia cap VI
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Educado una familia Cap. VI En el momento en que Lucía terminaba de contar a su hermanita aquella parte de su relato, ambas escucharon las voces de su papá que las llamaba para regresar a casa. -Nos llama papito, vámonos…. -Si….vámonos Lucy…Oye, pero me seguirás contando después? -Si, claro…pero recuerda que tú también lo harás. -Si….ya lo prometimos no? -Si. Pasaron los días y llegado el siguiente fin de semana, el padre le dijo a Julia. -Julita, quieres ir conmigo al establo? -Siiiiiii. -Pues apúrate niña, ponte la ropita que me gusta que lleves y vámonos. Así que me dirigí rápidamente a cambiarme de ropa y minutos después estábamos en camino. Al llegar al establo papi se puso a ordeñar las vacas y yo, alentada por las confesiones de mi hermana Lucy, que era listísima, y tratando de emular su forma de espiar a papi, salí corriendo e hice como que me dirigía al bosquecillo, pero en realidad di un rodeo hasta ubicarme sin ser vista en la parte de atrás de la cabaña. Quería espiar a papito así como mi hermana Lucy.. me había contado, por lo que busqué el lugar más apropiado entre las tablas de madera hasta que hallé una rendija amplia desde donde podía ver claramente al interior. …… Allí estuve inclinada con mis ojos puestos en la abertura de madera esperando con paciencia el momento preciso. Los minutos se me hicieron siglos, pues el tiempo pasaba y papi no aparecía. Llegué incluso a pensar que quizás aquel día no tendría suerte, y ya estaba yo por desistir y alejarme para irme a jugar al bosquecillo, cuando de repente escuché unos gritos que salían de labios de papá. -Juliiiii…Juliiiiiii….Juliiiiiii…..donde estáaaaas…? -Juliiiii…Juliiiiiii….Juliiiiiii…..me oyeeeeees lindaaaaaa…?….Contestameeeeeeeee. Casi estuve a punto de salir corriendo de mi escondite y responderle a papito, pero de pronto recordé lo que mi hermana me había dicho, que ella nunca le contestaba a papi cuando él terminaba de ordeñar, pues sabía que él la llamaba solamente para cerciorarse de que no anduviera por allí cerca y poder encerrarse tranquilamente en el establo a hacer cositas con la becerrita. De modo que me quedé callada, mientras papi seguía llamándome por mi nombre con gritos altisonantes. Me acuclillé nuevamente en mi rincón secreto en espera de que papito entrara al establo. Sentía mi cara ardiendo de rubor mientras mi corazón palpitaba a mil por hora. No había pasado mucho tiempo cuando escuché pasos que se dirigían hacia el interior de la cabañita. Yo hacía un tremendo esfuerzo por controlar la intensa emoción que sentía, tratando de mantenerme agachada y de rodillas sobre la tierra que rodeaba la cabaña, desde luego con mis ojos pegados a la abertura de la pared de tablas. De repente pude ver cuando papi entraba en la cabaña jalando a la becerrita con un lazo de cuerda. Entrando al establo cerró inmediatamente la puerta y se dio a la tarea de amarrar al animalito de la pata de la mesa que se encontraba en el centro del cuarto. Habiéndose acostumbrado mis ojos por completo a la oscuridad que reinaba, podía distinguir con toda claridad los cuerpos de mi papito y del animal atado a la mesa. Dirigí mis ojos hacia la entrepierna de mi papi y pude ver que un bulto de enormes proporciones se mostraba debajo de la tela de mezclilla de su pantalón. Así que sin perder tiempo, supongo que para aprovechar bien el momento y evitar alguna interrupción provocada por un inesperado regreso de mi parte, llevó la mano al cierre y se sacó aquel pipí bien parado y largo que tanto me gustaba sentir entre mis piernitas durante nuestros juegos secretos. Se acercó a la becerra y comenzó a tallarle sus dedos en el hoyito trasero, mientras el animal levantaba poco a poco y con suavidad la colita para dejarlo hacer bien su táctil tarea. Por lo visto el animalito estaba ya acostumbrado a aquel tipo de tocamientos, y por lo que pude ver, ya que se quedaba quietecita sin mostrar el menor disgusto, con toda seguridad que también lo disfrutaba. Con su lanza en ristre agarrada con una de sus manos, mientras que con la otra seguía introduciéndole los dedos hasta adentro en su conchita, mi papi, no pudiendo contenerse más, dirigió su falo parado y babeante hacia el hoyito de la becerrita y luego lego se la empujó de un solo golpe hasta adentro, sin que el animalito diera muestras de sentir ningún dolor. Así estuvo papito por largos e intensos minutos, metiendo y sacando aquella vara roja y larga del huequito de la becerra, mientras yo veía sin perder detalle como la montaba agarrado de sus lomos, mientras se le tiraba encima con fuerza y jalaba y empujaba, empujaba y jalaba su miembro de adentro hacia fuera con delicioso ritmo, pudiendo escuchar sus jadeos con toda claridad desde donde yo me encontraba. Hubo un momento en que papito cerró los ojos y gritó con voz altisonante: -Ayyyyy….yaaaaaaaa…..me vengoooo…me vengoooooo. -Ufffffff….que rico hoyito me comoooooo…me vengoooooo. Supuse, y suponía bien, que en ese preciso instante en que papito gritaba, le habría de estar echando toda su lechita adentro; y así fue, porque después de intensos momentos de empujar con fuerza su instrumento en el hoyito enrojecido de la becerra, pude ver como papito le sacaba por fin su pipí lleno de aquel líquido blanco que aún chorreaba y rezumaba flujos por el agujerito de su cabeza. Rápidamente, y temeroso de que yo pudiera regresar a la cabaña, mi papi fue hasta la caja donde guardaba la tela aquella y se puso a limpiarse su pájaro bien mojado, para después hacer lo propio con el animal. Enseguida se guardó su instrumento subiéndose el cierre del pantalón, desató a la becerrita, quitó la tranca de la puerta y se dirigió hacia fuera jalando el animal con la cuerda. Una vez estando afuera del establo, le quitó la cuerda del cuello y le dio dos suaves palmaditas en el lomito, de manera que instintivamente el animalito salió corriendo rumbo al potrero en busca de su madre. Casi inmediatamente papito me gritó: -Julitaaaaaaaaaa…..Juliiiiiiiiiiiiii…..donde andas? -Veennnn Juliiiiii, regresa aquí………..en donde andas? Salí corriendo de mi escondite trasero tratando de no hacer ruido, para dirigirme hacia el cercano bosquecillo. Una vez allí no pude menos que admirar los inteligentes consejos de mi hermanita Lucy, pues bien sabía yo que me habían resultado sumamente valiosos. Correteando con aparente tranquilidad, aparecí de pronto por entre los árboles con una sonrisa en mis labios y llena de contento, después de haber disfrutado a escondidas de aquellas visiones tan calientes que mi papi acababa de ofrecer ante mis inocentes ojos. -Papiiiiiiiiii….ya terminste de ordeñar las vacas?……. -Si Julita….Ven que ya comeremos. Tienes hambre? -Si papito, y tu? -Yo también….Anda… trae la bolsa de emparedados y ven a sentarte aquí. -Si papito. Cogiendo los emparedados comenzamos a comer, mientras disfrutaba sentada sobre las piernas de papito de aquel olor animal del que ya Lucy me había hablado. Efectivamente ese olor despertaba en mis adentros sensaciones desconocidas, mientras podía sentir clavado debajo de mis nalguitas el palo endurecido de mi papi. Al terminar de comer, como era ya su costumbre, mi papito siguió refregándome con más fuerza aquel bulto parado jalando mi cuerpecito sobre él mientras me agarraba con uno de sus brazos por la cintura. Ya podía sentir para entonces el hilillo como de orín que bajaba suavemente por entre mis pantaletas y que salía de adentro de mi rajita imberbe y sin pelitos, mojando la tela de algodón. Llegó el momento tan anhelado en que papi me hizo a un ladito, y tratando de que yo no me diera cuenta comenzó a bajarse el cierre para sacar su pipí colorado por la sangre que fluía en su cabeza y en toda su largura. Pero era ese el momento más esperado por mí, aunque yo hacía como que no me daba cuenta de nada, pues sabía que ahora podría sentirlo en carne viva. Papito lo colocó entre mis piernitas y yo dirigí de reojo la mirada hacia allá, pudiendo ver como se asomaba la punta enrojecida y babeante de lechita mientras él comenzaba el balanceo habitual, rítmico e intensivo, moviéndome de un lado para otro, primero con suavidad, pero después con mayor rapidez, hasta que se derramó con abundante generosidad entre mis piernas bañándome de leche caliente la totalidad de mis partes íntimas. Entonces él me preguntó. -Tienes sueño, linda? -Si papi -le respondí- -Bueno mi hijita…entonces duérmete en los brazos de papito si?… -Si papi…Oye pa,… no me quieres llevar a la mesa de la cabaña?…alli duermo mejor. -Quieres ir allá? -Siiiiiii. -Bueno vamos…. Tomándome en sus brazos y sin haberse guardado su polla parada y embarrada de semen, mi papi se levantó y se dirigió conmigo hacia el establo. Una vez allí me depositó boca abajo encima de la mesa y me dijo: -Duérmete, mi niña…..descansa un ratito que papito te cuidara, eh? -Si papi…. Cerrando los ojos me relajé sobre los tablones de madera y fingiendo que dormía, comencé a emitir ciertos sonidos con la nariz y la boca para que papi creyera que ya estaba profundamente dormida. Pero en realidad lo que yo quería era ver lo que papito me hacía esta vez. Me di cuenta que papa dejó pasar algunos minutos esperando oir precisamente esos sonidos que se producen cuando una duerme, y cuando estuvo seguro de ello, comenzó a llamarme por mi nombre muy cerca de mis oídos, y claro que yo no respondí nada. Teniéndome acostada boca abajo completamente a su merced, papito comenzó su jueguito, bajándome primero mi shorcito y luego mis pantaletas lentamente, para después subirse arriba de la mesa, junto a mi, y sacándose su cosota bien parada, empezó a tocársela jalándose el pellejito de arriba hacia abajo. Él tenía otra vez muy dura y roja de la cabeza, y abriendo mis piernitas a todo lo que daba comenzó a poner su dedito ensalivado en el hoyito del esfínter de mi culito, haciendo movimientos rotativos alrededor de aquel centro de mi traserito, en tanto que en la punta de su palo brillaban las gotas de lechita. Tomando un poco de leche sobre sus dedos me empezó a embarrar la entradita con ella para suavizar más la caricia, hasta que lleno de calentura me puso la punta de su verga en la entrada de mi culito y comenzó a frotarme su polla suavemente, de arriba hacia abajo, y después de un rato delicioso empezó a salirle de nuevo aquel abundante líquido blanco, el cual me embadurnó a chorros todas mis nalguitas, el centro de mi culito y hasta mi espaldita. Una vez que papi acabó, fue a sacar la toallita que tenía escondida y me empezó a limpiar con cuidado mis partes mojadas, para después hacer él lo mismo con su pipí. Así que hubo terminado y habiéndose subido los pantalones y guardado su pajarote, me empezó a hablar para que me despertara: -Julita, Julita,….despiértate. -Mmmmmmm? -Ya despiértate mi hija….ya nos tenemos que ir…. -Tan pronto papi?…. -Si mi hija…porque ya es tarde. No quiero que mami se preocupe…eh? -Está bien papito… Así que montamos en el caballo y nos alejamos del establo con rumbo a casa. Yo iba estremecida por todas aquellas experiencias ricas y nuevas vividas durante ese día, mientras que en lo más profundo de mi mente admiraba la gran inteligencia de mi hermana Lucy, la cual me había dado sin querer los tips necesarios para disfrutar yo también y a mi manera de los secretos escondidos de mi papi y poderlo espiar sin que él se diera cuenta.,
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