Educado una familia cap VI Parte . XI
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por wendy1988.
Después de que mi hermanita Lucy fuera desflorada por papito de aquella forma tan sutil, y que tanto placer y calentura nos proporcionara a ambas por medio de su ardiente relato, y habiendo preparado mi papi por muchísimo tiempo el terreno para llegar al desenlace que tanto Lucy como papi deseaban ardientemente; yo me daba cuenta interiormente que también en mi caso ese terreno estaba siendo fertilizado cuidadosamente por papá para poder llegar a hacerme lo mismo. Sólo que no sabía cuándo sucedería, lo cual me producía sentimientos perturbadores que trataba de no aflorar para nada. Podía sacar la conclusión, sin embargo, de que no obstante la edad y al escuchar aquel candente relato de desvirgamiento por boca de mi propia hermana, era indudable que pronto habría de ser yo la desflorada, lo que me llenaba de un gozo profundo e indescriptible y hacían que mi corazón latiera desesperadamente cada vez que me ponía a pensar en cómo sería todo aquello; en lo rico que sentiría cuando por fin me la metiera, y sobre todo, en las primicias tan dulces del sexo carnal que por supuesto y debido a mi corta edad, jamás había experimentado.
Pasaron los días con la apacibilidad de siempre, ya que cuando no teníamos encuentros sexuales de manera oculta entre nosotros manteníamos un estilo de vida sin contratiempos y sin problemas, pues mi familia era un grupo de personas muy unido, cariñoso y fortalecido en muchos aspectos, aunque reconozco que en el tema del sexo guardábamos muy bien aquella serie de secretos íntimos que por lo demás le ponían a mi existencia de infante una especie de toque de suspenso y emoción tan especial y apreciada por mí.
Por eso fue que mi alegría se desbordó cuando días después, papito me invitó de nuevo a irme con él al establo. Emociones encontradas subieron hasta mi pecho y los sentimiento de júbilo que tanto me estimulaban (sobre todo allí entre lo oculto de mis piernitas), volvieron a hacerse presentes debajo de mis calzoncitos. Asi que en un momento dado me hallaba de pronto subida con papito sobre su caballo, en tanto yo cantaba de contento por el camino. Más no puedo decir que esta vez, como mi hermana Lucy lo presintió, yo estuviese segura de que por fin papito me haría lo que tanto ya anhelaba, sobre todo después de haber conocido por boca de mi hermana lo ocurrido en su experiencia anterior con papi.
Ignoro si papito no se estaba sintiendo bien durante esos días, o si tal vez estaría abusando demasiado del sexo de modo que se sentía agotado y sin lechita, pues en esta ocasión me dio la total libertad de irme a jugar por el campo; y aunque por supuesto busqué la manera de espiarlo, en esta ocasión no pasó nada. Por el contrario, y mucho me extrañó que papito, al terminar sus labores, se metiera al establo y se acomodara con todo y ropa a dormir como un lirón sobre la mesa del establo. Todo aquello, al principio, me causó un sentimiento de decepción, pues mis expectativas eran otras, como podrán adivinar. ¿Qué me quedaba por hacer? Simplemente no podía despertar a papi, pues al pobrecito lo veía realmente cansado incluso desde que íbamos camino a la ordeña.
Me quedé algunos minutos sentada en la parte de atrás de la cabaña escuchando los ronquidos que emitía papá, un poco desalentada por lo sucedido; y poco a poco me recuperé de la decepción de no tener esta vez jueguitos con papi, retirándome con rumbo al bosque, con un hilillo de lechita escurriéndome entre mis pantaletas, para distraerme tratando de darle tiempo suficiente a papi para que descansara. Me fui caminando lentamente por en medio de los altos y verdes árboles, con la cabeza baja y con mis pensamientos puestos en otra parte. Me había alejado lo suficiente de tal manera que ya no se veía la cabaña, cuando escuché a lo lejos el galopar de caballos.
A mi me extrañó darme cuenta de aquello, ya que los terrenos eran propiedad privada de mi papi y casi nunca se veía a gente extraña por los alrededores. Sabiéndome sola y recordando las recomendaciones de mi mami, pensé en esconderme buscando inmediatamente algún lugar apropiado donde no pudiera verme nadie, aguzando los ojos y los oídos y dispuesta a ver de quien se trataba y que era lo que ocurriría.
Pasados algunos minutos escuché el ruido de cascos de caballos acercarse como a unos diez metros de donde yo me hallaba tirada en el suelo, hasta que cesó el ruido, oyendo resoplar a los caballos y pudiendo oír también claramente el murmullo de vocecitas, risas y gritillos suaves que se perdían en la inmensidad de la pradera, pero que yo, desde mi escondite entre las tupidas ramas de sauces podía captar con toda claridad.
-Queda lejos el establo de aquí, Carlitos….?
-Si…no te apures…este lugar está bastante alejado del corral….aquí nadie nos podrá ver.
-Pero…recuerda que papá está ordeñando las vacas….vino con Julita…no nos vayan a ver….
-No lo harán…descuida Cesarín….yo conozco bien estos parajes….papi jamás viene por aquí….te lo aseguro….
Aquellas voces eran inconfundibles y las reconocí de inmediato. Se trataba de mi hermano Carlos, de doce años, y de mi otro hermanito, César, que para entonces ya iba a cumplir cinco años y era el menor de la familia. La sorpresa de que ellos dos se hallaran allí solitos hizo que mi corazón saltara dentro de mi pecho, sospechando que quizás iba a ser testigo de algún otro secretito entre mis hermanitos, que hasta ahora desconocía. Así que dispuesta a descubrir aquella nueva revelación, y sintiéndome de pronto excitada en extremo y llena de inconfundible deseo, me acomodé perfectamente en mi escondite disponiéndome a contemplar con tranquilidad, pero llena de brama y calentura, lo que habría de suceder.
Una vez que ellos buscaron un lugar apropiado entre el follaje, donde no podían ya ser vistos por nadie, más que por mí, vi que se abrazaban con pasión, prodigándose besos y caricias en el cuello y la boca que muy pronto desencadenaron su exacerbación, sobre todo en Carlos, que por ser más grande era quien llevaba la batuta en aquel juego íntimo y subrepticio.
-Ven aquí, Cesarín….y anda…quítate ya la ropa….
-Si….
Empecé a ver cómo los dos se despojaban rápidamente de sus ropas, quedando ambos desnudos frente a mis escondidos y agazapados ojos, que ocultos en la oscura parte de atrás del matorral que me servía de refugio, eran testigos únicos de aquel extraño suceso que estaba a punto de admirar en toda su belleza. Estando por fín los dos completamente desnudos, ví cuando Carlos tomó a Cesarin de su cinturita poniendo sus brazos alrededor de sus nalguitas, abriéndoselas con las manos lo más que pudo para ir enseguida a meterle los dedos en aquel pasaje secreto, intentando penetrarlo con el dedito principal. Mientras tanto Cesar se revolvía inquieto metido entre sus brazos gozando de la intensidad de la caricia, tratando de abrir lo más que podía sus piernitas a fin de facilitarle la maniobra trasera a Carlos. Para entonces pude admirar la verga parada de Carlitos, que aunque no era ni con mucho como la de papito, sí estaba algo larguita y bien parada, lo que me hizo pensar en el tamaño extraordinario del pipí de papito que tanto deseaba tener adentro de mis entrañas.
Al igual que Carlos, a Cesarín también se le paró su pipí, observando claramente que se trataba de un pequeño botoncito de carne escondido entre su pubis imberbe que con toda seguridad no estaba aún preparado para las batallas como el palo duro y largo de papá. Viendo todo aquello saqué la conclusión de que Carlitos, aún cuando su falo ya empezaba a adquirir dimensiones de varón adulto, era aún un adolescente a quien todavía le faltaba fuelle, pues no tenía pelitos encima de su pitito, y su cosita, aunque no tan cortita, sí que era demasiado delgada: Pero me dije para mis adentros que aquel pitillo flaco de Carlos, una vez adentro del culito de Cesarín, sí que podía causarle places, sin duda alguna.
-Ven aquí Césarito…acomódate bien….
Al ver que mi hermanito César se ponía inmediatamente en cuatro patas tratando de abrir sus piernitas todo lo más que podía, dejando a la disposición de mi hermano mayor su traserito levantado y abierto, pensé que con seguridad no era aquella la primera vez que lo hacían. Y efectivamente, acomodándose Carlitos detrás de Cesar, con su pipí paradito en sus manos, se le acercó por detrás y le puso su fallito delgado y semilargo en el esfínter del culito, para enseguida comenzar a empujarla intentando metérsela, no sin antes haberse embarrado de saliva toda la punta de su cabecita rosada.
Cesarín soportó con valentía el embate de su hermano mayor, que de inmediato se le montó encima empujándole su verga hasta adentro en el culito, mientras escuchaba cómo los gemidos de placer por parte de los dos los hundía en el precioso mundo de deliciosas fantasías sexuales y de calentura desbordada.
Permanecieron disfrutando ambos de aquel encuentro homosexual por varios minutos. Yo observaba la cara de Carlos como se enrojecía presa de la brama, a medida que metía y sacaba su pito del culo de su hermano, y cómo también César, trambucado en cuatro patas y de a perrito sobre el césped del escondite, a pesar de su corta edad, ya comenzaba a gozar de aquellas delicias del sexo anal, quizás llevado de la mano y convencido por su hermano mayor, a quien por lo visto le encantaba también practicar el sexo incestuoso como a mi. Yo me preguntaba para mis adentros: ¿Sería aquella la primera vez que cogían?……¿Y si no, como casi sospechaba, cuántas veces se habría cogido antes Carlitos a Cesarin?
Aquellas eran dudas que asaltaban mi mente y me producían una calentura fenomenal entre las piernas, por lo cual y sin perder de vista el espectáculo singular que se representaba ante mis ojos, comencé a tocarme con violencia mi papayita totalmente inundada de humedad haciendo a un lado las braguitas y el elástico de mis calzoncitos, metiendo mis debidos con furia inaudita y tratando de ahogar los gemidos que amenazaban con salir de mi boca. Pude darme cuenta que yo me oriné casi al mismo tiempo que Carlitos se orinó también adentro del culito de César, pues mientras yo estaba a punto de gritar de placer y de gozo, Calitos sí que no ocultó en lo absoluto sus sentimientos, pues comenzó a gritar que se iba a venir adentro del culito. Así estuvieron moviéndose por algunos segundos más, hasta que Carlitos, aflojando sus piernas y los músculos de su cuerpo, comenzó a sacarle la verga, ya flácida, de adentro del hoyito de mi hermano, la que pude ver embarrada de un semen más transparente y menos espeso que el que papito me echa a mi y a Lucy.
Antes de vestirse, los dos volvieron a abrazarse de nuevo prodigándose caricias como de agradecimiento, principalmente Carlitos, quien no dejaba de tocarle y apretarle las nalguitas a su hermano menor. Al cabo de un rato se pusieron sus ropas, otearon por los alrededores para asegurarse de que no había nadie, y montando Carlos sobre el caballo a César, montó el también en el suyo, alejándose al trote del lugar. Cuando me di cuenta de que se hallaban lejos, salí de mi escondite toda llena de ramitas de pasto pegadas a mi vestidito corto, procediendo a sacudirme todo aquello para dirigirme al establo.
Mientras caminaba hacia el establo algunas preguntas me bailaban en la cabeza. Me preguntaba, después de haber visto a mis hermanos cogiendo ocultamente, que el sexo no tan solo se hacía entre hombres y mujeres, sino que por lo visto, también era practicado entre personas del mismo sexo. ¿Y como no, me decía…? ¿Qué acaso yo no había deseado también a mamita….? ¿Y con mi hermanita Lucy, cuando ella me contaba sus cositas….? También nos habíamos tocado, besado y tantas cosas que me encantaban. Me daba cuenta que cuando papito me tocaba y me ponía su verga entre las piernas, sobre mi vulvita sin pelitos o sobre mis nalguitas…eso también era algo que me gustaba en demasía.
Si -me contestaba yo misma-, el sexo es practicado por cualquier persona no importando si es hombre con hombre, mujer con mujer, niña con niña, niño con niño, o entre padres, lo cual parecía ser el estigma que reinaba en mi familia.
Sumida en pensamientos y cavilaciones, llegué por fin al establo, viendo que papito continuaba dormidito. Como advertí que ya era tarde, comencé a moverlo de un lado para otro llamándolo para que despertara.
-Papito…..papito…..despiertate…..
-Hmmmmm?…..Ay Julia…me quedé bien dormido….perdona….
-No te preocupes papi….pero creo que ya es muy tarde….
-Oh, si…..prepárate que ya nos iremos.
-Papito?….
-Si mi hija? -me contestó mientras se desperezaba-
-Hoy no jugamos a nada…..la próxima vcz que vengamos…ahora sí jugaremos…?
-Claro..Julita…te doy mi palabra de que así será…. -Me dijo, tomándome en sus brazos y llevándome fuera de la cabaña hasta donde se encontraba ensillado su caballo.
Esta vez regresamos a casa sin haber vivido ninguna experiencia con mi papi, pero eso sí, llevándome escondidas en mi mente todas aquellas escenas nuevas y calientes que había visto hacer a mis hermanos entre lo oculto del campo.
Días después de aquellos sucesos, mi hermanita Lucy me dijo suavemente al oído:
-Julia…te tengo otra sorpresa…..¿quieres que te la cuente….?
-Si, claro….
-Entonces vamos a nuestro escondite….te esperaré allá dentro de cinco minutos….
-Está bien….
Cinco minutos más tarde nos hallábamos cómodamente instaladas en nuestro escondite, totalmente ajenas a la presencia de cualquier persona.
-Dime Lucy…que es…..?
-Papito me llevó ayer al establo de nuevo…..
-Si…lo supe….y creí que no había pasado nada porque nunca me lo insinuaste….dime que pasó…
-Que ahora si…….sucedió
-Ahora si sucedió que, Lucy….?
-Pues qué…mensa…..lo que tú ya sabes
-Ohhh….no me digas que….
-Siiiiiii…..
-Ahhh….Lucy,….te envidio, manita…
-Oh no, pequeña….ya te dije que seas paciente….Mira, tienes que aprender a esperar….
-Tú lo dices porque ya tienes a papito….y él te lo hace cuando quiere….pero yo…..
-Mira, es sólo que….yo soy un poquito más grandecita que tú…..supongo que papito está esperando el momento oportuno para hacértelo también a ti…..ya lo verás….
-Si….tal vez si…..ojalá….
-Claro que si, tonta…
-Está bien….me contarás lo que te hizo?
-Si, claro….
-Pues cuenta ya…que estoy mojándome todita….
-Ay y que crees?….yo también estoy igual….
CONTINUARÁ……
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