Educado una familia Cap VI Parte XIV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por wendy1988.
Por fin Julia puede observar a su caliente hermanita Lucy en sus ocultos juegos con el perro, mientras aprende con insaciable aplicación los deleites ocultos de su inteligente hermanita.
El hecho de haber presenciado por primera vez y en vivo la forma en que papito se cogía a mi hermana Lucy en la soledad del establo fue para mí una experiencia inolvidable y bastante enriquecedora, pues ahora me había dado cuenta con toda claridad el modo en que ellos lo hacían; en cómo mi papi le acomodaba su tremendo pene y se lo metía hasta el tronco; los movimientos rítmicos que ellos efectuaban totalmente acoplados, y también cómo Lucy, cambio hasta su forma de hablar en la soledad de la casita de ordenó, ya que no era solo papa.
Entrenada como una guerrera por mi papi para esas íntimas batallas, cooperaba sin pudor y de una manera tan fantástica y ardiente.
Todas esas visiones, aparte de incrementar mi interior ansiedad de ser penetrada al fin por mi papi, también me habían preparado sin duda para lo que yo sabía que se avecinaba.
Sin embargo y como ya lo he dicho, aquel íntimo secreto de mi hermanita con nuestro perro Bat y sobre todo su total negativa a referirme sus ocultos encuentros con el adiestrado animalito, despertaban aún más mi innata curiosidad por saber todo lo que ella guardaba en ese aspecto, que por lo que veía definitivamente Lucy no estaba dispuesta a revelarme.
Así que mientras esperaba con aparente paciencia y tranquilidad la llegada de mi ansiada desfloración, ahora había anidado en mi mente un único pensamiento que estaba decidida a descubrir por cualquier medio posible: saber de una vez por todas lo que Lucy se negaba a decirme acerca de lo que ella hacía en forma oculta con Bat.
Es por eso que cuando mi hermana no era llevada por papi a la ordeña yo trataba de vigilar lo mejor que podía sus movimientos, intentando conocer de alguna manera su íntimo secreto y observando de paso la conducta de Bat, que por cierto casi siempre se hallaba por los alrededores de nuestra casa.
Cierto día en que papi se había ido solito a la ordeña dejándonos a Lucy y a mí con un sentimiento de frustración, (tan acostumbradas estábamos ya las dos a sus calientes jueguitos), y hallándonos ambas jugando por el patio de la casa, noté ciertos movimientos que no me pasaron desapercibidos.
Ví que el perro se acercaba como ansioso a mi hermanita y se ponía a lamerle con su larga lengua sus pies y sus pantorrillas intentando levantarse sobre sus patas traseras para después querer como encimársele.
Pero lo que más curiosidad me causaba era que mientras Bat le hacía todo aquello, yo podía ver la punta de su pequeño botoncito rojizo asomándose entre la funda de su entrepierna, situación que me despertaba muchos pensamientos calientes.
También me daba qué pensar la pose que Lucy adoptaba, ya que de inmediato trataba de quitárselo de encima con movimientos bruscos en una actitud de clara molestia que me hacía recordar que en la soledad del campo era muy diferente su conducta y otra su actitud en su trato con el animal.
Por todo eso yo saqué la conclusión de que lo que ella trataba de hacer era alejar a Bat de allí a fin de que yo no me diera cuenta de todos esos jugueteos que mantenía a solas con nuestro perrito, y claro está, para que tampoco le hiciera yo ninguna clase de preguntas sobre el tema.
Pero yo también jugaba al mismo tiempo mi propio juego y por supuesto jamás le comenté cosa alguna sobre esos detalles.
Por el contrario y con toda premeditación yo adopté deliberadamente una indiferencia que estaba muy lejos de sentir, pero claro, sin perder detalle de todo lo que sucedía.
Pasado un rato de jugueteos intensos entre Luci y el perro, que por lo visto ella quería terminar poniendo cara de molestia para fingir ante mí una apariencia totalmente diferente a la que había mostrado con Bat en el bosque, de pronto ella me dijo:
-Ay, Julia.
este Bat no quiere estarse quieto.
ya me tiene harta, manita.
mejor me iré a mi cuarto un rato.
ay, Bat, a veces eres insoportable.
-dijo dirigiéndose al perro, como tratando de mostrarse irritada por la situación-
-Y por qué lo dices, Lucy?.
-le respondí con cierta sorna, pero tratando también de fingir la misma indiferencia ante su comentario-
-Es que no se está quieto.
y no me deja jugar tranquila contigo.
ya me cansó.
y realmente me irrita.
me iré ahora mismo a mi cuarto.
-Está bien.
-le respondí- .
Creo que yo también me iré a mi cuarto un rato, manita.
-Ay sí.
es mejor que descansemos un rato para que Bat se vaya, y después salimos a jugar de nuevo, si Julia?
-Si, Lucy.
es mejor.
Rápidamente Lucy salió corriendo hacia el interior de la casa y se metió en su cuarto, cerrando tras ella la puerta.
Yo la seguí de cerca, vigilando su actuar con cautela, e hice lo mismo que ella, tratando de seguirle el juego.
Pero desde una de mis ventanas que daba justo al patio, decidí ponerme a observar con paciencia lo que desde antes ya había sospechado que sucedería.
Y efectivamente mis sospechas resultaron ciertas, porque al cabo de unos diez minutos escuché cuando Lucy abrió sigilosamente la puerta de su dormitorio y salió.
Al escucharla yo me puse atenta desde mi ventana para ver lo que hacía.
Entonces pude verla cuando salió hasta el patio y se quedó parada poniéndose a observar con detenimiento los alrededores, como si estuviese buscando algo.
Momentos después comenzó a caminar por entre la arboleda, hasta que ví que encontró a Bat echado y medio adormilado junto al sombreado tronco de una palmerilla.
Ella desvió su mirada hacia la casa, como cerciorándose con cuidado de que nadie se hallara afuera, para después hacerle señas a Bat con el fin de que éste la siguiera.
El animalito se enderezó, sacudió su cuerpo con fuerza y se encaminó obediente tras ella mientras veía que Lucy dirigía sus pasos hacia el sendero que llevaba al sitio secreto que ambas conocíamos.
Un pensamiento cruzó como relámpago por mi cabeza produciéndome una agitación en mi pecho, pues me había quedado claro que mi hermanita se llevaba a jugar al perro detrás de la barda de la casa; a aquel sitio de nuestras confidencias del que sólo ella y yo teníamos conocimiento.
Ahora estaba segura de que el artilugio de mi lista y caliente hermanita al proponerme que nos retirásemos a nuestras habitaciones era sólo parte de su plan para poder estar a solas con Bat, pues mi presencia le impedía actuar con la libertad que deseaba.
Pero también me daba cuenta que después de todo yo no era menos lista que ella, ya que mis corazonadas estaban a punto de conducirme a conocer la verdad de su oculto secreto, que por otro lado tanto ansiaba saber.
Debo confesar que yo, independientemente de querer ver lo que ella y Bat hacían a escondidas, lo que más anhelaba secretamente también era poder aprender de ella para hacer yo igualmente lo mismo con el perrito, pues después de haber visto cómo se ponía Lucy de caliente en el bosque practicando esos jueguitos prohibidos con el can, y de haber admirado aquel pedazo tan largo de carne rojiza que le salía trepidante a Bat entre sus patas traseras, aquella visión no podía borrarse de mi mente tan fácilmente.
Ahora estaba convencida de que la inteligente Lucy sabía muy bien aprovechar el tiempo y las oportunidades, pues estaba segura de que el descubrimiento por su parte de aquel apartado sitio ubicado detrás de la barda de nuestra casa no estaba destinado únicamente a nuestras confesiones íntimas, sino también lo utilizaba de manera secreta para la práctica de cosas que aún desconocía, aunque a estas alturas bien que comenzaba a imaginármelas.
Todo eso me embramaba tanto que mis calzoncitos se mojaban de allí abajo con abundante rapidez, y apenas si podía contener mis ansias de salir corriendo hasta el escondido lugar para observar todo eso.
Con prudencia dejé pasar varios minutos esperando irme yo también detrás de ellos, pero algo que la verdad no imaginaba vino a interponerse en mis perentorios planes.
Estando a punto de salir de mi cuarto escuché de pronto unos suaves toquecitos en mi puerta.
Puesto que no estaba dispuesta a que nada interrumpiera mis candentes deseos de espiar a mi hermana, lo más veloz que pude pensé en hacer algo, y lo único que se me ocurrió en ese instante fue esconderme con rapidez dentro del armario de mi guardarropa, mientras oía cómo seguían tocando con suavidad la puerta de mi habitación.
Me quedé allí sobrecogida y acurrucada entre los colgantes de la ropa, viendo por la rejilla hacia el interior de mi cuarto.
Escuché cómo se abrió la puerta y alguien penetró en mi dormitorio.
Cuando ví la figura de mi mami perfilarse enfrente de mí me pregunté qué estaría buscando hacer ella al entrar allí, lo cual me produjo cierta sensación de placer en mi rajita ya humectada, recordando nuestro último encuentro y pensando que tal vez no fuese una mala idea salir de repente de mi escondite y tratar de asustarla, como para dar la impresión de que me había escondido allí con ese fin.
Pensando en que lo de Lucy y Bat estaba definitivamente estropeado por ese día, pero segura de que muy pronto tendría otra oportunidad para poder verlos a escondidas, me decidí a salir del guardarropa emitiendo grititos e intentando hacer reír a mi mami con mi infantil ocurrencia.
-Buuuuuuu.
buuuuuuuu.
jijijijijijiji.
-Ay Julitaaaaaa.
me asustaste.
niña.
yo pensé que no estabas aquí.
creí que andabas jugando por el patio.
-Ay mamita.
perdóname.
lo que pasa es que me escondí para espantarte.
jijijiji.
-Vas a ver, malcriada.
jajajajaja.
bien que lo lograste.
-Oh.
no era mi intención mamita.
de verdad.
-Ay niña.
No te apures.
sólo estoy bromeando.
vine para ver como estabas.
-Estoy bien mami.
y tú?.
-Ay pues yo.
qué te diré?.
-Qué tienes, mami?.
-No.
nada.
es sólo que…de repente me puse a recordar lo de la otra vez.
te acuerdas?
-Ay sí.
claro que sí.
-Bueno, Julita.
pensé que quizás tendrías más preguntas que hacerme.
recuerda que ese día fuimos interrumpidas por la llegada de tu padre.
y como ya no habíamos hablado de eso.
pues.
pensé que.
-Si.
nos interrumpieron cuando estábamos en lo mejor, no mami?.
-le contesté ardorosa-
-Sí, lo recuerdas?.
pero ahora que tu papi no está ni tampoco tus hermanos.
pensé que tal vez podríamos platicar de nuevo.
acabo de ver a Lucy que se fue a jugar al patio con Bat.
-Si.
-le respondí a secas- ay mami.
sí.
yo quisiera.
hacerlo otra vez.
-Pues sólo dime qué quieres, Julita.
que yo te lo enseñaré todo.
-Hummm.
pues quisiera.
verte otra vez allí.
pero bien.
-dije señalando sus brazos-
-Ohhh mi nena linda.
yo también deseo eso.
no sabes cuánto.
-Me lo enseñarás?.
-Ay claro.
dime qué te gustaría que te mostrara.
-Pues.
me gustaría que me mostraras primero tus axilas.
quiero ver cómo tienes allí.
si te han crecido los vellitos.
tocártelos.
todo eso quiero.
-Ay pues ven.
pero antes, deja que cierre la puerta por dentro.
no vaya a venir alguien.
-Si mami.
Mi madre se dirigió hacia la puerta y la cerró con pestillo.
Yo pude ver mientras caminaba que portaba un hermoso vestido verde claro sin mangas, como siempre lo hacía en temporada de calor, con amplias faldas hasta las rodillas que no por eso ocultaban las estupendas morbideces de su espléndida figura y la blancura de sus bellos y largos brazos.
Verla así me calentó hasta el delirio.
-Ven Julita.
sentémonos en la cama.
-Si.
-A ver, linda.
qué quieres ver.
ésto? -me dijo, levantando sus brazos hacia lo alto-
-Ssii.
-le respondí, enfebrecida y temblorosa-
-Bien, Juli.
obsérvalos.
tócalos.
hazme lo que tú quieras.
Ella se dejó caer sobre el colchón de mi cama con su cuerpo tendido a todo lo largo y manteniendo sus brazos alzados, mostrando ante mis ojos la extraordinaria blancura y belleza de sus lindos sobacos.
Pero lo que más admiraba en ella era justamente el precioso y suave mapa de vellitos a medio rasurar que se formaba en el centro mismo de sus extraordinarias axilas, que sin ser regordetas, sí exhibían una carnosidad fuera de serie que me cautivaba enormemente.
Sabedora de que lo que mamita deseaba era precisamente que yo le hiciera todo lo que yo quisiera en esa pudenda región matizada de negruzca y recortadita pelambre, que deliberadamente ella podaba para generar placer, acerqué prestamente mi nariz y mis labios abiertos a una de sus bellas axilas olorosas a sudor, pegándome como una lapa a su piel secreta y escondida debajo de sus brazos mientras olía el delicado perfume al natural que expelían sus sobacos.
Yo me pasaba de una axila a otra con profundo deleite sin poder evitar tocar con las yemas de mis deditos, al mismo tiempo que inhalaba su exquisita fragancia, aquellas lindas puntillitas negras que apenas si se asomaban con timidez sobre su blanca piel escondida.
Allí me puse a abrevar mis ansias con locura sin poder saciarme, ya que me mantuve en ese acto exploratorio con mis sentidos del gusto y del olfato dedicados con fruición a la degustación y al tacto de esa zona que tanto me encantaba, mientras mi mami mantenía los ojos cerrados gimiendo y gozando a causa de mis tocamientos.
En tanto yo me mantenía en esa actitud de hormiga exploradora, mi mami aprovechaba para bajar sus manos hasta mis nalguitas apretándome con suavidad mi culito, metiendo sus dedos debajo de mis calzoncitos, sintiendo cómo me los iba bajando poco a poco para poder tener a su disposición las prohibidas regiones de mis intimidades, mientras me decía con voz suave y entrecortada:
-asiii.
asiii.
mi niña linda.
bésale a tu mami sus sobacos.
anda.
huélemelos bien.
te gusta eso, Julita.
?
-Siii.
ssiii.
mamita.
me encanta olerte y tocarte tus axilas.
me gusta como tienes tus pelitos a medio salir.
ay.
y huelen riquísimo.
-Pues sígueme mamando.
anda.
tállame tu lengüita.
ayyy.
cómo me gusta eso, Julia.
-Ay mami.
a mi también.
tú no te echas perfume aquí.
verdad mamita?
-No.
no mi niña.
eso echaría a perder todo.
-Por qué.
mamita?
-Porque eso.
inhibe mis olores naturales.
-Y eso.
es malo?
-Malo no.
no precisamente.
lo que sucede es que ya no olerían a mí.
a mi propio sudor.
a mi propio cuerpo.
comprendes?.
-Ohhh.
nunca te eches perfume mamita.
a mí me gusta así como te huelen ahora tus axilas.
-Si.
verdad?.
eso lo sé.
-Si.
mamita.
y nunca te rasures todos los pelitos.
déjate siempre algo.
aunque sea bajitos.
me gusta verte así.
-Ohh.
sí.
Julita.
pero anda.
ven.
ahora quiero que te metas debajo de mi falda.
-Si mamita.
yo también quiero eso.
Ella me tuvo que despegar prácticamente de donde me hallaba inserta succionando, jalándome con suavidad la cabeza e indicándome que me bajara hacia sus faldas, las cuales ella había levantado hasta arriba con la clara intención de dejar al descubierto sus reconditeces frontales, sin dejar de estar recostada boca arriba.
Yo hice lo que me pedía, colocándome entre sus abiertas piernas, mientras ella me decía ansiosa:
-Anda.
Julita.
ya bájame las pantaletas.
apúrate niña.
-Si.
si.
mamita.
Llevando mis temblorosas manos hasta la parte superior del elástico de su prenda interior, me di a la deleitosa tarea de despojarla poco a poco de aquellas blancas bragas que ceñían con fuerza las ondulantes caderas y las bellas piernas de blancura extraordinaria de mi mami, hasta dejar al descubierto la preciosa mata de bello púbico de brillante negrura que contrastaba de manera rotunda con la aperlada piel de diosa de su vientre y sus inquietantes verijas color pálido de tersura exquisita.
-Explórame allí.
anda niña.
tócame.
hazme lo que tú quieras.
Yo no me hice esperar una segunda petición y llevé con confianza mis manos hacia el centro de su triángulo amoroso repujado de ensortijada pelambre, metiendo mis dedos abiertos entre aquel matojo de vellos enredados, bajando y subiendo mis manos una y otra vez sobre su colchoncito anhelante, en tanto no quitaba la vista de su sonrosada hendidura, apreciando que no obstante ser mayor, mi mami cuidaba sin duda alguna esa región palpitante con todo esmero.
A decir verdad mi madre era una mujer bastante joven, y no lo digo por su aspecto tan cautivadoramente juvenil, sino que al haberse casado a los 18, calculaba que ahora tendría no más de 34, pero conservaba una belleza extraordinaria tanto de facciones como de cuerpo.
A mí siempre me había agradado mi mami, aunque a ciencia cierta no sabía por qué; sin embargo ahora que me encontraba admirando su escultural cuerpo me daba cuenta de que era eso precisamente lo que tanto me atraía de ella, deseando íntimamente conocer por dentro los escondidos tesoros que sus ropas ocultaban debajo, quizás con la certeza de que cuando yo creciera probablemente fuese también tan hermosa como ella.
-Anda.
Julita.
ya ábreme la rajita.
tócame allí dentro.
méteme tus deditos.
-Sii.
Comencé por satisfacer la apremiante solicitud de mi madre abriendo primero con mis dedos la roja y ardiente hendidura que afloraba un clítoris ya enhiesto por la calentura que estaba sintiendo.
Allí me mantuve viendo con ojos escrutadores el canal interior de la vulva abierta de mamita que conducía a los más profundos pasadizos del laberinto de sus entrañas, para después meter uno de mis deditos adentro de su raja humedecida, comenzando a frotar con suavidad los pliegues superiores e interiores de su bollito enardecido.
-Más.
máass.
Julitaaa.
métemelo más adentro.
por favor, linda.
Obedeciendo con ansias a su anhelante petición, empujé lo más que pude mi dedo más largo adentro de su cavidad genital, sintiendo cómo los flujos de lechita que le salían me embarraban la piel de mis dedos.
Me mantuve toqueteando por largos y delirantes minutos aquel precioso tesoro escondido, metiendo y sacando sin cesar mi dedo superior mientras mi madre gritaba ahogadamente palabras dulces que aludían a la tremenda brama que estaba experimentando.
-Yaaaa.
Julitaaa.
ahora bésameee.
ponme tu boquita allí.
Yo llevé mi boca con lujuria hasta la puerta abierta de aquel centro del placer, comenzando a meter mi lengua frotándola con violencia contra su enrojecida intimidad, mientras mi mami me tomaba de la cabeza pegándola con loca ansiedad a su vulva estremecida, como para aumentar la presión de mi lengüita sobre su hermosa hendidura.
Mientras tanto yo no cesaba de efectuar el mete y saca con mi lengüita de serpiente, sintiendo cómo mi mami me apretaba sobre ella con sus manos y sus piernas puestas sobre mi cabecita, que estaba ahora completamente hundida y perdida en medio de aquel extraordinario y sensacional pubis, que de pronto empezó a estremecerse con fuerza como consecuencia del orgasmo tan intenso que la hizo gritar aún más de delirio.
-Ayyy.
Julita.
me vengooo.
me vengooo.
no te quitesss.
sígueme mamando.
sigueee.
Yo arrecié en seguida mis movimientos de mete y saca hundiéndome aún más entre los abiertos plieguecillos con sabor a lechita de mi mami, sintiendo como ella me apretaba sin pudor ni piedad mi cabeza, que casi me ahogaba de la brama tan intensa.
Los espasmos y estertores de su espectacular venida duraron varios minutos, hasta que por fin mi mami quedó completamente saciada y laxa tirada sobre la cama, con las piernas abiertas y los brazos en cruz, disfrutando del clímax de aquella genial sacudida orgásmica que la hacía tiritar de deleite.
Cuando ella por fin volvió en sí, me dijo apremiante:
-Ay.
Julita.
que rico es todo esto.
me encanta jugar contigo.
me encanta enseñarte, mi amor.
eres divina.
-Si.
mamita.
a mi también me gusta mucho hacerlo contigo.
-Pero tu padre no debe tardar en regresar.
,.
Y tengo temor también de que alguno de tus hermanos me ande buscando por allí.
-Si.
te entiendo.
-Así que es mejor que aquí acabemos por hoy.
pero recuerda.
otro día que tengamos la oportunidad volveremos a hacerlo.
aún hay muchas cosas que quiero enseñarte, mi hija.
-Si.
mami.
siiii.
yo quiero que me enseñes más cositas de las que tú sabes.
-Está bien.
pero recuerda.
ni una palabra a nadie, eh?.
ni siquiera a Luci.
mucho cuidadito con eso, linda.
-Descuida, mamita.
no lo diré a nadie.
-Muy bien.
ahora arreglemos todo aquí para que no se vea nada raro.
-Si.
Mi madre se puso en seguida a acomodar la sobrecama, sus ropas y las mías, poniéndose después las pantaletas, mientras yo no me cansaba de admirar su exquisita belleza de alabastro, caliente como estaba de la sesión de enseñanza que me acababa de mostrar.
Ella me dijo:
-Ahora, Julita, voy a salir, eh?.
tú quédate un ratito aquí.
y ya después podrás bajar si quieres.
-Si, mamita.
está bien.
Echando antes una ojeada a la cama como para cerciorarse de que todo estaba en orden, ella se acercó a la puerta, jaló el pestillo y la abrió, no sin antes voltear a verme y guiñarme un ojo con complicidad, para después alejarse escaleras abajo.
Mientras la escuchaba caminar yo me quedé pensando en Luci y todo lo que habría hecho la caliente de mi hermanita con Bat, y que por esta ocasión y debido a las circunstancias me había perdido, aunque en el fondo no lo lamentaba tanto después de haber vuelto a vivir con mi mami aquellas estupendas cositas que para qué negarlo, también me ponían tan embramada.
Yo bajé hasta el patio con la intención de cerciorarme si Luci habría regresado, pero me di cuenta de que aún no volvía del traspatio de nuestros secretos.
No obstante consideré prudente no importunarla por ahora, pues era mejor que cuando regresara ella me eoncontrara jugando.
Quería darle la impresión de hallarme totalmente ajena a sus correrías con nuestro ansioso perrito.
Debió haber pasado aún como una hora más hasta que ví que Luci aparecía por fin entre la arboleda del patio, con las ropas arrugadas y el rostro arrebolado.
Haciéndole de inmediato plática para darle toda la confianza y seguridad de mi ignorancia sobre su escondido secreto, le dije:
-Hola Lucy.
te estaba buscando.
apenas acabo de bajar, tu crees?.
me quedé bien dormida.
-Ah si?.
que bueno.
yo también acabo de bajas hace unos minutos.
me dormí también igual que tú, manita.
-Oh.
qué bien.
quieres que sigamos jugando.
?
-No.
Julia.
ahora no.
quiero entrar a la ducha.
me siento muy sudada.
sudé mucho mientras dormía -me dijo la mentirosilla de mi hermana con palabras seguras, lo que hablaba de su extraordinario temple para manejar sus cosas-
-Oh.
bien.
anda ve.
yo aquí me quedaré -le respondí sin insistirle más-
Ella se alejó hacia el interior de la casa mientras yo me preguntaba con duda y lascivia cuántas cosas habría hecho con Bat en aquel privilegiado sitio.
Al pensar en el perro advertí que éste no se encontraba por ningún lado, lo cual picó de nuevo mi curiosidad.
Así que aprovechando que Lucy se hallaba en la ducha, yo me quedé en el patio en espera del animal, con los pensamientos puestos en cómo luciría Bat después de haber efectuado aquellos jueguitos secretos con mi cachonda hermana.
No tuve que esperar mucho en realidad, pues lo ví que apareció minutos después caminando entre la maleza.
Decidida a indagar sobre su aspecto le llamé tronándole los dedos, a lo cual el animal respondió acercándose a mí moviendo la cola con soltura.
Yo le sobé el lomo con ternura, escrutando con interés todo su cuerpo pero sin hallar indicios de nada.
Dirigí por último mis ojos hacia la parte baja de sus patas traseras, encontrando que la protuberancia afelpada que guarda su largo pene se hallaba en su tamaño normal, sin apreciar en lo absoluto alguna huella que delatara una ulterior manifestación de endurecimiento.
Todo eso que estaba descubriendo ahora me animó aún más a proceder como yo lo deseaba, pues mis vagos temores de que alguien pudiese notar algo extraño en el perro después de un juego secreto con su largo pito se desvanecieron por completo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!